miprimita.com

Mis vecinas de Puente Viejo. (Parte 3)

en Hetero: General

Tras aquello pasaron unos días sin verla, pues aquel mismo fin de semana, Maribel se la llevó a la casa que tiene en la playa su novio para ver si así se relajaban y sobre todo su madre descansaba un poco. Tres semanas después volvieron de sus vacaciones y entonces sí que nuestros contactos sexuales se tornaron periódicos con el consentimiento pleno de su hija Maribel que comprendió todo aquel paripé del fin de semana que para ellas significó un antes y un después entre madre e hija… Por mi parte confesé que pocas veces he disfrutado tanto como con Concha, y nunca ha sido nada tan morboso como cuando follaba con ella…, pues ver aquel cuerpo ajado pero bien conservado a su edad follando de tal manera, me estimulaba a más no poder. Maribel no lo entendió muy bien siendo yo un chico de tan solo 28 años como podía ponerme cachondo una mujer tan mayor que podría ser mi madre perfectamente, pero lo que a ella le importaba era la felicidad de su madre y se le veía muy feliz. Le confesé que nuestra relación me gustó mucho, pero que tanto con ella como con su madre solo se trataba de una relación amistosa sin mezclase con sentimientos…

-“Mira Maribel, siento una atracción inmensa hacia las mujeres mayores, desde bien pequeño…,” seguí narrando el recuerdo los pechos grandes caídos de mi madre, tías y mi abuela, también me ponía el fino vello de las axilas de mi tía abuela que asomaba por la manga corta de las camisas y las batas cruzadas porque también dejaban ver el color de los sujetadores y combinaciones de las señoras…una mujer que rondaba los 60 años por entonces…pelo corto tintado con algunas muestras de canas. Un culo bastante  grande y sin apenas barriga…, sus tetas un poco caídas pero aun bien redondas y voluminosas bamboleándose sin sujetador dentro de una  bata cruzada de verano, de esas bien finas que algunas veces se abría en el centro dejando ver la blanca piel de la parte interior de los muslos, algo que me excitaba de sobremanera a mis 16 o 17 años como cuando se agachaba y veía con mi mirada furtiva por el amplio escote como sus pechos colgaban y se balanceaban, sintiendo un inmenso deseo de abalanzarme sobre ella y tener esas tetazas en mis manos para chuparlas y meterme dentro de esa bata, perdiéndome en su interior, y averiguando lo que ocultaba debajo de bragas de color carne que alguna vez había llegado a entrever, hasta que un día me decidí a intentarlo y lo conseguí en una de esas fiestas de los sábados… música, baile y bingo casero. Ahora era diferente, ya era un adulto y sabía lo que me gustaba… o sea, todas las mujeres casi sin excepción.

Concha vivía en frente de mi casa nueva del molino a tan solo 50 metros, y aunque los primeros meses de conocernos era como mi segunda madre, al igual que mi otras vecinas que aún conservaban a sus maridos a su lado…, Concha siempre me llamaba para hacer algunos recados o arreglar alguna cosa sencilla que ella no sabía o no quería hacer. Se me olvidó decir que es divorciada desde hace 8 años y sus hijos viven fuera en suiza solo menos Maribel…, vienen en navidades o cuando tienen vacaciones… Bien su hija ya había dejado de vivir en la sierra con ella, ahora estaba sola y mi ayuda se incrementó sustancialmente, así que un día como cualquier otro me llamó para ayudarle con unas cajas que tenía que mover en el desván era un verano muy caluroso y eso fue después de comer, a lo que acepté encantado pues me excitaba mucho la ocasión de estar con ella a solas en un sitio oscuro y caluroso. Aquella inseguridad de la primera vez se había esfumado, teníamos mucha confianza y complicidad, pasábamos muchas horas juntos aunque no hablásemos nos comunicábamos mientras hacíamos cada unos sus tareas en la casa, el huerto o por la vereda del riachuelo que nos nutre de agua al azur y mueve la noria. La primera vez yo no estaba seguro, pero creía que ella debía de saber que la deseaba para dejase follar tal y como lo hizo en aquella ocasión…, en algún momento tendría que haberse fijado en como la miraba… Esa misma tarde, solo imaginarme allí con ella a solas en su trastero, me excitaba enormemente. Al llegar salió a abrirme con una de esas batas que llevan las abuelas siempre en verano para esta más frescas y cómodas…, una tela de licra fina con estampados de flores y rombos sin nada debajo, cuando digo sin nada es sin bragas ni sujetador…

-“Pasa hijo, ven al desván que tengo que mover unas cuantas cajas… es por aquí ven.”

