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Vacaciones en el Camping. (Parte 2)

en Amor filial

Me levanté y me fui a los aseos externos del camping a darme una relajante ducha y me encontré con mi hermana, que venía de lo mismo..., con picardía me sonrió cuando nos cruzamos, pero no nos dijimos nada. Después de pasar más de diez minutos bajo una ducha fresca, regresé a la caravana con mis padres de vuelta del su paseo matutino. Nos tenían preparado el desayuno a mi hermana y a mí, que comí con apetito. Aquel día fue el mejor del resto de mi vida… la alegría de las vacaciones, el ambiente de alrededor y mi actividad constante, se complementaban con el acontecimiento desvelado entre mi hermana y yo, sin embargo procuramos no darle mayor importancia. Pensaba que era hasta normal que dos hermanos, en la edad de descubrir su propia sexualidad, tengan algún tipo de experiencia iniciatica dentro de la intimidad familiar. Mis padres, después de la cena, solían ir a la cafetería del camping a tomar café, en donde conversaban un rato en la terraza tomando el fresco, pero aquella noche, según supimos, se celebraba en el camping un espectáculo destinado a personas mayores. Daba comienzo a las doce de la noche cuando  terminaban las actividades infantiles y juveniles, mostrando mis padres mucho interés en acudir. Mi padre nos planteó la posibilidad de pasar la tarde en la piscina del camping. Al anochecer acudimos a cenar al restaurante del camping, luego nos dejarían ir a la discoteca hasta la una, para  marcharnos a esa hora a la caravana a dormir. Ellos se quedarían a ver el espectáculo que duraba dos horas o más.

Ni qué decir tiene que mi hermana mostró de inmediato un entusiasmo especial, tanto que no se me pudo escapar su trasfondo de complicidad entre ella y yo, simplemente, di mi consentimiento asintiendo con la cabeza. Pues nada, tras una divertida tarde nadando y una agradable cena seguida de un rato en la discoteca, en la que mi hermana y yo nos lo pasamos en grande haciendo amigos..., mi hermana me propuso volver a la caravana. No le faltó tiempo para cogerse de mi mano y casi tirar de mí. Bueno, no es difícil imaginar que habría de ocurrir, pues el precedente de la noche anterior no dejaba lugar a dudas ¿Al final echaríamos un polvo o nos haríamos un par de pajas como anoche? Pronto lo descubriría, ella estaba muy excitada…

Mi hermana me dijo… -“A la cama de inmediato…” y yo, obedecí, pues la verdad es que también estaba deseoso de repetir la experiencia, así es que en un momento ya estábamos en la cama, con nuestra puerta cerrada y ambos en pelota picada.

Desnudos yo con mi verga al 100%, y ella con su almejita palpitando por una sesión especial, tal vez la más especial de su vida y la mía. Pronto comenzamos a tocarnos y acariciarnos y nuestra temperatura empezó a subir. Ella se puso de nuevo boca arriba y se abrió de piernas para favorecer mis tocamientos y yo, claro, me volqué en esta labor, a la par de le comía literalmente las tetas y el coño. En esta actividad no se puede durar mucho tiempo sin sentir el deseo intenso de la penetración, por lo que casi imperceptiblemente, le fui poniendo mis huevos colganderos en su vulva con un acercamiento de mi polla sobre su vagina de manera peligrosa; aunque ya ninguno éramos conscientes de nuestro control.

En un momento determinado mi hermana me pidió una pausa e incorporándose, me indicó que me tumbase boca arriba, pues le tocaba a ella trabajarme un poquito. Yo me dejé llevar y ella se agachó sobre mi cipote que comenzó a chupar con un arte desconocido y, por supuesto, con unas consecuencias  igualmente desconocidas pero completamente previstas. Comenzó a acariciarme, chuparme la polla en toda la largura de su tronco y los testículos, pasarme su lengua por todas partes y, claro, en pocos minutos un enorme chorro de esperma salió de mi verga alcanzado su boca y cara manchándola.

