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La ingenua Michelle y su viejo vecino (Parte 3)

en Sexo con maduros

Mientras contemplaba a los dos pequeños primos jugando animadamente al futbol, Lucia todavía no podía comprender como su hermana podía haberlos dejado solos. Como podía haber sido tan irresponsable de dejar a esos chicos sin supervisión. Recordó la respuesta de sus primos ante la pregunta de donde estaba Michelle “Se fue hace rato a buscar la pelota a la casa de al lado”. Y así había esperado y esperado la llegada de su hermana y con el pasar de tiempo su enojo se fue incrementando más y más. Se preguntó ¿Qué estaba haciendo en la casa de Alberto? Ya no le cabio duda una vez pasados los 20 minutos de lo que podía estar pasando y luego de esperar otros 20 minutos adicionales se encontró con la llegada de su hermana al hogar, su aspecto y su cara confirmaban su lamentable sospecha.

Ahí estaba ella, desarreglada y con las mejillas rojas, su olor y su actitud la delataba. Mientras la cuestionaba tuvo que hacer fuerza para no gritarle. Se sentía muy enojada y decepcionada. No le quedo otra opción de echarle en cara todo lo que había hecho mal a pesar de que le pudiera doler a su hermana mayor. No pudo medir mucho su reacción ya que enseguida optó por dejar el lugar.

Lucia respiró hondo e intento relajarse. Ya no quería pensar más en aquello, pero algo en su interior la hacía sentirse decepcionada. No era el solo el hecho irresponsable de haber dejado solos a sus primos lo que la afectaba, sino que también el aspecto personal. La confianza y el respeto que le tenía a su hermana mayor se había resquebrajado también. ¿Había sido tan débil Michelle que no pudo mantenerse firme ante Alberto? ¿No se le pasó por su cabeza de que al menos tendría que ser firme por sus primos que estaban solos? Si acaso ni siquiera podía hacerlo por ellos ¿Cómo lo haría cuando estuviera sola? No podía entender la situación, su cabeza era un mar de enojo, decepción y tristeza ante las acciones de su hermana. Decidió ir a jugar con sus primos para dejar de lado sus pensamientos.

La tarde le dio paso a la noche y así Lucia se encontró en el comedor sentada frente a la gran mesa con un delicioso plato de comida rodeada de sus padres, tíos y primos.

—¿Michelle no va a venir a comer? —Pregunto la tía Nuria a su hermana Marta que recién estaba tomando asiento en la mesa.

—No, le acabo de preguntar y dice que va comer más tarde que está estudiando.

—Aww siempre tan responsable ella —Contesto la tía con una sonrisa.

—Si, así es ella, el miércoles tiene un examen según tengo entendido, ya ni sale de su cuarto con tal de estudiar. —Respondió orgullosa la madre.

“Si tan solo supieras” Pensó Lucia, le había tenido que dar a su madre y a su tía una excusa inventada para explicar el porqué de la lámpara rota y la lastimadura de su primo con tal de cubrir a Michelle. Se preguntó por qué lo hizo ¿Por qué a pesar de estar enojada con ella decidió cubrirla? No tuvo que reflexionar demasiado para darse cuenta de la razón, el hecho era que quería muchísimo a su hermana. Gran parte de su enojo era producto de su decepción, se suponía que habían pasado horas y horas hablando del tema de Alberto y todo para nada.

—¿Queres que te sirva mas Luchi? —Pregunto su tía sonriente, sacándola de sus pensamientos.

—No muchas gracias tía, estoy bien.

—Anda en la luna esta chica, en que estará pensando… —Agrego el tío Carlos a modo de broma.

—Debe estar pensando en algún joven, tiene pinta de enamorada —Agrego Nuria.

El bullicio y las risas incrementaron en la mesa, Lucia rio y se puso colorada. Si algo tenía su familia es que siempre se divertían a costa de bromas entre los integrantes. El resto de la cena fue agradable y transcurrió con normalidad, de a poco los integrantes de la familia fueron dejando la mesa hasta que Lucia quedo sola mirando su celular, escucho a su madre hablar:

—Lucia ¿Te animas a dejar los platos a remojar? Yo mañana los limpio.

—Si má no hay problema.

—Dale y trata de no hacer mucho ruido hoy que los tíos se van mañana de mañana para el interior y tienen que descansar ¿Ok? Ah decile a Michelle que esta la comida sobre la mesada que no se que le pasa que no sale de su cuarto hoy. Yo me voy a dormir.

—Oki.

Tenía razón desde que la confronto esa tarde no la volvió a ver, ni siquiera había llegado a oír el ruido de la ducha del baño. ¿Cómo estaría ella? No podía evitar comenzar a preocuparse ahora que lo estaba pensando con la mente en frio.

Luego de pasar un buen rato concentrada en su celular Lucia sacó sus ojos de la pantalla, ya se estaba haciendo tarde y tendría que irse a dormir. Puso a remojar los platos y se dirigió a su cuarto. En la casa ya reinaba el silencio y todos sus integrantes se encontraban ya en sus cuartos. Cuando Lucia se enfilo al pasillo noto que la única puerta por la cual se filtraba luz era la de Michelle, todavía se encontraba despierta.

Paso frente a la puerta y su curiosidad la obligó a detenerse. Quería saber cómo estaba pero a su vez tenía que enseñarle una lección a Michelle. No podía tocar la puerta y actuar normal como si nada hubiera pasado y ser la hermana comprensiva que fue en las últimas dos semanas, no, su hermana tenía que saber que todo lo que hacía podía tener consecuencias. Había que hacerle saber que estaba enojada, pero apenas se puso a pensar se dio cuenta que su sentimiento de enojo estaba siendo rebasado por su preocupación.

Lucia estaba con su puño cerrado a punto de tocar la puerta pero se detuvo. No debía llamarla, le haría mejor a su hermana aprender la lección, tal vez si sufriera un poco se diera cuenta del mal de sus acciones. De nada serviría recompensar su incorrecta conducta con más contención y perdones.

La joven bajo su puño y tomo aire, no era lo que mas deseaba pero tal vez fuera lo más correcto. Apenas se aprestó para irse escucho el sonido de un tenue sollozo, su hermana estaba llorando. Era duro para Lucia, pero ella tenía que aprender, se alejó de la puerta camino a su cuarto.

Ya en la intimidad de su habitación la cabeza de Lucia no podía dejar de ahondar en la situación, varias inquietudes y preguntas comenzaron a plagar su mente. ¿Por qué seguía llorando? ¿Y si la culpa no la tenía ella y fue Alberto quien se forzó sobre ella? Ese último escenario la inquietó, sería una horrible hermana al dejar a Michelle sola en caso de que ese fuese el escenario. Lucia recordó como hace 3 semanas había dejado pasar de largo todas las señales que había mostrado Michelle cuando tuvo relaciones con Alberto la primera vez, recordó cuando la escucho llorar en el baño…

No podía perdonarse dejar pasar todas esas señales como lo hizo la primera vez ¿Pero ahora que forma tenia de saber? Su dilema se dividía entre dejar que su hermana mayor resolviera sus conflictos sola y asumiera las consecuencias de sus acciones o que recibiera atención la cual no se merecía por sus irresponsables acciones.

Lucia no podía mas, amaba a su hermana y no tenía manera de saber si lo que hizo Michelle aquella tarde fue premeditado o si Alberto se forzó sobre ella. Solo podía averiguarlo de una manera para estar segura y quedarse tranquila, el enojo que sentía hacia ella ya no era tan importante, aunque el sentimiento de traición y decepción todavía estaba presente. Se levantó de su cama y fue a lo de su hermana.

Una vez frente a la puerta se detuvo, noto que la luz no se filtraba por debajo de la puerta lo que indicaba que estaba apagada ¿Se habría ido a dormir? El sonido de un bajo sollozo le confirmo que no era así.

Toco la puerta y esperó, no hubo respuesta, insistió de nuevo.

—Soy yo Michi, quiero hablar.

—No, dejame —Respondió una voz apenas audible que hablaba por sobre el llanto.

—Por favor quiero saber como estas, perdóname —Esta vez su tono rozaba la súplica.

Lucia aguardó pero no hubo respuesta, tenía que saber. ¿Por qué estaba actuando así? Comenzó a pensar en cuando la enfrento esa tarde, había sido severa con ella ¿Pero fue justo? ¿Y si Alberto había abusado de ella? La había tratado horrible esa tarde, debía de ser devastador para su hermana mayor que la trataran así en caso de que hubieran abusado de ella. Tomo la perilla de la puerta e intento entrar pero la puerta estaba trancada.

—Michelle por favor abrime no aguanto más, quiero saber como estas por favor —Volvió a insistir un poco más desesperada la hermana menor.

Lucia escucho el sonido del interruptor de la lámpara de mesa de luz y segundos mas tarde vio la puerta abrirse levemente, por la estrecha abertura aprecio a su hermana, se le partió el corazón.

Allí estaba Michelle, era un desastre, su cabello estaba despeinado y enmarañado, su cara mostraba el rastro húmedo visible que habían dejado las lagrimas, estaba colorada y tenía visibles ojeras producto del llanto constante. Lucia la miró y se encontró con sus ojos ligeramente rojos y húmedos, podía ver a través de ellos un llamado de ayuda, casi de súplica, su hermana mayor estaba necesitada. Su expresión tremendamente triste como no había visto hace mucho.

No pudo contenerse mas, entro a la habitación cerrando la puerta detrás de ella y abrazo a su hermana la cual inmediatamente comenzó a llorar nuevamente.

—Perdoname Lucia… perdoname —Dijo Michelle entre sollozos— estuve muy mal en dejar a mis primos y…

—Shh tranquila —Interrumpió de forma suave Lucia para calmarla— está todo bien.

—Pero Lu yo…

—Shhh.

Lucia se separó del abrazo para darle un beso en la frente, quería asegurarle a su hermana de que todo estaba bien. La llevo a la cama y se acostaron debajo de las sabanas tal cual lo hacían como cuando eran pequeñas, quedando las dos en cucharita con Lucia abrazando a su hermana mayor por detrás. Con el pasar del tiempo los sollozos de Michelle fueron disminuyendo ante la contención que le estaba dando su hermana menor, hasta que pudieron al fin hablar mas tranquilamente.

—Por favor perdoname Lu… yo se que estuve muy mal en dejar a los primitos solos y en romper tu confianza. No sé como explicarlo, estuve horrible.

—Ahora ya pasó Michi, quiero que estés bien ahora, no soporto verte así como estas —Lucia hizo una pausa para resolver como iba a encarar la situación— Estuvo mal lo que hiciste, pero no quiero que te sigas castigando así.

Lucia que estaba detrás de su hermana no pudo evitar sentir el aroma que tenía su hermana, su mente se empezó a inquietar. Se sentó y quedo recostada contra la cabecera de la cama, su hermana hizo lo mismo y quedaron ambas lado a lado solo con sus piernas cubiertas por las sabanas.

—¿Queres contarme lo que paso?

—No sé, pero creo que te debo una explicación… —Contesto Michelle mientras miraba cabizbaja sus manos.

Lucia la observó detenidamente, sus gestos, su postura, seguía siendo la chica inocente e ingenua que había sido expuesta duramente al mundo real. Por dentro lo debía de estar sufriendo. Tenía que ser muy duro para ella vivir todo aquello, con razón parecía que había experimentado un colapso emocional.

—Solo quiero saber Alberto te obligó a hacer algo que no querías, no tenes que decirme todo si no queres.

—No, todo lo que pasó fue mi culpa —Contesto secamente Michelle.

—No Michi, no seas así —Lucia recordó haber leído o escuchado como muchas veces las víctimas se auto-culpaban a sí mismas por las cosas malas que les sucedían, temió que su hermana fuera así—. Si él te hizo algo a vos no es tu culpa.

—Pero si yo me deje hacer entonces es mi culpa. —Aseguró Michelle sin dejar de mirar sus manos.

—Michelle, no te estoy entendiendo —Contestó Lucia sorprendida ante la seriedad con la que su hermana respondía.

Michelle respiró hondo. Sabía que para que Lucia comprendiera iba a tener que contarle todo lo que había transcurrido esa tarde y como se había sentido. Tomó fuerza y comenzó:

—Bueno, todo empezó cuando tuve que ir a buscar la pelota. Cuando nuestros primos me dijeron donde había caído me puse un poco nerviosa, pero a la vez no quería decepcionar a los chiquitos y dejarlos sin su juguete. Ellos me miraban expectantes y yo quise darles seguridad, quería hacerlos sentir bien. Por eso me tomé como una prueba recuperar la pelota y enfrentar a Alberto, no sé que estaba pensando en aquel momento Lu…

—¿Por qué no me esperaste a mi o a que viniera papá o el tío?

—Es que faltaba mucho para que vos o ellos llegaran y no quería decepcionar a los chicos. Es decir, era solo ir a buscar una pelota que había caído en un patio, no creí que fuera tanto.

Lucia asintió, era verdad ¿Cómo se había desvirtuado la situación para que su hermana terminara así? Aguardó a que ella continuara.

—Cuando salí de casa hacia lo de Alberto me sentía un poco nerviosa pero a la vez era como si me sintiera también un poco más segura. Me acorde de todo lo que habíamos hablado contigo sobre ser fuerte y no dejarse pasar por arriba por los demás. Me ayudo a controlar los nervios y me hizo sentir más tranquila.

Michelle vio como su hermana tomaba una de sus manos y la envolvía cariñosamente entrelazando sus dedos. Al mirar su rostro se encontró con una expresión de compresión y cariño. Esto la hizo sentirse mejor y apoyó su cabeza sobre el hombro de Lucia, se sentía acompañada.

—Cuando llegué a lo de Alberto toqué timbre, cuando apareció me sentí un poco intimidada pero me mantuve firme. Sin decir demasiado le dije que si me podía alcanzar una pelota que había caído en su patio pero él… él enseguida pudo ver a través de mí.

