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Combatimos el calor sin ropa. Madre

en Amor filial

…Hacía ya cinco años de mi divorcio con una vida compartida a solas con mi hijo, al que me he dedicado en cuerpo y alma en estado de casada y divorciada mucho más. Lo he hecho con abnegación y amor. Socialmente me he empezado a abrir hace poco más de dos años después del trauma de la separación y de los por qué. Tras pasar el duelo, me comencé a socializar un poco más, consiguiendo en este periodo tener alguna relación íntima muy esporádica con hombres de mi edad pero nunca imaginé la atracción que me generaría alguien tan cercano como mi propio hijo. Sin darme a penas cuenta se había convertido en todo un hombre…, que digo un hombre, mucho más que eso…todo un macho espectacularmente dotado con unos genitales dignos de un caballo, además de una experiencia que me llega a sonrojar, esto me lleva a pensar el poco tiempo que le he dedicado a conocerlo en todos sus aspectos. A sus 22 años es bastante obvio que haya tenido oportunidades de lograr relaciones sexuales con chicas, lo evidenciaba el modo de moverse con esa maestría el día que “hicimos el amor” por primera vez y tan apasionadamente. Aquella era una semana complicada de este verano caluroso, sin aire a condicionado, ligeros de ropa… yo con abstinencia durante una eternidad y él en una edad que no discrimina…cualquier coño le es válido, inclusive el de su resignada amada madre.

Esos días, lo observaba muy pendiente de mí con erecciones casi permanentes, con innumerables manchas y chorretones de semen en diferentes estados de humedad por doquier… calzoncillos, sábanas, toallas e incluso mi ropa interior usada. La primera vez me dejó helada, luego me sentí halagada y sorprendida a la vez por la ingente cantidad que debía eyacular para crear esas enormes humedades poco perecederas. Pensé en hablar con él sobre esa cuestión, pero no sabía por dónde empezar. Díganme como se afronta una cuestión de atracción sexual de un hijo por su madre…, máxime si tenemos en cuenta que dentro de mí crecía día a día la misma vergonzosa atracción, sin que se nos derrumbe el débil artesonado que tanto nos había costado crear. Así que tracé una estrategia que nos beneficiase a los dos, y se me ocurrió que una buena forma sería empezando por un masaje…quise ver hasta donde llegábamos, y una cosa nos llevó a otra. No me pude negar al reclamo de mi cuerpo acalorado y cachondo…, sin raciocinio alguno me dejé embaucar hasta lograr que me penetrara e inseminara Isaac. Tras el acto impúdico intenté retomar las riendas haciendo de todo aquello algo normal, esporádico y natural entre dos personas heterosexuales que se aman y son hombre y mujer… solo se me ocurrió marcharme con mis amigas a tomar unas copas por ahí y pareció dar buen resultado.

De esto solo han pasado diez días y no hemos vuelto a hacer el amor, a pesar de haber roto el hielo…. La semana pasada se fue a pasar unos días a la casa de la playa de un amigo suyo, donde seguro estuvieron con alguna chiquilla de turno para pasársela por la piedra y divertirse… o eso me pareció cuando llegaron a recogerlo su amigo y dos chicas más. Teníamos libertad para seguir con nuestra vida independiente como no podía ser de otra manera, tal como lo hablamos… yo le compraba cajas de condones y él no me traína ninguna ETS. Yo salgo con mis amigas y él con los suyos, de esta forma mi hijo y yo nos damos el espacio suficiente para no agobiarnos como es natural, sobre todo a él que es muy joven, estando en esa etapa que necesita socializarse abriendo sus redes de amistad. Esta confianza que depositamos en el otro deberían hacer más gratos y pasionales cada uno de los encuentros que espero se produzcan envueltos en un halo de clandestinidad y furtivismo haciéndolo más ardientes, todo ello entreverado con la formidable convivencia que compartimos, pese a haber cruzado la última línea roja de una relación filio maternal. Ayer volvió de esos días de playa y comenzó a prepararse para las tres asignaturas que le quedan para terminar la carrera… este año me ha prometido acabar todo con proyecto de fin de Grado inclusive, y sé que lo conseguirá, porque todo lo que se propone con actitud lo logra con sobresaliente.

