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Una jovencita con necesidad de atención. (Parte 5)

en Amor filial

A la mañana siguiente al despertar me quedé algo asustada porque no sabía dónde estaba pero no tarde mucho en recordar todo lo que pasó y en bajar mis manos para tocar mi coñito, disfrutaba el olor de la cama, olía a mi padre, ¡Mmmm! podría quedarme ahí para siempre saboreando el aroma a macho. Escuché ruidos de trastos en la cocina, allí abajo debía estar preparando el desayuno, me levanté inmediatamente, tomé mi batita y fui a bañarme, mi papi me escuchó y gritó que el desayuno estaría listo, que me apurara, o llegaría tarde al instituto… le dije que no quería ir, que mejor nos quedáramos en la casa, pero me dijo que no, que tenía que salir al trabajo. Salí del baño camino a la cocina pero mi padre se había marchado ya, dejándome el desayuno servido, no quise comer nada, estaba muy enojada y triste por el plantón de mi hombre que no se despidió siquiera con un beso…, tomé mi mochila y me fui al instituto pensando que habría pasado para que me tratara de esa manera. Por la tarde esperé desesperada y expectante a papá, pero no llegó hasta la noche…

Cuando me vio me dio las buenas noches y se fue a su cuarto, no sabía qué hacer me quería morir, así que fui a su habitación y quise entrar pero no me contestó, tenía la puerta cerrada, se me llenaron los ojos de lagrimas y corrí a mi cuarto, lloré hasta quedarme dormida, lo único que sentía era que mi gran amor ya no me quería, me despreciaba por lo que había pasado, por no haber sido más atrevida y haberle permitido que su rabo ajase mi anhelante coñito partiéndolo en dos, dejándole acabar su ostentosa lechada en lo más hondo de mi útero. Quise comportarme como una niña buena y no asemejarme a la puta de mi madre, temía que un comportamiento análogo al de mamá lo apartase de mí y me reprobara… Desperté en mi cama con una manta cubriéndome el cuerpo… mi padre me había tapado, me quedé acostada un rato, hasta que me llamó para que me duchara para ir a clase, yo obedecí por rutina porque estaba muy deprimida, me bañé y salí, no quería verlo así que me encaminé a la puerta sin desear verle la cara…

-“No, tengo hambre ya me voy o llegaré tarde…”

-“Paula, ven aquí”, respondió en un medio grito.

Regresé con la cara agachada a punto de llorar, él me agarró de la mano se hincó… -“Perdóname Paula, no quise hacerte daño… eres lo que más amo y lo que hice no es correcto… ¡Eres mi hija!”

-“Por favor, papá”, le dije abrazándolo. “Yo te amo mucho y lo que pasó me gustó…”

Toda mi depresión la solté de golpe al tenerlo a tan solo unos centímetros de mi boca…lo besé en la cara en los ojos en las mejillas, luego nuestras bocas se encontraron en la euforia del deseo contenido, sentir sus labios era una delicia… el estaba ahí dándome un beso tierno suave llenándome de felicidad, lo miré a los ojos y seguimos ahí riendo y besándonos sin decir nada, el claxon del transporte sonó y me dijo que sería mejor que me fuera al instituto…, le di un último beso que se escapó contra sus tiernos labios, solo fueron tres segundos, pero pareció una eternidad. Salí corriendo y saltando despreocupada, si me quería, era todo lo que gritaba por dentro mi cabeza, me ama, me ama… papá me ama y me desea.

Se me hizo eterno el día en clase, por suerte era viernes y no regresaría hasta el lunes, al llegar noté que el coche mi papa estaba estacionado en la casa, corrí y entré para encontrarlo sentado en la sala, me le lancé inmediatamente me senté de frente a él con mis piernas rodeando su cuerpo y mis brazos acariciándole el pelo, antes de que dijera algo lo besé desesperadamente, él me correspondió abrazándome fuerte, solo la mujer que haya tenido la suerte de estar con el hombre que más ama y quien más la ama, el hombre con el que soñó, que la protege y que daría la vida por ti… sabe lo que sentía cuando estaba en sus brazos, o lo que disfrutaba cada caricia que quema, cuando se sabe que no se debe, todo era delicioso… cada pecado cada beso te salvaba y te condenaba. Mi papi no dejaba de besarme y de acariciarme haciéndose cada vez más atrevido, me acariciaba desde las piernas hasta la espalda, se quedó acariciándome mi culito respingón, redondo y atrevido… pasando sus manos desde mis caderas y siguiendo el contorno del elástico de mis bragas hasta el frente para acariciarme de pleno la mullida almohadilla que forma mi vulva… al principio tan delicado solo rozándome aire pero luego me tocaba tan fuerte que me causo tremendos jadeos, mojé toda la tela de las braguitas. Me movía al ritmo de su caricia, adelante y atrás, terminé por sentarme sobre él con las piernas en su espalda mi pancita pegada a su verga dura que se sentía sobre su pantalón, en cuanto estuve encima… empezó a moverme empujándola y yo presionaba con fuerza.

