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Las secuelas del Chalet nudista. (Parte 3)

en Amor filial

En abril, antes de empezar las vacaciones de Semana Santa, me sorprendió con la noticia de que había pedido la semana de antes libre en su trabajo y que había pensado pasarla conmigo en la casa que tenemos en la playa, ese año venía adelantado el verano. Dado que mi padre trabajaba incluso el fin de semana preparando un proyecto urgente en su empresa, la atracción que me provocaba en esos momentos otra vez, y el abuso laboral que ella solía hacer de mi persona en la casa de la playa… limpiando, arreglando estanterías o el patio, pintando…. En los últimos meses había procurado evitar salir de vacaciones o de fin de semana con ella a solas como otras muchas veces hicimos. En esa ocasión su argumento era para estar más tiempo juntos, pero a mí me parecía que me llevaba como un mulo de carga, además de hacerme sufrir viéndola casi desnuda o directamente en bolas en otras muchas ocasiones en el devenir de la convivencia…. Así que siempre buscaba escaparme con mis amigos o con los estudios huyendo de la instigación…, pero esta vez no hubo manera… todos mis amigos no estaban disponibles, no tenía novia y los estudios los llevaba de puta madre. Ella por su parte, y dada mi actitud convencía a su hermana y sus dos hijas, pero en esta ocasión quería ir conmigo. Yo me negué claro, pero empezó con eso de que eran probablemente las últimas vacaciones que teníamos para estar juntos, y que ya nos quedaba poco tiempo como familia, que yo me iba a ir una vez termine los estudio…, en fin cosas de madre. ¡Acabé aceptando!

Los primeros días estuve prácticamente ausente. Me iba solo a la playa muy temprano, regresaba solo para que comiéramos juntos, y salía desde eso de las seis de la tarde a algún antro a tomar algo, a hacer amigos, a ligar… el caso es que estuve completamente alejado de ella mientras se encargaba de cuidar a la niña. El antepenúltimo día, me desperté a eso de las doce del mediodía después de una mega borrachera, crudísimo, mareado, con náuseas y casi por instinto me dirigí por el pasillo rumbo a la cocina. Pasé frente a la puerta del cuarto de mamá y no pude encontrarla, ya se había levantado. Me asomé a la terraza y pude verla en la piscina nadando despreocupada, como si no hubiera sentido mi presencia. Sin saber por qué, me quedé inmóvil contemplándola. Era tan hermosa como siempre. Su piel blanca, perfecta, suave y tersa… atezada por la luz del sol. Tenía puesto un bikini rojo, sus nalgas deliciosas aprisionaban el tanga. Bañada millones de gotitas de rocío, sus piernas relucían firmes, tensas, como esperando un beso que las hiciera estremecer. Sus pezones estaban endurecidos al choque del aire sobre su cuerpo húmedo sobresalían de la prenda de licra, que sostenía con dificultad sus enormes tetas. Su cabello mojado y enmarañado sobre la espalda, dejaba libre el contorno de su cuello blanco…, era una belleza, nunca había dejado de serlo. Sin poder contenerme empecé a masturbarme debajo de los bermudas, no podía dejar de verla, de imaginarla de nuevo gimiendo de placer. En un cierto momento, en el que ya no podía detenerme, mi presencia y mi mirada llamaron su atención. Me quedé frío, me detuve de inmediato sin alcanzar a sacar mi mano de los pantalones. Me di la vuelta rápidamente tratando de regresar desapercibido al cuarto, pero me llamó…

-“Xavier, ¿Por dónde andas?”

-“Aquí estoy,  dije nervioso. “Me voy a duchar, ahora te veo”.

Me metí a la ducha sin poder dejar de pensar en ella, en su piel, en su rostro… estaba pasando de nuevo… pero bueno, la cosa era desaparecer rápidamente, olvidarlo todo. Debía de conseguir recordar a alguna chavala de esa noche y sacarla de mi mente, digo, faltaban solamente dos días de esas vacaciones adelantadas, y podía esquivarlos con facilidad… ¡Se veía tan hermosa, tan arrebatadora! Salí de la ducha de la piscina e intenté escabullirme sin ser notado, mamá estaba tendida en un camastro tomando el sol. Lamentablemente, tenía que pasar por su lado para salir de la casa… ella notó mi presencia a mi paso.

-“¿A qué horas llegaste anoche?” Dijo de sopetón, me paré en seco.

-“No sé, como a las cuatro”.

-“¿Y qué tal estuvo?”

-“Bien, bien”, cualquier respuesta era buena para escaparme.

-“Sí, se nota. ¿Quieres que te prepare algo?”

-“No, no hace falta. Yo ahora veo que me preparo”.

-“Pero no te vayas, ven aquí, quiero hablar contigo ahora que la niña está tranquila”.

-“¿Qué pasa mamá?”

-“¿Pues cómo qué pasa, Xavier? En estos días casi no nos hemos visto, me podrías ayudar con Alía”.

-“Pues si… mamá, lo haré a partir de hoy”.

-“Pues sí… amor, ella también es parte de tu responsabilidad, y… ¿nos venimos a pasar un tiempo para nosotros en familia?”

-“Sí mamá, pero es que… pues, me aburro”.

-“¡Mira! Qué bonito. ¡Gracias!”

-“No es eso, mamá. Mira, hoy vamos a comer y ya”

-“No, así no. Bueno, dime que quieres.

-“No si no quieres, no”.

-“Sí, sí quiero, dime, ¿Qué hacemos? Esta noche nos quedamos aquí a cenar”.

-“¡No, a cenar no!”

-“Bueno, jugamos algo, o ya veremos… porque además no me gusta que salgas y te pongas así”.

-“Bueno está bien”.

Me había comprometido, pero por fin parecía que podía escaparme de ahí, de mis fantasías, y de tantas sensaciones que me provocaban ver a esa hermosura medio desnuda. Cuando ya salía me detuvo de nuevo.

-“¿A dónde vas?”

-“A comer algo, tengo hambre”.

-“No. Ahora te esperas a la hora de comer, digo, si no vamos a cenar esta noche… ¡Anda, ya que estás aquí! Mira, tengo un dolor aquí, aquí… mira, toca”,casi a regañadientes acercó mi mano a su espalda. La reacción al roce de su piel fue inmediata, y mis shorts parecían una carpa. “¡Anda, hazme masaje! Y me pones bronceador en la espalda”.

