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Mi nueva putita (II)

en Hetero: Infidelidad

 Si no has leído la primera parte hazlo antes en https://www.todorelatos.com/relato/145252/

- ¿Y ahora a dónde vamos? ¿a un hotel?

Yo me sonreí y agarrándote del brazo  - por fortuna y por precaución, habíamos quedado en un barrio alejado a tu casa para evitar el riesgo de malos encuentros- eché a caminar y te dije

- Tranquila, putita, todo se andará, pero antes debemos hacer una parada técnica.

Paré un taxi, nos subimos y le di la dirección. Mientras nos incorporábamos al tráfico, yo aproveché para coger tu mano y llevártela sobre mi bragueta para que me pajearas. Tú al principio respondiste envarándote casi imperceptiblemente mientras mirabas preocupada por si el chófer nos observaba a través del espejo retrovisor. Pero el hombre parecía ensimismado entre el tráfico y la retransmisión radiofónica de un partido de fútbol, y además no podía ver de ninguna manera cómo a mí, sentado justo tras él, me sobabas la polla sobre el pantalón mientras te miraba intensamente. Tú apretaste tu mano sobre mi rabo, mordiste nerviosamente tus labios y te relamiste literalmente de morbo, mientras tu respiración se aceleró poco a poco... por desgracia el tráfico era escaso  y el trayecto resultó breve. Al llegar a nuestro destino pagué la carrera, y al bajarnos tú contemplaste con extrañeza a tu alrededor en busca de lo que habíamos ido a buscar. Estando avanzado el otoño, el sol se había puesto y la oscuridad se apoderara de la calle. Sonriéndote para tranquilizarte y cogiéndote amablemente por el codo me dirigí contigo hacia un estrecho y discreto callejón próximo, y al entrar en él apareció al fondo del mismo un letrero luminoso que rezaba "Sex-Shop  Alí Babá: la cueva de los placeres...."Tú te detuviste instintivamente al verlo y me dijiste

- No pensarás llevarme ahí

- Confía en mí, te dije.  Además, para lo que pienso hacerte necesitamos algunos juguetes. Mándale un whatsapp a tu chico, dile que te has encontrado con unas amigas y vais a tomar algo para celebrarlo, que no te espere a cenar.

Y empujándote levemente reanudamos nuestros pasos, abrimos la puerta y entramos. La dependienta – una mulata impresionante de apenas 20 años, de nombre Naidí, según informaba una placa colocada sobre su opulento pecho- nos ofreció solícitamente su ayuda tras indicarle que buscaba algunos juguetes para mi perrita mientras te sobaba ostensiblemente el culo ante ella – lo que hizo que enrojeciesen tus mejillas y bajases la mirada al suelo-. Tras ojear las diversas estanterías, me acabé decantando por un conjunto de ropa interior semitransparente y por una tanga con vibrador incorporado que se podía manejar a distancia mediante una app a instalar en el teléfono. Al seleccionarlos te dije

-       En adelante e incluso en la distancia serás mía y no de tu chico: podrás follártelo pero quiero que cuando lo hagas pienses en mí, tus orgasmos serán míos y obedecerás mis indicaciones para masturbarte en la distancia en tu casa, en tu trabajo o en la calle. Y ahora vamos a seguir jugando, perrita

Y tras añadir un plug anal y un bote de lubricante a la lista de la compra volvimos al mostrador. Allí nos esperaba la preciosa mulata, a la que sin dudar pregunté

-       Mi perrita es novata en estas lides y no está muy convencida de la compra efectuada. Podrías ayudarla mostrándole cómo se usan sus nuevos juguetes? No te costará mucho hacerlo…. Y hablando así levanté tu falda para mostrarle que no llevabas bragas y abrí tu blusa para que viese tus tetas desnudas, cuyos pezones estaban duros como diamantes… Tú, muerta de vergüenza, seguías cabizbaja, pero te dejabas hacer, ante lo cual la dependienta  me sonrió, salió del mostrador y acercándose a ti comenzó a magrearte las tetas mientras yo te comía el cuello y te introducía dos dedos en el encharcado  coño. Ante tu pasividad y creciente excitación – tu respiración agitada y tus gemidos empezaban a delatarte de nuevo- ella te levantó la barbilla y te besó lascivamente comiéndote la boca y la lengua; hasta que al cabo de un momento respondiste a sus morreos con pasión.   Tras unos instantes de lujuria Naidí separó su rostro del tuyo, te pellizcó los pezones – lo que provocó que  gimieras de dolor y placer a la vez- y mientras sonreía lascivamente me dijo

