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Conexión con mi hijo en Shanghái.

en Amor filial

La distancia, el idioma, la falta de sexo y la cercanía con mi hijo, fueron el disparador de una relación que nos une mucho más desde ese viaje. Hola mi nombre es Raquel tengo 42 años y vivo con mi marido y un hijo de 22 años, Yago, mi único hijo. No quiero aburrirlos contando parte de mi vida, me quiero centrar en lo que pasó hace dos años con Yago “Haciendo un parchís con mamá” y sus consecuencias posteriores. Mi marido es socio con su amigo de toda la vida de una importante empresa textil, él es casi diez años mayor que yo, nuestra relación se fue apagando en los últimos tres años con la aparición de Yago en mi parcela íntima tras aquella partida de parchís tan interesante. Yo en la empresa tengo casi el puesto más alto, mi marido y su socio son los presidentes de honor, pero tal vez cansados me delegaron sus principales responsabilidades de la empresa en mí y la gestión interna de RRHH a Maritza, la esposa del socio de mi esposo. Como Directora General mi palabra sobre decisiones en la producción están casi por sobre las de la Dirección. Al ser mujer y tener tal responsabilidad no me hace una persona muy amigable, pero me apoya en todo Maritza formando un tándem muy equilibrado, haciendo que el rumbo a seguir sea firme dado que la empresa tiene demasiados encargados hombres.

Mi esposo se pasaba casi todo el año viajando y su socio en otras tareas más bucólicas que las de asistir al negocio, ambos disfrutando de sus millones. Yo mientras tanto dividía mi vida entre la empresa y mi casa. Mi hijo había terminado sus estudios secundarios el año pasado y lo hice entrar a la empresa como asesor mío, una especie de persona de confianza, aunque mi marido se negaba, yo decidí que eso era lo mejor para la empresa, de igual manera que su novia Sonia, hija de Maritza. Cuatro personas bien compaginadas con sus obligaciones perfectamente parceladas y complementadas. ¡Lo que hacía prescindibles a los maridos! Estábamos por lanzar una gran producción de medias de lycra, una línea completa que exportaríamos a varios países. Decidimos como empresa asociarnos con una firma China, en una ciudad muy cercana a Shanghái, con un nombre casi impronunciable. Era una inversión de varios millones de euros, que necesitaba un seguimiento de mi parte muy cercana y tomar decisiones sobre calidad y producción en la que yo estaba especializada. Le comenté a mi esposo que tenía intenciones de ir a China a negociar y me alentó a hacerlo, que sería lo mejor para la empresa, pero él no estaba interesado en ir conmigo, que China le aburría y peor si tenía que ir por negocios. Me aconsejó que me llevase a Yago o a quien yo quisiera… confiaba en mis decisiones. Sería un viaje largo pero una estadía de sólo una semana o a lo sumo dos. Podía ir sola y conseguir un traductor en China para comunicarme, pero no era seguro en este negocio, tendría que ser alguien de confianza. Mi hijo fue a una escuela privada donde enseñaban varios idiomas, entre ellos mandarín, él no quería pero mi enérgica tozudez le obligó a ir. Que mejor idea que me acompañe mi hijo, ya formaba parte de la empresa y era la persona en la que más confiaba. Al otro día le comentaría mi idea. Al día siguiente en el desayuno antes de ir a la empresa le comento a mi hijo la propuesta….

-“Yago tengo que ir a China para tratar de producir la nueva línea y asociarme con unos chinos, me quieres acompañar, van a ser unos pocos días”.

-“Si, como no, es parte de mi trabajo”.

-“Gracias, vas a tener que practicar algo de chino, nos vamos a divertir”.

-“No hay problema no es están difícil”.

-“Madre mía hijo, espero que entiendas sino vamos a estar perdidos”.

-“No te preocupes”.

Ya tenía todo planeado, saldríamos en tres días hacia Shanghái donde nos encontraríamos con Yuan Wang, lo contacté por correo varias veces en inglés y aunque, muchas veces la conversación se hizo incomprensible, serían cosas que solucionaríamos cuando nos juntásemos, eso pensaba, yo estaba acostumbrada a negociar con varias personas en todo el mundo y el idioma nunca fue una barrera. Mi hijo sería la mejor garantía de poder comunicarnos sin problema, aunque no era un experto en mandarín, con ayuda del inglés sería sencillo. Por las conversaciones que mantuve con Yuan, él me esperaría en el aeropuerto o algún empleado e iríamos a su empresa donde mantendríamos una reunión. Para acelerar el trámite decido ir vestida como estoy casi todo los días en la empresa, de un traje amarillo de ejecutiva y una falda corta, sólo unos centímetros por arriba de las rodillas. Llevaría puesta una de las medias de la nueva línea que pensaba producir en sociedad con Yuan. Quería deslumbrarlos con mi sola presencia, sería el márquetin de la empresa para vender un producto. En realidad yo conozco mi cuerpo y se lo que provoca en otras personas, especialmente en hombres. A la edad de mi hijo participe en varios concursos de belleza y hasta llegué a ser la reina de las fiestas…

Entonces fue cuando me conoció mi marido, ya hace casi veinte años. Soy relativamente alta 1,68 metros, de pelo castaño-rubio, tez bronceada y ojos marrones. Me presenté en el aeropuerto vestida como una ejecutiva acompañada con mi hijo. Sabía que serían varias horas de viaje en avión, un vuelo directo de 12 horas, pero iríamos cómodos en clase ejecutiva hasta Shanghái por lo que pensaba que no sería tan grave. A medio viaje me manda un mensaje de texto Yuan, donde me dice que nos esperaría un chofer con un cartel que diría Raquel-Yago y él nos llevaría hasta su empresa ubicada en Jiading, un distrito dentro de la ciudad. Yo pensaba que el viaje no me iba a afectar tanto, realmente era agotador, mi vestimenta no me ayudaba. No pensé que las pantimedias que llevaba serían tan molestas, tantas horas de vuelo hacían que estuviese toda sudada…, me sentía húmeda en la entrepierna. Mientras mi hijo dormía, yo no sabía cómo estar sentada, me levantaba e iba al baño, caminaba por el avión pero volvía a transpirada en mi cómodo asiento. Por fin llegamos al aeropuerto de Shanghái, fuimos a la zona de equipaje y allí surgió el primer problema, nuestras valijas se habían extraviado. Llevábamos lo justo y necesario, pero también un muestrario con la línea nueva de media que quería mostrar en persona. Hicimos los trámites en aduana y fuimos en busca de Wang o su emisario.

Tras varias horas de discusiones nos dieron un número de contacto para preguntar sobre el equipaje, nos dijeron que sería lo antes posible. En esos largos pasillos llenos de gente divisamos el cartel que prometió Wang, fuimos hacia él. Cuando nos acercamos, claramente no era Wang el del cartel, trate de comunicarme en inglés, pero me fue imposible hacerme entender, entonces recurrí a las habilidades de mi hijo con el mandarín. Mi hijo le dijo algo como “ni hao” y el chino sólo agachaba la cabeza y repetía “xié–xié”, parecía que no entendía nada, pero nos indicaba con sus manos que lo sigamos. No nos quedaba otra cosa que hacer caso y seguirlo. Salimos afuera del aeropuerto y nos guía hacia una pequeña furgoneta, muy despintada, y nos indicaba que nos llevaría con Wang. Yo tenía conmigo el equipaje de mano, una especie de maletín de cuero con papeles y un portátil. La elevada temperatura de fuera era infernal, era como golpear contra una barrera, fue la sensación que sentí cuando estaba por subir al vehículo. Subimos y nos comentó algo, que Yago no comprendió…

-“¿Qué dijo?”

-“No es mandarín, no entiendo nada, es un dialecto muy diferente”.

-“Espero que cuando lleguemos Wang pueda entendernos, creo que habla inglés”.

El calor era insoportable en el monovolumen, no tenía aire acondicionado, yo estaba empapada en sudor, sentía el sudor caer por mi espalda y deslizarse por la raja de mi culo. De los majestuosos edificios cercanos al aeropuerto pasamos edificios más bajos y antiguos. Lo que no menguaba era la cantidad de personas que había por las calles, una marea humana. Mis pantys, que a su vez eran mi única muestra, estaban empapadas. Ya llevábamos como una hora de viaje hasta Jiading y no soportaba más estar sentada, yo iba en el asiento trasero, y me aliviaba abriendo las piernas para que entre un poco de aire o poniéndome de costado, el ardor que tenía en el ano era insoportable, me picaba y no podía rascarme, sólo tuve oportunidad en el baño del avión, era una molestia espantosa. Llegamos a la empresa de Wang, yo imaginaba que era como a las que estaba acostumbrada en mi país, pero no, no tenía las dimensiones que pensaba o por lo menos por la producción que me garantizaba cuando conversábamos por mail. Pero ya estábamos ahí a miles de kilómetros de casa y tendría que cerrar un trato o por lo menos intentarlo.

