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Alicia y el abuelito. (Parte 3)

en Amor filial

El cambio se hizo de inmediato, abandonó su habitación y vino a la mía esa misma noche. Lo primero que hizo mi nieta fue ponérmela dura con una paja mientras me besaba con lascivia, fue al grano la muy condenada... machacaba el tronco desde el duro capullo a las pelotas que se movía arriba y abajo acompañando la manita de Alicia deslizándose sobre mi badajo. Pensaba en mamarle el conejito pero se me adelantó ella sobre mi polla. Que un hombre de mi edad, tuviera una hermosa quinceañera mamándole la polla no es algo corriente, especialmente si es su propia nieta que está para comérsela de arriba abajo. Solo repasarlo me ponía más a tono, tan exaltado que no distinguía la realidad de la fantasía. Nunca se me había puesto tiesa tan rápidamente sin la ayuda de la viagra, pero mi nieta lo conseguía. Estábamos ambos desnudos, yo sobre mi espalda y ella de recostada a la altura de mi pecho… bajó su cara a mi tranca en plena forma. Comenzó a besarla por todas partes posibles, pero mayormente sobre la cabeza gorda en forma de champiñón, con su mano izquierda bajó el prepucio y lamió el cipote del abuelo golosamente. Se recreaba a lo largo del tronco, lamió mis pelotas, el tronco venos, el glande hinchado… me ensalivaba como una verdadera experta…, no podía creer que a su edad se emplease con tanta maestría a la hora de realizar una felación, sin duda había hecho muchas como esa, ¡Pero la muy puta, nunca había mamado una polla tan gorda como la mía! Chuparla era un paso previo al resto del acto indecente, impúdico y perverso de una nieta y su abuelito. Saboreaba cada centímetro del rabo con su lengua pertinaz, sin olvidar comerse los huevos uno a uno metiéndoselos en la boca y succionándolos casi al extremo de arrancármelos de cuajo. Parecía tener una cantidad infinita de saliva, usó sus labios y lengua para darme un placer que no imaginaba que existiera. Gradualmente, tomó más y más polla en su boca, como queriendo alcanzar un record mayor a cada metida. De pronto paró y me dijo…“abuelo cuando tenga tu tranca sumergida en mi boca me echas una foto. Quiero mandársela a mis amigas, ¡No veas la envidia que les dará cuando vean el pollón que me como…!”

Convencí a mi abuelo para saciar mis perversiones, mientras mi cabeza sacudía arriba y abajo ondeando mi cabello en el aire y de vez en cuando mi abuelito tiraba una foto con mi móvil. La mamaba divinamente, alcanzando a metérmela hasta la garganta. Mi abuelo se lo estaba pasando fenomenal, de vez en cuando lo miraba encontrándolo con los ojos cerrados, y su boca abierta mientras gemía con el placer extremo del momento… ¡A este viejo le estoy dando la vida quitándole años de senectud! Pensaba a cada atragantadas de pollón... joder con el abuelo, la tenía gorda y dura a rabiar, dolían las comisuras de mi boca de los estiradas que las mantenía para albergar tamaña polla y sobre todo se entumecía la mandíbula de tanto mamársela... Y es que todavía no conseguía escurrirle las pelotas y sacarle el chorro de esperma que me tenía preparado, pero la serie de fotos seguro que estaban muy bien. Le dejé de chupar el cipote con la mandíbula cansada y cambié de estrategia cabalgándole, sabía que no se negaría con lo que le gusta follarme el coño.  Me puse sobre sus muslos y apoyada en su pecho con mis brazos me la incrusté en mi vagina hambrienta de falo. Me clavaba poco a poco su enorme rabo, aquel tremendo estoque era solo para mí. Comencé a aumentar mis zambullidas notando que mi abuelo se alteraba pidiéndome más ritmo, su corrida no tardaría en llegar después de la gran mamada y viéndome como su verga aparecía y desaparecía desde detrás de la raja de mi culo… en cuclillas me empalaba una y otra vez la gran estaca del abuelito que me llegaba hasta el estómago cuando la hundía por completo en mi coño tragón. Mi mano no paraba de frotar el clítoris espigado que se escondía bajo mi capucha, así que mi cuerpo se electrizó en una sacudida categórica… ¡¡Joder teniendo su miembro viril en mi chocho no sé cuánto tiempo metido en lo profundo de mi útero con en innumerables hincadas y mis frotaciones, no pude más que soltar toda mi contenida excitación en un orgasmo brutal!! Convulsioné corriéndome sobre su falo, le llené toda su entrepierna de mis fluidos y de nuevo me la clavé afondo con determinación y lujuria feroz. Me arqueé dejando que el macho me follara de abajo arriba…, su cadera se agitaba cual si fuera un jovenzuelo, veía en su rostro el esfuerzo por llegar al clímax... hasta que su intensa agitación me alertó, y como una gacela me bajé al pilón… deseaba beberme su leche.