-“¡No, mamá!”

-“¡Anda Xavier, no seas así!”

Se sentó en el camastro soltando los tirantes de su top… inquieto y ansioso por tocarla, con algo apocado porque se diera cuenta de mi erección, de que se diera cuenta que seguía siendo un adolescente sin superar su Edipo pese a las novias que ya habían pasado por mis manos. De lejos empecé a frotar su espalda, como si no quisiera tocarla.

-“No, así no. ¡Anda, amor! Házmelo bien, ni que te fuera a morder ¡Yo sé que tú sabes hacerlo mejor!”.

No era una mordida lo que me preocupaba. Y bueno, aun así me acerqué más procurando alejar mi cadera de su cuerpo. En un momento dado, mis manos se acomodaron en su cuerpo, estaba disfrutando a tal grado el roce de esa piel suave que palpitaba por el calor, que me olvidé de todo.

-“¡Ay! Así mi hijo, así… que rico”.

Era por supuesto una frase inocente, que yo escuché como a lo lejos. Estaba absorto, embebido en mis deseos  locos y salvajes que pensaba ya olvidadas, y hubiera continuado si no hubiera sido porque, mamá se movió de tal manera, que se rozó su espalda con mi erecta verga. Ambos no hicimos amago de separarnos. Sin poder mirarla a la cara, le dije que en serio tenía algo de hambre y corrí a la cocina. Después de un silencio incómodo me gritó…

-“No te llenes cariño, me doy un baño y nos vamos. Hoy no me apetece preparar la comida”.

Pasó media hora hasta que salió y nos fuimos los tres. Todo el camino predominó el silencio, hasta el restaurante, parecía que los dos nos habíamos quedado sin palabras. De pronto, después de un rato, como si no hubiera pasado nada, ella introdujo un tema trivial sobre la graduación de mi prima en el instituto o algo así. Yo inmediatamente me sumé al comentario con mi mejor cara, me parecía un buen punto de borrón y cuenta nueva. Así regresamos a la casa, subí a darme una ducha para quitarme el sudor pegajoso…  antes de irme, me recordó la promesa de la comida, a la cual yo accedí sin mayor queja. Me puse un bañador y me di unos chapuzones, ella se había puesto de nuevo su bikini rojo con un pareo, y había vuelto a la piscina… pasamos una siesta de dos horas remojados y charlando cubiertos de agua hasta el cuello. Prefería no verla fuera del agua, pero no podíamos estar todo el tiempo metidos. Me dirigí hacia ella después de repetirme una y otra vez "es mi madre y no debe ocurrir otra vez…" salió, se secó. Nos tumbamos largo rato en las hamacas sin decirnos nada, solo disfrutando de la leve brisa del mar que nos llegaba. Cuando el sol comenzó a remitir en el ocaso, subió a su cuarto prometiendo no tardar mucho. Yo me puse unos bermudas y una camiseta para bajar a la salita, dónde habíamos acordado vernos.

En la sala trataba de pensar en cualquier otra cosa más acorde a lo que hacen los hijos con sus madres en estas situaciones. Regresó con un vestido de gasa muy liviano que la hacía flotar al andar, debía llevar tanga pues no se notaba el corte de las bragas. Solo se cepillo el cabello haciéndose una cola, se puso unas sandalias, seguía viéndose deliciosa, pero estaba firmemente dispuesto a pasarlo por alto. Seguimos un rato con la conversación trivial, pero empezamos a tomar un vino dulce, lo que me pareció raro porque ella no bebe, y más raro porque me iba siguiendo el ritmo. Cuando llevábamos un par de tragos cada uno, empezó a reírse de cualquier cosa…, es bastante simpática cuando está medio alegre. Me contó cosas sobre su vida, aunque pareciera raro y me di cuenta entonces, que no sabía mucho de ella… de las presiones en su trabajo, de la soledad que siente… de pronto maldijo a su jefa, en lo que yo la apoyé porque me cae muy mal la mentecata. Entonces decidió que había sido suficiente, que no quería perderse esa noche por estar ebria, y dejó de beber.

Llegó el momento de hablar de mí. Me preguntó cómo me iba en mi vida sentimental y por la universidad… le dije que todo iba bien, que no había problema en mis estudios. Luego lo de Carolina, mi más reciente ex novia. Le conté que las cosas no habían salido muy bien, que nos habíamos peleado. Con tono de madre sabelotodo, me dijo que ya sabía, que esa muchacha no estaba a la altura de mis miras. Tras un silencio raro en ella, dijo que de cualquier manera yo era guapo y muy bien “dotado” física e intelectualmente…

-“¡¡Nunca te faltaran pretendientes!!”

Como cambiando el tema, se dio cuenta que no había música. Fue al estéreo, sacó su caja de discos y puso uno de Dire Straits. Cuando empezó a sonar la guitarra inconfundible de Mark Knopfler de la canción de “Brother in Arms”,  suspiró muy profundo, dijo que esa canción le encantaba y me invitó a bailar. Alegué que necesitaba otro gin tonic para bailar, pero no le importó, me tomó de la mano y me llevó al centro de la sala, yo quedé inmóvil como piedra, mientras ella empezaba a moverse. Empezó a bailar bajo esa lámpara de luz ocre que dotaba de sensualidad infinita los movimientos de sus brazos y sus piernas desnudas… primero lentamente, casi tímida, luego a medida que subía de intensidad la canción, su cadera, sus hermosas nalgas apenas la cubría la falda si entraba en vuelo, empezaron a estremecerse con más libertad, adelante y atrás, cada vez más libres, más suaves y hermosas…, hasta el punto en que las contracciones parecían cercanas al orgasmo. Poseídas por las notas que iban llenando ese ambiente inflamado de mis deseos y la frenética sexualidad de mi madre, que ni en todas mis fantasías se podría vislumbrar tan espectacular.

Aquella imagen superaba por mucho mis deseos de adolescente…, se veía especialmente hermosa aquella noche, perdida en la vieja canción. Tenía los ojos cerrados, y en sus labios una sonrisa mágica que suspendía solo para entre abrir la boca a punto de dejar escapar un gemido o un suspiro cuando la guitarra tocaba notas sensibles profundas…, parecía de pronto que estaba excitada, como una hembra en celo. Tal vez por la sensualidad que manaba de cada poro de su piel, tal vez por la sensación de mis ojos trémulos que recorrían su cuerpo, fijándose en su cintura, en su espalda descubierta, en sus tetas que se movían chocando una con otra… o en sus piernas. No se cómo llegamos a eso, habrá sido el alcohol, la música, no sé qué cosa… tal vez era mi madre que nunca vio morbo en dejarse llevar por la música frente a su hijo, en mostrar su cuerpo desnudo a su retoño que pudiera ser de piedra para ella y no se diera cuenta que era un adolescente salido al que le pierden las mujeres.

