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La Tentación vive en casa. (Parte 2)

en Amor filial

He aquí el inicio con la Confesión a mi madre con la consecución de mi propósito por follar a mi vecina, aunque al final me gustará más otra mujer… Desde que vi el vídeo en que mi madre y nuestra vecina follaban con el hijo del frutero, mi madre no era la misma para mí. Ella seguía comportándose conmigo de la misma manera, cariñosa y atenta, pero cuando la observaba mi mente se inundaba con las imágenes de su cuerpo desnudo, de su coño siendo invadido por la polla de aquel tío. Era más distante con ella, no porqué estuviera enfadado, tampoco me había causado un trauma ver a mi madre follando, y con alguien que no fuera mi padre, solo a veces me sentía muy atraído por ella y no lograba entenderlo si no fuera porque mi subconsciente pensara que bien podría haber sido yo por edad y complexión física…, pero, aparte de mis sentimientos hacia mi madre, mi objetivo era tener mi primera relación con Maite, la madura vecina de arriba tenía bastante experiencia, como pude ver en el video, aunque Nuria no se quedaba corta. No se me ocurrió otra manera, más que ser desagradable con mi madre, chantajeándola con aquella película para que consiguiera que nuestra vecina lo hiciera conmigo…. Cuando le conté que había visto la película en la que las dos tenían sexo con el joven, ella se puso a llorar totalmente nerviosa, entonces no fui capaz de apretarle más.

-“Mami, tranquila”, le dije acariciando su pelo. “Simplemente quiero que me ayudes para que pueda “acostarme” con Maite, desde que la vi la primera vez me gusta mucho y quisiera que ella fuera la primera y que me enseñara”.

Mi madre no llegó a tranquilizarse del todo, pero se calmó cuando le expliqué mis intenciones de desvirgarme con la madura del piso de arriba. Por supuesto que le prometí que guardaría su secreto y que podía confiar en mí todo lo que quisiera. Después de casi una hora de conversación mi madre parecía más tranquila. Entonces me dijo que vería la forma de proponérselo a la otra y, si aceptaba, cómo lo haríamos. Pasaron varios días y nuestra relación se fortaleció gracias a la confianza que le había mostrado a mi madre, pero cada vez que la veía volvía la imagen de su cuerpo desnudo. Por supuesto que no le dije nada de que había hecho una copia de la película y que muchas noches me masturbaba viéndola follar….Era un miércoles por la tarde, mi padre estaba trabajando y mi madre vino a mi habitación para comunicarme algo que él le había contado por teléfono… papá se marchaba el viernes por la noche con unos amigos de cacería y no volvería hasta el domingo….

-“Voy a hablar con Maite para que en este fin de semana puedas tenerla”, me dijo en voz baja como si nos pudiera escuchar alguien. “Ya le he hablado un poco del tema y parece interesada, así que “prepárate” para el fin de semana…”.

Desde aquel día no pude concentrarme en mis estudios… en nada, sólo tenía en mente la posibilidad de tener sexo por primera vez con aquella mujer que dormía en el piso de arriba, una mujer que me excitaba desde la primera vez que la vi…. Y por fin llegó el viernes. Sobre las 18 horas mi padre se marchó. Entonces quedamos mi madre y yo solos. Estaba impaciente y lo primero que hice fue preguntarle si había aceptado nuestra vecina.

-“Tranquilo cariño” .Me dijo acariciando mi pelo. “No te preocupes, ahora voy a darle un telefonazo”.

Me dijo que estaba impaciente por tener a un joven como tú… mucho más si además era virgen. Entonces llamó y Maite ya estaba preparada. Mi corazón estaba totalmente acelerado. En menos de cinco minutos sonó la puerta y mi madre abrió. Entró nuestra vecina y cuando pasó al salón pude ver lo maravillosa que estaba.

-“¡Hola cariño!” Me dijo rodeándome con sus brazos por el cuello y besándome en la mejilla. “¡Vaya, te has vuelto un tímido!” La verdad es que estaba muy excitado, pero aún más nervioso. Temblaba como un flan y no sabía bien qué hacer. “Tranquilízate…” me pedía ella pero no me podía controlar. “Ya me contado tu madre que nos has visto hacer locuras con el chico del frutero”.