Ella reía y me limpiaba con su lengua, diciéndome -“¿Te atreves a hacerme a mí los mismo? Me gustaría que me comieras el chocho”.

Casi sin tiempo para reponerme, ya me vi sobre mi hermana, con la cabeza entre sus piernas y mi lengua, bueno, pues eso, donde ella quería. Se retorcía de gusto, duró mucho más tiempo que yo, pero en cinco minutos le despaché un orgasmo con una intensidad increíble, se notaba su excitación. Sentí directamente en mi lengua su sabor, sus palpitaciones y espasmos eran visibles a simple vista y un flujo intenso le fluía de su interior y caía sobre sus muslos pasando por mi boca. Cuando me disponía a limpiarla, me pidió que aguantase, pues a las chicas les duraba mucho más que a nosotros el orgasmo, de modo que continué lamiendo suavemente su almejita sonrosada y palpitante hasta que ella dio un gran suspiro anunciando el final de esta mamada.

Ambos boca arriba y desnudos descansábamos de la labor, cuando mi hermana cayó en la cuenta de que eran tan solo las doce y cuarenta y cinco minutos, y me hizo la observación de que aún disponíamos de una hora y cuarto, por lo menos, para seguir disfrutando. Por no mencionar el tiempo que luego mis padres se dedicasen a follar..., porque en tal labor no se percatarían de nada si nosotros lo hacíamos al tiempo. Yo asentí y, aunque boca estaba cansada, mi verga pedía mucha guerra, algo que no pasó desapercibido para mi hermana, que comenzó de manosear y frotar falo con entusiasmo, sin dejar abandonar los huevos. Yo me dejé llevar unos minutos, pero mi hermana seguía insistiendo y claro, encendió de nuevo una pasión que tendría un final feliz. Me giré hacia ella para participar del juego, pero ella mi lo impidió. Subiéndose sobre mí, cogió mi polla y comenzó a frotarse su coño lampiño, algo que me causó una gran sorpresa y admiración, a la par que un gusto terrible al notar el calor intenso de su rajita en la punta de mi capullo. Le dije que eso no podíamos hacerlo sin condón, pues podríamos tener muchos problemas si se quedaba preñada.

Ella me dijo totalmente resuelta… -“En primer lugar no tenemos, y e segundo lugar No te preocupes, aún no me ha venido la primera regla y además una vez que te has corrido en las siguientes no tienes semen para dejarme preñada...” No me pareció extraña su explicación, pues, como digo, era evidente que sabía más que yo, así es que me dejé llevar.

Ella paró un poco la maniobra y cogiendo mi polla con una mano y con la otra abriéndose bien su vagina, comenzó a frotar de arriba abajo favoreciendo un flujo intenso que lubricaba todo su interior y poco a poco, conseguí una penetración más profunda entre agudos suspiros de mi hermana y un intenso placer de mi parte. El gusto de tener la polla dentro de una mujer no se parecía a nada que hubiese experimentado anteriormente. Navegaba mar adentro en aquella apretada vagina, cuyas paredes me oprimían el glande con una alta carga de sensibilidad, lo que auguraba que no aguantaría demasiado hasta descargar mi leche en su útero inmaculado. Llegué a estar como unos seis minutos a piñón fijo bombeando su coño en la misma posición, tal vez por el miedo a que tal arrebato de pasión se nos cortara por colocarnos de otra manera, error de principiante como es evidente. Continamos follando al estilo misionero hasta culminar con otro orgasmo mío y otro un poco antes de ella, suministrándole varios chorros de esperma. Era la primera leche que inundaba el indómito coño de mi hermanita, razón que excitó su cuerpecito casi de inmediato, consiguiendo un segundo orgasmo intensísimo por su parte mientras se frotaba el clítoris, si el primero fue por penetración este se puede decir que fue clitoriano. No duró mucho esta primera experiencia plena, pero tampoco nuestra inactividad sexual. Como un vicio, a los pocos minutos de relax de nuestro sincronizado orgasmo, mi hermana me pidió que cambiásemos de postura por probar, pues ahora le gustaría a ella llevar la iniciativa. Yo me pregunté si la había perdido en alguna ocasión, pero acepté.