Subí detrás de ella viendo el contoneo de su grande y contorneado, se acercaba una buena oportunidad. Como digo solo llevaba esa bata, pues traté de encontrar la marca de las bragas mientras subía pero no la encontré, confirmando que no llevaba nada que ocultase su coño. Era ahora o nunca, así que me decidí haciendo que tropezaba y echando las manos en sus caderas…, ella escuchó el barullo que hice al fingir mi tropiezo y solo indicó…

-“Ten cuidado agárrate con fuerza, no te caigas nene.”

Estaba empalmadísimo solo al sentir el tacto de su piel bajo la fina bata estampada, típica de mujer de su edad. Tanto que llegamos al rellano del desván, me acerqué un poco excusándome no saber hacia dónde dirigirme para que notase mi bulto entre sus nalgas de mujer madura. Sin sorpresa para mí, lejos de rehuir de mi tentativa contra ella, se movió hacia otras apretándose contra mi cuerpo diciendo…

-“Parece que te alegras de estar aquí conmigo, ¡¿O esta es una herramienta que pensabas podrías necesitar en mi trastero…?!”

Me echó mano a la entrepierna acariciando por encima del pantalón mientras proseguía diciendo…-“Menuda polla dura se te ha puesto hijo, ¡Es un buen cipote! ¡Ummm! ¡¿Todo eso es por mí?!”

Yo no sabía que decir, me quedé entre avergonzado y absorto hasta que asimilé lo que había escuchado y donde tenía la señora la mano derecha. –“Soy una vieja y creo que ya poco te puedo ofrecer, pero si tanto te pongo estoy dispuesta a que hagas lo que quieras. Conozco a los hombres bastante bien, he tenido unos cuantos entre mis piernas, pero de eso ya hace mucho tiempo, aún así sé lo que deseas… lo llevas escrito en tu mirada como todo macho que ha estado conmigo…”

Mi corazón se aceleró de repente y mi polla parecía que iba a explotar de un momento a otro, bajé mis manos despacio por encima de sus muslos…, ella permanecía inmóvil con mi rabo encajado entre sus grandes nalgas continuando con su monologo excitante…

-“Desde hace mucho tiempo sé que te debo insumisión, y no tengo por qué poner excusas para tenerte a mi lado y me hagas tuya las veces que desees. Debo asumir que soy vieja y no quiero que te largues de mi lado, porque una no es de piedra.”

Aquello era el grito bucanero de…“al abordaje”, aparté un poco y levanté su bata, estaba efectivamente sin bragas denotándose entre sus muslos una entrepierna de vulva mullida cuyos labios mayores plegaban sobre los internos haciendo sobresaltar a estos interiores en una doblez arrebujada de excitante sensación. Sin demora atraído como un imán pasé la mano por tan abultado montículo acanalado…, ella se abrió un poco de piernas invitando al intruso a jalar su pitanza por años sin ser reverenciada, admirada y seducida como era debido. La señora se agachó sutilmente delante de mis narices brindando el panorama de ese coño lleno de carne, tan frondoso como nunca antes había visto otro. El chumino veterano de esta dama era uno de esos tantos deseados por mis más anhelantes fantasías en las mujeres que a diario pasan por la calle… hembras anónimas y apasionantes en mi mala mente.

A tan corta distancia podía sentir un olor excitante de aroma femenino entre dulce y salado no muy fuerte que me volvió loco, provocó una sensación de impudor tal, que no pude evitar pasar mi lengua despacio… primero por encima de los pelitos cortos de su pubis, una cantidad solo presencial de su bien arreglado coño, después mi lengua abrió sus angostos pliegos de sus labios vaginales y lamió su interior rosado incandescente. Con mi corazón a mil me oía respirar profundamente el aroma que desprendía ese viejo conejo hambriento de rabo viril…, comencé a comer cada vez más deprisa ansiosamente, zampándomelo todo entero de arriba a abajo, abriéndolo y metiendo mis narices, oliendo y chupando con el ansia de un famélico ante tan suculento pedazo de molla en busca del secreto escondido entre sus plegaduras. Mi cara estaba empapada de la humedad de mi propia saliva mezclada con el aromático fluido que desprendía ahora ese coño. Mis manos magreaban sus blandas y suaves nalgas mientras ella no dejaba de moverse al ritmo que mi lengua pasaba por su clítoris una y otra vez… un apéndice digno de admirar por lo grande y duro que se encontraba en esos instantes…, lo mamaba entre mis labios, dándole contumaces lengüetazos que hacían gemir con timidez a la señora. Le intenté dar un buen castigos durante los más de cinco minutos que me comí su coño y tal esfuerzo tuvo su recompensa pues la dueña de tan exquisito chumino comenzó a convulsionar…, noté la fuerza de su mano en mi nuca atrayéndome hacia su coño…

