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Las clases particulares de Mónica

en Amor filial

Hace unos años daba clases particulares de inglés a chicos y chicas de instituto. Nunca llevaba demasiados, entre cuatro y cinco por curso. Iban y venían, los más acaban mejorando después de un año y ya no me necesitaba, otros se despedían cuando llegaba su ansiada selectividad, entonces aparecen otros nuevos, casi siempre por el boca a boca. Al final, casi todos me caían bien, aunque a veces me sentía como el "abuelo" contándoles mis batallitas de instituto y mis fiestas, pero solo se debía a que les envidiaba. Con ellos me ganaba un dinero, pero sobre practicaba el inglés. Aquello lo dejé hasta que mi cuñado me pidió que le diera clase a su hija durante la época de vacaciones que se quedaba a veranear en casa de la abuela, cerca de su prima. Mi sobrina pequeña se llama Mónica y su prima por parte de su padre Gloria.

Mónica contaba solo con quince cuando ocurrieron los hechos el pasado verano. Es una chica muy lista, y pronto me di cuenta que mis clases no eran de apoyo…, su nivel de receptividad era tan alto que le aumenté el nivel, por lo que se puede decir que va unos dos cursos por encima del A2 que le exigen en el instituto. Sus padres están encantados conmigo, y a ella le caigo bien, así que confían en mí y me viene fenomenal tener conversación en inglés un par horas al día. Ella es morena, muy distinta a su hermana mayor Jésica, ha salido a su padre… y casi sin darme cuenta ha pasado a ser una mujercita muy sexy, que con su cinturita de avispa, sus piernas largas y bonito pecho debe traer loco a todos los chicos que la conocen. Conmigo se siente muy cómoda, eso se nota, no tiene reparos en recibirme en ropa muy ligera o estar enseñándome culo con esos leggins casi transparentes en tanga, se perfila todo su intimidad con las increíbles posturas que coge en la silla, lo cual a mi no me importa aunque a momentos en los es incómodo. Una de las cosas que más bonita la hace es que siempre actúa con total inocencia, parece que no tiene maldad, te mira con los ojos claros y habla sin reparos, a veces te suelta cosas cargadas de morbo sin darse cuenta y de repente se pone colorada y te suelta una risa muy tierna que te deja con las barreras bajadas. Por otro lado tras el éxito de la primera semana con Mónica, éste le llegó por mediación de la niña al padre de Gloria… la razón fue la de siempre, un categórico suspenso que alarmó a los padres el curso pasado, y me imagino la conversación…

-“Paco, ¿qué tal es tu cuñado en las clases inglés con tu hija?”

-“Pues muy bien, Mónica lleva un nivel increíble, este curso sacó más de 9 en todos los exámenes… y ahora lo está reforzando con conversación con mi cuñado…”

-“Dame su teléfono que algo tengo que hacer con Gloria”

-“Déjalo Ramón, ya le digo yo lo que hay, así lo comprometo un poco…”

El caso es que una noche me llamó el padre de Mónica para ver si podía darle clases a su sobrina, y aunque de primeras me negué pues es cierto que estaba muy liado, al final me sacó un sí, con la condición que fuera de inmediato. Me dio su dirección y me dijo que me pasara por su casa esa misma tarde a eso de las 19 horas. Cuando llegó la hora toqué el timbre, y nadie contestaba, miré el netbook del móvil donde apunto las cosas y no me había equivocado, así que insistí y enseguida sonó el ruido del portal al abrirse. Después del ascensor, otro nuevo timbre, y se abre la puerta. Supuse enseguida que era ella, pero me sorprendió el recibimiento, acababa de salir de la ducha, llevaba un albornoz que le quedaba por encima de las rodillas y el pelo húmedo. Su rostro era precioso… piel morena, relucientes ojos azules y una preciosa boca que parecía tener grabada a fuego la sonrisa. Una gotita de agua brillaba en su nariz y otra recorría la mejilla. Nos presentamos y nos dimos un par de besos. Se disculpó diciéndome que había tenido que salir de aerobic un cuarto de hora antes y venir corriendo para llegar aquí a las 19:00 en punto, pero que para el día siguiente ya no tendría ese problema. Pregunté por su padre, pero me dijo nunca llegaba hasta las 22 hotas, aunque quizás hoy vendría una hora antes para hablar conmigo (Su madre me contó Mónica había muerto hacía tres años). Me indicó el salón y me pidió cinco minutos.

Tras unos días las clases empezaron a tener resultados obteniendo cada vez más soltura y realizando las pruebas escritas my bien. Era también una chica aplicada, como mi sobrina Mónica, más simpática pero más reservada en el fondo. Yo como con todos mis alumnos y alumnas era muy profesional, lo que no impedía que cuando se diera la vuelta me quedara mirando ese bonito culo que le hacían los Levi´s con sus 16 añitos. Las clases siguieron durante la semana, y ante su mejoría les propuse a las dos primas darles clases de conversación a ellas dos juntas pues así serían más amenas, y encima que eran buenas amigas, se lo pasarían muy bien aprendiendo. Quedamos que cada día de 20 a 21 horas les daría la clase conjunta en una sola casa y así me ahorraría dar dos viajes. A Mónica le seguía dando una hora más los martes. La primera experiencia desde luego fue fenomenal, nos reímos un montón y encima creo que le saqué bastante provecho académico. Dos días más tarde cuando toqué el timbre en casa de Gloria fue mi sobrina Mónica quien abría la puerta. Yo no la esperaba hasta las 20 horas, así que le pregunté si quería que diéramos la clase de conversación ahora.