No aguante más y bajé mis manos para tocarle su falo erecto ¡Era muy hermoso!, mis manos temblaron al sentir su dureza sobre su pantalón, el me miró en mi desesperación y se abrió el pantalón saliendo el gran cipote paterno como si hubiera estado atrapado en una incontenible prisión, saltó a modo de resorte de su bóxer asomando la cabeza radiante y húmeda, al tocarla se movió como si estuviera viva, yo misma le bajé el bóxer hasta donde pude y saqué ese hermoso pedazo de vergazo acariciándolo de la punta a los huevos que estaban muy arriba, la agarré con mis dos manos y empecé a apretarla muy fuerte para que fuera mía. Mi padre empezó a moverse y la verga salía y entraba de mis dedos… bajaba el prepucio y lo elevaba en un largo recorrido, los 18 cm los sobrepasaba y el grosor para mis deditos era casi inabarcable sin poder cercarlo con ellos. Tomé su verga muy decidida, y la atraje en dirección a mi clítoris labrando a través de mis braguitas la raja con su glande fastuoso. No tuve que tallar mucho, el mismo tomó su verga y la frotó duro…

-“¡Oh papi que delicia!... ¡Hoy quiero que entres dentro de mí! ¡Hazme tuya por favor!”.

Mi respiración era agitada y cada nuevo roce me daba más y más placer, con una mano me siguió tocando en pequeños círculos mientras que con la otra el mismo se masturbaba… ¡Mmmm! Mi boca buscó sus labios, me lo quería comer, su legua jugaba dentro de mi boca con mi paladar, mis dientes y mi lengua… yo se la mordía y chupaba como si de su polla se tratase. Cuando papá se hallaba de lo más excitado cerró los ojos y exclamó un quejido que me invadió, lo atraje a mi cuerpo y volví a darle un beso de lengua, correspondió a la mía, de repente el cabrón se incoó a besarme sin tener en cuenta el parentesco, sentí su mano debajo de mis bragas, abrí las piernas para facilitar que me tocara, empezó a meterme un dedo, yo estaba caliente como una zorra sedienta de sexo mientras me besaba el cuello, saco mis tetas, empezó a besarlas como loco, succionaba mis pezones, lamia todos mis globos mamarios apretándolo con una mano y con la otra sin dejar de meterme el dedo como loco, así siguió, yo estaba a mil, pero quería más…

-“Mira papi como tengo el coñito…” Aparté mis bragas levantando mi vestido, abrí más mis piernas, lo tome de la cabeza…. –“Bésame aquí amor… como hacía a mamá ¡Quiero que me comas el coñito!”.

Con mi otra mano mostré mi clítoris bajo mi de la capucha y sin dilación se enzarzó a lamerlo, solo gemía de placer, eso lo encendió más, siguió lamiendo mi clítoris como loco, yo sentía riquísimo aquellos lengüetazos de mi padre, porque no solo lamía mi clítoris, sino que seguía metiendo su dedo, yo ya no podía esperar más, tenía esa imagen perpetua del recio pollón de casi 20 cm en mi cabeza y ya lo quería dentro con urgencia…, de tan solo pensarlo sentí arder mi conejito… no pude parar agarrando la cabeza de mi padre…

-“No lo dejes ahora papi, ahora no… me corro. Aaagggg ¡Uumm!”, solo pegué un grito de placer, tuve mi primer orgasmo.

Convulsionaba de esa corrida demencial observando al macho sorprendido y entusiasmado de ver que su niña ya no era tan niña sino una putita con hambre de verga…, al punto excitado se sacó sus calzoncillos, apareciendo totalmente en pelotas con el fabuloso mostrenco en plena erección entre las piernas… estaba impresionante el cipote de papá, era enorme, grueso y largo… muy firme, con una venas gruesas que lo jalonaban, sobretodo la vena superior gorda y palpitante bombeando a su gran capullo. Apuntillo entre mis labios, frotó la cabeza ardiente en mi clítoris enervado, espaciando el momento de penetrarme ¡Me quería matar de desesperación o qué!

-“¡Vamos papá no tengas miedo Ya no soy Virgen…!”

