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El remedio de papá.

en Amor filial

Alguna vez pensó que ser padre soltero no sería tan complicado, pero Julieta se había encargado de ser lo más de una chica insoportable. Él pensó que la niña lo hacía adrede, pues era así desde corta edad debió comprender que la causa era porque su madre se borró de la faz de la tierra con apenas cinco años.Adicta al chocolate y a los videojuegos, no paraba quieta además de algo grosera e inmadura. Así era su hija. No podía creer, que a su edad, aún lloriqueara por el hecho de que su padre le ocultara el mando de la PS. Fabio tampoco podía dejarla sola, y mucho menos dejarla salir sin su cuidado. Normalmente los padres se preocupaban por que sus hijas salieran solas a la calle, pero tenían que ceder; en su caso era lo contrario, deseaba que algún día la chica fuera lo suficientemente cuidadosa como para no ser atropellada a plena luz del día…, solo alternaba con su amiga Irene.

Hacia un par de años, la psicóloga de secundaría le comentó que la chica podría sufrir un trastorno de inmadurez e hiperactividad. Pero Fabio lo descartó…, su hija seguía siendo, ante todo su pequeño ángel, a los 16 años ninguna chica puede ser madura. Pero pronto entendió la gravedad del asunto, cuando ningún psicólogo le daba una respuesta que no tuviera que implicar permanecer al lado de su hija las 24 horas del día pendiente de sus reacciones y sus contradicciones. Había algunos “profesionales”, los peores y más estúpidos, que señalaban un posible retraso mental. Los psiquiatras, por su parte como no podía ser de otra manera, le recomendaban un sinfín de medicamentos, que además de ser costosos, tenían un sinfín de efectos secundarios ¡Como se puede cambiar una actitud con un fármaco! No se podía creer lo atrasados que estábamos en el estudio del comportamiento.

Un día, la médico de familia, un poco más pragmática y sensata, le sugirió que la inscribiera a algún centro deportivo para la práctica algún deporte de alto rendimiento. La terminó inscribiendo a las clases de básquet femenino por su altura y agilidad. Aquello funcionó, mejoró el rendimiento escolar y calmó sus vicios al chocolate y los videos juegos, sin contar las escasas relaciones sociales. Encauzó su hiperactividad y emotividad en los entrenamientos y en la competición, pero aun así no era la chica que debía de ser a su edad y los brotes despóticos emanaban de vez en cuando. Le había comprado una caminadora elíptica, pero ignoró el aparato por monótono. Los videojuegos funcionaban sólo por momentos, antes de apagar el televisor de un botonazo y salir pitando a subir y bajar los escalones.Julieta corría de aquí para allá por la casa. No pasaba casi ningún día sin que rompiera algún adorno de vidrio o cerámica, de manera que poco a poco toda fue desapareciendo y los utensilios fueron siendo sustituidos por trastos de plástico de los chinos.

Un día, mientras Fabio preparaba la cena, se escuchó un golpe seco, haciéndolo girar el cuerpo de inmediato. Seguidamente, los particulares lloriqueos de Julieta estallaron.“¡¡Pappaaaaá!!” gritaba la chica, mientras su padre corría hacia la entrada de la casa.La encontró sentada sobre las escaleras, con las manos en su espalda baja. No tuvo que usar mucho su imaginación para saber que había caído de sentón jugando en la barandilla. La chica tenía la costumbre de bajar los escalones deslizándose por el pasamano, de modo que lo inevitable había terminado por suceder.“¡Te has caído!” dijo Fabio mirando a su hija como quien intenta dar una lección.“¡Me duele!” chillaba y se condolía de igual manera que lo hacen los futbolistas en lo partidos…. El hombre sonrió divertido ante la fantástica interpretación sobre escenificada. Ella no se veía tan mal, pero seguramente se llevaría un buen moratón. Le tendió la mano y la ayudó a ponerse de pie.