Pero me dijo que no, que esperaría viendo El diario de Patricia, y que su prima Gloria estaba en el aseo y saldría en dos minutos. Como era costumbre me encaminé a la habitación de Gloria para esperar a que saliera y preparar los folios encima del escritorio, iba cargado con la mochila y la carpeta así que abrí la puerta con algo de dificultad y al levantar la vista me encontré a la preciosa Gloria subiéndose las braguitas. El mundo se paró un segundo, su pubis era precioso, de pelo fino y cuidadosamente recortado, su figura perfecta. Llevaba una camiseta amarilla de esas deportivas con números grandes en azul, como estaba ligeramente inclinada hacia delante por el escoté pude ver como sus bonitas tetas oscilaban levemente. Levantó la vista, nuestros ojos se encontraron y pegó un gritito, se dio la vuelta de un salto dejándome ver una décima de segundo de su redondito culo, yo me di la vuelta, cerré la puerta, y le hablé desde allí con voz entrecortada.

-“Perdona Gloria, ¿cómo iba a imaginar qué…? Tu prima me ha dicho que estabas en el aseo… y como siempre entró aquí… Perdona de… Joder, ha sido sin querer…”

Tras un segundo de incertidumbre por su silencio una voz serena y clara dijo… -“Pasa” Así que entré pidiendo perdón… ella se rió.

-“Tranquilo, no pasa nada. Tampoco has visto algo que no hubieses visto nunca y algo que no supieses que yo tenía ¿No? Sé que no has tenido la culpa”

Superados mis nervios iníciales y la cadena de disculpas, la primera hora de clase continuó de forma normal, y al llegar las 20:00 horas le indiqué que saliéramos al salón para la clase con Mónica. Pero antes de levantarse me volvió a descolocar al preguntarme si me habían gustado sus braguitas… Yo me puse nervioso para encontrar las palabras oportunas, pero no iba a dejar que una adolescente me coartara, así que le dije que en general me había gustado lo que había visto, traspasándole de golpe los colores a sus mejillas, y esbozando una sonrisa tímida en su carita. Ella salió delante de mí, y me fijé en su andar cimbreante, creo que durante toda la clase ni la había mirado a la cara, pero tras su ataqué y mi estupendo contraataque me sentí con superioridad moral para mirar fijamente sus formas y sentir orgullo de ello. Intuí en su manera de moverse cierto intento de provocación, quizás inconsciente. Le contamos todo a Mónica, la cual se rió con su jovialidad habitual y le quitó hierro al asunto y dimos una clase relajada. Como ejercicio les propuse que vieran una película como punto de apoyo para las clases de conversación, sacando a partir de la trama cualquier tópico de actualidad para conversar. Pasaron unos días de forma ordinaria, entre tanto había sugerido que sería mejor dar las clases en mi apartamento para poder cuadrar mejor mi horario con el trabajo, sus padres accedieron con mucho gusto, mi hermana confiaba en mí ciegamente y su cuñada no se opuso. Cuando al día siguiente llegó Mónica me dijo que Gloria estaba mala y que no iba a poder venir a la clase… la clase de conversación sería solo para los dos como de costumbre reviviendo viejos tiempos…

-“¿Nosotros solos?”

-“Si, claro, somos dos personas y podemos hablar”

-“Es que como pensé que Gloria…”

-“Da igual, tenemos el tema del trabajo y la película…”

-“Ya, es que no he visto ninguna... como pensé qué…”

-“¿De verdad que no has visto ninguna? ¿Ni te acuerdas de ninguna?”

-“Si, vi una el finde pasado en casa de mi amiga Laura pero…”

-“Bueno, hablamos sobre esa ¿de qué iba?”

-“Es que..., joder, me da no se qué decírtelo tito, es que era una casi porno… “Cincuenta sombras de Grey”

Permanecí en silencio un segundo y empecé a hablar en inglés, le dije que no importaba, pues ese era un tema de actualidad y que yo la consideraba ya una persona adulta. Así que le pregunté que le había parecido y siguió la conversación. El morbo era evidente, sobre todo después de lo ocurrido hacía un mes, hablamos de sexo, le expliqué que aunque todo el mundo lo niega en persona, por el volumen económico que mueve ese mercado, casi todos debemos haber consumido porno alguna vez, que yo incluso lo veía de vez en cuando en internet, le especifiqué… Poco a poco fuimos profundizando, así que salió el tema del sexo seguro...

Entonces tomo las riendas de la conversación, me preguntó si yo usaba condón, si me gustaba más sin él, cuando había perdido la virginidad… Fui sincero en todas las respuestas, e intenté contrarrestar preguntándole como había sido su primera vez… pero era virgen. Lo dijo con un tono de vergüenza porque todas sus amigas ya las habían desflorado y follaban con frecuencia, lo cual me hizo sentir ternura por ella, le dije que no se preocupara por… el cuándo sino por el cómo y el con quién. Ella, visiblemente sofocada y con la vista rendida, estuvo un poco distante el resto de la clase… Para acabar dije unas pequeñas gracias que le hicieron reír a carcajadas y acabar el rato con un tono alegre y distendido. Cuando me iba me dijo que era un tío genial y me dio un beso espontaneo en la mejilla más prolongado de lo habitual… me excitó un poco, y solté un lacónico "gracias".

-“Para la siguiente clase de conversación intenta recordar un sueño reciente…”

Nuestras clases solitarias eran muy agradables, ella confiaba en mí, y se mostraba muy abierta y distendida. Cuando llegó la siguiente clase de conversación, Mónica y Gloria estuvieron riéndose mientras yo dejaba la carpeta encima de la silla y buscaba un folio para tomar notas. Les pedí que me contaran el último sueño que recordaran... Gloria, como era habitual en ella, contó una historia muy alegre sobre un concurso de pintar arcoíris, creo que se lo inventó en el momento, pero con su sinceridad innata quedó muy bien. Cuando llegó la hora de Mónica me preguntó si tenía que ser uno de verdad, le dije que daba igual, pero si era autentico le sería más fácil que improvisar. Y Gloria, con su naturalidad de siempre intervino para dejarme helado…

-“Es que el otro día soñó que tú y ella erais pareja en una peli porno…”

Esta vez no solo me puse provocado, al igual que ella, sino que tuve una incómoda erección...