Mi padre quedó con cara sobrecogida tornando a rabiosa y excitada, no lo pensó mucho entrando a matar… y me la dejo ir toda hasta más de la mitad del badajo de un solo envión, Yo solo exclamé… ¡DISO MÍO!, empezó a bombear como loco despatarrándome un poco más e intentando llegar más hondo en cada estocada ¡Estaba poseído!, allí me tenía con las piernas bien abiertas recibiendo esa polla dura y caliente como fierro. Siguió bombeando más y más, yo solo gozaba de tener semejante falo bien dentro de mi estrecha vagina. Notaba como me abría las carnes internas de mi coño, percibía expandirse mis paredes para poder alojar semejante ejemplar de semental, no paraba, me daba con una fuerza contundente parando un segundo dentro y salir rápido sin llegar a ver el glande fuera de mis labios vaginales. Por momentos ya llegaba a hundirla entera hasta los huevos… estos los percibía golpear en mi coño una y otra vez como bolas de derribo deseando entrar, ¡¡Yo estaba totalmente entregada, mojada, soliviantada!!, en esos aumentos el ritmo ya era al galope complemente desenfrenado. A sottovoce entre jadeos conseguía entender si me gustaba como me follaba. Yo me hallaba prácticamente obnubilada por la tremenda follada que me suministraba mi amado y juicioso padre… Me follaba como un animal y me gustaba al extremo que lo asía de las caderas hacia mí para que entrase más en su hija y no se escapase nunca. ¡Cuánto me recodaba a lo que veía cuando se follaba a mi madre! Y ahora era yo quien estaba en su lugar recibiendo los pollazos del macho de casa.

-“Sí papi”, le contestaba. “Sigue dame más… puedo aguantar tus pollazos ¡Por favor no dejes nada fuera de mi coño… dámela todo hasta los huevos ¡Métemela entera!”.

Sentía que ese cabrón en el que se había convertido mi padre me iba desbaratar, empujaba con mucha fuerza y sin parar, se escuchaba el sonido de su pelvis chocar contra la mía como una tormenta de lluvia intensa que me iba a inundar. En eso, noté que aumentaba el ritmo… yo estaba por tener un segundo orgasmo, mis ojos lagrimeaban de placer, de locura, de un orgasmo que me estremecía el cuerpo como una descarga eléctrica desde la cabeza a mi coño, pasando por mis tetas, estómago y vientre donde tenía alojado el pollón más duro y tieso que una mujer jamás hubiera disfrutado. Cuando de repente dijo…

-“Te voy a dejar llena de semen mi niña… la leche de papá te va a llenar tu coñito tan precioso”

-“¡Sí papá, lléname de leche… de tu leche! La quiero sentir toda dentro de mi útero…”

Me penetró con mucha fuerza y se quedó haciendo presión, como queriendo correrse bien adentro en el mismo cérvix o dentro del útero quizás…, lo cual logro, eso me excitó mucho más en ese momento empecé a percibir sus chorros de semen caliente dentro de mí, aquello era increíble porque el vikingo no se corrió, solo fui yo la receptora del placer…entonces solo percibí su dureza, pero con papá además de la rigidez del rabo fastuoso justo en el momento de eyacular, noté palmariamente los aldabonazos de lefa espesa que pretendían preñarme…, uno, dos, tres y hasta seis chorros de leche se me hicieron notar y no pude más, tuve mi segundo orgasmo, fue un gemido intenso y prolongado, ese condenado hijo de puta de mi padre me bombeo en el fondo uterino una buena cantidad de esperma muy caliente dentro de mí, nos quedamos abrazados como un minuto con todo el zurriagazo sumergido en el mar de fluidos de mi chochito inseminado, yo no quería que se despegara, quería que todo ese primer néctar caliente que probaba mi vaginita, no se saliera, sin embargo cuando lo extrajo, tras su glande un reguero de leche mezclada con mi flujo vaginal calaba mis labios, mi culito y finalmente las sábanas… ¡Qué hermoso se veía mi padre cuando tenía sus orgasmos!, y saber que yo lo había hecho tan feliz me hacía muy dichosa.

Me quedé abrazada encima de él, yo me movía al mismo ritmo de su respiración, cuando por fin me levanté me vio con tal deseo que desde ese momento era suya mi voluntad, me dijo que tenía mucha sed y yo quise traerle algo de la cocina pero me detuvo me sentó me dio un beso y me dijo que desde ese momento yo era su princesa consentida y que no debía mover un dedo, se paró completamente en bolas sin recato alguno de mostrase desnudo ante su hija. Fue por un refresco, mientras podría arreglarme, tenía las bragas y las sábanas encharcadas con una gran mancha de humedad por mis corridas y el semen de papá, sobretodo mi coñito… con los dedos lo limpié y lo junté y lo lamí, el gran borbotón de esperma me supo raro pero me lo tragué, el segundo trago de una posterior recogida me supo mejor, creo que le podía tomar el gusto a beberme la leche de su polla directamente. Cuando regresó mi padre me vio que estaba untando su semen y me preguntó por qué hacia eso y le respondí que ese era su lugar.

