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La insospechada carestía de Mamá (Parte 3)

en Amor filial

Encantados que nos eligiera para follar con ella ¡Un método barato y simple de acabar con el estrés de cada día! Fue esa tarde como podía haber sido otra cualquiera, cuando conocí a mi nueva madre, a pesar de ser una madura entrada en carnes, sabía cómo moverse en la cama y lo ejercía muy bien. Nunca hubiera imaginado a mi madre follar con tanta agilidad y versatilidad. Deseaba volver a tener un afer con mamá. No quería decepcionar a mi madre, así que me puse a leer consejos en diversas webs, una cosa llevó a la otra y acabé viendo porno como siempre. En media paja, sonó la puerta de casa y por esa hora debía de ser mi madre que llegaba del trabajo, sin embargo algo me hizo desconectar manteniéndome en lo mío totalmente concentrado…. En cuanto abrió la puerta para saludarme, encontré una madura increíble, mi progenitora me pareció más guapa de lo habitual…su cara era de por sí una delicia con sus ojos verdes y labios carnosos. No pude evitar fijarme también en sus tetas presionando por salir de un ajustado vestido de flores. Ella debió fijarse en mi erección, que se disimulaba mal por culpa de la vista sorpresa. Mantenía mi falo agarrado por debajo del glande mirándonos como cuando a un conejo le das las largas en medio de la carretera de noche, no era la primera vez que me veía en semejante actitud, pero esta vez no esperaba que me cazara.

– “Vaya cariño, Supongo que te pillo en tu momento de paja solitaria… Ya no esperas a que llegue mamá del trabajo”

– “¿La paja solitaria? ¿El momento…?” La sangre no me llegaba al cerebro, así que no entendí bien la situación, estaba tan ensimismado que todo me sobrepasó quedando en evidencia ante ella.

– “Perdona cariño, creo que vamos a tener una charla muy seria… No te molesto más y te dejo continuar con lo que haces” rió “Ya iremos viendo”.

Se dio la vuelta y subió por las escaleras mientras me fijaba en su culo contonearse a través de la puerta medio entornada. No me esperé y acabé mi paja pensando en ella. Al cabo de unos minutos la encontré picando a mi puerta justo cuando salí de buscar en internet, me dijo que me traía un plato con pastelitos que había comprado al salir del trabajo.

-“Te van hacer falta, el azúcar es lo mejor para alimentar el cerebro”.

Le agradecí el gesto y la invité a que los disfrutara conmigo, pero dijo que tenía prisa y les iban a engordar más de lo que estaba. Volvió a subir por las escaleras y me deleité de nuevo con los gestos de su cadera en unos apretados leggings. Aquello parecía un pulso entre la hembra matriarcal y el nuevo macho… Estuve pensando todo el día en ella, no podía quitármela de la cabeza. Bajé a comprar el pan, lavé el plato que me trajo con los dulces e hice un poco de ejercicio saliendo a correr por el parque de al lado… y me aseé listo para atacar a esa mujer que me estaba pidiendo guerra. La casualidad de estar en la cocina me adelantó la estrategia de mi ataque al encontrarla vestida con una de su fina bata de casa.

– “Ya he lavado el plato de los dulces… estaban deliciosos mamá, tienes muy buen gusto”.

– “Gracias cariño. ¿Quieres que te ponga otro trozo? Los tengo en el frigo por si quieres tomar más”.

– “No quiero, solo te quería explicar lo estaba haciendo en mi cuarto cuando has llegado…”

– ¡No hace falta cariño! Ya sé lo que hacías y No me ha molestado, anda pasa de ello”.

– “Es que me interesaba saber más sobre nuestro tipo de relación, ya sabes entre un hijo y su madre y lo que opinan otras personas, consecuencias y todo ese tipo de cosas, y claro algunas de las cosas que comentaban me han calentado justo en el instante que tú has llegado…”

-“¿Y has sacado alguna conclusión positiva?”

