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La chica del gimnasio

en Hetero: Infidelidad

                Cada mañana observaba sus pasos. Llevaba varias semanas obsesionado. Desde que tropecé en la salida de su portal no había parado de pensar en ella. En primer lugar me llamó la atención su simpatía, únicamente cruzamos 3 frases, pero eso bastó para que me hechizara. Físicamente no era exuberante, pero para mí, cada parte de su cuerpo era perfecta. Aunque debería tener unos treinta años, tenía cuerpo de niña, muy delgada de cintura y con unas tetas pequeñas y firmes. Soñaba con besar su labios, acariciar su cuerpo centímetro a centímetro, oler su cuello. Si cerraba los ojos podía imaginar sus manos recorriendo mi cuerpo, sólo con pensarlo mi corazón se aceleraba y mi excitación aumentaba de tal manera, que con solo rozar mi polla era capaz de correrme.

                Si hubiese aceptado tomar ese café conmigo, no estaríamos ahora en esta situación. Pero claro, ella tenía novio, le halagó mi oferta, pero la rechazó con la mejor de sus sonrisas.

                Intenté olvidarla, lo juro, incluso follé un par de veces con una ex con la que aun quedaba de vez en cuando. Pero enseguida volvía a mi cabeza su imagen. ¿Cómo podía ser que una total desconocida me atrajese de esa manera? No me había pasado nunca nada similar. No sabía que hacer y esa misma mañana decidí empezar a seguirla.

                Por las mañanas salía de su portal sobre las 8:50h, tenía 2 niños que rondarían los 4-6 años. Los dejaba en la escuela. Entonces entraba en un gimnasio cercano. Salía a los 10 minutos en mallas y camiseta e iba a correr a un parque. Yo la observaba desde la lejanía, ella me conocía y no quería que se sintiese incomoda. Después de media hora de carrera, volvía al gimnasio. Salía una hora después con el pelo húmedo y con ropa de calle. Hacía diferentes compras por el barrio y volvía a su casa. No volvía a salir hasta las 13,50h, hora en la que iba al colegio a por los niños y volvía a su casa. La rutina cada mañana era la misma.

                Por las tardes yo trabajaba, por lo que normalmente no podía seguir sus pasos.

                Cada mañana, después de observarla y hacer alguna foto, volvía a mi casa, siempre con la polla durísima y a punto de reventar. Bajaba mis pantalones y calzoncillos mojados y me la machacaba como cuando tenía 13 años. Fantaseaba con distintas situaciones. Llegaba a hacerme 3 pajas seguidas para que se me bajase el calentón. Y así día tras día.

                Una mañana mientras veía sus tetas botar durante su carrera matinal, se me ocurrió ir un poco más allá. Necesitaba sentirla cerca y decidí apuntarme a su gimnasio.

                El primer día que coincidimos pensé que habría algo de tensión, ya que no nos habíamos vuelto a ver desde que rechazó tomarse aquel café conmigo. Sin embargo, nada más verme entrar en la sala de spinning, me saludó con una sonrisa y me preguntó si era mi primer día. Eso me tranquilizó. Me dijo que se llamaba K y estuvimos hablando sobre temas del gimnasio durante 4 o 5 minutos, hasta que me dijo que le tocaba sudar otro rato. Se puso unos auriculares, se subió a una de las bicis y comenzó a pedalear.

                Yo no quería parecer pesado, así que me subí a una de las bicis que se encontraba 2 filas por detrás de ella. Por más que lo intentaba, no podía evitar fijarme en su culo, sus caderas, sus piernas.. también estaba pendiente del espejo que teníamos frente a nosotros, no quería que se diese cuenta de que no dejaba de observarla. Mi polla no se había relajado desde el primer momento que la vi. Cuánto más la miraba, más dura se ponía. A través del espejo veía sus tetas balancearse, pero lo que más me ponía era cuando pedaleaba como si estuviese en un sprint. El sudor recorría su cuerpo, y su culo, bien marcado por las mallas, se movía a cada lado del sillín. No podía aguantar más, podía notar las venas de mi polla palpitar, pero con semejante erección no podía bajarme de la bicicletay pasar delante de ella, seguro que se fijaría en el bulto que escondía mi pantalón.