De cualquier manera, yo estaba a punto de estallar, si algún día iba a volver a pasar algo entre mi madre y yo retomando la tradición de la reconciliación teniendo sexo, este era ese día de la componenda por haberla abandonado por mis novias. Pero a pesar de tener aparentemente la mesa puesta, no me atrevía a hacerlo, hasta que finalmente me decidí a dar ese paso al que mi progenitora me estaba invitando sin forzarme a ello…. Me moví hacia ella, tratando de inducir algún roce entre mi verga erecta y sus nalgas en alguno de sus movimientos. El contacto se dio casi de inmediato, y una sensación eléctrica me recorrió el cuerpo, ella no se detuvo, se hallaba perdida en la canción (pensé en ese momento). Viendo la situación me acerqué otro poco, buscando esta vez un mayor contacto. Sobrevino una nueva descarga, que se hizo más profunda, cuando ella intensificó los roces, como "sin querer" Entonces, en un gesto creo, de plena inocencia, giró hacía mí y me tomó de las manos incitándome a moverme, tenía en los ojos una extraña mirada traviesa, que clavó en los míos confundiéndome todavía más, esa mirada con la que siempre empezábamos a flirtear y terminábamos follando como animales depravados….

-“Estoy agotada. Vente, vamos a sentarnos, ¡UF! Hace años que no bailaba”.

-“Pues bailas muy bien, mamá”. Le dije como tratando de sacar algo de lo que había pasado.

-“Gracias, ¡Qué bien amor! Ven, siéntate conmigo”.

La indiferencia, o más bien el tono maternal de esa última frase me sacó de onda. Regresó la cobardía tal vez, las cosas no eran iguales e imaginé algo que no debía. Apareció otro tema trivial, algunos recuerdos de mi infancia. Yo estaba muy confundido, estaba ahí sentado junto a mi madre, sintiéndome el peor de los pervertidos sin hacer nada… en otras ocasiones ya estaríamos follando como condenados al infierno. Después de un breve silencio, que mi madre aprovechó para tomarse el resto de su copa de vino, y después de meditar un poco las palabras que iba a usar, dijo…

-“Xavi, tengo que decirte algo que me ha estado dando vueltas en la cabeza todos estos días”.

Me tenía acorralado en el sillón, y aunque escaparme hubiera sido patético, no lo dudaría un momento según el rumbo de la conversación. –“Mamá, yo… Me interrumpió con gesto conciliador, me dio unas palmaditas en la pierna como si fuéramos a tratar el asunto como adultos, y dejó su mano sobre mí cerrándome el acceso de escape.

–“Dime, ¿Qué te pasó hoy en la piscina… cuando me dabas el masaje?”

Estaba ya muy cerca, creo que pudo escuchar el latir de mi corazón apresurado, a punto de reventar, mientras su mano que estaba posada sobre mi pierna empezó a moverse, provocando una caricia.

-“Nada, nada que no fuera lo normal… bueno, tú viste lo que pasó”. Le dije inconcebiblemente  nervioso como nunca.

-“¿Y cómo te sientes ahora…?”

-“¡¡ ¿Estúpido?!!”

-“¿Por qué estúpido, cariño?”

-“Bueno, avergonzado por comportarme como un crío que no sabe controlarse”. 

-“Bueno, si te digo la verdad, tú y yo siempre hemos podido hablar sinceramente, ¿no es cierto?” Su mano se detuvo en mi muslo, cerca de mi verga que cada momento se hinchaba más. “Estaba fascinada con el masaje, como soñando… Cuando sentí el roce de tu polla dura… bueno, me electricé como hace unos años. Me sentí muy rara, no sabía que hacer o que decir…. Por un lado se me hizo confuso el hecho de que mi hijo se volviera excitar tocándome, pero por otro, me gusto que no te hubieses olvidado de tu madre con todas esas chicas con las que andas…”.

-“¿Sí? Le pregunté helado por la sorpresa.

-“Sí. Me encantó la idea de poder excitarte… la verdad mi vida, estos días de vacaciones solo eran una excusa para estar a solas contigo y disfrutar de ti… que tú desconectes y conectemos juntos… Lo necesitamos”.

-“¡¿Estás segura que aún te apetezco…?! Estos meses casi nos hemos comportado como una madre y un hijo normales…”. El calor de su mano suave sobre mi pierna y la sensación de sus tetas estremecidas por su respiración agitada tan cerca me estaban volviendo loco.

-“Dime una cosa, ¿No te habrás hecho una paja después… o sí? Recuerda que no somos una madre e hijo ejemplares”.

-“No, mamá, conteste titubeante. Me miró con una sonrisa incrédula. “Te lo juro, lo pensé pero no…”.

-“Xavier… quedamos que íbamos a hablar sinceramente… hay confianza entre nosotros. Dime, ¿te la hiciste…?”

-“Bueno Sí”, respondí un tanto avergonzado (finalmente estaba hablando con mi madre).

-“¿Sí? Lo dijo con ilusión, como si fuese un regalo para sus oídos. Y cuéntame, ¿Cuándo te follas a esas chicas, piensas en mamá…?”

-“No eres fácil de olvidar mamá…. Así que cuando te veo con tus biquinis, en bragas… verte nadando esta mañana fue superior a mis fuerzas y no pude evitarlo.

Su voz, que se había tornado íntima, me despojó de toda pusilanimidad que antes no tenía…, y como por instinto mi mano buscó su pierna. Notando mi intención se acercó un poco más, a la distancia de un beso, dejando la tersa piel de su muslo a mi alcance, abrí mi mano atrapando toda su pierna, comprobando su deliciosa suavidad y dejando entre roce y roce, sus piernas descubiertas de aquella falda.

-“¿De veras?”Preguntó con voz traviesa, mientras su mano dejaba mi pierna para juguetear en mi pecho… “¿Te digo algo? Yo también me toqué después de lo que pasó. Subí a la habitación, me enrollé las bragas hasta los muslos…”.La interrumpí, deslizando mi dedo por su muslo caliente hasta un cierto punto….

