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Me follé a papa 7 (Un empleado de papá me folla)

en Dominación

Después de recibir ese mensaje me enfadé muchísimo. ¿Quién se creía ese cerdo de Dioni para chantajearme? Pensé en decírselo a papa, seguramente se enfadaría con él y le despediría, pero si hacía eso Dioni era capaz de pasar la foto a todos los trabajadores del almacén o colgarla en internet, (Si es que ya no estaba rondando por ahí), y yo acabaría en los móviles de todos los salidos, desnuda y con la cara repleta del semen de aquel segurata, me imaginé que dirían mis amigos chicos, los alumnos de mi clase, los profesores, ¿Y cuando fuera a la universidad? Y algo me decía que tarde o temprano, tirando de esa cuerda, se destaparía el romance incestuoso que papa y yo teníamos.

Decidí marcharme a la piscina, de momento me olvidaría de ese asunto. (Creía que quizás llegado el momento no iba a hacer nada) ¡Que inocente era!

Quedé con mi amiga Aitana y en la piscina ella llevaba un bikini amarillo yo llevaba uno rosa, sin tirantes, a veces me tumbaba boca abajo y me lo desabrochaba, y por el rabillo del ojo observaba como más de un pervertido nos miraba a mi amiga y a mí, incluso hablaban entre ellos, casi todos eran chicos de nuestra edad, aunque también había algún viejo verde por ahí.

--¿Qué tal está tu padre?—me preguntó ella de repente.

Yo recordaba como la había follado papa, aunque podría decirse que ella también le folló a él, y sonreí  para mí porque ella no sabía que les había pillado.

--Bien—dije--¿Y por qué preguntas por él? ¿Qué tenéis los dos?

Aitana casi se sonrojó, quizás pensaba en confesarse conmigo o no.

--Nada—dijo—Solo por educación.

Y calló, pero de nuevo y de repente, habló.

--Pero no me negarás que está cañón.

Aitana siempre trataba de ser la más guarra.

--No seas guarra—dije.

--Venga—dijo ella—Que tu tampoco eres una monja.

--Es un hombre casado.

--¿Es que tu no lo harías con un casado?

--Pues—dije—Depende quien fuera.

--Yo si—dijo ella—Si sus esposas no le dan lo que quieren, aquí está mi coño para eso.

--Sin ir más lejos—dije yo, porque quería saber su opinión—Hay uno que quiere conmigo.

--¿Follar?

--Si, pero estoy indecisa.

--¿Por qué?—dijo ella—Si es un rabo, pues adelante, si fuera tú…

Y me quedé pensando en que en parte tenía razón ¿Tan malo era follarme a Dioni? El hombre tenía un nardo, seguramente, por edad, no sería nada despreciable, y si esa oportunidad se había cruzado delante de mi…

Durante la estancia en la piscina me puse algo cachonda al pensar en cómo sería ser follada por Dioni, el era un tipo grueso, no llegando a ser gordo, con mucho pelo, cuando llevaba camiseta de tirantes en el trabajo, en verano, (como ahora) se le veían unos brazos y hombros peludos, como un oso, y esa parte de él, el que fuera un macho de verdad, me ponía algo cachonda, me lo imaginaba dándome con violencia, como un animal, y me excitaba como una puta.

Pasó que, en el transcurso de la tarde, perdí de vista a mi amiga Aitana, era ya tarde y quería irme a casa, pero no quería dejarla allí, tirada.

La busqué y, tras ver que no estaba en el agua, entré en las taquillas, era una sala por donde se salía, y desde allí había baños, separados por sexos, para chicos y chicas, donde uno/a podía cambiarse de ropa y hacer sus cosas.

Entré en el baño de chicas y la llamé, los habitáculos parecían vacíos, y cuando ya me iba escuché la boca de mi amiga.

--Tranquilo, es mi amiga—dijo.