-“Bueno, da igual, el otro día ya tocamos ese tema, creo que es algo natural…”

Mónica se excusó que no tenía suficiente vocabulario como para expresar los actos que hicimos en su sueño, pero mirándome a los ojos dijo…

-“Pero la verdad es que estuvo muy bien…”

-“¿Entonces te gustó lo que soñaste… aunque fuese tu tío el protagonista de tu sueño erótico?”

-“No te sentía como de la familia, eras solo un hombre…”

-“Bueno tampoco pasada nada, dentro de muchas familias hay relaciones entre parientes cercanos e incluso de sangre… hijas y padres, o madres con sus hijos. Un tío y su sobrina tienen menos lazos de sangre y es menos malo”.

-“A mí me gustó mucho y no me importó que fueras mi tío, la verdad fue más morboso…”

Yo a esas alturas de la conversación ya tenía la tienda de campaña montada, desviaba la conversación hacia temas menos comprometidos, pero de forma reiterada el tema volvía a aparecer, y Mónica con su inocencia lo hacía con una soltura que me estaba superando. Pasamos de la clase directamente, y estuvimos 40 minutos hablando de sexo en castellano, entrando en temas de posturas, tamaños, perversiones incestuosas… Los días pasaban, vivimos en una ciudad muy calurosa, así que poco a poco la visión de las primas era muy agradable. Mónica enseñaba muy contenta su piercing que se había hecho en el ombligo, y no lo taparía en todo el verano. Para las clases se ponían cómodas y ligeritas, y ya en junio, las veía acaloradas y con la piel brillante. Ellas no se cortaban y cada día enseñaban más. A principios de julio, los padres de las primas y ellas mismas se iban todos los fines de semana a la playa, así que a las 22 horas, cuando llegaba el padre de Mónica se iban a pasar allí el finde. Las clases durarían hasta finales de julio, pero con Mónica continuaría en el camping donde su madre, sus hermanos, mi madre y yo solíamos veranear en agosto.

La segunda semana de julio sufríamos la ola de calor más dura de los últimos diez años. Estábamos alcanzando los 45 grados todos los días, a las 19 horas de ese día hacía unos 35. Cuando llegué allí me abrieron la puerta dos bellezas en bikini, trasladamos la sede de las clases a un chalecito a las afueras de la ciudad, el precio subía por los traslados. Mónica estaba espectacular, llevaba un bikini rojo de estos con tiritas que se atan, su cuerpo era precioso, sus pezones relucían bajo la tela con una dureza evidente, el contraste del moreno de su piel con el rojo encarnado era sobrecogedor, su larga melena rizada suelta (ella solía llevarlo recogido) y sus ojos azules brillando como faros en la noche la hacían una hembra despampanante.

Gloria, un poco más desarrollada físicamente, era muy esbelta y ya estaba morenita de sus fines de semana en la playa, lucía un bikini blanco muy ajustado por no decir mínimo que realzaba todas sus formas contrastando con su color de piel la realzaba sublimemente. Al verlas un escalofrió recorrió mi espalda. Cuando se dieron la vuelta y ver que las partes de abajo eran tanguitas toda la sangre de mi cuerpo fue a parar al mismo sitio… Mónica y yo entramos en la habitación, el ventilador apenas hacía otra cosa que desplazar aire caliente, y yo venía sudando. Ella me trajo un poco de agua fresca, y al verme así me preguntó porque no me quitaba la camiseta, que ellas estaban lo mas iban fresquitas que les era posible y no tenía porque darme vergüenza… Me convencí, tenía la camiseta pegada al cuerpo, así que procedí con cierto esfuerzo. Cuando la arranqué de mi cabeza, Mónica estaba delante de mí con las manos cubriendo sus pechos y la parte de arriba en el suelo. Mirándome a los ojos me dijo que tenía un torso precioso, y si lo podía tocar. Mi mente cambió de disposición de forma inmediata, me sentí relajado al mismo tiempo que el sexo pasaba a controlar todos mis actos. Ella encaminó sus manos hacia mis pectorales lentamente, dejando los suyos al descubierto, yo me quedé quieto al principio y dejé que sus manos me alcanzaran… me palpó los brazos, acarició mis pezones, escrutándolos como si de un ciego se tratase y necesitara estudiar la orografía de mi cuerpo para verlo. Descendió lentamente al ombligo mientras mi espalda se estremecía, apoyó sus manos en mis muslos y acercó su boca a la mía. Nos besamos suavemente, apenas apretaba sus labios entre los míos y mis manos ascendieron por sus caderas hasta alcanzar sus pechos. Los abarqué de forma completa y comprobé su firmeza y textura. Mis pulgares pasaban por encima de sus pezones acariciándolos y notando su excitación. Tras unos segundos separó sus labios de los míos y mirándome espetó…

-“Todas las noches se repetía el mismo sueño…”

Me levanté y la hice levantarse. De frente la acerque a mi cuerpo, la aprisionaba por los brazos con firmeza, ella pudo notar mi erección en su vientre, la besé esta vez con pasión, la devoré, la saboreé, nuestras salivas se mezclaron como dos elixires afrodisiacos. Comenzamos a no ser tío y sobrina… Noté como sus manos alcanzaban mi entrepierna, palpando y buscando una forma para liberar mi badajo. Dándome cuenta de esto me separé y ella se agachó para bajarme la bragueta y soltarme el botón. Una vez hecho esto me sentí aliviado al tener más espacio, pero no la dejé seguir con el slip, aunque mi glande ya sobresalía por encima del elástico. La empujé a la cama y me coloqué encima, ella intentaba hacer fuerza, pero yo le susurré al oído para buscar su calma, volví a besarla y ella respondió agradecida. De nuevo libamos nuestros aromas, su boca era dulce y melosa. Mis labios resbalaron por su cuello y se detuvieron en sus senos, acariciando con mis dientes sus pezones, lamiéndolos, humedeciéndolos mientras se empezaban a intuir gemidos en su garganta.