-“¿Hasta aquí las bajaste, mamá?”

-“No amor, un poquito más abajo…”

-“Entonces, ¿aquí?” Pregunté señalando más abajo, cerca de su rodilla, mientras me inclinaba para besar su hombro.

-“No cariño, no tanto”. Dijo estremecida, mientras su mano se posaba en mis pantalones, moldeado la forma de mi cipote erecto y ahuecando la palma de su mano sobre mis bolas….

-“Entonces fue aquí…”, dije mientras alcanzaba otro punto de su pierna, esta vez con los labios. Lanzó una risa plena que tanto había  escuchado en ella, esa risa de una niña que se divierte en un juego. Compartíamos una dulce travesura… Yo recorriendo su pierna hasta el elástico de su tanga con besos, ella acariciando mi cabeza, intentando ansiosa hundirme en su cuerpo.

-“¡¡No puedo más mi amor, mira como estoy por ti!!”

Se despegó un instante de mí, y levantándose un poco tras quitarse ese vestido liviano, enroscó su tanguita hasta media pierna, dejando descubierto su monte Venus salpicado de vellos oscuros recortados para el bikini y rasurados con maquilla eléctrica casi a borde la depilación. Abrió sus piernas, mientras sus ojos se clavaban en mí, inquietos, ansiosos, incluso un tanto nerviosos por una posible desaprobación. Pero era imposible desaprobar aquella maravilla… la única parte de su cuerpo que no estaba bronceada, se veía casi inocente, los pelitos más cercanos a su vagina ya estaban empapados…, pronto el interior de sus muslos también lo estuvo. La visión de su vulva húmeda y brillante y su olor, el delicioso olor salado de sus jugos incitaban a un beso, a devorar aquella parte de su cuerpo, hasta oírla gemir desesperada, pero… ya me había gustado ese juego nunca olvidado con el que mi madre es capaz de seducir y embelesar a cualquier hombre heterosexual.

-“¿Y dime, mamá? ¿Luego que hiciste?” Dije separándome un poco, deseoso de contemplarla.

-“Acerqué mi mano a mi vulva, abrí mis labios y busqué debajo del capuchón mi botoncito…. Se llevó su mano a su vagina mientras me describía los hechos…. Y empecé a hacerme cariñitos, amor. Así….

Mi madre empezó a moverse, a dibujar pequeños círculos, con dos dedos separó sus labios descubriendo bajo el capuchón su clítoris…una pepita grande y blanca de tan dura y erecta que la tenía… y empezó a frotarlo visiblemente excitada…

-“Eres muy hermosa, mamá”, dije maravillado, pero continué despojándola de los tirantes de su vestido al tiempo que besaba su hombro. “No me vas a decir que tenías esto puesto, ¿verdad?” Dijo que no con un gemido. “Entonces quítatelo”, balbuceando perdida en el placer me pidió que yo lo hiciera.

Separé sus tirantes, bajándolos por sus hombros, y luego develé lentamente sus grandes ubres, cayendo la prenda hasta su pancita. Son maravillosas, mejor de lo que me había visto en el chalet de los amigos de mis padres y mucho mejor de lo imaginado en mis febriles masturbaciones. Eran Blancas, perfectamente redondas, con forma de gota… eran enormes. Sus pezones rosados estaban erectos como dos pitones, y su leve movimiento se volvió un golpeteo violento a medida que se acercaba al orgasmo. Después de darle un suave beso en la teta derecha apreciando el sabor a leche materna que mi hija aún tomaba, nuevamente me separé de ella, como si admirara esos dos nuevos portentos que exhibía. Gimió como intentando retenerme cerca de su cuerpo, pero siguiendo la travesura, le sonreí negando.

-“¿Y en qué pensabas mientras tanto, mami?”

-“En ti”,respondió casi sin voz.

-“¿En qué? Es que no te oí bien”.

-“En qué te amo, en que te quiero, en que te necesito…”, gritó como loca.  

-“¿Y nada más?”

-“Pensaba en tu polla, mi amor, pensaba en tenerte dentro como otras veces te tuve… en hacerte el amor y en que me follaras salvajemente… deseaba estar llena de ti”.

-“¿Sí? ¿Te sigue gustando mi polla mamá?”

-“Sí, mucho…, me encanta mi amor… pero no lo que más me gusta de ti, si no como la manejas para hacerme disfrutar. Sabes que te amo, te amo más que cualquier madre ama a su hijo… porque tú eres mucho más que un simple hijo para mí… ¡Eres la conjunción de mi fruto y mi mejor amante! Y eso nadie puede igualarlo.

Por fin me acerqué a ella, y nos fundimos en un beso exquisito…su lengua recorría mi boca, como tratando de ahogarme con ella, sus brazos se tendieron sobre mi cuello, mientras mi mano aprisionaba una de sus tetas…, la acariciaba, la estrujaba, pellizcaba su pezón sintiendo como temblaba y se estremecía, su respiración cálida comandada por un corazón que bombeaba a mil por minuto. Nos separábamos entre beso y beso para respirar con una hiperventilación extrema. Enseguida mordía sus labios, besaba su nariz…, de cuanto en cuanto intercalábamos te quieros suspirados. Ella tenía sus ojos cerrados, yo contemplaba su rostro hermoso, cada vez con más seguridad nuestras manos recorrían nuestros cuerpos. Me había quitado la camiseta, y ella, no sé cuándo, pero se terminó de quitar la ropa. No hubo un solo palmo de su piel que no aprisionara en ese momento… su espalda, sus nalgas, sus tetas, sus piernas que trataban de aprisionar mis manos cuando se acercaban a su interior. Los cortitos vellos de su monte de Venus y la parte rasurada alrededor del mismo…, acercaba mi mano a su vulva trémula para sentir la humedad y el calor que expedía, a veces la rozaba, todavía sin llegar a tocarla, sintiendo su inminente orgasmo, sin embargo, parecía incómoda cuando rozaba su vientre. No obstante con una mirada le hice saber que no había problema (y de hecho no lo había, no está gorda, pero como casi todas las mujeres, tiene la idea de estarlo)

-“Me vuelves loco tal como eres mamá ¡No eres perfecta… pero eres perfecta para mí! Te deseo sobre todas la mujeres del mundo…”, le dije que la necesitaba desde hace no sé cuánto tiempo, desde siempre.