-Si bueno por casualidad cayó en mis manos”

-“Nada es por casualidad… ¿Te gustó lo que viste?”

-“Sí mucho”

-“¿Quién te gustó más tu mamá o yo?”

-“Bueno las dos estáis muy bien yo… bueno es mi madre… y yo….”

-“Tranquilo que lo vas a hacer conmigo… ¡Anda, ven acompáñame!”. Me agarró por la mano. “Ahora te lo devuelvo…”, le dijo a mi madre.

Me llevó de la mano hasta la habitación de mis padres, me tumbó en medio y empezó a desnudarse poco a poco y de forma sensual. Yo estaba muy excitado y no sabía si me correría en cuanto me tocase. Aquella mujer era impresionante, su cuerpo, sus movimientos, todo en ella me provocaba y deseaba entrar dentro de ella. Se quedó con la ropa interior puesta y empezó a desnudarme de manera acompasada sin prisas y sin pausas. Me quitó la camiseta que llevaba y después bajó hasta mis pantalones, los desabrochó y me los quitó. Quedé en calzoncillos allí en medio. Entonces buscó algo en la ropa que se había quitado y se acercó a mí con una especie de pañuelo oscuro.

-“Cariño, te voy a hacer una mamada, pero para que disfrutes más te vendaré los ojos y así no sabrás porque lado voy a lamerte”.Me dijo y me privó de la vista con aquella tela.

Entonces sentí como se movía por la cama para colocarse sobre mi polla. Fue increíble cuando sentí la boca de Maite que envolvía mi polla tan dura como el pedernal, y se lo tragaba entera. La había visto hacerlo en la película, pero sentirlo era diferente. Tan excitado estaba que tenía ganas de correrme.

-“¡Qué bueno! ¡Joder qué gusto….Tengo ganas de correrme!” Le decía yo.

-“¡Espera un poco más cariño! Es demasiado pronto”

Hice todo lo posible por aguantar. Mi cipote estaba más duro de lo que nunca lo había sentido, las succiones que aquella madura me estaba volviendo loco. Sentía su mano que me acariciaba los testículos mientras mi glande era rodeado por la habilidosa lengua de mi vecina, me ensalivaba todo el tronco y su lengua golpeteaba los huevos uno a uno y después se sol engullía pegando un fuerte chupón…después el otro y cuando ya los tenía bien castigados volvía a mi capullo y se trababa todo el falo que le entraba en la boca y así otra vez…

-“¡No puedo más!” Dije en una especie de grito.

No dijo nada ella, aumentó la velocidad de las mamadas y la fuerza de las chupadas apretando mis pelotas, consideré aquello como una invitación a que descargara toda mi leche en su boca. Me sentía avergonzado por no poder aguantar un poco más, pues en tan solo tres o cuatro minutos me tensé y mi bálano descargó la lefa que se depositó en la boca de mi madura amante, la cual fue tragada a cada lechazo sin la menor repulsa, es más, le gustaba hacerlo succionando con firmeza. Empecé a convulsionarme con cada succión que me daba y la agarré por la cabeza para pararla mientras con la otra mano me quitaba la tela que me impedía verla….

-“¡Diosss!” Grité y boté al ver mi polla salir de la boca de mi madre. Pero… esto…”, No sabía que decir.

-“Tranquilo cariño, no pensarías que le iba a quitar a una madre el placer y el honor de ser la primera amante de su hijo…”, dijo Maite que estaba más excitada que nosotros al vernos tener sexo oral….

-“¿Te ha gustado? A mí ha encantado el sabor de tu leche. Y mucho más verte disfrutar…”

Me explicó mi madre sin dejar de acariciar mi polla sobándolo desde los huevos hasta la punta, mostraba incertidumbre al no saber cuál sería mi reacción.

-“Sí, pero me he asombrado al verte, creía que era Maite y me ha impresionado verte…”, le dije.