Seguí despacio bajando sobre su vientre, su cuerpo exhalaba deseo, el finísimo bello sobre su pubis no podía ocultar su excitación. Me detuve a allí introduciendo la lengua en su delicioso ombliguito, mientras mis manos recorrían sus costados hasta alcanzar sus tetitas y volvían a descender a sus caderas en un lento movimiento. Ella arqueaba levemente la espalda a cada recorrido. Me encantaba el sabor de ese caramelo de azúcar moreno. Levanté la vista en desafío buscando sus ojos, que al notar la pausa me miraron suplicantes. Descendí mas colocándome sobre la parte inferior de su bikini, mordisqueando la tela, rozando sobre ella mi boca y mi cara, volví a mirarla y pidió más… mi cara se apoyó en sus rodillas y mis manos fueron directas a los nuditos que unían la tela encarnada que cubrían su conejito… mi anhelo. Los deshice y los arrastré hacia abajo con lentitud. Ella se acariciaba el cuerpo y una mano descendió mientras lo hacía el bikini tapando con timidez su total desnudez, acariciando su superficie. Aproveché entonces para despojarme de toda mi ropa sin pausa ni premura. Mi asta aparecía inhiesta y hambrienta con sus 19 cm de cuerpo envalentonados y un grosor que sus manos no lograban cerrar con los dedos, como asustada suspiró…

-“Tito es muy grande, enorme ¿Me va a doler?”

Yo me volví a colocar sobre ella, mi verga reposó sobre su vientre, superaba en unos cinco centímetros la altura de su ombligo, ella abrió estrepitosamente los ojos al ver la comparación de mi pollón con su vientre… le llegaría hasta el estómago si la insertaba entera. Me miró fijamente y le dije que lo haría con suavidad y sumo cuidado… no le metería más de lo que su coñito no pudiese tragar. Aprisioné su boca y nuestras lenguas juguetearon indefinidamente. Perdido en el tiempo rompí el nexo y volví a descender hasta sus rodillas, le abrí ligeramente las piernas y pude contemplar su flor humedecida, a la que ella volvía a llevar instintivamente una mano. Empecé a besar la cara interna de sus muslos en movimiento descendente desde las rodillas, pero sin llegar a la parte más baja, primero la pierna derecha y luego la izquierda, cuando más cerca llegaba sustituía los besos por dibujos con la punta de la lengua. Repetí el movimiento adentrándome cada vez más, alcanzando sus ingles primero, sus labios externos después… Mónica no podía retener sus movimientos pélvicos, frotaba su culito contra las sabanas, sus manos recorrían su cuerpo, acariciaban su vientre, apretaban con fuerza sus senos.

Ella dejó de ocultar su rajita y abría hasta el limite sus piernas, dejando a la vista su interioridad, sus labios internos brillantes, el pliegue de piel que escondía su clítoris en un pequeño capuchón, su insinuante cuevecita de placer. Oí la televisión fuera y eso me hizo detenerme.

-“Cariño, ¿quieres que siga?” La dulce Mónica, tras unos segundos de silencio susurró…

-“¡¡Quiero que hagas mi sueño realidad!!”

Lo cierto es que mi sobrina me producía ternura, no era como un polvete rápido de fin de semana, quería que su primera vez fuera conmigo, con su querido y canalla tío y yo tenía que hacer del momento algo maravilloso. Tenía mis dudas pues su prima estaba afuera y pese a la confianza que nos demostrábamos en las últimas clases, me daba algo de corte que se supiera lo que hacía el tío con la sobrina, y para colmo la puerta no tenía pestillo… pero sus palabras me animaron a seguir. Me levante y cogí una pluma de plumaje artificial muy delicada de color rosa claro que había en su escritorio. Ella miraba mi erección con ansiedad. Con la pluma acaricie su cuello, descendí recreándome en sus pezones, bajé hasta el pubis y descendí por las piernas, yo estaba a su lado, y ella pillándome de improviso acarició mi polla, lo cual me dio una descarga eléctrica. Hubiera deseado en ese momento ponerme sobre ella y follarla sin piedad, pero me contuve. Me coloqué abajo de nuevo, y le abrí las piernas, volví al divertimento del descenso esta vez con la plumita, alcanzando al tercer intento el exterior de su vagina en un vuelo apenas superficial, ella se estremeció y tras la pluma, mi lengua con la punta recorrió superficialmente su rajita, me detuve a mirarla y había cerrado los ojos, en un segundo intento me adentré mas y ella abrió ligeramente la boca, a la tercera me sumí entre sus labios internos y alcanzó un delicado orgasmo. Me detuve a contemplar su reacción, era delicioso verla disfrutar. Una de sus manos agarraba la tela de la sabana, la otra apretaba su cuerpo justo encima del pubis, sus pezones se habían vuelto completamente morados...

Volví a sumergirme en su humedad, su sexo emanaba un aroma que me volvía loco, mi polla se tensó al extremo… no sabía cuánto podría esperar. Localicé su botoncito y mientras le abría los labios con mis manos, describía circulitos a su alrededor, bajando e introduciéndola en ocasiones su delicada cavidad. Yo estaba en éxtasis y puse en práctica un truco que utilizaba con mis amantes para que tuvieran varios orgasmos seguidos, mi lengua empezó a dibujar sobre su clítoris las letras del abecedario… Ella se retorcía de placer mientras yo deletreaba muy lentamente sobre su apéndice -a, b, c, d – sus efluvios se deslizaban hacia debajo de su agujerito y mi lengua los recogía cada cierto rato para saborearlos y lubricar su tejido - e, f, g, h – ella emitía pequeños gemidos, tuvo otro orgasmo, los músculos alrededor de sus genitales se estremecían, la cavidad cobraba movimiento, y se abría y cerraba en ligeros movimientos, la pelvis se agitaba de forma que me hacía difícil continuar – i, j, k, l- mi cara se empapaba de su viscosidad, su sabor era cada vez más intenso o por lo menos eso me parecía, muy distinto a cualquiera que hubiera probado, más dulce y cálido desde luego que el de mi madre – m, n, o, p…

