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Mis traviesas vecinas

en Trios

Eran más o menos las diez de la mañana cuando salí del apartamento para ir de compras al supermercado más cercano, ese día me tocaba ir a mí solo, dado que la compra era sencilla. Al pasar por delante de la estantería de los desayunos, pude ver al otro lado una muchacha de no más de unos 18 años agachada cogiendo un paquete de arroz. Eran estanterías de lamas abiertas sin paredes divisorias, de manera que se podía ver lo que sucedía al otro lado. Aprovechando que ella estaba en esa posición hice lo mismo simulando estar buscando un paquete de café que me gustase. Justo delante de mí pude observar las piernas de esa chica lo suficientemente abiertas como para reparar en sus braguitas. Eran de color blanco que se aprecian diminutas tipo tanga. Tenía unas piernas preciosas, de las de muslo generosamente estilizado que se llega a confundir con sus nalgas y rodillas redondas bien formadas. Creo que se percató de mi observancia...se empezó a contornear de derecha a izquierda respingado más el culo y mostrando para mi deleite personal la hinchada vulva que emergía de entre sus muslos. Se levantó de golpe y se marchó con su mercancía. De pronto vi una característica que me llamó la atención cuando se alejaba, era un mechón teñido de azul de su cabello largo y rubio… ¡¿Estaba de moda o era la vecina de enfrente de estiramientos sexis, la chica que acompañaba a su madre o lo que fuese y disfrutamos mutuamente en una práctica de voyerismo explícita?!

Me marché a casa con la compra hecha y desayuné con mis hijas, Alicia y el bebé. Al cabo de un rato de estar holgazaneando decidimos bajar con la niña al jardín comunitario donde tenemos una piscina y darnos un chapuzón… esa mañana pasamos de ir a la playa. Me puse a tomar el sol y de vez en cuando me bañaba para refrescarme. En una de las tantas veces que me levanté para darme un chapuzón, oí un grito sordo que provenía de mis espaldas. Al girarme me encontré a una chica y una mujer madura, en la que en principio no me fijé quién eran ante la urgencia del malestar de la chica tumbada en el suelo. Me acerqué para ver lo que sucedía ya que me llamó la atención verla de espaldas mientras la mujer mayor le hacía algo en los muslos.

Al llegar a la altura de ellas pregunté lo que sucedía y que si podía ayudar ya que había sido conductor de ambulancia de urgencias de entre tantos oficios que he tenido, allí aprendí primeros auxilios. La mujer me miró con expresión incrédula, me debió reconocer y yo a ella… me dijo que no ocurría nada, pero la chica del suelo padecía un gran malestar. Yo insistí si necesitaba ayuda. Observé como su respiración era agitada y descompasada. Mi experiencia en trabajos de campo me decía que esa reacción era conocida para mí. Le hice unas preguntas para saber que le sucedía y finalmente me dijo que le había picado algún insecto en las piernas y que no se encontraba bien. Le intenté dar la vuelta para ver como respiraba y le pregunté a su acompañante donde vivían. Se quedó parada, como esperando que yo se lo dijera, pero al no ver una reacción memorística en mi rostro me dijo que en el tercero… insistí en que la debíamos subir cuanto antes. Ellas accedieron y casi la tuve que llevar en brazos, Alicia se quedó con la niña mientras intentaba ver que ocurría y si la curaba. Iba vestida con unos pantalones cortos color amarillo y una camiseta bastante larga de color blanco, a esas horas no había socorrista o al  menos no apareció por allí. En el trayecto quedó aclarado que eran mis vecinas, conocí su parentesco y nos recordamos mutuamente sin entrar en detalles…. obvié lo ocurrido las otras noches dándonos el espectáculo. Al llegar a su apartamento le pedí a su madre, ya aclarado que lo fuese, que me indicara donde tenía su habitación, pero ella misma antes de que su madre respondiese me indicó el camino…, lo primero era la urgencia de ver si no era alérgica a las picaduras de insecto.

La tumbé sobre la cama y pedí que me trajeran una toalla empapada en agua fría con hielo. A ella le pregunté que si era capaz de decirme donde le dolía. Solo me señaló con una mano las piernas... -"Debo intentar descubrir el motivo de su estado", le dije a su madre pidiento permiso.

-"Tenemos dos alternativas, ir a urgencias a diez kilómetros de donde estábamos o confiar en mi experiencia como auxiliar de medicina de urgencias".