Entonces mi madre se levantó de la cama. Permaneció de pie y nos mirábamos a los ojos. Yo no sabía qué hacer, una cosa era imaginar a mi madre follando conmigo, haciéndole todo tipo de cosas, y otra muy diferente lo que acababa de pasar. Pero veía su hermosa cara de ojos oscuros y su voluptuoso cuerpo y me invadía el deseo de amarla por completo, más bien de follarla como un pervertido. Ella me miraba como pidiendo perdón al darse cuenta de lo que había hecho. Me había mamado mi polla y se tragó todo mi engrudo espeso, pero el hecho en sí no era lo que realmente le preocupaba a ella, lo que más le inquietaba era que en todo momento había disfrutado de aquella relación incestuosa. Disfrutó hasta que vio mi cara al descubrir que era ella. Eso la trajo de nuevo a la realidad de sus actos y se empezaba a sentir mal por no habérmelo propuesto antes. Sentí que mi madre se iba a echar a llorar y de un bote me coloqué en el filo de la cama, la abracé por la cintura y apoyé mi mejilla contra su vientre. Ella me acariciaba el pelo.

-“¡Perdona hijo!” Me decía con un tono triste. “Te lo tenía que haber preguntado antes…”.

-“Ha sido mejor así, primero me he impresionado, pero la verdad es que desde que te vi en el video te deseo como a nadie”. Bajé las manos por el cuerpo de mi madre y empecé a acariciar su redondo culo. La miré a la cara y tenía una preciosa sonrisa. “¡Quiero amarte mamá! ¿Deseo desvirgarme contigo…?” Le dije.

-“¡¿Lo dices en serio…?! Asentí con la cabeza y una sonrisa. Entonces mi vida ¡Hoy seré toda tuya!” Me contestó.

-“Creo que debo irme”. Dijo Maite que estaba de pie junto a nosotros viendo la escena. “Nuria, mañana me dices qué tal amante es tu hijo…. Por lo veo muy bien dotado para el fornicio.”.

-“No Maite”, le dije agarrándola por el brazo. “Te necesito. Voy a amar a mi madre y quiero que disfrute todo lo posible, dado que no lo he hecho nunca, necesito que tú me indiques que debo hacer”.

Se detuvo y tras pensarlo un poco accedió a mi petición. –“Para eso no me necesitas a mí, tu madre sabrá guiarte muy bien…. Ella tiene la suficiente experiencia como para llevarte al placer sumo”.

-“Por favor Maite ¡Enseñarme las dos a amaros a la vez!”

-“¡Vaya con mi niño! No se conforma con una, no, quiere tener a las dos”. Dijo mi madre. “¿Qué opinas Maite?”

-“Es el hijo de una buena amiga, así que debemos de enseñarle todo lo que necesite y lo mejor posible…”.

Desde ese momento todo me parecía un sueño. Busqué el cierre de la falda de mi madre con las manos y la desabroché. Por mi espalda, Maite caminaba de rodillas sobre la cama y me abrazó para acariciarme por detrás. Dejé caer la falda de mi madre y apareció ante mí su coñito cubierto por unas bragas blancas de encaje que permitían distinguir su oscuro sexo recubierto en su pubis de unos finos vellos dispersos. Una mano la pasé por dentro de sus bragas y acaricié su culo, mientras la otra levantaba su camisa y empecé a besar su carnosa barriga. Mi madre me acariciaba la cabeza y ronroneaba cómo una gatita en celo.

-“¡Creo que nuestro jovencito necesita pocas explicaciones!” Dijo Maite mirando a su compañera de cama.

Volví la cabeza hacia atrás para mirar a mi adorada vecina y su lengua inundó mi boca en un profundo beso.

-“¡Yo también quiero tu lengua cariño!” Dijo mi madre.

Sentí como sus manos volvían mi cabeza y sus labios empezaron a jugar con los míos hasta que nuestras lenguas se fundían en un incestuoso beso. Maite me besaba y mordisqueaba por el cuello y la espalda produciéndome escalofríos de placer. Empecé a desabrochar la camisa de mi madre hasta que no quedó ningún obstáculo que impidiera que cayera al suelo por su espalda…. Aparecieron ante mí sus dos hermosas tetas recogidas por un sujetador a juego con las preciosas bragas que llevaba. Por el encaje podía adivinar los oscuros pezones con grandes aureolas, estaban erectos por la excitación y se marcaban en la tela. Entonces ella se quitó aquella maravillosa prenda y dejó libre dos redondas y maravillosas tetas que de inmediato comencé a besar.