-“Agradece que tienes un buen amortiguador”,comentó divertido Fabio, refiriéndose al redondo y voluptuoso culo de la niña.La chica no pareció entender la broma, y sólo le dirigió una mirada adolorida.

–“Vamos dentro, tendré que echarte alguna pomada para que el moratón no sea tan grande”resolvió Fabio, he ahí una nueva tarde con su hija hiperactiva.

La chica subió los escalones sin problemas, lo que fue un respiro para su padre, que comprobó que no había daño en los huesos, solo un recalcón y mucho cuento. Pasó por un ungüento anti golpes e hinchazones al cuarto de baño antes de dirigirse a la sala con su hija.La encontró boca abajo sobre el sofá, y se sentó en una orilla del cojín.

–“¿Dónde te duele cariño?” Preguntó, y ella le señaló la zona de su culo.Fabio suspiro. “Julieta, Julieta…eso te pasa por estar corriendo”.

-“No estaba corriendo”reclamó la chica, haciendo girar los ojos de su padre.

-“Me refiero a bajar las escaleras como no se debe”,mientras miraba las instrucciones de aplicación de la pomada.

La chica guardó silencio un momento.-“Es más rápido” explicó.

-“Es más rápido y pasa esto”.Fabio pareció entender todas las indicaciones del medicamento. “Quizás tenga que darte algún analgésico” dijo suspirando.“Bájate el pantalón”.

La chica obedeció de inmediato, y deslizó las mallas bajo su culo. Sólo entonces Fabio cayó en la cuenta que su hija ya no era una niña, sino prácticamente una mujer, por lo que no pudo evitar sentir una sensación extraña cuando las carnosas nalgas de Julieta, cubiertas por una tanga azul de algodón que no recordaba haberle comprado, aparecieron vigorosamente ante sus sorprendidos ojos. Sobreponiéndose a aquella repentina imagen, el hombre enfocó su mirada a la zona donde un leve enrojecimiento tatuado en la piel de la chica, obviando el resto.

Colocó un poco de ungüento sobre sus dedos, y frotó la crema sobre la tersa piel de la niña. Miró a la chica, que parecía completamente ajena a cualquier dilemavenido de su padre, se desnudó con toda familiaridad suponiendo que no existía problema porque su progenitor la viera en pelotas, que incluso tocase su culo y vagina con sus cuidados…ella era su hija, y él su padre, ¿qué había de malo?La ha bañado cientos de veces y conoce su cuerpo casi mejor que ella misma… sus dedos tocaron la suave piel de su niña. La tocaba casi con miedo de romperla, como si se tratara de algo delicado. Su mano se deslizaba por la baja espalda sobre la redonda superficie de aquel glúteo grande y bien formado…respingón de los que volvía loco a Fabio, los mismos por los que se enamoró de su esposa y la hija ha heredado. Sintió que la temperatura había aumentado de pronto, pero comprendió que el problema era él, ella se mostraba confiada en la imperturbable intimidad de un padre con su hija donde el apetito sexual no es una razón de estar.<<Entonces…¿Qué me pasa?>>, pensó, y decidió que aquello era suficiente, las órdenes de su cerebro de mandar elevar su falo eran inminentes.Se puso de pie.

-“Ya puedes pararte”, dijo, con una voz firme sobre lo que Julieta no hizo ningún comentario. “Lo sentirás caliente y luego frio”.

La chica rio.-“¡Sí papi!”,la dulzura de Julieta rebasaba todo delirio de testosterona. “ahora está caliente”.Fabio sonrió paternalmente.

-“Bueno, como puedes caminar me gustaría que me ayudaras a cocinar la cena”.