Entonces uno de los habitáculos se abrió y vi a uno de los taquilleros de pie, con su polla fuera, y Aitana arrodillada delante del nardo erecto, estaba claro que se la estaba chupando.

--Si tú también quieres tickets gratis—dijo el tipo—Ya sabes.

Yo no quería tickets, porque el verano ya acababa y no pensaba ir a la piscina.

--No, déjalo.

--Pero me la puedes chupar si quieres.

Miré  el rabo, por si me interesaba, y vi que era un nardo normal, más bien fino, me pareció patético, sobre todo después de haber probado un pollón como el de papa.

--Paso.

--Entonces haz el favor y vigila—dijo Aitana—Que no nos corten el rollo.

Yo, pensando en lo puta que era mi amiga, me puse a vigilar, Aitana volvió a meterse el rabo en la boca y comenzó a succionarlo, el tipo gemía bajo, y no tardó en correrse, cogió la cabeza de mi amiga y la colocó de forma que ella recibiera en la cara toda la corrida.

Después el tipo le dio una tarjeta de socio premier, que valía 25 euros y con la que podía entrar todo el verano, ella y un acompañante, se marchó y Aitana se levantó y, comiéndose gran parte de ese semen, fue y se lavó el resto en el lavabo.

--Que puta eres—le dije.

--Puta, pero mi coño disfruta.

Volví a casa pensando en Dioni. Era ya tarde ¿Acaso se había rajado? Puede que en el fondo le diera miedo serle infiel a su esposa.

Cenamos, papa y yo nos mirábamos cómplices ante la ignorancia de mama, y, de n o ser porque mi móvil sonó y vi que sí, que era Dioni, nada más acostarse mama hubiéramos echado un polvo tremendo.

Subí a mi habitación después de decir que era Aitana y descolgué.

--Si.

--¿Estas lista?

--Si—dije--¿Al final  vasa a chantajearme? Como eres.

--No seas recatada—dijo Dioni—Que aquí vamos a disfrutar ambos.

--¿Qué tienes pensado?

--Voy a hacerte de todo—dijo él—Ya verás, mañana no va a poder ni sentarte.

--Si serás bestia…

--Tú baja dentro de media hora a la estación de autobuses que hay cerca de tu casa—dijo él—Que yo te recojo ahí.

--Bueno, vale—dije—Pero esta será la única vez.

--Bueno, de eso ya hablaremos.

Colgó, yo me desnudé y me puse un tanga de hilo y un vestido corto, sin mangas, no me puse sujetador.

Bajé y les dije a papa y mama que iba a dormir en casa de Aitana, algo que hacía muy a menudo, papa se mostró pensativo, pero lo achaqué a que le había chafado el polvo.

No tuve que esperar mucho hasta que vi a Dioni llegar con su coche, vestía esa camiseta de tirantes y unos vaqueros, me acerqué a la ventanilla abierta y me dispuse a subir.

--No tan rápido, muñeca—dijo él—Deja que te vea.

--¿Cómo?

Pone delante y muéstrame lo que he pedido.

Por un momento  me quedé petrificada, miré alrededor, no había nadie, y delante del coche solo había una era, donde había un edificio que fue demolido.

Hice lo que me dijo, me puse delante de las luces del coche y di una vuelta, como si mostrase un vestido, no podía verle la cara, pero sabía que sería de un salido.

Eso me ponía, mostrarme así, como una prostituta, ante un cliente, me alcé el vestido y le mostré mi tanga, después mi culo, me agaché para ponerlo en pompa delante de él, entonces Dioni tocó el claxon y volví al coche, subí, vi que tenía la polla fuera.

--Mírala bien—dijo—Y tócala si quieres, que a ser pa ti.

Y dicho esto se puso a conducir.

Yo miré ese nardo, porque su visión me gustó, era mediano, no largo, pero si gordo, estaba repleto de venas y su glande era como un chupachups, sin duda, y tal y como me había imaginado, calzaba bien.

--Madre mía, que nardo—dije sin disimular mi excitación.

