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Como un domingo cualquiera con papá.

en Amor filial

Soy Paula Andrea, una chica de 20 años con ganas de comerse el mundo.Os voy a contar mi historia de cómo pase de niña a mujer. Mi madre está casada con un hombre que no es mi padre. Cuando tenía 12 años, mis padres se separaron sin casarse y me quedé a vivir con mamá, dado que mi padre es ingeniero en una empresa multinacional y casi nunca estaba en España, a pesar de ello siempre tuve una relación estrecha con él. Con los años ha mejorado mi atractivo, pero también mi rebeldía e insolencia. Desde hace unos años la relación con mi padre ha ido creciendo en intensidad, observando en su trayectoria una salida a mi futuro, como técnico en relaciones internacionales. Ahora está participando en el diseño del sistema de control de una empresa de reciclado en Finlandia y he decidido irme con él estos meses de verano. Lo malo es que para él no son vacaciones, porque en esas latitudes es el mejor momento para el aprovechamiento máximo de horas de sol. Mi objetivo es reforzar mi inglés y tal vez aprenda algo de finés.

Mi padre se llama Fernando, no mantiene ninguna relación sentimental, que yo sepa, pero sé que las ha tenido. Toda su atención será para mí mejorando nuestra relación. Ya me ha apuntado a una academia y me tiene preparado todo un plan de estudios para mi estancia en Finlandia. Me recibió en el aeropuerto muy emocionado mientras me relataba lo que estábamos viendo hasta llegar a casa, ¡Me quedé boquiabierta! Vive en una casita con acceso a un embarcadero en el lago, todos los alrededores están llenos de bosque y salpicado de viviendas con barco y vehículo, un nivel alto que mi padre se puede pagar con creces, este estatus de vida se alejaba a años luz de mi vida en España con mamá. Aquella tarde necesitaba descansar y tomar un baño, mi padre me preparó la sauna con un ambiente digno de los mejores Spas para alcanzar la máxima relajación. Pasó al menos una hora y mi padre se metió también en la sauna con una toalla que le cubría de cintura hacia abajo…, yo me cubrí con la mía, porque el tema podría tomar otros derroteros inesperados, no menos deseados por mí, sinceramente….

…Paula y yo estábamos agotados, necesitábamos descansar de todo el esfuerzo del día, por el viaje de ella y  por mi trabajo respectivamente. Pasados unos minutos en la sauna empecé a sentir todas las partes de mi cuerpo que me dolían, ya no era un chaval capaz de aguantar una sesión de una hora de bicicleta a todo ritmo. Sudorosos nos fuimos a la ducha. Se enfundó un vestido vaporoso blanco después de observar el desastre de maletas. Se puso a ordenar todo en el armario, vi que necesitaba ayuda y le eché una mano. En un momento inesperado me abrazó por la espalda para susúrrame al oído…

-“¿Te alegras que esté contigo?”.

-“Mucho cariño, lo malo es que no te voy a dedicar todo el tiempo del mundo”.

-“No te preocupes ya me hago cargo, ¡no siempre soy tan desastre, sabes!”.

-“Todo lo contrario, sé que eres una maravilla.”

-“¿Entonces por qué tienes esa cara de preocupación?”

-“Por nada cariño, eres lo único verdadero que me ha pasado en mi vida y ahora que te tengo aquí no puedo ser el padre que te mereces”.

-“Seguro que tendremos tiempo de hacer alguna locura”.

Paula no solo comprendió el problema sino que entró en razón, ese era mi propósito. Debo admitir que fue divertido ver a mi querida hija arreglando la habitación como si se sintiera en la propia, medio desnuda, esa clase de cosas no se ven todos los días. Ambos nos miramos y nos dimos un beso tierno, cariñoso, sentido y hasta un poco caliente, diría. De alguna manera se produjo una conexión eléctrica o química que interrelacionó nuestros pensamientos en una misma idea, ambos sabíamos que esto no se quedaría así. Ese cosquilleo de intranquilidad que recorre el estómago hacía muchos, muchos años que no lo percibía al estar junto a una mujer….

