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Producción de Fotos (relato de Andrea)

en Lésbicos

Este relato no es mío. Lo encontré hace años en la web, cuando recién empezaba a descubrir mi pasión por el sexfight. Está firmado por una tal Andrea, a quien le envié varios mails, pero nunca pude contactar. De cualquier manera, quería compartirlo. Que lo disfruten!

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Mi nombre es Paola. Vivo en Asunción (Paraguay) y soy modelo profesional desde los 15 años. Ahora tengo 30, cabello rubio hasta la espalda, y un cuerpo tan bien cuidado que muchas adolescentes me envidian. Hace un año aproximadamente que puse una agencia de modelos, con la cual me va muy bien gracias a Dios. Y digo gracias a Dios no sólo porque económicamente fue satisfactorio, sino también porque tuve una experiencia tan fascinante como excitante. Resulta que hasta hace unos meses trabajaba en mi agencia una chica de nombre Mariana. Tiene mi mismo tipo. Alta, rubia, de cabellos rubios hasta la espalda igual que yo. Sus pechos de excelentes formas, igual que sus piernas y su trasero. Debido al parecido físico de ambas, el fotógrafo que trabaja para mi agencia se le ocurrió hacer una producción de fotos con nosotras dos vistiendo los Hot-jeans que tanto prometía para el verano. Las fotos iban a ser en la playa, e iban a usarse para publicitar a la agencia. Después surgió la idea de que aparte de los Hot-jeans, hiciéramos también un desnudo en la orilla del río (en Paraguay no hay mar). Se lo propuse a Mariana, explicándole detalladamente la idea de las fotos y me dijo que no tenía problemas. Obviamente se le iba a pagar muy bien. El día llegó y la sesión de fotos comenzó a la 5 de la tarde, cosa de aprovechar el tipo de iluminación que da el sol a esa hora. Yo llevaba puesto un corpiño rojo y ella negro. Las dos teníamos unos Hot-jeans pescadores que lucían nuestros muslos desnudos y sin nada abajo, lo que hacía que nos viéramos más sensuales. Ambas estábamos descalzas. La sesión comenzó con éxito. Las dos nos encontrábamos inspiradas, y eso facilitaba el trabajo del fotógrafo. Pero cuando llegó la hora de quitarnos la ropa para hacer los desnudos, Mariana comenzó a hacer problemas.

 

- "No, cambié de idea". Dijo. "No quiero que me tomen fotos sin ropas". Me enojé. Habíamos quedado en algo y ahora ella se echaba para atrás. La reté, le dije que era una irresponsable porque no quería cumplir lo pactado. Entonces se mostró muy petulante, y cruzándose de brazos dijo:

- "Saben qué...., voy a dar una vuelta. No estoy de humor para explicarlo de nuevo. Cuando vuelva podemos seguir con las fotos con esta ropa".

Dicho esto se alejó caminando hacia el muelle que no estaba lejos. El fotógrafo me miró serio y me dijo:

-"Esta está loca. Nos cagó la producción"

Le dije que no se preocupara.

-"Dame unos minutos que la voy hacer cambiar de idea"

La seguí, y cuando ella se dio cuenta comenzó a acelerar el paso. Por suerte no había nadie en la playa, sobre todo cerca del muelle. Rápidamente la alcancé y la tomé del brazo.

- ¿Me quieres decir qué mierda te pasa..? - Le dije.

- Nada. No quiero hacer el desnudo, me arrepentí y tu no me harás cambiar de idea.

Los últimos rayos de luz le acariciaban el cuerpo y una suave brisa le levantaba los cabellos. Estaba hermosa, como nunca la había visto. Atrás, las aguas del río Paraguay llegaban a la orilla y golpeaban murmurantes los postes que sostenían el muelle.

- Camina para allá y sácate la ropa o te la saco yo. No me hagas enojar. No puedes ser tan pendeja.

- No lo voy a hacer. ¿O no entendiste? ­ Contestó cruzándose brazos y con aires soberbios.

Me puso furiosa y no pude evitar darle una violenta cachetada. Mariana quedó sorprendida y me miraba sosteniéndose la mejilla golpeada con su mano derecha.

- ¡Ahora vamos a hacer las fotos...! Le ordené.

Entonces sucedió lo que menos me imaginaba. Se lanzó sobre mí y me tomó de los cabellos. La quise parar y también enredé mis manos en sus cabellos. Forcejeamos unos minutos y caímos a la arena. Comenzamos entonces a rodar intentando subir la una sobre la otra. El fotógrafo y la gente de la producción se habían alejado a descansar y ni se percataron de lo que estaba sucediendo. No había nadie cerca y estábamos solas. Rodamos abrazadas enredando las piernas hasta llegar muy cerca del agua. No decíamos nada, solo respirábamos fuerte buscando inmovilizarnos. Yo estaba peleando para imponer mi autoridad y ella por capricho. En un momento, Mariana logró sentarse sobre mi barriga. Comenzó entonces a darme fuertes cachetadas. Una y otra vez. ¡Sí, que fue doloroso...!! Si perdía la pelea perdería el mi liderazgo con las otras chicas. Por suerte la pude tumbar a un costado. Nos abrazamos y volvimos a rodar hasta entrar en el agua. Estaba fría, pero no nos importó. Nos separamos, y nos pusimos de pie. Estudiamos nuestros cuerpos detenidamente. Ahora Mariana estaba más hermosa. Tenía un gesto salvaje en el rostro y respiraba con agitación asemejándose a la gladiadora más sexy del mundo. El agua nos llegaba hasta las rodillas. Nos abrazamos desesperadas y nos dejamos caer. Continuamos la lucha bajo el agua y salimos enseguida en busca de aire. Continuamos abrazadas, sin poder soltarnos. Nuevamente nos dejamos caer. Mariana aprovechó y tras liberarse de mí, intentó escapar hacia la orilla. Cuando el agua le llegaba a los tobillos la detuve sosteniéndola de la cintura y derribándola sobre la arena mojada. Subí sobre ella y apreté mi cuerpo muy fuerte sobre el suyo. Rodamos una y otra vez con los pechos oprimidos y nuevamente pude subir sobre ella. Le di dos fuertes cachetadas que la aturdieron y le desprendí el botón de los jeans.