Sonriendo satisfecha, sabiéndose hermosa ante mis ojos…, como si hubiera vencido su última defensa, se entregó a sus impulsos. Me tocaba, me arañaba, me mordía los hombros, movía su cadera sobre el sofá como una gata en celo…. Era mía otra vez, o mejor como siempre había sido. En un momento dado, deslizó su mano libre hasta mis bermudas, y con un rápido movimiento descubrió mi verga, erecta como nunca, y empezó a frotarla con tal pasión, con tal ternura, y con tal seguridad, esa que solo puede tener una mujer madura y madre a la vez. Lo hizo tan sensual que estuvo a punto de hacerme eyacular ahí mismo. Precisamente para que no lograra correrme, aceleré las caricias en su clítoris, mientras metía un dedo en su vagina, conduciéndola a un fabuloso orgasmo, su mano quedó fundida en mi verga, mientras extenuada, me regalaba un dulce beso. Tras estar así, con sus labios y los míos fundidos un rato, su lengua y mi lengua jugueteando…, mi mano acariciando sus tetas y vientre, y ella recorriendo con su dedo mi verga y mis huevos. Se separó de pronto, como si hubiera estado ida de aquel lugar…

-“¿Fue así como lo hiciste, mamá? ¿En eso estabas pensando?” Le pregunté mientras la besaba…

-“Casi”.

-“¿Cómo casi?”

-“Antes quiero que sepas, amor… no sé, bueno. No sé si esto está bien o mal para ti y si piensas como yo… ¡Pero tengo muchas ganas de follar contigo otra vez…! ¿Y tú? ¿Te sigo gustando lo suficiente como para follarme…?” lo dijo rogándome, suplicándome que la amase.

-“Me encantas, mamá. Siempre sueño con volver a estar dentro de ti. Bueno pero dime, ¿por qué casi?”

-“No, te toca a ti, primero dime ¿qué es eso que has soñado?”

-“Adivina”.

-“No vale, Xavier… yo te he contado mis intimidades…”.

-“No, adivina”.

-“¡Eres un niño consentido!”

-“Pero porque solo tú me consientes…”.

-“Para eso soy tu mami, ¿no? Las madres tenemos una gran debilidad por nuestros machos primogénitos…”.

-“Lo que he soñado es… es mamá, volver a preñarte”.

Me lanzó esa mirada traviesa que mantenía desde hace rato, y se hincó frente al sofá, inclinándose sobre mí, sin soltar mi verga, hecho su cabello hacia un lado, acomodó algunos pelitos que tenía pegados a lo largo, me besó el glande y la metió en su boca, profundamente, como si quisiera ahogarse y la sacó de sopetón…

-“Yo también deseo que me hagas una buena panza, ¡¿Qué hago contigo?!

-“Empieza por hacerme una buena mamada”

-“Ya no soy muy adepta a dar mamadas. Muy pocas veces hago una… pero son de mi total agrado y lo haré muy gustosa.

Parecía insegura, como si nunca, o por lo menos hace mucho no lo hiciera. Tuve que guiarla un poco, pero después fue maravilloso… la abrazaba con sus labios, humedeciéndola completamente…, subía y bajaba, se separaba de pronto para lamerla y besarla, la agarraba con firmeza y la metía en su boca nuevamente. La sensación era maravillosa, y más maravillosa era la imagen… seguía con sus ojos cerrados, saboreando el cacho de carne, lo escupía, lo tallaba contra su cara… Y terminando esa frase que solo provocó hacerme desearla como nunca en mi vida, se acercó hacia mi glande, lentamente hasta coronarlo con un beso, mi piel se erizó, y pequeñas corrientes recorrieron mi cuerpo. Ella me sonrió con la sonrisa de una niña traviesa. Su rostro rozaba mi estaca, ella lo movía hacia sus labios y mejillas sin tocarlos completamente. Incluso lo olfateaba. De inmediato comenzó a cubrir mi glande de más y más besos, para terminar con uno muy ruidoso. Rio con malicia, y sacó su lengua, con ella comenzó a recorrer lentamente desde la base hasta la punta, dejando un rastro de saliva a lo largo de mi miembro, inmediatamente comenzó a proporciónale lentas lamidas en la cabeza con toda la extensión de la lengua además de golpetear con la punta el orificio de salida…

las lamidas que se hacían más rápidas con succiones improvisadas a la cabeza hinchada. Se separó ligeramente, y formando la mueca de un beso, se acercó a la cabeza de nuevo, pero esta vez entro en su boca, y llegó hasta la mitad del cipote y de nuevo al inicio del glande y con su lengua comenzó a lamer por unos segundos. Yo me estaba derritiendo, me sentía extremadamente caliente. Retiró sus labios con un “muak” sonoro. Acaricio mi miembro con sus delicados dedos, desde el glande recorrió todo el tronco hasta acariciar mis huevos siguiéndolos con la boca a modo de soplar una armónica. Se agachó lo suficiente doblando la cabeza para alcanzar mis testículos colgantes, comenzó a besarlos con chupones prolongados, lamiéndolos y posteriormente engullirlos uno a uno como caramelos y jugar con ellos con su lengua. ¡¡Yo estaban en el cielo de los benditos!! Deleitándome con aquella mamada, tanto era el placer, que una gran gota de líquido pre seminal fue expulsada de mi glande. Al notarlo ella me miró y lamio desde la mitad de mi falo, hasta la punta. Pude observar como la gota de líquido se combinaba con su saliva y era ingerida cual néctar para una abeja.

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-“¿Qué tal lo hago?” preguntó con voz sensual.

-“Perfecto”, apenas y pude contestar gimiendo, perdido en mi excitación.

Se acercó con la boca abierta y engulló poco más de la mitad de mis 18 cm de tronco, nuevamente la lamió, unos segundos después comenzó el vaivén, y con cada movimiento se comía un centímetro más de mi verga hasta engullirse todo el tallo, le faltaron unos centímetros para llegar a la raíz. Mamó así por un par de minutos y se apartó.