Nos pusimos juntos a preparar la cena, la casa estaba llena de vida y tan solo habían pasado unas horas desde que mi niña llegó. No quería ni pensar cuando se fuera pasadas sus vacaciones, lo triste y vacío que quedaría de nuevo toda la casa, “¡Ahora parecía un hogar! Tendré que buscar la forma de estar más con ella”, pensé. Salimos por la tarde a dar un paseo para tomar algo en un restaurante, llegamos a “Karina Halu” (El deseo de Karina) y la invité a una comida típica del polo norte. De repente en el exterior de la casa suena un relámpago que da inicio a una gran tormenta, a este ruido Paula se abrazó fuerte a mí, la rodeé con mi brazo para darle más seguridad. Le dije que aún no había llamado a su madre, así que llamó desde mi móvil.

-“Hola mamá soy yo, he llegado muy bien y ahora estoy con papá cenando en un restaurante típico del polo norte…”

-“Me alegro que estés bien, saluda a tu padre de mi parte….”

…Terminamos de cenar papá y yo… nos fuimos en el barco atravesando el lago hasta un embarcadero a cien metros de casa. Los días siguientes fui a clase y pronto me hice con los horarios de los autobuses y barcazas que surcaban a modo de autobús por el lago. Aquella tarde me recogió mi padre de la academia para pasar la tarde juntos, yo estaba un poco molesta con él porque en todos estos días, apenas no habíamos visto y me prometió hacerme un hueco en su trabajo. Últimamente llevaba varios días fácilmente irritables, mi sangre española contractaba con la de los chic@s del lugar, los únicos que conocía en Finlandia eran fríos y distantes, me era imposible tener relaciones sociales fluidas con ellos. No solo estaba molesta, sino también algo confundida…. mi padre lo notó. Me habló y me preguntó qué sucedía, pero yo le ignoré y seguí caminando rumbo a mi habitación. Él me siguió queriendo entender mi actitud...

-“¡Paula, mírame cuando te hablo! ¡No me ignores, soy tu padre y me gustaría saber qué te sucede!”.

-“¡Nada papá, no importa!”.

-“¿Algún problema con la academia o algún chico?”.

La pregunta me dejó atónita, me detuve en seco y antes de analizar la situación, me encontraba gritándole en actitud defensiva. La discusión se tornó más y más extremada y yo, cansada del asunto solo atiné a decir…

- “Si papá, si eso te hace feliz te diré que acabo de ser follada por un atractivo chico rubio, estuvimos toda la tarde jodiendo. ¡Me he acostado con docenas de hombres y me encanta! Pero igual a ti no tiene por qué importarte, así es que déjame en paz, por favor”.

Esa afirmación era totalmente falsa, dejando parado a mi padre, pero antes de que pudiera responder, corrí al baño y cerré la puerta con seguro, rompiendo a llorar dentro. Después de un rato de silencio, decidí tomar una ducha e irme a dormir, pues estaba muy cansada, segura de que mi padre ya no me molestaría más. Me enjabonaba el cuerpo cuando escuché que llamaban a la puerta. Era mi padre…

-“Paula, hija, quiero hablar contigo. Déjame entrar. No quiero que las cosas se queden así…”. Su voz se escuchaba tranquila y un poco triste. Así es que después de enjuagarme, me envolví en una toalla y salí a abrir la puerta. Mi padre entró y me dijo… “Hija, perdóname por haberte gritado. Y discúlpame también por querer enterarme de asuntos que no me incumben. Es que has cambiado últimamente y te extraño. Sé que nuestra vida familiar no ha sido fácil y que probablemente no soy a quien tú buscarías para hablar de tus problemas e inquietudes, pero quiero que sepas que aquí siempre estoy para ti porque nadie te querrá como yo… puedes hablar de lo que sea conmigo. No me gusta verte así”.