-“Lo que no ha cabido en mi estrecho coñito, me lo tengo que comer para que no se desperdicie”.

Se rió y me dio el refresco, se sentó junto a mí, solo me miraba ambos uno al lado del otro en cueros como nos trajo Dios al mundo.

-“Esto no lo puede saber nadie Paula ¿lo entiendes verdad?”

-“Claro papa, esto es entre nosotros y jamás se lo diremos a nadie, te amo mucho papi y no permitiré que nadie nos haga daño”.

Por supuesto sabía lo que acababa de pasar… una cosa era follar con el vecino con el que no tenía lazos de sangre y otra con mi progenitor con el que comparto la mitad de mis genes. Cuantas veces nos habían dicho en la escuela y el instituto que nunca dejáramos que nos tocaran si no nos gustaba, pero a mí me gustaba mucho que me tocaran así y tener sexo mucho más, para mis adentros pensaba que debía de ser la herencia genética de mi madre la que sobresalía sobre todas las demás…, si ella era una Puta y lo gozaba sin avergonzarse, yo debía hacer lo mismo. Sabía que nunca un padre debía tocar así a una hija y sabia que no debía pensar en mi padre como hombre, pero por quien más podía entregarme, dejar que me hiciera suya, hacerme sentir el enorme espolón que posee entre las piernas. Si un macho como él se excitaba logrando tan tremenda erección y yo me colmaba de exaltación cuando me acariciaba deseándolo con locura en espera de ser follada, quién éramos nosotros para poner barreras a tal hecho… papá realmente me amaba y me deseaba y yo a él, ¡¿No es esto la máxima expresión del verdadero amor?! Lo amaba y le permitiría que me follase las veces que él quisiera, incluso que me preñase, que me follase preñada y como a él le apeteciese hasta quedar plenamente satisfecho como macho y semental dentro de su niña consentida.

-“Paula, tienes que poner toda tu ropa en el canasto de la ropa usada, para que se lave, las manchas de semen no se quitan tan fácil debes de ponerle un poco de detergente especial para manchas rebeldes”

Me vi y si tenía toda ropa salpicada de manchas y con los dedos solo la había regado, me paré y me fui a las escaleras el me dijo que iría por algo para cenar, algo especial, que regresaría pronto. Le di un último beso y corrí a mi cuarto desnuda con toda la ropa y las sábanas que dejé en el lavadero… me metí a bañar, no podía creerlo, estaba muy emocionada, y cada vez que me acordaba sentía otra vez como mi coñito se humedecía, miré mi rajita rezumando semen todavía, logró salir del ceñido conejito que papá había sobrealimentado. Al terminar busqué entre la ropa que había comprado la más apropiada, sabía que esa noche era especial y que debería buscar algo realmente bonito, me probé como cinco diferentes conjuntos de ropa interior y ninguno me gustó, no eran especialmente bonitos, probé unas medias que me compré también y me encanto, pero aun no encontraba las bragas adecuadas, así que me acosté para pensar totalmente desnuda boca abajo únicamente con las medias puestas, no sé cuando pasó pero termine quedándome dormida.

Cuando desperté tenia junto a mi cama la batita transparente que use la noche anterior colgada de una silla y un coordinado rosita con moñitos, no podía ser más claro, me los puse enseguida y me vi al espejo, mi pelo suelto me llegaba hasta la mitad de la espalda, cubría tan poco como la noche anterior pero ahora las medias me daban un aspecto muy atractivo. Cuando bajé vi todas las cortinas corridas, y las lámparas de luz cálida ya estaban encendidas, perfecto en total intimidad, mi padre estaba en la cocina, el comedor estaba listo con mantel y vajilla…, estaba sirviendo todo, se había bañado y se puso una pijama azul, con zapatillas de casa, pero perfectamente peinado y perfumado, al verme sus ojos recorrieron mi cuerpo, yo me quedé en la puerta y comencé a girar lentamente con las manos levantadas, luego giré más rápido sabiendo que se me levantaría… me di vuelta mostrando lo que sería suyo, en eso siento como me agarró por detrás y empezó a pegarme su bulto, dios podía sentirlo todo, me mordía el cuello, me apretaba las tetitas, solo decía que rico culito tienes cariño…, me limite a decir hoy serán tuyas papá.

-“Estás muy hermosa siéntate que ahora te sirvo”.

-“Yo te ayudo déjame llevar algo…,”

-“No Paula siéntate yo llevaré todo”.