-“Bueno hay opiniones para todos los gustos pero… comencé a narrar…

…Si recordamos épocas más antiguas las familias preservaban sus riquezas casando a los hijos con parientes cercanos, de esa forma ninguna otra familia accedía a las herencias. En principio era como una estrategia de origen económico donde no se inculcaba el tabú o el miedo a casarse entre parientes, después llegaron los prejuicios sociales denigrándolo para que la riqueza no quedara en unas cuantas familias y así se distribuyera de mejor manera y hasta hoy. Pero aún existen civilizaciones donde la palabra incesto no se conoce, es decir, para ellos no existe porque pueden relacionarse entre hermanos, primos, madres e hijos o padres e hijas y tener descendencia sin mayor problema. 

-“¿Entonces estás de acuerdo que los progenitores follen con los hijos, y que los machos dejen  preñadas las mujeres…?

Yo no estoy de acuerdo con las relaciones entre niños menores de 16 años y adultos, porque son relaciones de abuso sean o no parientes, pero si dos personas de más de 16 años deciden que se gustan y son parientes el único limitante es el prejuicio social. Otro claro ejemplo son los clanes, ahí todos se vinculaban eróticamente con todos y socialmente funcionaban. Dicen que en la propia biblia encontramos como al morir el esposo de una mujer el hermano la tomaba como esposa. Yo pienso que el repudio hacia las relaciones eróticas en familia es un aprendizaje social lleno de prejuicios…, y estas relaciones entre familiares se da con mucha más frecuencia de lo que creemos. Por lo que he podido leer hay muchos padres que follan con sus hijos y las mujeres quedan preñadas sin problemas… Es un tema de controversia porque muchas personas tienen miedo de quedarse preñadas por si el bebé sufre algún trastorno, pero los médicos dicen que hay una baja posibilidad de malformaciones contrario a lo que muchos piensan. El incesto solo lo puedes ver como cualquier otro deseo sexual, hay muchas personas que optan por tener relaciones sexuales o sentimentales con una persona de su mismo sexo, pero no aceptan el hecho de que sean con algún familiar como que una madre y su hijo puedan llegar a tener coitos completos y además tener hijos por ello. Creo que toda persona tiene derecho a obtener placer con cualquiera mientras no haga daño a los demás, y si es dentro de la intimidad de la casa propia con mayor razón…- “… ¡Así, que no pienso renunciar a follar contigo…!”

Mi madre quedó paralizada de mi debate sobre el incesto y lo bien que me salió de un tirón atemperando total seguridad en lo que decía… Me hizo sentar en el sofá que teníamos en el rincón de la amplia cocina mientras traía más pastelitos y los dejaba encima de la mesa comedor. Dejamos de hablar de trivialidades comentando mis argumentos, hasta que me preguntó por mi novia y le conté cómo nos habíamos distanciado…

- “…Me has hecho ver otra perspectiva de la vida y aunque tengas 38 años me gustas más que esas niñas”.

-“¿No crees que soy muy vieja para ti…?”

– “Para nada mamá…estás muy bien con esas tetas impresionantes y nunca pensé que te pudieras mover así cuando follas para…” Me cortó de repente.

– “¿…Tener mi edad? Eres patético nene. ¡¿Me desnudas con la mirada todo el rato, te hago la mejores pajas de tu vida y hasta te dejo entrar en mi coño… y no se te ocurre nada mejor que hablar de mis tetas y que soy vieja para follar…?!”

– “Perdona mamá, yo no quería…”

– “¿No querías, que? ¿No querías decirme que me ves vieja para adularme o para follarme? Tu madre puede llegar a ser más puta que esas guarras que ves en las pelis porno y mucho más zorra que esas niñatas que te follas en el instituto…. Que yo me mueva así cuando me follan No es por casualidad, me mantengo en forma para disfrutar de todas las cosas que me ofrece la vida… Pero tú ¿Quieres hacerme una pregunta de verdad o vas a ser un niño que no da la talla?”

Estuve unos segundos en silencio, me había roto todos los esquemas, pero si quería ser directa, lo sería… – “Tus tetas. ¿Son de verdad?”

– “Sí hijo, ya veo que te siguen obsesionando mi tetas. Mira cuando era niña tenía complejo porque las tenía más grandes que el resto de mis amigas, incluso algunas aún no tenían cuando las mías eran enormes a los 18 años, pero pronto me lo quité de la cabeza cuando comprobé los beneficios que tenía que fueran grandes…los chicos me valoraban más a mí que al resto llevándolos como babosos detrás, luego me arrepentí de todos aquellos devaneos”.