Lucia sintió como su hermana comenzaba a ponerse mas tensa, ella dejo de apoyar su cabeza en su hombro y continuó.

—Al principio no me contesto y no le dio mucha importancia a lo que yo decía, me miró. Pensé que yo había sido muy directa y poco cortés por lo que continúe hablando. El enseguida se dio cuenta de que me estaba poniendo nerviosa y creo que hasta jugó un poco conmigo. Creo que desde ahí se percató de que yo seguía siendo la misma de siempre. Pero por alguna razón acepto mi pedido y fue a buscar la pelota a su patio, me sentía muy bien por haberlo logrado, pero cuando volvió un par de minutos después sin la pelota supe que la cosa se iba a complicar.

—¿Cómo que se iba a complicar? ¿Qué pasó? —Preguntó Lucia.

—Me dijo que no había podido encontrar la pelota y que si quería podía pasar a buscarla. Ahora que lo pienso no sé si él lo habrá hecho a propósito. Lo pienso ahora y me siento una estúpida, cuando pasé hacia el interior de su casa sentí como si algo hubiera cambiado. Me di cuenta enseguida de que me había metido yo sola en una situación complicada.

Que mal criterio que había tenido su hermana mayor pensó Lucia. No había dudas de que entrar al interior de la casa de un hombre con las intenciones lujuriosas como las que tenía Alberto había sido una muy mala idea. Pero no podía recriminárselo ahora y por lo que le estaba diciendo parecía que se había dado cuenta de su error, dejo que continuara.

—Una vez en el jardín nos separamos y yo me puse a buscar la pelota, varios minutos después me llamo a la distancia diciendo que la había encontrado. Cuando me acerqué lo vi a él mirando una fuente que hay en su patio, le pregunté donde estaba la pelota y empezó a decir cosas sin sentido para jugar con mis nervios y otras insinuaciones, en esos momentos me empecé a poner más nerviosa. Después yo insistí de nuevo hasta que él señalo donde estaba el balón, estaba en la fuente y cuando… —Michelle titubeo al recordar la situación— cuando intente alcanzarlo fue cuando paso todo.

—¿Pero te forzó? ¿Qué paso Michi? —Preguntó preocupada Lucia.

—No sé, es decir… no sé, me estuve por caer al agua pero él me sostuvo y me atrajo a su cuerpo, fue ahí cuando comenzó a tocarme, a apoyarse en mi cola, a dominarme. Yo… yo podía haber luchado, escapado de ahí, pero por alguna razón no lo hice. Me sentía rara, mi cuerpo, lo que estaba sintiendo… —Michelle se dio cuenta de que iba a tener que abrirse por completo ante su hermana— me da vergüenza Lu perdoname.

—No pasa nada, no te avergüences yo no te voy a dejar de querer por lo que me cuentes.

—Bueno, es que… te va a parecer horrible pero, me excitó mucho que ese hombre me tratara de esa manera. Cuando empezó a manosearme me olvide completamente de todo lo demás, mis primos, vos y la promesa. Solo podía concentrarme en las sensaciones que estaba sintiendo y perdí el control. Sentir como me manoseaba, como me fue desvistiendo, las libertades que se dio con mi cuerpo, todo fue muy fuerte para mi. Perdoname Lu soy horrible.

Lucia estaba perpleja ante la descripción que le estaba dando, por un lado le preocupaba su hermana y las cosas que le estaba describiendo pero por el otro estaba sintiendo algo que odiaba. Y era como estaba reaccionando su propio cuerpo y parte de su mente, otra vez estaba sintiendo sensaciones conflictivas y tuvo que apretar sus muslos para intentar suprimir el creciente cosquilleo que sentía en su intimidad. Se sentía terrible.

—Me empezó a decir cosas, jugó conmigo y mi cuerpo yo… yo no sabía qué hacer. Me tenía reducida y me deje llevar —Una lagrima recorrió la mejilla de Michelle— perdoname Lu, estuve mal, todo lo que te preocupaste por mí y al final termine deshaciendo todo.

—Ta Michi ya pasó, no te pongas así, yo te voy a seguir queriendo pase lo que pase.

Lucia le secó la lagrima con su mano y le dio un beso en la mejilla. Michelle le regalo nuevamente una tímida sonrisa, a Michelle le hacía sentir segura que su hermana menor la acompañara y la escuchara en sus momentos de vulnerabilidad. Si bien le daba vergüenza contarle todo esto a Lucia sentía que ella era la única persona a la cual podía exponerse de esa manera. Trago saliva y continuó.

—Después me llevo a su cuarto y… fue ahí donde me tomó. Me… me doblegó de alguna manera, me hizo sentir cosas que nunca había experimentado. Me hizo sentir diferente, no sé como decírtelo. Sacó algo en mí, la manera en que lo hizo... em… no sé…

—Shhh esta bien —Dijo Lucia llevando la cabeza de su hermana a su hombro— no tenes que contarme más si no queres.

—Bueno… gracias Lu, te quiero.

Michelle se relajó y terminó acurrucada recostando su cabeza sobre el hombro y cuello de Lucia. Cerró los ojos para disfrutar del momento de tranquilidad, se sentía bien estar con alguien así, minutos después sintió como su hermana la rodeaba con su brazo y con su otra mano comenzaba a acariciar sus mejillas y a peinar su pelo. Permaneció con sus ojos cerrados pero no pudo evitar esbozar una leve sonrisa ante los mimos que le daba Lucia, luego de un día tan impredecible e intenso emocionalmente como aquel esta era la mejor manera de terminarlo. Comenzó a sentir sueño, pero lo cierto era que quería que ese momento durara para siempre.

Lucia apreció a su hermana, en ella veía una chica tierna y cariñosa pero poco madura en algunos aspectos. La amaba y mientras más se ponía a pensar en lo que había hecho con Alberto más se enojaba con ese hombre. ¿Acaso él sabía lo que hacía cuando trataba con Michelle? Sentía rabia al saber como él se aprovechó en un principio de la inocencia y buena voluntad de su hermana. Aunque si se ponía a pensar ¿Hasta qué punto era la responsabilidad de él? Por lo que le había contado recién parecía que su hermana también tenía un problema en dejarse llevar por sus impulsos sexuales. Hasta le había confesado que le gustaba que la trataran de esa forma, el problema era las consecuencias que podía traer eso después, como lo pudo comprobar hoy.

Después de todo ella era ya una joven adulta, tenía que asumir responsabilidad por sus acciones. Lucia se preguntó, ¿Hasta qué punto el colapso emocional que había tenido Michelle estaba relacionado con Alberto? ¿Acaso se había sentido mal por haber dejado a sus primos solos y haber roto la promesa y la subsecuente pelea? ¿O era por haber tenido relaciones nuevamente con Alberto? Se puso a pensar como hubiera actuado Michelle si no hubiese sido descubierta ¿Acaso hubiera actuado igual como lo hizo ahora o hubiera mantenido silencio y guardado el secreto? ¿Y si se hubiera mantenido callada y hacia como si no hubiera pasado nada? Tal vez era esa la única razón por la que estaba así era porque había sido descubierta y había sufrido las consecuencias ¿Sería capaz Michelle de guardarse todo aquello y mantener el secreto con tal de no sufrir las consecuencias?

Iba a tener que conversar con ella al respecto, en alguna ocasión más oportuna, al menos por hoy había sido demasiado. La miró nuevamente y al notó calma, era casi como si fuese una niña en ese aspecto, ahora estaba muy tranquila y su respiración era relajada. Lucia supo que era cuestión de tiempo antes de que se durmiera. Volvió a sentir su aroma, era algo que le había llamado la atención al principio pero ahora que estaba tan cerca de ella lo notaba más vívidamente, era un olor a transpiración pero… distinto. La ropa que llevaba puesta su hermana era la misma con la que le había visto volver esa tarde ¡Claro! No se había cambiado todavía, probablemente se había olvidado por el colapso emocional que tuvo sumado al probable temor de cruzarse con alguien de la familia en el trayecto al baño.

Le dio un poco de lastima ver a su hermana así, de verdad la quería muchísimo. Decidió que había que hacer algo antes de que se durmiera.

—Michi… ¿Por qué no te vas a bañar antes de que te duermas?

—Mmm… tengo sueño… —Respondió Michelle sin abrir los ojos en voz baja para luego acurrucarse aún más junto a su hermana.

Lucia sonrió ante la acción de su hermana y le plantó un beso por encima de la frente.

—Bueno al menos cambiate al pijama que esa ropa tiene olor y vas a apestar las sabanas, no sé que va a decir mamá cuando lo note.

Michelle permaneció impávida y Lucia supo que iba a tener que tomar la iniciativa antes de que se durmiera. La carita de su hermana permanecía imperturbable y Lucia quería que al menos durmiera un poco mas limpia y despejada, no le gustaba que todavía tuviera rastros de lo que le había hecho Alberto.

Miró a su alrededor y vio a su lado en la mesa de luz un paquete de toallitas descartables húmedas. Tomó una y comenzó a pasarla por el delicado rostro de su hermana, quería despejar de ella los rastros del llanto y posiblemente las marcas de los besos de Alberto. Su hermana continuó con sus ojos cerrados pero sonrió ante el gesto y pareció aceptarlo, debía de ser agradable para ella y su piel.

Al mirar más abajo observó su cuello y se le hizo visible, claramente debido a la blanca piel de su hermana, las marcas rojas producto de los chupones y besos que Alberto le debía de haber dado. Se separó un poco de Michelle para hacer mejor su tarea y la dejó recostada en la cabecera descansando sobre un almohadón, tomo otra toallita húmeda y la paso suavemente por el cuello causándole leves cosquillas. Una vez terminada la tarea Lucia se levantó y tomo el pijama que estaba doblado sobre una silla.

—Bueno Michi sentate así te ayudo a ponerte el pijama y me das esa ropa así la pongo en el canasto de la ropa sucia antes de que mamá se dé cuenta.

—Mmm… no —Contesto en tono juguetón Michelle para luego girarse sobre un lado y darle la espalda a su hermana.

Lucia rio, le reconfortó que su hermana estuviera ahora de buen humor. Le iba seguir el juego al momento con tal de hacerla sentir bien. Se sentó en la cama e hizo que Michelle se quedara sentada con su espalda apoyada en la cabecera de la cama, las dos hermanas se miraban ahora sonrientes.

—Dale tontita inclinate para adelante así te puedo sacar esta remera apestosa —Dijo Lucia intentando que su hermana levantara su espalda del almohadón que descansaba en la cabecera.

Michelle obedeció y su hermana fue tirando hacia arriba la camiseta hasta que se la logró sacar. El aire fresco en el torso hizo recordar un pequeño detalle a Michelle… ¡No tenía puesto el sutien! Había quedado en lo de Alberto. Enseguida llevo amabas manos a sus pechos y miró ruborizada a Lucia la cual habló:

—No me digas que…

Las dos se miraron y Lucia comenzó a reír, no había dudas que había entendido el porqué de la ausencia de la prenda.

—Bueno, no es nada que no me haya pasado a mí —Acotó Lucia.

Michelle sonrió aunque en el fondo hubiera preferido que la causa de la ausencia de su sutien fuera otra, al mirar a Lucia que de a poco dejaba de reírse se dio cuenta de que ella en el fondo también debía de pensar lo mismo.

Lucia tomó otra toallita húmeda y la fue pasando por los hombros y sus alrededores en un acto de afecto y cuidado el cual relajó a su hermana mayor.

Michelle de a poco se fue soltando y volvió a apoyarse contra la cabecera de la cama descansando su espalda sobre un almohadón. En un acto de absoluta confianza hacia su hermana retiro las manos de sus pechos y los expuso, le daba mucha vergüenza, la huella de Alberto seguía presente en ellos en forma de marcas coloradas producto de los chupones y manoseos que su viejo vecino le había propinado. Michelle se encontró con la mirada comprensiva de Lucia la cual implícitamente le transmitió que todo estaba bien. Al final dejo caer su cabeza hacia atrás y se relajó, se sentía cuidada por su hermana.

Lucia la continuó aseando, en un principio le había impactado ver los pechos desnudos de ella y las huellas que había dejado Alberto sobre ellos. Sintió un poco de lástima por ella, se notaba que en esos momentos tan emocionales necesitaba de afecto. Si se ponía a pensar Michelle siempre había sido así desde chiquita, el hecho ahora era el carácter de todos los sucesos que había experimentado, no cabía dudas de que emocionalmente le estaba pasando factura.

Pero ella no era la única que estaba transitando un periodo turbulento en su vida emocional, Lucia de forma indirecta también había cambiado con todos estos sucesos y ahora se veía envuelta en otra escaramuza, era contra sí misma.

Lucia odiaba la forma en la cual su cuerpo y su mente estaban reaccionando ante la situación. A medida que el contacto con el cuerpo de su hermana aumentaba su cabeza y su cuerpo le mandaban señales contradictorias. Por un lado estaba feliz de poder ayudarla pero por el otro se le estaba haciendo tremendamente dificultoso. Su mente no dejaba de rememorar las fantasías que había tenido sobre su hermana y al tenerla ahora en frente casi desnuda hacia que su excitación se disparara. Quería comerla a besos, hacerla sentir amada, abrazarla, acariciar su cuerpo. Toda la vida la había amado como hermana y estaba segura de que ella también lo hacía, se tenían mucha confianza, pero los sucesos recientes habían cambiado algo en la percepción que tenia de ella. Ese cambio de percepción la hacía ver a Michelle como un ser sexual, el morbo combinado con la inocencia de su hermana era una mezcla confusa y Lucia no sabía porque su mente y su cuerpo estaba reaccionando así. Lo único que sabía era que quería protegerla, hacerla sentir amada y acompañada pero se sentía mal ante lo deplorable de sus sentimientos indebidos que estaba experimentando.