Por fin sale a nuestro encuentro Wang, lo reconocí enseguida por la ropa que llevaba puesta, era la misma que vi en una foto que me mando por mail. A un costado suyo se encontraba una niña casi adolecente, supuse que sería la hija. Nos arrimamos y le estrecho la mano a Wang. Él también lo hace y agacha su cabeza con una reverencia, una actitud de cortesía, yo le respondo de la misma forma. Le estrecha la mano a mi hijo con la misma educación. Mi hijo lo saluda en mandarín, Wang responde con otra reverencia pero en este caso contesta la niña…. Hello. Yo le respondo a la niña y ella le traduce al que parece ser el padre. Mi hijo trata de entablar un dialogo con Wang, pero le fue imposible, no hablaba mandarín, la interprete sería la niña. Ella hablaba un inglés muy básico, nos dijo que se llamaba Li y nos confirmó que era su hija. Ahí me di cuenta que la conversación que tuve con el padre fue con ayuda de Li. Pensé que el negocio estaba perdido, pero ya estábamos en el baile.

Entramos a la empresa y nos recibieron sus empleados con reverencias y alistados en el pasillo de entrada, quedamos sorprendidos por la amabilidad y educación. Li nos mostraba el camino y caminábamos junto al padre, luego entramos a lo que era la zona de producción. El lugar, cantidad de telares y la gran cantidad de empleados que tenía me indicaba que estaban en condiciones de cumplir con una gran producción. Lo que vi me hizo cambiar la primera imagen, pero no estaba acostumbrada a ver ese tipo de condiciones de trabajo, era de varias décadas atrás, pero parecía que la eficiencia y especialmente la cantidad y precio cumpliría con mis expectativas. Tras el recorrido fuimos a una especie de sala de reuniones donde nos encontramos con otros socios o directivos y comenzamos las negociaciones con Li de intérprete. Fueron tres horas de mostrar fotos y catálogos, ya que las muestras quedaron en la valija del aeropuerto. No sé si será una costumbre en China pero trajeron comida a la sala y nos ofrecieron una variedad de cosas que realmente desconocía….

Eso sí, muy picantes, casi incomibles para mis gustos, pero sería una descortesía si no lo comía y así lo hice. Tras una extensa y extenuante jornada de trabajo, terminamos como a las cinco de la tarde, Wang nos dijo, siempre por medio de Li, que ella nos acompañaría a un hotel donde nos hospedaríamos, sólo a unas pocas manzanas de la empresa. Salimos y nos saludaron nuevamente todos los empleados con amabilidad, me miraban como si fuera una muñeca Barbie, puede ser por mi altura, les llevaba como una cabeza de alto a todos. Afuera el calor era insoportable, yo no aguantaba más la ropa, pero no me quedaba otra, esperábamos tener novedades de las valijas cuando lleguemos al hotel. Caminamos una manzana de edificios, cuando de repente me agarraron ganas de ir al baño, fueron muchas horas de viaje, el calor y especialmente la comida que desencadenaron esta desesperación. Pensaba que podía llegar al hotel pero sentía que mi esfínter No. Le digo a mi hijo que tenía muchas ganas de ir al baño, la miro a Li y en ingles le trato de transmitir mi apuro en encontrar un baño. Li, con toda naturalidad me señala un baño público cerca de la esquina, los dibujos en la esquina era inconfundibles.

Me dirijo con prisa y dejo atrás a Li y a mi hijo. El aspecto exterior del baño no era muy alentador en cuanto a la limpieza, pero en esas circunstancias era como llegar al edén. Abrí la puerta con el dibujo de una mujer y entré, por suerte el baño estaba vacío, a simple vista me di cuenta que la intimidad para los chinos no era importante, había ocho letrinas de cerámica, agujeros en el piso, alineadas en una fila frente a una pileta larga donde las canillas perdían agua. Una vista deprimente para mis costumbres europeas, pero eso me apuro con el trámite…. Salgo del baño público, afuera me espera mi hijo junto a Li. Caminamos dos manzanas más, era impresionante y agobiante la cantidad de gente que había en la calle. Llegamos a las puertas de un hotel, un edificio no muy moderno, una estructura de los años ochenta, pero parecía cuidado. Entramos a la recepción y Li fue a conversar con el conserje, habló un rato, mi hijo no entendía ni una palabra de lo que decían. Luego Li se arrima a nosotros y nos comenta que ella volvería a la empresa y que el conserje nos indicaría muestra habitación. En caso de necesitar hablar con ella nos dejó un número para comunicarse, igual nos comentó que el conserje hablaba algo de inglés. Subimos por un pequeño ascensor al 7º piso, él nos acompañaba. Llegamos a la habitación 7B y nos da las llaves. Era muy difícil comunicarse pero en este caso no era tan necesario, no necesitábamos explicarle que no éramos pareja y que él que me acompañaba era mi hijo. Al entrar a la habitación sólo había una cama de matrimonio, no era muy lujoso, pero por lo menos tenía un baño dentro de la habitación. La verdad, como pueden imaginar no me molestaba estar en una habitación con mi hijo, supongo que Wang pensaba que era mi pareja por eso la decisión de una sola habitación…

-“Yago me quiero dar una ducha y después acostarme”.

-“No hay problema, después voy yo. Mientras llamo al aeropuerto para saber si hay novedades de las maletas”.

Por fin pude quitarme la ropa que llevaba puesta todo el día, las medias me molestaron durante todo el viaje, el tanga no podía estar más húmedo, prácticamente estaba empapado. Siento el agua correr por mi cuerpo, era un alivio, la mejor ducha de mi vida, mis dedos acarician mi ano y el sopor se diluye en profundidad a placer, después me enfrento al onanismo de adular el clítoris con fuerza… tengo un orgasmo muy fuerte. Por fin estoy relajada y limpia. Aprovecho para lavar mi ropa interior y la dejo colgada sobre un soporte de toallas. Todavía me arde el culo, me lo miro en el espejo y el ano y su contorno estaba colorado por la fricción de las medias. No tenía ninguna crema para mitigar el ardor, me seco bien esperando a que calme. Después de unos cuarenta minutos, salgo del baño vestida con una bata blanca de algodón con el logo del hotel y la cabeza envuelta con una tolla. Mi hijo estaba acostado sobre la cama medio dormido, todavía se tenía que duchar.

-“Yago, cariño ¿pudiste hablar al aeropuerto… que te dijeron?”

-“Sí, me comuniqué con ellos…, me dijeron que para mañana al mediodía nos mandan las maletas”.

-“Bueno dúchate que yo me acuesto”.

Yago se fue a duchar y yo por fin me acuesto, íbamos a compartir la misma cama como aquellos cuatro días locos después del strip-parchís…yo lo veía como algo natural y pensaba que para él sería lo mismo. Hacía calor, aunque la habitación estaba acondicionada, no me quedaba otra cosa que dormir con la bata de baño del hotel, no llevaba puesto nada debajo. Después del rato sale Yago del baño.

-“También he lavado mis calzoncillos, estaban todos sudados”. Mientras me decía esto se acostaba y se reía.

-“Sí, hace mucho calor, ha sido un día insoportable. No aguantaba la picazón”.

-“¿Qué te picaba…?”

-“¿No te vas a reír?”

-“Noooo”.

-“Me picaba todo el día el culo, cuando me hablaba Wang o su hija, era insoportable, casi no podía escuchar lo que me decían. Tantas horas de viaje y el calor, se me irritó todo y no tengo ninguna pomada para ponerme”.

-“Joder mamá…. ¿Pero te sigue picando?”

-“No, ahora lo tengo un poco irritado, espero que mañana traigan las maletas y me pongo ropa de algodón”.

-“Porque no se la pides a Li o que te lleve a alguna farmacia”.

-“Puede ser, mañana se lo digo y me acompañas, no sé cómo le voy a explicar, espero que me entienda y tú no te rías”.

-“Bueno, vamos por mañana temprano con Li, que ella debe conocer cómo arreglarlo”.

Por el cansancio nos dormimos enseguida, a la mañana me despierto, voy al baño y me cambio, mi ropa interior todavía estaba húmeda, así que no me la pongo. Salimos vestidos como el día anterior pero yo sin nada abajo. Llamamos a Li por teléfono y nos encontramos fuera del hotel. Cuando nos encontramos con Li, primero empiezo yo a explicarle que tenía un problema y necesitaba ir a una farmacia, pero Li no entiende. Mi hijo al ver que con ingles no nos entendemos, hace la prueba en mandarín, pero era inútil, entonces se le ocurre hacerle gestos con la mano que le picaba el culo, era una situación muy rara en el medio de la calle, Li se reía y después nos empezamos a reír los tres. Por fin después de la actuación de mi hijo Li, logra entender que necesitábamos una farmacia, entonces me toma de la mano y me arrastra a una. Caminamos sólo una manzana y casi en la esquina de la angosta calle había un local que aparentaba una farmacia, entramos y Li se acerca a una señora y le dice algo. Era una mujer mayor, no podría decir de qué edad, pero veterana. Estaba rodeada de una infinidad de cajones de madera sin ningún tipo de inscripción, pero por el fuerte olor a hierbas, supongo que era una farmacia tradicional china. La señora sólo se comunicaba con Li, me mira y me indica con un gesto con la mano que la acompañe.