Ella medio atontada me suplicó que la curase ya... que hiciese algo. Así pues le subí la camiseta hasta la altura de los pechos dejando al descubierto su precioso y liso vientre. Empecé a explorar sus piernas desde los tobillos para encontrar una posible respuesta a su estado, esas piernas que se me desvelaron hermosas en la playa, en esa misma habitación y en el supermercado. No pude observar nada extraño hasta que llegué a la parte alta de su muslo izquierdo, en esa zona pude observar un ligero hinchazón con una picadura… y la entrada del aguijón....

Le comenté... -"Tengo que quitarte los pantalones para poder ver con más claridad lo que sucede", ellas accedieron.

Al bajarle los pantalones me di cuenta de que no llevaba bañador ni bikini si no las diminutas braguitas que apenas le cubrían su precioso coñito depilado a ras como el de una muñeca. Al recuperarme un poco de la visión pude observar en la ingle un punto rojo bastante hinchado... -"¡Abre un poco más las piernas para poder aplicar mejor el paño helado".

La parte trasera de sus braguitas estaba completamente metida en su rajita y entre las nalgas. Aquel panorama me dejó excitado y empalmado. Dado que la zona era delicada intenté apartar un poco con mis dedos la diminuta pieza de ropa que se metía en su vagina. Me quedé acojonado al ver que de entre la ropa y sus labios mayores apareció el cadáver de una avispa africana de esas que tienen el tórax y el abdomen separados por un conducto. Son bastante peligrosas ya que no pican pero muerden y su mordedura es peor ya que con ella inyectan veneno. Por sus síntomas llegué a la conclusión de que se trataba de un cuadro alérgico. Me fui rápidamente a mi casa a buscar un alérgeno potente para estos casos… a pocos minutos se la suministré. Me quedé observando la zona afectada un par de minutos más y le di un pequeño masaje que más que bajarle la hinchazón la puso chorreando. Muchísimo trabajo me costó aguantarme y no fundir mi boca en su coñito para secar sus fluidos.

Una vez que se normalizó remitiendo un poco el dolor, les dije que me iba a mi casa pero que tomara líquidos, se aplicara con cuidado un poco más de hielo que la zona de hinchazón para estuviese siempre bien refrigerada durante al menos una hora más, y que si necesitaban alguna cosa no dudaran en pedírmela a su entera disposición, ya sabían dónde vivía. Al llegar a mi casa no pude evitar tumbarme en el sofá y esperar a que Alicia me rebajara las ganas de follar después de haber visto la única parte el cuerpo de aquella chica que me faltaba por ver. La madre me agradeció mucho la atención…

-”Muchas gracias por todo, me llamo Marta y mi hija es Ana”. Joder Ana como mi ex, ese nombre me persigue allá donde voy.

–“No se preocupe por nada todo irá bien y ya sabe dónde vivo… si ve que la hinchazón no remite avíseme a la hora que sea…aquí tiene mi número de teléfono”.

La cura debió de ser efectiva porque solo me llamó la madre para agradecerme la atención otra vez, la hinchazón había remitido y la niña estaba muy bien. Esa misma mañana vino mi padre, el abuelo Sebastián, lo invité a que pasara unos días con nosotros sabiendo que estaba solo y a Alicia le encantaba estar con él, se acomodó en el apartamento con nosotros. No obstante al día siguiente tenía una revisión de colon en el hospital comarcal que le llevaría un par de días, al tener que quedarse una noche interno, Alicia se prestó a acompañarlo mientras me quedaba allí con la niña los dos o tres días que necesitaban para el reconocimiento y la espera de los resultados tras la intervención que le hicieron hace dos años. Me había quedado con la cría, y como ya pasaban un par de días desde la picadura, serían como las cuatro de la tarde cuando toqué el timbre de la puerta a preguntar por la recuperación. Al abrirla me encontré con la chica de frente me saludó y después apareció su madre… me pidió pasar al interior del apartamento. Al primer momento no me reconoció la joven, quedándose extrañada que el exhibicionista del vecino se presentara en su apartamento de esa manera tan sorpresiva... mucho más con la niña en brazos, pero rápidamente su madre se dio cuenta de ello y le dijo que era el vecino que la ayudó con el ataque alérgico por la picadura de la avispa africana. Me invitaron a pasar gustosamente y me acomodé en el sofá con ellas. Marta se sentó en una silla apoyando el pecho contra el respaldo. Les pregunté por su estado… se me quedaron mirando y la madre respondió…

-“Muy bien… mi hija no se acuerda de ti…, estaba muy afectada por la picadura”. Yo me quedé unos segundos mirándola cuando de repente descubrí su mechón azul.