-“¡Así cariño, sigue dándole placer a tu mamá!”

Me animaba Maite a medida que se iba excitando ella también. En unos minutos éramos un trío perfectamente acoplado. Mi madre no decía nada, se limitaba a lanzar gruñidos y leves gemidos por el placer. Con las dos manos busqué el filo de sus bragas y se las bajé hasta que quedaron en el suelo. Ya estaba totalmente desnuda, como yo. Entonces le indiqué que se tumbara en la cama.

-“Maite, quiero lamerle el coño a mi madre, ayúdame”. Le dije a mi vecina y profesora.

-“Mejor que decírtelo será que lo veas hacer…”. Me dijo y empezó a abrir las piernas de mi madre. “¿Te importa si te lo hago yo para que lo vea Lucas?” Le preguntó a su compañera.

-“No…”. Dijo mi madre un poco dubitativa, pero aceptó.

Entonces Maite se colocó al lado de la otra y me pidió que me pusiera frente al aterciopelado coñito de mi madre. Con dos dedos separó los labios y apareció el rosado interior de la vagina. Estaba mojada por la excitación y Maite se inclinó desde su vientre para empezar a acariciar con su lengua el interior de mi madre. Yo las miraba. Los gemidos de mi madre se hicieron más intensos al sentir cómo la lengua de su amiga pasaba por toda su raja… llegó a su capucha y despejó los pliegues apareciendo una flamante pepita. Se encarnizó con ella, cómo se entretenía en jugar con su clítoris para darle más placer. Entonces se dejó de lamer y mantuvo el coño abierto con las manos, me miró y entendí que ahora era mi turno. Entonces me incliné sobre mi madre. De inmediato me invadió el aroma de los flujos que salían de la húmeda y caliente cueva que tenía mi madre entre las piernas. Saqué mi lengua y sentí el sabor ácido de su coño.

-“¡Bien cariño!” Me animaba Maite. “¡Acaríciala con tu lengua suavemente!”

Pasaba mi lengua por toda su raja de arriba abajo, sentía como los flujos de su vagina mojaban toda mi boca y encontré su abultado clítoris, sobresalido y espigado. Empecé a jugar con él y mi madre se retorcía y se convulsionaba cada vez más dando gritos de placer. La sensación de notar en mi sensible lengua el duramen de su pepita me estremecía… lo lamí y hasta los mamé porque daba de sí por su tamaño.

-“¡Chúpale el clítoris como si fuera un pezón!” Me indicó mi maestra y así lo hacía.

Aquello le provocó un gran placer a mi madre y sus convulsiones se convirtieron en saltos de placer. Maite soltó los labios y se dedicó a lamer las tetas de su amiga mientras empezaba a correrse al sentirme en su coño. Se tensó y yo arrecié la comida de coño, las lamidas succiones más atrevidas…. De pronto noté un gran esténtor y como una gran cantidad de sus flujos salían y me mojaban aún más. Sentí la mano de ella que me empujaba la cabeza.

-“¡Ya, para nene!” Me decía entre gemidos y suspiros. “¡No sigas con la lengua! ¡Dale tu polla a mi coño!”

Aquellas palabras que salieron de la boca de mi madre me excitaron y rápidamente me coloqué entre las piernas de mi progenitora. Dejé caer mi cuerpo contra el suyo, era maravilloso sentir su calor, la suavidad de su piel… me movía sobre ella y mi polla no acertaba a introducirse en su raja. Ella gimoteaba al pasar mi glande sobre su clítoris abriéndose más de piernas para darme mejor acogida y acceso a su intimidad… estaba a punto de entrar por donde salí hacía 18 años. Entonces sentí la mano de mi vecina que me paraba el culo, agarró mi estoque cual fierro con una mano y la dirigió a la entrada del conejo de mi madre. Nunca había sentido hasta ese día el abrumador calor de la vagina de una mujer…. Me sentía como en un sueño, mi verga penetraba a mi madre suave y ella gemía de placer creyendo llegar al máximo placer conocido por un ser humano. Todo mi sensible glande percibía la expansión de sus paredes, yo no cesaba de empujar hasta que mis huevos tocaron su vulva mullida e hinchada… caliente. Entonces empecé a follarla rítmicamente y cada vez más rápido.

