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El viejo y el alquiler...

en Sexo con maduros

Que tal, soy Florencia, Flor para los amigos, y los atrevidos. Este es mi primer relato y espero poder hacer unos cuantos más, dado que tengo bastante material para explayarme. Mido 1.78mt, mis medidas son 100-65-100, pelo rubio furioso, rapado a los lados y la nuca, y corto sobre la cabeza, profundos ojos verdes, una mirada penetrante, y con unos labios gruesos y carnosos. Todo firme en su lugar gracias al gimnasio, y un par de piernas gruesas con unos muy buenos muslos, producto del entrenamiento. Vamos, con tacos soy una visión de otro mundo, y no me quieran ver con leggings.

A esta altura ya lo he asumido, soy una ninfomana, y bastante pervertida. He estado en toda clase de situaciones, con todo tipo de hombres, desde el guaperas hasta el que nunca se imagino estar con una mujer como yo, y he hecho de todo, desde lo más genérico y aburrido hasta lo más depravado y divertido. Siempre aprovechando (o buscando?) cualquier excusa que me ponga en esa situación donde tengo que entregarme, jugando un enfermo juego que me calienta hasta el infinito y hace que me entregue como la puta mas depravada que se pueda encontrar. Y a veces no puede ser de otra manera, dado que el morbo es lo que más me satisface, no solo el sexo, sino el cómo lo hago, con quien lo hago, porque lo hago.

En fin, vamos a contar algunas de mis aventuras y no en un orden en particular.

Por estos días andaba con 23 años recién cumplidos y había logrado emanciparme, viviendo por mi cuenta, con un trabajo estable e intentando estudiar algo. Salía con un chico, aunque él pensaba que éramos una suerte de pareja ya, pero la verdad es que no era para tanto, además tengo que confesar que la fidelidad no era mi fuerte, aun asi el me buscaba, así que no era mi culpa. Su nombre es Carlos, era un chico de bien, de familia acomodada, que incluso me había insinuado el mudarme con él, pero no con suficiente fuerza, ni siendo directo, asi que opte por irme a alquilar un departamentito por mi cuenta. Nos veiamos seguido, pero tambien tenia tiempo para mi misma y mis cosas.

Trabajaba en un gimnasio, era instructora ahi, ademas de que mi presencia servía para atraer gente, como he comentado, en leggings me veo bastante bien. De esta manera el dinero no era ningún problema, pero con respecto al alquiler ya me había atrasado un par de meses, y no era especialmente porque no me alcanzara el dinero.

Roberto era el dueño del departamento que alquilaba, era un tipo ya entrado en años, diría que tenía por encima de 50 fácil, panza cervecera, e intentaba por todos los medios el no perder el poco cabello que le quedaba, cosa que no podía iba a poder lograr hacer, pero era admirable (y chistoso) como se aferraba a esos pocos pelos que tenía. Estaba casado con una vieja fea que usualmente estaba dando vueltas por la casa de sus vecinas o familiares.

