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Camino de la playa

en Voyerismo

Para acceder a la playa nudista donde suelo acudir existen dos caminos: el "fácil" -y más popular-, desde la playa del pueblo, a lo largo del paseo marítimo y la costa; y el "díficil", por la carretera hasta un pequeño aparcamiento encima de la playa, y bajando a la misma por un verdadero "camino de cabras" -no muy largo, aproximadamente un kilómetro-, pero muy estrecho y empinado. Obviamente, éste último es el menos utilizado.

Un día, decidí bajar por el camino "dificil" por una sencilla razón: al ser mucho menos transitado, podía ir por él completamente desnudo. Así que, dicho y hecho: cargé el coche con las cosas de playa (sombrilla, una bolsa con comida y bebida, y una pequeña mochila con la toalla), y conduje hasta el aparcamiento. Una vez ahí me quité la ropa (en verano sólo visto una camiseta larga y/o un pareo atado a la cintura; pero sin usar absolutamente nada debajo), saqué los trastos del coche, metí la ropa en el maletero y, ya completamente desnudo (excepto por las zapatillas, las gafas de sol y un sombrero), inicié el camino hacia la playa.

Como me imaginaba, sólo me cruzé con un par de parejas, que apenas me miraron. Hasta que, más o menos a mitad de camino, me topé con ellas...

Como he dicho anteriormente, el sendero en cuestión es muy estrecho y empinado y, además, está lleno de maleza en los laterales:  zarzas, matorrales, cañizos... De modo que, tras una revuelta, me "dí de bruzes" -literalmente- con un par de mujeres mayores.

- ¡Perdón!

- ¡Perdón!... ¡Qué sobresalto!... ¿Bajas a la playa?, me preguntó una de ellas.

- Es obvio, comentó su compañera con una risita, además de cargar con una sombrilla, vá en pelota picada.

Chico... ¿Dónde está tu ropa?, ¿no te da corte andar desnudo por el mundo?...

- La ropa la he dejado arriba, en el coche -contesté-. Y, en cuanto a la desnudez, me gusta ir desnudo, me gusta que me vean así -soy un poco exhibicionista- y, de todas formas, ¿no me van a ver exactamente lo mismo abajo, en la playa?

- Hmmm... En eso te doy la razón, anuque creo que hay que ser muy atrevido para hacer lo que estás haciendo.

Así que este camino acaba en un aparcamiento... ¿Desde allí hay alguna forma de llegar al pueblo, un autobús, por ejemplo?

- No, sólo la carretera. Tendríais que hacer autoestop, o ir andando.

- ¡Pues vaya negocio!... Todo éste esfuerzo... ¡para nada!

- Bueno... Contesté, teneís la posibilidad de volver a bajar a la playa y regresar por el paseo marítimo... O pasar el día conmigo, y luego llevaros yo en coche. Se miraron la una a la otra y, tras una sonrisa contestaron: ¡Aceptamos! Además, no siempre se puede pasar un día con un chico desnudo.

Nos pusimos en camino hacia la playa y, unos minutos más tarde, una de ellas me preguntó:

- Me he estado fijando... Llevas el capullo descubierto... ¿Estás operado?

- Si,efectivamente -respondí-, estoy circuncindado.

- ¡Qué interesante! Nunca había visto a un hombre así, en la "vida real", me refiero. Sólo en las películas.

- Bueno... La mayor parte de ellas son americanas. Y allí la circuncisión es mucho más común que aquí.

- También me he fijado que estás depilado. ¿Cómo te lo haces, con cuchilla?

- No, con cuchilla no. Me depilan toda la zona íntima: pene, testículos, pubis, zona perianal y nalgas, con cera.

- ¡¡¡Con cera!!! Eso debe doler "un huevo", valga la redundancia.

- ¡Bah!... No es nada, sólo duele al principio. El primer millón de veces.

- Pues a mi me gusta, comentó. Queda muy limpio, se te ve toda la polla, y la piel debe resultar muy suave y agradable al tacto.

- Podéis probar a tocarme... Si queréis.

Nos paramos, y ellas empezaron a acariciarme ligeramente el culo y el pubis. Entre lo morboso de la situación (ahí estaba yo, completamente desnudo, en compañía de dos mujeres mayores desconocidas y vestidas, en un lugar público), además del tacto de sus manos. Todo ello hizo que empezara a excitarme y a tener una fuerte erección. Ellas, evidentemente, lo notaron y, entre risitas y comentarios, comenzaron a acariciarme también los testículos y el pene.

- ¡Mira cómo se le está poniendo! ¡Como en las películas!... Rieron

Yo estaba cada vez más hinchado y erecto. Con cada breve roce (con sus manos, con sus piernas, con sus cuerpos), mi pene daba una sacudida. Mi glande estaba totalmente turgente y amoratado.

- ¡Tengo que hacerte una foto! Dijo una de ellas. Se apartó, sacó el móvil del bolso, y empezó a fotografiarme, mientras su amiga me acariciaba y masturbaba.

Los tres estábamos cada vez más excitados. Yo había comenzado a besar y acariciar a su compañera: sus pechos, por encima de la camiseta de tirantes y el sujetador; las nalgas -al principio sobre la falda y, luego, diréctamente, sobre las bragas-; las piernas, sus muslos desnudos (además de la camiseta vestía una minifalda vaquera); y su sexo sobre las, cada vez más húmedas, bragas.