-“Papá, soy yo quién debe disculparse por ser grosera contigo, no pensé lo que decía. Y sé que toda la vida has dado todo por mí y te lo agradezco. Y aunque a veces parezca que no me importa, en realidad aprecio todo lo que has hecho. Por otro lado, si te preocupa el tema del sexo… ¡Papi, no he tenido relaciones con nadie todavía!, estoy esperando a alguien realmente especial, así por esa parte no te preocupes...”.Mi padre se acercó a mí y me abrazó.

-“Solo espero que el primer hombre con el que estés, te ame tanto como yo te amo… aunque sé que eso va a ser imposible,  ¡Daría la vida porque tú no sufrieras!”.

Así abrazados estuvimos unos segundos que me parecieron horas y comencé a sentir cómo una tensión crecía entre ambos. Noté el bulto de su pantalón en mi vientre y mi respiración se volvió entrecortada. En ese segundo supe por qué siempre en todos mis frustrados intentos de hacer el amor pensaba en mi padre… ¡deseaba hacerlo con él y sólo con él! Nos separamos, mi padre me tomó de los hombros y me miró fijamente con ternura. Al parecer leyó mi mente porque sonrió, se agachó y me besó muy suavemente los labios. Para mí fue estar en la gloria, darme cuenta que mi padre también me deseaba tanto como yo a él y que nos entendíamos a la perfección. Nos fundimos en un largo y apasionado beso, él me tomó del cuello y enlazó su lengua con la mía.

-“¿¡¡Papá!!?”

-Paula, mi vida, debo confesar que te he deseado desde que eres mujer, ya no te veo como mi hija. Me gustaría tenerte antes que nadie te rompa el corazón… y no te valore por lo que vales, pero eso sólo depende de tu decisión, sólo pasará si tú lo quieres…”.

-“Papá, mi único deseo es que tú me completes como mujer… en todos los intentos he acabado por rechazar al chico que me solicitaba para hacer el amor, aunque más bien solo pretendían follar conmigo. Tú me darás mucho más que cualquier hombre, ¡Eres tan especial para mí, que no consentiría lo hiciese ningún otro!”.

Dicho esto, nos volvimos a envolver en una serie de besos que poco a poco fueron subiendo la temperatura. Mi padre acariciaba mi cuello y mis hombros y suavemente me quitó la toalla que me cubría y la tiró al parquet. Se separó de mí, dio un paso atrás y se quedó ahí, sonriendo y observándome con un destello de ternura en sus ojos…

-“Mi princesa, eres muy hermosa, ¡Ya no eres una niña, sino toda una mujer!”.

Me sostuvo en sus brazos y me llevó al sofá cargando cual novia recién casada. Me colocó suavemente sobre su desnudo cuerpo y me acarició el cabello mientras bajaba su cabeza y aprisionaba uno de mis tetas de pezones erguidos en su boca. Cuando su lengua tocó mi pezón, gemí y pude sentir el líquido vaginal sobre mi vulva. Él succionaba y jugueteaba con su lengua, mordisqueaba de vez en cuando y otras veces sostenía mi pezón entre sus labios y lo estiraba poco a poco. Con una mano se encargaba de mi otra teta, apretándola fuertemente, sobando y pellizcando mi pezón… me estaba volviendo loca, mis pezones que no son grandes, pero sí puntiagudos cuando se tornan duros y erectos. En cuestión de pocos segundos, mi amante padre me tenía perdidamente cachonda.

