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La lasciva vida de una maestra de escuela. 4

en Confesiones

Era tal el grado de fiebre de mi madre que tomó mi mano y me arrastró hacia el centro de la cama. Me pedía a gritos que la hiciera suya, que le metiera el monstruo que tenía entre mis piernas en su vagina y que la despedazara porque ya no soportaba ni un segundo más de no tener mi verga… una polla caliente de verdad a su alcance. Ella se acostó y abrió las piernas al máximo para que la penetrara a placer. Yo, ante la visión de su hermosa vagina pretendí hincarme y chupársela, pero ella no me lo permitió, me dijo que no perdiera tiempo, que me requería dentro de su coño…. Yo cogí mi recio cipote y apunté con cuidado a su vulva y le introduje de un solo golpe una parte de mi glande. Mi madre soltó un grito ensordecedor de gozo…

-“Vamos cariño rájame entera”

Yo, emocionado por sus gritos, hice mi cadera hacia atrás y de un certero golpe le metí unos más de la mitad dentro de su vulva. Nuevamente gritos desgarradores salieron de su boca. Yo me paré un poco dado que su túnel era tan estrecho para mi rabo me estaba empezando a doler. Dejé que se acostumbrara a su grosor y longitud, tras unos segundos la saqué hacia atrás. Esta vez, ya repuesto, cogí más impulso y la hundí otros centímetros más, aun así, no la tenía toda embutida en su estuche. Ella, enloquecida, gritaba y se revolcaba. Cruzó sus piernas sobre mi cintura y ella misma hacía movimientos coitales hundiéndose cada vez más y más mi tranca, hasta que ya no pude entrar dado que topé con una especie de pared. Pero yo en mi euforia viendo la gran cantidad de polla que ese coño era capaz de tragar, retomé el impulso con furia, notando como mi verga se deslizaba por un túnel estrecho e ingresaba en otra cavidad. Mi madre lloró, grito y bufó diciendo…

-“Hijo me has partido en dos… ahora está en lo más íntimo de mi ser donde solo has estado tú, al nacer y ahora…”.

Se retorcía como una serpiente y lloraba a lágrima viva, de dolor placentero… no dejaba de decirme que le metiera más verga… -¡Fóllame Hijo de puta, me vas a matar de gusto!”, pedía que la partiera toda, que ella era mía y que la matara a pollazos. Yo viendo el daño que le causaba cesé mis acometidas y esperé que ella se rehiciera. Cuando ya la vi más tranquila le pregunté si estaba bien y entre jadeos. -“Sigue sin miedo cariño, puedes metérmela hasta los huevos, mi coño puede con toda, aunque la sienta en el mismo estómago”.

Empecé a moverme a un ritmo moderado en el mete y saca pero siempre metiendo a profundidad. Ella solo levantaba su culo, y mordía mi hombro mientras sus manos se agarraban a mi espalda como a una tabla de salvamente…. Mi miembro es tan grueso que se veía cómo sus labios vaginales se abrían ante el intruso y cómo mi miembro se enterraba en sus profundidades. Jugaba pretendiendo meter más y más con metidas largas lentamente, combinadas con otras más cortas y rápidas, y entonces al cabo de cinco minutos logré meter hasta la raíz, los gritos de mamá eran ensordecedores.

-“No me la metas tanto, ¡Sácala un poco cabrón…! ¡¿Es que me quieres matar a pollazos?!”.

Entretanto, mamá se corría una y otra vez, sus piernas ya no la sostenían, tenía que sostenerlas con mis manos. Me hallaba encima de ella al estilo misionero, con sus brazos abrazándome la espalda y sus piernas sujetándome sobre mis muslos…, yo le rodeaba su cabeza con mis brazos hincados de codos sobre el colchón, nuestras bocas a pocos centímetros inhalando el aliento del otro, jadeando de gozo y besándose. De repente, veo que los ojos de mamá se entornan y se ponen blancos, echa su cabeza hacia atrás y luego la deja caer de lado. Solo oí un resoplido y cayó inconsciente del orgasmo tan tremendo que tuvo, lo que se llama la “dulce muerte”.

Sus piernas se aflojaron, pero yo aún sentía su coño caliente que abrazaba mi maza, noté la presión y le extraje la polla a modo de tapón expeliendo un chorro tibio de flujo regándome… acabé mojando hasta mi estómago. Me estuve quieto e intranquilo besándola dulcemente hasta que volvió en sí. Tenía una cara de felicidad increíble y me pidió que siguiéramos para lograr correrme dentro en su raja. Esta vez hice las cosas más pausadamente. Ella asió mi cipote y se lo enfiló a su coño, entró fácil pero lo hacía en salidas largas y en entradas profundas hasta que sentí que nuevamente mamá se desvanecía de gozo. Solo habían pasado cinco minutos de la última corrida y volvió a correrse… no paré, sentía la testosterona circular por mi cuerpo a torrentes. Noté electrizar mi cuerpo, un subidón que me conmocionaba todo el cuerpo y de pronto un gran chorro de leche salió a presión sobre el fondo uterino de mi madre…, mi madre al notarlo me atrajo a sus labios besándome con lujuria desproporcionada, y así comiéndonos la boca se concatenaron otros dos y hasta tres lechazos más que me aflojaban las piernas de deleite punzándome la cabeza con los fuertes latidos de mi corazón bombeando a todo tren a más de 150 ppm Me sentí en la gloria besando la humedad de su boca y lengua al tiempo que eyaculaba en la misma matriz de mi progenitora, recibiéndome abierta y consentidora… totalmente complaciente de ser llenada de la semilla de su hijo más querido. Los siguientes aldabonazos fueron remitiendo cada vez más débiles atorándole toda la cérvix a la señora. Me quedé rendido y exhausto instalado en su vagina profunda tras la batalla.

Al rato, recobramos la conciencia paulatinamente, mi polla seguía metida en su vagina y totalmente endurecida. Tras dos eyaculaciones y más de media hora, yo mantenía la rigidez plena… era tal la dureza que mi madre asombrada me dijo que la sacara, nunca había sentido así de dura la polla de un hombre y deseaba medirla para saber cuánto podría darle su hijo de nabo. Ella midió con una cinta de Ikea del cajón y divisó unos 24 cm, algunos más de lo que había especulado y un diámetro de 155 cm de perímetro en la base del tronco.

-“¡Es un verdadero badajo de caballo!” Espetó mamá que quedó enloquecida, la besaba y la mamaba… -“Este cipote es solo mío, yo lo he parido para que vuelva una y otra vez a donde nació. No te quiero compartir con nadie”.  

Me hizo jurarle que yo sería su amante por siempre y que solo con el consentimiento de ella me traería a alguna amiga para follármela. A cambio le pedí que ella sería solamente mía y de nadie más y que no toleraría jamás compartirla con ningún hombre, que si lo hacía tuviera por seguro que ese tipo lo pasaría realmente mal y ella no se olvidaría de ello. Mi madre comprendió que no era una broma, sino que hablaba en serio y juró que eso nunca se daría.

-“Mi amor, a partir de ahora somos amantes en todo el sentido de la palabra”.