- Te dije que te sacaras la ropa o lo hacía yo. - Le dije. Prácticamente la tenía dominada y no se resistió. Dejó que le quitara los pantalones casi con agrado. Luego le arrebaté de un manotazo el corpiño. Tuve entonces una extraña sensación. Le toqué los pechos suavemente y ella no dijo nada. Movida casi por instinto, y tomándole el rostro con las dos manos, la besé en la boca. Ella aceptó con agrado y me abrazó fuerte. Desprendió mi corpiño, y acarició mi espalda. Me acosté sobre su cuerpo, apreté mis senos con los de ella, y continué besándola. Empezamos a rodar sin dejar que nuestros labios se separen y nuestras lenguas se enreden. Frenamos unos minutos, y Mariana subió sobre mí. Desprendió el botón de mis jeans y me los empezó a bajar. La dejé y la ayudé. Unos segundos más ambas quedamos completamente desnudas. Luego volvimos a besarnos y rodar por la arena mojada. Entramos al agua girando una sobre otra. Nos separamos y Mariana comenzó a internarse en el río. La seguí. Quería probar más de su cuerpo. Cuando el agua nos llegó a la cintura nos abrazamos y nos besamos nuevamente. Largo, sin preocuparnos del tiempo. Mariana me dio la espalda. Yo la abracé por atrás y le toqué los senos. Sus pezones estaban parados y duros. Luego se volteó y me comenzó a tocarme los pechos. Me los lamió unos minutos, luego se separó. Seguramente recordó que eso era una pelea y me dio una violenta bofetada. Le contesté de la misma manera. Nos tomamos de los pelos y forcejeamos hasta dejarnos caer al agua. Nos sumergimos y luchamos bajo ella. Salimos abrazadas a tomar aire y repetimos la maniobra. Me soltó y comenzó otra vez a huir hacia la orilla. Pero apenas llegó, la detuve abrazándole la cintura y cayendo juntas sobre la playa. Nos abrazamos y rodamos un buen rato hasta que nuestros cuerpos quedaron cubiertos de arena húmeda. Finalmente logré sentarme sobre su barriga y le aprisioné sus brazos con mis rodillas. La tenía completamente inmovilizada y le exigí que se rinda. Cuando se negó, apoyé firmemente mi vulva en su mentón al mismo tiempo que la abofeteaba. Entonces me dijo:

- "Está bien, me rindo".

Me sentí inmensamente feliz por mi triunfo y sin soltarle las muñecas me incliné hasta que mis pechos bajaron hacia ella. Mariana tenía sus ojos muy abiertos y sus labios recogieron alternativamente cada pezón lamiéndolos hasta endurecerlos. Me había excitado y corriéndome hacia delante, suavemente apoye mi sexo en su boca. Entonces vino lo mejor. Mariana protestó pero ante mi firmeza, su lengua apartó mis vellos y comenzó a lamer delicadamente mi clítoris. Fue su mudo reconocimiento a su derrota, reconociéndome como la mejor. Mientras mis jugos fluían libremente, ella lamía mi sexo de manera obediente. Cerré los ojos y me dispuse a gozar mientras me chupaba con ganas hasta el punto de hacerme gemir de placer. No recuerdo exactamente el tiempo que pasó hasta que la oscuridad de la noche nos envolvió. Cuando me cansé de gozar me levanté, entonces comprobé que la orgullosa Mariana se había convertido en una niña indefensa y sumisa. Yo había "domado gatas" más feroces que ella y Mariana no sería la excepción. Me sentía feliz, nos vestimos y fuimos a buscar al equipo de producción.

- ¿Sabes algo Paola...? - Me dijo mientras caminábamos.

- "Creo que voy a hacer el desnudo..."

 

Me reí y la abracé. Pero obviamente tuvimos que esperar hasta el día siguiente. Cosas del modelaje supongo.

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Cruzando guantes - Capítulo 24

Cruzando guantes - Capítulo 23

Cruzando guantes - Capítulo 22

Cruzando guantes - Capítulo 21

Cruzando guantes - Capítulo 20

Cruzando guantes - Capítulo 19

Cruzando guantes - Capítulo 18

Cruzando guantes - Capítulo 17

Cruzando guantes - Capítulo 16

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