-“No te preocupes, tengo una cara tan común que nadie sabe que existo ¿La mañana de la picadura tú… tú eres la del “súper”, no?”

-“¿De qué “súper” me hablas…?”

-“Del que tenemos en la esquina al fondo en la calle ¿Tú no estabas comprando en el supermercado hace dos días la misma mañana de la picadura...?” La chica se quedó un poco cortada a haberme enseñado las bragas descaradamente intentando excitarme en plan exhibicionista. 

-“Sí… pero también hace los mismos, estaba tumbada en la cama atontada por la picadura y el alergénico que me diste…”.

Yo me quedé alucinado, aquella debió de ser una gemela... las mismas piernas, las mismas braguitas y el mechón de tinte azul lavable en aquella cabellera rubia…. No me había ni fijado bien en lo guapa que es cuando la tuve postrada en la cama, mis ojos solo se quedaron con aquella preciosa rajita empapada en su miel. Intenté reaccionar disimulando pero no quedó bien. Se pusieron a reír como dos locas de la situación.

-“Un enfermero que no recuerda a sus pacientes…”

-“No es eso, es que la verdad no me fijé en su cara, me preocupaba su estado…”

Las dos se levantaron a la vez y me dieron las gracias por las atenciones y que era un alivio saber que tenían un enfermero de urgencias tan cerca. Me dijeron que me lo querían agradecer y que habían pensado montar una cena aquella misma noche en su casa y que me invitaban junto a mi familia sin saber que estaba solo en casa.

-“Bueno mi mujer y mi padre están el hospital general, me han dejado solo con la niña unos días…”

Que no apareciera si no era con un par de botellas de buen vino. No lo pensé dos veces y acepté. Cogí el coche y me fui a la bodega del supermercado y allí compré un par de botellas de “Juan Gil” del 2012, denominación de origen Jumilla bastante bueno. Al caer la tarde me pegué una ducha y me vestí con ropa deportiva y cómoda con bermudas y polo con sandalias para estar fresco y formal, ya que no tenía ni idea de cuáles eran sus planes después de cenar. En todo caso estaba a un minuto de mi casa. Hacia las ocho y media decidí que ya era buena hora para ir y así lo hice. Llamé a la puerta y me abrió Marta. Iba vestida a base de toallas, salía de la ducha. Me invitó a pasar y acomodarme. Cogió las botellas de vino y se las llevó a la cocina. Al caminar hacia la cocina advertí que debajo de esa toalla se encontraba un cuerpo que era para terminar con cualquiera. Me habló desde la cocina indicándome que su hija estaba vistiéndose en la habitación donde solo hacia 48 horas la había tenido prácticamente desnuda ante mí.

-"Pon música o lo que quieras mientras nos terminamos de arreglar", me espetó desde la cocina.

Puse en marcha el televisor y casi me da algo… resulta que al conectarlo apareció la imagen de una película que debía de ser “Hardsex”, ya que era una pasada. Me di cuenta inmediatamente que se trataba de un aparato de esos que llaman “combis”, que llevan el vídeo incorporado y si al ponerlos en marcha hay un dispositivo externo enchufado se pone en play automáticamente este. Marta lo vio y me dijo que no me cortara y la dejara puesta si no me molestaba. Yo negué con la cabeza sin mediar palabra la dejé. Se veía una chica amordazada siendo penetrada por una polla descomunal, se notaba que era una dominación pactada por cómo se movía la chica del vídeo, la cual al final se desató para hacerle de todo al macho que la perforaba.

–“Al bebé lo podemos dejar en esta habitación, si llora lo podremos oír perfectamente…no pondremos el sonido muy alto”

Me empecé a poner nervioso imaginando que lo que esa noche podía suceder en ese apartamento. De pronto apareció Ana. Iba vestida con un vestido blanco muy ajustado que dependiendo de la luz que recibía, transparentaba lo justo como para imaginar muchas cosas. Se sentó a mi lado y me preguntó…

-“¿Te gustan este tipo de películas?”