Continuamos jugando a todo tipo de juegos sexuales, estuvimos de acuerdo en jugar casi sin reglas de ninguna especie. Ella me adora, me idolatra y por mí está dispuesta a lo que sea que yo desee. Mi polla la tiene enloquecida, cada mañana se me pega como un cachorro a beber su leche directo de mi glande. Una vez se trajo la taza del café y en vez de ponerle leche corriente usó mi lefa… la cantidad fue sustancial y no tuvo el menor recato de beberse su cafecito enloquecida de placer de saber que la leche de su hijo le estaba llegando el estómago. Los siguientes días continuamos follando solo con sexo oral y vaginal, la etapa anal está en proceso, dado que en los adosados la mayoría son vecinos conocidos y mi madre es muy ruidosa en sus expresiones, decidimos aparcar tal práctica para cuando estuviéramos en la casa en el campo retirada de toda comunicación donde ella pueda desahogar sin miedo su lujuria y gritar lo que se le antoje. La situación se había puesto tan tensa que los vecinos… nos miraban como si fuéramos delincuentes. Eso nos impulsó a ser más comedidos y ahogar los gritos en la almohada. Nada más entrar al chalet después de una larga sesión de masajes con barro en el spa, despojé a mi madre de su ropa y la puse a cuatro patas sobre la cama y yo en el suelo. No tardé un segundo en enfilar mi polla y atravesarla abriéndole el coño en dos partes, veía mi troco incrustarse a través dela gran raja que forman sus nalgas y en cuatro clavas, mis pelotas están golpeando su vulva…

-“Me gustas amor ¡Que rica la tienes…!”

-“La sientes como entra Pili…”

-“¡Mmmm me encanta…! ¡Me tienes muy caliente!

-“Mira en el espejo, ¿Ves cómo te la meto?”

-¡Uy madre mía que cipote me estás metiendo! ¡Sí me encanta verte como me follas! Parecemos dos actores haciendo una peli porno… ¡¡Mmmm quiero ver tu cara mientras te corres dentro de mamá!! ¡Quiero ver esa cara de placer eyaculando leche en mi útero!”.

-¡Mmm! ¡No me digas eso, me vas a correr demasiado rápido!

-“Vamos nene no te preocupes, tu puedes follarme varias veces en un solo día ¡Venga Dámelo! ¡Dáselo todo a mami! Te quiero dejar secos esos cojones tan hermosos que tienes fabricando leche para mí”

-“Mmmm ¡Voy a correrme! .mmmmmm ¡Mira cómo me estás corriendo de nuevo! ¡¿La sientes?!”.

-“Oh sí, que rápido esta vez… esa masajista es muy buena haciendo su trabajo por lo que veo…”.

Le hundí la polla a fondo y con los ojos como platos mi madre me miraba percibiendo cada uno de mis aldabonazos de tiros blancos sobre su útero…, me iba deslechando desovando toda mi lefa espesa en lo más profundo de su intimidad. Cuando la extraje, ella se dio vuelta y montado sobre ella, empecé a lamer los pezones… eso realmente la volvía loca. Baje entre sus piernas, ella me decía que no, pero no le hice caso y corriendo su tanga a un lado comencé a chuparle el coño.

-“No por favor no lo hagas”

-“¡¿Mmm dime que no te gusta?!”

-“¡Aaahhh! Nunca me lo habían hecho así… nunca me lo habían chupado como tú lo haces con todo el coño recién follado repleto de leche”.

-“¡Mira en el espejo como te lo chupo!

-“Te veo y me estimula mucho verte… ¡Déjame ver como entra tu lengua en mi coño!”

-“¡Mira como lo hago mamá! ¡¿Dime si te gusta cómo te come el coño tu hijo pequeño?!”

-“Sí sigue… sigue. ¡Mmmm como me tienes Alberto… estoy toda mojada y aun me calientas como a una perra”.

-“¡Mmmmm! Siente como te como el clítoris, como te chupo tu conejo… Sabe delicioso ¡No me canso de comérmelo de lo bueno que está!”

-“Me pone cachonda solo escucharte hablar… tu padre nunca lo hace, nunca lo hizo como tú… él no me hace sentir como tú… ¡Uumm! ¡Cómo me haces gozar…!

-“Quiero que te corras otra vez… comiéndote el coño”. Me arrecié en sus labios, en su conducto metiendo mi lengua y lengüeteando su clítoris.

-“No me digas más que me vuelves loca”

-“Vamos mamá ¡Dámelo en la boca…! Quiero saborearte entera… quiero que acabes corriéndote para mí”

-“Si continuas un poco más ¡Mmmm, lo vas a lograr!”

-“¡¡¡ Eso quiero!!!! Smmmlllll…. ¡Dámelo en la boca…!” Le hacía sentir mi lengua dentro de su conejo.

-¡MMMMMMM! ¡¡Más rápido!! ¡¡Mas!! ¡¿Más?! ¡¡Asíii!! ¡Me corro otra vez!”

Nunca una mujer había acabado en mi boca tantas veces, era una sensación extraña aguantando las ganas de correrme tras quince minutos comiéndole el sabroso coño a mamá. Me puse a su altura y le di mi polla empalmada que no dudó en mamarme el glande y pajar el resto del tronco con la pelotas agarradas con la otra mano, y en nada terminé corriéndome bañándola entera de lo que restaba de mi lefa licuada. Ella con la boca cerrada gemía de placer. Luego recogiendo un poco con sus dedos, lo llevo a su boca y probó mi semen.

Ciertamente aquellas vacaciones improvisadas se acabarían, pero mientras tanto, nuestras relaciones sexuales se mantuvieron con ciertos límites pero llegando a extremos increíbles. Lo hacíamos por lo menos unas cuatro veces al día. Sin nadie en casa, solíamos ir ligeros de ropa o directamente andamos desnudos, apenas la encuentro, la alzo y le meto mi cipote entre sus piernas. Es tan grande que aun así sale un pedazo más allá de donde terminan sus hermosas nalgas, ella echa la mano para atrás entre sus nalgas y me acaricia el glande con dos dedos, mis pezones los estira con boca o con los dedos los pellizca… en plena cópula me agarra de los huevos y nos los suelta hasta que acabo llenándola de lefa…. Eso me llena de pasión e inmediatamente la tiro sobre el sofá, le abro las piernas a lo salvaje y la hundo sin misericordia en los cojines. Ella ya se ha acostumbrado a este jueguito y ya no le molesta tanto como al principio que la folle a lo salvaje.

Siempre que hago eso siento que mi rabo se me parte en dos. Ella llora y grita de placer, el solo hecho de tenérsela metida es suficiente para correrse regándome una y otra vez, pues tiene la capacidad de ser multi orgásmica. Tras un buen baño con agua tibia nos recuperamos un poco y aún en esa condición ella me pide que le dé mi leche en su boca cuando está con la más exultante fiebre sexual, mi madre es peor que una ninfomaníaca. Como pudo se metió una parte de mi tronco en su boca y lo mamaba como loca. Yo veía su boca toda distendida blanqueando sus comisuras de lo estiradas que estaban, pensaba que no debía de ser muy agradable sentir la boca tan ensanchada como ella la tenía, pero en su calentura por obtener mi leche eso no le importaba. Mamó y mamó como desesperada por espacio de más de 20 minutos para lograr darle mi leche. Cuando se la di, le tiré un chorro de lefa gigantesco por su boca, su cara, sus pechos y ella bebía y bebía como loca. Quería que la volviera a rajar su vagina, pero cuando intenté metérsela estaba tan resentida que tuvo que llegar a la conclusión que no era posible y que debía descansar. Nos fuimos directamente a cenar y a acostamos abrazados como dos amantes apasionados.