-“No creo poder comerla toda, tiene un buen tamaño”,  dijo. Me sentí un poco apenado porque mi polla es de un tamaño regular… “¡Pero si me ayudas!” Agregó

Acto seguido con mi mano en su cabeza, la empujé hacia mí y ella comenzó a ingerir mi falo, poco a poco, mi verga iba desapareciendo en su boca hasta llegar a su garganta donde hizo una pequeña pausa, por lo que la empuje con firmeza para que continuara. Ella no mentía cuando me decía que no lo hacía seguido, ya que no pudo contener toda mi verga en su garganta, aunque ella trataba de ingerirla completamente, no podía. Solté su cabello y la deje respirar. Su respiración era agitada pero no con desesperación. Y sin perder mucho tiempo se pegó nuevamente a mi tranca con la intención de comérsela toda en esta ocasión, sin mucho éxito. Se retiró tosiendo un poco. Estaba sonrojada por tratar de contener la reparación, le acaricie el rostro.

-“Lo siento mi amor, aun no me cabe completa”, su rostro reflejaba una falsa inocencia.

La tomé del cabello y la dirigí nuevamente a su labor, tomé mi falo e incline su cabeza, mi polla atravesó sus labios y chocó con las paredes de sus mejillas internas, deformando su bello rostro. Moví mis caderas e hice que mi verga retrocediera un poco, dejando que sus mejillas regresaran a su estado original, solo para volver a deformarlas, en un vaivén, que duró unos momentos. Dejé que enderezara su cabeza. Ella me mostró su lengua, y tomando mi cipote se golpeaba sobre ella con mi glande, entonces tomé su cabeza y ella entendiendo que la iba a follar, mantuvo boca ligeramente abierta. Comencé a embestirla produciendo un sonido muy erótico con cada embestida. Aumenté el ritmo. Más y más rápido. Y ese sonido obsceno de su boca se hacía más sonoro y más excitante. Después de unos segundos se separó, respirando ligeramente agitada, le gustaba verse sometida por el macho.

-“¡Había olvidado lo que era gozar de una buena mamada!”, dijo exhalando notablemente

-“¿Lo dices en serio?” Pregunté entre géminos

-“De verdad hijo, tienes el tamaño perfecto para hacerme gozar en todos los aspectos… me estás gustando cada vez más nene”, me hechizó con su mirada erótica

Volvió a engullir mi badajo reiniciando el vaivén y de un momento a otro lo sacaba de su boca para lamerlo, especialmente el glande, contorneándolo con la lengua cual si fuera un helado derritiéndose…lo hacía muy bien. Noté el bambolear de sus hermosas tetas, así que aproveché para tocarlas… no me era complicado acceder a ellas, aun así quedaban poco lejos, ella al entender esto comenzó a acercase un poco más mientras mantenía mi falo en su boca entrando y saliendo. Por mi parte me dediqué a acariciar su cabello con una mano y con la otra aquel par de tetas lechosas que amamantaban a mi hija con previsión de volverla a PREÑAR.

-“Sé que deseas mamar mis tetas, mira como tengo los pezones de la excitación”, gimió agitando sus tetas que se movían como dos grandes flanes.

-“¡Más que a nada en el mundo!”

-“Bien tómalas… son solo para mis hijos.”, se levantó

Los tomé, y comencé a masajearlas hasta estrujarlas, haciendo que ella gimiera y que un poco de leche saliera de sus pechos. No le daba importancia a eso, por el contrario, no pude contener el llevármelos a la boca y mamarlos como un bebé y amantarme unos chorritos nada más…. Habría dejado de darle de mamar a nuestra hija hacía meses, pero sus tetas aun fabricaban leche y una toma al día le daba a la criatura, también a sus amantes.

-“¡Oye! Eso no es todo para ti”, me reprendió. “No te las vayas a acabar”.

Me desprendí de aquel insuperable par de tetas. Volví a sentarme y la halé de los pezones, lo cual la hizo emitir un grito ahogado. – “¡Con cuidado!”, me regañó.

Le respondí acariciándole los pezones. Enseguida coloqué mi polla entre sus mamas y ella comprendió el gesto, apretó sus tetas con él cipote inhiesto, comenzó a moverlos de arriba a abajo, y mi troco tenía tanta saliva que resbalaba con facilidad entre sus suaves ubres. Durante un tiempo estuvo agitando sus tetas, hasta que la saliva comenzó a esparcirse. La tomé de la cabella y la llevé a mi glande, ella lamio enseguida, mientras movía sus tetas un poco lubricadas por todo su canalillo, reincorporándose a la cubana que me estaba dando. Y vaya qué cubana, con esas tetas tan grandes como las tenía en ese momento, fue magnifico sentir su suavidad en mi verga. Nuevamente le apliqué la maza a su boca, donde siguió mamando… me extasió al punto de pensar que me iba a correr. Por suerte logre controlarme un poco.

-“¿Quieres que te avise cuando me vaya a correr?” Se separó de mi polla y me miró fijamente

-“Dime donde te quieres correr mi amor”, preguntó con su cara de ángel erótico, mientras lamia mi verga.

-“Bueno… yo”, comencé entre gemidos. “Si no te desagrada mucho y quieres probar el sabor…”, ella esbozo una sonrisa burlona

-“Como tú te has tomado un poco de mi leche, creo justo hacer lo mismo con la tuya…”.

-“¿Te apetece…?” Siempre me parece demasiado bueno para ser verdad.

-“¿Tú quieres que me trague tu leche o prefieres llenar la vagina de mamá?” Preguntó, mientras se golpeaba el rostro con mi verga

-“¡Las dos cosas, pero empezaremos por llenar tu estómago…!” Exclamé.

-“Entonces empréndela llenándome la boca”, dijo sacando la lengua y moviéndola.

Su mano de nuevo se metió entre sus piernas, y no lo pude aguantar…, quería que esa mano fuera mía, quería que fuera mi lengua, y la separé de mi cuerpo. Levantado del sillón, la tome de la cabeza y le metí todo lo que ella podía tragar. Embistiéndola cada vez más rápido. Su boca emitía esos sonidos eróticos  al embestirla. Yo ya quería soltarlo todo y poco me faltaba para hacerlo. Viéndola con sus tetas lechosas colgando desnudas, mientras se tragaba mi polla, sabía que ya necesitaba correrme. Y como quería que fuera una corrida grande, bestial, digna de esta mamada. Tomé a Isabel de la cabeza para dirigirla a mis cojones… ella comenzó a lamerlos y besarlos, hasta tragar ambos, mientras me miraba. Y verla pegada a mis huevos con esa carita de ángel me bastó.