Aquella noche fue extraña para Fabio. Era un hombre solo, dedicado por completo al cuidado de su hija y a su trabajo. Se había vuelto a enamorar un par de veces por supuesto, pero sus intentos de volver a casarse se habían venido abajo debido al comportamiento de su hija un tanto despótico…. Nunca la había culpado por ello, sino que prefirió llegar a la conclusión que no podría retomar su vida hasta que su hija no iniciara por sí sola la suya.Pero él no fue capaz de separar diáfanamente su yo padre de su yo macho, porque uno y otro son el mismo hombre al fin. La sensación de tocar el precioso culito perfecto de su pequeña había despertado en él un deseo extraño que se instaló en su mente como un pensamiento nada insignificante, y que al paso de las horas terminó por quitarle el sueño.

Pensó en las mujeres que conocía, en la idea de con cuál de ellas podía iniciar su papel de Don Juan que apartarse de una vez ese cáliz prohibido. Pero cada vez que pensaba en una u otra, la repentina imagen de su hija aparecía de nuevo insondable. Aquello le estaba haciendo mal y la cima del colmo llegó cuando se descubrió a sí mismo a las tres de la madrugada, con su mano sobre su endurecida verga y la imagen del culo desnudo de Julieta en su mente, de aquella rajita que perfilaba su coñito, aun virgen suponía…, se culpó de entretenerse más de lo normal en mirar la rajita apretada de su coño, que ya no era aquella de cuando tenía seis, ocho o diez años. Bajó el prepucio una y otra vez y aquello fue tomando un camino certero a la paja que le calmaría y le llevaría los brazos de Morfeo, necesitaba descansar para poder rendir al día siguiente en el trabajo… la eyaculación fue feroz, soltando un gemido entrecortado que tal vez pudo oír su hija. Hacía mucho que no tenía una corrida tan espectacularmente copiosa…le embargó la culpabilidad al no haber podido borrar la imagen de su cría en el tiempo que duró la paja, la corrida y la extenuación por el atolondramiento y posterior relajación.

En la tarde del día siguiente, las cosas no fueron mejor. Recogió a su hija después del entrenamiento de básquet. No tenía muchas ganas de hablar con ella, pero Julieta hablaba con normalidad en su ritmo fluido de siempre esperando que solo le escuchasen el monólogo. Desde niña había sido una parlanchina extrovertida,y pocas cosas habían cambiado desde entonces y eso regocijaba a su padre, porque en el fondo, un padre no quiere que su hija se haga mayor. No obstante tenía esa curiosidad infantil que a veces preocupaba a su padre. La chica había traído un montón de material, pues debía construir un plano en 3D de su casa ideal. Estaba en 2º de bachillerato, y era obvio que lo que más le atraía era la decoración, el urbanismo y la arquitectura, su alma artística debía de explotarla y tal vez en el futura convertirla en su profesión. Fabio supuso que aquello requería de la concentración, la energía y el tiempo que la chica tenía de sobra, por lo que quizás tendría una tarde tranquila.Mientras la chica se duchaba, el sonido dela agua hacía pensar a Fabio en el cuerpo de su hija, el agua fluir por cada centímetro de su piel haciendo regueros tibios que serpenteaban su contorneada figura humedeciendo cada poro de su dermis. Le era imposible desterrar de la cabeza la imagen de su hija desnuda. Tenía que olvidarlo, tenía que pensar en otra cosa.

Minutos después bajó las escaleras, mientras terminaba de secar su cabello. Julieta había tomado la oportuna decisión de vestirse con el más corto de todos sus pantaloncitos de dormir…

-“¡Soncómodas!”, comentaba.

Sin duda, pero Fabio pensó que debía ser ilegal ponérselos. Para empeorarlo, una camiseta recortada a la mitad, de las que solía usar en los entrenamientos de básquet para diferenciar los equipos sobre las ya bien desarrolladas tetas de la niña, unas puntiagudas tetas semejantes a ojivas balísticas… iba sin sostén a la vista, por tanto era lo único que cubría. ¡Era obvio que, aun tratándose de la intimidad de su casa, debía cuidar las formas! Estaba claro que la falta de una guía femenina había hecho estragos en los modos de conducta de Julieta, más versada en la masculina que en la femenina recatada.Pensó en ordenarle que se vistiera inmediatamente de otra forma, pero la dulce voz de la chica fue suficiente para hacerlo olvidar todo, dejándola actuar con su propia naturalidad.