-“¡Sigue, sigue no pares ahora!” reclamaba entre jadeos con palabras airosas casi imperceptibles al oído de un macho tan avivado y centrado en una tarea tan bucólica.

Arrecié mis lengüetazos metiendo un par de dedos en su estrecho orificio a la par que mi lengua aporreaba su pepitilla, acompañándolo con chupadas que terminaron por desencajar a la mujer en un orgasmo tan duradero que casi me asfixia al apretarme con toda su voluntad contra ella. Por fin conseguí respirar cuando Concha se relajó tras alcanzar el orgasmo mejor de su vida o al menos en os últimos 20 años… Miré alrededor, observando un catre cubierto por una gran frezada en un rincón del desván… -“¡Vamos a ponernos más cómodos!”

Desalojé la frezada y acto seguido me quité la ropa… mi polla estaba durísima y con los 19 cm de rabo que gasto pronto llamó la atención de Concha que no quitaba los ojos de ella sin atreverse decir lo que sin duda pensaba de ella. Me acosté sobre el colchón y ella imitándome se tumbo a mi lado. A esas alturas de la tarde unido a nuestro estupor, estábamos empapados de sudor…, ella comenzó a masturbarme lentamente con una sola mano, percibiendo que le faltaba mucho por cubrir…

-“Hijo mío me falta mucha mano para cubrir tu polla o te sobra mucha polla para mi mano,” dijo susurrarme al oído. “Pero ¡¿Te gusta cómo te lo hago, verdad?!”

-“Lo haces de maravilla.”

-“Y mi coño ¿Te ha gustado?”

-“Jamás me había comido un coño tan sabroso, y he comido unos cuantos…”

-“Cariño, tengo muchas ganas de sentir como entra dentro mi boca este pollón. ¡Yo sí que nunca he tenido un cipote de tamaña envergadura para mí!”

Y así comenzó a pasar lentamente su lengua por encima del glande lubricadísimo, mi polla goteaba de excitación…, entonces sin más demora ni aspavientos se engulló el glande abriendo denodadamente su boca mostrando la dentadura. No debía de ser la primera vez que mamaba una verga porque sus dientes no hicieron mella en mi hinchado capullo, notando solo la calidez de sus labios, su lengua y el paladar que excitaban cada terminación nerviosa extremada en sensibilidad. Comenzó a metérsela toda dentro de la boca cada vez más profundo, dilatando sus comisuras, semejante a un parto ¡Dios qué sensación! Nunca antes había sentido algo así, ella me miró dejando de mamar por un instante…

-“¡Yo también deseaba esto mucho! Por eso siempre te llamo para que me ayudes en esas pequeñas cosas, pero tenemos que tener cuidado.”

Continuó engullendo mi polla cada vez más deprisa, miraba para mi, se la pasaba por la cara, pasaba la lengua de arriba a abajo, engullía solo el glande y bajaba de nuevo con su lengua dejando un reguero de saliva hasta llegar a los huevos, que lengüeteaba con fortaleza y después se los engullía uno a uno como si de un caramelo se tratase…

-“¡Madre mía! ¡Qué pedazos de huevos te gastas hijo mío! ¡Cuánto tiempo sin una buena polla! Que ganas tenía de poder disfrutar de una verga tan hermosa para mi solita.”