-“¡¡Ya, ya!!”, casi grite

Y ella se dirigió hacia la punta de mi polla, abrió la boca en tanto acomodaba mi rabo lo más directo a su boca para que recibiera la mayor cantidad de lefa posible. Fui casi preciso porque apenas terminé de enfilar, cuando el semen comenzó a salir a chorros, directo hacia su lengua pintándola toda de blanco, tras carga ella fue reteniendo todo en su lengua. Los primeros chorros eran largos y recios, al punto que me flojeaban las piernas… apenas podía mantenerme en pie gracias a aquel orgasmo bestial. Cuando al fin los chorros de semen comenzaban a menguar, me dieron los clásicos espasmos del orgasmo, me dejé caer al sillón, mientras la veía, jugar mi leche contenida en su boca. Se acercó a mí  y me mostro toda mi corrida para luego tragarla y relamerse los labios

-“Mmmm” está muy buena tu leche… se nota la fruta que tomas porque sabe dulce”, apuntó en tono cantando, chupándose los dedos.

- “Ha estado genial mamá, quizás la mejor mamada de mi vida”, dije respirando agudamente.

-“¡¿De verdad mi amor?!” Se dirigió a mi falo, y comenzó a lamerlo. “¡Anda cariño, déjame limpiarlo!”

-“Preciosa”, acariciándole el cabello. “¿Qué tal estuvo para ti?”

-“Después de esto creo que tengo otro concepto de las mamadas”, continuaba lamiendo dulcemente mi verga. “Creo que podrían llegar a gustarme de verdad”.

-“Puedo ayúdate a que te gusten cada día más”.

-“En realidad, solo contigo me gusta”, besó mi glande.

Nos mantuvimos abrazados acariciándonos sobre el sofá, le frotaba su coñito, ella me mantenía una paja continua y al cabo de unos minutos las ganas de follármela se agudizaron…

-“Me parece que me apetece llenarte tu otro receptáculo…”, ella entendió inmediatamente porque mi estoque se mantenía por sí solo erecto mirando al techo.

-“A mí también me apetece que me llenes…”

En unos pocos minutos yo estaba listo para la batalla, ella voluntariosa se levantó, separó sus piernas mostrándome su hermoso coño reluciente de humedad hincada de rodillas sobre mí. En nada enfiló mi ariete agarrándolo por debajo del glande y lo acomodó entre sus labios vaginales buscando la entrada a su vagina… el capullo de mi cipote fue tragado por su coño con suma facilidad y empezó a dar sentones. Luego giraba, se estiraba y se contraía…, yo estaba extasiado, besando y mordiendo sus pezones, separando sus nalgas y buscando introducir uno de mis dedos en su ano. Cuando por fin lo logré, ella lanzó un gemido frenético, acelerando el movimiento de su cadera, abriendo por fin sus ojos y clavándolos en mí como tratando de entender que significaba ese dedo en su anito.

-“Déjame meterla en tu culo”. Le dije, con la respiración quemándome.

-“No, no sé amor, no me apetece que me des por el culo ¡Prefiero que ahora me llenes del coño de tu leche!”

Seguí moviendo mi dedo en su hoyito mientras la clavaba más fuerte, ella estaba al punto del orgasmo. –“A menos déjame que te meta el dedo…”.

-“Eso sí Xavi, házmelo por los dos lados… con tu dedo en mi culo y tu polla en mi útero…”, dijo en tono de súplica, tratando de no ceder ante mí, vencida por su excitación.

Sabía que si insistía más podría terminar con todo, pero igual no me arriesgué, llenarle el coño de leche era un gran aliciente. –“Esto también lo he soñado”.

Me miró suplicante sin dejar de moverse sobre mi verga, con sus ojitos tiernos, como haciendo un último esfuerzo por convencerme que su coño se lo podría tragar todo. Sonreí como cuando niño quería un juguete caro, besé sus labios, y susurré a su oído que la amaba…, después de pensarlo un momento, me devolvió el beso, y solo respondió…. Se separó de mi cuerpo quedando de pie, Yo rápidamente me levanté detrás de ella, besando su cuello, frotando su culo con mi verga (ella se pegaba ansiosa como si quisiera aprisionarla con las nalgas) y metía mi mano entre sus piernas. Le ordené que se pusiera en cuatro patas, se río nerviosa, supongo por la indicación obscena. Abrazándome para no separarme de su cuerpo movió la mesita frente al sofá y se posicionó como una perra en celo sobre el sofá. Empecé a besar sus nalgas, la línea que las separa y su agujerito que ya estaba un tanto dilatado por las caricias anteriores. Luego con una mano empecé a frotar su vulva, ella ante la caricia abrió un poquito sus piernas dándome paso a su conejo hambriento, dejando expuesta esa entrada rosada y tragona. Ahí metí primero mi lengua jugando con él un rato, el sabor de su coño me soliviantaba, después lamía su ano y volvía a comerle el coño como quien se come una raja de sandía salpicando flujo y embadurnándome toda la cara de su aroma. Luego, cuando estaba acostumbrada a eso, presintiéndola lista para el orgasmo metí otro dedo… ella bramaba y gemía como loca, movía su pelvis atrás y adelante como si quisiera comerse mis dedos, mientras con unas pequeñas contracciones, los aprisionaba con deliciosa fuerza.

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Ya finalmente acostumbrado su ano a mis dedos y la vagina chorreando jugos le clavé mi extensa polla. Notar las paredes de su vagina lubricada frotar el glande acogiendo todo el tallo en tan apreciado envoltorio, me elevaba al séptimo cielo junto a los dioses del Olimpo. Ésta la sacaba a punto de salir y de pronto la metía hasta los huevos de una sola estocada llegando a su pared vagina con la cabeza de mi verga…, ella lanzó un gritito de dolor o placer, porque ya ambos me confundían y poco me importaba en busca de mi clímax, pero se repuso rápidamente levantando su culo, ofreciéndolo para una nueva embestida. La empecé a introducir sádicamente, intercalando besos en su espalda intentando no lastimarla mucho. Gimió, se mordió los labios pero resistió estoicamente hasta tener dentro mis dedos y la gran tranca. Estaba muy excitada para detenerse, y además pareció que el sexo anal simulado le había encantado, porque después la apretaba con sus nalgas… gemía como una loca. Yo ya no podía prolongar más mis ganas de eyacular, lo retrasé un par de veces parando o bajando la intensidad y postura pero ya iba a saco a terminar tras casi veinte minutos ajando el caliente y acogedor estuche de amor de mi madre….