Terminó de repasar los hombros y brazos de su hermana y tomó otra toallita, ahora se enfrentaba ante otro dilema, faltaba el resto del torso. ¿Sería correcto continuar? Michelle continuaba de ojos cerrados y parecía apreciar el cuidado que estaba recibiendo. Lucia contemplo los pechos de su querida hermana, eran firmes como los de ella pero ligeramente mas pequeños, las marcas que aquel hombre les había dejado seguían presentes, no se podía imaginar cómo o que había pasado por ellos pero de lo que si estaba segura era que quería limpiar los vestigios de aquel acto y devolverle a ella un poco de dignidad.

No lo pensó más, con sus dedos sosteniendo la toallita húmeda se acercó a los pechos y apenas entro en contacto con su piel escuchó un leve suspiro escapar la boca de su hermana. Alertada Lucia la miró a la cara pero se encontró con la misma expresión que tenía antes, seguía relajada y con sus ojos cerrados. ¿Quería decir que ella estaba bien con lo que le estaba haciendo? Prosiguió a limpiar los senos de su hermana cuidadosamente, intento no hacer demasiado firme el contacto con los mismos por más que lo deseara, no quería excederse e incomodarla a ella, sin duda el hecho de que se entregara al cuidado era un signo de confianza. Era esto último lo que le hacía sentir mal a Lucia, sabía que Michelle confiaba completamente en ella pero a su vez Lucia se aborrecía a si misma por el hecho de que esta situación la estuviera excitando mas y mas a medida que el contacto con los senos de su hermana se prolongaba.

Una vez termino con ellos los volvió a contemplar, se notaba que sus pezones habían reaccionado ante el contacto y parecían presentarse más tiesos. Lucia tragó saliva, de verdad quería sentirlos con la palma de su mano y explorarlos sin tener una toallita de por medio, pero se contuvo, no podía hacerle algo así. Tomo otra toallita y la extendió por sobre la palma de su mano y comenzó a pasarla por las costillas y vientre de su hermana, quería terminar cuanto antes todo aquello debido a lo que estaba sintiendo.

Al pasar la palma de su mano por el cuerpo de ella pudo sentir el ritmo de su respiración. Su cuerpo y su piel eran suaves por lo que la húmeda toallita se deslizaba con facilidad. Una vez terminó de repasar el área fue subiendo la toallita por el torso de ella y casi sin darse cuenta envolvió uno de sus pechos con la mano. Lucia se alertó, era como si hubiera habido dejar actuar su subconsciente, enseguida alterno al otro pecho para disimular lo que había hecho como si fuera parte del aseo aunque esta vez fue mas suave. ¿Qué estaría pensando su hermana sobre eso? Decidido no ahondar demasiado y continuar con la tarea.

—Michi recostaste para adelante así te repaso la espalda —Dijo Lucia tratando de sonar normal.

Michelle abrió ligeramente los ojos y en vez de reincorporarse hacia adelante lo hizo un poco hacia al costado en la dirección de Lucia, extendió sus brazos y abrazo el cuello de su hermana menor. Lucia al principio no entendió el gesto pero enseguida se dio cuenta de que ahora solo tenía que rodear su cuerpo con los brazos para tocar su espalda, como cuando alguien palmea la espalda de otra persona cuando le da un abrazo.

Y así lo hizo, paso la toallita por toda la espalda de Michelle tratando de concentrarse en la tarea por más que fuera corta, tenerla tan cerca a ella la estaba poniendo nerviosa. Apenas terminó y se lo hizo saber.

—Listo, ya podés recostarte.

Sintió como Michelle iba soltándose pero antes de romper el abrazo noto como ella giró su cabeza y le dio un beso en la mejilla.

—Gracias hermanita.

Lucia no pudo más que sonreír ante el inofensivo agradecimiento. Pero si tan solo Michelle supiera el efecto que todo esto estaba teniendo sobre su mente. Tomo la holgada remera de pijama y la ayudó a ponérsela. Luego tomo el pequeño short y se apresto a ayudar a sacarle el pantalón de jogging, pero apenas puso una de sus manos en el elástico para bajarle el pantalón se encontró con la mano de su hermana que sujetó rápidamente el borde la prenda.

—Yo me cambio después… gracias —Dijo Michelle con voz apurada.

Lucia la miró y notó que ella estaba un poco alarmada y colorada. Enseguida entendió que debajo de ese pantalón debían de haber más vestigios del acto sexual, su hermana debía de estar muy avergonzada para no mostrárselo. Se dio cuenta también de que sería demasiado personal ayudarla a asearse en esa zona, lo mejor y para el bien de las dos era terminar ahí.

—Bueno está bien, si necesitas algo mas avisame, me voy a dormir.

—Gracias Lu… por todo —Michelle tomó la mano de Lucia—. Y… perdoname por lo que hice hoy.

—Ya está Michi no te sigas castigando, después vamos a hablar de todo eso —Replicó Lucia para tranquilizar a su hermana.

—¿Estas enojada conmigo?

Lucia percibió en su tono cierta preocupación, a su hermana no le gustaba pelearse o enojarse con la gente, así era Michelle, no le gustaba entrar en conflicto.

—Para nada, no estoy enojada contigo, pero lo que pasó hoy… —Lucia intentó pensar de que manera decirle que lo que paso no estaba bien, pero a su vez no quería volver a inquietar a su hermana, al final desistió— Mejor lo hablamos otro día. Que descanses.

—Vos también Lu, gracias.

Luego de despedirse Lucia dejo la habitación y se dirigió a la suya, una vez acostada se puso a reflexionar en como había llevado la situación.

Todavía no sabía que pensar en cuanto a las acciones de Michelle, si bien al final no se lo dijo en pos de dejarla tranquila a ella todavía le molestaba un poco lo que había hecho esa tarde. Como se manejaría su hermana en el futuro si dejaba de lado sus obligaciones y promesas ante los avances de otras personas y sus propios impulsos. Al final no era tanto el acto sexual en si lo que le molestaba de su hermana sino que era la manera en la que se dejaba avasallar y pasar por arriba perjudicando sus propios intereses.

De todas formas no era de menos decir que le molestaba mucho Alberto. En vista de cómo había logrado doblegar nuevamente a su hermana y la factura emocional que le estaba pasando a ella era detestable. A Lucia se le partió el corazón cuando un par de horas atrás vio a su hermana mayor teniendo una crisis emocional por todo lo que le había pasado y todo por culpa de ese hombre.

Pero esto traía a la mesa otro aspecto ¿De verdad era todo culpa de él? Hasta que punto era responsabilidad de su hermana en poner limites con las personas. Según lo que le había contado Michelle llego un punto en el que ella cedió y se dejó llevar por sus emociones. Ella era una adulta ya, no podía andar por la vida de esa manera.

Lucia se acostó en su cama y respiró hondo, le costaba dejar de preocuparse por su hermana. Había algo en ella que hacía que quisiese protegerla, era su ingenuidad e inocencia… o tal vez era la inusual reversión en los roles que habían experimentado. Durante su infancia su hermana mayor siempre la cuidaba cuando se metía en problemas y la consolaba cuando estaba triste, pero ahora era al revés. Lucia se encontraba en una posición debido a las experiencias que había vivido de poder ayudar a su hermana en el frente de las relaciones y demás. Exacto pensó, era eso, simplemente dos hermanas cuidándose una a la otra.

Igualmente había algo que no podía dejar su cabeza, sentía algo más por ella y el contacto que había tenido hoy no sirvió mas que para reforzar esa idea. El cuerpo de Lucia se estremeció ante esos pensamientos, haberla visto casi desnuda y poder sentir parte de su cuerpo. No sabía que estaba pasando con su mente pero era fuerte, era como una mezcla de amor y… lujuria. No le podía encontrar explicación ante aquello y la culpa a veces la perseguía, la amaba como una hermana pero había algo más. Por culpa de todos los sucesos recientes su mente no dejaba de imaginarse cosas, a veces era imposible no pensar en aquello, la curiosidad y el morbo la mataban. Llevo una de sus manos a su entrepierna y se dejó llevar, había perdido la cuenta de las veces que lo había hecho pensando en su hermana sola o acompañada de su detestable vecino en situaciones escandalosas, no podia encontrarle explicación.  

En cuestión de minutos suaves gemidos comenzaron a inundar la habitación.

...

PAM PAM PAM

Los sonidos de golpes en la puerta pusieron un brusco final al profundo sueño de Michelle, al abrir sus ojos pudo contemplar como la luz de la mañana se filtraba por las rendijas de la persiana.

—Michelle levantate que se te esta haciendo tarde ¿No tenes clase hoy? —Escuchó a su madre decir al otro lado de la puerta.

La joven casi saltó de su cama ante la realización de las obligaciones que tenia pendiente. Se había olvidado totalmente siquiera de activar la alarma de su celular, le habían pasado muchas cosas el día anterior como para preocuparse de que iba a tener clase en la mañana.

—¡Si má ya voy!

—Bueno hija yo ya me voy a trabajar, te deje el desayuno en la mesa, te quiero.

A pesar de que su madre fuera un poco mandona siempre les hacia saber a sus hijas que las quería.

—Yo también má.

Michelle miró a su alrededor con el fin de seleccionar las prendas de ropa las cual se iba a poner, pero apenas se dispuso a cambiarse cayó en la realización de que iba a tener que bañarse. No se había cambiado el pantalón cuando se había ido Lucia la noche anterior ya que al final el sueño la venció por lo que opto por taparse y quedarse dormida. Ahora que tenía la cabeza despejada le parecía tonto y mientras los detalles de la noche anterior volvían a su mente comenzó a sentirse un poco avergonzada.

Sacudió su cabeza y dejo de lado aquellos pensamientos, no tenía tiempo para quedarse paralizada pensando. Tomó una muda de ropa interior limpia junto con un par de prendas de ropa y se dirigió rápidamente al baño. Afortunadamente para ella la casa ya estaba vacía y la ausencia de las toallas de sus tíos y primos indicaban que efectivamente ya habían partido hacia su hogar. Mientras abría los grifos de la ducha y esperaba que el agua se calentase consulto su celular, eran las 8:24, ya daba por hecho de que se iba a perder la primera materia del día, pero si se apuraba llegaría justo a tiempo para el comienzo de la segunda clase.

Cuarenta minutos mas tarde se encontró sentada en el autobús que debido al horario estaba mucho mas despejado. Se sentía un poco descolada, tal vez fuera el resultado de haber roto la rutina y haberse preparado tan rápido, pero ahora que estaba en su asiento mirando por la ventana se puso a atender los pensamientos que había en su cabeza, tenía todo el viaje para hacerlo.

No recordaba demasiado como había pasado la tarde del día anterior después de la primera confrontación con Lucia cuando la descubrió. Solo recordaba como había pasado encerrada toda la tarde y noche llorando, se le había hecho difuso el pasaje del tiempo hasta que escucho cerca de la medianoche a Lucia llamar la puerta.

Le reconfortó que su hermana la entendiera y la consolara. Tener a alguien que te acompañara en situaciones difíciles era vital sobre todo en un tema tan ajeno como ese, tener a Lucia a su lado le sacaba una carga enorme de sus hombros y sus consejos eran invaluables a la hora de ordenar sus pensamientos y reflexionar.

Pero había otra cara en este aspecto, su hermana la había visto tantas veces vulnerable e insegura y dejándose pasar por arriba por Alberto ¿Acaso ella la seguiría respetando? Michelle confiaba completamente en ella y era por esa razón por la que con el tiempo le mostró todas sus facetas vulnerables ¿Pero acaso Lucia confiaría en ella después de saber todo aquello? Cuando entro ella a su cuarto la imagen que le había dado debía de haber sido dramática, puede que esa haya sido la razón por la cual Lucia se centró primariamente en consolarla y atenderla. En ningún momento Lucia le llego a decir un “Te perdono”, lo único que decía era que iban a hablar del tema más adelante ¿Podía ser ese un indicador de cómo ella la percibía? Por ahora restaba esperar a cuando hablaran, seguramente tendría mucho que decirle.

Mientras contemplaba las calles y las personas Michelle recordó un elemento que le llamó la atención de la noche anterior. Era la manera en la cual Lucia le había demostrado afecto, le daba una mezcla de vergüenza y cariño rememorar aquel momento, pero lo cierto es que Lucia la había hecho sentir mucho mejor cuando le ayudo a lavarse y cambiarse. Al principio pensó que iba a ser algo normal pero cuando recordó que no tenía el sutien puesto pensó que el ambiente iba a cambiar para peor, pero no fue así, al contrario, Lucia se mostro comprensiva y pareció entenderla. Era el hecho de exponerle a alguien mas lo que le habían hecho a su cuerpo, sus pechos, las marcas que había dejado Alberto. Era un voto de total confianza a su hermana Lucia que acepto el desafío y se dedicó a ayudarla. La manera en la cual lo hizo fue algo que la reconfortó, el toque de Lucia era mucho mas suave y cariñoso, no le molestó que ella recorriera sus pechos, al contrario, se notaba que había mucho amor fraternal en aquel acto y de verdad había sido algo único. Ella la tranquilizó y le hizo saber que todo estaba bien, al final de aquel suceso no sintió tanta vergüenza al mostrarse ante ella, de verdad sentía que podía contar con su hermana.

Las mejillas de Michelle se pusieron rojas en aquel momento mientras recordaba el suceso, estaba muy agradecida con su hermana por cuidarla de esa manera y apenas volviera a su casa se lo iba a hacer saber de nuevo. Aunque estaba un poco preocupada de cómo la trataría Lucia ahora que estaba más tranquila ¿Le recriminaría algo? Era imposible saber.