-“¿Y por qué? A las chicas os gusta que vayamos detrás de vosotras, y a ti te encanta controlarnos…”.

-“Pero hay que pagar el precio de la mala fama… Bueno pero dejémoslo, todo eso ya pasó. Ahora me toca. Eres el típico que cree que lo sabe todo sobre sexo cuando se ha tirado a un par de chiquillas de su edad, pero descubriste que nunca has tenido sexo de verdad hasta que has probado a una madura experta como mamá. Te crees que lo sabes todo por haber hecho sexo anal o un trío con la Jennifer y el Richard cuando no puedes hacer que una hembra se corra con un buen cunnilingus”.Volvió a dejarme mudo, me dejó pensando que le apetecía que le comiese el coño.

– “¿Y cuál es la pregunta? Eh… Que sepas que sí que he probado el coño de una mujer… en más de una ocasión y creo que se han corrido haciéndoselo. En dos ocasiones he hecho el 69 hasta correrme…”

– “¡Uy!, perdone, ha probado el coñito de una niña… La pregunta es si tú tienes la boca para algo más que para decir estupideces… o estamos perdiendo el tiempo”. Mi madre necesitaba que le comiesen el coño y yo no había comido uno en mi vida, esa era la verdad, pero no podía renunciar a mi posición de macho predominante, ¿o sí? Aquella era una oportunidad de saboreárselo…

– “Está bien. Dices que no sé comerme un coño. Pues aquí me tienes, ¡Enséñame!”

– “Joder, por fin despiertas… al final no vas a ser tan atontado”, rió. “Pero vamos a ir más despacio”.

Mamá se sentó sobre mí a horcajadas. Puso mis manos en su pelo negro y nuestras bocas se comenzaron a fusionar en pequeños picos arreciando a besos llenos de lujuria. Se restregaba sobre mi entrepierna poniéndome a mil mientras sus manos levantaban poco a poco mi camiseta. Al mismo lento ritmo, yo posé mis manos en su culo y una vez allí, apreté fuerte pegando su cuerpo contra el mío, quedando sus tetazas a la altura de mi boca. Los empecé a devorar por encima de la ropa como un caníbal hambriento. Ella aprovechó para deshacerse de su bata y el top que llevaba para tumbarse en el sofá con las piernas abiertas. Me acabé de quitar la camiseta mientras me invitaba moviendo su dedo índice, pero cuando me dirigí a su chumino…, al clítoris, me detuvo con un pie en mi hombro.

– “Primer fallo, empieza desde abajo y luego sube… mis piernas y después mi ano también tiene derecho a ser lamido”.Me atoré al pensar que mi lengua debía pasar por su ojete antes de llegar al coño…

Le hice caso y volví desde sus labios vaginales sus piernas para recorrerlas con la lengua, saboreé sus muslos mientras le miraba desafiante a los ojos hasta llegar a su estrellado agujero, ella pensaba que no me atrevería pero lo hice con decisión. Me enzarcé un rato en su ano, al contrario de lo que me parecía al principio, aquel lugar me gustó y me excitó sobremanera, su piel y las rugosidades jugaban con mi sensitiva punta lingual… tras darle unas cuantas lamidas más con el extremo de mi lengua fui subiendo lentamente recorriendo el carnoso coño de mamá entre los pliegues de sus labios… chupándolos y separándolos para degustar el interior rosado, caliente y jugoso. Introduje mi lengua en su vagina follándomela y atiborrándome de coño, cuando de pronto noté su mano me empujándome contra su vagina. Empecé a devorarla con más ahínco, su olor y sabor eran extremadamente excitantes y me envalentoné casi al límite de morderlo, fue entonces cuando me paró.

-“No tienes que ir a lo loco como un perro hambriento, tómate tu tiempo y disfruta de cada parte”.