-“¡Dame más!” Me animaba. “¡Más rápido cariño! ¡Más dentro de mamá! Tú puedes llegar al fondo…”

Yo obedecía a mi madre en todo y sentía un gran goce, por momentos sentía ganas de correrme y se diluían dejándome continuar con las clavadas. Miré la cara de mi madre que mostraba todo el placer que sentía al tener mi maza en su interior, sus gritos se convirtieron en gemidos profundos cuando le llegó un nuevo orgasmo y clavó sus uñas en mi espalda. Sentí el calor de su interior en mi glande y empecé a empujar. ¡Ahora si le estaba penetrando el coño! Sentí como sus labios envolvían acariciando mi polla a medida que iba entrado y saliendo de su coño. Metía un poco más y sus manos apretaban sobre mi espalda sin dejar que nuestras bocas se separaran. Como si mi polla fuera un ariete, lo hacía retroceder un poco para clavársela más, de nuevo su abrazo de placer. Poco a poco la iba invadiendo profundamente y su boca permaneció abierta mientras metía mi lengua en su boca y mi polla en la vagina ulterior de ella, en su maternal vagina. Sentía el calor de su respiración entrecortada…, el calor de sus flujos que salían. Estaba gozando y yo gozaba de su maduro cuerpo. Un último empujón de mis caderas, el más fuerte de todos y mi polla se hundió por completo haciéndole sentir mis pelotas en su vulva. Su cuello se echó atrás y su cabeza se clavó en la almohada, su boca abierta y sus ojos cerrados me indicaban que estaba conteniendo un gran gemido de placer que no podía liberar, apretando mi cipote.

De nuevo retiré mi polla hasta que sentí que mi glande quedaba en su entrada, esperé y sus ojos miraron a los míos, esperando más placer. La besé de nuevo en la boca y hundí fuertemente mi polla en su coño hambriento atravesándola. Sentí como su cuerpo se tensaba de nuevo y como quería gemir de placer, pero mi boca no la dejaba emitir sonidos. Agarré su pelo por la nuca con una mano y tiré, forzándola a doblar el cuello hacia atrás para dejar su cuello al descubierto para que mi boca lo mordiera. Gruñía levemente mientras mis dientes la mordisqueaban en sus pezones y mi polla enloquecida entraba y salía de su mojado coño. Estaba exaltado al tener a mi madre bajo mi cuerpo, retorciéndose de placer, intentando no emitir sus gemidos, clavando sus uñas en mi cuerpo, acariciando todo mi cuerpo que se movía para darle todo el goce posible… y sentí como sus piernas se convulsionaban al tener aquel gran orgasmo, pero no paré, seguí castigándola sin parar de follarla, no tuve compasión. No pude aguantar mucho y sentí que me iba a correr. No alcancé más de dos o tres penetraciones y tuve que acabar con mi polla de su hondura. Torpemente la calé hasta los huevos justo cuando sentí salir el primer chorro de semen que cayó en su mismo cérvix. Su coño agarraba mi polla apuntalando en lo profundo de su intimidad mientras ella que me esperaba con la boca abierta. Aceleré más y sentía que quería estallar dentro de ella.

-“¡¡No puedo más!! Estoy a punto de correrme mamá…”. Le dije.

-“¡Vacíate dentro de mí sin miedo…! ¡¡Lo quiero a todo!!” Fue lo único que dijo mi madre.