Volvió a estallar, esta vez con más fuerza, su espalda se arqueó completamente y como un elástico dio las respingo que golpeó mi barbilla, su coño flotaba en el aire mientras, yo desesperado quería aferrarme de nuevo a su cachito formado por su pepita, la deseaba, la amaba y quería hacerla gemir de placer – q, r, s t- la empujé hacía abajo y volví a libarla con fuerza, humedecí uno de mis dedos en su vagina introduciéndolo despacio - u, v , w, x- gimió tan fuerte que me asustó que Gloria lo oyera, creo que había tenido otro por como sus músculos apretaban el dedo anular que yo tenía sumergido en ella, ralenticé todos mis movimientos, saque el dedo anular y tras el descendió una cantidad considerable de flujo vaginal alcanzando su ano que yo acaricie con el dedo recién desprotegido, donde lo reintroduje con cuidado, pero sin dificultad gracias a que estaba perfectamente lubricado, sorbí el sobrante y apretando mi lengua con fuerza y lentitud, dibujé lo restante - y, z- y me quedé durante unos segundos describiendo el zigzagueante dibujo de la última letra, hasta que alcanzó uno nuevo y precioso, gritó esta vez con demasiada fuerza, y para callarla me tumbé completamente sobre ella para morder su boca y callarla. Cuando solté su boca suspiraba con fuerza me rogó que la follara, volví a besarla dándole a conocer el sabor de su caramelo.

Me coloqué de rodillas sobre la cama y tiré de su cuerpo hasta poner su culo sobre mis muslos, sus piernas se doblaban tras mi espalda, su espalda quedaba un poco en el aire y su vagina algo inclinada respecto a la posición natural del cipote para una lucha opositora de fuerzas. Volví a recordar que era virgen… yo sabía lo que suponía desvirgar a una niña…, por lo que tenía conciencia del dolor que sufriría si no lo hacía con amor. Le introduje el dedo índice y creo que pude sentir su himen. Mi polla miraba al cielo, y ella intentó alcanzarla con las manos, las cuales yo agarré con fuerza y volví a emitir ese resoplo susurrado que antes la calmó…

-“¡Déjate llevar…!”

Empecé a acariciar sus labios con mi glande, haciendo brillar la punta el liquido vaginal que rezumaba, me dio ganas de acercársela a su boca, pues con mis amantes nunca follaba sin sexo oral reciproco previo, pero pensé que hoy me tenía que dedicar más a su placer. Hice igual una segunda vez pero profundizando hasta sus labios internos y dejándolo apoyado en la apertura. Tenía ganas de penetrarla violentamente y correrme rápido, mis testículos ardían desde hacía rato pero su rostro era pura deleite, lo cual me contuvo… me hizo recordar que con tal grado de excitación lo mejor era tomar precauciones. Así que sin cambiar de postura me estiré hacia un lado de la cama para alcanzar mis pantalones. En el movimiento todo mi glande se clavó en su vagina y ella suspiró. Saqué mi cartera y de ella un preservativo. Mi sobrina alargó la mano para cogerlo, se lo di, despejé despacito mi glande del prepucio mientras ella lo miraba quedando otra vez mi falo en plena ascensión. Me dijo… -“¿Lo vas a usar?”

-“Si, estoy muy excitado y no sé si podré controlarme…te llenaré mucho, mis corridas son abundantes y…”

-“Es una pena, me hubiera encantado sentirlo sin nada... y que te corrieras muy dentro de mí en la primera vez. Notar toda la descarga llenándome”.

A decir esto cogí mi polla e introduje un poco de mi capullo orondo, me tumbé sobre ella y la besé…

-“Cariño a mí también me encantaría…”

Volví a mi posición y empecé un lento y cuidadoso mete-saca, noté que estaba golpeando su himen entrando solo una pequeña porción de mi rabo, ella seguía acompasada mis movimientos y suspiraba con fuerza, seguí friccionando sus paredes con lentitud. Por su estrechez se adivinaba su virginidad, las paredes se ajustaban a mi polla como un guante y ella mientras tanto, gemía intentando aguantar la respiración. Estaba algo nervioso por ello, así que me decidí a hacerlo de golpe, y di una estocada con fuerza clavando el falo inhiesto y duro de un solo envión a los adentros de la niña…, ella gritó con dolor, la miré a los ojos, y vi como apretaba los labios, como estrechaba el preservativo en su mano izquierda estrujándolo, la había introducido hasta las dos terceras partes de la verga y me detuve notando los suaves y candentes pliegues de su vaginita recién estrenada. Pronto, al sentir dentro mi carne trémula, sus gemidos de dolor se tornaron en placer, sorprendentemente para mi le sobrevino otro orgasmo, quizás por el misma exacerbación de los sentimientos de placer dolorido y plenitud de ser una mujer entera dolor… Mónica, pese a que yo no me movía, ella gemía cada vez con más fuerza. Disfruté de la visión y la saqué despacito y al hacerlo ella emitió un fuerte suspiro. Tenía unos restos de sangré, me limpié la polla en toda su extensión con un pañuelo de papel del paquete previsto y después me dediqué a asearla a ella tumbada casi inerte merced a mis caricias sobre su vulva pomposa y destellante. Iba a coger el condón pero ella apartó la mano, se lo acercó a la boca y lo abrió.

-“Acércamela, quiero ser yo quien te lo ponga”

Me zafé de la postura y me posicioné de tal forma que mi polla estaba a la altura de sus tetas, ella lo colocó sobre la punta, y lo hizo resbalar hacia abajo. Mis huevos querían estallar…

-“¿Lo hago bien?”

-“Sí, mi amor… con cuidado” Se le desbordó la uña sobre el profiláctico y quedó dañado.

-“Ahora no sirve, ¿Verdad tito?” -“No, así no hace su función…”

-“Pues mejor me follas a pelo… ¡Vamos Tito, ahora te toca a ti disfruta!”