Pero que tenía este viejo asqueroso que había logrado hacer que no le pagara el alquiler durante unos cuantos meses? Pues como les dije, soy una cerda pervertida, y se cuando hay alguien como yo a mi alrededor. Recuerdo la primera vez que lo vi, yo, como siempre, iba vestida para provocar, como manda el Señor, una blusa que tal vez no era de mi talle, bien apretada a mi cuerpo, con los botones dando todo por mantenerla cerrada, salvo uno, dos o tres, ya ni se, de la parte superior, que quedaban libres para mostrar mi escote. Siguiendo mi costumbre, iba sin corpiño (sostén), ya que me gusta sentir mis tetas libres, apretándose contra la tela, y ese dia estaba algo fresco, por lo que mis pezones habían comenzado a empujar mi blusa levemente. Abajo tenía una falda bien corta, apenas cubriendo mis muslos, bien apretada, lo que hacía que se marcara mi culo perfectamente, y como no suelo llevar nada debajo, no había líneas de mi ropa interior que interfiriera en la curvatura de mi trasero. Un par de tacos completaron una imagen que parecía salida de una revista de modelos. Volviendo al tema, los ojos del viejo saltaron cuando me vieron, no se despegaron de mis tetas durante toda nuestra charla, haciendo que me caliente sobremanera, cosa que hacía crecer mis pezones que parecían querer romper la blusa. El viejo no perdía tiempo para mirarme con una expresión entre boba y pervertida, cosa que me pone loquita, deci que no me miraba a la cara sino hubiera visto mi cara de pervertida y ahí mismo me agarraba. La cuestión fue que ya no me importaba ir a buscar otro departamento, y termine alquilando ese. Me lo cruce al viejo un par de veces más, y como era de esperarse sus ojos me comieron viva al toque, ya que siempre ando vestida de infarto, aunque la verdad, con cualquier cosa que me ponga me veo bien. Asi que empece a maquinar mi plan, a darle forma a la situación en la que quería verme envuelta, y empecé a patear el pago del alquiler. Un mes, dos meses, ya ni se cuantos eran, siempre le daba excusas estúpidas al viejo, mostrando un escote aca, un jean ajustado allá, una faldita por aca, y zafaba, pero ya no podía seguir con este juego y el viejo quería su dinero. Así que un dia me cayo con que iría a juicio, con que no podia seguir asi, que tenia dinero y me hacía la tonta (bingo!), etc. Un dia me llamo a los gritos y le dije que lo arreglaria, que nos juntáramos para charlar y solucionar todo y después de un par de minutos acepto. Entonces decidimos vernos en su casa.

Ese dia me levante a full, no me hice mi paja mañanera, así que andaba a toda máquina. Me puse una tanguita diminuta. Arriba tenia un top que se sostenía con unas tiritas sobre mis hombros y tenía un escote infernal, atrapaba a mis tetas de forma perfecta, y estas, sin corpiño, se apretaban contra él, era una suerte de lucha, el top trataba de mantenerlas dentro, mis tetas de hacerlo explotar. Mis pezones ya estaban algo duros por la calentura que venía juntando, y sumaban a la imagen que quería dar. Abajo tenia unos shorts apretados, que apenas me cubrían el culo, y que se metía entre mis nalgas, dejando al descubierto la perfecta forma de mi trasero. Un par de zapatillas, mi carterita y un aire sport era el que emergió del conjunto… sumado al enorme erotismo que desprendía.

Así preparada me dispuse a partir, más de uno se desnuco para verme, y como era costumbre, en la calle me decían de todo, yo haciéndome la desinteresada seguía como si nada y me dispuse a tomar el colectivo para ir a la casa del viejo. Obviamente no le dije nada a mi pseudo novio, porque él se hubiera ofrecido a pagar el alquiler, o en último de los casos a acompañarme, dado que tenía automóvil, y me hubiera arruinado los planes. Además, el colectivo era algo que me encantaba, y más en primera mañana como era ahora, dado que solía venir lleno, lleno… justo como me gusta a mi.

Llegó el colectivo y subí, venía cargado, no tan lleno y me hice un lugar en el medio, restregando mi culo por aca y mis tetas por allá. Un par de paradas más tarde, el chofer ya no paraba de lo lleno que íbamos, transportados como ganado, como se suele decir. Yo estaba comprimida dentro del colectivo, con mis tetas apretadas contra la espalda de un caballero, que era más bajo que yo, y entre medio de mis nalgas sentía un bulto que estaba bastante duro, como era de esperarse por el vaivén al que se sometía por los movimientos del colectivo. No tardó mucho tiempo hasta que una mano acompañó el bulto. Una mano áspera, que comenzó tocando tímidamente, palpando mis nalgas por encima de mi pantaloncillo. Despues empezo a apretar mis nalgas, a acariciar, viendo que yo no hacía nada, sentía como ese bulto empujaba mas y mas, tirándome contra el que tenía delante, el cual se mantenía firme como soldado para sentir aún más mis tetas, el hombre no iba a moverse un centímetro para darme respiro, no señor, quería sentir esos pezones que comenzaban a endurecerse bien contra su espalda.