Papá fue bajando su mano poco a poco, acariciando primero mi brazo, luego mi cadera, mis muslos y finalmente, sin dejar de mamar mis pezones, abrió mis piernas y comenzó a acariciar mi conejito rasurado, lo que me hizo soltar un grito que intenté ahogar entre gemidos mordiendo su pecho. Primero me acarició por encima, luego abrió los labios mayores con sus dedos por cada rincón hasta abrirse paso por entre los labios menores y llegar a mi pequeño clítoris que esperaba ansioso la atención de mi hombre. Al cabo de unos minutos en los que mi padre seguía mamando mis tetas alternadamente y acariciando mi clítoris, comencé a temblar, mi cuerpo se sacudía y mi respiración se contenía durante unos segundos mientras yo acariciaba el cabello de papá. Finalmente mi espalda se arqueó y tuve una ligera convulsión a la vez que soltaba un grito ahogado en gemidos… había tenido mi primer orgasmo, mi primer orgasmo con un hombre de verdad, el único al que había amado y deseado más hasta ese momento de mi vida. ¡El macho que me engendró! Él se dio cuenta de ello, retiró su mano húmeda de mi vagina y alejó su lengua de mis pezones. Me miró con ojos tiernos y sonrió mientras yo recuperaba la respiración recostada en el sofá. Yo sonreí de vuelta y entonces él se abalanzó sobre mí dándome un beso tierno en los labios.

-“Te amo mi princesa, mi vida” me dijo después al oído y acarició mi cabello alborotado.

Después de unos minutos, recuperé fuerzas y me senté en el borde del sofá. Mis muslos seguían aún húmedos y su polla se tornaba enorme. Se puso de pie acariciándome el cabello con ternura con su miembro a centímetros de mi rostro. Yo estaba asombrada, era algo gigante completamente erecto, grueso y muy rosado en la punta, con las venas sumamente marcadas. No resistí más y acerqué mis labios mientras miraba hacia arriba el rostro de mi padre, besé su sensible glande, lo besé varias veces y luego con mi lengua comencé a recorrerla, de abajo hacia arriba y alrededor. El rostro de mi padre se notaba sumamente excitado.

-“Mmmmh, oooh sí así mi nena… mmmmh” decía entre gemidos… “¡métetela toda en tu boca!”.

Obedecí metiéndome su verga, no sabía muy bien cómo manejar la situación, era un poco torpe, pero creo que eso le encantó a mi padre y comenzó a guiarme. Me tomó de la cabeza suavemente acompañándome en el mete saca. La polla de papá, empapada en saliva, salía y entraba de mi boca buscando cada vez más profundidad. Yo de vez en cuando miraba ese pollón tan grande y delicioso, pero prefería fijarme en la cara de mi padre, pues así podía saber si le gustaba lo que estaba haciéndole. Después de unos minutos en esta faena, instintivamente sostuve su verga con la mano derecha, y comencé a moverla al ritmo de mi boca, de arriba hacia abajo… y con la mano izquierda alcancé sus pesadas pelotas envolviéndolas con mis dedos, me parecían dos gordas brevas a punto de explotar por la cantidad de leche que contendrían. Mientras apretaba los huevos de mi padre al tiempo que me comía su verga, él gemía más y más fuerte, justo cuando pensé que se correría en la boca de su hija, me hizo detener los movimientos y se separó de mí. Luego me tomó por la cintura y delicadamente me acomodó sobre el sofá con las piernas abiertas y recostada de espaldas. Él, con su magnánima herramienta erecta y comenzó a juguetear con ella, acariciando mi vagina por encima.

-“Corazón, ¿de verdad me quieres regalar tu virginidad?”Dijo mi padre en un tono de duda y asombro.

- “Papi, eres todo para mí y eres mi hombre más deseado. Quiero sentir tu hombría dentro de mí, quiero que me hagas mujer por primera vez, quiero ser tuya nada más”.

Dicho aquello, su polla se envalentonó abriéndose paso entre mis labios y se encontró con la entrada de mi coño aún intacta, colocando allí la punta de su enorme nabo.

-“Quizás te duela un poco mi niña, pero en cuanto se te adapte tu coñito al tamaño de mi polla, gozarás como nunca”.

Un poco asustada pero muy excitada, me sostuve de los brazos de mi padre y firme le dije… -“Estoy lista para recibirte dentro de mí, vamos papi”.