En unos minutos más, ya estaba colocada sobre mí Penélope, que me apretaba contra ella, invitándome a penetrarla y elevando su pelvis para favorecer la penetración… en fin, en breve ya tenía mi cipote tratando de atravesar a mi hermana… entrando y saliendo con facilidad, a pesar de su aparente pequeño tamaño, su dilatación y lubricación favorecía la follada. En esta ocasión nuestro polvo duró algo más, mucho más... cerca de 15 minutos, en los que ambos tratamos de sincronizar de nuevo el orgasmo. Lo conseguimos gracias a ella, pues cuando notó que yo no podía aguantar más, ella aceleró su frotación sobre su clítoris, que era donde le gustaba que le rozase y obtener sus mejores corridas, y volvimos a coincidir en otro orgasmo largo e intenso, en el que nuestros gritos de placer se unieron. Así, unidos y muy abrazados, permanecimos varios minutos. Eran ya las dos menos cuarto y nuestros padres deberían estar a punto de regresar, por lo que me apresuré a ponerme los calzoncillos y le dije a mi hermana que hiciese lo propio con su pijama. Ella me dijo que esperase un poco a ver regresar a nuestros padres a través de la ventana de la caravana, pues quería darles la bienvenida por la ventana mientras yo, tumbado, la penetraba...

-“¡¡Quiero sentir el morbo de verles mientras me estás follando!!” me dijo… Solo de pensarlo se estremecía terriblemente.

Pensé que estaba descontrolada, pero nuevamente me dejé llevar y consentí, de tal modo que comenzamos una nueva sesión de manoseos y caricias hasta que nuevamente estábamos a punto para echar otro polvo. Mi hermana abrió la ventana y la cortina de nuestro habitáculo en la caravana y sentándose sobre mi polla rolliza en plena erección de nuevo, comenzó a subir y bajar suavemente, mientras miraba por la ventana. Al cabo de unos minutos yo estaba ya a punto de correrme, cuando mi hermana paró de repente  y me dijo…

-"Creo que ya vienen por allí. Aguanta un poco nene, ¿vale…?"  Mi nivel de estrés se elevó entre el gusto que me subía y el miedo que sentía por si nos pillaban ¡¡sin  ningún control de la situación!!

Mi hermana suspendió unos momentos el mete saca y pronto la oí dirigirse a mis padres dándoles, en voz baja, las buenas noches. Ellos se acercaron a la ventana hasta el punto de oír perfectamente a mi madre preguntarle si yo estaba dormido, le preguntaron que por qué estaba despierta y ella, con toda naturalidad y con mi nabo clavado hasta el fondo de sus entrañas, les dijo…

-“Me he desvelado un poco y estaba haciendo un poco de gimnasia, tales como flexiones de piernas y brazos con mucho cuidado para no despertarle” A pesar de ser una cama muy ancha. En ese momento comenzó a flexionarse de nuevo sobre mí y yo, sin poder controlarme, me corrí intensamente, emitiendo unos pequeños suspiros de placer que llegaron a oídos de mis padres, aunque no le dieron mayor importancia al pensar que estaba soñando. Mi hermana parecía disfrutar de la situación de tener a mis padres delante de ella y a la vez follando conmigo.

Mi hermana les dijo… -“Me voy a ir a dormir enseguida,” pues ya tenía sueño y mis padres se fueron a su habitación.

Luego, reímos con la ocurrencia y comentamos lo bien que lo habíamos pasado ambos y el gusto tan enorme que nos había dado. Decidimos seguir follando, pues mi hermana me informó que en esta última ocasión no se había corrido, así es que yo llevaba un polvo de ventaja y, aprovechando que nuestros padres aún tenían fuerza para echar su  polveta nocturno, procuramos coincidir en la faena para que nuestros movimientos y suspiros quedaran solapados con los suyos. Parecía que éste verano éramos cuatro los que íbamos a disfrutar del sexo de lo lindo.