Le hice caso y comencé de nuevo una comida de coño en aquella madura que se ofrecía despatarrada ante su hijo con la necesidad de sexo por la nubes. Nunca pasó por mi cabeza que una mujer de su edad, vamos que mi madre tuviese tantas ganas de ser follada y que estando casada tuviese esas carestías insospechadas. Mi madre gemía y se retorcía como una puta hasta que me pidió que escribiese su nombre con mi lengua en su interior, a la vez que bajó su mano para ayudarme, abriéndose los labios como una flor hace por la mañana. De nuevo obedecí trazando cada letra en su coño trastornando su clítoris… una vez acabado lo volví a repetir con apellidos y así hasta que mi madre explotó eyaculando sobre mi cara con mis dedos metidos en su punto “G” follándomela. No esperaba aquello tan rápido, así que me retiré un poco mientras ella se empezó a reír… eso no evitó que me empapase la cara y me tragase buena parte de su chorro fluido.

– “¡Sorpresa! ¿Nunca habías visto un squirt hasta que te lo ha enseñado tu madre…?”

– “Joder, no me lo esperaba tan rápido, la otra vez te costó más… Nunca lo había provocado en una mujer”.

– “No lo hacen todas, pero ya te iré ayudando a reconocer cuando me voy a correr. Ahora que ya me has hecho disfrutar de verdad, mucho más que la otra vez, porque además de tus penetraciones me has comido muy bien la pepita… ¡Ahora te toca a ti y te haré llorar de placer!”.

Mamá me desabrochó los pantalones y bajó los calzoncillos de un tirón…, admiró mi polla unos segundos acariciándola de arriba abajo como el que mira una joya, escupió en ella, restregando su saliva con una paja lenta embadurnando todo el tallo desde la punta a las pelotas.

– “No me quiero arriesgar ya que es muy tentador, ¿Pero últimamente has tenido algún problema en esta preciosidad con la precocidad…?”

– “Nunca me va a ocurrir más, estoy aprendiendo a durar más sin problemas”.

– “¿De veras? Lo vamos a comprobar, a ver si mi niño está aprendiendo a follar con Dios manda ¡Tu madre te va a enseñar a ser un buen semental…! Día para ello no nos van a faltar y tiempo tenemos todo el que me permite mi trabajo por las tardes…”

Ella se sentó sobre el reposa cabezas del sofá y llevó mi verga hacia su coño. Yo la miré extrañado ya que pensaba que me tocaría disfrutar como un cosaco con mi verga en su boca, pero no fue así, ella lo leyó en mis ojos…

– “Cariño, si me la meto en la boca, no me aguantas ni dos minutos. Deja que haga para que me puedas hacer gozar lo que tu padre no me consiente ni aguanta”.

Se abrazó a mi cuello y me rodeó con sus piernas y en ese mismo gesto mi capullo en forma de seta expandió la bocana de su vagina forzando un poco la expansión de su coño, y consiguiendo que entrase mi falo sin problemas gracias a su lubricación y la rigidez encomiable de mi rabo. Directamente empecé fuerte, no quería esperar, pues si es cierto que no usábamos condón nunca, tampoco era normal que una mujer sensata se dejara inseminar con tanta frecuencia si no tomaba precauciones anticonceptivas, de ahí que lo diera por hecho. Yo no podía dejar aquellos labios carnosos cargados de lujuria, una lascivia impropia de una madre con su hijo, pero en esos trances no éramos más que un macho y una hembra que fornicaban como animales irracionales…, nos mordíamos los labios y nos besábamos sin parar paladeando nuestra fogosidad. La levanté del sofá girándola ante la posición un poco incómoda, allí se puso a cuatro patas empinando su culo que ahora sí igualaba en altura a mi cipote… Sin ayuda de enfilar, su chumino se trago mi bálano sin comedimiento hasta las mismas pelotas, y de ahí continúe mis embestidas mientras azotaba su culo.

– “¡Avísame! Lo quiero en la boca”.

– “Pues no creo que aguante mucho más joder”.