Dicho esto la recorrió con las dos manos desde el capullo a la raíz sopesándome las pelotas como quien inspecciona la cantidad de producto del que se va a abastecer, pensé que era la chica más bella a la que iba a hacer el amor. Sin más complicaciones me tumbé sobre ella, localicé su bocana paseando el glande de arriba abajo hasta encontrar la abertura, y la penetré despacio sintiendo como se expandían sus labios, sus paredes internas y su vaginita al completo produciéndome un candor indescriptible en mi badajo enervado. La besé e inicié el lento movimiento mientras notaba como se abría más en profundidad, sus piernas se abrazaron a mi espalda inclinando así su pelvis, lamí su cuello y reposé mi cabeza sobre su hombro. Sus pechos se friccionaban en el lento movimiento con mi torso, y a medida que aceleraba el ritmo, se adivinaba en ella una dificultad para continuar el aliento... Me sentí el macho más afortunado del mundo, todo pareció desaparecer a nuestro alrededor, nuestras pieles formaban un solo mapa, sus jadeos eran una melodía dulce…el balanceo era enloquecedor, la mar de sugestivo erizándo la piel… Y de pronto Mónica abrió la puerta.

-“Son ya las… ¡Qué cabrona, te lo estas…!”

Yo, aunque sabía que estaba allí ni la miré, mi placer era tan intenso que no pensé en las circunstancias, solo tenía un objetivo, una meta y todo a mí alrededor se transmutó en luz de gas. Quería correrme, pero deseaba también mantener ese placer por un periodo prolongado… de forma instintiva la saqué y moví a Mónica para situarnos tumbados de costado, volví a buscar su entrada y a invadirla con todo el cipote que se aparentaba desproporcional al cuerpecito de la niña… Durante el movimiento se oyó decir…

-“Dios…, es enorme ¡¿Cómo es posible que te quepa entera?!”

Hacía esfuerzos por mantener a mis soldados en el cuartel, en esa postura con una mano le sostenía una pierna en el aire y profundizaba desde atrás mas todavía en su cavidad uterina. Durante todo el tiempo tocaba fondo pero siempre conseguía profundizar un poco más, cubrir un centímetro más de estoque… era un pionero en aquella vagina preparándola para su larga vida de sexo, haciéndola una cavidad acogedora. Sentía sus gemidos como si fueran sus latidos. A esas alturas su útero se expansionó al extremo que ya mis duras pelotas golpeaban sus genitales sobre la vulva haciendo un sonido acompasado, yo resoplaba de tanto en tanto… con dificultad situé la mano libre sobre la suya que acariciaba su clítoris. Tras un rato ella elevó la cabeza buscando mis labios para fundirnos en un nuevo besó que duró hasta que decidí cambiar de posición.

La coloqué a cuatro patas sobre la cama, respire unos instantes mientras acariciaba su coñito con mi mano, retomé la respiración profunda al colocarla y me agarré a sus caderas con precisión… la inserté hasta los mismo huevos de una y empecé un violento bamboleo entonces. Noté como ella estallaba sin dificultad y gemía, pero no paré, aunque ella hizo un ademan de separarse, seguí con fuerza y aunque estaba cerca de la gran riada de semen, no quería acabar así, quería correrme mirándola a los ojos, quería además aguantar lo suficiente como para que acabáramos juntos… en ese polvo se denotaba una gran afición y la cantidad que se preparaba para salir expelida era ingente… La volví de nuevo tumbándola de espaldas, me situé sobre ella en la postura inicial, la besé en tanto mi verga se enfilaba camino de aquel conejito hambriento deseoso del manjar contenido en mis bolas…

Empecé a penetrarla muy aceleradamente, ya con prisas enérgicas. Hacía esfuerzos para contener mi explosión, tanto que incluso los huevos me habían empezado a doler. Noté como sus gemidos volvían a acelerarse hiperventilando, y yo aumenté la marcha con ellos, le miré a los ojos mientras notaba como sus paredes vaginales latían de forma compulsiva sobre mi endurecido mástil, dilatadas y acomodadas al cilindro de 6 cm de diámetro que forma mi pollón. Clavé a fondo y me mantuve un segundo…Me corrí y suspiré en su exhalación, la besé comiéndonos la boca lujuriosamente en tanto soltaba el primer gran aldabonazo de lefa espesa, por su gesto facial debió percibir cálido y contundente. Sin dejar de luchar con su lengua dentro del paladar se concatenaron los siguientes tres chorros de leche que le fueron rellenando la cérvix sino el mismo útero, el sonido aguachado del mete saca con sus fluidos excedentes y mis semen mezclados nos anticipaban el rebose de su coñito. El albor del atolondramiento tras los esfuerzos de contención para dejar escapar la gran riada me sobrevino relajando cada parte de mi cuerpo… extraje el falo eyaculando los últimos borbotones de esperma y reposé un segundo sobre su hombro, me giré a un costado para quedarme tumbado a si lado… Casi mareado desplacé la vista a Gloria que se hallaba desnuda, sentada en la silla, masturbándose fieramente… No sé cuánto tiempo paso, un minuto cinco, pero cuando volví a la realidad Gloria estaba a un lado de la cama, dándole un beso en la mejilla a su prima y diciendo…

-“Enhorabuena tía, es el mejor polvo que he visto, y encima con quien tú querías…”

-“¡Ha sido genial prima…!

Mientras decía esto entre suspiros se volvió hacia mí y me besó en la boca, yo estaba mirando al techo, hasta que noté como me tocaban la flácida pero engrosada polla de su tío.

-“Tía, pero te has dejado lo mejor…”

Gloria escurría mi verga extrayéndome el último borbotón, mi polla estaba a un sesenta o setenta por ciento de su esplendor, lo suficiente dura como para no doblarse y la chica empezó a darle lametones comiéndose todo mi semen impregnando mi glande y resto de tronco. La dulce e inocente Gloria, cuando la vi casi me da un pasmo, su lengua jugueteaba hábilmente en la punta de mi glande y descendía a los testículos. Tenía una mano metida en el coñito de su prima, apretando la apertura de forma que no se vaciara del todo, pues el reguero que resbalaba a las sábanas mojando de esperma espeso su ano, era cuantioso, no le cupo todo el encargo que contenían mis pelotas… mis 20 cm3 de lefa sobrepasa con creces lo natural para un macho humano.