Lo que ocurrió la noche siguiente no sé qué palabra ponerle. Eran la seis de la mañana cuando me levanté al aseo y me encontré con el espectáculo… mi padre sentado en el sillón sin sus calzoncillos bóxer dejando ver su fastuosa verga empalmada y mi madre desnuda con su culo abierto ante mí y su coño rasurado…, estaba mamándosela a mi padre con toda la polla metida hasta su garganta. Me quedé quieto viendo la escena, pero mi polla también reacciono por la acción, aunque no lo suficiente para notarse la erección, hasta que mi padre me miró y salí del trance de ver a mi madre engulléndose el falo paterno hasta los huevos con su asombroso culo abierto y su coño tantas veces imaginado en mis pajas. Me di media vuelta hacia el aseo “Pidiendo perdón por la injerencia”, y después en mi cuarto me quedé dormido tras hacerme una paja pensando en el enorme coño de mi madre visto desde atrás.

A la mañana siguiente todo transcurrió normal, mi padre fue a hacer deporte, mi madre salió a las compras después de desayunar con nosotros, y mi hermana y yo nos quedamos a jugar a videojuegos como era habitual en aquellos días de asueto. La sensación opuesta de culpa y de desear repetir para alcanzar el placer que sentí, no remitía. No quería estropear la felicidad de mi hermana con nuestros encuentros, estaba encantada desde la primera vez, porque deseaba comprobar por ella misma aquello que sus amigas ya le habían contado… ¡¡A mí me apetecía que lo descubriese conmigo!! Yo, por mi parte, no podía imaginar que el placer que obtendría sería de esa intensidad, comprendiendo ahora la carencia que tenían mis padre en el vicio de follar. Prácticamente todas las noches hacían el amor; aunque lo que vi la madrugada anterior más se parecía a puro vicio. Se lo conté a mi hermana cuando estábamos en plena intimidad, entonces ella mi pidió que le hiciese lo mismo yo. Tras chuparle y tocarle las tetas, además de su vulva rechoncha, ahora más abierta, enrojecida y ardiente que antes, o eso me pareció, me rogó por favor que la follase de nuevo...

-“Vamos nene hazme lo mismo que papá le hacía a mamá…” algo que no dudé en ejecutar.

Confieso que me apetecía follarla aún totalmente exhausto si ella me lo solicitaba con esa voz de gatita susurrona. Ya alcanzaba la suficiente erección como para hacerla gozar un buen rato y su libido se encontraba disparada. Se puso a cuatro patas y pensando en el culo de mamá busqué con la cabeza de mi ariete la estrecha entrada de su conejito. Mi verga enhebró fácil el coño de Penélope. Sujetándola de las caderas me la fui follando cada vez a un ritmo mayor. La sensación de acogemiento prieto de su hucha era arrollador. Gracias a su lubricación mi recia polla no le hacía mal, y mi hermana alcanzaba unos orgasmos soprendente mucho antes que yo. La acuchillaba sin parar como un criminal anajenado quieriendo lograr llegar a la meta, mi sensible capullo se hincaba al fondo de su estrecho coñito apretujándolo con tanta suavidad que me enervaba poniendome los pelos de punta de pura excitación. Una y otro vez transgredía su pared vaginal haciendo tope en ella y viendo como se tragaba todo el badajo en tan tierno coñito. Aquello pronto tendría su final en unos minutos, arrecié las embestidas con fortaleza y profundidad y tras lo cual mis testículos no tardaron en descargar dentro de su coño acogedor, hasta la última gota de leche que debía quedarme. El primer chorro de leche me atolondraba ya, pero los siguientes no eran para menos convulsionando como un cerdo en su preciosa vagina...