Ella se puso boca arriba, dejando caer su cabeza. Me agarré a sus tetas y llené su boca con mi polla. Ella se agarró a mis nalgas, llevando el ritmo. Podía ver y notar como su garganta daba paso a mi verga. Mi madre comenzó a darme besos por el pecho mientras usaba sus manos para recorrer todo mi cuerpo. -“Te deseo”, exclamé excitado creyendo que era el mejor de mis sueños, pero era mi madre la que en ese momento se deslizaba por mi cuerpo.

-“Lo sé, mi amor”, contestó una voz cargada de pasión que no reconocí como suya…, abriendo los ojos descubrí a una hembra completamente desnuda, la que me estaba besando la polla. Mamá me miró satisfecha la erección de mi verga y levantando su mirada, contestó:

-“Tienes la polla más hermosa que jamás me he comido…”

No supe o no pude reaccionar para expresarle lo que sentía al tenerla sometida a mis deseos habiéndose comportado tan seca conmigo durante toda la vida, y por eso  me quedé mirando mientras ella profundizaba sus caricias. La lujuria que vi en los ojos de mi madre era tan inmensa que quise detenerla diciendo…

-“No es el momento”, por qué no lo sé. Al oírme, paró un segundo y poniendo tono de puta, susurró en voz baja…

-“No sabes cómo he soñado que me dejaras hacerte una mamada sin que huyeras de mí. Sé que me he portado muy mal contigo, pero quiero compensarte permitiéndote que me hagas tuya…”

Dando por sentado que yo lo deseaba como ella, se deslizó hasta mi verga y con una dulzura sin par, se apoderó del pedazo que andaba empalmado al límite del dolor, y usando sus labios comenzó a besarme el capullo, a chuparlo y succionarlo jurando con mi orificio uretral.

-“¡Mamá!”

Mi chillido de auxilio para mi madre la confirmación verbal de mi deseo y sacando su lengua recorrió con ella todo mi estoque y mientras con una mano lo agarraba fuertemente y con la otra me acariciaba con ternura los testículos. Ese triple tratamiento y muy a mi pesar, consiguió su objetivo que no era otro que excitarme al punto de la locura.

-“La tienes muy hermosa, mi amor. Tiene el sabor dulce y brioso de un gran macho”, dijo satisfecha al ver que mi miembro viril llevaba más de 20 minutos alcanzado su tamaño máximo y dureza extrema.

Tras lo cual empezó a lamerlo de arriba abajo sin dejar de masturbarme lentamente. Aunque resulte difícil de creer, en ese momento me embargaban dos sentimientos contrapuestos. Por un lado, estaba totalmente excitado pero por otro, estaba destrozado por no haber conseguido evitar que esa madura cumpliera sus deseos y no los míos dejándome dominar una vez más por el temperamento de mamá.

-“¿Me amas?” Preguntó con una sonrisa mientras me daba otro lametón.

Tardé en contestar porque no podía decirle que mi amor por ella era de otro tipo y no fue hasta que sentí que de sus ojos surgían vidriosos rogándome una respuesta afirmativa justificando todo aquella relación incestuosa donde tanto se jugaba sentimentalmente…

-“Sí, mamá te amo con toda mis fuerzas, te deseo y te quiero hacer mía… ¡Quiero PREÑARTE!”.

-"Entonces arrecia con fuerza cabrón, lléname el coño de leche... me debes mucha de la que mamaste de mis tetas y quiero que me la devuelvas toda por mi coño ¡Para eso me lo tienes que llenar todos los días sin falta...!"

Mi respuesta no era cien por cien mentira y no siendo tan juiciosa, dudé que deseara seguir follando con su pervertido hijo sabiendo la intenciones de preñarla, sin embargo no necesité más explicación de mamá al oírla pegar un gemido de alegría y abriendo su boca, comenzó a meterse en su boca alternativamente cada uno de mis huevos sin dejar de masturbarme. Para entonces mi excitación era brutal. Deseaba que mi madre culminara su felación con mis 18 cm de polla hasta el fondo de su garganta pero incapaz de exteriorizar mi deseo, la madura siguió jugando con mi mostrenco con sus manos y mamando con su boca solo el primer tercio del bálano y roscando el resto con su mano derecha y con la izquierda sopesando y jugando con mis huevos febriles.

-“¿Quieres sentirla en mi boca?” Insistió con lujuria en sus ojos.