Dormimos como benditos…, nada más despuntar el sol que entraba por la ventana me despertó, apenas nos quedaban dos días de vacaciones, e iba a ser todo inolvidable.

-“Es muy agradable pasar el día con alguien dulce, tierna e inteligente, y es perfecto si además es bonita”.

-“¡¡¡Guau!!! ¿Y cuándo vas a ir al oculista? Gracias de todos modos, siempre es agradable oír esa clase de piropos aunque no sean ciertos”

-“Me conoces lo suficiente para saber que no te mentiría, en todo caso cualquier calificativo que use no alcanzaría para describirte…. bonita, preciosa, divina, bella, hermosa, espectacular, en realidad ninguna ni siquiera todas juntas alcanzar para describirte”

-“¿Qué me dices…?”

-“Lo que siempre desee y soñé pero que jamás me atreví a decirte mamá”. Aproveché su quedo, tomé muy suavemente su cintura entre mis manos y dije… -“Estoy loco por ti. Te adoro como persona, amo cada milímetro de tu cuerpo. No puedo pasar un segundo de mi vida sin pensar en ti, no puedo estar con otra chica porque siempre surge la comparación y todas pierden contigo. Eres lo mejor que me ha pasa en la vida y te amo como jamás amé a otra mujer”.

Ella quedó inmóvil en mis brazos como asimilando lo que acababa de decirle a esas horas de la mañana recién despertar de un largo y reparador sueño, entonces la acerqué a mí y fui en busca de su boca besando sus labios por unos 15 segundos, separé mi boca de la suya, la miré y dijo…

-“Es una locura… soy tu madre y me haces sentir como una novia en con su primer hombre… creo que he superado el nivel de mejor amiga…jamás imaginé algo así, pero ahora que ha sucedido quiero envolverme en esa locura porque yo también siento por ti  que eres algo demasiado especial… ¡Bésame mi vida!”

La tomé fuertemente por la cintura, ella llevó sus manos a mi cuello y nos besamos envueltos en un deseo irrefrenable. A medida que el beso se fue prolongando todo fue convirtiéndose en vorágine, la sujetaba por sus nalgas, ella movía su cuerpo contra el mío, haciendo que mi polla se endureciese cada vez más, cada segundo que pasaba la pasión y el deseo se hacía más ardiente e incontrolable. El beso se prolongó… no sé tal vez durante una eternidad, luego dijo con voz entrecortada en la respiración…

-“Mi amor… me siento tan distinta en tus brazos… quisiera que este instante fuese eterno… no puedo creer que esté así contigo… te deseo… quiero sentirme nuevamente mujer en tus brazos…quiero ser tuya aunque solo sea una sola vez más”.

Volvimos a besarnos con violenta pasión, y en medio de ese acalorado encuentro matinal sin dejar de besarnos, de acariciarnos nos revolcamos sobre la cama, hasta quedar con ella sobre mí. Sus manos hacía rato habían moldeaban mi anatomía como un ciego queriendo ver sin mirar, mientras continuaba su boca besaba mi cuello, su lengua comenzó a recorrer mi pecho, a lamer mis tetillas, a besarla provocando en mí una excitación inigualable. Ella incorporó su tórax quedando sentada con parte de mi cuerpo en medio y con su culo apoyada sobre mi miembro viril erecto por demás…, mis manos acariciaban su tórax amasando sus flamantes tetazas cuyos pezones se manifestaban erguidos y hermosos…ella jugueteaba con su caballera en medio de gemidos…, sus tetas son maravillosas, más duras de lo que pude imaginar, redondas, con sus pezones erguidos rodeado de dos enormes aureolas rosadas que casi cubre todo su globo. La llevé hacia mí, ahora ella quedó sobre la cama y mi boca deseosa fue en busca de sus tetas, las lamí, las besé, las succione con mi boca ansiosa, mis manos gozaron acariciándolos mientras ella gemía y daba gritos de placer. Varios minutos pasamos así, hasta incorporarnos y ver sus nalgas apenas descubiertas…, habíamos dormidos juntos y desnudos por primera vez, eso  me hizo comprender que tenía delante mí a una mujer esplendorosa y que era más perfecta de lo que mi mente jamás imaginó a una mujer. La tomé en mis brazos por la cintura y dije…

-“Sabes que… eres más bonita de lo que siempre te imaginé”.

Mientras volvíamos a besarnos pegando nuestros cuerpos anhelante del otro. Cuando sintió mi erecto trabuco contra su cuerpo, un profundo gemido ahogado por mi beso se apoderó de ella, se colocó a horcajadas hasta ubicar mi estoque en las puertas de su vagina. Ella se movía para poder sentirlo más en posición, entonces dijo…

-“Mi amor quiero tenerlo dentro mí por siempre, no aguanto más, quiero que me tengas como nadie jamás lo hizo y quiero volver a sentirme penetrada por un macho como tú… ¡Te deseo como una loba en celo… no me hagas sufrir más!”

Caímos en la cama pero no cumplí inmediatamente su deseo, quise seguir disfrutándola, sentirla vibrar bajo mi cuerpo, que mis manos y mi boca continuasen disfrutando su cuerpo, su piel aterciopelada y juguetear con mi verga en las puertas de su depilada vagina entonces su voz dijo…

-“Mi amor no puedo más vas a hacer que me corra sin tenerte dentro…”

Llevé mi mano sobre su coño… -“¡Hazlo mi amor!”, mi mano jugueteo friccionándola, ella me tomó en sus brazos, buscó mi boca con desesperación y su cuerpo comenzó a sacudirse en un interminable orgasmo y mi mano sobre su vagina sentía las contracciones de ese sublime instante. Siguieron los besos las caricias y tras unos instantes comencé a penetrarla lentamente pero de manera continua fui ingresando en ella hasta entregárselo por completo, y comencé a deslizarlo muy lentamente dentro de su vagina sin dejar de moverme me recosté sobre ella y busque su boca volviendo a saborear el placer del sabor de sus labios. Nos besamos con desesperación y ella luego dijo…

-“No te lo podrás creer mi vida… nadie Jamás me hizo sentir algo igual, eres maravilloso mi vida”.

Ambos comenzamos a movernos haciendo sentir que ese instante fuera el más inolvidable de nuestras vidas, mi polla endurecida la percibía deslizándose vigorosamente dentro de su vagina abriendo sus carnes, sus paredes me envolvía en su húmeda calidez…. No sé cuánto tiempo permanecimos así percibiendo cada terminación nerviosa excitarse a su paso, varias veces nos contuvimos para prolongar ese encuentro sincronizado de corrernos a la vez, hasta que no pudimos más. Notaba sus caricias, sus manos cálidas tocar cada centímetro de mi piel a su alcance me excitaba poniéndome la carne de gallina, todo ello combinado con el aroma dulce a hembra en celo que desprendía cada poro de su piel. De vez en cuando la atravesaba con un fuerte envión de todo mi cipote hasta sus entrañas, ella se arqueaba apretando su dedos sobre mi piel, hincándome sus uñas a la par que me atenazaba con sus piernas sobre mis muslos como una tarántula devorando a su víctima. Elevaba su cintura en busca de mayor profundidad y del golpeteo de mis pelotas en su vulva y perineo. Me enervaba sentir mis huevos estrellarse en su entrepierna una y otra vez, eso agitaba más el contenido haciéndolo hervir para producir una explosión de semen semejante a un geiser.