-"¡¡Así nene lléname entera... quiero sentir tu polla palpitar en mi coñito!!" Me apretaba con músculos vaginales escuriendo mi verga hasta la úñtima gota. En el silencio sudoroso de nuestra habitación, ahora llegaban los suaves quejidos de mis padres que debían estar terminando su función nocturna… por fin podríamos descansar… eran ya casi las tres de la madrugada cuando mi padre dejó bien servida a mamá de lefa y yo a mi hermana.

Creo que es de necesidad decir que nuestras avenidas nocturnas continuaron durante los días siguientes, fueron los días más inolvidables de mi vida, con los mejores orgasmos por ser los primeros en el interior de una mujer. Uno de esos días habíamos bajado la guardia aprovechando que mis padres estaban tomando café con los vecinos y en plena siesta mi hermana desnuda, se montó a horcajadas sobre mí, como tantas otras veces hacía de noche, y comenzamos a magrearnos en pelotas. Mi rabo reaccionó rápidamente con una erección de caballo…, mi hermana me la amarró de su tronco enfilándosela en la estrecha raja y poco a poco se la enterró en su interior. Con el ímpetu que le ponemos los gemidos fueron creciendo convirtiendo la habitación en una locura de placer. No nos dimos cuenta de la presencia de mis padres que se quedaron mirando desde la puerta entornada cómo follábamos. Ello veían perfectamente como mi verga se incrutaba en el coñito de Penélope, esta de espaldas a la puerta frenta a mí tapándome la visión de la entrada al cuarto... con o cual ni ella ni yo nos dimos cuenta de su presencia. Nuestros los gritos y gemidos les llamaron la atención nada más llegar a la puerta de la caravan al volver de su visita. Le poníamos  toda la pasión y las maneras auto aprendidas juntos ese verano. No quisieron interrumpirnos, pues ellos también gozaron con la visión de dos adolescentes entregados al placer canal. Mi hermana se movía arriba y abajo ayudada por mí... yo aprovechaba sus idas y venidas con mi pelvis para clavarla con más fuerza y profundidad, lo que le producía unos gritos que escandalizaban al más experimentado, pues mi polla entraba y salía de su chocho partiéndolo de forma sustancial por el tamaño de mi tronco. Ninguno sabíamos cómo era posible que le entrara tanta polla en un coño tan estrecho... para mí el secreto estaba en su lubricación pero resultaba que era un coñito muy tragón…

En ese momento mis padres descubrieron las actividades sospechadas de la noche de la ventana y… ¡sucedió lo inesperado! Al cabo de diez minutos follando, la señal de la corrida me recorrió desde la cabeza a la polla en un relámpago soltando un gemido a la par que mi primer chorro de leche hacia presencia en el interior de su vaginita receptora. Mis padres esperaron la avenida de todo mi orgasmo y cuando mi polla salió del conejo de mi hermana, al descabalgarme nos dimos cuenta que ambos estaban presentes viéndonos follar como animales salvajes en feliz comunión.... Yo con toda la verga impregnada de flujo vaginal, y mi hermana con el coño chorreando de semen mezclado con mi leche espesa. Ambos sudorosos, nos quedamos desconcertados…

-“¡Anda daros un ducha y descansar, ya hablaremos más tranquilamente de todo esto!” dijo mi madre con la complacencia de mi padre que no dejó de quitar ojo sobre su hija desnuda sobre la cama rezumando semen por su coño entreabierto. Mi hermana no bajó la mirada desafiante hacia ellos, la mía no resultaba tan altanera, más bien apocada. Mi madre habló con mi padre sobre el asunto y llegaron a la conclusión que nuestra relación sexual no se iba a detener por mucho control que ejercieran sobre nosotros, y mucho menos durmiendo en la misma habitación en la caravana y en casa. Por lo que optaron a una política de acercamiento en vez de una de enfrentamiento en donde todos saliéramos ganando.

Continúa...

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