-       Sin problema, será un placer ayudar a esta putita… esperen un momento

Y tras avisar a su compañero – un negro alto y musculado, cuya camiseta parecía a punto de reventar y que perfilaba perfectamente sus abdominales y sus bíceps- para que ocupase su puesto en su ausencia echó a andar por un estrecho pasillo, moviendo sus caderas y mostrándonos un culo rotundo apenas oculto por unos jeans recortados hasta más allá del inicio de las nalgas, hasta una puerta cerrada que ponía “ZONA PRIVADA”. Tú te paraste indecisa en el umbral de la puerta, como preguntándote qué estabas haciendo, pero yo acabé con tus últimas dudas con un lujurioso beso tras el cual te dije

-       Si quieres seguir disfrutando del sexo y del morbo adelante, confía en mí

Tú, caliente como una estufa, me miraste con cara de perra salida y a la vez que restregabas tus tetas contra mi torso y me mordisqueabas el lóbulo de la oreja me susurraste, aprovechando que la mulata pasaba dentro para encender las luces y adecentar la estancia…

-       Joder con esa putita mulata. Qué cerdo eres y qué bien me conoces. Me chorrea el coño como un grifo…

Yo continué sobándote el culo y el coño bajo tu minifalda y riéndome te contesté

-       No te preocupes, putita, que ella cree tener el mando pero vamos a ser nosotros los que van a jugar con ella. De lo que se trata es de que seamos nosotros las que nos la follemos,  ja ja ja

Y con una sonora nalgada te introduje en la estancia, cerrando la puerta tras de mí. La habitación en cuestión era una especie de almacén, cuyas paredes estaban recubiertas de estanterías llenas de mercancía, y que debía además para el esparcimiento de los empleados en su tiempo libre, ya que tenía una mesa tipo cocina con unas sillas, un sofá, una mini nevera y un microondas. Te encaramé sobre la mesa, con la falda ya sobre las caderas, las piernas bien abiertas sobre los extremos y el coño a la altura del borde, bien ofrecido. Tú te recostaste ligeramente hacia atrás, con los brazos extendidos y las manos apoyadas sobre los extremos restantes de la mesa, brillantes las tetas de las chupetadas recientes y duros los pezones del trato recibido y el nervio y la excitación que te dominaba. Pero desentendiéndome de ti me acerqué a Naidí y comencé a besarla lujuriosamente, mientras le agarraba las nalgas bajo sus mini-shorts… Al poco ella rodeó mi cuello con sus brazos correspondiendo a mi pasión, y no tardó mucho en bajar una de sus manos hacia mi pantalón en busca de mi polla, contra la que su vientre no dejaba de restregarse: se separó brevemente, se situó en cuclillas y bajándome los vaqueros y los calzoncillos de un tirón procedió a meterse mi polla en la boca, mientras yo te guiñaba el ojo demandándote paciencia… era sin duda y pese a su juventud una experta mamadora, lo hacía con tanta habilidad como vicio, con la boca y la lengua simultáneamente alrededor de mi rabo, mientras sus manos una amasaba mis cojones y la otra buscaba mi culo para mantenerlo firme contra ella, y todo esto sin dejar de mirarme en ningún momento de forma continua y lasciva directamente a los ojos. Tras unos instantes entregado al placer reaccioné decidido a no perder el control de la situación, y agachándome brevemente agarré su camiseta y tiré de ella hacia arriba para arrancársela conjuntamente con su sostén, lo que me reveló dos tetas generosas, de tamaño considerable pero que debido a su edad todavía desafiaban a la gravedad, con pezones pequeños y oscuros que ya estaban duros y revelaban la excitación de su dueña. Le agarré la cabeza y comencé a marcar el ritmo de la mamada mientras mirándote te ordené