                Me incliné un poco más de lo normal en la bici, quedando mi polla aplastada entre el sillín y mi ombligo. Comencé a moverme sobre el sillín mientras pedaleaba, estaba muy excitado, imaginé que estábamos los dos solos en la sala y que ella comenzaba a bajarse las mallas sin explicación alguna, dejando al descubierto un culo redondo y respingón.. no hizo falta más. De mi polla salieron varios chorros enormes de semen, mojando completamente mis calzoncillos.

                Una vez relajada la polla, seguí pedaleando unos segundos. Me bajé de la bici y pasando delante de K me despedí diciendo que ya era suficiente para el primer día. Ella sonrió y me dijo que ya nos volveríamos a ver.

                Me dirigí a los vestuarios. La puerta de los chicos se encontraba junto a la de chicas. Entré en el vestuario y me desnudé mirando que nadie viese mis calzoncillos y polla llena de semen. Me duché y me fui a casa. Antes de ir a trabajar tuve que masturbarme otra vez pensando en lo que había pasado.

                Cada mañana se repetían las escenas. Yo llegaba al gimnasio, hacía lo que fuese por coincidir con ella, normalmente en la sala de spinning, hablábamos de cualquier tema unos minutos, nos poníamos cada uno con nuestros ejercicios y yo terminaba corriéndome en la bici o en el baño.

                Una mañana decidí ir antes al gimnasio, coincidimos en la entrada y nos dimos los buenos días. Entré en mi vestuario, no podía parar de pensar que en ese mismo momento, al otro lado de una fina pared estaba ella desnuda cambiándose. Me cambié rápido, quería coincidir con ella antes de que se fuese a correr. La esperé en la puerta del vestuario disimuladamente. Cuándo K abrió su puerta hice como que no la veía mientras me ataba una de las zapatillas.

-          Parece que somos los únicos que madrugamos. Que vacío está esto siempre a estas horas. Me dijo.

-          Sí, ¿Vas a correr?

-          Sí, primero una carrerita y luego un rato de gym.

-          Bueno pues luego nos vemos.

-          Hasta luego.

                Ella se fue a correr. Yo me dirigía a la sala de spinning, pero al pasar por la sala de musculación y ver que no había nadie, me vinieron a la cabeza las palabras de K, ¿No habría nadie en esos momentos en los vestuarios?

                Me di la vuelta, llegué a los vestuarios y con cuidado abrí la puerta de las chicas. Si había alguien dentro y me viese, tendría que hacerme el despistado. Entré con cuidado, no había ruidos, estaba vacío. En uno de los bancos había una bolsa de deporte adidas rosa y blanca. Sin duda era la de K. Me acerqué y la abrí rápidamente. Sabía que en cualquier momento podía entrar alguien, K tardaría media hora en volver. Sin mucho esfuerzo encontré su ropa interior. Al sostenerla con mis manos mi polla se endureció, no me dejaba pensar en nada más, toda la sangre acumulada en ella. Me bajé un poco los pantalones y calzoncillos y comencé a machacármela, me envolví la polla con las bragas de K y le di más fuerte, enseguida noté que me corría, un chorro enorme se derramó en el suelo. Al ir a guardar las bragas en la bolsa de deporte, vi que tenían un par de gotas de mi semen. Froté un poco para disimular y las guardé suponiendo que no se daría cuenta. Recogí con papel del baño mi corrida del suelo y salí corriendo de los vestuarios. Por suerte nadie me vio.

                Me puse a hacer bici, al rato llegó más gente a la sala y como siempre sobre las 9,40h llegó K sudada después de su carrera. Mientras la veía pedalear, pensaba que minutos después se pondría unas bragas con mi semen. Terminé mi sesión, fui al vestuario y me la machaqué de nuevo en el baño mientras pensaba en ella.

                Esa tarde en el trabajo, pensé en volver a masturbarme con sus bragas, pero le di muchas vueltas para que esta vez estuviesen usadas, llenas de sus jugos, que oliesen a ella. La única manera que se me ocurría, era aprovechando el momento en que ella se duchaba después de su sesión de gimnasio. Iba a ser complicado, para esa hora solía haber más movimiento en el gimnasio, además sólo tendría el tiempo que ella tardase en ducharse.

                Pasé varios días observando la gente que entraba y salía del vestuario femenino, buscando el día en el que K entrase y no hubiera nadie más. Y ese día llegó.