Me besaba, me comía la boca y luego con nuestras caras pegadas su boca se fijaba a mi oreja lamiéndola y mordisqueándome el lóbulo oyendo sus jadeos soltando el aire a cada incursión del invasor que la perforaba sin pausa. Le extraía el falo y se lo volvía a enterrar notando cada pliegue de sus paredes vaginales, notando como se dividían sus carnes al introducir el estoque endurecido con el glande tan inflamado que me daban escalofríos de placer al roce de su vagina con mi sensible ariete. Las sensaciones era increíbles, nada que ver con la follada salvaje de otros días, en esos momentos hacíamos el amor, lástima que no fuera fértil aún porque en esos instantes solo me faltaba saber que la preñaría, para ser el hombre más feliz del planeta. Aguanté hasta que mi madre estuvo a punto y yo arrecié las embestidas hasta lograr la sincronización de nuestros orgasmos…, nuestros cuerpos explotaron al mismo tiempo, su cuerpo volvió a sacudirse de manera interminable, nos abrazamos y nos besamos con desesperación, su cuerpo se agitaba bajo el mío, mientras mi falo hinchado y duro como pocas veces le entregaba a sus entrañas la calidez de ese semen tan deseado. La leche se desencadenaba en largos y espesos chorros de esperma que llenaban una vez más el útero de mi madre… sumisa, entregada y caliente sin pudor alguno gemía al notar como depositaba cada chorretón de lefa filial, mientras ella se contorneaba débilmente masajeando mi maza con sus músculos vaginales apretando y soltando. Pasó un largo tiempo hasta que llegó la quietud…, en breve ambos volvimos a buscarnos con caricias, con besos, no podíamos contenernos…. Mi madre es espectacular en la cama, más la tenía y más la deseaba, y así llegamos a otro coito antes de desayunar, donde me apoderé de todo su cuerpo desde el instante en que ella me entregó su culo para follarla desde atrás. Pasamos la mañana en la playa y después de almorzar, ella volvió a provocarme y a gozarme saboreando el semen que entregue a su boca.

-“Cariño, ahora quiero que seas el único semental que ocupe la cama conyugal, y duermas conmigo cuando tu padre no esté, para mi será algo muy especial. Eres quien merece estar, nadie mejor que el hombre que ha venido a suplir muchas de las falencias en mi vida”.

Volvimos a casa y continuamos con nuestra rutina intercalando nuestros escarceos incestuosos, tres o cuatro veces a la semana, más cuando estábamos solos sin mi “padre”. Este era otro tema a tratar, mi verdadero progenitor no era su marido, sino un tal Ramón, solo había que comparar los genitales que había heredado, la forma física tan distinta a la de mi hermano Emiliano y a mi “padre”. Esta confesión de mamá provino de la forma tan dispar a como trataba yo a su esposo después de volver del chalet… no se pudo resistir ante mi manifiesta poca mano izquierda, de esta forma ella creyó conveniente, que no siendo mi padre biológico me sería más fácil ponerlo los cuernos. En cierto modo sí, pero mamá no era la única mujer que yo necesitaba para el resto de vida. A los dos meses de volver del chalet me contrataron en un puesto que encajaba con mi perfil a la perfección…, fui ahorrando dinero me emancipé definidamente en un piso de mi absoluta propiedad. Durante tres años no descuidé las necesidades sexuales de mamá, combinadas con la de mi novia y después esposa…me casé. Todo cambió entre mi madre y yo en el aspecto íntimo a la muerte de mi “padre”, quedándose viuda a los 60. Su vida volvió a dar un nuevo giro teniéndome a mí lejos, o al menos no tan accesible a un polvo semanal y sin su marido, que si bien no la penetraba con su polla por impotencia, si lo hacía con el badajo de goma llamado Alex… no era sexo completo pero algo era. No tardaría mucho tiempo en buscar una alternativa al mazo de goma negra.

Un negro en mi vida.

Con 66 años, viuda desde hacía más de cinco años y con mi Alberto sin entrar en mí por razones obvias… casado y lejos de casa, tomé una determinación categórica. Si una cosa me había enseñado la vida era que “La edad no importa para lograr tus objetivos”, por tanto no existe la edad para saber que es un orgasmo con un negro, porque dicen que… “Una mujer no está completa hasta que un negro te la meta”, y yo quería saber qué se siente al tener uno dentro de tu cuerpo. Viuda de mi amado pero zafio e impotente Eduardo desde hace la friolera de doce años y a punto de la jubilación, me propuse llevar a cabo esa idea que me rondaba la cabeza desde hacía meses… No quería irme a la tumba sin cumplir dos de mis sueños más deseados… Uno era fumarme un porro, y el otro acostarme con un negro. Pido disculpas si alguna persona de edad se siente avergonzada con mi lenguaje, pero soy una mujer directa que ha aprendido a luchar por lo que desea. Del mismo modo pido disculpas a todos aquellas personas de color que se pudieran sentir ofendidas pero no es mi intención faltarles, todo lo contrario, alabar las dotaciones que la naturaleza les ha otorgado en su anatomía. Descubrí que acariciarme a mí misma en mi clítoris no me llevaba al goce de antaño, aunque lo combinase con el gran falo negro que me regaló mi esposo, el llamado Alex, esos orgasmos clitorianos no era ya suficiente. Desde que me abandonó casi totalmente mi hijo, a partir de ahí fue un no parar, casi podría decirse que era una yegua jovenzuela en busca de semental para que me cubriera y eso que estoy seca por dentro desde hace muchos años, lo que no significa que por el hecho de que haya nieve en lo alto del horno, no haya brasas en el interior y vaya si las había.

Gracias a los conocimientos de internet que mi chico me enseñó, me puse a buscar a ese morenazo que me quietase las telarañas del chocho, lo he hecho a través de una página de acompañantes… Las TIC’s me ha abrió mundo desconocido, ya no solo para conocer mi cuerpo sino también para estar al cabo de la calle de lo que pasa en el mundo y ampliar el círculo de personas conocidas. Una vez decidí llevar a cabo mi plan, busqué en muchas páginas de Internet de contactos sin saber si lo que encontraría sería lo que deseaba o no, como una ya es “abuela” y con el colmillo revenido, antes me di de alta en foros para saber cómo debía buscar y hallar lo que necesitaba, no fue complicado pero si laborioso, seleccionar un “semental” negro que me diera placer al principio fue una locura, de haber hecho caso a todo lo que decía en las fotos o anuncios hubiera sido de locas y al final me di de alta en un portal de citas de pago y busqué entre todos los candidatos. Sobre una lista de cerca de cien seleccioné sólo a tres y rápidamente les envié un pequeño correo a modo de formulario, no era complicado…, les preguntaba si querrían fumarse un porro conmigo y si luego me querrían follar (a pelo preferiblemente, esto no siempre los atrae), como soy muy honrada les dije mi edad, les mandé una foto y les pregunté sus tarifas…esperé a sus respuestas ansiosa. Casi al borde de un colapso porque no sabía si responderían me preparé, reconozco que quería ser sincera, en mi foto podían ver a una mujer de 1.65, es decir alta para mi generación, de 58 kilos es decir que muy bien porque me cuido, no como a otras que le cuelgan las pieles de los brazos y sus muslos, yo lo luzco tersos y firmes aún. Mis tetas son grandes y hermosas, caídas pero tersas en la medida que se lo permite el peso de la gravedad… no las tengo hecho un estropicio y no lucen demasiado mal. A primera vista, debía depilarme integra por primera vez en mi vida para esa ocasión, cosa que pensaba hacer porque había leído que se sentía más, a todo ello lo acompañaba con unos ojos color miel y un cabello teñido de castaño porque una es madura pero no quita que sea muy coqueta.