Dioni no dijo nada, conducía callado, yo me animé a tocarlo, lo sentí caliente, estaba duro, pero podía estarlo todavía más, lo acaricié despacio, disfrutando de su calor, era mucho mejor que ese rabo normalucho que Aitana había chupado en la piscina por una puta tarjeta, yo iba a llevarme el premio gordo.

Dioni aceleró, respirando como un animal, el nardo creció y la punta rosada asomó fuera.

--Chúpamelo, cojones, vamos—dijo él.

Yo sonreí y me incliné sobre ese rabo, comencé  a chuparlo, nunca había comido una polla en un coche en marcha, -otra cosa más que tengo que tachar-, me dije. Algunas veces tenía que moverme para que él pudiera cambiar de marcha, pero  aparte de eso todo era genial, mi saliva se deslizaba por su pollón haciéndole gemir, sentía dentro de mi boca sus venas, su glande, lamía el tronco de arriba abajo como si fuera un pirulo.

Llegó un momento en que puso la mano sobre mi nuca y comenzó a moverla arriba abajo con violencia.

--Respira por la nariz—me dijo—Que voy a darte fuerte.

Y comenzó a mover mi cabeza con violencia hacia su nardo, yo por un momento me atraganté, pero luego supe llevarlo y, cuando me había acostumbrado a que me follaran de esa forma la boca, disfruté de ese acto, me sentía muy puta y el sabor de ese nardo me pusieron súper cachonda.

Dioni paró de repente y alzó mi cabeza, su polla quedó bañada en saliva.

Estábamos en medio del campo, solos.

--Vamos detrás—me dijo—Que ahora te toca disfrutar a ti.

Yo obedecí, pasé a los asientos de detrás, el coche era amplio y había espacio, Dioni me siguió y allí nos miramos, él se abalanzó sobre mí y me besó, yo me dejé, quería que  me follase, que me reventase el coño y puede que el culo a polvos, y sobre mi estuvo besándme, metiendo su lengua en mi boca y jugando con la mía, durante unos minutos, yo saboreaba esa lengua de macho, su saliva, que hasta tragaba llena de excitación, acariciando sus hombros peludos, era como me había imaginado, como hacerlo con un salvaje.

Después él se separó y bajo hacia mi coño, yo abrí las piernas y sentí como él cogía mi tanga y me arrancaba rompiéndomelo.

--Ah—grité—Bestia.

--Voy a comerte tu coñete—me dijo—Si, que rico, mmmm.

Y hundió su boca en mi coño.

Me sentía en el cielo, sus labios succionando mi clítoris, su lengua abriendo mi sexo para meterse dentro, gemía de placer con una pierna en el asiento del conductor y la otra en la bandeja de detrás, mis flujos escapaban de mi sexo y un orgasmo hizo que me convulsionase.

--Siiii.

Dioni se tragó mi corrida, no era nada delicado, así que la noche prometía.

Me miró desde abajo.

--Quiero mas—dije.

--¿Quieres de esto?

Y cogió su nardo.

--Si—dije yo febril—Lo quiero para mí.

Y él se tumbó sobre mí, dispuesto a cumplir mis deseos.

--Ah—grité—Si, oh.

Entró en mí despacio, su polla venosa me abrió con decisión, haciéndome temblar de gusto, nos miramos y nos besamos sin que él dejase de penetrarme rítmicamente, pero pronto comenzó a follarme descarriado, a lo bestia, y esa violencia me ponía cachonda, como la polla me follaba tan deprisa que comencé a tener orgasmos casi seguidos mientras me reventaba, haciéndome gritar en ese coche donde muchas veces había llevado a su esposa y sus hijos.

--Ah, Dioni—dije—No me dejes preñada, hazme lo que sea pero no me hagas un bombo.

Pero él parecía no responder, respiraba sobre mi cara como un animal.

--¡Me corro!—le dije--¡Hay, que me corro, papi!