Me levanté temprano, imaginé que él debía estar en la biblioteca preparando sus asignaturas del siguiente curso, el cual comenzaba en dos semanas. Así que salí en ropa interior… braguitas de algodón cómodas para dormir y un top que solo cubría mis tetas despojadas de sujetador, esta era mi costumbre cada mañana cuando me dirigía a aliviar mi vejiga con la mejor y más placentera meada del día… bajé mis bragas a los tobillos, me senté en el váter y de inmediato largué un grueso chorro de pis que me estremecía de gusto, haciéndome recordar al orgasmos que mi crío me dio…, me quedé muy relajada. Sequé la raja de mi chochito con un servicio de papel higiénico y tras tirar de la cadena me di una ducha rápida… me deshice el top y de las bragas para lavar dejándolo en el canasto de ropa usada… me encaminé a la cocina solo con las nuevas bragas limpias. A esa hora de la mañana la temperatura ya rondaba los 27ºC. Mi sorpresa fue, que al entrar estaba allí mi hijo. Es cierto que lo había criado y de pequeño nos veíamos mucho desnudos, nos duchábamos a la vez en un juego divertido enjabonándolo y él me lo hacía a mí…, pero mi retoño ya no era tan niño y sus genitales eran bastante más boyantes de cuando nos aseábamos mutuamente. También nos habíamos follado, pero parecía que todo eso no contaba mucho para el sonrojo por mi pudor. Debo subrayar que si me impresionó su falo, que no debía bajar de los 20 cm y un grosor increíble, casi más me impresionaron sus fastuosas pelotas colganderas donde se distinguían el par de huevos de manera diáfana dentro de su escroto…, dos ovoides tan grandes como nuez cada uno. En suma un buen par de cojones como Dios manda, y yo orgullosa de haberlo parido tan hombre…tan macho.

Él se encontraba preparándose el desayuno con su bóxer puestos nada más, me acerqué a su lado y le di un beso en la mejilla muy cerca de su comisura…le hubiera comido la boca a ese sinvergüenza, me corté, a cambio le pegué mis tetas a su espalda y lo abracé reteniéndolo para mí sola…. Mis pechos son voluminosos y los aplasté contra su fuerte espalda, se veían con el típico corte del biquiki, morenos en casi su totalidad y un rosado suave donde hubo falta de sol, justo en los alrededores de mis pezones, unos grandes y muy espigados pezones color café con leche. De pronto sentí como todos los colores se me subían al rostro, pero aún más vi como mi hijo contemplaba aquellas sabrosas ubres con ojos lujuriosos. Giré sobre mis pies y me fui hasta mi habitación, llena de vergüenza por cómo me presenté. Tomé la primera camiseta que encontré, mientras recogía mi rubio cabello frente al espejo recordé con total claridad la mirada de mi hijo al verme desnuda. Sentí un estremecimiento en el cuerpo al pensar en lo morboso de la situación, pero aún más por algún extraño motivo queríasentirme deseada por un hombre como mi hijo, tan hermoso, tan joven y vigoroso. Es apuesto, con poco de marca en sus abdominales, para su edad, eran el objeto de todas las miradas de más de una de mis compañeras que se sentía atraídas por él, casadas o solteras, despertaba pasiones en ellas.

Después del primer polvo ambos sabíamos que se repetiría. Regresé al armario y busqué una camiseta larga que me valiese también de falda. Bajé de nuevo a la cocina y aún estaba sentado, en el mismo lugar. Inocentemente me giré a buscar un tazón colocando mi trasero respingón frente a él…, cuando me giré vi que había conseguido que se fijara en las curvas exuberantes de su madre…en especial en mi ancho culo redondo. Sentirme deseada desde la mañana era muy especial para mí. Me senté a desayunar a su lado. No levanté la vista, pero sentía su mirada en mí escote. Mi hijo se había dado cuenta que la madre que le había amamantado pacientemente, era una joven madura y una mujer muy hembra…, quizás no tan hermosa como lo había sido de joven, entonces mucho más fina de cintura y un cuerpo lleno de gracia y fragilidad, pero sin duda seguía siendo bella con mi cara fina casi adolescente.

-“¿No tienes que ir a la universidad hoy Isaac, verdad? Pregunté quería estar con él y sentir como se excitaba con mirar superficialmente mi cuerpo.

-“Hoy no, las matriculas empiezan en dos días…me he dado el día libre”.

-“¿Qué harás hoy entonces?”

-“Pues estaba pensando quedarme en casa ¡¿O no puede uno disfrutar un poco con mi madre?! Después de casi una semana sin verte tengo ganas de estar contigo…”. Capté inmediatamente el doble significado de las palabras

-“Me extraña que con tus amiguitas, hayas echado de menos a tu mami…”

-“Solo son amigas que van y vienen… no es como una madre que siempre está ahí para lo bueno y para lo malo”.

-“Gracias hijo por tenerme en tan alta estima. ¡Yo si te he echado de menos cada día! Pero eres tan joven que no pienso cerciorar tus alas para que seas libre en tus decisiones… como tú dices yo siempre estaré ahí para mi niño”.