Me fui al comedor mientras mi padre empezó a llevar todo, recuerdo que jugamos con los pies y hablamos todo el tiempo ya estábamos siendo una pareja y me sentía su mujer. Al terminar nos fuimos a la sala pero no llegamos nos abrazamos y besamos, me cargó y me subió a su cuarto de matrimonio… ¡Esa noche sería suya totalmente! Me llevó a su cama y me acostó muy dulcemente, se hincó a mi lado y comenzó a besarme, sus besos eran muy tiernos y luego poco a poco fueron más profundos, me dejaba sin aire mientras sus labios recorrían mi cuello, sentí como con la boca fue apartando cada prenda, primero soltó mi bata luego el sostén, los bajó hasta la cintura, me besaba y lamía mis tetas, me volvía loca a cada beso y apretón cuando mordió dulcemente mis pezones di un grito de placer que hizo que mi papi chupara más fuerte. Sus besos bajaron por mi vientre, lamiendo mi ombligo y bajando hasta llegar a mi vientre, con cuidado levanté mi cadera para que pudiera sacarme la bata y las braguitas minúsculas, lo hizo lentamente levantando mis piernas, yo me cubrí mi coñito no sé por qué, pero al verlo empezó a besarme los pies sobre las medias mientras bajaba, cuando llegó a mi entrepierna me quitó las manos lentamente y hundió su cabeza.

Cubría de besos mi coño perfumado para su uso, su lengua la pasaba de arriba abajo yo estaba enloquecida, pero realmente grité cuando metió su lengua en mi vagina abriendo mis labios que la franqueaban sin mucha fortaleza…me hizo retorcer de placer mientras entraba y salía su lengua de mi conducto, se puso de pie frente a mí y se desnudó por completo sin el menor complejo enseñándome todo el mandado que pensaba volver a alojar en lo más íntimo de mi ser. En ese momento aquella polla me pareció más descomunal que por la tarde, y es que al bajarse los pantalones sin calzoncillos, salió un cipote erecto tan poderoso y grande como un mástil de un bergantín…, brillaba, estaba húmedo y se movía al acecho de la víctima mojada que era mi conejito enjuto. De contrapeso colgaban el par de testículos ciclópeos, eran fastuosos y quizás aún guardaran una buena cantidad de leche, me gustaba mucho el conjunto, ver esos huevos coronados de venas azuladas e hinchadas semejantes a los de los caballos o los toros bravos. Se hincó frente a mí, tomó una almohada y la colocó bajo mis caderas, me cargó totalmente, yo lo rodeé con mis piernas, al tiempo que él tomó su verga con la mano y la talló en mi clítoris.

Tras unos segundos pajeándonos el clítoris con su glande, lo bajó y cuando estaba en la entrada presionó poco a poco, yo me movía como loca arañando las sabanas. Poco le costó entrar hasta el fondo por lo lubricada de mi vagina, cuando entró totalmente en mi sentía que me estaba partiendo en dos un gozo indescriptible me invadía por completo cubierto de placer que se fundían en mi cuerpo y alma. Tras la hondonada, dejó que mi vagina se acostumbrara al grosor y largura desmedida… en esta ocasión el placer venció al dolor sin ninguna duda. Comenzó a entrar y salir de mí, yo me entregué totalmente al placer, me enloqueció, no importó nada más que él. ¡Le observaba lo hermoso que era disfrutando conmigo! Terminé teniendo un orgasmo que me entumeció el cuerpo en una ola de electricidad que invadió cada célula en tan solo un minuto…. La sacó para prolongar el acto al infinito, su polla estaba como un poste de luz, totalmente erecto, firme, caliente como un fierro incandescente. En eso empezó a besarme como loco, mordía mi cuello, mis senos, fue bajando hasta llegar a mi clítoris, pude sentir su lengua húmeda y caliente empezando a besar mi clítoris, estaba yo súper mojada, caliente, sedienta de ser tomada por ese macho admirable, en eso me fue girando hasta quedar en posición de 69… me dijo…

-“Hoy aprenderás cosas diferentes cariño”, me metí sus 18 cm a la boca, lo devoré con todo, lo lamía de arriba abajo, lo ensalivé todo, en eso bajé a besar sus testículos, los hice míos, los lamí devorándolos por completo… los succionaba, pude sentir su excitación ya que él no dejaba de darme lengüetazos en mi clítoris y mi entrada de la vagina, estaba súper excitada, en eso empecé a besar sus nalgas, poco a poco fui metiendo mi lengua caliente y húmeda dentro de ellas, hasta llegar a su orificio, al inicio intento apretar pero mi lengua ya lo había tocado y mi lengua lo lamía como loca, él dejo de resistirse, aflojó allí era mío…, así seguí lamiendo su ano, presionaba con mi lengua, podía sentir su excitación, en eso pude sentir como él hizo lo mismo, metió su lengua en mi anito ¡Uufffff! En ese momento nos encendimos más. Allí estábamos como locos en un 69 con nuestras lenguas jugando en nuestros anos hacia mi vagina y yo a sus huevos súper caliente y él también, en eso se detuvo y preguntó…

-“¿Me das tu culito?”