-“A mí lo que más me gusta es comerme las pollas después de que se corran, pero nadie de los chicos con los que salgo la tiene tan grande…”

Al decir esto se metió todo el glande en su garganta, engullendo hasta donde le cabía, y volviendo atrás haciendo presión con sus labios.

-“Ni siquiera ese nuevo, Tifian que es negro la tiene así… Esta polla casi ni puedo comérmela, y eso que no esta dura del todo…”

Lo que oía me escandalizaba en cierta forma, habíamos hablado de ligues y tal, pero siempre me pareció tan inocente que no sospeché que supiera tanto. La estaba saboreando, mientras mi sable descendía a un cuarenta o cincuenta por ciento de sus posibilidades. La limpiaba ufana y yo la miraba excitado y estupefacto a un tiempo.

-“Descansa un rato, campeón… que aún te queda otro asalto ¡¿O me vas a dejar a mí con las ganas…?! Después de desvirgar a esta zorra tienes que probar como folla una auténtica PUTA”

Había acabado y se dirigió a su prima que estaba recostada a mi lado y le hizo que se tumbara, cogió con sus dedos el esperma espeso que caía como un reguero del coñito de Gloria y untó el contenido de sus dedos sobre propias tetas…lo extendió y los acercó al rostro de Mónica. Me fijé entonces en Gloria, sus pechos eran pequeños y sus pezones tenían un tamaño desproporcionado que parecían casi lanzas, y cubriendo todo el globo mamario, unas aureolas enormes color café. Los pezones los tenía blanquitos respecto al resto de la piel, lo cual hacía más llamativa el marrón fuerte de su pezón encarnado. Su inocencia activada sexualmente se convertía en una picardía insoportable. Yo había estado paralizado ante la escena, pero cuando vi como Mónica sacaba la lengua alcanzando los pechos de su prima me puse de lado y estiré mi mano hacia el culo de Gloria.

-“¡Prueba a que sabe tu hombre!”

Empecé a acariciarla mientras notaba como mi miembro reverdecía ante tal maravilla de culo, mi mano descendió a su coñito, y Mónica se ladeo para besarme en la boca. No lo pensé cuando me di cuenta que el extraño sabor era mi propio semen, lo cual me dio un poco de asco pero no pude parar ante el jugueteo de nuestras lenguas.

-“¿Tu hombre pronto va a querer guerra, me lo prestas verdad?”

Mónica estaba ensimismada en sus tetitas y no contestó. Yo jugaba con el coñito de Gloria, tenía un fino vello que cubría sus labios completamente, le introduje un dedo moviéndolo circularmente. Gloria mandaba sobre la situación, se giró poniendo su cabeza sobre mi rabo inhiesto dejando su coño sobre la cara de su prima, que empezó a lamerlo como si nada hubiera cambiado. Inmediatamente ella me agarró el cipote, que ya andaba cerca del ochenta por ciento de su envergadura. Lo asió como si fuera algo común, con la naturalidad con la que yo cojo un bolígrafo, creo que ni yo me masturbo con tanta tranquilidad. Empezó a masturbarme lentamente mientras le decía cosas a mi polla…

-“Me vas a destrozar pequeño…” “¡¿Cuantos coños habrás partido ya…?!” Me miró y dijo… -“Fer, tienes una verga increíble, ¡Cuántas clases divertidas nos hemos perdido! ¡¡Y nosotras con el coño latiendo por una verga como esta”

-“Se nota que tienes experiencia”. No pude contenerme.

-“Sí, me encanta el sexo y muchas veces me he masturbado pensando en ti, o pensaba que eras tú quien me follaba cuando lo hacía con mi follamigo”.

Tras decir eso se la metió en la boca, casi hasta donde pudo. Yo ya estaba a mil. Me notaba desconocido… Yo siempre era muy simple en mis relaciones, no tenía fantasías de este tipo, y tanta fogosidad y seguridad en ella despertaban en mí una fiera…

-“Y encima tienes la polla más rica que he probado… ¡Ummm!” Se la calaba hasta el galillo con suma facilidad. Mónica al oír esto se incorporó y soltó…

“Déjame probar prima, que después de todo no se la he chupado…”

En mi sobrina Mónica no hacía falta ser atento para advertir su inexperiencia, y eso que era un año mayor que su prima. La sujetaba con miedo y apenas chupaba. Antes de que yo pudiera decir nada Gloria intervino…

“Así no prima, mira fíjate en lo que yo hago… debes tener cuidado en no hacerle daño con los dientes, el glande es muy sensible, pero puedes apretar fuerte del tronco duro… de sus pelotas”

Gloria la cogió y la engulló mientras su mano subía y bajaba sincronizando todo, también hizo el movimiento con la cabeza, se la sacó y la lamió del glande hasta los huevos, volvió al glande y se quedó allí unos segundos con la punta de su lengua circundándola de saliva y jugueteando con el orificio uretral con la punta de la lengua. Era una chupadora fenomenal extendiendo toda la lengua para saborear el cipote engrandecido… Mónica cogió el relevó y lo repitió exactamente, pero más lentamente aprendiendo los movimientos. Nuestros ojos se cruzaron y casi me corro en ese instante. Así que los mantuve cerrados por un rato en el cual, las primas me dieron un hermoso viaje de placer oral mejorando a las más grandes felatrices de la historia.

-“Mónica, no te animes que me toca a mi…”

Abrí los ojos, y vi como Mónica se apartaba, para sentarse en la silla, mientras Gloria se sentaba sobre mí.

-“Cariño no me quedan condones”, le dije.