Y comencé a gemir mientras un orgasmo monumental me sacudía.

Para mi sorpresa, Dioni paró, nos besamos nuevamente mientras él, sobre mí, con su pene todavía dentro, apenas se movía.

--Marieta—me dijo—Eres un sueño, lo mejor que me he tirado.

Se separó.

--Quítate eso—me dijo—Voy a correrme encima de ti, vamos.

Yo me deshice del vestido y volví a tumbarme sobre los asientos, él, sentado, con la cabeza un poco inclinada por el techo del coche, comenzó a masturbarse.

--Tú relájate—me dijo—Voy a bañarte.

Yo esperé con impaciencia que me diera aquello, me resultaba divertido y excitante.

--Oh, toma—dijo—¡Toma!.

Y de repente chorros de semen caliente comenzaron a caer sobre mí, sobre mi tripa, mis tetas, mi cuello, mi cara, yo sonreía mientras gemía, ¡Que excitante era eso! Ser bañada por la corrida de un hombre.

Después él se guardó la polla y se puso al volante.

--Buena chica—dijo—Venga, ¿Te llevo a casa?

--Vale—dije yo desde detrás.

Me dio un paquete de pañuelos para que me limpiase y me puse el vestido, me olvidé del tanga, roto por ahí detrás.

Dioni llegó al pueblo y se detuvo.

--¿O quieres que vayamos a un sitio donde estar solos?

Yo le miré, la verdad es que no me apetecía ir a casa, me sentía bien, alegre.

--Buena idea—dije.

--Podemos ir al almacén de tu padre—dijo él—Yo tengo llaves, nadie lo sabrá.

--Si—sonreí yo—Allí estaremos tranquilos.

Estaba claro que, seguramente, esa noche iba a caer otro polvo, pero no me desagradaba la idea.

Llegamos al almacén, no había ni un alma alrededor, y Dioni, en vez de aparcar en la puerta principal, por si acaso, aparcó detrás, mucho más retirado.

Salimos, él abrió la puerta y quitó la alarma, el almacén estaba, por supuesto, vacío.

--Aquí estaremos tranquilos—dijo.

Le vi sentarse sobre unos sacos de cemento y me senté a su lado.

Entonces comenzamos a hablar, al principio de nada importante, pero luego él me preguntó si tenía novio y yo dije que no.

--¿Por qué?

--Porque me gusta mucho follar—dije—Y con novio no podría.

--Follar—dijo él—Si, se te nota.

--Si—dije yo—Con muchos hombres diferentes, y con novio eso no lo haría.

--Ya—dijo él—Si yo fuera joven no me habría casado por eso mismo.

--¿Follas mucho con tu esposa?

--Si—dijo él—Pero hay cosas que me pone mucho más hacerlas a otras mujeres.

--¿Como cuando te has corrido sobre mi?

--Si—dijo él—O romper un culete estrecho.

Y sin mediar palabra llevó la mano a mi muslo desnudo, la movió de arriba abajo despacio y después lo apretó.

--Me ponen las jovencitas—dijo—Y encontrar a una chica como tú, mayor de edad pero con un cuerpo de niña, ha sido una suerte.

Su mano fue hacia mi coño y lo frotó despacio, yo me tumbé sobre los sacos, ofreciéndome a ese placer, de nuevo.

--Pues si quieres…--dije.

--Si quieres, que—dijo él sonriendo.

--Puedes darme por mi culete—le dije—Si, es estrecho, y a mí me gustaría… ¡Ahaa!

Dionio se puso se puso de pie y cogió mis tobillos, tiró de mi, provocándome una gran sorpresa, me quitó el vestido por encima de la cabeza y me dio instrucciones precisas.

--Así, la pierna ahí, verás que bien.

Acabé con ambas piernas sobre los sacos, la posición era como la de una rana, Dioni, también desnudo,  se tumbó sobre mí, con su torso sobre mi espalda.