Solo le dije… -“Es tuyo, solo tómalo”

-“Te pondré un poquito de crema…”, dijo la voz de papá.

-“Si, gracias…”, respondía, “Pero antes, caliéntala con las manos”

Oí cómo se echaba la crema en las palmas y las frotaba. Me estaba poniendo muy tensa. Intentó abrirme las nalgas y deseé sentir su lengua en mi ano, pero sabía que con la crema, la penetración sería más fácil y me quedé con las ganas de sentir su lengua en mi culo.

-“Abre un poco las piernas cariño…”

Obedecí y separé mis rodillas. Me sentía como una mujer de los relatos de Sade, sumisa, expectante. Mi trasero en pompa expuesto y dispuesto a recibir una rica verga que lo abriera completamente. De pronto sentí su dedo embadurnado de crema sobre el borde de mi ano, estaba tibio…, así que mi culo se contrajo un poco, y debido a la impresión, lancé un quejido pero no quería parar. Empezó a embadurnar las rugosidades de mi ano, mientras yo movía el trasero al compás de las caricias. Era una sensación dulce muy agradable, y creo que empecé a mojarme.

-“Méteme el dedo hasta el fondo”, le espeté a mi padre

Poco a poco su dedo avanzaba hacia el centro, todavía con mimo. Tratando mi culito con mucha delicadeza, por eso mi esfínter empezó a relajarse. Él se dio cuenta y comenzó a presionar ligeramente. Por fin mi culo empezaba a ser perforado. Estaba mereciendo la pena, ya lo creo. Metió hasta la segunda falange y musité algo.

-“¿Qué…?” preguntó él.

-“Que lo muevas en círculos…”

Así hizo y me relajé. Sentía cómo el borde de mi recto rozaba con la suave piel de su dedo. Era dulce, muy dulce. Entonces apretó más, firme aunque lentamente. Por fin metió enterró su dedo hasta el fondo de mi culo. ¡No podía creerlo!, nunca me lo había ni tocado para excitarme y ahora tenía metido el dedo de mi padre mientras le miraba hacer. Lo movió más rápidamente y nuestras respiraciones se lanzaron a la carrera.

-“¡Qué rico, qué rico!… ¡Mmm!…” dije.

-“¿Te gusta…?”

-“Mucho… ¿Y a ti…?”

-“¡Me enloqueces nada más de ver como lo meneas, mi amor!… ¡Estás muy excitante!” noté entonces que su voz cambiaba, se excitaba muy violentamente.

-“¡Ya lo tienes a punto cariño…!”

-“¡Pues entonces fóllatelo ya!” agregué con urgencia.

Acepté remisa. Ya no tenía tanta prisa, pero di por hecho que él sabía más que yo de aquello. Porque antes de esa tarde sólo sabía lo que había visto en las pelis porno. Me posó a cuatro patas sobre colchón como una perra pensaba follarme, y yo me dejaría gustosa. Me facilitó un lubricante que tenía cerca, listo para el momento, se unto en su cipote y yo en mi anillo, dije –“mételo papaíto”. De inmediato escuché el sonido de su verga mientras se la meneaba. Siempre me ha llamado la atención ese sonido, de hecho no he tenido reticencia a tocarlas para sacarles yo ese chasqueo y ya no digamos mamarlas para saborearlas e impregnarme del aroma a macho. Aquel sonido me resultaba sencillamente delicioso, por fortuna estaba muy excitado y tardó poco en conseguir una erección aceptable. De buenas a primeras sentí algo plano y duro sobre mis nalgas, era su glande. Mi culito era muy sensible y distinguí perfectamente apuntillarme en mi anillo. Me asusté, pues no creía que eso fuera a entrarme. Papá empezó a empujar. Dolor, era algo así como cuando tomas mucho aire y no puedes soltarlo. Me sentí presionada, me dolía.

-“¡Espérate, me lastimas!” Dije asustada.

-“Tranquila, siempre es así al principio”, decía mi padre entre jadeos. “Ya te acostumbrarás…”