En un momento deje de sentir ese paquete entre mi cola, ya que fue reemplazado por esa manota que me manoseaba el culo, metiendo los dedos por entre medio de mis nalgas, recorriendo el canalillo de arriba a abajo, hasta llegar a mi conchita que palpitaba cuando el tipo la empezó a tocar por encima del pantaloncillo. Yo apretaba los dientes para no gemir ahí mismo mientras el cerdo que tenia atras me pajeaba despacio con una mano y me sobaba el culo con la otra, o tal vez era otro el que me sobaba el culo, dado que no se como podría mantenerse en pie si usaba sus dos manos. La cuestión es que estuvimos asi unos 5 minutos, yo con mi respiración agitada, mis pezones duros y mi conchita bastante húmeda, mientras me manoseaban descaradamente. Pero no todo dura para siempre y el colectivo llegó a una de esas paradas donde se descomprime la cosa y se bajó mucha gente, nunca supe quien me metió mano en el culo, pero tampoco me importaba, casi siempre era así. La cuestión es que me senté en uno de los asientos que quedaron libres el resto del viaje, con una calentura tremenda.

Llegue a mi destino y me diriji a la casa del viejo. Ahí golpee la puerta y espere a ser atendida. El viejo Roberto se asomó con una musculosa percudida y unos pantalones cortos, todo un espectáculo si querias causar repulsión a alguien, aunque supongo que había estado durmiendo hasta ese momento.

Los ojos del viejo saltaron cuando me vieron. Mis pezones deben haber sido un espectáculo ya que estaban durísimos por el manoseo en el colectivo, luchando por salir de mi top, mis tetas apretadas por el escote y el diminuto pantalón que se pegaba a mi cuerpo. Pude notar como comenzaba a crecer su paquete y sonreí para mi misma. Entonces me hizo pasar. Su mujer, como era de esperarse, no estaba en su casa, y una vez adentro no despego su mirada de mi cuerpo, recorriendolo de arriba abajo, mientras su paquete crecía y soltaba una suerte de chorradas de porque no le pagaba, que sabia que tenia dinero, que ya me había dado todo el tiempo que podía, y esto y lo otro.

Yo asentía y asentía, pero siempre tirando excusas baratas, dando a entender que no podía pagar en ese momento, hasta que llegamos al inevitable momento, yo de pie frente al viejo y el sentando su culo gordo en un gastado sillón.

-Pero me tenes que pagar, de una manera u otra, sino te vas a tener que ir, no podes seguir con esto ya…- su respiración era agitada, y parecía tener un tick en su ojo derecho.

-Vamos, Eduardo, usted sabe que le quiero pagar, pero es que ahora…- yo seguía con lo mio, ahi parada, delante del viejo, exponiendo mi cuerpo.

Entonces hizo su jugada, comenzó a acariciarse la verga por sobre el pantalón.

-No se que es lo que queres pendeja… pero desde que llegaste se me puso dura y ya no me importa nada… Vos me tenes que pagar, ya sea de una forma u otra, así que usa la imaginación, o mejor aun, usa otra cosa…

El viejo sonreía con una mueca espantosa de tener a su presa acorralada, todo un galán. Entonces mire hacia otro lado, tome mi top por debajo y lo subí, dejando que mis tetas salieran rebotando del mismo, todo un show para el viejo que veía cómo mis pezones subían y bajaban siguiendo el rebote. Entonces me acerque unos pasos y antes de que me diera cuenta tenía las manos del viejo apretando y amasando mis tetas. Tenía los ojos desorbitados, no creo que alguna vez haya visto de cerca un par de tetas como las mias, grandes, redondas, firmes y pesadas, mucho menos tocarlas, acariciarlas, pellizcarlas. Incluso se puso a jugar con mis pezones, apretandolos y tirandolos. Yo me mordía los labios y daba pequeños gemidos frente al manoseo del viejo morboso.