-“¿Qué hay de comer papi?”resolvió con total despreocupación.

Aquello despertó a su padre de sus pensamientos.-“¿Qué te parece si cenamos hoy pizza?”

La pizza la ponía frenética… -“¡Sí!”gritó la chica alegremente “¡De peperoni!” Exigiósubiendo de nuevo a su cuarto.

Su padre sabía que sin motivo alguno volvería a bajar en minutos. Subir y bajar escaleras era el extraño pasatiempo favorito de Julieta. <>, pensó Fabio, en la seguridad de su mente, mientras marcaba el teléfono de la pizzería. Ordenó dos pizzas de peperoni, mientras porsu mente desfilaba una y otra vez el recuerdo de las nalgas de su hija subiendo las escaleras.<< ¡Maldita sea!>>, pensó, volviendo a invadirle la excitación. Al colgar el teléfono, la idea de follarse a su niña se instaló en su mente en perpetuidad.Su rostro se volvió serio, y entonces grito…

-“¡Julieta!”La chica tardó algunos segundos en contestar.

-“¡Voy!” Se oyó mientras bajaba las escaleras.

Su padre la esperaba sentado en una de las sillas del comedor.

-“Ven, quiero revisar tu golpe”.

La chica obedeció sin problema,la colocó sobre la mesa dela cocina, como si se tratara de una revisión policiaca a un sospechoso, con aquella inclinación el culo respingón relucía aún más.Trataba de contener su emoción mientras hacía descender la tela del short de su hija. Poco a poco, el precioso culo, vestido con unas bragas de encaje, que no tenía idea de dónde habían salido, apareció esplendorosamente ante él.

-“¿Qué tal está?”Preguntó la chica…

-“Bueno…” murmuró su padre, mientras su mano palpaba el culo de Julieta. Va mejorando ¿Te duele?”

-“Sí pero algo menos”

-“Es por el analgésico de la pomada”.

Él notó que ella ni siquiera se alteró con aquello, las revisiones rutinarias de papá le resultaban asépticas a la niña, por lo que se animó a ser un poco más atrevido. Su mano acarició la nalga que no estaba golpeada. La chica no dijo nada, y la palma de su mano se cerró apretujando un poco del carnoso glúteo sintiendo la textura y firmeza de la carne joven e inigualable.La libido se avivo logarítmicamente, y en pocos segundos ya no había más altura donde alcanzar con su verga erecta. Sentía un impulso tremendo por besar aquel precioso culo, morderlo, amasarlo y lamerlo… la calentura lo estaba matando.Se puso a pensar en lo que estaba haciendo. Mientras ya sus dos manos acariciaba sin motivo alguno el toda la extensión del culo de su hija. <<¿Aquello era correcto? ¿No estaba acaso abusando de la condición de su hija?>>Porque era obvio que ella no era ya una niña y lo que hacía que no era del todo “normal”pero si pareciese consentido.

Era su padre, sí… ¿quién amaba más a su hija que él, que la había cuidado prácticamente sólo desde que era un bebé? ¿No era acaso justo? ¿No se lo había ganado? La chica no solo no se quejaba molesta por los tocamientos impropios e inmoderados del progenitor, sino que parecía disfrutar del masaje inesperado dado en su hermoso culo en toda su extensión, ya fuera castigada o sana… por momentos lo amasaba.Su padre se hallaba perturbadoen un enrocado conflicto moral, cuando en realidad no se percataba de lo que sus manos componían armoniosamente sobre las nalgas filiales. Fue una fuerte exhalación de su hija quien lo despertó de sus pensamientos fantasiosos, entonces miró sus manos, y una gota de sudor surgió de su frente. Quien sabe desde hacía cuánto su mano izquierda acariciaba impunemente la mullida vulva a través de la delgada tela de sus bragas y la derecha las redondeces del tremendo culo adolescente de su cría.