Él se levantó y se dirigió a su habitación una vez hubo terminado su desayuno, me dio un beso en la nariz y se despidió hasta la tarde…. Él solía encerrarse a pasar horas ahí, estudiando u oyendo música si no estaba con internet. Ese día no había salido a la biblioteca a preparar material para el inicio de curso, pero yo me tenía que ir corriendo a la oficina. Ya por la tarde-noche después de un largo día de trabajo poniendo orden a los trastornos de la sustituta de este verano, me sentí extrañamente motivada para preparar una cena especial. Comimos en silencio, la tensión sexual acumulada era palpable en el ambiente. Nos dirigíamos furtivas miradas que eran interceptadas y rápidamente apartadas. Al terminar de comer se sentó en la sala a ver la tele. Cuando terminé de recoger la mesa me uní a él. Era una comedia americana divertida. Mi hijo pasó una su brazo sobre mis hombros desnudos, solo llevaba una blusa de tirantes, comenzó a frotar mi brazo. El roce generó una reacción en cadena, mis pezones comenzaron a endurecerse y marcase bajo la blusa. El calor inundaba mi cuerpo. Levante la vista y me encontré con la suya y sin ni siquiera pensarlo nos fundimos en un beso instintivamente, abrí ligeramente la boca y le introduje mi legua buscando la suya, necesitaba que el beso fuese húmedo y lascivo… quería sentir al macho que hay en mi hijo.

-“Hoy en la oficina he pensado mucho en ti cariño”. Pude decir tras un largo morreo que casi nos deja sin respiración.

-”Seguro que no más que yo, no veía la hora de que volvieses a casa para estar contigo ¡Creo que he mirado el reloj cien veces!”

-“¿Tanto me echas de menos hijo?” Dije con voz susurrante a su oído haciéndome la melosa.

-“Mucho más de lo que imaginas. No solo hoy sino todos los días que estado en la playa con mis amigos…me faltabas tú. Tu voz, tus caricias y tus reprimendas”.

-“Me tienes confundida… ya no sé si te has portado bien o has sido un chico malo, un poco canalla”.

-“Creo que de ambas cosas… más bien me he comportado casi bien, he sido muy poco canalla”.

-“Quiero que seas un chico bueno y formal, pero con tu madre compórtate como un canalla sinvergüenza a quien le des lo que tanta falta le hace…”

En eso ya su mano varonil recorría mis tetas y la otra aferraba a la parte baja de mi espalda, presionándola a su cuerpo. Mientras, una de mis manos se aferraba a su cuello y la otra se adentraba en su entrepierna buscando la viga donde amarrarme. Tan súbitamente como había comenzado aquel apasionado beso, terminó. Mi hijo súbitamente se marchó a la cocina, dejándome sin culminar mi pesquisa entre sus pantalones.

-“¿Hijo pasa algo? ¿He hecho que te haya molestado…?”

-“No, Necesito tomar una refresco energético”, trajo una bote de “Red bull” invitándome a tomar un trago.

La noche prometía en mi habitación, nuestro refugio de  amor. No queríamos dejar que todo aquello terminase ahí, en un beso húmedo, en un calentón… desde el primer polvo no nos habíamos atrevido a repetirlo, y un simple beso no saciaría todo lo que por dentro estaba sintiendo esperándolo más de ocho días. ¡El fuego que me llenaba no se apagaría con un simple beso! Ahora es cuando quería más. Nos tomamos el refresco a medias, bueno él mucho más que yo y luego lo vi subir las escaleras, en ese momento algo hizo cambiar mis sentimientos, tal vez lo había perdido por mi falta de tacto, mi impaciencia o la precipitación de lanzarme a sus labios. La puerta del aseo se encontraba medio abierta y lo encontré desnudándose por completo…se encerró tras las cortinas de la ducha. No estaba muy segura de entrar o no, finalmente marché a mi habitación. Allí contemplé qué ponerme que le excitara y fuera cómodo a la vez, observé un gran camisón blanco con motivos de gatitos, y entonces oí como cerraba el grifo. Fue todo lo que necesite para decidirme a no hacerlo una vez que ya había terminado. Me quité la ropa y me coloqué el vestido. Mis tetazas abultaban como me gustaba a mí, con los pezones muy marcados dentro del camisón sin sujetador…, al verme al espejo noté que me hacía más joven, los mismos labios carnosos, el mismo cabello… Estaba siendo la chica de antaño. La puerta del baño se abrió y mi hijo salió solo cubierto por la toalla.