Entonces se puso encima de mí con sus tetazas en mi cara, sus pezones de una aureola como un melocotón estaban duros y puntiagudos de tanta excitación… buscó la mejor posición sobre mi falo y con una mano agarró el cipote bajo el glande…

-“Esta polla cuando me la clavas entera me llega al estómago…”

Se colocó el capullo a punto de explotar en la entrada de su vagina, tras frotar mi ariete por toda su raja abriendo los labios carnosos plagados de pliegues exuberantes, cuando halló la bocana se dejo deslizar poco a poco, golpe a golpe de cintura hasta que sus enormes nalgas (pues ahora me parecían más grandes) toparon con mis muslos, alojando mis pelotas en la raja de su culo en un apretado abrazo entre sus cachetes…Y comenzó a subir y a bajar con bizarra fluidez para ser tan mayor, movía las caderas en círculos pequeños mientras chupaba sus colgantes tetas pidiéndome en esos pezones que mamaba como un bebé de teta, mordía y lamiaba en éxtasis, al tiempo de manosear su culo con fruición apretándola contra mí y tratando de meter más adentro todavía  mi rabo a punto de correrse. Aquel coño aguerrido forjado en mil batallas me tenía ensimismado al notar como mi cipote fluía entre las candentes paredes internas que ceñían todo el tronco, abrazándolo en un acogimiento caliginoso y húmedo sin parangón, exudando fluido vaginal blanquecino de tan profusa agitación de mi polla contra su coño tragón. Mi respiración se agitaba cada vez más tras más de diez minutos follándome a tan generosa dama a la que le habiéndole dado la vuelta, poniéndola a cuatro patas no ceja de entrar a tope haciéndole sentir mis huevos golpeando su coño una vez tras otra, para luego salir dejando el capullo dentro en un simpas unos segundos y de vuelta a las profundidades de su útero…

-“Hijo, tu polla está llegando donde nunca ha estado ningún otro hombre, ¡Me has desvirgado mi vagina profunda con ese pedazo de pollón! A mis 62 años y desvirgada…”

Decía ella con las tetas arrastrando sobre el colchón viendo desde su posición como la amarraba del culo y cadera abriéndole las nalgas por donde desfilaba mi verga entrando y saliendo como un pistón bien lubricado…

-“¡Fóllame, fóllame fuerte hasta los huevos! Quiero notar cómo me golpean esos fornidos cojones mientras te Follas a esta vieja solitaria.” Yo la hincaba con más potencia alentada por sus súplicas. “¡Lléname de leche espesa! ¡Lléname de vida! ¡Qué lástima que tu esperma no me pueda PREÑAR ya… que me pudieras hacer una buena panza…! ¡Fóllate bien a esta vieja que se encuentra tan sola y falta de macho! ¡Eres un cabrón! Me has quitado las telarañas del fondo de mi útero…, y así escuchando a ella pedir mi lefa…

-“Te voy a llenar el coño con unos buenos chorretones de leche…, la tengo a punto de ebullición.”

-“Sí lléname el chumino de semen ¡Alimenta mi coño sediento! hace más de 15 años que no prueba un trago de lefa ¡Córrete dentro de mí hijo mío… dame toda tu leche! ¡Preña a esta vieja!

Sabía que no la iba a preñar, pero solo que ella me lo propusiese me enervó al punto de asirla fuertemente del culo, y clavarla a fondo en el mismo momento que percibí como me subía el calambrazo que abrió las compuertas de mis huevos, percibiendo como fluía por mi polla hasta el glande la leche saliendo en decisivos aldabonazos. En esos momentos la había girado volteando su cuerpo con mi polla insertada, para dejarla acostada sobre su espalda y yo sobre ella empalándola hasta el fondo cuando terminé corriéndome dentro de ella y chupando esas tetas para comerle la boca en el mismo instante que eyaculaba en su fondo uterino, dentro del mismo cuello que conducía a su matriz despojada de fertilidad, pero ávida de mi semilla. Con toda la verga enterrada hasta las pelotas, solo con un leve vaivén para ir soltando chorro tras chorro de esperma en su cavidad vaginal…, debieron de ser al menos seis o siete chorros de espesa lefa la que quedó depositada en su fondo uterino. El casi medio minuto de eyaculación, fue uno de los momentos más álgidos de mi vida, ¡Todo un placer inconmensurable! Sintiendo como fluía mi semen dentro de una mujer que podría ser mi propia madre, recibiendo mi semilla completamente sumisa al macho que la estaba inseminando concienzudamente. Este debe ser el mejor y único instante de la vida de un hombre que debe sentirse poderoso y superior a la hembra. Para prolongar el placer, quedé unos segundos sobre ella con toda la polla clavada asegurando una total inseminación y disfrutando de su calidez y aroma natural a fémina en celo.