-Ah, mira vos… te gusta esto? ya venias con la intención, no?...- el viejo degustaba su momento de gloria.

-Claro que no… pero ya no se que hacer….

-A otro con ese cuento… he visto como te vestis, como caminas… sos bien trola, vos…

Sus palabras me calentaban mientras seguia manoseando mis tetas, pero eso no fue suficiente para él, dado que en unos segundos era su boca la que estaba degustando mis melones, chupando y mordisqueando, atrapando uno de mis pezones entre sus labios y succionando como un niño pequeño. El ruido del chupeteo era sonoro, mezclados con su respiración agitada y sus gruñidos. Yo seguía gimiendo despacio mientras sentía su boca chupar uno de mis pezones y una de sus manos apretar y pellizcar el otro, su otra mano estaba palpando y manoseando mi culo, al cual paraba para dejar que pudiera darse el gusto como era debido.

Pero eso no iba a ser suficiente para él, claro que no. Así fue como soltó mis tetas y se acomodo en el sillón, bajandose el pantalon, dejando al descubierto su verga tiesa ya, apuntando desafiante para arriba mientras palpitaba.

-Dale putita, pagame el alquiler con esa boquita hermosa que tenes…- dijo con una mueca de lujuria en su cara.

Sin mediar palabra me arrodille frente a él, y mirándolo a los ojos abrí mi boca y pase mi lengua por sobre el glande de su verga. Dio un respingo al sentir mi lengua sobre su mástil, la acaricie suavemente, recogiendo el líquido preseminal que salía de su punta. Despacito use mi lengua para acariciar su glande, el olor de su verga era fuerte, intenso e invadió mis fosas nasales de inmediato. Yo seguí acariciando ese mástil de carne con mi lengua, primero dando giros alrededor de su glande, para luego comenzar a lamer toda su longitud, desde la base hasta la punta. Después tomé con fuerza su verga con mi mano derecha mientras mis labios apretaban sus huevos peludos, chupandolos, succionandolos, saboreando su intenso dolor.

-La puta madre… asi, asi… si que sabes como hacerlo, pendeja de mierda…- decía entre gruñidos y gemidos.

Yo sentía su verga palpitar en la palma de mi mano y se la apretaba con fuerza, haciendo hincapié en la base de la misma para que no se viniera enseguida, mientras seguía chupándole los huevos. Entonces el viejo desesperado no dio más y me agarró del pelo, direccionando mi cabeza, haciendo que su verga presionara contra mis gruesos labios. Si decir nada abrí ampliamente mi boca y me metí la punta de su carne en la misma, la apreté con mis labios y la succione despacio. A todo esto mis ojos seguían mirando al viejo que disfrutaba de la vista mientras su cara se deformaba de placer.

Asi comence a succionar despacio el glande mientras él seguía agarrándome el pelo. No bajaba más allá porque estaba esperando su reacción, y no se hizo esperar, empujo hacia abajo mi cabeza, haciendome tragar mas de su verga. En ese momento saque mi lengua para que presionaba la parte inferior de su mástil, mientras me tragaba de a poco su carne, sintiendo como me llenaba la boca y se dirigía a mi garganta. Entonces me llegue a tragar todo, el viejo seguía presionando mi cabeza, mi nariz se encontraba entre su vello púbico y se llenaba con el intenso olor a sexo que desprendía su rabo. Me mantuvo ahí unos segundos, supongo que fue porque estaba en su límite y hacia todo lo posible para no terminar ahí mismo. Después de unos segundo me soltó el pelo y yo entendí el mensaje.