-“Yo me quedo afuera”, dijo mi hijo.

-“Está bien”.

Yago comienza a dar unos pasos rumbo a la calle, entonces la señora lo mira y le hace el mismo gesto que a mí, para que lo acompañe, mientras dice algo incomprensible. La miro a Li y le pregunto, para que era y me contesta en su particular inglés, que era para enseñar.

-“¿Voy?” Pregunta mi hijo.

-“Bueno, acompáñame, será alguna mezcla de hierbas que te quiere enseñar”.

La señora mientras tanto toma de tres o cuatro cajones diferentes hierbas y las pone en un papel, luego caminamos unos metros y cruzamos una cortina hecha con trozos unidos de bambú, que separaba el local de un pequeño cuarto, Li se queda en el negocio esperando. Entramos y sabíamos que no podíamos entender nada más de lo que podía decir, éramos espectadores. En el cuarto había una mesa de madera muy vieja y un mortero de mármol donde pone las hiervas y las comienza a moler con varios golpes. Los gestos que hacía apuntaban a mi hijo, era como que le indicaba como tenía que hacerlo. Luego toma un líquido espeso de una botella y tira dos o tres chorros adentro del mortero, la mezcla desprendía un olor agradable como a menta. Yo hasta ese momento pensaba que estaba preparando algún tipo de infusión pero no. Cuando termina me pide que me acerque, le hago caso y me arrimo, en ese momento comienza hablar como dando indicaciones, me toma de la cintura y me trata de girar. Yo me resisto y ella habla más rápido y levanta el tono de voz. Tengo que ceder a su petición y quedo de espalda, fue entonces cuando todo sucedió en un segundo, toma la falda amarilla de los lados y me la levanta hasta la cintura, quedó sorprendida y desnuda, yo no podía ver a mi hijo pero sabía que estaba mirando. Con una mano empuja mi espalda y me inclina, siento que toma mi culo con las dos manos y me separa los glúteos con firmeza.

Yo ya estaba entregada, ya no pensaba más en lo que estaba pasando. La señora arrima su cara y sopla varias veces sobre mi ano, luego toma el ungüento que había preparado y siento como con un dedo empieza a esparcirlo en mi agrandado agujero. Siento frío y un alivio instantáneo mientras pasa la mano de arriba para abajo. Seguía hablando, mientras abría mis nalgas, parecía que le explicaba a mi hijo como tenía que hacer. Termina y me baja la falda, me doy vuelta y veo a mi hijo con una cara de risa de medio lado, no me podía mirar a los ojos o se reía después de ver mi irritado ano. Salimos del cuarto y envuelve en unos papeles color madera una mezcla de hierbas y una botella con el líquido extraño, se la entrega a Yago. Le quiero pagar pero Li nos dice que lo pagan ellos. Volvimos en silencio al hotel, Li volvió a la empresa. En el ascensor rompo el silencio, lo miro preocupada y le digo.

-“Perdón hijo, no sabía que te iba hacer pasar por esto. Pensaba que me iba a dar algo para tomar, perdona”.

-“Está bien Mamá, yo no quise estar ahí, pero la vieja quiso que me quedara…habrá pensado que era tu pareja. Además tampoco es la primera vez que te veo el culo…tu precioso culo”.

-“No es tu culpa, es culpa mía. No tenías por qué haberme visto en tal situación… ¡No tendría que haberla dejado!”

El ascensor se detiene y sube un chino, volvimos al ensordecedor silencio. Bajamos en el séptimo piso donde estaba nuestra habitación, entramos y me siento en la cama para seguir la conversación. Yo sabía que Yago tendría en la cabeza mi agujero, y tal vez mi chumino que tanto placer le ha dado…

-“¿Se te pasó la picazón?”

-“Sí, la verdad, me sirvió, por lo menos no siento más esa irritación insoportable, no sé si será magia pero fue un alivio, era muy incómodo. Espero que no me haga falta ponerme de nuevo”.

-“Pero dijo tres veces por día”.

-“¿Pero cómo lo sabes?”

-“Mientras me explicaba cómo poner el ungüento me mostraba con la mano tres dedos y en mandarín dijo “día”.

-“¿pensaba que no le entendías nada?”

-“Casi nada, sólo decía algunas palabras”.

-“Pero no Yago, no quiero hacerte pasar por eso, ni loca”.

-“Entiendo que no quieras hacerme pasar por ese trance… pero yo lo haría encantado… no es la primera vez que hurgaría en tu culo”.

-“No Yago, no es eso, como no voy a querer que me toques, pero es por tu… vamos que no quiero que me tengas que tocar ahí en ese estado… no es culpa tuya mi irritación. Me baño y seguro se me pasa”.

-“Como quieras, pero para mí no es ningún problema… no te quiero obligar a nada. Bueno voy a llamar por las maletas”.

-“Ok”

Sus palabras y su predisposición para “ayudarme” ronda mi cabeza mientras me ducho, la idea me excitaba muchísimo, no paro de masturbarme en la ducha, en ese momento de calentura se me ocurre una idea. Termino de ducharme y me hijo me dice que ya tenían las maletas en el aeropuerto y que teníamos que pasar, que no las podían mandar al hotel porque había que firmar unos papeles. Mi ropa interior ya se había secado pero no me la pongo, sólo mi traje amarillo como todo el día. Llamamos a Wang y nos mandó el mismo transporte que nos trajo del aeropuerto. En el viaje comienzo con la idea que se me ocurrió en el baño, ya prácticamente ya no tenía irritado mi anillo, pero eso sólo lo sabía yo. Íbamos sentados en la parte trasera del vehículo con la ventanilla abierta por el calor, me arrimo a mi hijo y le susurro.

-“Lo sigo teniendo irritado cariño, me es un poco incómodo”.

-“No hace falta que hables bajo, él no entiende nada”.

-“Ya sé, pero me da vergüenza”.

-“Cuando volvamos del aeropuerto llamamos a Li y volvemos a la farmacia”.

-“No, no quiero. Prefiero aguantarme a pasar de nuevo por las manos de esa china…”.

-“Bueno, como quieras pero ya sabes que si quieres te puedo ayudar, la señora me enseñó cómo hacerlo”.

No le contesté nada a Yago, pero la idea era pedirle que lo haga cuando lleguemos al hotel, no podía esperar el momento de terminar con el trámite de las maletas. Regresamos al hotel después de dos horas con las cuatro maletas, dos en las que llevaba las muestras para Wang, subimos al ascensor y empiezo con mi actuación. Cada uno llevaba una maleta en cada mano, me apoyo en el fondo del ascensor y dejo las maletas en el piso, Yago estaba junto a la puerta y me daba la espalda, aprovecho para levantarme la falda y empezar a frotarme la raja del culo, haciendo notar mi alivio, para que se dé vuelta.

-“¡Uffff!, no aguantaba más”,dije esto en voz alta para que escuche y cause el efecto deseado, se gira instantáneamente y me ve como tengo la mano derecha detrás metida en mi culo. Se empieza a reír mientras me mira frotándome, creo que no podía disimular su alegría. Llegamos al séptimo piso y entramos a la habitación.

-“Veo que aún sigue irritado… ¡¿Quieres que llamé a Li?!”

-“No, ya te lo dije”.

-“Bueno, entonces te paso el ungüento”.

-“Pero ya te expliqué Yago, que no quiero que pases por eso…”.

Termino de decir eso y me sorprende, toma mi mano derecha, la que he usado para frotarme el culo y se la lleva a su boca, mete mis cuatros dedos dentro y los chupa. –“Ves como no me importa… ¡¿Aun no sabes lo que pone tu sabor a hembra…?!”

Me vino de golpe una sonrisa en la cara, no podía disimular mi cara de felicidad, fue una verdadera sorpresa su actitud y una llave para continuar con el juego de seducción.

-“Bueno nene, me ha quedado claro, entonces busca las hierbas con el mejunje que te dio la vieja y prepara el ungüento ¡Lo dejo todo en tus manos!”