Apretábamos el cuerpo del uno contra el del otro. Con lo cual mi miembro rozaba con su vientre, sus nalgas, su sexo... Mientras su compañera no dejaba de grabarnos y fotografiarnos. También ella había comenzado a acariciarse.

Todo mi cuerpo temblaba de deseo.

Un momento después la mujer se arrodilló y empezó a lamerme y chuparme el miembro.

- No te quedes ahí -le espetó a su amiga-. Ven también a chupar... ¡Que se nota que lo estás deseando!

Su amiga obedeció, dejó el móvil, se arrodilló y también comenzó a lamerme. Pero no sólo el pene y testículos. Se colocó detrás de mi, me abrió las nalgas, y empezó a lamerme el ano. Yo nunca había sentido nada así. Había perdido el control de mi cuerpo, respiraba, gemía y suspiraba con fuerza. Me estremecía de placer -sobre todo cuando, después de lamerme el ano- la mujer comenzó a sodomizarme con sus dedos.

- Te gusta, ¿eh? Me susurró al oído. ¡Lástima de no tener un consolador a mano!

- ¡No aguanto más! Dijo su compañera. Se puso de pie, se levantó la falda y, apartando a un lado las bragas, se introdujo mi duro miembro en su vagina empapada y caliente.

Era increible. ¡Estar totalmente desnudo en mitad de un camino público. Follando a una mujer vestida, mientras otra me besaba, me chupaba y me metía el dedo en el culo!...

¡Y la vista de mi púbis depilado, chocando contra el suyo, cubierto de una espesa mata de pelo!...

Estaba tan excitado que, unos pocos segundos después de que ella tuviera un orgasmo, noté que iba a correrme. Saqué mi polla de su vagina y eyaculé como nunca.

¡Y vaya corrida! Mi pene, empapado y goteando fluido vaginal, empezó a sufrir unas fuertes sacudidas, a la vez que mi vientre y nalgas se contraían espasmódicamente, y lanzé un fuerte chorro de semen, que cayó en las matas cercanas. Fue la corrida más fuerte y salvaje de mi vida.

- No te preocupes, le dije a ella. No te voy a dejar con las ganas...

Con mi pene todavía goteando y palpitando, me arrodillé frente a ella y comenzé a comerle el coño: los labios vaginales, el clítoris... Además, le metí el dedo y comenzé a acariciarle el punto G (eso lo había aprendido de mi "ex"). Ella empezó a gemir y extremecerse, aprebaba mi cabeza contra su sexo, se frotaba contra mi... No paré hasta que le llegó el primer orgasmo y, tras él, continué sin detenerme hasta el segundo, el tercero... y hasta que me apartó empapada y exhausta.

Entretanto, su amiga. Después de haber grabado la acción, había vuelto a chuparme el miembro y el ano, mientras yo le hacía el cunnilingus a su compañera. De modo que yo estaba de nuevo erecto y excitado. Así que ahora le tocaba su turno.

También empezé a besarla y acariciar su cuerpo por encima de la ropa. Ella vestía una camiseta y el sujetador sobre sus grandes pechos, y unos shorts cortos que dejaban al aire sus muslos. Era enormemente morboso y exitante ver mi cuerpo desnudo contra el suyo vestido. Sentir el contacto de mi turgente miembro con su vientre, sus muslos, las nalgas y el sexo (cubiertos por el pantalón y las bragas). Todo ello me estaba enloqueciendo nuevamente de deseo.

Igual que a su amiga, le abrí el short, y le metí mano debajo de las bragas, acariciando su húmedo sexo y jugando con su clítoris. También a ella le introduje el dedo, y le comencé a masajearla el punto G, hasta provocarla varios orgasmos consecutivos. Mientras, su amiga nos grababa con el móvil.

Ya no podía contenerme más. Otra vez mi pene se estremecía y sacudía por el deseo, mi glande estaba de nuevo turgente y morado. Le bajé los shorts y, sin quitarla las bragas, comencé a penetrarla.

Ésta vez aguante mucho más tiempo. Aunque estaba fuertemente excitado, no en vano acababa de experimentar una corrida salvaje hacía breves minutos. Ambos gemíamos de placer. Su amiga dejó el móvil, me ayudó a sujetarle la pierna en alto (al igual que con ella, estábamos fornicando de pie) y, como había hecho su amiga anteriormente, comenzó a besarme y a meterme el dedo en el culo.

Ella alcanzó un nuevo orgasmo e, instantes después, su amiga extrajo mi miembro de su vagina, y volvieron a chupármelo hasta que eyaculé, tragándose toda mi leche. En ese momento, estábamos los tres tan excitados y -sobre todo ellas- tan hambrientos de sexo, que no dejaron la felación, ni las sodomizaciones manuales, hasta hube eyaculado por secunda vez consecutiva.

Tras ésto, ya sí que estábamos exhaustos y cubiertos de sudor. Descansamos unos minutos (pero sin dejar de sobarnos), recogimos las cosas, y proseguimos

nuestro camino hasta la playa. A refrescarnos.