Su pene tanteó  mi culo, no iba a dolerme, pero también deseaba el placer del anal con él, me agarré a los sacos cuando la punta se puso a la entrada de mi ano.

--¡Ay!—grité—Ah, es demasiado…

Creía que iba a partirme en dos.

--¡Para!—pedí.

--No—dijo él—Aguanta, vamos.

Era la bestia que me había imaginado, sin piedad por la hembra que forzaba, aquel animal peludo iba a conseguir romper mi culo ante todo.

La polla entró y yo gemí de dolor.

--Ya está—dijo él—Ya está.

El pene se detuvo dentro y llevó su mano hacia mi coño, al cual comenzó a frotarlo con fuerza, sin miramientos.

Entonces comencé a sentir un creciente placer extraordinario, mientras era enculada, ya apenas dolía, y masturbada a la vez.

--¡Sí!, papi—grité—Fóllame así, ah, qué gusto, me voy a correr.

--Toma, toma—gritaba él mientras, literalmente, me sacudía a pollazos—Te follo tu culo de puta y te gusta, zorra, si, quieres más. ¿Verdad?

--Si, si, ¡Sí! Fóllame siempre que quieras.

Y me corría salvajemente, soltando chorros que mojaron aquellos sacos mientras ese manubrio se corrió dentro de mi culo y noté como me rellenaba de esperma calentorro y jugoso.

Después me quedé abatida, apenas podía moverme por tal polvazo, allí tumbada sobre esos sacos, el semen chorreó de mi culo enrojecido por aquella penetración.

Dioni se tumbó a mi lado, me miraba con chulería, como si me hubiese ganado, solo tenía una mueca de felicidad tonta en mi cara ¡Que placer había sentido!, me puse sobre él y estuvimos ahí, besándonos, acariciándonos.

De repente escuchamos el sonido de un coche aparcando fuera, y unos pasos que se aproximaban.

--¡Vienen alguien!---dije.

Sin decir nada, Dioni me cogió en brazos y me llevó detrás de un gran armario de material, ambos desnudos, ni siquiera cogimos nuestras ropas.

La puerta se abrió y tanto mi amante como yo quedamos sorprendidos al que quienes eran, papa y Aitana.

Papá  llevaba unas bermudas y una camiseta de tirantes y Aitana un vestido muy corto y ajustado, él caminaba detrás de ella y le tocaba el culo y las tetas.

--Elige un sitio, vamos—le dijo—No hay nadie, podemos estar toda la noche.

Pronto nos dimos cuenta de que habían venido a lo mismo que nosotros, Aitana se giró hacia con cara se vicio, el cuerpo de mi amiga era como el mío, pequeño,  aparentaba menos años de los que tenía, y tuvo que saltar para que papa la cogiera a horcajadas.

--Fóllame toda la noche, papi—gimió.

Entonces se besaron, y ella se movía para sentir la presencia de la polla de papa en su coño.

Cuando se separaron ella se tumbó sobre los mismos sacos donde había estado yo, y  abrió sus piernas, Papa se acercó a ella mientras se sacaba la polla, pero entonces se detuvo.

--¿Y eso?—dijo.

Se agachó y cogió algo del suelo. ¡Era mi vestido! También vio la ropa de Dioni.

--¿Quién ha estado aquí?—preguntó.

Entonces pareció darse cuenta de una cosa.

--Un momento—dijo—Las luces estaban dadas al entrar, y no he quitado la alarma. ¡Aquí hay alguien!

--¿Qué?—dijo Aitana tapándose de repente, como si temiera que la vieran.

--Vámonos, que voy a llamar a la policía.

Entonces  Dioni, a pesar de mis suplicas, salió, descubriéndonos.

Papa le miró y después a mí, yo estaba desnuda, me tapaba avergonzada aunque papi ya me había visto así y me había follado.

Creo que se indignó al saber que hacíamos, pero no supe si era por celos o por otra cosa.

--¡Dioni, Marieta!—dijo--¡Que es mi hija!