Aceleré dispuesto a llenar toda su vagina con mi lefa y entonces sentí como Maite me separaba los cachetes del culo y su lengua lamía mi ano. Aquello fue una sensación extrema que me erizó la piel implementando mi gran eyaculación…. No aguanté más. La penetré profundamente aplastando mis huevos en su coño, al tiempo que sentí un punzado en la cabeza de dopamina haciendo reaccionar todo mi cuerpo con el primer chorro de leche espesa que salió para inundarla…. Con cada rápido empujón que daba, mezcla de convulsión y movimiento voluntario descargaba más semen en las entrañas de mi madre. Maite no paraba de lamerme el culo, a la par me estaban volviendo loco envuelto en una sordera crepuscular, soltando chorretones de esperma sin parar en ese mundo aparte creado por el atolondramiento y la flojera que me invadía. La agité con un leve vaivén y otro chorro tras otro salió de continuo eyaculando en el mismo conductor uterino que me contuvo durante nueve meses. Su vagina esperaba mi leche y se la llené bien… pude correrme con todo lo que me quedaba depositándolo allí. Cuando no pude más, una vez había eyaculado, me quedé sobre mi madre y le di besos en su hermosa boca. No le saqué la polla, la dejé dentro para que fuera menguando en su interior produciendo una inseminación completa…. Maite se acostó junto a nosotros y nos miraba. Ella se movió hacia adelante hasta que mi verga estuvo a su alcance y mi glande se perdió dentro de su boca. Mis piernas flaquearon al sentir como su boca succionaba para sacar todo mi semen. Acaricié su cabeza hasta que caí rendido a su lado. Nos abrazamos para dormir, sintiendo el mayor de los placeres que he sentido en mi vida, follar con mi madre.

-“¡Vaya cómo habéis follado! ¡Espero que a mí me des lo mismo!”

La besé en la boca a ella también y después nuestras tres bocas se juntaron para dar un gran beso en el que nuestras lenguas jugaron libremente de una boca a otra. Nunca pensé que mi madre fuera capaz de tener alguna relación lésbica, pero todo estaba permitido esa noche y aquello me gustaba y me excitaba. Me levanté de encima de mi madre y saqué mi sable fláccido de su interior, me tumbé en medio de las dos y descansamos un buen rato. Ambas me abrazaban posando sus enormes tetas sobre mí. Era delicioso tenerlas de tal manera. Los tres estábamos desnudos. Pasados unos minutos, mi madre y luego yo fuimos al servicio. Yo aproveché para limpiar mi recién estrenado badajo para prepararlo para la siguiente ocasión. Llegué de vuelta a la habitación y allí estaban mis dos maduras amantes, una junto a la otra, hablando boca arriba. Me subí en la cama y me coloqué de rodillas delante de ellas. Me paré a contemplarlas. Maite, con su fino cuerpo y su depilado coño, tenía los brazos en la cabeza, de forma que sus pechos quedaban apuntando hacia arriba, firmes y turgentes. Mi madre estaba al lado, su coño no estaba depilado del todo, solo rasurado en su pubis y sin pelo hacia su ano, solía recortarse con un vello cortísimo y disperso de forma…, su raja asoma divina entre esos pelitos que la adornaba haciendo un conejito aterciopelado muy atractivo. Estaba algo más rellenita que su vecina y sus ubres caían a ambos lados de su cuerpo por acción de la gravedad ya que eran mucho más grandes que las de la otra. Cogí las piernas de Maite, las doble y las abrí de forma que su raja quedaba totalmente expuesta a mi vista. Pasé la mano sobre ella y noté que tenía un clítoris exageradamente grande. Separé los labios y pude verlo. Era como tres veces más grande que el de mi madre.

-“Voy a comértelo para que me digas si he aprendido bien”, le dije.

-“Todo tuyo”. Me contestó.

Me incliné sobre ella y me coloqué entre sus piernas. Metí mi lengua entre los labios y la empecé a acariciar.

-“¡Qué buen alumno eres! ¡Qué bien has aprendido!” Me decía.

Después de un rato pasando mi lengua por toda su raja me paré en aquel enorme clítoris y lo chupé como antes le hice a mi madre. Entonces cambió. Parecía que se había vuelto loca. Se agitaba y gritaba como si estuviera poseída. Un momento después me paró y me hizo retirar de su coño. Nunca había visto lo que hizo a continuación. Empezó a frotar su clítoris con la mano y a meterse los dedos anular y corazón como poniendo los cuernos… y al momento empezó a correrse lanzando chorros fluidos…, una gran cantidad de flujos de su coño. Aquello era gritar de placer. Mi madre y yo la mirábamos sin saber bien qué hacer.

-“¡Dios, túmbate que quiero meterme tu polla!” Me ordenó y obedecí al momento.