El autobús fue desacelerando a medida que se acercaba a la próxima parada, al frenar y abrirse la puerta ingresaron unos pocos pasajeros. El último en subir era un señor, Michelle estimó unos 65 años, le sonaba de haberlo visto varias veces en el autobús, estaba humildemente vestido y llevaba una gorra gatsby verde lo que le confería un aspecto amigable.  Lo vio cruzar algunas palabras cordiales con el chofer para después continuar por el corredor. Pero en un momento la mirada del señor se posó sobre ella. El hombre le dedico una leve sonrisa cálida, Michelle sorprendida le devolvió una tímida sonrisa para después ver como el señor tomaba asiento en uno de los lugares de mas delante del autobús. Esa situación le recordó a Alberto aunque por otra razón ¿Por qué de todos los hombres en el mundo justo se le había dado por perseguir la fantasía con él? Justo él, que al final termino siendo irrespetuoso y despiadado ¿Por qué no le había tocado un hombre más amigable y respetuoso como aparentaba ser el señor que se había subido al autobús? Cuanto había cambiado su vida en el último mes debido a Alberto. En qué problema se había metido al involucrar en su vida a su vecino.

De alguna manera u otra en el fondo sabía que iba que tener que lidiar con todos estos problemas. No podía seguir viviendo su vida en una montaña rusa emocional, tenía que tomar el control de la situación de alguna manera, aunque a veces se cuestionaba si eso fuera posible. Le quedaba mucho trabajo por hacer y al mirar por la ventana se dio cuenta de que faltaba poco para llegar a la universidad. Se levantó y se dirigió a la puerta del fondo, al menos ahora en la universidad podría concentrar su cabeza en otra cosa que no fueran sus problemas.

Alberto salió cargado de una sensación de satisfacción hacia su pórtico, estaba muy complacido por lo que había sucedido el día anterior con Michelle. Una vez tomo asiento en el cómodo banco que daba hacia a la calle se puso a pensar cómo debía proceder para que el suceso de ayer se repitiera.

En parte tenía un plan, o bueno, no era tanto un plan sino más bien una diversión que se iba a dar. Miró debajo del periódico que tenía a su lado, debajo del mismo tenía la bombacha de su joven vecina. Lo que quería hacer al momento era mostrársela a ella una vez pasara por el frente de su casa, no la había podido ver aquella mañana porque se levantó tarde, pero ahora que lo pensaba el horario de vuelta sería una mejor ocasión. Se preguntó cómo reaccionaría la tímida e inocente Michelle cuando le mostrara a la distancia su prenda íntima. Era eso lo que quería ver, medir su reacción, tantear las aguas para después analizar como proceder.

El viejo jubilado abrió una cerveza y se puso a esperar, el horario de su vecina era un poco irregular por lo que no tenía idea de que tan larga podría ser la espera. Estaba ansioso pero se sentía seguro, pasara lo que pasara lo iba a disfrutar, era ese juego morboso con una jovencita como Michelle lo que le entusiasmaba, mostrarle a ella quien tenía el control en todo aquello.

Pasaron quince, veinte, treinta minutos y su vecinita no aparecía. No le preocupaba, podría aparecer tanto en diez minutos como en una hora, el único problema era que se estaba aburriendo un poco. Pero de repente captó movimiento viniendo de uno de los lados de la vereda, al mirar vio a una jovencita, no era Michelle, era su hermana Lucia.

Alberto se excitó y su cabeza se ilumino con una idea, estaba seguro de que ella ya sabía de lo sucedido por breves intercambios indirectos que habían tenido anteriormente. Tenía ganas de arriesgar todo y probar como reaccionaria Lucia, sería interesante, ella era muy diferente a su inocente hermana. Prosiguió con su nueva y arriesgada idea:

—Vecinaaa ¿Cómo anda? —Saludó con tono jovial.

Enseguida tomó la prenda íntima de Michelle y la coloco en su dedo índice para después revolearla ligeramente, quería que ella lo viera a él jactándose de su conquista.

Y así fue, Alberto apreció como Lucia giraba su cabeza para verlo a él y posteriormente la prenda, la cara de molestia y disgusto que puso ella al principio fue cambiaba por una de shock para después darle paso a una de furia. Ella detuvo su paso y se quedó mirándolo por unos segundos mientras su expresión de enojo iba aumentando, luego salió de la vereda y atravesó el jardín frontal para ir directamente hacia su viejo vecino con un paso rápido y decidido. Alberto se preparó, esta no era una chica débil y tenía carácter.

Apenas estuvo a un par de metros de su vecino Lucia se pronunció molesta y enojada:

—Deja a mi hermana en paz, viejo de mierda.

Alberto rio ligeramente con un tono confiado, le iba a demostrar a esta jovencita quien marcaba las reglas, no iba a permitir que una pendeja le faltara el respeto.

—Epa epa que boquita vecina, esa no es la manera de dirigirse a las personas mayores.

—No me importa, sos un viejo degenerado, vas a dejar a mi hermana tranquila viejo estúpido —Lucia apretó su mandíbula, de verdad quería tirarle algo por la cabeza a ese hombre horrible.

—¿O qué? ¿Qué me vas a hacer? Jeje, además como la voy a dejar en paz si es tu hermana la que viene hacia mí, yo no la obligo a nada querida.

Alberto contempló la expresión de su vecina, estaba sin palabras, su enojo debía de ser tal, quería estudiar su reacción, el hombre prosiguió:

—No sabes lo bien que la pase con ella, al principio era tímida pero con el tiempo se fue soltando jeje. Cada vez que viene se suelta más, la primera y segunda vez fueron geniales y las demás veces buff ni te cuento…

—¿Demás veces..? —Preguntó desconcertada Lucia.

Alberto estudio la expresión cambiante de la joven, había sorpresa e incredulidad, tal vez había acertado en algún nervio por lo que decidió seguir probando por ese lado y exagerar un poco con su historia.

—Si, mmm no me acuerdo cuantas veces habrá venido ¿5 o 6 veces? Ayer vino y la pasamos muy bien jeje… ¿Por qué me pones esa cara? ¿Acaso ella no te lo contó?

Los ojos de Lucia comenzaron a humedecerse y la expresión de enfado fue retornando, pero este era un tipo diferente de enojo. Alberto comprendió que tal vez ella no sabría toda la historia. Por ejemplo ¿Le habría contado Michelle la manera con la cual consiguió las pastillas del día después? Es decir, si hubiera necesitado ayuda para comprarlas hubiera recurrido a su hermana o alguien cercano para que le ayude, no a él, por ende en este caso estaba casi seguro que no le había contado esa parte, es decir, quien lo haría, debía de ser muy humillante contarle algo así a su hermana.

—Ahhh así que tu hermana te guarda sus secretos eh, no la culpo, las calladitas como ella son las más fatales según mi experiencia —Dijo de forma presumida.

—Callate, vos no sabes nada de ella.

—Mmm ¿Segura? Veo que no conoces toda la historia.

Alberto disfruto ver como el sentimiento de duda comenzaba a invadir el rostro de Lucia que se mantenía en silencio, decidió hacer una jugada.

—Yo sé que vos queres saber lo que pasó ¿Por qué no venís un día a tomar algo y te cuento todo?

Lucia se quedó en silencio, ya no parecía la chica segura y de personalidad fuerte de siempre, pero de alguna manera recobró sus sentidos y se dirigió con severidad al hombre:

—Ni loca viejo degenerado.

Y así la joven se dio vuelta y se enfiló hacia la vereda, apenas se alejó unos metros y Alberto le dijo:

—La oferta sigue estando vecina por si queres saber la verdad.

Ella por su parte ni siquiera miró atrás, pero no había duda que lo había escuchado.

Alberto estaba tremendamente satisfecho, le encantaba ejercer su poder y jugar con las emociones de estas jovencitas, era parte de su naturaleza por mas detestable que fuera. Le dio un último sorbo a la botella de cerveza que tenía en su mano, no dudaba que la situación con las hermanas se iba a poner interesante. Ocultó la prenda íntima debajo del periódico y esperó, todavía faltaba que pasara Michelle.

Por alguna razón Michelle todavía sentía una sensación de urgencia, y no es porque hubiera llegado tarde a la universidad aquella mañana al contrario, según sus compañeros no se había perdido de nada en la primera clase que faltó. Sino lo que la tenía nerviosa era que se había demorado de mas terminando un trabajo grupal y todavía tenía que llegar a su casa y estudiar para el examen que tenía el miércoles, para el cual faltaban dos días.

Y si a aquello le sumaba las demás asignaturas para las cuales tenía que entregar trabajos en la semana siguiente todo esto hacia que tuviera un panorama extremadamente ajetreado. No sabía si le iba a dar el tiempo como había planificado, ya había perdido un día entero por lo que sucedió con Alberto y Lucia y para peor hoy se había enterado que una de sus compañeras de un proyecto grupal había dejado el equipo en el que ella estaba, por lo que su trabajo y el de los miembros remanentes del equipo había aumentado.

Se las veía negras y temía que sus calificaciones comenzaran a flaquear por todos los imprevistos que había sufrido. Todavía tenía que hablar con Lucia lo cual la ponía ligeramente nerviosa ¿Sería igual de compasiva ahora que no estaba llorando como ayer? No creía que la retara pero tal vez fuera más fría. En fin, tenía un par de semanas duras por delante.

A medida que llegaba a su casa escuchó otro de los problemas que tenía presente en su vida.

—Vecina ¿Cómo te fue hoy? —Saludo Alberto con su habitual tono.

Michelle siguió con sus ojos fijos en la vereda y siguió caminando ignorando los insistentes llamados de su viejo vecino, hasta que escucho:

—Tengo algo que es tuyo mi Michelita.

Michelle flaqueó y le dio un vistazo, en seguida su corazón su hundió, muerta de vergüenza miro a su alrededor para ver si alguien más los estaba viendo y para su fortuna la calle estaba despejada. Miro nuevamente a Alberto que sostenía triunfante su prenda íntima.

—¿No la queres? Te la quiero devolver vecina.

La joven miro a su alrededor para cerciorarse de que nadie los estuviera viendo y enseguida se dirigió a aquel hombre. Quería terminar con esa escena cuanto antes y no deseaba que nadie viera a ese viejo llamándola así mientras sostenía su bombacha, quería ponerle fin a aquello y tomar la bombacha haría que esa escena no se pudiera repetir nuevamente.

Se acercó a Alberto y estiro su brazo a una distancia prudente para que el hombre le devolviera la prenda, para su desgracia su nerviosismo no pasó desapercibido para Alberto el cual sonrió satisfecho.

—Mira que no muerdo mi Michelita, ya nos conocemos muy bien ¿No te parece? Veni.

—Dame la prenda Alberto en serio —Dijo Michelle intentando sonar firme.

—Sentate acá que quiero hablar contigo querida —Propuso el viejo para luego palmear el espacio libre en el banco que tenía a su lado.

Michelle se negó y se mantuvo de pie.

—Alberto devolveme la prenda que es mía.

—Bueno está bien, solo quería cruzar unas palabras contigo. Es que no entiendo porque te haces este drama si al final nos las pasamos bien, como ayer.

—No Alberto, vos sabes muy bien como me trataste en el pasado, sobre todo la vez que te fui a pedir ayuda por lo de las pastillas. Estuvo muy mal lo que me hiciste cuando te fui a pedir ayuda por alg… —Michelle no pudo terminar su frase.

—Si, si, si lo que vos digas, mira te voy a decir una cosa.

El viejo se puso de pie y acorto la distancia entre él y la joven, la miro a los ojos y apreció el nerviosismo y expectación que había en su mirada. Michelle estaba un poco sorprendida y asustada, no esperaba a que la conversación fuese a tomar un giro tan serio de forma tan repentina.

—Mira Michelle vos podes seguir con tu actitud de santita y chica responsable. Pero yo ayer pude ver como me suplicabas que te cogiera y no me podes negar que lo disfrutaste. Sé muy bien que a vos te encanta que te traten así, te gusta que te tomen y te dejen bien cogidita, lo supe aquella tarde que viniste a mi jardín, lo vi en tu cara. Así que podes seguir con tu actuación de santita arrepentida o podes sincerarte y hacer lo que de verdad queres.

—¡No! Yo no soy así, no se que pasó pero no me gusta que me traten así. Vos sos algui…

El viejo interrumpió nuevamente con un tono condescendiente a Michelle.

—Ay… Michelita, Michelita, Michelita, a vos te gusta que te hagan lo que yo te hice, lo sé porque lo vi en vos. Lidie años con mujercitas como vos que se hacen las santas, pero yo sé muy bien viéndote ahora que en el fondo te encanta que traten duro, que te usen y dominen.

Michelle estaba enmudecida, no sabía que sentir y no esperaba recibir esas certeras palabras ¿Cómo podía él leerla de esa manera? Vio como aquel hombre le entregó la prenda en sus manos pero no sabía que decir o hacer, estaba paralizada.

—Podría decirse que yo nunca hice nada que vos no aceptaras mi Michelita —Dijo con una sonrisa lujuriosa para luego acariciar con su mano el bello rostro de la joven— Todavía tengo la cámara para que la uses y podes venir cuando quieras a mi jardín para hacer las fotos para tu trabajo. La podemos pasar muy bien querida.

El hombre bajó su mano del rostro hacia la cintura de la joven que permanecía paralizada y luego fue bajándola lentamente hasta llegar a la cadera. En el proceso Michelle sintió un extraño escalofrió que anunciaba que su cuerpo se estaba excitando. Sintió luego la mano de él paseándose por su nalga hasta que un apretujón la hizo salir de su trance.

La joven envolvió la prenda con su puño y se alejó rápidamente de aquel lugar. No lo podía creer ¿Cómo era posible que ese hombre pudiera tener un efecto tan grande sobre ella? No miró atrás y no lo escuchó a él decir nada. Apenas llego a su casa fue directa a la seguridad de su cuarto, tenía que procesar lo que había ocurrido.