                Sabía que el vestuario llevaba vacío unos minutos cuando apareció K, eran las 10,30h. Entró y cerró la puerta tras ella. Yo esperé un par de minutos y con cuidado abrí la puerta.La vi caminando hacia la ducha desnuda con una toalla de la mano, giró a la izquierda y en cuanto la perdí de vista fui corriendo a por su bolsa de deporte, la abrí y dentro de una bolsa de plástico estaban sus bragas junto con un sujetador deportivo y la ropa que había utilizado ese día. Metí mi nariz en la bolsa, estaba completamente empalmado, me bajé el pantalón y empecé a masturbarme. Me llevé las bragas a la nariz, las lamí, me volvían loco, las restregué por mi polla.. cuándo estaba a punto de correrme como un perro en celo, escuché que se cerraban los grifos, me puse nervioso y salí corriendo con las bragas de K en las manos y el pantalón mal colocado.

                Entré en el vestuario de chicos y viendo que no había nadie me fui a uno de los baños a terminar la paja que había dejado a medias. Volví a oler las bragas, las puse alrededor de mi polla y me di con fuerza pensando en correrme sobre ellas. No llevaba un minuto cuándo alguien llamó a la puerta de mi baño.

-          Está ocupado, dije con voz entrecortada.

-          Soy yo, abre.

Era K.

Me subí los pantalones, metí las bragas en uno de los bolsillos y abrí.

-          ¿Qué haces aquí? Pregunté nervioso.

-          Ya lo sabes. He escuchado la puerta del vestuario cuando he entrado para ducharme y he visto lo que hacías con mis bragas. Te he visto salir corriendo con ellas de la mano.

-          No era yo, no es lo que parece.. yo solo soltaba frases sin sentido, mientras ella sacaba las bragas de mi bolsillo.

-          No digas nada, te he visto seguirme desde hace varias semanas y se que te la machacas cada mañana en la sala de spinning mientras me miras. Bájate los pantalones..

                No me dio tiempo a bajármelos, cuando quise darme cuenta tenía a K lamiéndome la polla desde los huevos hasta la punta del glande. Se recreaba con su lengua en el glande. Me devolvió las bragas y me dijo que podía quedármelas.

-          Me voy a correr. No voy a aguantar mucho más. Gemí.

                Ella me miró directamente a los ojos y se introdujo mi polla completamente en la boca, en ese mismo momento comenzaron a salir chorros de leche, uno tras otro. No dejó que se escapara ni una gota. Cuando terminé de correrme, K abrió la boca y me enseñó parte de mi lefa. Pasó la lengua por sus labios y se la tragó.

-          Ahora tengo que irme, pero esto no termina aquí. Me dijo.

                Ese día me fui a casa y no pude parar de darle vueltas a todo lo ocurrido. ¿Desde cuándo sabía ella todo? Y si lo sabía ¿Por qué no había dicho o hecho algo antes? ¿Sería por el novio?

                Al día siguiente volví al gimnasio, no había podido dormir en toda la noche pensando en lo que pasaría ese día. Entré en la sala de spinning y al rato apareció K. En lugar de subirse a su bicicleta de siempre, se puso en la que estaba a mi lado.

-          ¿Has dormido bien? Me preguntó.

-          Pues la verdad es que no mucho. No he parado de pensar en lo de ayer.

-          ¿Te gustó?

-          Mucho.

Mi polla ya estaba preparada como cada mañana.

-          ¿Lo has hecho alguna vez con un hombre?

La pregunta me descolocó completamente.

-          No, sólo me gustan las mujeres. Respondí rotundo.

-          ¿Y si el hombre únicamente mira mientras tu y yo follamos?

-          La verdad es que preferiría que estuviésemos tú y yo solos.

                Entonces K me explicó lo que se traía entre manos. A su novio le gustaba mirar mientras se follaban a su novia. Todo era un juego. Lo habían hecho en alguna otra ocasión y ahora querían que fuese yo el que se la follara. K le había contado como me ponía yo cada vez que la veía y a él eso le excitaba más aun. Quería ver esa primera vez en la que podría follarme a su mujer. Me dijo que no había límites. Que podría follarle el culo, atarla, azotarla, cualquier cosa que me apeteciera.

-          No puedo. Solté de golpe.

-          No tienes opción. Te esperamos mañana a las 10 de la mañana en casa. Creo que ya sabes dónde vivimos.

-          No voy a ir.

-          Piénsatelo, si no apareces mañana tendrás que explicar muchas cosas a la policía.

Se bajó de la bici y se alejó.

Yo seguí pedaleando en la bici sintiéndome el cazador cazado.