Rápidamente abrió las piernas y se montó sobre mí, agarrando mi mástil endurecido y totalmente erguido… sentándose sobre él de golpe para que le entrara hasta lo más profundo. Mis genitales se mojaron con sus líquidos al momento y mi tronco entraba en su maduro coño sin problema. Cabalgaba sobre mí. Yo estaba excitado, pero no tenía ganas de correrme, lo que quería era ver cómo disfrutaba Maite de mi polla. No tenía mucha experiencia follando, pero me dio la impresión que se corría una y otra vez. Mi madre nos miraba recostada junto a nosotros. Se afanaba en darse placer con la mano, me besaba en la boca y me sobaba los huevos, mientras su amiga no paraba de chillar y correrse. De vez en cuando me ponía una teta sobre la boca para que la chupara.

-“Ponme el coño sobre la boca”, le pedí a mi madre.

No dijo nada, abrió sus piernas y colocó su raja a la altura de mi boca dándole la espalda a la otra, separó los labios de su coño y mi lengua empezó a trabajar. Era delicioso oler el chocho de mi madre con mi leche rezumando de él aún…. Así como escuchar aquellas mujeres disfrutar de mi cuerpo y sentir como mi verga se hundía hasta lo más hondo de Maite. Ya me había corrido dos veces y podía aguantar las embestidas de mi vecina sin venirme un buen rato…. No sé cuánto tiempo pasó hasta que Maite se bajó de mí, exhausta por los el ejercicio del galope vertiginoso y algún orgasmo que había sentido. Entonces mi madre me retiró el coño de la boca y se sentó sobre mi polla. Movía su culo hasta acoplar su raja vaginal en mi orondo glande y una vez encontrados mí capullo y su bocana, el falo de su hijo la perforó deslizándose en una suave continuidad hasta los mismos huevos… luego entraba y salía de ella agitando su cadera. Se inclinó hacia delante y me ofreció sus tetas para que las chupara. No me podía creer como follaba esa señora a la que llamaba mamá y me preparaba los bocadillos de la merienda dándome un beso en la mejilla….  Sentía como penetraba a mi madre y ella gimoteaba mientras me la follaba sin el menor recato. Entonces su expresión cambió cuando empezó a sentir un nuevo orgasmo. Solté sus tetas y agarré su culo con ambas manos. Lo paré y me moví para penetrarla rápidamente. Sus ojos se pusieron en blanco al sentir el orgasmo. No emitía ningún sonido estridente, solo jadeaba hiperventilando permaneciendo con la boca entreabierta por el placer perdida de sus fuerzas. La agarré con una mano por la nuca y llevé su boca hasta la mía para darle un profundo beso e introducir mi lengua en su paladar, jugando con su lengua en una voraz batalla, mientras la seguía penetrando algo más suave.

-“¡No puedo más hijo!” Me dijo agotada. “¡Déjame descansar un poco! ¡Me vas a reventar de pollazos!”

Se sacó el rabo y se acostó a un lado para descansar. Maite vio que estaba libre y se colocó en el filo de la cama a cuatro patas ofreciéndome su culo para que la follara…

-“¡Vamos semental, mi culo te espera!”Me dijo insinuante.

Me levanté y me coloqué detrás de ella. Agarré mi polla con una mano y la llevé a la entrada de su vagina. La agarré por las caderas y empecé a follarla. Ahora la embestía sin miramiento, con mucha fuerza y con toda la velocidad que me permitían las fuerzas que me quedaban. No tardó mucho en empezar de nuevo a tener otro orgasmo. Sus gemidos eran continuos, no paraba de gemir. Después de un buen rato de penetrarla, posiblemente más de cuarenta y cinco minutos jodiéndolas a las dos damas insaciables, yo estaba sudoroso por el esfuerzo que estaba haciendo al follar a Maite en esos momentos…, empecé a sentir ganas de correrme, pegándome un subidón de adrenalina que me hizo gritar….

-“¡Ya me voy a correr! Ella sin la impudicia que pudiera sentir una vecina con su joven amante espetó…

-“¡Hazlo cabrón, me vas a matar a pollazos si no acabas…! ¡¿Cuánto piensas aguatar más?!” Fue la única respuesta de ella.