Me acerque a él, puse mis manos en su pecho, sus hombros y comencé a besarlo, respondió al beso y nos miramos a los ojos. Lo siguiente que pasó me sorprendió había creído que me dejaría con las ganas, pero inmediatamente me tomó con fuerza y me besó, introdujo su lengua como ningún hombre lo había hecho hasta ahora, sus manos comenzaron a masajear mi culo, agarrando con fuerza cada nalga, me lo estrujaba con lujuria. Me condujo hasta la cama y me quitó el camisón con suma facilidad. Mi cuerpo quedó parcialmente desnudo, se acercó hasta mi abdomen y beso mi ombligo. Sus manos subieron por mis caderas y se prendió en mi teta derecha  dejando la otra suelta…, entonces se hundió entre ellas dos y comenzó a morderlas y besarlas a su antojo. Una de sus manos bajó hasta mi vulva dándome fuertes masajes por encima de mis bragas. Las aparató un poco mientras mordía mi pezón derecho y me hacía gemir de placer. Lamió mi oreja provocándome un escalofrío. Bajó con su boca por mi cuello y volvió a lamerme, esta vez mordisqueaba mis duros pezones, que estaban dentro de su boca caliente, ardiente y húmeda. Con sus manos recorría mi cuerpo una y otra vez como un ciego palpa para tener una idea del volumen que tiene ante él, percibiendo la redondez de mis mamas. Hasta ese momento no me había dado cuenta que mis tetas eran un poco más grandes que su mano, lo que le permitía acariciarlas pudiendo disfrutar de mi hijo por completo. Sus dedos juguetearon con mi pezón y este se endureció de tal manera que sobresalía de entre sus dedos…Me separó mis bragas a un lado y acarició mis grandes labios vaginales, deslicé mi mano a su polla y durante unos segundos se la así con firmeza notando la dureza y textura de sus venas infladas, sobándola a la par que amasaba sus monumentales huevos.

Me apartó de su mástil y poco a poco fue bajando hasta llegar a la parte baja de mi abdomen empezó a hacerme una mamada vaginal, un cunnilingus maravilloso mientras sus dedos exploraba en mi virgen ano. Separó mis labios e introdujo su lengua en el conducto vaginal follándomelo con la lengua con toda su boca chupando el coño de su madre del mismo modo que se suele comer las tajadas de sandía. Luego sustituyó su lengua por un par de dedos y la sin hueso aterrizó en el capuchón de mi clítoris, lo desenterró y comenzó a lamerlo, a chuparlo y a comérselo haciendo que el clítoris se pusiera duro y a mil de tensión. Entre gemidos y jadeos mutuos…su boca encarnizándose en mi botón del placer, dos dedos entrando y saliendo como una locomotora en mi coño y otro dedo más hurgando mi ano, terminaron por arrancarme el tan esperado orgasmo. Convulsionaba expeliendo chorritos de flujo en mi más intransigente corrida, una eyaculación que Isaac no dudo en bebérsela enteretita amorrado a mi chocho expedidor…, extasiada le revolvía el cabello atrayéndolo a mi vagina para que no abandonase nunca como una desesperada, hasta que se acabó en una “dulce muerte” desbordada de placer.

La situación era completamente morbosa, mi hijo me estaba derritiendo de placer, pero quería más…, subió un segundo e intentó contener con una de sus manos mis tetas inabarcables. Me sonrió con picardía y comenzó de nuevo a morder  y chupar mis pezones como cuando era un bebé hambriento, mientras introducía dos dedos en mi vagina y con su pulgar masajeaba mi clítoris. Nos movimos a la orilla de la cama y le quité la toalla dejando a mi vista su tremenda verga, era delicioso el sabor de su piel, tan caliente, saladita y además con un olor a macho embriagador. Estaba tan caliente que solo atiné meterlo en mi boca y a jugar con él, le di unas cuantas lamidas y luego me lo metí todo a la boca, él parecía experimentar un placer tan grande que me excitaba más a mí. Mientras su miembro estaba en mi boca el acariciaba mi cabello, frotaba su tronco y la punta de su glande con mi lengua era lamido con toda la lengua retorciéndose a su alrededor como si de un helado derritiéndose se tratase.

La chupé dependiendo mi vida de ello, mamando y pajeando el trozo de polla que no era capaz de engullir buscando más profundidad hasta mi galillo y llegando incluso al esófago, pero no la podía contener entera dentro de mi boca atorándome sin experimentar arcadas o ahogarme sin respiración. Mi lengua trabaja junto con mis labios y mientras succionaba su duro cipote, restregaba ésta a gusto contra el glande con la forma de un casco militar alemán. Quiso acariciar mis tetas mientras le mamaba la polla, pero sus manos cambiaron de parecer, tal vez por el placer que le estaba dando a su verga, lo único que se le ocurrió fue agarrarme la cabeza y meterme más dentro su recio y largo cipote hasta atorarme la garganta y de pronto la sacó de mi boca, me miró y le miré con ojos de traviesa, bajé mi lengua ensalivando todo el tallo hasta llegar a sus orondos testículos. Primero me entretuve con uno, lo chupé y lo chupé hasta que lo succioné tragándomelo. Jamás lo había hecho con nadie, pero es que esos huevos daban juego para hacérselo… en ese momento lo siento gemir al explotar de placer. Con mi mano agarrada a su tranca como si fuese un mástil, no dejaba de subir y bajar para albergarla dándole placer en toda su longitud. Mi dedo pulgar, puesto de forma estratégica, acariciaba el glande cada vez que subía la mano, conteniendo uno a uno de sus huevos dentro de mi boca… era absorbido de tal manera que me daban ganas de arrancárselo de lo estirado que lo tenía al succionarlo con avidez.