Sale apurado al baño con los ingredientes, yo mientras tanto lo espero sentada en la cama… muy excitada con grandes expectativas…. Si el día del parchís llevaba cinco meses sin probar el rabo de mi marido, ahora llevaba tres semanas más sin un mal polvo de su parte, menos mal que mi hijo comenzaba a quitarles las telarañas a mi coño. Un rato más tarde vuelve con un recipiente que encontró en el baño, donde prepara la mezcla. Yo me paro y quedo frente a él.

–“¿Listo?”Después de ese momento nos dominó el silencio, supongo que los nervios y la excitación no nos dejaban hablar, el murmuro de las otras habitaciones nos inundaba, era como una música de fondo que daba marco a nuestro secreto. Me quito la falda, quedando totalmente desnuda frente a mi hijo, me subo a la cama y me pongo a cuatro patas sobre esta. Dejo el culo en sus manos y su mirada. La luz que entraba por la ventana iluminaba a modo de quirófano la habitación, quedo mirando la pared enfrentada a la ventana y siento que mi hijo se sienta a mirar de cerca el espectáculo del ano y chocho de su madre desde atrás.

Como hizo la señora, toma con las dos manos mis nalgas y las separa, luego empieza a soplar sobre mi botoncito…, el solo aire de su soplido me excitaba. El olor a menta inundaba la habitación, cuando termina con el soplido comienza a pasar el ungüento sobre mi ano, lo acariciaba con lentitud, sus yemas se trababan en cada pliegue, su dedo copiaba la forma y apenas se hundía en el agujero copiando su perímetro, yo sabía que estaba cerrado…tengo una ano muy apretado. Mi respiración se acelera, casi se podía escuchar como un gemido, pasan unos segundos impregnando mi culo en ese exquisito manoseo y se detiene de golpe. De repente siento sus calientes manos sobre mis nalgas, pero esta vez con la presión de su cuerpo.

-“Perdona Mamá, perdona pero ya no aguanto más”.

Apenas termina de decir esto, siento el empuje de algo caliente sobre mi coñito…, era la cabeza de su gran cipote, no me dejó pensar o no lo podía hacer, de repente con muy poco esfuerzo noto entrar en mi cuerpo su bálano… suelto un fuerte gemido casi grito, pero esto no lo detiene. Una continua suplica sin entusiasmo ni convicción no lo interrumpe, sólo aumenta su incursión recia en suaves embestidas haciéndome zampar todo el tallo de casi 21 cm de pollón que mi nene tiene para satisfacer a su necesitada madre. En ese momento el dolor de apertura de mi abandonado coño, se convierte en placer a notar como me va apartando las paredes, ensanchando mis carnes que se acomodan lo más rápido posible a una verga descomunal que ha crecido desde la última vez, y le pido rogando…

-“¡Vamos hijo mío! ¡Bien al fondo nene! ¡Bien al fondo de tu madre! Por favor cariño, no te imaginas lo que necesitaba esto…”

Logro un resultado inmediato exacerbándome todo el cuerpo, no podía ver su miembro pero notaba como me ensanchaba de lo enorme que es… ¡Parecía que no acaba nunca de entrar! Sus rítmicos bailoteos me hacían escurrir la vagina copiosamente, estaba explotando de gozo y chorreando jugos sin parar que le resbalaban a mi hijo por sus descomunales huevos colgantes. Alargo mi mano entre mis piernas y le agarro los cojones que en su balanceo me aporrean el coño justo en el clítoris… con decisión me pongo a sobárselos a la vez que me cercioro de lo humectados que se los estoy poniendo al semental. Después de unos largos minutos de sacudidas interminables, saca el miembro de una atacada, y de lo ajustada de la boca de mi conejo a su perímetro, parecía que había descorchado una botella de champán. Con las mismas me la da vuelta tomándome por mi espalda y ahí me doy cuenta de su verdadero tamaño… enorme, de cabeza gigante, un glande tipo casco alemán con un borde muy alado y de aspecto morado brillante, que se acerca a mi boca…. Abro lo más grande que puedo y de una me la trago entera. La cabeza se entiende, porque los más de 20 cm de verga me van a ser difíciles de tragar.

Empieza con el mismo rítmico de bailoteo en mi boca, pero pronto la extrae y mirándome a los ojos sin necesidad de guiar su bálano, guía su polla a la bocana de coño entrando a saco partiéndolo en dos. Me hallaba cachonda perdida mientras me besaba el cuello, bajó a mis tetas y comenzó a besarlas, a comerse mis pezones como un loco, succionaba de ellos, lamia todos mis ubres, sin dejar de meterme media polla en total complacencia… así siguió, yo estaba a mil, pero quería más. Él se curvó a modo de hacer flexiones y me mostró como me follaba…, le dije…

-“¡Mira mi vida como tengo la pepita!”.Abrí más mis piernas, lo tome de la cabeza. “Bésame aquí amor”.

Con mi otra mano mostré mi clítoris, empezó a lamer mi clítoris, solo gemía de placer, eso lo encendió más, cuando con mis dedos levanto el capuchón y le muestro mi clítoris como un espigón duro. La vuelve a sacar de mis entrañas lanzándose a comerse mi clítoris como loco, yo lo sentía riquísimo, porque lamía y chupaba con sus labios la pepita enardecida. Al cabo cinco minutos me viene un orgasmo de órdago y le retengo la cabeza con fuerza contra mi coño con ambas manos…

y seguía metiendo su lengua en mi conducto alternándolo con lengüetazos a mi pepita… YO ya no podía esperar más, tenía esa polla a mi entera disposición, pero la deseaba más que nunca dentro de mi útero, tan solo de pensarlo sentí que estaba a punto de tener otro orgasmo y no pude parar, solo pegue un grito de placer. El falo de mi hijo se mostraba impresionante… enorme, muy firme, rígido como nunca lo recordaba y con una venas gruesas hinchadas. Me despatarré y le indiqué el camino por donde follarme a saco…, no lo pensó mucho y me la dejo ir toda hasta los mismos huevos… no paró. Solo exclame un ¡¡DIOS MÍO!! Otra vez empezó a bombear como loco, estaba poseído, allí me tenía con las piernas bien abiertas recibiendo ese badajo duro y caliente como el fierro. Siguió follándome más y más en esa postura frente a frente donde le mostraba mis tetas como dos campanas tocando a arrebato moviéndose alocadamente. Él me empujaba contundente mientras yo solo gozaba de tener semejante pollón bien adentro…, no paraba, me daba con una fuerza endiablada, yo estaba totalmente entregada, mojada, en eso aumentó el ritmo, un cadencia que después de veinte minutos jodiendo solo era el aviso de lo esperado… 

-“¡¿Te gusta mamá, te está gustando como te folla tu hijo…?!” Yo solo contestaba…

-“Sí mi niño, ¡¡Sigue dame más!! ¡¡Llena a tu madre de leche…HOY SÍ ME VAS A PREÑAR!!”

Sentía que ese macho me iba desbaratar a pollazos, empujaba con mucha fuerza y sin parar al extremo de reventarme el coño. Se escuchaba el sonido de su pelvis chocar contra mí, y sus grandes testículos abofeteando mi culo una y otra vez… ese sí que era el masaje perfecto para calmar mi irritación anal. En eso me encontraba en una nube aislada del mundo con mi hijo follándome a todo galope, al que notaba la acentuación de su cadencia. Yo estaba por tener un segundo orgasmo, cuando de repente me dijo…

-“¡Mamá te voy a dejar bien llena del semen de tu hijo!! ¡Aguanta la corrida de tu hijo… ahí va señora!!”

Entonces, en un alarde de intromisión soltado un gemido de verraco, me penetró con mucha fuerza a fondo y allí se quedó haciendo presión con todas sus pelotas pegadas a mi vulva, porque no podían entrar en mi coño, como queriendo correrse bien adentro, lo cual logro. En eso me encendió más en el momento que empecé a sentir los chorros de lefa caliente dentro de mí, no pude más, tuve mi segundo orgasmo con el segundo y tercer chorretón de leche espesa de la que me tenía acostumbrada, fue un gemido intenso y prolongado largando esperma sin parar, probablemente hasta siete u ocho convulsiones de su polla sentí en mi coño, aquella verga tiesa, gorda y engrandecida que me palpitaba entre mis paredes vaginales. ¡Ese condenado me bombeo una buena cantidad de semen, muy caliente dentro de mí! Nos quedamos abrazados un corto lapso de tiempo de no más de un minuto, yo no quería que se despegara, quería todo ese néctar caliente en el acceso de mis trompas de Falopio…, deseaba no se marchara nunca la sensación de su polla dilatando mi útero escupiendo leche en las paredes de mi vagina tan desesperada como ansiosa de tener alojado dentro de mí  a un macho como mi hijo.