No esperó mi respuesta y sin previo aviso, abrió sus labios y se la metió hasta el galillo. El ritmo que imprimió a su mamada fue lento pero constante. Buscando maximizar mi locura, cuando veía que estaba muy excitado paraba durante unos instantes para acto seguido reiniciar la felación con mayor ardor. 

-“¡Me encanta!” Reconocí derrotado mientras usando mis manos presionaba su cabeza contra mi rabo energizado.

Para mi madre, el hecho que encajara toda mi extensión en su boca fue el banderazo de salida e incrustándosela por entera hasta el fondo de su garganta, empezó a sacar y a meter mi verga sin quejarse. Era increíble como desaparecía por completo hasta que los huevos le golpeaban en la barbilla, sin duda el capullo hinchado debía de llegarle al mismo esófago. La precisión que demostró al hacerlo así como el calor y humedad de su boca, me hicieron temer que no tardaría en correrme. « ¡Esto no está bien!», pensé mientras hacía acopio de toda mi fuerza de voluntad para no derramar mi simiente. Mamá cada vez más segura de lo que estaba haciendo, aceleró la velocidad de su mamada y llevando una de sus manos a su coño abriéndose de piernas para palmar con toda la mano el frondoso chumino que posee, se empezó a masturbar mientras me preguntaba excitada…

-“¿Te gusta cómo te la mamo… te gusta ver a tu madre chupándote la polla como una zorra salida?”

Confirmé con la cabeza, imposibilitado de hacerlo con la voz, totalmente rendido y dispuesto a mi claudicación. Mi entrega lejos de satisfacerla, la azuzó y sin dejar de acariciar su clítoris con los ojos inyectados de deseo, me soltó algo que jamás hubiera jurado iba a oír de su boca…

-“Te prometo que a partir de hoy serás mi niño mimado y no tendrás queja de mamá. Seré tuya cuando, donde y cuantas veces quieras…si lo deseas… ¡TE DEJARÉ QUE ME PREÑES!”.

Tras lo cual me invitó a sentarme en el sillón, izando su cuerpo asió el cipote procurando ponerlo lo más vertical posible enfilando con su coño que esperaba altivo con sus grandes orejones entreabiertos para embutirse mi badajo…, puso mi polla entre sus pliegues y dejándose caer, se empaló con ella lentamente. La nueva postura me permitió observarle de cara y descubrir tanto la dulce expresión de su rostro como sus tetazas de grandes rosetones coronados por unos pezones erguidos, y sin pensar en lo que estaba haciendo, con mi lengua empecé a recorrer sus pezones y masticándolos con mis labios.

-“Siempre he sabido que te volvían loco mis tetas… cuando me cambio o cuando llevo ropa ligera con escote no paras de fijarte en ellas…pero sobre todo en la playa no dejabas de observarlas como un idiota para reparar si se salían del biquini”, gimió al sentirlo y terminando de llenar su conducto con mi ariete, clavó sus uñas en mis hombros y me pidió que la amara, que la follara y que la empalara hasta el estómago.

No tardé en sentir que mi madre empezaba a moverse sobre mí jugando con su cadera de una manera tan puta que me dejaba asombrado, se metía la polla hasta los huevos presionando su clítoris contra mi pubis y de retrocedía extrayendo todo el rabo hasta justo dejar su cabeza achampillonada entre sus labios vaginales, y aunque me no me avergüenzo, reconozco que en esos instantes impropios olvidaba nuestro parentesco para disfrutar de esa madura  notando su vagina húmeda y caliente con mamá sobreexcitada. Sus gemidos se acuciaron mientras ella incrementaba el compás de sus arremetidas soportando mis pollazos sin recato alguno, con el que usando mi verga acuchillaba su interior hasta convertirlo en vertiginoso mete saca de sonidos atronadores con nuestros cuerpos chocando y los chasquidos de nuestros genitales acoplados en un mar de lubricación… ¡Ver como se enterraba toda la verga en su vagina era demencial!

-“¡Me corro!” Aulló teniendo la polla de su reconciliado hijo lo más dentro que podía del coño.