Lo normal en estos casos era que me solían sujetar de la cabeza por si rehuía de la descarga de todo su esperma en mi boca, pero no hizo falta. Empecé a mamarla de tal forma que su polla desaparecía casi por completo dentro de mí. Llegado el momento viéndole cada vez más agitado, razón inequívoca que el macho estaba a punto de eyacular…, puse mis manos en sus nalgas y sujetándole con fuerza hacia mí para que no huyese de la eyaculación y de ahí no se pudiese mover. Comenzó a gemir y yo aumenté el ritmo de las chupadas notando los espasmos de lo que sería una brutal corrida. Sin dejarle que la sacara recibí con placer toda su leche, ¡Que no fue poca! La corrida fue bestial, varios días sin eyacular daban para mucho con unos huevos tan gordos. Percibí un gran chorro de lefa y seguidos otros dos o tres más, los siguiente era leves expediciones qua acabaron con atiborrarme la boca de esperma espeso…, tanta que se me escapaba por las comisuras de mis labios, cayendo en gotas largas como regueros de su semen mezclado con saliva. Aunque había terminado, seguía con su glande en mi boca recorriéndolo con la lengua para dejarlo limpio. Al sacar la tranca puede observar lo sensible que se les pone a los hombres después de eyacular, era imposible tocarlo. Durante cinco minutos le duró la extraordinaria sensibilidad en su polla, no permitiendo que lo acariciase aun estando en total erección, lo que significaba que no se había acabado para él, ni para su madre.

-“¡Jamás me lo habían comido de esta manera y mucho menos una vez terminado, me había quedado tanto tiempo con esa sensibilidad y con ganas de más! ¡Eres auténtica maestra!”. Le sonreí coqueta sin pronunciar palabra…

Rodamos sobre el colchón, separó mis piernas y teniéndome atenazo todo el cuerpo con el suyo, solo tuvo que buscar la entrada de mi chocho encharcado con su ariete facilitado por mis movimiento de cadera, hasta que se produjo el acoplamiento de ambos genitales…macho y hembra de nuevo unidos. Y de una sola embestida me penetró, enredó sus manos en mi cabello y mientras me follaba con fuerza me sujetaba de la cabeza teniéndome para él solamente, empalada con semejante espolón. ¡¡Estaba siendo dominada y me encantaba!! En todas mis relaciones no había experimentado un sexo tan dominante como este, me follaba como un animal a su hembra sumisa, abriéndome las carnes con aquel cipote que más que de hombre parecía de caballo. Mi amante y semental volcado en un apasionante polvo que consagraba su placer y el mío. 

-“¡¡Métemela entera cabrón… que no te quede nada fuera!! ¡Quiero sentir como me partes por dentro y tus huevos me aporrean el coño una y otra vez!

Me mataba a pollazos largos hasta el fondo, unos rápidos hasta media polla y después dos más lentos en profundidad obstruyendo la cerviz del útero dividiéndome las entrañas. Al cabo de un rato me puso en la orilla de la cama sujetando mis caderas, poco a poco fue introduciendo su dedo anular en mi virgen ano mientras que con la otra mano presionaba el clítoris, llego un nuevo orgasmo, sentí como mis piernas no podrían resistir. Inesperadamente su dedo se adentró en mi ano, lo que me hizo pegar un respingo y comenzó a moverlo en círculos haciendo reemplazar la incomodidad por el placer…

…en aquella posición era más accesible y por tanto podía alcanzar mayor profundidad en mi vagina, y enterrarme todo el cipote podría ser bestial si no andaba con cuidado.

-“Mi hijito querido, dame más duro, mucho más fuete hasta bien adentro ¡Por favor!” Grité llena de placer, no quería que aquello acabara.

Saco su dedo de mi ano y colocó la punta de su glande en la entrada de mi vagina acariciando mi espalda, me clavó con tanta facilidad deslizando el rígido falo a fondo, que noté con claridad cómo me golpearon sus pelotas en mi vulva. Con todo ese nabo dentro me sentía muy hembra pudiendo albergar tan recio cipote sin contenciones…. Con dos de sus dedos empezó a masturbarme el clítoris mientras me penetraba la vagina húmeda, que de lo lubricada que estaba procura que resbalase suave aquel pollón en mi interior. Su técnica continuó siendo lenta en profundidad y rápida metiendo solo 15 cm de rabo, alternándolas para no aburrirme de cómo me estaba follando mi niño.

-“Mmm, mamá estás muy apretadita… ¡¿No has tenido mucho sexo útimamene, verdad?!”

-“Mi vida, tú sabes mejor que nadie con qué frecuencia lo hago. No han entrado en él, ya ni me acuerdo del tiempo”.

-“No te preocupes mami porque tu hijo te va a dar lo único que hasta ahora te ha faltado siempre conmigo”.