Lo di por bueno dando debido a mi ignorancia, pero me dolía. Hundí mi cara en la almohada, con lo que quedé más empinada y mordí el visco látex y el sabor era propio del suavizante que utilizaba para lavar la ropa, y sabía seco mientras, sentía cómo su reata entraba poco a poco en mi cerrado anillo. Sentí como colocó el glande en mi ano, empezó a empujar poco a poco, cuando de repente entró la cabeza, yo pegué un grito muy fuerte al sentirlo expandir mi anillo ceñido, eran 18 cm de gran grosor, no es fácil, en eso por su experiencia sin desear nada malo me la empujó calando solo su cabeza. Esperó a que acomodara al diámetro, en un primer instante sentí el dolor más grande que jamás había sentido, me súper abrió el culo como nunca había sentido en mi vida si exceptuaba lo del vikingo, pensé que me iba a romper el culo por semanas sin sentarme, pero era más la excitación de tener ese macho dándome por detrás que el dolor anal. La mantuvo unos segundos dejando que se amoldara mi ano a grosor de su tallo dilatándose poco a poco, y al rato empezó a meter y sacar aumentando el ritmo cadenciosamente buscando más profundidad. Me la metió hasta la mitad y se quedó quieto, esperando a que yo me acostumbrara de nuevo a su grosor… Me acordé de la primera vez que me metí una polla, el vikingo la tenía mucho más gruesa y creí morir hasta que me la encajé toda, solo que la de papá además de recia era mucho más larga. Esta vez era igual pero la presión era mayor. Le pedí un respiro y aceptó.

Los músculos de mi ano estaban tensos y necesitaban relajarse, él pareció darse cuenta y aplicó más crema, se lo agradecí desde lo más profundo de mi alma pues sentía que su lanza me quemaba, y de veras que fue un respiro para mi culito que ardía. Después empezó a sacarla y meterla hasta donde la mitad y aquel vaivén me parecieron de lo más delicioso. ¡Al fin me estaba culeando, me sodomizaba, o como dicen algunos, me estaba dando por culo y me gustaba!… Comencé a jadear y a retorcerme a cada empellón de verga y sintiendo que lo peor había pasado, seguimos cogiendo unos cinco minutos. El dolor desapareció pero el placer era indescriptible, yo no gemía de placer gritaba de placer y gusto, estaba como poseída, solo quería más, le empecé a decir…

-“Así, así rómpeme el culo, rómpelo sin lastima papá… tu niña lo puede aguantar bien”

A él eso lo encendió y podía sentir como lo metía con fuerza mientras mi mano se deslizaba por debajo entre mis piernas y le asía los cojones que se balanceaban golpeándome el coño, seguro que me harían uno buen moratón de lo fuerte que los sentía, entonces se los amarré con fortaleza como si de unas riendas se tratasen atrayéndolo hacia mí buscando que no se escapara. Al mismo tiempo rebotaba su pelvis con mis nalgas y me alternaba masajeando mi clítoris, fue tanta la excitación que llego el primer orgasmo, me vine a chorros, pero el cabrón de papá no paraba de clavarme su enorme y duro cuerno hasta la raíz…

-“Sigue dándome durísimo papá ¡No pares!”

-“Te gusta que te folle como a una perra… eres igual de puta que tu madre” Me soltaba las mismas lindezas que decía cuando se follaba a mi madre, las que le espetaba en plena lujuria afrodisiaca durante más de cinco minutos sin parar y a todo tren sentía su pollón batirse dentro de mi esfínter llevándome a la locura.

-“Si papá, soy tu puta… Pero para, papá, para, te quiero montar y darte de sentones”, le dije en mi defensa…, de seguir dándome esos pollazos acabaría partiéndome en dos como una sandía por un cuchillo sutil. Eso le gustó y paró la masacre clavándome casi verticalmente dando a mi ano, en eso lo saco, ufff, me sentí súper abierta y así estaba con mi culo igual a un bebedero de patos…, lo acosté sobre la cama y me fui sentando poco a poco de igual manera que procuré con la gruesa cepa del vecino. Podía sentir como ese trozo de carne se hundía dentro de mí, su cara era de excitación, así me senté hasta desaparecerlo todo en mi culo, lo tenía todo a dentro, él solo dijo…

-“Ahora si nena…dale”

Empecé a moverme como loca, el placer inmenso regreso, no podía parar, me daba de sentones, me movía de adelante hacia atrás, hacia círculos sentada, él solo se entretenía con mis tetas y mis pezones los apretaba y sobaba con firmeza y locura… como ido me apretaba fuerte pero la excitación bloqueaba todo posible dolor. Sentí que la verga de papá crecía dentro de mi culito, ¡iba a disparar su leche dentro de mi ano! Entonces pasó lo inevitable, el macho tomó aire, se afianzó a mis ancas y empujó su fierro dentro de mis entrañas, muy, muy adentro, tanto que tocó mi vagina con sus testículos. Eso me dolió mucho, muchísimo y ahogué un grito y empecé a chillar, pero mi padre obnubilado por el frenesí de la lujuria no cejaba. El problema era que yo no era capaz de decir nada, sólo lloraba y él seguía arponeando mi culo, sin escuchar mis lamentos… la tenía muy grande y de lo profundo que la hundía  me dolía.