-“Pues depende del momento, del lugar y sobre todo de la compañía… son bastante bestias, a mí me gusta tratar mejor a mis mujeres”.

Se quedó pensativa y mirando como en pantalla un tipo le metía a una chica toda su verga en el culo. De pronto se levantó y se puso delante del televisor, de espaldas y con la espalda agachada mostrándome su trasero. Mientras buscaba unos vasos y una botella de algo para tomar, entonces pude advertir la misma acción que realizó en el supermercado indicándome que Sí, era ella misma quien provocó mi atención como en esos momento. Dada su posición, que no llevaba ropa interior, se le transparentaba por completo todo su culito, la misma postura de la chica del supermercado… ya no me cabía ninguna duda que a Ana le iba la marcha y hacérselo con un hombre mayor le ponía. La imagen era escandalosamente excitante. ¡Yo cada vez estaba peor…!

-“Mi madre y yo somos muy abiertas en cuanto al sexo, como podrás comprobar… en verdad somos más amigas que madre e hija y nos gustan las experiencias nuevas…y compartirlas.”

-“Cuando os vimos por primera vez follar con tu mujer en la terraza supimos que erais de nuestro tipo de gustos… Mi hija y yo gozamos con exhibiciones de sexo explícito y no creemos en el incesto”. Apareció Marta diciendo mientras se sentaba a mi lado con el mismo vestido, pero en azul turquesa. Les recuerdo que no se cortaba en pajearse mostrándose a nosotros. Tampoco llevaba ropa interior, ya que en aquel color las transparencias eran todavía más evidentes. Me sentaron en la mesa y me preguntaron si prefería carne o pescado, a lo que yo respondí que el tipo de vino que había traído no era para comer pescado. Decidieron pedir unas pizzas. –“Lástima de vino”, dijo la madre.

El tipo de las pizzas no tardó en llegar. Ellas las recogieron y pagaron. Las comimos mientras nos contábamos nuestras vidas y nos reíamos de lo sucedido hacia dos días. Una vez roto el hielo nos hablábamos ya como si nos conociéramos desde hacía años incluso de vez en cuando las manos tocaban los cuerpos acompañando expresiones verbales de coloquio. Nos bebimos prácticamente las botellas de vino, más ellas que yo, y cogieron un puntito por la poca consistencia alimenticia de las pizzas. De repente Ana se me quedó mirando con una expresión especial y me preguntó... -"¿Qué te apetece hacer en este momento? Es posible que mi mutismo y mi mirada le transmitieran lo que en aquel momento estaba pensando, ya que casi sin darme cuenta me la encontré pegada a mis labios. Aquello me dejó de piedra sabiendo que la otra mujer era su propia madre, no pensé que pudiéramos llegar a algo tan íntimo, pero reaccioné rápidamente y mis brazos se apoderaron de su cintura como dos tentáculos… al fin y al cabo, la señora se hacía unas pajas tremendas con el show de mi hija y yo, y no coartaba a su Ana de exhibirse ante nosotros descaradamente ofreciendo también su sexo. Ambas parejas estábamos predestinadas a compartir algo más que un simple voyerismo.

Marta se levantó de la silla y soltó un… -“¡Vaya con el doctor! Parece que nos quiera examinar más a fondo”, ipso facto se puso de rodillas en el suelo. Casi sin darme cuenta me masajeaba el cipote por enciama de los bermudas palpando todo el tramo erecto, mirandome a los ojos soltó el cordón...enganchó el borde elástico con sus dedos y tiró bajandome la prenda junto con el bóxer. Abrió los ojos en señal de asombro y empezó a masajearme mi polla que ya estaba tiesa como un palo… me sacó los calzoncillos y los bermudas para amorrarse a chupar con ganas de devorarme vivo allí mismo ante la mirada curiosa y expectante de su hija…. Mientras yo por un lado estaba explorando toda la anatomía de Ana y por otro pensando, “madre mía lo que se me viene encima con estas dos fieras con hambre atrasada…”.