En ese instante sentí una sensación extraña de dolor y gozo intensos, pues mi padre estaba introduciendo su verga por primera vez en mi coño. Pude sentir mis jugos correr por mi vulva hasta mi culo y de pronto ya tenía su orondo capullo dentro de mí. Solté un agudo gemido, más de dolor que de placer y me aferré con más fuerza a los fibrosos brazos de mi padre. Despacio, mi hombre sacó su mástil y volvió a introducirlo en mi estrecha rajita expandiéndome el agujero, acción que repitió una y otra vez lentamente mientras las paredes de mi coño se acoplaba al tamaño de su mostrenco venéreo. El dolor disminuyó un poco y en su lugar lo sustituyó el placer, un placer indescriptible… nada que ver con la fruta del amor que me introducía de vez en cuando. Aquella polla estaba dura, flexible, caliente y húmeda. Con cada embestida, mi padre lograba meter un poco más del aquel pedazo de carne dura y cálida, hasta que finalmente al cabo de unos segundos pude sentirla toda dentro de mí, hasta mi barriga pensé que me llegaba. Así comenzó su faena. Mi padre me follaba cada vez más rápido y yo gozaba de sentir toda su carga sobre el mío, formando uno solo. De los movimientos torpes del principio, poco a poco fuimos llegando a un ritmo armónico sincronizado y mi cuerpo se ajustó al suyo. El sudor caía por mi frente y mantenía mi piel húmeda, mi espalda, mi vagina…. Trasladé mis brazos hacia el cuello de papá, entrelazando mis manos por detrás de su nuca, ya no sosteniéndome de él por miedo, sino abrazándolo por amor y pasión.

Él se percató de ello y acercando su rostro al mío, nos fundimos en un beso húmedo con las lenguas entrelazadas, mientras era arremetida cada vez más fuerte por un macho que me partía en dos a la vez que me amasaba las tetas. Tuve un segundo orgasmo, esta vez más intenso y ruidoso que el primero, mi cuerpo tembló, mi respiración se detuvo y la mirada se me nubló. Exhalé en un largo grito y mi padre sacó su verga de mí, comenzó a masturbarse mientras yo seguía tirada sobre la cama. Él de rodillas se introdujo de nuevo en mi cuerpo y continuó follándome con una intensidad más enloquecedora si cabe que antes. Se paró casi en seco y movió su cadera en cadencia de un segundo por insertada logando descargar una gran cantidad de leche tibia en mi coño. Percibí el gran chorro de lefa, al tiempo que pude escuchar un berrido de placer desgarrador, y así un gemido por cada chorro de semen que derramaba en mi interior. Cuando acabó la sacó cayendo de espaldas sobre el colchón recostándose junto a mí, aún con su miembro duro… lo acaricié y lo limpié con mi boca. Estaba intrigada por saber cómo sabía la leche que me dio la vida, después tomé un poco más de toda la que rezumaba del interior de mi conejito recién desvirgado.

Tenía toda la entrepierna impregnada de esperma con flujo vaginal. No me extraña que preñara a mi madre en el primer polvo con semejante cantidad, ¡¡UNA ANIMALADA!! Un caballo debía de expulsar menos leche por su polla. Un día mediría el volumen de semen expulsado.

Los dos agotados permanecimos ahí largo rato. Mi padre volteó su cuerpo de lado, y quedando frente al mío me miró, acarició mi cabello, me besó la frente y me rodeó con sus brazos. Así fundidos nos quedamos más de media hora, casi sin decir nada el uno al otro, sintiendo la tibieza de nuestros cuerpos. Recuperado el aliento y la confianza…

-“Papi, gracias”.

-“Gracias a ti mi amor, me has dado el regalo más hermoso que un hombre puede recibir… la virginidad de su propia hija”.

-“Papi, quiero que volvamos a hacerlo en nuestra cama las veces que desees… Y QUE TE CORRAS DENTRO DE MÍ. Quiero sentir en mis entrañas la leche de la que fui creada, y quiero en un futuro ser tu esposa y estar preñada de ti”.