Cuando la sacó, aun le templaban las piernas y yo tenía la garganta seca de la extrema hiperventilación de mi excitación orgásmica. Le pasé la lengua por la aún inhiesta verga de Yago saboreando el aroma a puro macho. Yo estaba con ganas de volver a tener ese badajo tremendo dentro de mí…quería que me hiciera suya nuevamente, se marcaban mis grandes mis pozones a punto de reventar, mis piernas se veían hermosas, pero mis nalgas estaban súper marcadas. Tocó la puerta de mi coñito y le  abrí mis piernas, mostrando lo que sería suyo otra vez…

-“¡Pasa hijo dentro de mamá!”, le dije.

En eso siento como me agarra por detrás y empezó a pegarme su estoque ¡Dios podía sentirlo todo! Me mordía el cuello, me apretaba las tetas… solo decía

-“¡Qué ricas tetas tiene usted señora!”, solo me limite a decir… 

-“¡De sobra sabrás que son tuyas para siempre cariño!!

A sus 22 años no podía controlarse, disfruté otra vez de su verga empalmada como un poste de luz, totalmente erecto, firme, caliente como un fierro incandescente, en eso empezó a besarme ido de lujuria…, como yo.

Mordía mi cuello, mis mamas, fue bajando hasta llegar a mi clítoris, pude sentir su lengua húmeda y caliente empezando a besar mi pepita súper dura, mojada, caliente y sedienta de ser tomada por ese mocoso, en eso me fui girando hasta quedar en posición de 69, le dije…

-“¡Hoy aprenderás cosas diferentes de la putita de tu madre, mi amor!

Me metí poco a poco casi 16 cm de los 21 a la boca llegando al galillo y profundizando finalmente en mi garganta profunda, casi me ahogo cuando la saqué con un reguero de saliva espesa…, le devoré con todo, lo lamia de arriba abajo, lo ensalive al completo mamando sin parar la parte liberada de su prepucio ¡Es una polla preciosa con fuerte sabor a macho! Su aroma a testosterona lo impregnaba todo. En eso bajé a besar sus testículos, sus hermosas e incasables fábricas de leche, ¡Los hice míos! Besé todo el escroto contenedor de ese par de bolas tan sabrosas… las succionaba una a una jugando dentro de mi boca con ellas, pude sentir su excitación ya que él no dejaba de darme lengüetazos en mi clítoris y de mamármelo sin parar sacándome esténtores electrificantes que me convulsionaban en algo cercano a un orgasmo… ¡Y mi vagina se hallaba súper excitada expeliendo jugos sin cesar! En eso empecé a besar sus nalgas, poco a poco fui metiendo mi lengua viva y húmeda dentro de ellas, hasta llegar a su orificio practicándole un beso negro sin pudor…, al inicio intento apretar pero mi lengua ya lo había tocado y lo lamia como loca, el dejo de resistirse, aflojo. Mis lamidas se extendían desde su ano a sus cojones pasando por el perineo…

-“¡Eres mío hijo! No te resistas porque pienso comerte entero…”  

Así seguí lamiendo su ano, sus tremendos huevos y volver de nuevo a zamparme su pollón. Él no era menos y al presionar con mi lengua, podía sentir su excitación que le animaba a hacerme lo mismo… ¡Ufff en ese momento nos pusimos a mil! Estábamos como locos en un 69 con nuestras lenguas jugando en nuestros sexos… yo estaba súper caliente y el también…

-“¡¿Me vas a dar tu coño otra vez, mamá?!”

-“Eso no se pregunta hijo, ¿acaso te lo puedo negar a estas alturas…?” En eso se detuvo, animándolo… ¡Métemela hijo! ¡Folla a tu pobre madre que falta le hace!”

Sentí como colocó su vergazo entre mis labios vaginales buscando la entrada, le fue fácil porque ya se encontraba bastante horadada…. Empezó a empujar y en nada, de repente entró la cabeza, yo pegué un gemido leve, eran 21 cm de tranca los que me esperaban detrás entrando a saco de un solo envión, no es fácil tragárselos, pero gracias a su experiencia, a la lubricación y la ingente cantidad de esperma acumulado en mi vagina, todo se enterró expeditamente… el muy cabrón sabía cómo combinar el contorneo y el empujón hasta que la sepultó toda. Sentí de nuevo el gozo más grande que jamás sentido, me súper abrió por dentro expandiéndome con su bálano a modo de ariete. En esta ocasión pensé que me iba a romper el coño llegando hasta el estómago de lo duro del envite, pero era más la excitación de tener ese macho dándome por el coño. Inconfesablemente arremetía chasqueando sus huevos en mi conejo hambriento, y propio de su edad empezó a meter y sacar con afán brioso. A esa altura ya no existía el dolor, mi coñito se hallaba completamente acomodado siendo el molde perfecto a su falo… el placer era indescriptible, yo no gemía de placer gritaba de delectación y gusto, estaba como poseída, solo quería más, le empecé a decir a mi hijo sin el menor pudor

-“¡¡Así, así se folla a tu madre!! ¡Joder nene rómpeme el coño, rómpelo sin lastima ni compasión, cariño!”

A él eso le encendió, y podía sentir como lo metía con fuerza, rebotaba su pelvis con mis nalgas, y sus pelotas en mi coño…. Fue tanta la excitación que llego el primer orgasmo, me corrí a chorros, pero el semental no paraba…

-“¡Sigue dándome fuerte! ¡¡A ver si eres tan cabrón que logras preñar a tu madre…!!” Le espeté “¡¿No piensas llenarme de nuevo?! A que estás esperando ¡Fóllame fuerte y córrete dentro de mí!” Dije.

Me agarraba de las tetas a modo de riendas y me atraía hacia él incrustándome todo el tronco hasta la raíz aporreándome con sus huevos una y otra vez. Me estaba llevando a la locura del éxtasis cuando le supliqué que parase…, finalmente forzándolo conseguí sacármelo de mi coño…

-“Te voy a montar cariño como una amazona… voy a sacarte la leche a base de sentones sobre tus gordas pelotas…, eso le gusto y paro la masacre que le estaba dando a mi coño…

Me sentí súper abierta y así estaba, partida en dos. Lo acosté en el suelo y me fui sentando poco a poco, podía sentir como ese trozo de carne se hundía dentro de mí, su cara era de excitación, así me senté hasta hacerlo desaparecer del todo en mi raja franqueada por mis carnosos labios vaginales… lo tenía todo a dentro, él solo dijo…

-“Ahora sí mamá ¡Dale!”

Empecé a moverme como loca, el placer inmenso regresó, no podía parar, me daba de sentones sin parar, me movía de adelante hacia atrás, hacia círculos sentada, el solo apretaba mis alocadas tetas, mis pezones. Yago estaba enardecido apretando fuerte mis tetas, pero la excitación bloqueaba el dolor, así estuvimos hasta que no pude más y pude sentir como venía mi segundo orgasmo…convulsiono y paro sin fuerzas de continuar notando “la dulce muerte” del orgasmo que me dopaba todo el cuerpo…, me quedo empalada con su polla unos segundos recuperándome. Ya contábamos como diez minutos bajando y subiendo sobre el mástil…, mi hijo aprovecha mi inacción para chupándome las tetas con mayor fruición, succionando mis duros pezones. Volvemos al meter y sacar en un apareamiento animal…, ahora él toma las riendas y me folla sacudiendo sus caderas desde abajo con una cadencia frenética, tanto que observo como empezó a tener espasmos, sabía que se comenzaba a correr, me amorré a sus labios y él me comenzó a meter la lengua en lucha con la mía en un morreo libidinoso impropio de una madre con su hijo, justo cuando se corrió dentro de su progenitora que aún se hallaba gozando de su corrida, ¡Nos corrimos casi a la par!

Mi coño chorreante comenzaba a recibir sus andanadas de lefa convulsionando en esténtores irrefrenables. Percibía como semejante pollón sin igual hinchado en sus más de 20 cm, coronado de venas inflamadas, me bombeaba muy dentro, rellenando de su semilla mucho más, si es que algo cabía. Un chorro tras otro me cubrieron como hembra de mi retoño… quedamos allí tirados unos minutos, hasta que sentí como fue perdiendo rigidez su tranca dentro del acogedor coño de mamá. Se quiso parar, pero lo retuve…

-“Espera mi vida, así lo exprimimos bien ¡Que todo me quede dentro de tu madre…!”

Solo sonrió hasta que su cipote salió solito de mí como un pez de entre las manos. Nos recostamos en la cama, posteriormente nos levantamos y nos fuimos a bañar al cabo de 20 minutos de reposo obligatorio….