A los tres días recibí la primera de las respuestas y dos días más tarde la otras dos, una de ellas la desestimé o mejor dicho, me desestimaron a mí por ser demasiado mayor para ese formidable macho que había seleccionado, pero tampoco me importó porque de las dos que si me respondieron las dos me satisfacían, me propuse decidirme por cuál de los dos y tras pensarlo creo que no más de medio minuto opté por el más “Grande” de los dos pensando que sería una garantía de un mejor sexo, quizás equivocada pero mi Eduardo me dejó el bolsillo… el dinero no era un problema en mi vida, mi esposo me dejó la cuenta corriente bien cubierta y esta ocasión valía la pena… una alegría es una alegría, ¡Madre mía si mis hijos me vieran! Prefiero no pensar en ello, sobre todo en Alberto, aunque parte de la culpa la tiene él por abandonarme por Daniela y dejarme sin mis dos o tres orgasmos semanales.

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El elegido era Barack, un morenazo de 1,80 y que en canal como un cochino en la matanza pesaría 85 kilos de hombre fibroso y musculoso, negro azabache casi azul dotado como nunca pensé que un hombre podría estarlo. No sabría decir cuánto le medía la verga, pues yo mido en palmos o con el metro de coser y en la foto puesta hacia arriaba a Barack le pasaba el ombligo, ¡Uys, perdonar a esta vieja que se sobresalta pensando en ese tremendo mostrenco de cipote! Le di el visto bueno y le pedí el favor que accediera a traerme un porro para que me lo fumara con él, Barack no se extrañó de mi rara petición y me dio su dirección y su tarifa. No sé si sería su costumbre pero me dijo que él me invitaba a tan divertida sugerencia y a su vez yo le dije que me sentiría más cómoda y segura en mi casa…, le facilité mi número de teléfono y acordamos la fecha, el sábado siguiente a las 20:00 horas le esperaba en mi casa. ¡Vaya nervios, me temblaban las rodillas! En fin, ahora os cuento como fue mi cita…

Unas horas antes en el día previsto, me di un baño relajante y procedí a usar crema depilatoria por las partes de mi cuerpo que pensé que debía usar, imprudentemente no la puse antes sobre mi piel para comprobar si me quemaba o no pero la fortuna me sonrió y no tuve sobresaltos, con la máquina de afeitar de mi difunto Eduardo apuré los pelillos que pude con un pequeño espejo y me puse lo más guapa que sabía… el resultado es que parecía al menos una muy atractiva mujer de cincuenta o menos, no recurrí a colores de mujer de mala vida porque me parecía demasiado atrevido pero si a un vestido de lino blanco que me resultaba coqueto y sensual a la vez. Nerviosa como estaba, me senté a esperar y mi ansiado Barack llegó con algunos minutos de retraso… bueno, la espera valió la pena, muy atento Barack se disculpó y me trajo un clavel a modo de presente, nos dimos dos besos en la mejilla, casi me pareció tierno sabiendo que en unos minutos se iba a estar follando a esta señora, e incluso metiéndome la polla por mi boca, pero fue cortés según las reglas de una sociedad civilizada occidental. Sin más preámbulos le hice pasar al salón a la vez que le preguntaba si deseaba tomar algo.

-“Hola, soy Barack, ¿eres Ana?”

-“Si, pasa, Dios mío que hombretón, pasa no te quedes fuera”.

-“Que sorpresa, eres más guapa que en las fotos”, dijo de forma zalamera, ese truco era demasiado viejo pero me gustaba, me hacía sentir vanidosa.

-“Eso se lo dirá a todas”, dije coqueta. “Toma esto es lo que acordamos, comprueba que esté bien, ¿quieres tomar algo?” Dije mientras le daba el sobre con la cantidad acordada sin caer en que semejante hombre podía darme un golpazo, robarme la casa entera y violarme si le daba la gana.

-“Si tienes agua fría me viene bien, pero si quieres que compartamos juntos ese “encarguito” un poquito de ron solo nos vendría mucho mejor”, dijo con una sonrisa que dejaba ver unos dientes blancos como la nieve y unos labios carnosos que ansiaba que me besaran.

-“Ahora la traigo, siéntate y ponte cómodo corazón”.

Me fui a la cocina a la velocidad de un galgo y cuando volví con el ron, dos vasos y el hielo, Barack me esperaba con un par de cigarrillos liados sobre la mesita del salón. Me senté a su lado y poniendo su mano sobre mi rodilla, me dio un suave beso en los labios pillándome desprevenida pegando respingo… Ahora sí, eso estaba más dentro del orden de lo que significaba que ese negrazo estuviese allí. Me pilló por la sorpresa, una no está acostumbrada a eso eufóricos arrebatos masculinos de alguien desconocido hasta esos momentos.

-“¡Ay Barack, que sorpresa me has dado!”

-“¿Te he asustado? ¿No te gusto?”

-“Sí, sí, perdona, es que estoy muy nerviosa y nada acostumbrada a que un hombre se lance a por mí de esa manera a las primeras de cambio”.

-“Tranquila, no me como a nadie crudo…, pero me lo estoy pensando contigo…, lo haría muy despacito”, me dijo acercándose suavemente hasta ponerse frente a mí y volver a besarme de nuevo pero ahora de forma mucho más erótica. ” ¡Vamos aprobar este porro que te traigo!, ¡¿no has fumado nunca antes?!”

-“Pues no, ni porros ni tabaco”.

-“Vale, pero no aspires muy profundo porque si no ahogaras, toserás y te dará un subidón que no te conviene”. Encendió el porro y dio una calada profunda y expulsando el aire al aire de una forma arrebatadoramente sexy y me lo pasó.

-“Recuerda, suave, no aspires demasiado fuerte”, y pasándome el porro dio un sorbo al vaso de ron que le había preparado. Di mi primera calada, un chorro de aire caliente me entró por los pulmones achicharrándome por dentro y me puse a toser como una tísica. “¡Cof, cof, cof!”

-“Ves, las prisas, no debes ser tan ansiosa”, dijo quitándome el porro de entre los dedos y acariciando mi espalda lo puso en un cenicero y me dio a beber de su vaso. Yo puse mis labios en la marca que él había dejado y bebí despacito, y ahora otro chorro ardiente me atravesó el gaznate.

-“¡Perdona a esta vieja!”,dije avergonzada

-“No te apures, mira yo creo que esto lo podemos dejar para luego, para cuando estés más relajada, ¿te parece? No es cuestión de edad… porque yo no veo ninguna vieja por aquí”.

-“Sí gracias por tu cumplido, me parece bien, estoy nerviosa como una niña el día de reyes, ¿necesitas algo antes de hacer…?”.

-“Casi nada, una toalla para darme un agua ligera… y acompañarte al dormitorio donde te veo en un abrir y cerrar de ojos”.