Estaba clara la afinidad de la chica por el contacto viril, por qué había comenzado a suspirar, deleitada por aquel magreo que había terminado por humedecer sus braguitas.Alejó su mano como si estuviesen quemándose en fuego, y la chica giró el cuello para lanzarle una mirada que parecía más un,¿por qué paras?Que un,¿qué rayos estás haciendo? Percibió en sus dedos la humedad de su hija, y una extraña vergüenza cayó sobre su ser al contener su flujo vaginal cargado del aroma dulce de su néctar.Comenzó a cavilar rápidamente buscándole una explicación honorable…, quería explicar aquello de la manera más adecuada para poder salir librado de aquello y continuar con la relación normal entre padre e hija. Pero no sabía cómo se podía explicar aquello correctamente. Julieta lo miraba confundida, mientras él se sumía nuevamente en sus bucles de prejuicios sociales, pésima educación y pensamientos indebidos.De pronto su alterada mente casi estalla por el sobresaltó provocado en ese momento por el timbre de la puerta que sonó.

Fabio se acercó a la entrada de la casa, su verga endurecida no cedió ni un poco instalándose perennemente en su muslo, así que la recolocó como pudo bajo el pantalón lo más liviana posible a la vista de los demás.Abrió la puerta, donde el repartidor lo esperaba con una mirada algo grotesca, Fabio sonrió.

-“¡Dos pizzas de peperoni!”Anunció el chico.

Fabio le miró algo molesto por la repentina interrupción, y miró el reloj.-“¡¿Son recalentadas?! Has llegado muy rápido”El chico lo miró con extrañeza.

-“Son recién hechas, señor”.Fabio afirmó con la cabeza.

-“Voy por el dinero” dijo entonces, desapareciendo.

El muchacho permaneció en la entrada de la casa, extrañado. Su confusión aumentó cuando apareció frente a él la preciosa hija de Fabio, en bragas y con su short enrollado bajo el culo.Se asombró realmente, no todos los días aparecía ante él una exuberante morena, con la piel blanca y el cabello liso hasta la mitad de la espalda, en bragas tanga. El muchacho pudo distinguir las contorneadas piernas de la chica, que se elevaban hasta llegar a unas anchas caderas que denunciaban el fabuloso culo que poseía como montes del Olimpo. Pudo ver las curvas inferiores de sus tetas, su hermoso cuello y su rostro, maldita sea, ¡qué rostro!Una nariz recta respingona de punta ligeramente elevada que le daba a su rostro la inocencia que no tenía, una nariz ni grande ni pequeña se dibujaba entre dos preciosos ojos oscuros de tamaño mediano. Estos parecían más hermosos gracias a las cejas perfectamente dibujadas bajo su amplia frente. Su boca amplia ligeramente dibujada de “Gloss” resaltaba la carnosidad que poseían, ensalzando la ovalada forma de su rostro diseñada por algún artista…¡Todo un regalo a la vista!

Había dos expresiones que multiplicaban la belleza de aquella cara, y el afortunado repartidor tuvo la suerte de ver una de ellas… la de extrañeza casi molesta que provocaba las preciosas líneas de expresión se dibujaran en su frente, haciendo que su labio inferior aumentara el tamaño respecto al superior.

-“Gracias” alcanzó a decir el chico, antes de que la puerta se cerrara ante sus narices.

Fabiollegó a la cocina cuando su hija ya tenía puesto su short de malla. Estaba molesto.-“¿Por qué sales así?”

-“Creí que ibas a seguir” explicó ella.

-“¿Seguir…?”

-“¡…Curándome! con tus masajes el dolor desaparece…”Fabio comprendió de golpe la insinuación… “Quiero que sigas, me haces sentirme bien. Creo que tu método está funcionando”.