¿Cómo podía ser que Alberto la pudiera leer de aquella manera? De alguna manera había quedado paralizada ante los dichos de él. Era como si él conociera todo el conflicto interno que había dentro de ella. Y la excitación… cuando colocó su mano en la cintura y sintió aquel escalofrió que le hizo rememorar aquella primera tarde cuando tuvieron sexo en el jardín, las sensaciones que emanaban de su cuerpo eran muy fuertes ¿Podría siempre controlar sus emociones ante Alberto? Aquello la llenaba de duda, había parte de su cuerpo y mente que le juagaba en contra en ese aspecto.

Michelle no sabía qué hacer, su cabeza no paraba de dar vueltas se enfrentaba a una semana vital para su trayectoria académica y ahora se le sumaba esto. Sentada al borde de su cama visualizó el libro de historia del arte que le esperaba abierto en la misma página que dejó ayer antes de que fuera a buscar la pelota. La joven se dejó caer de espaldas a la cama y se llevó las manos a la cabeza, estaba superada y no sabía si le iba a dar el tiempo para abarcar todos los temas del libro, iba a tener que dejar para después del examen algunas tareas de otras materias aunque esto significaba patear la lata un poco más adelante. Iba a tener que enfrentarse a esos trabajos enseguida después del día examen ya que su entrega seria la semana próxima. Iba a ser muy difícil y estaba un poco asustada, pero debía lograrlo, parte de su beca dependía de las buenas calificaciones que obtuviera. Se levantó y fue directo al libro, le iba a costar concentrarse después de todo lo ocurrido pero no se iba a rendir.

La cena transcurrió sin muchas ocurrencias, había notado que Michelle estaba un poco más apurada que de costumbre y no había salido de su cuarto durante toda la tarde. Pero para su tranquilidad se dio cuenta enseguida de la razón ahora que la veía a ella comer apuradamente su comida mientras intercambiaba algunas palabras.

—Despacio hija que nadie se va a robar tu cena —Comento divertida su madre Marta.

—Tengo que estudiar mamá para el examen —Dijo Michelle enseguida para continuar comiendo.

Lucia y Marta se miraron y sonrieron, era la clásica Michelle súper responsable. Lucia se sintió bien por ella, después de todo lo que había sucedido ayer parecía encontrarse en muy buen ánimo, lo mejor sería dejar la charla y los reproches por sus acciones para después del examen, no quería hacer peligrar sus notas o potencialmente su futuro por algo que podía esperar un par de días. Al contrario había que ayudarla.

—Yo lavo tu plato Michi, vos anda a estudiar tranquila —Dijo Lucia cuando vio que su hermana se aprestaba a levantar su plato para llevarlo a la cocina.

Michelle le devolvió una sonrisa, seguramente para ella era más que el simple gesto lo que la ponía feliz.

—Gracias Lu.

El resto de la noche fue rutinaria para Lucia, aunque todavía ahondaba en su cabeza también el encuentro que había tenido con Alberto esa tarde. Luego de terminar todas sus tareas se retiró a su cuarto donde se puso a pensar en todo lo que había sucedido hasta ahora con ella, su hermana y Alberto.

Lo que le había dicho Alberto esa tarde sobre su hermana ¿Sería verdad? ¿Le habría ocultado su hermana parte de la historia y el número de encuentros que tuvo con él? La pregunta que se estaba haciendo ayer volvió a su cabeza ¿Qué hubiera pasado si no hubiera descubierto a Michelle la tarde de ayer? ¿Acaso ella se lo hubiera contado o… lo hubiera ocultado? Miles de preguntas y cuestionamientos se fueron materializando en su mente. Lo que Alberto le había dicho podía ser una mentira para provocarla, de verdad quería creer en su hermana, pero por lo que ocurrió ayer y por lo irresponsable que fue, se lo estaba cuestionando por momentos.

Lucia no lo podía creer, aquel hombre horrible le estaba haciendo poner en duda a su hermana. ¿Pero si era mentira? No había presentado ninguna prueba más que la prenda íntima de su hermana para provocarla ¿Pero para que la tenía él consigo y se la mostró? Había muchas cosas que no estaba entendiendo.

La única manera que tenia de esclarecer todo aquello era hablando directamente con su hermana y presionarla. Por momentos sentía que algunas cosas no tenían sentido ¿Por qué ella se mostraba arrepentida? ¿Acaso eso era simplemente la actitud que ponía cuando era descubierta como cuando un niño lo reprochan cuando lo descubren después de mentir? ¿Podía confiar en lo que le decía Michelle?

Lucia intento despejar su cabeza, odiaba que con un simple intercambio de palabras Alberto le hiciera dudar sobre su hermana de toda la vida. ¿Y si era él el que estaba mintiendo? Parecía mucho más factible, su objetivo era “Invitarla a tomar algo para saber la verdad”, viejo idiota. Ahora que lo pensaba aquel hombre tal vez buscaba que dudara de la palabra de su hermana. De verdad era aberrante, pero si se ponía a pensar, ella misma lo había empezado a hacer antes de que él se lo digiera, aquella tarde cuando la recibió a ella toda desprolija portando la pelota y dando excusas.

Se estaba sintiendo cada vez mas triste mientras mas lo pensaba, amaba a su hermana ahora más que nunca. Pero las cosas que estaban sucediendo mostraban otra faceta totalmente ajena a lo que siempre fue su dulce y responsable hermana mayor. ¿Eran estos los cambios que traían la adultez? ¿Era así como su Michelle iba a desarrollarse? No podía ser así, o al menos se negaba a aceptarlo, sabía que ella era muy inocente en algunos aspectos y que aquel hombre se estaba aprovechando de eso de alguna manera u otra. Pero había muchos espacios en gris. Iba a tener que hablar con Michelle después de que se sacara de encima sus exámenes.

El día martes transcurrió sin más sucesos para todos. Michelle en particular estaba poniendo todo su empeño en concentrarse lo más posible en estudiar los temas del examen del día siguiente. A veces le costaba cuando recordaba lo que le había dicho Alberto el día lunes. Aquel hombre siempre lograba leer sus pensamientos e inquietudes, se le hacía difícil no sentirse expuesta ante él. A pesar de esos pensamientos que la desconcentraban pudo hacer buenos avances en los temas para el examen y se sentía decentemente preparada. Antes de irse a acostar volvió a pensar en lo que dijo su vecino, no pudo evitar sentir un escalofrió, lo que le había dicho era escandaloso, pero cuando él la toco brevemente recordó aquella primera tarde en el jardín cuando él la tomo por primera vez. La sensación de sucumbir ante lo incorrecto, el morbo, él le había hecho una nueva invitación para volver a repetir todo aquello. Por más que lo odiara deslizo su mano a hacia su intimidad y sucumbió ante el deseo, a pesar de tener un examen el día siguiente no le costó conciliar el sueño después de satisfacerse con aquellas ideas escandalosas.

Lucia seguía pensando en Michelle. Sus propias dudas e inquietudes sobre su hermana se veían infladas ahora por lo que le había dicho Alberto. No sabía si creerle o no, pero su cabeza no dejaba de armar conjeturas y escenarios sobre lo que podía ser el comportamiento de su hermana. Se le estaba haciendo duro saber que su hermana pudiera ser una irresponsable o una mentirosa en caso de fuese verdad lo que le decía aquel hombre. La percepción sobre ella había cambiado muchísimo en el último mes y quería cuidarla y ayudarla ante el desafío que su inexperimentada hermana estaba enfrentando. No solo eso sino que ahora la quería más que nunca, su vínculo nunca había sido tan fuerte, y eso que eran muy unidas. O al menos así lo pensaba ¿Acaso su hermana le estaría ocultando algo? ¿Podía confiar en Michelle sabiendo de que ella le podía estar mintiendo? Detestaba hacerse esas preguntas pero parte de sus acciones y lo que le había dicho Alberto la hacían dudar, apenas pudiera iba a conversar con ella, en el fondo quería que le fuera bien.

Alberto estaba expectante, no podía esperar a recoger el producto de lo que estaba cosechando. Disfrutaba jugar con las dos hermanas y se notaba la diferencia en la personalidad de las mismas. En el fondo no sabia que esperar del futuro, la naturaleza de las jovencitas de la edad de sus vecinas era siempre impredecible. Parte de la excitación en aquel juego venia de aquello.

El ansiado día llegó y le fue bien en el examen o al menos eso sentía Michelle. Había hablado sobre las respuestas con sus compañeros de curso y para su tranquilidad ellos habían respondido de manera similar a como había hecho ella. Estaba muy conforme y aliviada y no podía esperar a llegar a su casa y descansar un poco. Lo bueno era que por ser día de examen las demás clases de ese día no se dictaban y por ende se encontró retornando antes de tiempo a su hogar, recién eran las 12 del mediodía cuando llegó. Después de servirse y comer el almuerzo compuesto por lo que pudo encontrar en la heladera se puso a pensar más seriamente en lo que iba a hacer el resto del día.

Tenía ganas de tirarse a la cama y dormir, estaba cansada y quería relajar su mente luego de dos días de intenso estudio. Pero luego de acostarse en su cama y relajarse los nervios de las obligaciones que tenía pendiente comenzaron lentamente a volver. La entrega de trabajos académicos era la semana próxima y aún tenía que ocuparse de terminarlos. Estaba bastante ajustada de tiempo por lo que pudo planificar, tenía que entregar tres trabajos los cuales se encontraban cada uno en distintos grados de compleción. Uno era un ensayo sobre un pintor del periodo barroco el cual estaba encaminado, ese no le preocupada tanto ya que si se concentraba lo terminaría a tiempo. El segundo trabajo de otra materia era el proyecto grupal, había sufrido algunos percances pero lo único que tenía que hacer era su parte, el resto dependía de los demás miembros del equipo, y eso le desagradaba ya que en cierta medida escapaba de su control.

Por último y lo que la tenía más preocupada era la última asignatura. Lo que le quedaba por hacer no era tan complejo en si, pero obtener los elementos que le faltaban para poder completarlo iba a ser complicado y le tomaría muchísimo tiempo. La problemática residía en que iba a depender de otras personas para poder terminar el trabajo. Había elegido dichosamente la temática de las flores y no la podía cambiar debido a la fecha en la que estaba. Ya tenía diagramado y redactado todo lo necesario lo único que le faltaba era sacar las fotografías.

Había elegido esa temática cuando recién había empezado a interactuar con Alberto y nunca se imaginó que las cosas se fueran a desenvolver de la manera en que lo hicieron. Ahora se encontraba atascada con ese tema, necesitaba sacar las fotos y perfectamente podría ir a uno de los jardines privados abiertos al público que tenía la ciudad, pero había problemas. Uno era que se pasaría un día entero yendo y viniendo a esos jardines que quedaban en las afueras de la ciudad en los que además seguramente iba a haber bastante gente lo que le dificultaría en parte sacar las fotos. Lo segundo y lo que más le preocupaba era que no tenía cámara, tenía un celular si, pero la calidad no era comparable. Una compañera del curso le había dicho que le prestaría la suya por un día. Pero al igual que ella su compañera se encontraba muy ocupada y estaba en una carrera contra el tiempo, ni siquiera sabía que día se la iba a poder prestar ya que ella también la iba a usar. Eso en particular la estresaba, la incertidumbre y el riesgo de que no le dé el tiempo para terminar el trabajo y depender de los demás.

Si tan solo pudiera viajar en el tiempo y decirle a la Michelle del pasado que eligiera otra temática para el trabajo de arte y que no dependiera de nadie lo haría. Sonrió ante su infortunio, no iba a ser el primer periodo de pruebas de la universidad libre de estrés y tampoco el último, lo único que quería era que terminara bien.

Le daba mucha pereza levantarse y tener que enfrentarse a la montaña de trabajo que tenía por delante. Cómo le hubiera gustado que las cosas hubieran sucedido como las había planeado originalmente, donde en el trabajo grupal no hubieran percances y un miembro del equipo no desertara dejándoles más trabajo o donde el plan para sacar las fotos de las flores no hubiera dependido en un viejo vecino que al final termino siendo un pervertido.

Si tan solo Alberto no fuera un degenerado y le permitiera sacar las fotos a su jardín como lo había planeado originalmente se podría sacar ese problema en cuestión de un par de horas. Si tan solo fuese así con él…

Recordó el intercambio que tuvo con él la tarde del lunes y la invitación que le hizo, como pudo leer lo que ella pensaba, la manera en la que la tocó. Sintió un escalofrío de excitación al recordarlo, era fuerte y la propuesta indecente le daba mucho morbo. Llevo una de sus manos y acaricio su intimidad por debajo del vaquero y la bombacha, de verdad le ponía todo aquello. Ir a la casa de ese viejo pervertido a sabiendas de lo que iba a suceder, arriesgarse a que ese hombre la tomara nuevamente a cambio de que le permitiera sacarle fotos a su jardín y usar su cámara, la calentaba esa fantasía.

Michelle se mordió el labio inferior ante la excitación que le provocaban esos pensamientos. Retiró la mano de su entrepierna y se recompuso antes de que perdiera el control, tenía que concentrarse ahora más que nunca en los trabajos que le quedaban por hacer. Pero una vez se sentó frente a su laptop para terminar uno de los ensayos le costó muchísimo concentrarse. Se sentía un poco ansiosa e incómoda, parte de su cabeza todavía estaba pensando en la fantasía que había tenido. Se sacó el vaquero y la camiseta que tenía puesta para sentirse mas cómoda y sin darse cuenta se quedó contemplando de pie su cuerpo semi-desnudo frente al espejo que había en su cuarto.

Comenzó a pasar las manos por su cuerpo, mirándose, tocando sus pechos y sin darse cuenta su mente comenzó a perderse. “Sería una locura hacerlo” pensó ante el escenario de ir a lo de Alberto. Pero enseguida hizo una pausa y recapacitó ¡De verdad lo estaba considerando! La idea era escandalosa, el concepto de ser una chica mala y usar y potencialmente intercambiar su cuerpo a cambio de algo… se estremeció ante la idea, sobre todo porque tenía la posibilidad de llevarla a cabo.