Me masturbaba con sus dedos deliciosamente, mientras notaba como su verga tomaba pujanza y me levantaba de lo dura y hermosa que estaba ¡Dios mío que firmeza de verga! Me abrió las piernas hasta ponerme a meced de su tranca, yo elevaba mi culo en busca de su duro cuerno de toro bravo…, me las separó bien con sus dos manos y brazos…

-“¿Te gusta cómo se estoy follando…?” el placer era inmenso pero aquella arma era mortal si no la utilizaba con esmero en un coño tan ceñido como el mío.

-“Mi vida, ten cuidado no me hagas daño tienes mucho ímpetu y tu polla es muy grande y está muy dura”. Entonces sonrió con malicia, -“¡Agg cariño me duele despacio, me vas a partir en dos!”.

Siguió bombeando sin ningún recato ni respeto por su pobre madre, castigándome entre gritos orgásmicos. Una vez la vagina se conformó con su verga sentía mucho placer. Lo notó y entonces me puso boca abajo para me clavarme más profundo y duro ¡¡el muy cabrón cómo me follaba el coño!! Se había encariñado con follármelo bien hondo aplastando sus huevazos contra mi coño una y otra vez.

-“¡Ven mami, te voy a preñar como se fueras una perrita!” Sobre la cama quedé un poco paralizada con la intención del crío de preñarme, eso no entraba dentro de mis planes más cercanos.

Cogió mi cintura poniéndome a cuatro patas, elevó mi culo para que el coño de su madre se ofreciera diáfano, en tanto le facilité la labor curvando mi espada apoyando mi cara y mis tetas en las sábanas… ¡Me la metió de golpe! De lo lubricado de mi chocho y lo rígido de su ariete la clavó de un solo envión y acto seguido me follaba a todo tren. Se escuchaba ¡slup! ¡slup! de tanto líquido que me estaba sacando chapoteando entre sus pelotas y mi coñito ajado. Me gustaba sentirla mojada, gorda, dura y caliente, una polla de macho semental que tanto había deseado sin saberlo. Percibía el roce de su bálano acariciar mis sensibles paredes vaginales enervando mi calentura a más no poder, hasta que por fin después de tanta bombeada arreció en sus acometidas y…

-“¡¡Aaaagg toma mi leche mamá!! Te quiero dejar bien preñada de esta follada para que nunca más tengas falta de macho…voy a ser tu semental y el hombre de la casa…”.

-“¡Qué bueno hijo, descárgate! Me encanta sentir tu leche dentro de mí”, Zas…soltó un grueso chorro de semen, caliente y espeso que estalló inundado mi intimidad.

Luego noté los tres aldabonazos siguientes de rica leche espesa, pero él continuó eyaculando un rato más aliviando por completo sus compungidos cojones de semental…. Pasados unos segundos terminó y fue sacando poco a poco la verga de mi estuche. Le dije aún no sería papá con aquel polvo, siendo una lechada cuantiosa no era suficiente sino estaba ovulando…, pero podíamos planearlo Me recosté en la cama y sentí que él me seguía. Se acomodó a mi lado y nos morreamos lascivamente durante un largo rato comiéndonos la boca y jugando con nuestras lenguas lamiendo los labios del otro…continué jugando con su polla entre mis dedos quedándome dormida.

Nos abrazamos y besamos después de ese día muchas noches cuando llegaba del trabajo, era mi premio a la tediosa y rutinaria labor de cada día. El caso era que aunque me opuse al principio, finalmente terminó durmiendo en mi cama, al menos cuatro veces por semana sin dejar de usar su habitación por si llegaban visitas sorpresivas y pudieran sospechar que me acostaba con mi hijo y lo que eso implica entre adultos. Naturalmente fornicábamos sin condón que era más placentero… en los días críticos practicábamos la marcha atrás embardunándome todo el chocho por fuera de grandes chorretones de lefa, por la barriga e incluso llegaban a las tetas las aldabadas que expelía a toda presión en ingentes cantidades…, no sé qué próstata tenía mi hijo pero debía de ser como un balón de fútbol.

La vida nos iba bien, mi niño estaba terminando el Grado de Ingeniería en la UPC,  haciendo prácticas en una empresa que lo iba a contratar con toda seguridad, así que estábamos con muchos planes de futuro afianzándonos como pareja. Todo marchaba a pedir de boca con mi menstruación irregular dándome los sustos de siempre…, al final quedaba en nada teniendo en cuenta que mi edad las posibilidades de quedarme preñada eran escasas pero no nulas, por eso no tomábamos precauciones alguna, inconscientemente pensábamos que nunca pasaría nada, controlando los periodos de posible ovulación y los de infertilidad. Sin embargo follábamos con bastante asiduidad en diferentes lugares de la casa…. Ya no lo sentía como mi hijo, sino como a mi amante, mi hombre. Cada vez que me follaba, me dejaba el coño o la boca llenos de leche, sus testículos eran dos máquinas de fabricar semen sin parar, una leche espesa cargada de millones de “Isaacitos” raudos cuya única misión era trepar por mis trompas de Falopio y conquistar mi útero para préñamelo con una buena panza, cada vez que depositaba su semilla en lo más profundo de mí. Algunas noches que salíamos para pasarlo bien, con frecuencia nos confundían como novios. Pero curiosamente siempre se cumpla la ley de “Murphy”, si algo no previsto puede ocurrir, ocurrirá y después de más de un año conviviendo como amantes logró preñarme….