-“Da igual, tomo la píldora para estar tranquila con…con los cabrones que siempre terminan corriéndose dentro de mí sin preguntar siquiera ¡Qué hijos de puta! Pero a ti te dejaría que me preñaras si tú quisieras…”

Dios, tenía una seguridad que asustaba, con tan solo 16 años mandaba como una experta, lo que le granjeaba una experiencia dilatada. Me cogió la polla y se fue dejando caer sobre ella gimiendo, no precisaba muchos prolegómenos. Observé su coñito abierto, franqueado por dos labios prominentes copados por una capucha que resguardaba un clítoris que se apreciaba basto. Agarró el estoque por debajo del glande y este lo enfiló hasta hacerlo coincidir en la misma vertical de su abertura…, dejándose caer, el orondo capullo se perdió en las carnes lubricadas del ceñido conejito de Gloria ahondando poco a poco más, enseguida empezó una cabalgadura violenta sometiendo todo el falo a la prisión de su estuche tragón, y a un no parar de hablar…

-“Es enorme… Prima… si no lo quieres… me lo quedo yo. ¡¡Sigue cabrón!!”

La nena no paraba de subir y bajar, de contornearse y mover el culo con un dominio de cintura increíble… en ese folleteo indiscriminado me mantuvo quieto recibiendo su lujuria hasta que se bajó de repente tras dos minutos eufóricos… -“¡¡Te toca mover el culo a ti!!”

Me coloqué entre sus piernas despatarradas, sujeté cada pierna con una mano por las pantorrillas y sin necesidad de guiar mi cipote tieso y duro como nunca… ¡Zas! Se la metí con mucha fuerza hasta los mismos huevos con decisión y rabia por ser tan puta. Ella gritaba al notarme entero otra vez... Yo solo pensaba en el gusto que me iba a dar correrme en su interior…, en una sola tarde dos corridas uterinas a cual mejor de ellas, dentro de dos niñas salidas con ganas de descubrir las cumbres del placer. Dudaba en que tomase la pastilla anticonceptiva pero en ese momento no era para ponerse tiquismiquis y pedir más explicaciones, si la preñaba no sería a la primera que le hiciera una panza en la familia. Con ella todo pasaba más rápido, era menos bonito pero más salvaje y arrebatado, lujurioso y enloquecedor… en su experiencia se denotaba la gran hembra que me estaba follando porque en nada los 19 centímetros la atravesaron como una lanza que franqueaba con su punta el mismo útero. Sonó el teléfono móvil de Mónica y esta contestó. Puse una mano en la boca de Gloria para acallar sus gemidos sin cesar de invadirla simultáneamente con contundentes pollazos, deslizando todo el badajo desde la base al mismo capullo y otra vez hacia las profundidades de esa gruta ceñida y candente. Cuando colgó Mónica, entre suspiros preguntó mi sobrina ¿Quien era?

-“Mi padre, que tiene cena de empresa en un restaurante en la playa, se quedará a dormir allí y vendrá a recogernos mañana al medio día, puesto que tus padres ya deben estar allí”.

En esos momentos, yo estaba a punto de estallar, llevábamos unos 15 minutos de briosas inserciones y la cabrona de Gloria había tenido dos orgasmos sin lograr el mío, tras mi corrida anterior el aguante se me hacía eterno y placentero… si no me corría pronto la mataría a pollazos a la pobre cría que aguantaba estoicamente cada punzado de mi inhiesta verga…por un lado quería córreme dentro, pero no me fie de lo dijo así que la sacaba cuando ella me sujetó del culo y me atrapó con sus piernas, cual cepo de osos…

–“No la saques hijo de puta… ahora no ¡Córrete dentro de mí por favor papaíto! ¡Quiero tu leche!”

La volví a clavar a fondo con decisión inequívoca que la acabaría llenando y preñando, ya todo daba igual porque no pensaba con la cabeza sobre los hombros, sino con la de entre las piernas. Agitándolo un par de veces en su fondo uterino justo antes de comenzar a soltar leche como un loco. Ella me agarró con manos y piernas y con la boca me sujetó mamándome la lengua, a la par que mi polla no dejaba de escupir lefa sin parar, en esta vez sí me quedarían los cojones secos de leche. Aguanté unos segundos dentro de su útero procurando una inseminación concienzuda y luego la extraje, en ese instante Mónica se acercó y empezó a pasar su lengua por mi glande... Gloria dijo…

-“Genial, yo voy a llamar a mi novio para que vaya a mi casa... y tu primita creo que esta noche tienes Clases Particulares con tu tío favorito.”

La noche se dio fenomenal y mi sobrina me regaló otro de los polvazos de mi vida… la estuve taladrando no menos de 40 minutos con la fortaleza de un toro hasta que me desleché de nuevo dentro de su vientre… dormimos toda la noche abrazados hasta la mañana que tras una ducha reparadora me marché dejando a la niña descansar en manos de Morfeo. Continuamos las clases durante la semana que nos quedaba de julio...,  ya en agosto su prima Gloria se marchó con sus padres de vacaciones por Europa y mi sobrina se apuntó al bungaló que solemos alquilar todos los años en el camping… Durante esas vacaciones nos lo pasamos muy bien, la verdad no daba a vasto con mi madre, mi hermana y su hija Mónica, ese año Jésica se había echado novio y se marchó con él, no le vimos por el camping. Una vez pasado el verano nos sobrevino la noticia de que Mónica estaba preñada. Solo su madre y la abuela estaban convencidas a ciencia cierta que el padre solo podía ser yo, pero como un pacto familiar, nada salió de nuestro círculo incestuosor, convirtiéndose en un secreto más de familia… Mónica dio a luz una niña preciosa fruto del su desvirgue y de la potencia seminal de su querido tío y su padre se hizo cargo del bebé le habían hecho a su hija por el típico desajuste hormonal que tienen todas las adolescnentes, queriendo descubrir el lado oscuro del sexo que no se aprende dentro de las clases de biología.

                                                                           FIN

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