-       Venga Mel, míranos y mastúrbate, que enseguida estamos contigo. Pero nada de meterte los dedos, cerdita…

Tú gemiste al oírte llamar así, y trayendo la mano derecha hacia tu coño comenzaste a tocarte frenéticamente arriba y debajo desde el clítoris hasta casi el ano. La visión de tu vicio y el trabajo oral de Naidí me la tenían tan dura que apenas le entraba en la boca: se atragantaba, cada vez estaba más congestionada, la saliva desbordaba sus labios y goteaba hacia sus pechos y por momentos se notaba que le costaba hasta respirar. Así que sacándosela de la boca y obligándole a levantar la vista con un tirón de pelo le ordené, mientras me apoyaba en la mesa a tu lado…

-       Hazle honor a tus orígenes y a esas ubres que tienes y hazme una buena cubana, perra

Naidí no se hizo de rogar, y tras escupirse en el canalillo sumergió  en él mi polla y empezó a restregármela arriba y abajo… Yo, mientras tanto, te giré la cara y comencé a besarte con la lengua apasionadamente, mientras mi mano izquierda sustituía a la tuya – agotada, tuviste que volver a apoyarte con ambas manos en la mesa para mantenerte erguida- y ahora sí te introduje no uno sino dos dedos en el coño desde arriba, como si fuese un garfio, mientras buscaba tu clítoris y te decía

-       Goza putita, pero no te corras ya, que todavía falta lo mejor, y saca más la lengua…

Tú resoplabas cada vez más excitada, roja la cara y entrecerrados los ojos, mientras tu lengua colgaba como la de la perra jadeante que eras en ese momento. Yo me giré poniendo fin a la cubana de la dependienta – no quería correrme todavía, y la muy puta sabía cómo llevar a un hombre al clímax- y frente a ti te besé chupando tus labios con la punta de mi lengua y metiéndome la tuya toda dentro de mi boca a la vez que retirando mis dedos de tu coño le daba a éste una cachetada con la mano que te hizo dar un respingo. A continuación me aparté y dirigiéndome de nuevo a Naidí le desabotoné los mini jeans, se los saqué junto con sus braguitas, y acto seguido le puse la tanga semitransparente que te acababa de comprar, y abriéndole las piernas e inclinándole la espalda le puse la boca a la altura de tu coño mientras le decía

-       Ya que vas a estrenar el tanga nuevo de mi putita, llenárselo de flujos y follarse la polla de su chico, lo menos que puedes hacer mientras es comerle el coño, que si lo haces tan bien como con mi polla seguro que le gusta…

Y apartándole a un lado el tanga procedía a ensartar mi lengua en su inmenso chocho lentamente, cada vez más al fondo y con más recorrido, hasta acabar cubriendo desde el clítoris hasta el culo… Naidí no protestó siquiera – aunque no hubiera sido bisexual como tú, supongo que alguna experiencia inocente en la adolescencia o alguna fantasía habría tenido, y en todo caso la excitación del momento quitaba los falsos pudores a la más recatada- y comenzó a comerte el coño con ganas y habilidad, a juzgar por tus gemidos de placer. Mientras vuestros respectivos coños recibían lametazos mi polla descansaba merecidamente, que a punto había estado de correrme, y aún quedaba lo mejor, tal y como mi perversa imaginación empezaba a perfilar. Pero al cabo de un rato, mientras tú empezaste a restregar tus caderas en la boca de tu negrita, cada vez más fuera de ti, yo aproveché para empalar desde atrás a Naidí y ordenar nalgueándola cada vez más fuerte

-       Venga Mel, córrete en su cara, y tú  cerdita mulata bébetelo todo si quieres que te siga follando y te haga correr como la guarra que eres. Putita, agárrale la cabeza para que no la aparte y mójala toda…

Tú, gruñendo de gusto, agarrándola del pelo con ambas manos, aprisionada su cara entre tus muslos y enterrado tu coño en su boca comenzaste a correrte salvajemente, con un squirting tan grande como nunca había visto: Naidí, incapaz de beber todos tus flujos, resultó empapada y su cara y su pelo chorreaban mientras tú me lanzabas besos y le gritabas fuera de ti