Terminamos agotados, acostados sobre el colchón totalmente en pelotas y él con el miembro flácido pegado a mi costado, que todavía alcanzaba a la longitud de la su padre…. Madre mía que dotación de hombre…potente, joven, guapo y con esos genitales que te quitan todas las penas. Ese fue el reencuentro de nuestra relación. Durante los diez días que pasamos en China no nos alcanzaba el tiempo para tener sexo… follábamos como condenados a la hoguera del infierno. Siempre lo hicimos y lo seguimos haciendo por el coño sin cortapisas, sin condones y sin dejar una gota de su leche fuera, si no era por exceso de cupo. Este exceso casi siempre se cumplía pues los huevos de Yago producen una cantidad de esperma ingente, increíblemente grande, incluso en la segunda corrida…, a veces en una tercera de la misma tarde era tan copiosa como la mejor de las del gran cornudo de mi esposo, su “padre”.

Bueno lo mejor aparte de mis grandes folladas con Yago, fue que pudimos cerrar el negocio en China y volvimos a casa. Mi marido había regresado de viaje, nosotros con toda naturalidad le contamos lo bien que nos había ido, como siempre no nos dio importancia. Yo sabía que mi marido salía con otras mujeres hacía años, ya no me importaba que no me follase desde hacía tres años porque ahora tengo su mejor sustituto. En casa con mi hijo éramos cuidadosos con el personal que trabaja, la novia de Yago o mi marido, aunque esto no era muy difícil de controlar. Algunas veces cuando hablo con mi marido poniéndole al día del negocio, mi hijo se arrima y desliza su mano sobre mi pantalón o por debajo de la falda…me mete el dedo en el conejo mientras hablo, la adrenalina de ese momento nos excita. Concilié varios viajes de “negocio”, con mi mejor asesor, no se cansa nunca de darme por el coño y alguna vez por el culo… y yo tampoco de sentirlo dentro.

El sexo anal es nuestro secreto que pienso potenciar un poco más…. Ya han pasado seis meses del viaje a China y aunque mi hijo tenga a su novia Sonia trabajando a nuestro lado y dándole lo suyo, nosotros seguimos aprovechando los momentos íntimos y los viajes juntos fornicando como animales… otros viajes los hace solo, cuando únicamente se necesita a un técnico, aunque me incita a ir juntos…. Yo me considero una mujer con un perfil atractivo a mis 42 añoscon un cuerpo bien trabajado en el gym y cuidada en mi peso y estilo de vestir y él me lo hace saber todos los días, sin embargo mi esposo me ve desde otro punto de vista…, lo mejor es que se ha vuelto muy liberal de mente aceptando mis decisiones corporativas y personales a cambio de dejarle vivir su vida quemando sus últimos cañonazos.

Ese día llegaba solo de una feria en Cincinnati, mi hijo Yago me avisó de su llegada del largo viaje desde USA… fui a la terminal T4 del aeropuerto a buscarlo y allí me encontré con ÉL. Me quedé mirándolo, cada vez me atraía más mi hijo… un hombre esbelto, corpulento, fibroso y apuesto tipo nórdico…de facciones varoniles bien marcadas, brazos musculados, con su mirada azul cielo que quita el sentido. Viajamos hasta casa en mi coche sin dejar de llenarle de elogios por sus resultados en el negocio, mientras mi hijo miraba mis piernas. Yo lucía una minifalda corta de color blanco y sandalias con tacón muy alto. A la llegada mi esposo nos preparó un almuerzo muy exquisito en tanto Yago nos ponía al tanto del congreso al que asistió el domingo y de los contactos adquiridos en ultramar, lo invité luego a descansar en su habitación de planta baja alejada de la cocina. Mi atracción en mi hijo se basaba en el morbo natural por esa virilidad que cada día irradiaba más en mi retoño…. Esa tarde mi hijo no estaba para fiestas con el jet lag, así que Carlos mi esposo se ganó un polvo en nuestro dormitorio del primer piso… follamos y yo me porté más atrevida que nunca.

-“¿Qué pasa?…”, me pregunto Carlos “¡¿Te calientan los éxitos de nuestro hijo?!”

No lo negué, le conté mi morbo que me producen los hombres de éxito… él se rio no entendiendo nada de la doble intención…. Le dejé que descargara su leche en mi interior, naturalmente con condón… no estaba dispuesta a que me pegara cualquier mierda de una de esas putas con las que acuesta. Por la tarde me vestí con un pantalón vainilla de lycra mi cuerpo parecía desnudo y una blusa ajustada con escote…. Al llegar a la cocina mi marido estaba sentado mirando la tele, a lo que me comento que Yago estaba un poco descompuesto después del viaje. Le ofrecí la media tarde y la tomamos juntos….

-“Voy a ver si Yago si necesita algo”, le dije a Carlos.

En el dormitorio el olor a hombre se notaba y mi hijo comentó que sentía tener un poco de fiebre…. Le traje un analgésico y el termómetro y al sentarse en la cama note que estaba desnudo…

-“¿Duermes sin ropa interior?” Pregunté.

-“Sí mamá hace mucho calor”.

Allí mi cabeza sintió el efecto lujuria incestuosa de otra muchas veces… crucé mis piernas. Me estaba mojando pese haber recibido esa tarde la follada de mi marido, pero este no me llenaba como mi crío, ni en volumen carnal, ni seminal, en este caso hacía años sin catarlo. Tenía unas líneas de fiebre y le recomendé que hiciera reposo que yo hablaría con su padre. Al llegar al comedor mi esposo estaba preparado para jugar al tenis en el club… Me preguntó si le iba a acompañar, pero le dije que prefería estar cerca de mi hijo en ese estado.

Carlos se marchó al club, siempre encontraría pareja de juego, de cháchara o quién sabe de cama…, me senté a ver una película sin argumento conocido junto a Yago… mi piel se erizo al notar que el bulto de Yago se marcaba bajo las sábanas. Nos contamos cosas de la vida, las historias de su viaje y de pronto cambio el canal de la TV y pasaban una película con escenas de sexo, de esas que no me explico cómo las emiten en horario infantil…. Le pregunté si le importaba y me dijo que no. Me recosté en la cama y pronto hacíamos la cucharita, Yago detrás de mí, con atrevimiento a propósito di un culazo atrás para rozarlo…No se movió…sentí su dureza en mi culo y como respuesta una pequeña nalgada de agradecimiento. Al girarnos me hallaba como un volcán con el juego de la seducción…y pase mi mano por encima de la sábana buscando la raja de su culo…Se marcó perfecta y la retiré lentamente. Aquel hombre sabía controlarse… se preocupó por mi curiosidad sobre lo que había bajo la sábana… Le conteste que eso me turba como mujer ya que no es común, hombres en posesión de una verga de más de 20 cm. De repente se levantó la sábana y mostró la más hermosa figura… atlética, depilada y bien cuidada de adonis, con un escroto enorme pendido de su recia raíz a modo de una bolsa llena y un polla erecta con un glande morado e hinchado que parecía la mejor y más hermosa ciruela…

-“Eres una escultura, tu polla se asemeja a un cetro de mando…” le dije. Mientras mis bragas de lycra se humedecieron por mis jugos… “¡¿Te apetece descargar, mi amor?! Me tienes muy receptiva…”

Se reafirmó sin decir una sola palabra decidido a follarme pese a sus 38º de fiebre. Me recosté sobre la cama amplia, y Yago permaneció parado junto a la cama… Sin palabras acaricié su dermis tersa desde sus muslos a su cintura, sin dejar de fijarme en esos huevos enormes pendolones en la base de una verga gruesa rematada con una cabeza deliciosa. Baje mi pantalón y me quité el tanga dejando expuesto mi conejito depilado y abrí mis piernas mostrando mi afanoso coño tragón deseoso de ser perforado de nuevo por el mejor macho que he conocido. Parecía una invitación a la carta, todo era lento, caliente, lujurioso y meditado a favor del placer del más puro morbo incestuoso. El olor fuerte a testosterona del recio macho, manaba de ese falo latiente. Giré mi cabeza y tomé los huevos suavemente con una mano, donde casi no cabía desbordándose en la palma… los apreté, sobé y manoseé con fruición sin agraviarlo. Sus cojones forman un fardel enorme que me atraían como una mosca a la miel…

Comencé a pasarle la punta de mi lengua lamiéndolos, después me los metía uno a uno en mi boca y allí los ensalivaba ¡Joder son dos cojones deliciosos! Sentí que las piernas de Yago temblar de pura excitación. Chupé esos huevos y con mi dedo anular traté de entrar en su ano, eso es algo que incrementa el placer en los  machos. Suave… él se inclinó y con su dedo grueso índice y mojado por su saliva entro suave en mi vagina, luego fueron dos con el anular. Deseaba chupar su polla y mojarla bien con mi saliva…, la deseaba toda en mi boca horadando mi garganta… hasta ahora no he podido meterme más de dos terceras partes con mucho esfuerzo al borde del ahogamiento. Le mamo el glande, voy tragando una tercera parte con metidas y sacadas más o menos rápidas, mientras él agita su pelvis en un leve bombeo que llegaba hasta mi garganta. Chupaba su glande y cerraba mis labios a su alrededor produciendo un cerco enérgico… sentía como palpitaba ese cipote colmado de venas reventonas que surcaban toda la tranca, en especial la gran vena hinchada superior.