De forma lenta y sensual comencé a subir mi cabeza, acariciando su verga con la lengua, apretandola con los labios mientras dejaba que mi saliva la embadurnara completamente, mirándolo intensamente a los ojos. El gruñía y me miraba, hasta que llegue nuevamente a la punta de su mástil, entonces me sonrió y yo le devolví la sonrisa al tiempo que volvía a bajar.

Asi empece un ir y venir de arriba hacia abajo y viceversa, tragándome todo su mástil y volviendo a la punta, succionando y salivando como cerda, haciendo un ruido obsceno con mi boca, entre gemidos y succión, mientras mis labios apretaban ese rabo que no dejaba de palpitar entre los mismos. Mis movimientos empezaron despacio, pero a medida que pasaban los segundos se iban acelerando, junto a mi propia calentura que ya estaba por las nubes. Mi mano derecha mantenía firme su verga mientras ya mi cabeza subía y bajaba a un acelerado ritmo, chupando toda la extensión de su rabo.

-Dios… que bien la chupas… sos toda una experta… bien bien putita me salio la inquilina…

El viejo me miraba satisfecho mientras yo seguía mi labor bucal, entonces su verga comenzó a temblar entre mis labios. Mi cerebro me decía que debía desacelerar, que tenía que extender la mamada que tanto placer me estaba dando, pero mi lado morboso y pervertido no podía desacelerar, queria mas y mas, y segui chupando viciosamente, rápidamente, apretando la base de su verga con mi mano derecha, con la esperanza que de que esto extendiera su resistencia, cosa de que pudiera seguir saboreando esa vieja y venosa verga que estaba entre mis labios.

Pero eso era mucho pedir, dado que en menos de un minuto el viejo hizo una expresión rara y sentí el primer chorro de leche golpear  mi paladar. Eso me excito tremendamente y seguí con mi ritmo, apretando aun mas los labios. Los chorros se siguieron mientras seguía succionando rápidamente, al tiempo que me tragaba lo que salía de su rabo. Su sabor salado era exquisito y no paraba de chupar, incluso después de que el viejo hubiera lanzado el último chorro de su semen. Yo seguía mamando, mirándolo, aunque él ya no me miraba, tenía los ojos cerrados, disfrutando del momento, de esa putita hermosa que le hacía la mamada de su vida, de esa pendeja que nunca jamás se imaginó que alguna vez tendría arrodillada frente a él chupandole el rabo.

Yo seguí chupando mas y mas con la vana esperanza de que su verga se mantuviera dura y así la pudiera meter en mi conchita que ya se rebalsaba de mis jugos, pero no. Su rabo comenzó a ponerse blando entre mis labios, y no importaba cuánta presión y cuando entusiasmo le pusiera a la cosa, su flacidez terminó ganando, y el viejo paro mis movimientos agarrandome los pelos.

-Ya esta… ya esta… bien hecho, putita… la puta madre, que puta que sos… que bien la chupas, pero ya esta….

El viejo suspiraba e intentaba recuperar el aliento mientras su verga, ya medio flácida, salía de mi boca. Entonces me pare, yo tambien agitada, y me acomode el top.

-¿Entonces? - dije expectante.

-Terminamos por hoy… zafas por el momento, pero aun asi me tenes que pagar… de una u otra manera…

Maldije para mis adentros porque sabía que el viejo ya no daba más, y una insinuación a futuro no iba a bajar mi calentura.

Después de eso el viejo se subió los pantalones y me despidio, diciendome que otro dia seguiria cobrandose, y me dio una sonora nalgada antes de que saliera de su casa.

Y ahí quedé yo, deben haber sido las 8 y media o las 9, y yo con toda la calentura del mundo, respirando agitada, y dispuesta a que cualquiera me la metiera para que me sacara las ganas. Aun asi debia ir a trabajar, y Dios sabía que de alguna manera tenía que bajar los decibeles o iba a ser un largo y doloroso dia, pero… ¿como termina la cosa? Pues lo dejamos para otro momento, espero que esto les haya gustado.