Se sentía mas inquieta que nunca y su cabeza no dejaba de hacer ruido, miró su celular y notó que eran las 13:15, faltaban por lo menos tres horas antes de que alguien volviera a su casa. Nadie se tenía porque enterarse si hacia algo… la idea le parecía cada vez más tentadora y su cuerpo se lo pedía a gritos, estaba muy caliente y el beneficio de poder terminar el trabajo en un par de horas en vez de tomarse un día entero era extremadamente conveniente y le sacaría un enorme peso de encima.

Estaba sintiendo un cosquilleo en el estómago y la intensidad de sus emociones iba en aumento, si iba a decidir lo que iba a hacer lo tendría que hacer ya. No iba a tener otra oportunidad en la cual ninguno de sus familiares estuviera ausente del hogar.

“Aquí vamos, a portarnos mal” se dijo Michelle a sí misma. Lo iba a hacer, se iba a portar muy mal, iba a romper con lo que fue toda su vida e iba a ser decididamente una chica mala, al menos por el momento. Tomo un vaquero pero antes de ponérselo recapacitó, si lo iba a hacer lo tenía que hacer bien. Se dirigió al ropero y selecciono una prenda diferente. Era un vestido veraniego que le había regalado una amiga y era uno que Lucia siempre le pedía prestado, en cambio Michelle no lo había usado nunca porque le hacía sentirse un poco expuesta y no era su estilo, pero ahora que lo contemplaba le parecía perfecto para la ocasión.

Se colocó la prenda y se miró en el espejo, el vestido rayado de color claro abrazaba ligeramente sus caderas y el resto de su torso demarcando la forma de su juvenil cuerpo incluyendo sus firmes pechos que estaban ahora libres del sutien, el vestido le llegaba hasta medio muslo y dejaba ver gran parte de sus piernas. Dio unas vueltas más frente al espejo para mirarse, le quedaba perfecto.

Tomó su celular y le sacó unas capturas a las notas que tenía para no olvidarse de que fotos necesitaba para el trabajo, recogió sus llaves y se dirigió a la puerta de su casa, antes de salir se detuvo y pensó en la locura que estaba por hacer. Iba a ir a la casa de un hombre mayor vistiendo tan solo un ligero vestido con solo una bombacha por debajo y unas zapatillas. Iba a pedirle el favor de que le dejara sacar fotos del lugar con su cámara y todo con el factor de no saber qué, cómo y cuando podía pasar algo en el otro ámbito más… carnal. Era sin dudas una locura y sentía un extraño nerviosismo, iba entregarse a esto de forma deliberada. Giro el pestillo y salió a la calle camino a lo de Alberto.

Al llegar al frente de la casa de su vecino notó que él no estaba afuera, tal vez estuviera almorzando pensó. Una vez frente a la puerta se detuvo y se dio cuenta de que esta iba a ser la última oportunidad en detener todo aquello, no iba a haber vuelta atrás, pero antes de que su cabeza comenzara a re-analizar la situación su mano toco el timbre. El sonido fuerte del dispositivo hizo que se sobresaltara un poco, se sentía nerviosa y excitada ¿Qué le iba a decir cuando abriera la puerta? ¿Cómo debía actuar? ¡Lo tendría que haber pensado! Pero antes de que pudiera formular algo la puerta se abrió.

—¡Pero buenas tardes vecina! ¿Cómo anda? ¿Qué anda buscando?

El tono de Alberto era una mezcla de sorpresa y satisfacción. No tardo un segundo en bajar su mirada y recorrer el cuerpo de la joven, de a poco esa conocida sonrisa lujuriosa hizo su aparición.

—Hola Alberto, por suerte ando muy bien —Dijo Michelle de forma simpática, ya estaba un poco ruborizada y estaba intentando modular sus palabras sin tropezarse— Estaba pensando en em… ¿Te acordas que tenía que hacer un trabajo con algo relacionado a las flores? Bueno quería saber si estaba…

Mientras ella hablaba Alberto no pudo evitar contemplar el cuerpo de la jovencita. Parecía ir vestida ligera y su tono era amigable. El vestido que llevaba puesto demarcaba muy bien su tentadora figura. El hombre quería tirarse encima de ella, sacarle la ropa de encima y cogérsela ahí mismo pero se contuvo. Ya lo podría hacer más adelante ya que la aparición tan repentina y su actitud le decía mucho, había una razón para esa visita. Volvió a concentrarse en lo que le estaba diciendo la joven.

—…bueno y quería saber si no era mucha molestia hacer unas fotos del jardín.

—Ahh si como no me voy a acordar pasa por acá.

Alberto se hizo a un lado e hizo un ademan para que la joven pasara al interior del hogar. Cuando Michelle ingresó una recargada sensación de nerviosismo y ansias volvieron a inundar su cuerpo, podía sentir como los ojos de Alberto la estaban consumiendo y seguramente el vestido que estaba vistiendo le debía dar un mensaje clarísimo. La única pregunta era como se iba a desarrollar todo.

Llegaron al jardín del fondo y al salir Michelle noto sobre la mesa un plato de comida sin terminar acompañado de un vaso de agua y demás utensilios, parecía bastante reciente.

—Como ves vecina me agarraste en medio del almuerzo pero no importa, por vos puedo hacer una pausa jeje —Comentó el viejo.

—Uy perdoname no quise molestarte —Dijo disculpándose.

—No pasa nada mi Michelita, además ahora que lo pienso voy a poder disfrutar de un delicioso postre ahora que viniste —Insinuó el viejo mirando sin disimulo el cuerpo de su invitada.

Un intenso calor invadió las mejillas de Michelle que se contenida ante el doble sentido de la frase de Alberto. No le había tomado demasiado tiempo a ese hombre para hacer claras sus intenciones. La joven se sentía expectante e inquieta ante lo que podía venir.

—Bueno muchas gracias Alberto y… otra cosa… —La joven se mentalizó y puso cara de niña buena— ¿Sería posible que me prestaras tu cámara para hacer las fotos?

El tono y los gestos de su vecina casi le hacen perder la cabeza ¿A que estaba jugando esta jovencita? Sea lo que fuera lo estaba excitando de gran manera, si Michelle iba a jugar así que se preparase, porque le iba a dar una dura lección, por ahora le seguiría el juego de forma tranquila.

—Por supuesto vecina, esperame un momento que te la traigo.

El corazón de Michelle latía rápido y fuerte, nunca había actuado de esa manera, usando su feminidad para conseguir cosas. Se sentía diferente, y de hecho si lo pensaba todo aquello era parte de esa idea de usar sus encantos para conseguir algo, en este caso tal vez usaría su cuerpo para conseguir que ese hombre le prestara su cámara y su jardín para sacar las fotos que tanto necesitaba para su trabajo de la universidad. Estaba actuando como una chica muy mala y eso la calentaba en gran medida ¿De qué manera terminaría todo eso?

Momentos después Alberto retornó con el bolso que contenía la cámara y sus accesorios, lo colocó sobre la mesa y lo abrió. Enseguida Michelle se acercó y tomo la cámara.

—Bueno vecina yo voy a terminar mi almuerzo, si necesitas algo decime —Dijo el hombre mientras volvía a tomar asiento frente a su plato de comida.

—Oki gracias.

Le pareció un poco raro a Michelle que él no intentara nada, ni siquiera tocarla como siempre hacia cuando tenia la oportunidad. En fin, no importaba, ahora que tenía todas las herramientas y el lugar necesario iba a dedicarse a hacer las fotos para su trabajo. Seleccionó un lente del bolso, seteó la cámara y momentos después estaba adentrada en aquel bello jardín sacando las fotos que necesitaba.

Se encontró disfrutando de la tarea y el lugar. Ciertamente la calma combinada con el ruido del agua de la fuente hacía de ese jardín un lugar donde era fácil relajarse. Ocasionalmente volvía al área cercana a donde estaba sentado Alberto donde se podían ver. Cruzaban miradas y eso la ponía un poco inquieta, ese hombre seguramente podía intuir lo que ella sentía, su sonrisa confiada y su mirada intensa se lo hacía saber y no le quedaba otra opción a la joven que ponerse colorada y bajar la mirada.

Había una palpable tensión que se estaba formando. Michelle era consiente que en cuanto terminara de sacar las fotos y volviera a donde estaba él sería el momento de la verdad. Alberto que ya había terminado de comer seguramente estaría esperando su “postre” como él había insinuado.

La joven chequeo su celular para verificar que tuviera todas las fotos que necesitaba, luego de corroborar en la cámara que tenía todo lo que estaba en la lista se aprestó a volver donde estaba Alberto. Al acercarse al lugar donde estaba él su ritmo se aceleró y se empezó a poner nerviosa, él se puso de pie pero al intentar leer su rostro lo encontró con una expresión serena y tranquila.

—¿Ya sacaste todas las fotos que precisabas?

—Si, ya terminé, tengo todo lo que necesito, ahora para pasar las fotos necesitaría llevarme la tarjeta de memoria…

—Por supuesto no hay problema vecina, después me la devolves otro día. Ahora si no precisas nada más quedamos así.

Alberto luego de decir esas palabras sin ningún tipo de connotación tomo su plato y cubiertos y se dirigió al interior de su casa. Michelle quedó un poco descolocada ante su actitud, tenia de forma justificada cierta expectativa de que Alberto intentaría algo con ella pero por alguna razón se estaba comportando como una persona normal y neutra y no como el pervertido de siempre. Es decir, era mejor para ella no tendría que… lidiar con él en ese sentido pero su cuerpo y parte de su mente hacían que se sintiera un poco decepcionada, era como si toda la tensión hubiera desaparecido.

—¿Vas a venir? —Llamó Alberto desde la puerta del jardín como invitándola para que se retirase— Por mi dejaría que te quedaras vecina pero tengo que salir ahora a hacer unos mandados.

Michelle salió de sus pensamientos y enseguida contesto un poco desanimada:

—Si ya voy.

Enseguida sacó la tarjeta de memoria de la cámara y la guardo dentro del protector del celular. Guardo la cámara en su bolso y lo cerró, justo cuando estaba por levantarlo volvió a mirar a Alberto que ahora la miraba con una expresión mucho más seria y confiada.

Los nervios comenzaron a invadir el cuerpo de Michelle y no pudo evitar quedar congelada. Alberto salió al jardín caminando hacia ella con una expresión cada vez más seria, apenas estuvo cerca de ella la tomó firmemente con una mano del cuello por debajo de la mandíbula y la giro hacia él, ante lo brusco de la maniobra Michelle quedo de pie apoyada de espaldas contra la mesa con ese hombre que la había ahora acorralado. Lo repentino y brusco de la maniobra la sorprendió.

—¿Por qué me pones esa cara Michelita, acaso no tenes todo lo que viniste a buscar?

Michelle trago saliva, no sabía que decirle, Alberto había vuelto a ser el mismo de siempre y estaba jugando con ella.

—O es acaso que viniste a buscar otra cosa…

Con su mano libre el viejo acarició levemente el interior de uno de los muslos de la joven. Michelle inconscientemente separó un poco sus piernas ante el tacto de él para abrirle el paso,  pero enseguida se dio cuenta lo que ese gesto iba a ocasionar en su vecino el cual no tardó en enseguida notar ese movimiento, se sentía como una estúpida.

—Aja así que la pendejita anda buscando algo jeje.

Enseguida movió su mano mas arriba hasta llegar a palpar firmemente la intimidad de la joven lo cual le arranco un gemido. Michelle miró el rostro del hombre que estaba por poseerla y se preguntó porque se metía en esas situaciones, se sentía tan nerviosa pero a la vez tan excitada.

—Decime putita que es lo que estás buscando, dale —acto seguido comenzó a frotar la intimidad de la jovencita lo cual arrancó aun mas gemidos.

—A-alberto… p-por favor…

Ya le costaba hablar entre los gemidos a Michelle pero se dio cuenta de que él quería que se entregara sumisamente desde el principio. Le daba mucha vergüenza a la joven tener que decírselo en palabras lo que buscaba y además seria tremendamente humillante. ¿Qué era exactamente lo que le tenía que decir? Para su suerte él comenzó a hablar.

—Queres pija ¿No es verdad? Decímelo pendeja.

Tener que hablar así estaba totalmente fuera de carácter para lo que siempre fue Michelle pero su cuerpo no daba más, tenía que hacerlo.

—Quiero pija —murmuro como pudo en voz baja la joven.

El hombre soltó una carcajada que denotaba satisfacción, pero volvió a cargar.

—No te escucho ¿Qué es lo que queres? —pregunto cargado de lujuria.

—Q-Quiero pija Alberto aaayyygh…. —Soltó en voz alta Michelle azotada por los toqueteos del hombre.

—¿Y que queres que haga con ella eh pendeja? ¿Qué te la de?

—Quiero… —Michelle no pudo contener mas gemidos por la estimulación que estaba recibiendo— q-que me cojas.

Alberto soltó una risa creída y soltó de su agarre a la joven para después tomarla de los hombros y bajarla bruscamente para que ella quedara de rodillas. Luego de eso se bajó los pantalones para liberar una importante erección la cual tomo con una mano y enfiló hacia el rostro de su invitada.

—Te voy a dar lo que de verdad viniste a buscar mi Michelita, no te vas a olvidar nunca de lo que vamos hacer hoy.

Michelle vio como ese importante falo se acercaba hacia ella y segundos después sintió el calor del glande sobre sus labios, ante la presión que sintió no le quedó mas opción que abrir su boca y recibir esa verga en su interior. El gusto enseguida invadió sus pupilas gustativas, el sabor era fuerte. El mimbro de su vecino era grande y le estaba costando recibirlo debido a la manera en la cual él se la estaba dando.