Nos levantamos y siguiéndome le llevé hasta el cuarto de baño donde le di una toalla limpia y me fui al dormitorio a esperarle. Sentí el ruido del agua caliente mientras abría el lecho donde había yacido con mi difunto Eduardo tantas veces dispuesta a ponerle unos cuernos en toda regla, donde mi hijo me folló tantas veces abandonando a su madre a azar de la aventura…. Me desvestí pero quedándome en ropa interior y un pequeño camisón de noche porque me daba vergüenza mostrarme directamente en pelotas ante aquel adonis negro, siempre una mujer es más sexi por lo que no enseña que por lo que muestra. Dejé una luz de penumbra y cuando estaba retirando la colcha entró Barack en el dormitorio, con la toalla sobre los hombros y con su sexo al aire, ¡Uf que temblores, joder que genitales!, el estómago se me encogía como la primera vez que me atravesó mi primer novio… Aquella polla era más grande de lo que había imaginado.

-“Señora, está a tiempo de que me marche”. Debió de ver en mi cara algún gesto incoherente, de susto o desagrado, cuando en realidad era de encanto al ver tan esplendoroso ejemplar.

-“No Barack, quédate, eres un ser perfecto… solo que es la primera vez que lo hago después de enviudar…. En verdad es la primera vez que lo hago con un negro de tamaña verga y quieras o no ese badajo impresiona sin estar en todo su esplendor”.

Y antes de que volviese a decir nada sus enormes y negras manos me atraparon llevándome hacia él y darme un beso en la boca en la que metió una cálida y húmeda lengua hasta lo más profundo de mi, su lengua roja me abrasaba tan cálidamente por dentro que casi me desmayo y sin percatarme que me cogía en volandas hasta colocarme sobre la cama aferrada a él como un perezoso a su rama.

– “No pienses en nada, déjate hacer, voy a tratarte como una reina, solo llegaremos hasta donde tú disfrutes”.

No dije nada y me dejé hacer, aquellas palabras me tranquilizaron mucho…, la polla de Ramón no alcanzaba los 20 cm y me pareció un falo tremendo, después descubrí el formidable monstruo ciclópeo de mi hijo Alberto de casi los 25 cm, pero Barack gastaba un mástil como verga que superba los 25 cm con rebose. Obnubilada por sus hábiles dedos me sacaron el camisón dejándome en bragas y sujetador, un conjunto negro que había comprado para la ocasión y que hacía un homenaje a ese cuerpo de atleta que me iba a poseer. Su cuerpo desnudo se movía suavemente al lado del mío y colocado a mi lado me vi mirándome a sus ojos mientras sus manos me despojaban de toda la vergüenza que me quedaba… sin ropa interior. Mis manos seguían acariciando un palpitante pecho negro que parecía tallado en piedra y tomando mi mano derecha, la llevó hasta su fastuoso rabo negro zaíno, yo seguía nerviosa pero cada vez me movía con menos torpeza. Sentir su inmenso miembro viril en mi mano me dejó sin respiración, creo que Barack se dio cuenta y sonriendo maliciosamente besó mi cuello y empezó a acariciarme por todo mi cuerpo muy sensualmente… creo que hasta la sombra que hacía mi cuerpo en el lecho, porque me sentía llena de él. Sus carnosos labios me comían tanto por dentro como por fuera y ya solo podía guiarme por lo que sentía mi piel porque mis ojos estaban cerrados a ver pero completamente abiertos al placer. No sé si el poco alcohol que había bebido o la calada al porro que había dado pero me vi clavando mis dientes en el hombro de Barack como una leona. Se movía como todo un semental debe cautivar a una hembra, Barack parecía saber todo lo que yo quería, cuando lo quería y donde lo quería.

Sus dedos se movían con una delicadeza absoluta, acariciando mi piel que se erizaba de placer con solo imaginar que me iba a tocar, su lengua leía los poros de mi piel y su tranca aumentaba de tamaño preparándose para penetrarme hasta mi alma, sin remedio le dejaría llegase a lo más profundo de mi útero. Abrió con dulzura mis muslos con su mano izquierda y mientras lamía mis tetas lengüeteando los pezones, estos se irguieron para que él se los comiese a mordisquitos tirando de ellos con los labios, me mataba de gusto el cabronazo pechos. Entre tanto fue colocándose entre mis piernas cada vez más abiertas, mi coño abstenido de macho por tanto tiempo empezó a sudar, o eso creí yo al contacto con el pecho y abdomen de Barack que bajaba lentamente recorriendo mi torso besando mis pezones, mi ombligo, mi pubis recién arreglado. Cerré mis piernas en torno a su cuerpo en un intento de que no se escapara pero su fuerza me hizo desistir, tenía esa necesidad vital de ser poseía… que ese semental me gozara, que me atravesara y sentirle dentro de mí donde nadie ha llegado a estar alojado…, pero Barack debía saber que era mejor esperar un poco más y posó sus labios sobre los labios de mi vagina, su lengua pasó suavemente entre ellos, y por primera vez en mi vida supe lo que era realmente un “beso negro”, me habían lamido el ano unas cuantas veces pero su sabrosa y enorme lengua trabaja de otra manera…

¡¡Cómo podía haber vivido tanto tiempo sin disfrutar de semejante experiencia!! Esa lengua fue abriéndose paso poco a poco levantando cada rincón de mi vulva repleta de pliegues formados por mis labios externos y los carnosos internos de mi vagina, mientras sus dedos exploraban mi conducto uterino doblándose y retorciéndose dentro de mí. Su largo dedo corazón tocó algo dentro de mis paredes internas, y una oleada de placer me inundó por dentro, no sé qué era, pero un espasmo me subió por la espalda desde el chumino hasta mi cabeza, en un latigazo de algo más de medio minuto que me afectaba hasta los dedos de mis pies que se crisparon como si me hubiese dado un tirón estando acostada. Barack sintió mi espasmo y bajó la intensidad pero sin perder el contacto con mi coño ardiente, poco a poco mi respiración fue calmándose sin saber que me había pasado, dónde me había tocado…mi pecho se iba relajando y mis manos que se habían aferrado a mis tetas apretándolas como para sacar de mis yermas ubres la leche que quedase, fueron aflojando su presión hasta soltarse y llevarlos a la cabeza de mi oscuro amante.

Pocos minutos más tarde Barack encontró algo que nunca sospeché que se pudiera excitar de esa manera, escondido entre los labios de mi vagina tocó el botón directo al placer que me volvió a estremecer por dentro, de forma distinta, más ardiente y el contacto de su lengua sobre esa parte de mí me estaba volviendo loca y eso que todavía no me había penetrado. Jugó conmigo, primero la punta de su lengua, la parte suave de su lengua, la parte áspera de su lengua… su lengua era ese pedazo de carne de Barack, creado para dar delectación. Me aceleraba el pulso, el calor interior…oleadas de placer me volvían a arrebatar, no podía comprender que me estaba pasando y que era eso que me hacía gemir como una gata en celo. Mis piernas parecían tomar vida propia temblando cada vez que me tocaba con sus labios o su lengua, no era capaz de poder focalizar el gozo en un solo lugar porque sus manos me acariciaban hasta la entrada de culo. Daba lo mismo, no dio tiempo a que pensara en nada más porque esa oleada de placer que me había invadido como una condenada a la hoguera me volvió a llevar a un estado de ceguera absoluta y abandono de mí…, apreté mis manos contra su cabeza llevando la boca de Barack hacia mi chocho ardiente, que no me abandonase y por segunda vez me sentí húmeda y llena de felicidad, las sábanas de mi cama estaban siendo testigos de un combate que nunca antes habían visto porque mis encuentros con mi difunto eran nada más que un mero trámite de fecundación, y Ramón e hijo no eran Barack y sus comidas de coño nunca pudieron ser comparable a lo que yo estaba disfrutando ahora.