A los 45 años me sentí rejuvenecer a pesar de los riesgos que conllevaba el embarazo. Pensaba en mi vida, en lo triste y sola que estuve hasta descubrir el sexo con Isaac, porque los últimos acontecimientos fueron los más felices de mi vida, todo debido a una relación incestuosa que a muchos ojos de Dios era pecaminosa, pero al de los hombres no tanto. Sin embargo lo vi como una bendición divina. Me ponía la mano en mi vientre de 28 semanas y me preguntaba… “¿Quién era ese bebé? ¿Un producto del descuido? ¿O simplemente una bendición? ¿Qué culpa tenía ese bebé de haber sido engendrado, cuando la culpa fue mía por no tomar anticonceptivos? ¿Qué podría llegar a ser ese bebé? ¿Qué vida tendría?” Mi hijo Isaac maduró de golpe haciéndose cargo de la situación, tomó el papel de esposo y futuro padre, dentro de casa se comportaba como mi marido, mientras que en la calle era mi hijo y hermano de lo que llevaba en el vientre. Era tanto el amor que fluía entre nosotros, que aún con una panza prominente de casi 32 semanas continuábamos follando vaginalmente de manera contundente y profunda, dentro de los límites de mi movilidad y sin forzar mi vientre… su rabo se clavaba con la misma asiduidad y firmeza de siempre. Durante mi preñez seguí dejando que me follara e incluso me desvirgó… aquella follada por el culo fue bastante excitante. Mi niño me convenció cuando me dijo…

-“¿No te gustaría que nuestro bebé supiera que sus padres se aman?

-“Sí, mucho”, dije con una sonrisa.

Agarré la mano de mi hijo y la dirigí a mis tetas rellenas de leche, eso asustó a Isaac que la retiró diciendo, -“¿No sabes que podemos hacer daño a nuestro hijo?” dijo con temor.

Besé los labios de mi hijo y acaricié sus cabellos mientras apoyaba mis tetazas en el torso él. –“Tranquilo, todo irá bien… tú solo tienes que ser cuidadosa con mamá y no ahondar con toda la polla en su coñito”.

Mis manos recorrieron el torso y el abdomen de mi niño hasta llegar a sus pantalones. Los desabroché con habilidad, descubriendo el fastuoso falo que me daba placer y vida. Pronto mis labios empezaron a recorrer la virilidad de aquel macho. Unos labios que recorrían suaves la dura y cálida carne de su hombre, rozando, besando, daba pequeñas pasadas en el glande con la punta de su lengua. Sabía que a mi hijo le encantaba que se la mamara… acariciaba mis cabellos, miré a los ojos de mi amado con inocencia y mis labios engulleron la cálida verga del semental. Una tranca bestialmente dura llenando mi boca hasta llegar al principio del esófago. Me esforzaba…mis felaciones no llegaban a tragarla del todo, luchando contra mis arcadas, pero sentía que podía hacerlo, por él… –“¿Estás bien?” Preguntó cariñosamente Isaac preocupado porque su madre no se ahogase. Le miré con ojos llorosos por el esfuerzo, pero haciendo una especie de mueca afirmativa.

Agradecí que se hubiera afeitado el pelo de su virilidad. Sentía como mi amado se agitaba sacando la suficiente verga como para que mi lengua acariciase el glande dentro de mi boca, no tardé en sentir el semen chocando contra mi lengua y garganta. En ese momento, engullí la polla de mi macho hasta tocar los huevos con la barbilla y apretando mis labios me separé lentamente de él. Le saqué toda la leche que había quedado sin salir, vaciándole sus gordas pelotas ¡Cómo me gusta ese escroto y dejárselo seco! Un hilillo viscoso era lo único que unía el vigor de Isaac con mi boca, alcé la mandíbula para enseñarle la ingente cantidad de lefa que le había extraído esa vez. Jugando con el engrudo en mi boca, paladar y lengua me tragué toda su leche en dos intentos relamiéndome después. Me incorporé a la altura de mi amado y le miré a sus ojos con dulzura…, sonrió y acarició mi cara,  mi cuello y mis gordas ubres de madona amamantadora, que al manipularlas salió un líquido amarillo y ceroso, eso preocupó a Isaac.

-“Tranquilo cariño, es calostro”. Sin remisión Isaac empezó a chupar mis pezones  especialmente sensibles.