Le propuse la pose de un 69 y en nada mi coño puesto sobre su cara era lamido y el magnífico mástil me embaucaba con su aroma, su rigidez, su solidez inmensurable… lamí sus huevos llegando hasta su ano atravesando el perineo dejando un reguero de saliva, allí me quedé unos segundos haciendo círculos con mi lengua. Se movía empujando con la punta de su lengua sin dejar de besar y comer mi vulva hasta…casi su frenillo se apoyó en mi clítoris…sentí un temblor en todo el cuerpo electrificándome, debía tener la pepita muy dura y excitada por lo sensible a sus lengüetazos ¡Cómo deseaba disfrutar cada minuto de sexo con mi hijo! Sonó mi móvil y atendí a mi esposo en tanto su propio hijo me comía el clítoris dándole un castigo ejemplar, si por teléfono se hubiera podido apreciar el olor, sin duda que mi esposo se hubiera dado cuenta que a su esposa se la estaban follando… el móvil se hallaba escaso cinco centímetros de la gran tranca de su hijo a la que le estaba dando su merecido con una mamada en todo orden…. Se quedaría a cenar en el club… tenía como cinco horas para disfrutar esa follada sin molestias. Estaba realmente cachonda así que cerré los ojos y gemí mientras seguía con mi entrepierna. Todo mi cuerpo se estremecía de placer y tenía la piel y el pelo erizados….

-“¡Cómemelo bien hijo!”, le dije de repente. “¡Cómeme el coño, por favor, no me aguanto más!”Yo me dejaba hacer. “Así, así, cariño, mete la cabeza ahí dentro ¡Chúpamelo!”

Cerré los ojos pues el macho siguió acariciándome los muslos con las dos manos. Eso también me gusta mucho. Fue entonces cuando lo noté. De repente me dio un beso en medio de mi coño y acto seguido algo cálido que parecía de terciopelo empezó a recorrer mi raja de abajo a arriba. Era su lengua y me estaba chupando el coño de verdad… ¡Por fin!, me dije, era una gozada. La primera vez lo hizo despacio, muy despacio en un interminable recorrido que me hizo ver el cielo. Gemí quedamente poniendo los ojos en blanco.

-“Así, ¡qué gusto nene!”

Y eso sólo fue el comienzo, pues mi hijo pasó un rato largo chupándome bien el coño. No sé cuantos minutos pasaron, pero a mí me pareció que estaba en el paraíso. Inconscientemente mantuve mis piernas completamente abiertas mientras mis manos pasaban de mi cuerpo a su cabeza acompasando a veces sus insistentes lamidas. No podría decir todo lo que me hizo ni de qué manera me lo hizo. A veces parecía que ponía su lengua dura y me la metía dentro follándome con ella….

Otras veces parecía que me comía todo con labios y lengua a la vez, metiendo toda su cara e incluso su nariz entre mis pliegues. Un rato después me lamía el clítoris mamándolo y mordisqueándolo, y acto seguido para descansar me lamía con una lengua que me parecía gigantesca todo mi conejo de arriba y abajo, arriba y abajo una y otra vez sin pausa y sin descanso. Yo me estremecía de placer, nunca nadie me había hecho sentir aquello, nadie se hubo dedicado con tanta descaro impúdico a darme placer oral.Al rato mi coño segregaba todos los líquidos del mundo, pero a él no parecía importarle pues no dejaba de comérmelo con una glotonería voraz. Yo no dejaba de retorcerme de gusto ni de decir lindezas.

-“¡¡Así, así, joder, me voy a correr, cómemelo cariño así!!”

Y fue entonces cuando entraron en liza sus dientes, el tío me mordió el clítoris aunque no fuerte. De todos modos, me sorprendió di un brinco con la cabeza y abrí los ojos, pero al ver que era muy agradable volví a dejar caer la cabeza y apreté la suya contra mi entrepierna.

-“Sí, sí, hazme eso otra vez muérdemelo”.Yago me empezó a succionar el clítoris y a darme pequeños mordisquitos mientras yo veía que estaba a punto de correrme. “Muérdeme con los dientes”, le dije fuera de mí mientras cabalgaba con mi pelvis sobre su cara animándolo a hacerlo más y más fuerte… “Asssi, sssíi”, grité mientras me corría y mi coño se convulsionaba una y otra vez.

Creo que grité desaforadamente y de repente me di cuenta de dónde estaba de modo que me puse la mano en la boca y la mordí mientras todo mi cuerpo se convulsionaba libre de todo control. Todavía con los últimos espasmos levanté la cabeza y le miré segura de que había terminado conmigo, pero para mi sorpresa, mi hijo me miró satisfecho sin dejar de chuparme el coño, sus manos me acariciaron mi espalda hasta llegar a mis pechos invitándome a la vez a volver a tumbarme y disfrutar de ese cunnilingus interminable.Le hice caso, ¿qué otra cosa podía hacer?, volví a cerrar los ojos y relajarme mientras me pellizcaba los pezones y me los retorcía clavando bien las uñas. Creo que di gracias a Dios y a todos los Santos mientras notaba como un segundo orgasmo llegaba raudo a mi sensibilizada entrepierna entre los lametones de ese macho. Recuerdo también que fugazmente reparé en la foto de su novia sobre la mesilla. Sonia es una rubia sonriente de ojos bonitos y bastante guapa a pesar de unas incipientes arrugas.

-“¡Qué suerte tienes!, cabrona”, pensé para mí, “Seguro que te hace esto todas las noches”Dios, parecía que le habían dado cuerda, el tío no paraba ni un segundo de hacerme de todo por ahí abajo y todo muy bueno, ahora ya no sólo utilizaba su boca sino que se animó a acariciarme con una mano y a introducir sus dedos dentro de mi coño adentro y afuera tocándome y acariciándome toda por dentro, y otra vez a la carga, chupándome y chupándome sin cansarse y mordiéndome sin llegar nunca a hacerme daño en una comida de coño como nunca antes nadie se había atrevido a darme…. Fue inevitable, me volví a correr en cuestión de minutos y creo que incluso le llegué a tirar del pelo de la cabeza. No era dueña de lo que hacía. Por fin, tras el segundo orgasmo mi hijo paró. Separó su cara de mi entrepierna y se limpió con las sábanas. Entonces me miró y me sonrió. Yo también a él. Nos quedamos un rato mirándonos como tontos y entonces me dispuse a devolverle el favor pues tampoco se me da mal eso de chupar pollas. El cabrón metió su lengua que parecía una anguila, en mi boca… me volví a bajar al pilón y me trague toda su polla hasta tenerla en la garganta… entraba y salía de mi boca…. Sentí la sensación de ser la más puta del planeta. Lo invite a sentarse… Mi morbo explotaba… Yago se colocó sobre mí, ya desnuda y con las piernas atrapando su espalda cruzadas sobre ella… Entró muy suave dentro de mi raja, me imploro…

-“¡Déjame meterla toda mamá! Te deseo como a ninguna otra mujer hace años…”

-“Hazlo suave”,le dije. “Así también gozaras bastante y harás que dure mucho más…no te corras aun cariño… ve despacio.

Me obedeció y su pollón entraba suave y profundo por coño partiéndolo en dos como era costumbre. Me movía como una víbora…mi hijo me había metido su lengua en a boca, nos comíamos al tiempo que me perforaba con su barrena una y dos veces por segundo… chupaba la lengua de Yago lascivamente ¡Era un delirio! Por un memento pensaba en la cantidad de leche que ambos testículos me descargarían después de varios días sin descargar ¡Estarían repletos de lefa espesa! Estaba como ida en una nube… Le pedí a Yago que me penetrara con más fuerza, más hondo, deseaba sentir su bálano en mi vientre, así como el solía llegar duro al fondo de mi vagina. Me susurro al oído que su polla nunca hubo probado un coñito como el mío tan tragón y acogedor…

Era muy hermoso sentir la tremenda erección de mi hijo, que no dudo en clavármela hasta los huevos… la ensartó al extremo que sus pelotas me aporrearon el coño y el ano mientras me bombeaba a mil y yo me retorcía con las piernas abiertas al máximo… Yago me imploró para comerme las tetas, succionaba mis pezones al tiempo que no paraba de follarme a toda máquina…

-“¡Mamá quiero dejar mi leche dentro de ti! ¡¿Vas a dejarme hacerlo…?!”