Entonces intenté darle más fuerte y empecé a sentir que mi espeso esperma comenzaba a salir hinchándome el glande en su eyaculación. En el momento en que ella sintió mi leche tuvo el último orgasmo, brutal y extremo. Levantó un poco una de sus piernas y mientras yo la penetraba profundamente para descargar toda la lefa contenida en mis agotados cojones, ella volvía a correrse con chorros de flujo fluido y candente en una buena cantidad de nuevo frotándose con descaro el clítoris sobre su capucha como una puta salida. Nos temblaban las piernas por el placer. Le saqué mi polla y me tumbé en cualquier lado de la cama. Ella cayó sin fuerzas y mi madre nos miraba. Los tres estábamos agotados, exhaustos. Yo me había corrido tres veces aquella noche, mi madre otras tantas y de la multi-orgásmica de Maite perdimos la cuenta.

-“Nuria, cada vez que quieras enseñar a tu hijo al nuevo, avísame“.

-“Ya veremos Maite, lo que he descubierto esta noche tal vez sólo lo quiera para mí…”.

-“¡Qué egoísta!”

-“El hijo del  frutero no está nada mal para ti… Te viene muy bien a la medida”.

-“No, no está nada mal y seguro que pronto le daré una nueva alegría”. Dijo soltando una carcajada de bruja. “¡Pues me tendré que con formar con Luisito…!”

Mi madre le imitó mirándome con mi barbilla en su mano diciendo… “¡¡Éste semental me va a estar follando cada vez que estemos solos en casa…!!” Le miraba absorto en sus palabras, nunca pensé que pudiera oír la palabra semental de ella. “¡Se te han acabado las pajas…! A partir de ahora vas a meter la polla en caliente y mojar tu gorda verga todas las semanas en el hambriento conejito de mamá…”.

Aquella noche, después de cambiar las sábanas, pues Maite las había dejado perdidas de fluidos con sus orgasmos, dormimos los tres juntos. Descubrí que prefería a mi madre como amante más que a Maite. Desde entonces hicimos juntos muchas más cosas de las que nunca hacíamos…, aquellas tareas cotidianas de las que siempre me escaqueaba….La compra semanal, las tareas domésticas de casa, ir de tiendas y los recados se multiplicaron, pero lo mejor era la cantidad de tiempo compartido con ella incluso en la cocina…,aprendí a preparar ciertos platos sencillos. Tanto tiempo compartido nos daba para echar un polvo a cualquier hora y lugar en casa cuando estábamos solos, en las vacaciones dentro del agua del mar fue alucinante…, tan solo apartando a un lado la braguita del bikini le zampé mi rabo hasta los huevos. Y así en multitud de sitios. La verdad es que lo pasamos estupendamente, poco a poco el morbo se apoderó de nosotros, llegando al extremo que cuando más nos excitábamos, era cuando existía la posibilidad que nos pillaran, en especial apurando al límite la presencia de papá o de mi hermana…, entonces era cuando más nos gustaba hacerlo. Respecto a Maite volvimos varias veces a repetir con ella alguna pequeña orgía, incluso un día nos fuimos de marcha juntos los cuatro adquiriendo el rol de madre e hijo respectivos…. Por entonces entre mamá y yo se dio una relación incestuosa de amor que cada vez era más fuerte, intensa y afectuosa. Al año de todo aquello Maite se mudó para vivir con un novio que había conocido y no supimos más de ella, sin embargo al chico del frutero no le faltaban mujeres maduras en su puesto de abastos….

Continúa...

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De beata a infiel haciéndome un Belén (2ª Parte)

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El día de la Madre

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La insospechada carestía de Mamá (Parte 3)

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Mis vecinas de Puente Viejo. (Parte 2)

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Una jovencita con necesidad de atención. (Parte 5)

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Las clases particulares de Mónica

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El remedio de papá.

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La hija de mi pareja.

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Conexión con mi hijo en Shanghái.

Como un domingo cualquiera con papá. (Parte 4)

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La lasciva vida de una maestra de escuela.3

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Vacaciones en el Camping

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Mi platero y Yo

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Alicia y el abuelito

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De cómo me preñaron de mis dos hijos. (Parte 3)

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La prima de riesgo. (Parte 2)

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Todo queda en casa

Volviendo a sus orígenes. Parte 5

Volviendo a sus orígenes. Parte 2

Volviendo a sus orígenes. Parte 3

Volviendo a sus orígenes. Parte 4

Volviendo a los orígenes. Parte 1