Alberto tenía una mano detrás de la cabeza de la joven manteniendo fija a la misma. Al viejo le encantaba la imagen que tenía en frente, su tierna y hasta hace poco inocente vecina siendo profanada por su verga. Su carita estaba un poco colorada y estaba de ojos cerrados aunque cierta humedad escapaba de la comisura de sus ojos, no había dudas que la estaba exigiendo bastante al darle verga de esa manera pero era exactamente eso lo que quería hacer. Quería darle una lección y hacerla trabajar, le iba a dar tan duro que con suerte no se olvidaría de la ocasión.

—Mirame Michelle.

Michelle abrió sus ojos y obedeció aunque le costaba mantenerlos abiertos por las arremetidas que estaba recibiendo por parte de su vecino en su boca.

—Acá estas arrodillada con una pija en la boca ¿Era esto lo que querías no?

La joven sintió como su vecino retiro su falo de su boca. Michelle aprovecho para tomar una bocanada de aire pero enseguida su boca se vio invadida nuevamente por la herramienta de aquel hombre que volvió a arremeter si piedad.

—Contestame pendejita.

Ahora entendió el porqué, Alberto no había retirado su pene porque quería que ella tomara aire sino porque buscaba que le contestara. Apenas sintió que su vecino retiraba su falo nuevamente no dudo en contestar.

—Si, es lo que quiero… —Contesto tosiendo casi sin aire Michelle, que enseguida recibió nuevamente el falo en su boca.

—No sonas muy entusiasmada vecina —Dijo con un tono ligeramente burlón— Pero yo sé lo que a vos te gusta en realidad jeje. Ponete de pie.

Alberto retiro su verga que ahora estaba embadurnada en saliva y la froto en la cara de Michelle, al viejo le encantaba profanar el rostro de esa delicada joven. Luego de eso la tomó del brazo y la hizo a ponerse de pie.

Michelle agradeció el respiro que Alberto le estaba dando pero apenas se puso de pie sintió como las manos de él se abalanzaron nuevamente sobre su cuerpo en un frenesí donde sus partes íntimas y sus muslos fueron manoseadas. Empezó a sentir un surgimiento enorme de inquietud y excitación ante lo que le estaba sucediendo. Mientras sentía como su cuello era chuponeado y su cuerpo manoseado se dio cuenta de que cada vez le gustaba mas y mas que le hicieran eso por mas degradante que fuese. Su cuerpo amaba que la trataran de esa manera y ante esa realización Michelle decidió que no se iba contener más y en ese momento iba a actuar como de verdad quería.

Conteniendo los morreos de Alberto, la joven colocó sus manos en los tirantes del vestido y los deslizo por fuera de sus hombros para luego sujetar la parte superior de la prenda y tirar decididamente hacia abajo, el vestido cayó al suelo entre sus pies dejando al descubierto todo su cuerpo con excepción de su entrepierna que todavía estaba cubierta por su bombacha.

Michelle pudo contemplar su desnudez por unos instantes nada mas ya que enseguida se vio invadida por su vecino que se abalanzo a chuponear y estrujar sus pechos mientras que con su mano restante morreaba una de sus nalgas.

La escena de ver su propio cuerpo siendo invadido de esa manera la llevo a un estado de elevación que casi la hace reír. Amaba esa nueva sensación y el morbo la consumía, nunca había sentido algo así, entregar voluntariamente su joven y fértil cuerpo a un individuo tan indeseable y feo era indescriptible. En aquel momento no le importaba nada más en el mundo que proseguir con aquel acto, lo deseaba.

Al concentrarse en lo que le estaba pasando apreció como Alberto iba deslizando hacia abajo una de sus gruesas manos por su vientre hasta que se perdió debajo de la bombacha. Michelle echó su cabeza hacia atrás ante las placenteras sensaciones que invadieron su cuerpo ante la invasión de los dedos de Alberto en su interior. No pudo más que cerrar sus ojos y morder su labio inferior en un vano intento para mantenerse compuesta.

—Como me gusta cuando estas así de húmeda mi Michelita, ya se nota que estas disfrutando de todo esto.

Alberto cesó con sus toqueteos y se colocó detrás de Michelle que esperaba expectante, la tomo del hombro y la guio hacia la mesa donde la hizo postrarse tal cual había hecho la primera vez que tuvo sexo con ella. Michelle se inclinó sobre la mesa y quedo apoyada sobre sus codos ofreciendo su cola en pompa para que aquel hombre se colocara detrás de ella y la penetrara. Sintió como Alberto le bajaba lentamente su bombacha, en el fondo deseaba que él se apurara y la penetrara, no podía contenerse mas de las ganas, quería que él la dejara bien cogida. Se encontraba con los ojos cerrados mordiéndose el labio aguardando esa preciada sensación de sentir el miembro de Alberto abriéndose paso dentro de ella, pero por alguna razón eso nunca llego ¿Qué estaba esperando?

—Michelle —Llamó el viejo a unos metros de distancia.

La joven abrió sus ojos y giro su cabeza para encontrarse con Alberto completamente desnudo sentado echado hacia atrás en uno de los asientos del jardín. Michelle contemplo como él dio unas palmaditas sobre su propio muslo como indicándole a donde tenía que ir. La joven entendió lo que tenía que hacer, hoy le iba a tocar a ella estar sobre él.

Se acercó a Alberto y apenas estuvo a su alcance su joven cuerpo comenzó a ser palpado por las gruesas manos de él. Se colocó de frente y coloco una pierna a cada lado de la silla para así poder montar a su lujurioso vecino que esperaba entusiasmado.

—Veni Michelita acercate más… —Dijo Alberto que tomo a Michelle de las nalgas para que se alineara mas con su falo que esperaba expectante apuntando hacia arriba— si así querida, agarrala.

Michelle tomó la gruesa herramienta de su vecino y lo alineó con su entrada vaginal, lo sentía extremadamente caliente y grande.

—Movela un poco por tu conchita —Le indico Alberto al contemplar su acción— esparcí un poco los jugos y la saliva que dejaste en mi verga sobre tu conchita.

Michelle obedeció, le parecía tan bizarro como se estaba desarrollando la situación. Allí estaba ella rodeándolo con sus piernas a cada lado de la silla de frente a él, preparando y lubricando sus intimidades en preparación para dejarse caer e impalarse sobre aquel grueso pene.

—Así, muy bien —Alberto tomo su verga y la alineo en la entrada vaginal de la joven— Ahora empezá a bajar Michelita, déjate penetrar por esa pija que tanto queres.

La joven comenzó a descender y una enorme sensación comenzó a llenarla. A pesar de la abundante lubricación en su intimidad, todavía le costaba adaptarse al enorme miembro por lo que lo que se vio obligada a bajar despacio. De su boca no escapaban mas que jadeos y algún quejido.

Alberto no daba más de satisfacción al ver a esa jovencita impalarse lentamente sobre su verga. Lo estaba haciendo despacio, su cara y sus gemidos delataban que le estaba costando un poco, tal vez producto de la posición o sus nervios. Alberto coloco sus manos sobre las caderas de su vecina y comenzó a hacer una ligera fuerza hacia abajo para que la penetración se concretara mas rápido.

—Ahhhyg Alberto despacioo… —Soltó Michelle entre quejidos ante la presión.

—Shhh tranquila mi Michelita —Le aseguro Alberto en una voz calma.

La maniobra terminó cuando Michelle sintió los testículos de Alberto rozando sus nalgas. Se sentía tremendamente llena por él. El ambiente había cambiado y parecía muchos mas calmo y personal, Alberto ya no le estaba diciendo groserías y la llamaba solo por el apodo que le había dado. La posición en la que estaban contribuía mucho y parecía haber otro tipo de conexión, Michelle coloco sus dos manos en los hombros de él y comenzó lentamente a ascender.

—Bien, así Michelita, empezá a subir y bajar sobre esa pija.

En cuestión de unos minutos Michelle adoptó un ritmo y se encontró cabalgando sobre Alberto que la tenía tomada de las nalgas. El dolor inicial había desparecido y con el tiempo comenzó a sentir una creciente sensación de enrome placer. Era esto lo que ella quería y lo estaba disfrutando. Sentir aquel enorme miembro en su interior hacía que se sintiese como una verdadera mujer.

—¡Aaaaayg Alberto! —Exclamó Michelle con los ojos en alerta.

Alberto reía, le había introducido parte del dedo mayor en su virginal ano lo que había hecho que la joven gritara. El otro efecto secundario era que las paredes vaginales se habían contraído ante la sorpresa de aquella invasión, y el viejo no iba a dejar esa oportunidad para obtener más placer sobre su verga.

—Shhh putita vos seguí cabalgando como estas haciendo ahora jeje. Yo te voy a guiar bien con este dedito —Dijo Alberto que volvía a adoptar su tono pervertido.

Al principio no le había agradado en nada aquella intervención sobre su ano pero a medida que se acostumbraba más le estaba gustando a Michelle. Se sentía de alguna forma dominada, aquel hombre la tenía bajo control con un simple dedo y le marcaba el ritmo cada vez que él quería moviéndolo. Era un poco humillante pero la ponía aún más húmeda estar en esa situación.

—Me encanta como te moves pendejita, nunca me voy a aburrir de cogerte. Siempre que vengas a esta casa te voy a coger.

Michelle no pudo mas que contestarle con unos gemidos, estaba agitada ante todo el placer y la actividad física que estaba haciendo para moverse de arriba abajo sobre esa enrome verga. Empezó a sentirse cada vez más acalorada y su respiración y gemidos se aceleraban cada vez mas. Sabía lo que se le venía y continuo con más fuerza, su mente comenzó a nublarse y la sensación de un poderoso orgasmo invadió su intimidad y se expandió sobre su cuerpo.

Alberto contemplaba fascinado como las piernas y luego el cuerpo de esa joven comenzaban a temblar, su expresión en su hermoso rostro y sus gemidos lo decían todo. La boquita de esa joven alcanzo a emanar un par de jadeos ahogados y luego todo el cuerpo de la joven colapso sobre él, Alberto abrazó el cuerpo de la joven para que no se cayera y no pudo mas que apreciar los temblidos del joven cuerpo que estaba experimentando un orgasmo. La sensación de las contracciones vaginales sobre su verga casi lo hacen acabar. Esa jovencita era un trabajo de arte y en la cabeza del viejo estaba diseñada para coger. El viejo aguardó que la jovencita se recompusiera, todavía el tocaba a él y quería demostrárselo a ella de una forma personal.

Michelle de a poco fue recuperando la consciencia y se encontró abrazada del cuello de ese hombre, estaba un poco aturdida todavía. Sintió un movimiento un poco brusco y se dio cuenta de que Alberto la estaba cargando de las nalgas y momentos después la dejo boca arriba acostada sobre la mesa con su cadera al borde la misma. A medida que sus sentidos iban volviendo abrió sus ojos y aprecio como Alberto se posicionaba entre el medio de sus piernas las cuales él coloco una por sobre cada hombro. Luego sintió su vagina ser invadida nuevamente por él. Ahora que iba recobrando los sentidos lo entendía, era su turno.

El viejo comenzó con un mete y saca tranquilo, en un principio iba a disfrutar del momento, quería saber también que pasaba por la cabeza de su joven vecina.

—Te está gustando todo esto ¿Verdad mi Michelita?

—Si… —Respondió débilmente entre gemidos.

—Quiero que sientas lo que te voy a hacer ahora con atención.

Alberto se inclinó hacia adelante para quedar mas cerca de su cara y la miró fijamente a los ojos. Luego comenzó a acelerar el ritmo de la penetración.

—Sos mía Michelle, puedo hacerte lo que yo quiera y vos lo vas a aceptar. Lo sé, lo veo en vos, te encanta que te usen y te traten así.

Aquellas palabras tomaron por sorpresa a Michelle que giró su cabeza hacia un lado para romper el contacto visual. Le asustaba un poco que la pudiera leer así, pero en el fondo él tenía razón.

—Mirame putita —Ordeno Alberto entre bufidos, estaba cerca de venirse.

Michelle obedeció y lo miró.

—Sentilo Michelle, sos mía, tu cuerpo es mío y siempre que pueda y quiera te voy a coger. No tardaste mas de dos días en volver a esta casa a pedir que te den pija. Te encanta que te deje bien cogidita. ¿Acaso no es verdad?

—S-si-ii —Contestó la joven cuya cabeza se comenzaba a nublar en un mar de placer.

Alberto acelero el ritmo y se percató que Michelle estaba mostrando las crecientes señales de un nuevo orgasmo que era inminente. Quería contenerse para que ella se viniera antes que él pero era imposible, no podía aguantarse más, miró fijamente a su invitada a los ojos y se dejó ir.

—¡Ahhhhggg tomaaa Michelleeeeeeeeee!

El viejo disparo toda su carga en el interior de aquella jovencita que al sentir que su cuerpo era llenado por la semilla de ese hombre también exploto un segundo orgasmo que la cegó.

Para Michelle era difícil de explicar, pero sentir la concreción de esa acción tan primal la llevó a otro nivel difícil de comprender. Era un plano arraigado en lo mas profundo de su ser que hacía que disfrutara tremendamente de aquel acto de apareamiento. Nunca había tenido sexo sin que su ex-novio usara un preservativo, por ende había sido solo Alberto, su segunda pareja sexual, el único que había depositado su semen dentro de ella. Y por alguna razón la hacía sentirse extremadamente satisfecha.

A medida que Michelle volvía por segunda vez al mundo real después de aquel orgasmo y abría sus ojos fue dilucidando la silueta de aquel hombre que la poseía. Se sentía un poco entumecida después de aquella sesión y no sabía porque Alberto seguía adentro de ella.