Creo que no dije nada, solo sé que me faltaba el aire, el placer me desbordaba y hasta mis orejas estaban tan sensibles que podía haber tenido un orgasmo con solo decir mi nombre esa noche mi deseado Barack…, convulsionaba haciéndome recorrer un torrente eléctrico que me estremecía cada músculo de mi cuerpo, no era posible controlar los esténtores que me producía ese orgasmo sumo, mi cabeza no se mantenía lúcida cayendo en la “dulce muerte” copada de dopamina. Mi amante paciente levantó su mirada para ver cómo me estremecía pero que no decía nada, porque creo que no había nada que decir. Se puso a mi lado y puso su pierna entre las mías y me besó calmando mis ansias de aire, me insufló energía de nuevo con sus caricias a medida que recobraba el sentido, la ubicación y el delirio de notar a aquel semental…. Se colocó sobre mí y cogiéndome por la espalda me incorporó hasta colocarme sentada sobre él, su maza negra inhiesta estaba pegada en mi coño, subiendo entre el poco espacio que quedaba entre su cuerpo y el mío mientras yo le abrazaba pegándome a él todo lo que podía. Sentía en mi abdomen la dureza y grosor de su falo palpitante y esperaba ansiosa sentirlo dentro en lo más hondo de mis entrañas dividiéndola definitivamente, ya no tenía miedo si me rompía partiéndome en dos o no, le quería sentir plenamente y no pensé en protecciones, la necesitaba de notar al natural, sentir como su orondo glande me abría las carnes de mi vagina sin condones ni protecciones vanas, ¿quién iba a pensar que me dejasen preñada a mis años? ¿Y eso de las ETS ya no le iba a dar importancia tampoco ahora en las últimas de mi vida… y con este calenturón?

Cuando me elevó lo suficiente como para colocar la punta de su cipote en la entrada de mi vagina no pensé en nada, mientras me besaba con dulzura dejó que mi propio peso fuera la fuerza que me hiciese sentirle dentro de mí, un instante eterno de placer percibí que me partía por dentro alzándome en un vuelo genial hasta llegar a sentarme sobre sus muslos con pequeños sentones, uno, dos y tres… todo su miembro estaba dentro de mí hasta las pelotas, solo podía gemir, gritar y gozar, en tanto me empalaba hasta el estómago, con mis ojos cerrados y mi cabeza echada hacia atrás en una imagen de abandono total ¡Eran todo un poema! Trotaba sobre aquel macho sacando y metiéndome todo el mástil desde la cabeza hasta sus fastuosos huevazos de toro bravo.Al cabo de un rato,Barack me cogió en volandas y me echó sobre la cama, ahora descargaba todo su peso sobre mí en la posición del misionero. Sin dudarlo me despatarré todo lo que pude para facilitarle la entrada, al tener total acceso le sentía cada vez más dentro…, comenzó un lento movimiento de sus caderas saliendo de mí y volviendo a entrar deslizando el mostrenco fielmente lubricado de brillante aspecto, mis piernas se aferraban y cada vez que llegaba hasta mí fondo uterino con su bálano, sus muslos chocaban con el interior de los míos en un ruido seco y febril. Le envolví con mis brazos por su fibrosa espalda y con mis piernas bajo su terso y rocoso culo, lo cercaban para que no saliese hasta acabar con todo dentro de mí. El macho realizaba  círculos de su cadera me estimulaban toda la vagina mi interior, al estar repleta de carne dura deformada por las inflamadas venas. Sacaba del todo su estoque y volvía a meterlo de un golpe, era un repertorio de doctor del sexo, mi boca entre gemido y gemido se encontraba de vez en cuando con la boca de Barack y mis uñas se clavaban en su espalda como una gata salvaje deseosa de más y más rabo negro. Esta vez el placer se hizo esperar un poco más, no sé si porque me descubrió partes de mi cuerpo que desconocía o porque yo misma me contuve, da igual, recuerdo que cuando empecé a moverme en la web de contactos todas las experiencias hablaban del tamaño de la verga, pero yo estaba descubriendo que Barack me estaba follando y dando amor hasta con las pestañas, todo su cuerpo me estaba dando placer, ya fuese con su precioso y enorme pollón, con sus hábiles labios o sus diestras manos… olía a macho transpirando testosterona por cada poro de su piel zaina, una dermis que lucía hermosa con la tenue luz que se reflejaba en cada forma voluptuosa de su musculatura incrementada en las formas marcadas por los contrastes ofrecidos por su sudoración.

La última oleada de placer de mi encuentro con Barack me estaba inundando, era más contenida, menos juvenil que las anteriores, mis manos acariciaban ahora su espalda con dulzura y notaban como él mismo se crispaba, sus músculos se volvían cada vez más duros, y mi memoria se acordó del torpe de mi difunto esposo. Comenzó a arreciar sus acometidas, más fuertes, más rotundas, más profundas y de mayor cadencia… y de pronto sus jadeantes embates acabaron en un bufido animal, al mismo tiempo que recaudo un largo y potente chorro de semen que me inunda por dentro, la presión era pasmosa al notarla tan clara y tibia… produjo un escalofrío en todo mi cuerpo con un espasmo en mi vientre al percibirlo. El semental envalentonado no lo dudó e hincó su daga atravesándome hasta el estómago largando otro lechazo y otro más a cada clavada seca y profunda en mi útero… y así se concatenaron otros cuatro chorros de leche blanca caliente que me llenaba irremediablemente todo mi cubículo vaginal, haciendo que su polla descargara la tensión acumulada dándome tanta delectación como esperaba recibir. El “maromo” la clavaba a fondo eyaculando una incontenible e ingente cantidad de lefa africana como para preñar a diez yeguas… esos largos chorros de lefa espesa atoraban mi más profunda vagina, allí donde nadie puso su leche…prácticamente en el mismo útero. ¡De ser fértil mi útero me hubiese preñado con seguridad!

Cuando sentí su último espasmo, Barack se quedó dentro de mi resoplando como un búfalo mientras empujaba con fuerza tratando de atravesar mi cuerpo…, ese Adonis negro musculoso, de labios carnosos y cálidos me estaba saciando de todo lo que no había conocido en toda mi puta vida sumisa y renegada, ¡El negocio de contratarle me pareció una ganga! Solo sentir sus arremetidas ensanchando mi cerrado coño, valía la pena lo pagado, máxime saber que su cipote exploró lugares inhóspitos dentro de mi vientre, sin llegar a nombrar la sensación de hacerme sentirme hembra al llenarme de su blanca y espesa leche salvaje africana. Con movimientos dignos de un felino de la selva se separó de mi sin perder del todo el contacto con mi cuerpo y sin dejar de mirarme, que escalofríos sentía cuando esos ojos me penetraban. Sonriendo volvió a acariciarme y besándome puso la palma de su mano sobre mi ardiente y mojado coñito y empapando su mano me sonrió y me confirmó que realmente me había tenido varios orgasmos. Discretamente se levantó y se dirigió a la ducha, pensaba que me iba a dejar en la cama para que disfrutara de lo que habíamos hecho juntos pero me tomó de la mano y me llevó a horcajas hasta la ducha con él mientras su lengua volvía a meterse dentro de mí….