-       Sí, perra sí……. Sigueeeeeee, chúpame y trágatelo todo, uuuuuffffff , que gusto Dios….. no pares….. venga Daniel, revienta a nuestra putita

En ese momento yo, que estaba a punto de correrme, saqué mi polla de su dilatado coño y comencé a meterle en el mismo mi mano, lenta pero firmemente, aprovechando su tamaño y su lubricación extrema… Naidí se quejó levemente cuando mi muñeca se hizo un hueco, pero no dejó de beberte ni pidió que parásemos, y pasada la mano fue fácil seguir hasta el codo mismo… Tras quedarme un momento quieto para que su cuerpo se acostumbrase y ambas recobraseis la respiración, te ordené bajar de la mesa y arrodillarte ante ella para besarla a la vez que comencé a follarla con mi antebrazo… Naidí poco a poco empezó a gozar de la penetración, moviendo las caderas y bufando de gusto mientras tú le comías la boca y le sobabas las tetas y yo le decía

-       Te gusta, eh cerda?, follar como una perra y gozar sin descanso, ya sea de una polla, de un coño o de un brazo. Tienes un culo que debe dar gusto rompértelo, así que córrete ya que aún falta el fin de fiesta

Y mientras os comíais la boca y os restregabais las tetas, con mi puño cerrado y mi brazo metido hasta su matriz Naidí empezó a correrse gritando como una loca y derrumbándose sobre la mesa. Yo le saqué el brazo, la dejé recostarse en el suelo agotada y mirarnos con los ojos turbios mientras yo, tras arrodillarte al lado de la mulata, me pajeaba frenéticamente ante ti, y tú esperabas mi corrida con las tetas brillantes y erguidas, los pezones enhiestos  la y lengua fuera, hasta acabar corriéndome en tu cara entre bufidos de gusto

-       Síííí, Mel, síííí…. toma mi leche toda para ti, por putita y por viciosa….

Tras regarte toda desde la frente hasta el cuello y disfrutar viéndote relamer gustosa el semen que corría por tu cara y por la comisura de tus labios te dije que no te limpiases todavía, que tú aún no habías acabado, y  me acerqué a Naidí y le ordené

-       Venga, prueba mi semen y déjamela bien limpia

Incorporándose a duras penas la viciosa mulata se arrodilló frente a ti y comenzó a besarte tiernamente para limpiar tus labios de leche…  pero tú, no menos excitada que ella, no solo correspondiste a sus besos sino que, dirigiendo tus manos a sus tetas  comenzaste a magreárselas con vicio. Naidí siguió lamiéndote el semen de la cara y el cuello mientras se retorcía de placer bajo tus caricias y aún apuró el ritmo de sus lengüetazos al oírte decirle

-       Venga guarra, sigue chupando que aún tienes mucha leche que comerte

Y lanzándome un beso lujurioso le metiste las tetas bajo la boca para que te chupara el canalillo. La morena, completamente entregada, enterró su boca en él y comenzó a tocarse el coño. Yo le agarré la mano y le dije que si quería correrse serías tú quien lo hiciera, pero que si quería sobar un coño el tuyo estaba desatendido, así que  le retiré la mano para que fuera la tuya la que de inmediato comenzase a magrearla… Veros así, de rodillas, abiertas de piernas, cada una sobando la chorreante raja de la otra buscando su clítoris, comiéndoos la boca lujuriosamente mientras vuestras tetas se rozaban entre sí, completamente entregadas al vicio… mi polla empezaba a reanimarse, pero aún faltaba el fin de fiesta, así que cuando ambas os corristeis al unísono gruñendo como perras en celo me giré, cogí 50 euros de mi pantalón, la ropa de la cubana, y tirándoselo todo encima a ella, que aún luchaba por recuperar la respiración, le dije

-       Nosotros a las putitas las pagamos… y ahora vístete, sal a buscar a tu compañero y dile que lo esperamos aquí, que mi perra tiene aún fantasías por experimentar antes de volver a casa con el cornudo de su novio

CONTINUARÁ

daniel: golfoyvicioso@gmail.com