Se inclinó hacia adelante y se apoyó en sus codos para quedar ligeramente más erguida y contempló la imagen de la masculinidad de Alberto que seguía insertada en ella. Miró su rostro e hizo conexión su mirada que era intensa y fanfarrona. Era como si él le estuviese transmitiendo que tenía todo el control sobre ella y que podía hacer lo que quisiese. Sintió como una de sus porosas manos comenzó a recorrer su muslo y fue subiendo pasando por su vientre, costillas, pechos, cuello y cara hasta que su dedo pulgar se detuvo en sus labios. No tuvo que hacer mucha presión para que Michelle los abriera y dejara ingresar el grueso dedo en su boca. Mientras pasaba todo eso ambos se miraban intensamente a los ojos, Michelle sabía que dejarse hacer de esa manera era aceptar totalmente su admisión y obediencia ante él, podía tocarla, manosearla y hasta jugar con su boca como quisiera, ella no haría nada. Toda esa acción por parte de Alberto era simplemente para confirmarle como eran las cosas, la poseía y no había ninguna duda.

Alberto alejo su mano del rostro de la joven y se desacopló de la misma. Michelle pudo sentir y observar como su vagina era aliviada de la presión y vio como se derramaba un poco de denso semen de su interior hacia afuera de su vagina. Pero lo que le llamo la atención era como Alberto volvió sosteniendo su pene semi-rígido y recogió con su glande el semen que se estaba derramando para después volver a introducirlo en ella, volviendo a dejar la semilla que se había derramado en el interior Michelle.

Aquel gesto estaba cargado de muchos significados y era tremendamente poderoso. A Michelle le estaba inquietando todo eso pero a su vez partes de mente se disparaban y en parte la excitaba aún más, era una sensación tremendamente intensa para ella. Al final Alberto rompió el silencio.

—Te voy a dejar ir mi Michelita, yo sé que queres seguir cogiendo pero de verdad tengo cosas que hacer, si no voy a la oficina pública hoy no cobro la jubilación de este mes.

El hombre se desacoplo de la joven y se dirigió a la puerta que ingresaba al interior de su casa, pero antes de ingresar se detuvo y se giró.

—Veni, antes de que me vaya a bañar quiero pruebes todo lo dejaste sobre esta pija.

Michelle miró aquel miembro por unos segundos, estaba recubierto en semen y en sus propios fluidos que ella había dejado sobre él. De todas formas ni siquiera se cuestionó si lo iba hacer o no, simplemente se acercó y se arrodillo frente a él, tomo aquel gran falo con su mano y recorrió de la base hasta el glande con una larga lamida. La ponía extremadamente caliente a Michelle ser obediente y sumisa a él, no lo podía explicar.

—Siii putita así, me encanta que aceptes tu lugar. Siempre que vengas a esta casa te vas a ir bien cogidita y llena de leche ahhhhg siii —Suspiró nuevamente Alberto.

Luego de un par de minutos y terminada la tarea Alberto se separó de ella y se fue al baño sin decir ninguna palabra. Michelle quedó arrodillada en el lugar y después de unos momentos sacudió su cabeza y se dio cuenta de que tenía que volver al mundo real.

Se levantó y fue a la cocina a limpiarse el semen que se derramaba de su interior con unas servilletas, mientras se limpiaba agradeció a Lucia por haberla introducido a la pastilla ya que sino estaría en serios problemas. Luego fue al patio donde se puso su bombacha cosa que enseguida lamentó ya que casi al instante pudo sentir como la prenda se estaba ensuciando con el semen que seguida derramándose de su vagina. Por último se colocó su vestido, tomo sus partencias y se retiró de aquel hogar.

Había resultado ser una experiencia mucho más intensa de la que había esperado. La conexión que tuvieron por momentos había sido profunda y… no podía encontrar las palabras para explicarlo. Era como si los sentidos de reproducción mas primitivos dentro de ella se hubieran activado por momentos, o al menos era esa la explicación que se le ocurría a Michelle. Simplemente no podía entender porque se dejaba llevar así por aquellos impulsos tan bajos.

Afortunadamente para la joven habían pasado un poco mas de dos horas y se encontró con la casa vacía. Enseguida dejo sus pertenencias en su cuarto y tomo una muda de ropa limpia para luego dirigirse al baño.

Dentro del baño se despojó del vestido y su bombacha. “Que buen primer uso que te di querido vestido” pensó de forma cínica mientras sostenía y contemplaba la prenda. Jamás se hubiera imaginado un año atrás cuando una amiga le regaló ese vestido que lo estaría usando para algo tan escandaloso como lo hizo hoy. Antes de doblarlo y meterlo en el canasto de la ropa sucia se agachó y tomo la bombacha que estaba en el suelo. Era un desastre y esperaba que las manchas de semen no quedaran en la tela, pero en fin, hizo una bola con el vestido y escondió la prenda íntima dentro de la misma y lo depositó en el canasto. Minutos después se encontró bajo la lluvia de la ducha, dejando que el agua la relajara y limpiara.

Cuanto había cambiado en el último mes, las facetas ocultas que se estaban destapando sobre ella misma hubieran sido impensadas para la Michelle de meses atrás. Se suponía que era una chica bien, tranquila y responsable ¿Qué dirían sus padres si se enteraran de lo que estaba haciendo? Después de años de amor y educación, seria extremadamente decepcionante y triste para ellos. Ni siquiera ella misma podía comprender lo que había hecho hoy ahora que estaba mas en calma, ir de forma tan ligera y ofrecerse a un hombre mayor de esa manera. Si bien todavía sentía un poco de culpa y arrepentimiento ya no era igual de fuerte de cómo cuando lo había hecho la primera vez con Alberto. Era como si lo estuviera aceptando, al final esta ultima vez había sido su idea y en el fondo no se sentía tan mal.

Era esta nueva faceta de su persona que la confundía, por un lado era deplorable todo lo que hacia. La manera en la cual actuaba y como se dejaba llevar por sus impulsos, nunca le había pasado algo así y estaba mal. Pero por el otro lado y esto era lo que a veces la asustaba, era la fuerza que tenían los impulsos que hacían que se entregara a sus instintos de aquella manera, el placer y el bienestar eran incalculables pero…

Michelle suspiró, no quería ahondar de nuevo en todos esos pensamientos. Luego de lavarse cerro el grifo, salió de la ducha para secarse y vestirse. Tenía ahora que terminar los trabajos de la universidad. Al salir del baño se encontró con su hermana que recién había llegado.

—¡Michi! ¿Cómo te fue en el examen? —Pregunto entusiasmada Lucia.

—Muy bien por suerte Lu, creo que peso diez kilos menos —bromeó Michelle.

—¡Qué bueno hermanota! Bueno te dejo ir a que te seques ese pelo.

Las dos rieron y Michelle se dirigió a su cuarto. Mientras se preparaba para continuar trabajando y sacaba la tarjeta de memoria que tenia las fotos que había conseguido entro en la realización que lo que había hecho aquel día no era solo una brecha de confianza en sí misma sino también en todo lo que la había ayudado Lucia.

Ese era otro de los factores que la hacían sentir mal, en medio de la excitación y el estrés que había pasado aquel día se había olvidado casi por completo la promesa que supuestamente tenía que mantenerle a su hermana. Haber roto nuevamente ese voto de confianza que Lucia le había hecho denotaba de nuevo la falta de principios y el conflicto de valores que estaba experimentando.

Lucia quedaría destrozada y la confianza que ella tenia se desvanecería si se enterara de todo lo que había hecho con Alberto. Michelle sabía que lo hecho era agua bajo el puente pero ¿Cómo se podía podría arreglar algo así sin hacer daños? Tal vez lo mejor sería que ella nunca se enterara… pero las mentiras siempre tienen una manera de salir a la luz.

Eventualmente se lo tendría que contar, o tal vez no. Michelle tomo una bocanada de aire para contener su frustración, era esa clase de conflictos entre hacer lo correcto o lo incorrecto que la frustraban. Hace unos meses atrás ni siquiera hubiera tenido esta clase de cuestionamientos, siempre hacia lo correcto porque la verdad era que nunca tenía algo que ocultar ya que siempre se comportaba bien. El problema era ahora, había mentido, roto promesas, actuado de forma deplorable y más, ahora era entendible el deseo de querer seguir jugando sucio.

Michelle miró la pantalla de su laptop y notó que las fotos se habían terminado de copiar de la tarjeta de memoria a su disco duro. Tenía mucho trabajo por hacer y si no se concentraba en hacerlo iba a perder todo el tiempo ganado que había logrado con sacar las fotos en lo de Alberto. Eventualmente le diría de alguna manera toda la verdad a Lucia, pero aquello podía esperar una semana, si no se concentraba en la universidad y le iba mal tendría consecuencias permanentes como una baja en su beca si tenía malas notas.

Intento despejar su cabeza y se puso a trabajar. Ya habría tiempo para resolver todo.

Lucia estaba aburrida mirando las redes en su celular acostada en el sillón del living. Había sido un día agotador y rutinario en el secundario y como muchas chicas de su edad no podía esperar a que llegara el fin de semana, en especial este ya que iba a salir con sus amigas a un lugar especial.

El rugir de su estómago le indicó que tenía mucha hambre y que ya no podía seguir ignorando su apetito. Que pereza que tenía, ni siquiera quería levantarse para hacerse unas tostadas, era así de desmotivada que la dejaba una jornada en el sistema educativo público.

Tomo fuerzas y se levantó para dirigirse a la cocina, todavía no sabía que carrera iba a estudiar en la universidad pero sea lo que fuere esperaba que le gustara y motivara ya que seguramente implicaría mucho trabajo y estudio. O al menos eso parecía por lo que podía observar en su hermana, siempre estaba estudiando o haciendo algún trabajo de la universidad.

Mientras se preparaba las tostadas decidió hacer dos pares más para Michelle, no la había visto salir del cuarto y seguramente al igual que ella tendría hambre. Seguramente le vendrían bien para su eterna jornada de estudio.

Una vez las preparó fue a la puerta del cuarto de Michelle y tocó, segundos después la puerta se abrió.

—Te traje esto, a ver si descansas un poco que sino se te va a prender fuego la cabeza hermanota.

—¡Gracias Lu!

Michelle tomó el plato y luego se acercó a Lucia y le dio un rápido abrazo y un sonoro beso en el cachete.

—Gracias por todo hermanita —Dijo Michelle portando una sonrisa.

Y así su hermana Michelle desapareció detrás de la puerta cerrándola. Lucia rio ante la naturaleza de su hermana, era como si los minutos fueran vitales para ella cuando había que estudiar. Eran esos rasgos de su personalidad tan inocentes que hacían imposible no quererla. Lucia volvió al living y consumió su merienda.

Media hora después Lucia se encontró en el baño nuevamente sumida en el aburrimiento sentada en el wáter scrolleando por docenas de publicaciones que le ofrecían las redes en su celular. La joven desistió de su celular y sacó los ojos del mismo, tal vez ahora que contaba con tanto tiempo libre sería una buena idea empezar con algún nuevo hobbie, no se le ocurría que podía ser pero en fin, ya averiguaría algo.

Justo cuando termino de hacer sus necesidades y se estaba levantando, la visión de Lucia capto la imagen de una parte de una prenda de diseño rayado. Al prestarle más atención vio que era el vestido de Michelle que tanto le gustaba que sobresalía un poco del canasto de la ropa sucia.

Lucia tomo la prenda y la alzó para examinarla con mas detalle. Si, se lo iba a pedir prestado a su hermana para salir este fin de semana, el único problema era que tenía que cerciorase de que estuviera lavado antes del sábado.

Le llamó la atención que Michelle lo haya usado, según ella no era de su estilo y lo usaría en alguna ocasión especial. “Al parecer el examen de hoy fue todo un evento” pensó para Lucia, claro que no lo era, pero se alegró por su hermana. Que usara ropa mas ligera y femenina era una señal de que tal vez Michelle se estuviera sintiendo mas segura de sí misma y estuviera madurando. Que su hermana mostrara sus encantos al profesor de turno tampoco haría daño en un examen tan importante pensó en broma Lucia. Por supuesto que no era el estilo de Michelle pero seguro seria bizarro verla actuar así rio Lucia.

Devolvió el vestido al canasto y justo cuando se estaba por ir su pie descalzo entro en contacto con una prenda que había caído en el suelo, era una bombacha que debía de haber caído, Lucia la levantó para devolverla al canasto pero…

—¡Puaj!

Lucia soltó la prenda en el suelo casi al instante al sentir en sus dedos algo frio y espeso. Miró la bombacha con más detenimiento y estaba casi segura de que era de Michelle, la tomó cuidadosamente del borde y acercó su cara, al mirarla con más atención su corazón se hundió.

¿Por qué la bombacha de Michelle estaba sucia así? ¿Y qué era lo que tenía? Expuso la prenda a la luz directa y la estudió. ¡NO! ¿Era semen? ¡Nooo!

Lucia soltó la prenda en el suelo y se recostó en el wáter. Ya no sabía en quien creer. La bombacha de su hermana estaba manchada de semen y no sabía que explicación podía cuadrar… más que la del estúpido de Alberto. Así que tal vez él viejo de mierda decía la verdad después de todo y su hermana…

Entonces así era Michelle, tal vez su relación no significara tanto para ella si le mentía y ocultaba cosas. Después de tanto consuelo y contención así era como actuaba.

Lucia se sentía tremendamente triste y lastimada. No podía creer que para Michelle ella significara tan poco ¿Cómo le podía hacer esto? La quería tanto, la amaba más que nunca y se preocupaba por ella y era así como le pagaba.

No podía ser así, tenía que haber algo más en la historia para que Michelle hiciera esas cosas. Lucia se negaba creer que su hermana estuviera haciendo todo eso porque si, tenía que haber algo más en todo el asunto.

Lucia respiró hondo e intentó relajarse, su hermana estaba en un periodo vital para su carrera universitaria y sería mejor no atacarla con ese asunto hasta dentro de una semana. Le iba a dar diez días para ver si Michelle se sinceraba y le decía o no lo que estaba pasando. Diez días.

Continuará…