Del gusto me mordía los labios solo con un roce, acariciaba la cabeza de mi amado hijo y esposo mientras intentaba no llegar al orgasmo demasiado pronto, pero era muy difícil… aquel mamón succionaba el calostro con ganas, chupando fuertemente alimentándose de él moviendo su lengua. El placer era tal que apretaba la cabeza de mi niño en mis mamas… no tardó en llegar al clímax de mi placer orgásmico…. Isaac me veía agotada, me tumbó sobre la cama y me contempló largo rato… me hallaba distinta con mi barriga preñada… me sentía tan hermosa y feliz que me favorecía haciendo de la gordura pura belleza. Digamos que me veía con una beldad distinta. –“Mi vida, por favor no me mires así… estoy muy rellenita”, le decía tapándome. Podía chupársela y beber su semen, podía dejarme sodomizar, podía ser masturbada brutalmente, pero todavía  me daba vergüenza que me mirase fijamente desnuda, máxime tan preñada. Parecía una tontería, pero las miradas eran más morbosas que la misma penetración. Mi hijo sonriendo me arrancó la sabana que me protegía de su mirada, me cubrí con las manos, muerta de vergüenza, pero él se puso encima de mí y me separó las manos mirándome con más atención.

-“No estoy bonita”

-“¿Por qué dices eso? Mamá”.

-“Mírame, estoy gorda, no tengo ese vientre plano que mojabas con tu leche”.

-“Eso es porque hay vida en tu vientre, la prueba de que nos amamos, de que nos deseamos”.

Miré a los ojos de mi hijo, unos ojos llenos de sinceridad y deseo, separé despacio mis piernas y le dije… -“Si de vera te gusto preñada entonces… ¡Tómame mi vida, quiero que estés dentro de mí, quiero que estés tan profundo que prácticamente estemos unidos físicamente, que nuestro bebé sepa que sus padres se aman con fuerza, que sepa que nunca lo dejaremos solo por nada”. Esas palabras hicieron reaccionar a mi hijo que besó con pasión mis labios

-“Si mamá, estamos los tres juntos y formaremos una familia feliz”.

Totalmente empalmado con su enorme verga apuntó su con el vigor a la raja de mi abultada vagina y entró despacio por la puerta de la vida, por donde un día salió y ahora entra una y otra vez con su fabulosa verga para llenarme de placer y esperma. A medida que bombeaba, sus huevos golpeaban mi vulva de continuo… veía mis tetas copadas de leche moverse como flanes de gelatina, esa visión excitaba más a mi hijo… aumentó las acometidas. Algo temerosa, puse mis manos en mi vientre de madre. Eso calmó un poco el ímpetu de Isaac que me penetró con más cuidado, mirándome amorosamente a los ojos… le respondía con caricias a sus manos, que agarraban mis caderas. –“Te quiero” le decía con una sonrisa.

-“Y yo te quiero a ti, mamá”.

Las envestidas lentamente se aceleraban, mientras yo sentía un gran placer, pero cambiamos de postura. Isaac me tumbó boca arriba y él se puso de rodillas frente a mí…, sentí como me penetraba profundamente. Mis tetas se balanceaban al ritmo de la penetración, cada vez más rápido. Mi hijo estaba llegando al orgasmo y en vez de tocar mis tetas estrujándolas como solía hacer cuando llega la eyaculación, si no me besaba a la vez que expele su lefa en lo profundo de mi útero, acarició mi vientre de madre. Yo también llegaba al clímax y puse mis manos en mi vientre sobre la suyas en plena alianza, no tardamos en llegar ambos al orgasmo al mismo tiempo. Percibí su estruendo descargar en mi vagina profunda soltando todo el aire de sus pulmones hiperventilando. Yo estaba muy agotada y me tumbé al lado de mi amante esposo, padre del fruto de mi vientre… ambos acariciábamos mi panza preñada….

-“¿Crees que será feliz?” pregunté.

-“Crecerá con unos padres que se aman y le aman, sí, será muy feliz”, dijo mi hijo acariciándome el vientre, y yo su polla aún tiesa deslicé mi mano desde el glande a los huevazos que posee por los que estoy loca y preñada. Con esas caricias placenteras nos quedamos dormidos por agotamiento placentero.

Tuvimos al niño y proseguimos con nuestra vida como marido y mujer follando cada día. Lo peor fueron los primeros meses… me despidieron por quedarme preñada y los demandé… con el dinero de la indemnización por despido improcedente nos mudamos de ciudad, compramos un piso y vendimos el anterior… pronto conseguí un buen trabajo en una empresa de publicidad y promociones a nivel local pero próspero… mi hijo también comenzó a trabaja en una empresa de instalación de maquinaria y robot industriales. Con apenas seis meses desde que nación Bruno, ya estamos buscando el segundo y según creo que el definitivo hijo que le puedo dar a mi esposo, amante e hijo mío.

Esta es mi versión, la otra parte la narra mi hijo...

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