-“Sabes bien que solo a ti te lo permito mi vida, tu padre me ha follado con condón…”

Se colocó boca arriba y yo sin pausa me monté sobre él sin dejar de estar ensartada, Yago metió un dedo en mi ano dilatándolo a modo de dos vergas dentro de mí marcaba mi tercer orgasmo. Mi hijo me ensartó con un badajo muy grueso y duro…

-“¡¿Así mamá…?!” me decía…

-“¡Más fuerte!” Y de pronto noté como se calaba todo el recio rabo de Yago dentro de mi vientre en un mete y saca infernal… “¡Vamos hijo, fóllate duro a mamá…! ¡Quiero tu leche… toda tu leche…!”

El chico me agarraba del culo acompañando mi vaivén en contundentes sentones sobre sus pelotas, de las que yo salía rebotando casi abandonando su polla mi chumino… Mi sudor se hacía notar sobre mi espalda, mi culo y mis ubres alocadas en un balanceo circular…, parecía como si me hubiese contagiado su fiebre…

-“Joder nene ¡¿Cuánto piensas aguantar sin correrte?! Exclamé. ¡¿Acaso no te gustaría PREÑARME?! ¡¡Vamos hijo preña a tu madre de una puta vez!!”

Gritaba en una mezcla de sensaciones que nunca había vivido… su dedo enterrado en mi culo era un deleite, Yago era un maestro con la infinidad de prácticas sexuales con Sonia y conmigo. Mi hijo levantaba mi torso y lamía mis pezones, los succionaba al límite de arrancármelos… mis tetas eran su lujuria a la vez que su juego de pelvis arriba y abajo me hacía disfrutar de una polla hambrienta de sexo, todo un hito de la naturaleza, acompañado de ese par de cojones que se balanceaban arriba y abajo golpeándome la vulva de mi conejo voraz…

-“¡Disfruta hijo mío! ¡Nene por Dios Santo, qué gusto!” Grité. “Deseo ahora tu leche dentro de mí YA… ¡Vacía tus huevos…! Entrégame tu néctar, lo deseo mucho mi amor…”.

Yago se corrió gimiendo como un niño clavándolo a fondo hasta rozar mi útero… mi coño recibió un lechazo que parecía una irrigación a borbotones de espeso esperma… Rebasó mi coñito como era de esperar… un chorro tras otro se fueron acumulando en cada convulsión en mi fondo uterino… un esperma pesado como el yogur rellenaba mi vagina y su lengua me llenaba mi boca en un beso que realzaba el clímax de la gran corrida que iba percibiendo en mi útero, y por mucho que la boca del coño cerrase alrededor de su grueso tronco, parte del semen se desbordaba mojando sus huevos. Mi orgasmo duró como tres minutos creo, tanto que hasta estaba mareada de tanto follar para culminar en la “dulce muerte” y extasiadme en el mejor orgasmo de décadas. Me mantuve un periodo de cinco minutos empalada sobre mi retoño recuperándome, nos besábamos, lamíamos y nos decíamos palabras dulces de amor y cariño, después de haber sido su puta y él me semental. Me desplacé a un lado quedando recostada a su costado, sobé sus genitales y me amorré a ellos… acercándome a su polla a mi boca… la limpie concienzudamente tragando un poco de leche en un borbotón de su agujerito uretral e impregnando su glande. Miré el reloj de la cocina y marcaban las 17:15, toda una sesión de casi una hora de duro sexo. Así que con el analgésico y la gran follada mi Yago quedó rendido en la cama descansado… al día siguiente se hallaba como nuevo presto a continuar con el negocio….

…Como todos sabéis vivo con mis padres en una ciudad a pocos minutos de Madrid. Siempre me he considerado muy afortunado por la vida que tengo, muchos más desde unos años cuando tuve mi primer afer con mi madre en una striptease-parchís, testimonio que las mujeres a los cuarenta no pierden un ápice el ímpetu sexual. Mi padre se llama Carlos, es un hombre normal, típico padre de familia que junto a su éxito profesional está criando una incipiente calva y una buena barriga cervecera.

A sus 53 años es todo un ejemplo de hombre de oficina que ha dejado la vida rutinaria para vivirla a su aire. Mi madre sin embargo es una mujer cuya vida de empresaria no ha mermado ni un ápice de su feminidad. El gimnasio que tenemos montado en casa ha mantenido su metro sesenta y ocho en perfecta forma y su cuerpo indica 10 años menos de los 42 que tiene en realidad. A ese cuerpo se le añade un hermoso rostro de pelo castaño a rubio (aunque varía según como se lo tiña), unos enormes ojos marrones y unos labios algo gruesos pero bonitos. Todo esto junto a su exquisito gusto a la hora de vestir y su plena dedicación a la vida familiar la han convertido a los ojos del vecindario en la madre, esposa y empresaria perfecta.

El culmen de esta etapa de mi vida llegó el día que teníamos en casa una cena familiar aplazada hasta entonces por unos motivos u otros solo, esa noche confirmaron su asistencia mis suegros y mis padres para anunciar mi fecha de boda con Sonia, mi novia de toda la vida. Ese día mi padre y yo nos vestimos con camisa y corbata y mi madre se puso una blusa de manga larga negra que dejaba los hombros al descubierto y una falda de seda que le subía un palmo por las rodillas, combinando con unos zapatos oscuros de tacón. Llegaron los tres juntos a la hora acordada…, hubo saludos muy efusivos por ambas partes con confidencias por parte de mi suegra Maritza y mi madre, nos dejaron a los novios solos en un lado del sofá mientras mi padre terminaba de preparar los ágapes iniciales de la cena. Todos estábamos  hambrientos así que nos sentamos inmediatamente a la mesa que ya estaba servida.

Lucas, mi suegro y socio del negocio, se sentó justo enfrente de mi madre y durante toda la cena se mostró muy cordial con ella. Además Lucas se convirtió enseguida en el alma de la cena, ya que continuamente narraba alguna de sus muchas historias que mantenían a todos en vilo hasta desembocar en una enorme carcajada general. Tenía encandilado a su público, con sus historias de juergas con los amigos y sus conquistas de mujeres en noches locas en su juventud. A mí no me encandilaba en absoluto. De hecho era una de esas personas tan seguras de sí mismas que no paran de fanfarronear, de creerse irresistibles a cualquier mujer y que tratan con desdén a aquellos que no son de su “especie”. Sus constantes miradas a mi madre nada inocentes, no hacían más que acrecentar mi animadversión hacia mi suegro. Mi madre reía con sus historias al igual que todo el mundo pero evitaba el contacto visual con Lucas… percatada la miraba de forma descarada. Mi madre ya estaba acostumbrada a que la admirasen, pero ella siempre apartaba la vista en señal de mujer casada, que amaba a su esposo y a su hijo, y que se debía sólo a ellos.

Lucas no pareció conforme con la respuesta visual de mi madre y empezó a contar historias de mujeres que se le habían resistido pero que habían acabado sucumbiendo a sus “encantos”, tratando de incomodar a mi madre porque a su esposa e hija no le importaba la forma tan soez como trataba al género femenino en términos de machista anquilosado, pero ellas no parecía afectadas en absoluto por sus envites. Al contrario que mamá que comenzó a mostrarse ofendida poniéndole pegas a todas las historias de Lucas, diciendo que no todas las mujeres eran como él las pintaba, y que las había fieles en su matrimonio…, aumentando la tensión hasta que salté para decir cuál sería la fecha de boda, el lugar y de cuantos invitados se iba a hacer le convite…, mi suegro propuso que brindásemos con un poco de champán, pero mi madre dijo…

-“Yo no voy tomar alcohol, lo siento”. Todos nos preguntamos por qué la tensión se mantuvo unos segundos con todas las miradas puestas en ella… “¡¡Estoy PREÑADA!!” dijo sin titubear mirando a los ojos a su marido. “¡De ocho semanas! Aquel condón llevaba mucho tiempo sin usarse… y se deterioran, ocurre cuando se folla poco”. Todos nos quedamos perplejos, yo más que nadie…sabía a ciencia cierta quién era el padre de esa criatura…

-“¡¿Pero lo piensas tener a tu edad?!” Dijo Maritza.

-“Por supuesto, daré a luz a mi hijo aunque sea lo último que haga en esta vida…”

Se rompió la tensa situación cuando mi madre pidió la botella de champán… pude ver como mis padres no perdían detalle de sus gestos. Era increíble el descaro y frialdad de mi madre de enfrentase a todos de una atacada, quizás era la mejor estrategia de enfrentarse a una realidad inminente. Es increíble que nadie, en especial mi padre, se hubiese dado cuenta que las posibilidades de preñarla eran pírricas y tras ese preñado podía haber otro hombre, pero mamá ató muy bien los cabos en la conversación y lo justificó con la follada de mi llegada de EEUU y la rotura del condón caducado. ¡¡Toda la historia encajaba!! Ahora ya está de 30 semanas y la panza es bastante considerable, pero con cuidado aún podemos follar unas semanas más antes de parir….

                                                                                                      FIN

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