La verdad es que todos los hombres tenemos por costumbre alardear de nuestra virilidad, pero a más de uno quisiera ver yo delante de un panorama como ese con un par de hembras que parecían yeguas desbocadas. La verdad, por qué no reconocerlo, daba un poco miedo. Marta chupeteaba mi glande, lo lamía y lengüeteaba para luego succionarlo con avidez…, entre tanto su hija y yo nos comíamos las bocas mientras le sobaba la tetillas de pezones empitonados y aureolas inflamadas, me sentía perdido como Ulises en la isla de Calipso entre los cantos de las sirenas de mar.

Casi a peso me levantaron entre las dos del sofá, y me condujeron a una habitación donde había una enorme cama de matrimonio… allí me tumbaron y desnudaron por completo. Todo debía estar planeado de antemano ya que tenían música de fondo puesta a un volumen muy bajito para amenizar el encuentro y no despertar a la niña que dormía como un ángel. De pronto las dos a la vez como algo ensayado previamente, de desnudaron y se quedaron frente a mí de perfil. Empezaron a besarse y meterse mano mutuamente iniciando una especie de ritual erótico que me puso enfermo avivando mi instinto básico animal…. No porque estuvieran cometiendo incesto lésbico, eso ya pueden imaginar que lo tenía más que superado en mi vida, sino por cómo se tocaban conociéndose tan bien madre e hija…casi sin darme cuenta me estaba haciendo un pajote a todo lo largo de mi mostrenco. Se tumbaron en la gran cama y continuaron tocándose una a la otra para acabar en un 69 fantástico. Me di cuenta de lo preciosos y bien hechos que tenían los cuerpos. Ana tenía unos muslos y un culo de locura, estilizado con unas piernas largas que poco le faltaba para estar perfecta a sus 18 años escasos, y Marta poseía unas de las tetas más bonitas que he visto en toda mi vida, de pezones espigados como falanges del dedo meñique y aureolas enormes que cubrían todo el frente de sus hinchadas ubres, semejantes a globos naturales.

El pelo de Ana se enredaba entre las piernas de Marta, ya he comentado que lo tenía largo y rubio, mientras que el de Marta era también rubio pero más claro y media melena. Marta era tan guapa como Ana salvando la diferencia de edad, pero ambas en su status no tenían desperdicio, solo que al tenerlas juntas se podía hacer comparaciones, tal vez injustas. Ana salió de encima de Marta y se fue directa a mi erecta polla para empezar a chuparla con frenesí, era una gran felatriz solo equiparada a la faraona “Cleopatra”. Parecía como si tuviera ansiedad o que hiciese mucho tiempo que no lo hacía, porque experiencia se la veía a la chica pese a su juventud. Yo le agarré su cabeza, acompañandola con fuerza metiéndosela y sacándosela de su experta boca, en algún momento me parecía tocarle la garganta con la punta. Mientras Marta, se levantó de la cama y hurgó en una mesilla de noche para aparecer con una especie de polla de látex gorda y larga con un capullo en cada extremo….

Una de las que desde mi terraza vi cómo se la metía cuando me follaba a mi hija y ella se excitaba al vernos. Debía tener alguna más porque esta era doble para uso compartido. Se puso detrás de Ana y después de impregnarla con sus fluidos la empezó a penetrar cogiendo aquello con las dos manos. Aquel aparato debía medir unos treinta centímetros. Cuando se la había metido un trozo la dejó colgando, se puso con las piernas abiertas delante de su hija, y esta se puso enfrete guiando el otro extremo a su rajita... la empezó a meter en su estrecho coñito hasta que los dos chochitos se encontraron y empezaron a moverse en círculos, cada una con una parte del aquel instrumento gelatinoso. A todo ello sin olvidarse de mamarmela, pero al poco Ana dejó de chupármela para empezar a jadear al mismo ritmo que Marta. SE contorneaban frotandose los coños, masándose las tetas y olvidándose de momento de mí. Nunca había visto a dos mujeres follándose mutuamente, era un espectáculo del cual no perdía detalle..., se dieron caña unos cuantos minutos cada vez con más dureza hasta que estallaron de placer rozándose los clítoris con fruición. Casi sincronizada se corrieron derramando sus fluidos con el tallo artificial incrustado en sus vaginas. Al acabar tras unos largos cinco minutos de tan inédita demostración de lesbianismo incestuoso, Marta se puso encima de la cama, recostada con la piernas completamente despatarrada… -“¡Vamos machote no me hagas esperar más….Quiero esa polla de verdad empotrada en mi coño! ¡Fóllame que vea mi hija como se follan a su madre!!

Continúa...

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