Tras un largo descanso, ayudé a colocar las cajas desordenadas por el suelo, dejando el trastero ordenado y accesible sin estorbos… ella me dijo con toda sobriedad sensual…

-“A partir de ahora te voy a llamar más a menudo porque he decidido ordenar un poco mejor este desván… tengo unas estanterías para ver si tú me las puedes montar cuando te venga bien. Te daré lo que me pidas…”

-“A mí no me importa venir las veces que me necesites, si me invitas a un té con galletas caseras que tú haces.”

-“Eso está hecho en cinco minutos.”

Nos pusimos a charlar en la mesa de la cocina mientras disfrutábamos del regusto del aquel polvo y de la deliciosa sobremesa hasta bien entrada la tarde cuando me marché a casa… Los días en aquel paraje pasaban tranquilos, nunca tuve tanta felicidad y relajación con todo lo necesario en mi vida a mi disposición… trabajo bien remunerado, tranquilidad, un paisaje envidiable que me llenaba de gozo cada mañana al despertarme, mi sexualidad cubierta por una hembra sumisa y complaciente al 100% y unos vecinos plenamente solidarios formando una piña inquebrantable, aguerridos y echados para adelante pese a su avanzada edad… No podía pedir más con todas mis necesidades cubiertas. En ese estado de cosas mi creatividad se disparaba escribiendo más que nunca. Allí todos sabían que Concha y yo follábamos… nos trataban como una pareja de hecho sin prejuicios maliciosos, hasta que poco a poco fueron desapareciendo quedando solo nosotros dos, pero Concha también se marchó con su hija y finalmente, tras cinco años de impagable felicidad. Mi relación con Fátima no duró más que el curso que coincidimos en el instituto, se marchó y no volví a saber de ella en el curso siguiente, era interina pero pensé que volveríamos a coincidir… así sin Concha y ahora sin Fátima, quedé bastante descolocado. Tras unos consejos de un buen compañero y amigo tomé la decisión de marchar a la casa rural que me aconsejó sin darme muchas explicaciones. Pese a tener un precio elevado me vendría muy bien para como estaban mis ánimos, y acertó… las aventuras que transcendieron en los pocos días que allí estuve los reflejo en mi relato “En un hotel rural”. Además me ayudo a reinventar el paraje de “Puente Viejo” un lugar de albergue rural. Con las muertes e migraciones de mis vecinos me quedé con las propiedades compradas a los herederos, y una vez convertidas las casas familiares en turísticas, se me abrió un nuevo mundo de aventuras sexuales multiplicadas por diez con los clientes que venían y se marchaban completamente satisfechos. Pero son otras historias que algún día contaré como ocurrieron.

Continúa"En un hotel rural"...

Mas de TrovoDecimo

Mi esposa desea un HMH con su hijo

La edad de la inocencia

El chico del jardín

Disfrutando del caldo caliente de las abuelas.

El calor de Candela

Mi hermana Teresa

Conociendo a mis suegros

Ayudando a mi Hijo

Mi Padre

La empleada del Sex-Shop

¡Te tienes que follar a mi madre!

La noble perversión de mi esposo

Mi hijo me quitó las...

La viuda alegre. Mi madre

Mis días de perros

El Grado superior

Gym Unisex

Resarcimiento Familiar. Epilogo

Una cena familiar

La culpa... un Gen recesivo afín

El hombre de la casa

La Chica de la Curva

Descubrí a la Zorra de mi Madre. 2ª parte

Descubrí a la Zorra de mi Madre. 4ª parte

Descubrí a la Zorra de mi Madre. 3ª parte

Deseo aprender con mamá… el final.

Deseo aprender con mamá… el inicio.

En mi etapa de profesor uterino... 3ª parte

En mi etapa de profesor uterino...

En mi etapa de profesor uterino... 2ª parte

Purificación. El error de una joven adultera

Purificación. El despecho de una joven adultera

Una putita de vergas maduras. 5ª parte

Una putita de vergas maduras. 4ª parte

Una putita de vergas maduras. 3ª parte

Una putita de vergas maduras. 2ª parte

Una putita de vergas maduras

Reventando a Doña Carmina

Reventando a Doña Carmina. 4ª parte

Reventando a Doña Carmina. 5ª parte

Reventando a Doña Carmina. 3ª parte

Reventando a Doña Carmina. 2ª parte

Una vida fuera de lo común... 3ª parte

Una vida fuera de lo común... 2ª parte

Una vida fuera de lo común...

El gran verano con mamá...