No resistí más y aumenté la cadencia y rápidamente mi ariete escupió el primer gran chorro de leche en las entrañas de mi amada madre, sin darle tiempo a respirar un segundo lechazo inundó el fondo uterino y otros tres chorros más menguantes se concatenaron rellenado la entrada de las trompas de Falopio de mamá…. Pero no acaba de terminar de eyacular cuando se salió y se puso frente a mí, o más bien bajo mi cipote que aun derramaba esperma, tomó mi verga agitándola para que los últimos restos del jugo cayeran en su boca. Tras saborearlos y jugar con ellos en su paladar y lengua me mostró el engrudo recogido y sin más recato se lo engulló con una sonrisa en la boca…. Al instante se levantó para cogerme de la cabeza con sus dos manos y darme un beso en la boca que me quitó el sentido…fue un largo chupetón con lengua que decía “Gracias hijo por hacerme tan feliz”. Se quedó a mi lado y quedamos abrazados, besándonos con un amor que no había sentido con ninguna otra mujer… ¡porque nadie sabría amarme como ama una madre a su hijo! Tras un breve descanso continuamos repusimos fuerzas y durante todo el día lo hicimos un par de veces más jugando con nuestros sexos de todas las formas posibles, como quien juega a las cartas o al parchís… por pura diversión… hasta me bebí una cerveza en su cuerpo, dejando que el líquido se filtrara por sus vellitos y se mezclara después con la humedad de su vulva mientras me la comía intemperante…

Los dos días que quedaban de nuestras vacaciones familiares se convirtieron en una semana más…. Nos cogimos también la Semana Santa entera, y hubiera sido más tiempo de no ser porque ella tenía que volver al trabajo y yo a la universidad. Fueron días maravillosos… hicimos el amor en cada espacio de la casa, en la ducha, en la piscina y muy pocas veces en el cuarto de matrimonio… nos imponía ponerle los cuernos a su esposo en el lugar sagrado del matrimonio, en cualquier otro lugar no nos parecían cuernos. Todos los lugares se presentaban perfectos. Descubrí que si le lamía el clítoris al tiempo que le horadaba el ano se volvía loca, que le encantaban los besos en la espalda y en el interior de los muslos como antes, hay cosas en nosotros que no cambian nunca. Volví a insistir en el sexo anal y finalmente lo practicamos varias veces en esos días completamente desbocados, siendo ella quien lo proponía, no sé, tal vez en su afán de consentirme todo.

Salimos varias veces en la noche como pareja llevando a la niña, primero le dio un tanto de vergüenza, temiendo que pudiéramos encontrar algún conocido…, pero pronto con besos y caricias dejó la cobardía y nos lanzamos al vacío, al fin y al cabo mi padre sabía que estos días ambos solos no íbamos a resistir sin follar, y mamá bien arreglada se quitaba diez años de encima de un plumazo… la gente solo podía pensar que éramos dos enamorados pelando la pava como tantos en la playa, donde las edades no importa para transgredir las normas. Mamá se veía feliz, radiante, más hermosa que nunca…, en el mercadillo se compró ropa muy sexy que me hacía volver loco. Nos hubiera gustado ir a algunos antros, pero con la niña lo máximo que nos permitía era salir a cenar… “parecía que nos queríamos mucho”, dijo una señora que nos vio una noche. Y era muy, pero muy cierto. Al final de cuentas, es mi madre sobre todas las cosas, con la diferencia que otros hijos tienen con sus madres, es que no poseen una relación tan íntima, ni comparten la paternidad de una niña como “Alía”, dado que no es habitual aparearse con la progenitora de uno, pero al vivirlo desde tan joven dentro de un círculo de personas que lo hacen de manera franca y natural, no parece tan descabellado.

Mi madre no tomó todas medidas anticonceptivas en todos los días que practicamos sexo salvaje, yo lo desconocía y el motivo último de ello también…, solo supe que antes de terminar el curso mamá nos anunció que estaba preñada y tenía intención de dar luz a su tercer hijo, mi segundo casi con toda seguridad. Mi padre no se planteó preguntarle si él era el padre, conocía de sobra la respuesta… SÍ. Pero a mí las cuentas se ajustaban a los diez días de vacaciones forzadas que tuvimos mi madre, la niña y yo. Cuando le pregunté rehusó contestar con sinceridad, sin embargo en su negación había una afirmación explícita que entendía muy bien, e igual que me dijo tras quedar preñada de Alía me espetó… “Del hijo que llevo dentro, tú eres su más probable progenitor… es muy posible que me hayas preñado, pero al igual que con Alía, es tu padre el papá de esta nueva criatura, y así lo aceptarás como has aceptado a la cría como tu hermanita para toda la vida”. Con esto queda demostrado que existen dos tipos de hombres para una mujer, el canalla que se la folla hasta reventarla a pollazos y el formal que carga con la responsabilidad de sacar adelante a la familia que tiene con ella, pese a no ser suya.

Pasó el tiempo, y pronto las locuras que perpetraba con mamá se hicieron más lejanas, menos reales…, mamá se hacía mayor, más conservadora y más familiar cerrando piña con su esposo… incluso las orgías nudistas no eran tan escandalosas, ni tan frecuentes. Yo me emancipé casándome con Mónica… a mi madre ya no le apetecía tener tanto sexo, se conformaba con el de papá y algún esporádico con la comuna, en especial con Álvaro con el que cada vez tengo mayores “lugares comunes”. Llegó un momento en que creí desaparecidas las calenturas que sentía por mi madre, y todo aquello que en alguna ocasión me hizo vibrar con ella, lo fui realizando con algunas chicas en los años siguientes hasta encontrar a Mónica, y no es por ser jactancioso. En casa el ambiente era otro totalmente cambiado, ya no emanaba esa irradiación a sexo de antaño, sino un efluvio de afecto y cariño entre los miembros de la familia numerosa, aunque inevitablemente, había veces que viendo a mi madre, no podía evitar volver a tener impulsos hacia ella, sintiendo esa excitación que pocas veces he llegado a sentir con otra mujer. Ahora somos una familia “Normal”, tengo pareja, y dos hermanitas llamadas Alía y Valeria que son la alegría de la casa y pronto mi esposa me dará otro churumbel, está preñada y pronto seremos padres primerizos, ¡Bueno uno más que otro! 

 

                                                                                         FIN

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