Estuve mamando su pollón unos dos minutos más o menos, el tiempo parecía no tener significando. Después de aquel maravilloso largo rato entrando en mi boca, me vino la recompensa de un largo chorro de semen descargado sobre mi lengua, mi paladar y dientes cubriendo toda mi boca de esperma espeso recién ordeñado de sus orondas pelotas. A algunas mujeres no les gusta el sabor de la leche de una buena polla, sin embargo a mí me encanta, lo deseaba y amaba con locura. Levanté la cabeza hasta que solo quedaba en mi boca su glande hinchado y lo succioné con ganas de escurrirlo a fondo. En un instante el cipote de mi abuelito soltó un nuevo chorro de lefa que soporté hasta la última gota de su engrudo. La presión y la cantidad ingente impulsó la lefa a mi paladar atorándolo. Me compuse y tras zampármelo en dos tragos, le mamé algunos centímetros más de su polla dejándosela bien limpia. Parecía sazonar mis papilas del gusto como si fuera un helado de yogur cremoso un poco salado. Sonreí suavemente de manera coqueta, pensando que no me permitían beber alcohol y por el contrario mi abuelo me transigía tragarme su leche espesa o llenarme la vagina con él. Cuando su polla estaba ya mullida en mi boca, la lamí bajando a sus huevazos para agradecerle su trabajo… los relamí y chupé ensalivándolos por completo. Curiosamente se retorcían dentro de su escroto, los aporreaba con la punta de la lengua jugando con ellos y luego lo besé como quien besa a su amor. Repté hacia arriba como una tigresa y quedé en lo alto de mi abuelo, todo un macho satisfecho. En su mirada se notaba que su nieta lo había conquistado definitivamente y ahora me coloqué victoriosa sobre mi verraco compartiendo su olor a semental que me embadurnaba mi cuerpecito de niña mala. Sus manos me acariciaban la espalda, el culo y las caderas clavando mis pezones empitonados en su pecho varonil. Cuando ya lo percibí algo recuperado le solicité que me devolviera el favor de semejante felación. Me abrí de piernas sobre su cara y me comió el coño impúdicamente.

...Mi nieta inagotable quería su momento de placer…, se había posicionado con su conejito en mi cara y traté de hacer tan buen trabajo con ella como había hecho sobre mí. Usé mi lengua y labios de la mejor manera, mamando las dobleces de su conejito, cada labio lo ensalivaba. Lamí su rajita y usé mi lengua y labios para chupar su clítoris lengüeteando con la punta. Se notaba como un guisante rígido que quise mamar, pero solo alcanzaba a lamer presionándole con suaves golpecitos. Le abrí los labios interiores y lamí adentro del coñito de mi nieta, empujé mi lengua tan lejos en su intimidad profunda como podía conseguirlo. Rocé, mordí, lamí, mamé e hice que tuviera un orgasmo nuevamente tras más de ocho minutos saboreando tan delicioso majar. Ella parecía encantada de lo que el abuelo podía hacer con su cara enterrada entre sus piernas impregnado de jugos adolescentes. Descansamos desnudos más de una hora acariciándonos…, ese día había sido rotundo, sacando fuerzas de flaqueza para complacer la lujuria endiablada de mi nieta Alicia. No me quedaban fuerzas, sin embargo mi verga se mantenía hinchada por una dilatación venosa tan seguida que llegaba a dolerme. Ella se levantó a mear, oí su chorrito caer en el váter, e imaginé como sería de hermoso el caño salido de su coñito. Cuando volvió de la cocina trajo media pizza que nos comimos sobre la cama viendo la tele.

El alimento reforzó nuestro organismo. Al terminar de comer me quedé acurrucada a su cuerpo, dejando que me acariciara la espalda, la cadera y el culo mientras le sobaba su pecho, su polla flácida y los tremendos testículos carnosos de tan agradable sensación…blanditos y escurridizos dentro de su saco escrotal enorme. En la bebida le había metido la pastilla de viagra encontrada por casualidad entre los medicamentos, y así viendo la peli esperaba que hiciera su efecto en mi abuelo ayudado por mis manoseos, y mis chupadas de falo que me enturbiaban la mente de ganas por recibir otra vez aquella estaca endurecida dentro de mi insaciable conejito.  La película dejaba de ser interesante a medida que el tamaño del mástil se alzaba elegante y majestuoso entre sus piernas…. Me miró con la verga en todo su esplendor y con la mirada me preguntó si yo también quería y asentí. Entonces me besó golosamente metiendo su lengua dentro de mi boca, le mamé la lengua, retocé lascivamente sobre su cuerpo comiéndonos las bocas. Él seguía con su mano en mi chocho atacando por detrás, desde mi culo y su otra mano sobaba mis tetas, mis pezones eran pellizcados con sutiliza concluyente. Entonces, un dedo curioso empezó a introducirse en mi ano. Otros dedos andaban ya entrando y saliendo de mi vagina, me tenía amordazada… pero yo le tenía amarrada de su polla enorme e increíblemente dura. Me tumbé sobre él en la cama e hicimos un 69 previo ¡Fue delicioso!  Aún sabía a su rico aroma lechoso. Una vez le hube ensalivado el cipote, lo saqué de la boca, él no paraba de comerme el chocho encarnizándose en mi pepitilla logrando un miserable orgasmo a traición ¡El muy cabrón me había cogido el punto! Mi abuelo y yo estábamos totalmente excitados otra vez… mamaba su cipote energizado sin parar hasta el galillo. Me estimulaba sentir esa cantidad de carne dura en mi garganta y sus abultados testículos rozando mi nariz… Cuando dejé de convulsionar y me abuelito se tragó todo mi fluido orgásmico, me puso en posición sobre él a cuatro patas y me despatarró procurando que mi coño estuviera bien abierto con accesibilidad completa para su ariete.