-“P...p…pero…”.

-“Papi, por favor, te lo estoy suplicando, tengo veinte años. No lo pienses demasiado, ¿a quién le importa lo que diga la gente si no entiende nuestro amor? ¡¡Lo que acaba de ocurrir no ha pasado por casualidad!!”.

Convencido con ese argumento, mi padre se levantó y volvió a sostenerme en sus brazos para colocarme sobre la cama nuestro refugio de amor. Ahí desnudos los dos, mi padre se recostó sobre las almohadas y yo me lancé sobre su verga, aún un poco dura y crecida, comencé a comerla de nuevo y ésta se endureció nuevamente.

-“¡Nena, papá te va a dar lo que quieres!”. En escasos minutos, la polla de papá me parecía aún más grande que antes, hinchada y roja de tanta presión sanguínea que acumulaba en tamaña bestialidad.

Sin pensarlo dos veces, me puse de pie sobre la cama y me coloqué con las piernas abiertas sobre el miembro de mi hombre, y haciendo sentadillas sobre su mástil, fui enfilado a mi coñito…lo introduje de una sola vez y así quedamos de nuevo unidos el uno al otro por nuestros genitales en un acoplamiento perfecto. Mi cuerpo subía y bajaba rápidamente, y podía sentir aquel largo estoque tocando mi vientre y mi coño aplastando sus pelotas.

Mis ubres, impasibles a la gravedad, se movían al ritmo de las embestidas y rebotaban frente a la cara de papá. Ambos estábamos empapados en sudor y gemíamos de manera escandalosa. Repentinamente, papá se levantó, y aún dentro de mí, se colocó de lado y yo frente a él me giré para quedar recostados del lado derecho con mi espalda pegada a su pecho.

Mis piernas estaban abiertas y la pierna izquierda elevada en el aire mientras mi padre me penetraba una y otra vez. Su boca estaba a la altura de mis oídos y me estremecía al sentir su respiración tan agitada hiperventilando. Me sentía muy puta…

-“Te amo mi niña, qué coño tan rico y estrecho tienes, dale todo a papi”, me susurraba al oído.

Sus embestidas aumentaron de frecuencia, fuerza y velocidad y sus manos alcanzaron mis tetas, las cuales masajeaba entre sus dedos y apretaba mis pezones. Me estaba volviendo loca. Pasaron así varios minutos empujando con fuerza sobre mi culo y en una de esas embestidas me vencí con los pechos pegados a las sábanas. Mi amante se posicionó detrás de mí de rodillas en el suelo, colgada del filo de la cama, justo a la altura de su arma enfilada en la raja de mi coño entreabierto y fácil de penetrar. Casi sin esfuerzo entró el estoque paternal en mi dilatada vagina acogiendo complaciente a semejante trabuco. No tardó más de cinco minutos follándome en la posición a que me sometí haciendo de perrita, cuando escuché a mi padre gemir al tiempo que apretó mis nalgas con fuerza sin hacerme daño…. Mi padre ya había descargado su leche otra vez dentro de mí útero, condescendiendo a la mujer que llevaba dentro tanto tiempo sin salir. Un torrente de líquido caliente recorrió el interior de mi vientre y me hizo gozar como una salvaje, satisfaciéndome al saber que por primera vez había dejado agotados de leche los testículos de todo un semental como mi padre y yo rebosada de su lefa. Exhaustos debido a ese par de horas tan intensas de sexo, no nos movimos de la cama, abrazados, desnudos y aún unidos nos rendimos lentamente al sueño.

A las diez del día siguiente, papá ya se había despertado, pero sin levantarse de la cama. Me miraba tiernamente cuando desperté, me besó en los labios y me dijo… -“Mi amor, vamos a desayunar. ¡Levántate y ponte guapa! porque te voy a llevar a un lugar muy interesante que todo el mundo conoce por aquí y quiero compartir contigo”. 

Continúa...

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