-“¡No sabes cómo necesitaba que me hicieran el amor! Me haces muy feliz cubriendo mi carencias, esas que tu padre no me satisface desde hace mucho tiempo como mi cuerpo necesita…”

Desgraciadamente, sí lo sabía pero también que al acceder a ello, unía amor filial e instinto animal en un solo acto cuyo destino era unirnos y ser cómplices de por vida. Aunque mamá tenía todo lo que me resultaba enloquecedor en una mujer… firmeza, personalidad, un cuerpo hecho para follarlo de madona y deseos incontenibles de follar, no podía olvidar que era mi madre y esposa de mi padre. Estaba todavía pensando en ello cuando abrazándome escuché que me decía…

– “No creas que esto ha acabado, tienes que hacerme disfrutar el doble la próxima vez”.

– “Dame un rato que me recupere y te volveré a ensartar como te mereces…”, Le espeté envalentonado con unas ganas tremendas de volver a empezar pese a que mis piernas flojeaban del descomunal orgasmo.

– “¡Te voy a enseñar a usar los dedos! Ven aquí mientras se recupera tu soldado de acero.”.

Mamá cogió mi maño y me chupó dos dedos. Luego me miró y los introdujo hasta su garganta. Entendí el mensaje y repetí lo mismo. Llevé los mismos dedos a su coño y sin dejar de mirarla a los ojos, empecé a masturbarla. Ella levantaba un poco su culo y gemía más que antes. Fue a llevar una mano a su tesoro, pero la agarré y se la coloqué detrás de su cabeza. Aumenté mi ritmo frotando con fortaleza la zona superior de su entrada vaginal donde descubrí su punto “G”, notando como me ardían mis dedos impregnados del flujo y mi esperma recién descargado en su coño. Le mamaba las ubres y le propinaba un mete saca al ritmo que ella me indicaba con el lenguaje de su cuerpo…, chupaba y succionaba sus pezones alternándolos con su boca que se me ofrecía divina y jugosa. Eran besos de desquiciados amantes que se comían los labios luchando con las lenguas mamándoselas deseosos de más placer que nunca era suficiente… no cedía en meter y sacar mis falanges de su chumino encharcado produciendo grande alboroto de chasquidos hasta que finalmente ella volvió a correrse en una súbita e incontenible corrida expulsado varios chorritos de flujo que me empaparon entera la mano…

– “Esto te lo tenías escondido ladrón… Se te da mucho mejor de lo que imaginé. A partir de ahora me follaras y me sacarás un squirt cada día… Hacía tantos años que no tenía uno que se me había olvidado lo que se siente al tenerlos. ¡Ahora no voy a poder vivir sin ellos!”.

– “Te los haré si me prometes que me la mamarás como solo tú sabes hasta hacerme reventar dentro de tu garganta…y después me dejes follarte por el coño hasta vaciarme del todo los huevos”.

-“A estudiar canalla, ¡Tu mami necesita descansar!”

Agradecí sus palabras y mientras el enanito bueno que todos tenemos dentro me echaba en cara el haber disfrutado de esa manera tan obscena con mi propia madre, el contrario saltaba de alegría soñando con preñarla si no la pifiaba antes. Mi madre y yo nos fundimos en otro increíble beso y finalmente ella se quedó dormida desnuda entre las sábanas de su cama de matrimonio hasta la hora de cenar, mientras a mí me hubiera gustado fuera entre mis brazos… Aquella tarde mamá me enseñó unas cuantas lecciones prometiéndome que sería mi profesora por mucho tiempo y la acogedora de todas mis fantasías, siempre y cuando yo cumpliera con las suyas. Mamá se estaba alejando de su marido y acercándose peligrosamente a su hijo… sin embargo no es de la que deja escapar un pájaro si puede retener a dos, y les puedo asegurar que es una mujer capaz de manejarse a dos machos a la vez. ¡Fornicábamos sin recato fundiéndonos los genitales en acoples feroces sin paragón!