El cabrón, esta vez no ponderó su fuerza, haciéndose notar la diferencia de tamaño entre su verga y mi chochito. Me hincó todo el estoque como a una puta, penetrándome de un solo golpe hasta los huevos en mi ceñida raja… la lubricación y la dilatación previa ayudó a tragarme semejante ejemplar duro como el cuerno de un toro. Emití un alarido de dolor clavándole mis uñas en sus brazos, mas aguanté a sabiendas del gustazo de sentir de nuevo su trabuco bombeándome ¡Tan gruesa, tan plena de venas estimulantes, tan dura como nunca y tan suave como la seda! Perforó mis entrañas al tiempo que se estremecía entre los pliegues de mis paredes íntimas. Estuve unos segundos quieta, sintiendo mi estrecha cueva acomodarse al torpedo alojado en la profundidad de mi útero. De reojo vi nuestros cuerpos acoplados en el espejo del armario fornicando como animales en un apareamiento salvaje ¡¡Dos amantes follando nos miraban, y eso me excitó sobremanera!! Empecé a moverme despacio, mi abuelo me indicó cómo hacerlo para sentir más placer ayudándome con sus manazas en mi trasero. Notaba cómo iba expandiéndome las entrañas con su falo dentro de mí. Luego, fuimos aumentando la velocidad de la cabalgada… yo no hacía más que gritar… “Sí… dame más, abuelito… aaaggghhh. Así…métemelo hasta el fondo… como hace tu hijo en mis sueños…. Se me escapó mi mayor fantasía... follar con mi PADRE. Sí… inúndame con tu leche, quiero otra vez la leche de mi hombre… sigue… más rápido…”. “Así, mi pequeña... lo haces de maravilla… dale a abuelo tu rico chochito… sí… así…”. Besaba mis pechos succionando y mordiendo mis pezones… alternaba con mi boca comiéndonos por pura lascivia intercambiado todo tipo de flujos, su lengua me calaba hasta el paladar buscando la lucha con la mía… se la mamaba a la par que me follaba con mayor intensidad mi ajado coñito. Mis fuertes piernas impulsaban mi cuerpo, para dejarme caer en enérgicos sentones sobre sus pelotas de acero, empalándome con su inagotable miembro viril.

Tras más de veinte minutos tragándome su falo, la habitación olía a sexo que se podía cortar con un cuchillo. Buscábamos la mejor postura, que nuestros cuerpos se hallasen acoplados y relajados, así cambiábamos cada pocos minutos… de lado dándome desde atrás, a cuatro patas como una perra en celo respingando el culo para que su daga entrase segura a mi fondo uterino..., sobre él de frente o de espaldas y finamente recostada sobre el colchón en el tradicional misionero con mi abuelito arrodillado enfrente de mí  con mis piernas despatarrada sujetas por las pantorrillas, y su pollón partiéndome en dos clavado hasta los mismos cojones una y otra vez. Mi abuelo no aguantó más follándome a todo trapo, lo noté endurecerse y avivar sus clavadas hasta que consiguió explotar en un grueso un chorro de leche que no debió de ser mucha por la tanda de sexo que llevábamos, pero el placer que me transfirió sí. Me abracé a él mientras desovaba todo el semen restante en su gónadas dentro de mí, para besarlo comiendole la boca en pleno orgasmo, eso incrementaba mi celo al tiempo que percibía el primer gran chorro de lefa, en tanto el resto se iban descargando someramente aliviando al semental y los genitales de mi pobre abuelito… lo había dejado seco, agotado y exhausto como tal vez no recordaba cuando fue la última vez que le pasó. Se derrumbó sobre mí sin fuerzas para nada, nos volteamos quedando yo sobre su fornido cuerpo… me sentía tan segura en sus brazos que estuvimos un buen rato sin movernos fuertemente abrazados, intentando recuperar nuestra respiración y disfrutando de nuestro sabor, aroma, calor y sobre todo nuestro amor. Durante el tiempo que estuvimos follando y luego recuperando el resuello, mi abuelo no dejó de hurgar con uno de sus dedos mi ano… podemos decir que me dio por el culo y el coño a la vez. Nos habíamos acostumbrado a follar a pelo, sin pensar en más, recogiendo hasta la última gota de semen en mi vagina y boca de momento… no hallábamos totalmente despreocuparnos de los resultados de tantas inseminaciones. Estaba segura que el esperma de un hombre de su edad apenas tenía capacidad para preñarme, convencida por lo que leí en internet de la baja movilidad de los bichitos, así que me dejaba follar a diario despreocupada que sus espermatozoides pudieran fecundarme.... sin contar que follar al natural estimulaba mucho más.

Continúa...

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