Me agarré con ambas manos al colchón y las cerré con fuerza, mientras mis piernas temblaban al sentir los zarandeos de mi progenitor clavarme sin compasión. Estaba confundida, pues sentía dolor y placer supremo, me sentía violada pero no era verdad, simplemente mi amante estaba siendo demasiado efusivo…, así estuvimos hasta que no pude más y pude sentir como venía mi nuevo orgasmo, en eso observé que él también empezó a tener espasmos, la respiración agitada y su cadera se sincronizó con mis sentones, solo dijo me corro nena… aceleró y terminó dentro de mí, sentí su semen invadirme por dentro refrescando mi esfínter que se contraía frenéticamente tragándose toda la carga espermática que eyaculaba… de pronto se detuvo, ¡se había corrido!… ¡Uf!

Lo mejor fue que llegamos los dos juntos, sentía como esa semejante verga me bombeaba muy dentro soltando nuevamente los chorros de leche que faltaron por salir en la anterior ocasión, esta vez me llenó el culito, el culito de su niña atraviesa y complaciente. Quedamos allí tirados unos minutos, totalmente empalada por un cuerno que se debilitaba poco a poco hasta que sentí como fue perdiendo rigidez su polla, se quiso desprender de mí, pero lo paré…

-“¡Así lo exprimo bien para que todo dentro!”, entonces me oyó llorar.

-“¿Estás bien…?” Dijo con voz de preocupación sincera.

-“Creo que sí… Sólo que has ido tan fuerte y la tienes tan gorda papá, y ahora me duele un poco”

Con las lágrimas corriendo por mis mejillas me recosté de lado… Me ardía el culo y me sentí mareada de la hiperventilación. Solo sonreí y él se relajo…unos instantes después el balano salió solito de mí. Nos recostamos sobre el colchón unos minutos para posteriormente levantarnos, él se fue a la ducha. Yo me tomé una taza de leche caliente y me metí en la bañera. Seguía dolorida, escocida, el agua me aliviaba bastante el esfínter, pues lo tenía irritado…, pero aproveché para enjabonarlo, lo limpié a conciencia y luego me puse cremita. Después de secarme. Como estaba segura de que esa noche me rozaría al dormir cogí una compresa y la puse entre mis nalgas cubriendo mi desvirgado trasero. Era bastante agradable, sentir entre mis nalguitas esa frescura y así pude dormir esa noche. Esa noche se acostó a mi lado agitados disfrutando cada segundo, nos miramos a los ojos y ahí mismo supe que seriamos uno para el otro siempre. Lloré de felicidad y reía al mismo tiempo nos besamos y me abracé a él hasta quedarme dormida. Desde ese día ya era su mujer. Por la mañana de camino al instituto no paraba de darle vueltas. Mientras caminaba sentía cómo mi ano se retorcía, me costaba caminar a buen ritmo, tenía un gran escozor y me dolía. Entonces me dije a mí misma. Es cierto, es real. ¡Me han dado por el culo, me la han metido por detrás y he satisfecho mi fantasía y me siento súper bien! Además tengo la gran lechada de papá todavía en mi vagina y estaré en clase con ella sabiendo que sus Fernanditos están trepando por mi trompa de Falopio para llegar a mi útero y preñarme, sabía que no volvería nunca a ser la misma.

Las dudas me corroían: « ¿Habré hecho bien?… ¿Soy una puta? ¿Pensará que su hija es como su madre…? » Pese a todo había gozado mientras aquel macho me clavaba por ambos orificios dejándome derrengada con el coño lleno y por el culo sodomizaba. Y luego pensé «Aún tengo ganas de más» El caso es que aquella fue la primera vez de muchas más veces. Nos adaptamos a la nueva situación, dejó el segundo negocio que montó lejos de casa y me mudé a su habitación comportándonos como marido y mujer en ocasiones, como padre e hija en otras, y siempre guardando las apariencias de puertas afuera. Follábamos mucho y muy seguido, y pocas veces su leche acababa fuera de mi cuerpo… mi coño, mi boca o mi culito eran el albergue final de su esperma espeso y copioso como ninguno. Había visto muchas eyaculaciones en los videos porno, pero pocos superaban a las de mi padre en volumen, y claro tanto ir con el cántaro a la fuente que ocurrió lo esperado… Aún no había terminado 4º de la E.S.O cuando le dije a mi padre que estaba preñada. En mi padre hubo una mezcla de preocupación y regocijo, pero pronto se alegró tanto o más que yo… acabé el instituto y me inscribiría en otro cerca de su centro de trabajo para hacer bachiller hasta dar a luz teniéndome a tan solo unos minutos de él. Mantuvimos la impronta de nuestro amor y sacamos adelante mis estudios y al bebé fruto de nuestro amor… No sería el último, porque pronto me volvería a preñar del segundo antes de cumplir los 18. Acabé en un ciclo formativo de gestión y administración para trabajar a su lado y heredar el negocio que tanto esfuerzo le había costado mantener a flote.

                                                                                   FIN

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