A Fabio casi se le da un sopor, su propia hija le estaba pidiendo que continuara sobándole el coñito… una palpitación en la entrepierna le recordó lo hinchada de su verga. No sabía qué decir, pero lo que dijera de ahora en adelante iba a cambiar su relación con ella…

-“¡¿Me los bajo papi, me está haciendo tanto bien…?!”Continuó la chica, tomando la orilla de sus pantalones cortos.

Fabio se rindió,-“Sí, claro cariño, sigamos con el tratamiento…”

Su mente estaba hecha añicos por el alocado deseo que sentía por su hija.Ahí Julieta se deshizo de su short de nuevo descubriendo su anatomía, Fabio la colocó recostada sobre el asiento del sofá, con las manos de la chica apoyándose sobre el respaldo y el culo respingón.

-“¿Así?” Se empinó ofreciéndole el culo a su padre.

Fabio asintió con la cabeza. Llevó su mano a la entrepierna de su hija, y palpó un par de veces el abultado conejito de la chica.

-“¿Cariño, tú también te acaricias el chochito a solas?”

-“Sí papi, claro que sí lo hago. Me masturbo con frecuencia pero no siento lo mismo que cuando tú me lo haces…tus dedos, tu fuerza masculina, tus recias manos me enervan y me estimulan mucho más que yo misma consiguiendo mis orgasmos clitorianos…”

-“¿Julieta tegustaría aprender, o más bien practicar alguna cosa más fuerte?”se atrevió a decir…

-“¿Aprender o practicar qué?”Extrañada la niña.

-“Bueno”, explicó Fabio. “Hay maneras de hacerlo para quelo sientas mucho mejor aún…”dijo, tocándole la hermosa vulva de la niña, cuando uno de sus dedos se deslizó por su marcada raja y comenzó a introducirse en el coñito de su hija.

La chica rio seductoramente cuando los dedos de su padre entraban y salían de su íntima abertura y el pulgar hurgaba su ya duro clítoris.-“Sé a qué te refieres…”haciendo una caída con su tono de vez como si lo hubiese descubierto infraganti, pero entonces un pensamiento de duda apareció en su rostro, que se endureció en seriedad“Siempre me has intentado explicar lo bueno y lo malo de las relaciones con los chicos…¡¿Pero lo que ahora me quieres decir es que te gustaría enseñarme a follar… verdad?!En el semblante de su padre apareció un gesto de afirmación dudosa…¡¿Pero tú y yo crees que podemos tener sexo, papá…?!”

El corazón de Fabio se apretujó, pues lo había escuchado claramente…no salía de su asombro. No estaba nada preparado para la pregunta que Julieta la promulgó con toda tranquilidad, sobre todo por la forma en que la hizo. Sin saber qué responder, su endurecida polla tomó el control de su oratoria.

-“Bueno cariño…No es lo más…normal. Porpoder, claro que sí podemos”.La chica no pareció muy complacida con la respuesta.

Estaba claro que todo aquello le generaba más dudas.“Tú sabes si otros padres tienen sexo con sus hijas”.

-“¡¿Cómo voy a saber eso cariño?!no es algo que se vaya por ahí largando alegremente…por lo general debe ser que no, pero nadie sabe…”

-“¿Y por qué no?”

-“Porque la mayor parte de la gente cree que el incesto está mal. Es un tabú concebido de nuestra sociedad judeo-cristiana que así lo inculca en nuestra cultura”

-“¿Y tú crees que está mal papá? porque a mí no me lo parece tanto…”sentenció la chica mirándolo, como si exigiera de él la respuesta más sincera mientras su progenitor profanaba su coño suavemente.

Fabio calculó bien su contestación.“Si no traspasa la intimidad de esta casa nadie podrá decir si está bien o está mal. Porque nuestra relación es algo entre tú y yoexclusivamente…”. Aquello parecía convincente, pensó y más con el mete saca que le estaba practicando con su anula derecho en la intimidad de la niña.