Madres Prematuras. (4ª Parte)

Madres Prematuras. (3ª Parte)

Madre Prematuras. (2ª Parte)

Madres Prematuras

De beata a infiel haciéndome un Belén (2ª Parte)

De beata a infiel haciéndome un Belén (3ª Parte)

De beata a infiel haciéndome un Belén

El día de la Madre (Parte 2)

El día de la Madre (Parte 3)

El día de la Madre

La insospechada carestía de Mamá (Parte 3)

La insospechada carestía de Mamá (Parte 2)

La insospechada carencia de Mamá.

En un hospedaje rural.

En un hospedaje rural. (Parte 2)

Mis vecinas de Puente Viejo.

Mis vecinas de Puente Viejo. (Parte 2)

Una jovencita con necesidad de atención. (Parte 5)

Una jovencita con necesidad de atención

Una jovencita con necesidad de atención. (Parte 4)

Una jovencita con necesidad de atención. (Parte 3)

Una jovencita con necesidad de atención. (Parte 2)

Las clases particulares de Mónica

Ardientes Musas que me inspiran. (Parte 3)

Ardientes Musas que me inspiran. (Parte 2)

Ardientes Musas que me inspiran.

El remedio de papá.

Mis profes favoritos y Papá. (Parte 2)

Mis profes favoritos y Papá. (Parte 3)

Mis profes favoritos y Papá.

Mis profes favoritos y Papá. (Parte 4)

La Tentación vive en casa.

La Tentación vive en casa. (Parte 2)

La Tentación vive en casa. (Parte 3)

Mi hermana Teresa. (Parte 2)

Mi hermana Teresa.

La hija de mi pareja.

Combatimos el calor sin ropa. Madre

Combatimos el calor sin ropa. Hijo

La hija de mi pareja. (Parte 2)

Conexión con mi hijo en Shanghái.

Como un domingo cualquiera con papá. (Parte 4)

Como un domingo cualquiera con papá. (Parte 5)

Como un domingo cualquiera con papá. (Parte 3)

Como un domingo cualquiera con papá. (Parte 2)

Como un domingo cualquiera con papá.

La lasciva vida de una maestra de escuela.3

La lasciva vida de una maestra de escuela

La lasciva vida de una maestra de escuela. 2

La lasciva vida de una maestra de escuela. 4

Las secuelas del Chalet nudista. (Parte 2)

Las secuelas del Chalet nudista. (Parte 3)

Las secuelas del Chalet nudista.

El chalet nudista. (Parte 2)

El chalet nudista. (Parte 3)

El chalet nudista.

El remedio de papá. (Parte 4)

El remedio de papá. (Parte 2)

El remedio de papá. (Parte 3)

La semilla del abuelo Fernando. (Parte 5)

La semilla del abuelo Fernando. (Parte 8)

La semilla del abuelo Fernando. (Parte 7)

La semilla del abuelo Fernando. (Parte 6)

La semilla del abuelo Fernando

La semilla del abuelo Fernando. (Parte 4)

La semilla del abuelo Fernando. (Parte 2)

La semilla del abuelo Fernando. (Parte 3)

Mis traviesas vecinas. (Parte 3)

Mis traviesas vecinas. (Parte 2)

Mis traviesas vecinas

Vacaciones en el Camping

Vacaciones en el Camping. (Parte 3)

Vacaciones en el Camping. (Parte 2)

De vuelta a casa del camping. (Parte 2)

De vuelta a casa del camping

De vuelta a casa del camping. (Parte 3)

Mi platero y Yo

El emprendedor. (Parte 2)

El emprendedor

El emprendedor. (Parte 4)

El emprendedor. (Parte 5)

El emprendedor. (Parte 3)

Alicia y el abuelito

Alicia y el abuelito. (Parte 3)

Alicia y el abuelito. (Parte 4)

Alicia y el abuelito. (Parte 2)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 5)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 1)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 4)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 3)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 2)

De cómo me preñaron de mis dos hijos. (Parte 3)

De cómo me preñaron de mis dos hijos. (Parte 2)

La prima de riesgo. (Parte 2)

De cómo me preñaron de mis dos hijos. (Parte 1)

La prima de riesgo. (Parte 4)

La prima de riesgo. (Parte 1)

La prima de riesgo. (Parte 3)

Todo queda en casa

Volviendo a sus orígenes. Parte 5

Volviendo a sus orígenes. Parte 2

Volviendo a sus orígenes. Parte 3

Volviendo a sus orígenes. Parte 4

Volviendo a los orígenes. Parte 1