Nunca pensé que pudiera ser mancillada tan dulcemente por un falo digno de una admiración, con la destreza de los que saben meterla complaciendo a la fémina por el agujero más ceñito de mi cuerpo…. Llegamos a la ducha quiero besar paso a paso cada centímetro de su piel, el sexo es un arte, un arte delicado y de respeto, debes aprender a respetar el cuerpo del otro, su templo. Me gusta el sabor de sus labios, el olor de su piel, me excita pensar en el hecho de contemplarle desnudo en mi cama. Muy a menudo, ni yo contemplo ni doy argumento a mi necesidad de sentirlo, de sentir su espalda mojada mientras la rasguño o simplemente le abrazo para apreciarlo más cerca de mí.

-“Pasa que hoy quiero conectarme contigo, quiero que te dejes llevar por el morbo que a los dos nos excita… tocarte, sentirte, morderte, escucharte, solo eso quiero pensar, te veo y me siento bien, verte desnudo, rozar nuestras piernas”. Le digo ida de mí.

Que musculatura de infinita perfección captan mis ojos al observar el cuerpo desnudo de un hombre tan vetusto, ver sus brazos fuertes, sentir su abdomen, contemplar su falo majestuoso con absoluta precisión y saber lo mucho que puede hacerme sentir, transportarme a otro tipo de realidad, hacerme llorar, gritar, reír, cambiar mis estados de ánimo a su antojo, pero hacerme sentir bien. 

-“Solo se tú mismo y bésame, desgarra mis carnes y excítame, dime porquerías al oído, dime que te gusta, que quieres que te toque, que quieres que te haga y en ese instante cerraremos los ojos para sentirnos mejor…”

Cerré la puerta del aseo… me toma de mi cintura arrinconándome hacia la pared, me besa como me gusta, mi cuello empapado de tu saliva, y el tuyo empapada de la mía, mis manos halando su cabello y nuestras narices juntas. 

-“¡Hazme sentirme viva y joven, hazme vibrar y vibra conmigo esta noche! No es tan difícil pasar un buen rato juntos”.

Mientras me besa mis tetas con una sutil delicadeza de su lengua, con mis ojos cerrados me concentro en sentir su lengua misteriosa que se encarniza en mis pezones, mi vagina lubrica y mi respiración aumenta, quiero complacerle y busco la forma de excítale cada vez más, toco tu verga fastuosamente erecta… está tan dura que tener sexo anal se nos facilita, lo masturbo y lentamente muerdo sus labios, abro mis ojos y miro los suyos algo sorprendidos, sonrió y juego con tu ombligo, mi lengua se desliza hasta tu rabo inhiesto para jugar también con él, rozo su punta y siento como lubrica, sumerjo todo su bálano en mi boca mientras mi lengua lo rodea lentamente lamiéndolo golosamente, entra y sale, entra, sale, mi garganta lo estera y me lo engullo a ver hasta donde logra pasar, estoy excitada, respiro fuerte y lo escupo, besos sus testículos succionándoles y jugando con ellos en mi boca. Quiero contemplarlo follándome en el espejo, así que me pongo de pie en la ducha y abro la regadera esperando a que el agua se caliente, me siento sobre el mueble y con mis piernas le enredo, nos besamos desesperadamente y su polla vuelve a horadar mi vagina, respiro fuerte y de inmediato emprendo a amar el movimiento de su cadera, su intensidad en movimiento es perfecta, ni muy rápida, ni muy lenta, mientras, yo hago círculos con mi cadera para sentir mejor el mostrenco que me está apuñalando las entrañas. El baño está lleno de vapor… me lleva hacia la ducha en volandas, mojo mi cabeza y mi cuerpo, luego él me abraza por detrás respingándole el culo, enfila el pollón y me penetra sin más… noto el orondo glande abrirme el ceñido aro pero es delicioso sentir como cae el agua sobre mi espalda al tiempo que su cipote me penetra cada vez con más fuerza, pongo mis manos mojadas en la pared para soportar los empujones y comienzo a imaginar lindezas.

Nos damos la vuelta y dejo que se moje su cuerpo, levanto una de mis piernas y él me vuelve a empujar contra la puerta sujetando mi pierna con uno de tus brazos, de nuevo me penetra y nos movemos enérgicos y rápidos, él respira afanoso y hace mil gestos sensuales, no aguanto y gimo con ímpetu, él sube mi otra pierna y con más pujanza penetra toda mi vagina hundiendo los más de 25 cm de rabo en mi útero, es escalofriante lo que me hace sentir, no me queda otra que gritar con potencia, pedirle que me dé lo más fuerte que pueda y llegue lo más al fondo posible. Muerdo sus labios con fuerza, mis tetas saltan alborozadas a su libre albedrío con mis pezones espigados y duros, tanto que hasta me duelen. Y suelta mis piernas, ahora le recuesto a él en la puerta y estando a cuatro patas, muevo mi culo lo más sincronizado que puedo con sus vaivenes, toma mi cintura y solo me comunica lo bien que se mueve mi culo empotrado por tan vasto cetro negro, y lo bien que se lo hago sentir. Mis nalgas saltan y él observa desde la raja abierta de mi culo como con toda facilidad su daga me perfora vilmente sumergiéndose en mi vagina…. Saca su estaca muy impregnada por mis jugos y con ellos lubrica mi ano, seguidamente sumerge con delicadeza su polla en él otra vez, duele un poco, pero me siento tan excitada que el dolor se hace placentero y lentamente más de la mitad del tronco entra y sale, entra y sale. Al cabo de unos segundos de dilatación oportuna… grito, pero me muevo con todo mi cuerpo sobre tan genuino semental. Es delicioso lo que me hacer pensar, sentir, saborear, me penetra más fuerte cogiéndome de las tetas como si de las riendas de una yegua desbocada se tratase… mientras lo hace respira con más fuerza y más rápido, muevo mi cadera con más intensidad y rapidez, me gusta chocar duro con él percibiendo el golpeteo de sus orondos cojones azabaches. Nos movemos cada vez más rápido, más dinámico, más duro contra mí culo y por fin se corre dentro de mi ano, ¡Qué deliciosa sensación!, noto cada lechazo que su verga eyacula atorándome el esfínter, dos, tres y hasta cinco largos chorros de lefa me suministra parando rendido, exhausto. Saca su barra carbón y tras de él un reguero de semen espeso de  blanco inmaculado, algo caliente resbala hasta mi vagina. Tras la ducha, Barack se viste y se despide dejándome con el regusto de mis orificios anegados y el sabor de su masculinidad impregnando cada poro de mi piel, cada molécula de aire de aquella habitación. Llamo a mi hijo Alberto recostada en la cama, para quedar a comer en mi casa al día siguiente con su esposa que ya está preñada de 24 semanas. ¡Me siento feliz y completa! Volveré a solicitar un poco de felicidad otro día.

                                                                                              FIN

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