La chica saboreó laspalabras pensativa.-“Entonces… ¿Crees que muchos padres practican sexo con sus hijas sin que nadie se entere? ¡Cómo un secreto!”Fabio encontró en aquella inocente pregunta la solución de su argumento…

-“¡Exacto cariño! Las cosas que pasan en casa se quedan en casa…Dijo, casi emocionado. “Seguramente todos lo hacen, pero no lo hacen público por el qué dirán quedando de puertas a dentro”.La chica suspiró pensativa.

Fabio aumentó la intensidad de los magreos de sudedo sobre el mojado estuche de Julieta. De alguna manera funcionó, porque ella pareció sentirse interrumpida en sus reflexiones ante el repentino placer que sentía.

-“¿Y qué me harías sentir papá…?”

Suspiró, con la voz entrecortada por el placer de un orgasmo inminente.Fabio, ajeno a cualquier concepto moral, respondió ansioso.

-“No puedo explicarlo, es algo que solo puedes sentir tú misma”.

La chica pareció pensarlo de nuevo. Mientras ya eran dos los dedos de su padre que entraban y salían de la raja apretada de su coñito, friccionando el pequeño clítoris espigado de la fémina. <<¡Decídete ya, maldita sea!>>, pensó Fabio, completamente fuera de sí con los dedos impregnados de sus jugos oyendo el chapoteo incesante… dispuesto a forzarla ahí mismo si la niña no respondía afirmativamente a su acometida. La sin razón de una mente abotargada de testosterona no es nada fácil de gestionar, incluso la de un padre con su propia hija seduciéndole con la voz cándida y casi anhelante de Julieta. No le era posible contenerse, la verga le estiraba al punto de reventar y los testículos andaban sazonados de un dolor saturado que le iba a matar en un momento a otro. ¡Para Fabio, ya no había vuelta atrás! Su endurecida polla era una bomba de relojería al límite de estallar y Julieta con los ojos en blanco al borde del orgasmo, interiorizando cada inclusión dedil del padre por el que estaba siendo pajeada, era un signo de aquí y ahora…. De pronto su cuerpo produjo un esténtor que convulsionó su estómago repercutiendo en todo su cuerpo. El chispazo la hizo contraerse y el padre ante la evidencia contribuyó a que acabara de la mejor de las forma, arreció sus vaivenes con mayor frecuencia atacando al mismo centro del placer femenino. Gemía, casi gritó al correrse entre jadeos expulsado un chorro de flujo licuado bañando toda la mano de su padre, y este no paró hasta dejar saciada a la niña.

Ya más relajada se disculpó-“Lo siento papá, nunca me había corrido de esta manera… estoy muy cachonda, me has puesto como una perra caliente…”Su padre no la había oír decir nada parecido, ese lenguaje pareciese que era inventado solo para la ocasión.

-“Hija has tenido un orgasmo fabuloso, me encanta que me hayas mojado la mano entera…”

-“¿No te ha importado? ¡Parece desagradable que te bañen de flujo vaginal!

-“Para nada hija, ojalá me bañases todos los días…, y no solo mi mano.”

-“Está bien”,resolvió la chica.“Entonces hagámoslo papi. Pero debes saber que soy Virgen, ¡¿No me dolerá…?!”

Su padre sintió como si un frío recorriera rápidamente su cuerpo, sólo para ser invadido de nuevo por la tremenda calentura que lo estaba enloqueciendo. ¡¡No necesitaba ya nada más!! Su propia hija se lo había pedido y él estaba completamente ansioso por desvirgarla.

-“No te preocupes mi amor, al principio duele un poco, después ya no. Además, la primera vez es un poco fastidioso por el sangrado, pero eso te garantiza un futuro más placentero, más si lo practicas con la frecuencia adecuada….”,

Continúa....

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