No obstante, los encuentros cada vez más frecuentes e intensos entre mi madre y yo, No fueron suficientes. Mamá estaba estancando su relación con papá, y aquello no iba a permitir la matriarca que fuera óbice de disfrutar del sexo en familia, así que se concibió el gran plan para hacer cómplice de nuestro arrebato irracional a mi padre. A diferencia de muchas historias que había leído, el sexo entre mi madre y yo no ha surgido de sugerentes palabras o indiscretos roces en ausencia de mi padre, sino en un desafío a la naturaleza de dos animales con las mismas necesidades por estar carentes de ellas. Nuestra pasión y placer instintivo, surgió de un cruce de miradas en plena exaltación onanista, donde mi entusiasmo pidió ser devorado con una simple mirada y la de mi madre suplicó hacerlo. Después un afán masturbatorio que se quedaba corto para complementarlo con un beso lascivo en el que la saliva regó nuestros labios cayendo nuestra moral hacía el vacío, si es que esta existió alguna vez en casa. Más tarde una mano furtiva recorriendo la ropa sin pararse un segundo, y por último una invitación a deshacernos del último resquicio de razón que quedaba en nosotros, uniendo nuestros sexos duramente en un acoplamiento genital sin dejar nada fuera de ella, tarde tras tarde.

Desde ese preciso momento, jamás volvimos a ser madre e hijo aunque nunca nos vimos como amantes o como enamorados…, mi madre ya había tenido suficientes en su vida, ahora buscaba un copulador para su fin último… ¡QUEDARSE PREÑADA! Pero eso solo lo sabía ella. Utilizó mi juventud, fortaleza, potencia y mi estado permanente de erección en mis 18 cm de cipote, para solucionar su entelequia maternal. De esta forma se fortaleció una relación, que aun siendo muy usual de puertas adentro en esta sociedad no tiene nombre popular y deberíamos de acuñar con un nuevo término a tal hecho denodado… “FOLLA-FILIA”. Desde entonces, mi madre era para mí una hembra con la que aparearme salvajemente, para aliviar mi perpetuo estado de fogosidad, por esa indeleble urgencia que posee todo macho de inseminar a toda hembra…, yo para ella era un simple semental al que manejar a su entera voluntad a través de procurarme sexo sin remilgos.

Nunca sentimos nada el uno por el otro en ese período comatoso de obtener sexo a cambio de sexo con más sexo…, no existe cariño en esos actos impúdicos de desobediencia social a los cánones impuestos respecto al incesto, pero sí existe complicidad entre ambos colaborando para obtener el máximo beneficio mutuo soliviantando toda la posible acritud y estrés acumulados en nuestros respectivos cometidos diarios…, solo fornicación sin compasión y deseos incontenibles de llenar y ser llenada…colmada. Jamás nos paramos a analizar las razones de nuestro comportamiento animal, nunca supe qué nos llevó a hacerlo…simplemente ocurría, lo buscamos y follamos enloquecidos hasta calmar la bestia irracional que llevamos dentro… Después de la tormenta llega la calma y somos madre e hijo tan social y cariñoso como cualquier hijo de vecino.

Al principio buscábamos las ausencias de mi padre para entregarnos a la pasión. Cada vez que él cruzaba la puerta para marchar al trabajo, nosotros abríamos las nuestras para dar rienda suelta a nuestro placer. Si a la vuelta del instituto o ella del trabajo vespertino, él no había vuelto, nos devorábamos de nuevo hasta su regreso… Pero pronto aquello fue insuficiente, pronto supimos que necesitábamos más, queríamos más y buscábamos más. Y así conocimos en los aseos de restaurantes o cines oscuros y solitarios en horarios inmundos, también en lugares abarrotados. Conocimos el sabor del peligro, el morbo de la presencia ajena sin saber muy bien que lo estábamos haciendo. Todo era válido si tenía su final feliz en casa en plena intimidad hogareña dado rienda suelta a nuestros bajos instintos copuladores de por medio, todo era excitante si incluía sus piernas abiertas ante mí, su coño tragón engulléndose mi falo ante su atenta mirada de deseo en mi cipote sagaz, sus manos sobre mi cuerpo recorriendo cada detalle de mi dermis y las mías sobre sus tetas, su culazo abierto viendo entrar mi estoque a través de la raja vaginal materna, sus caderas y su misma alma vendida el diablo para obtener los placeres terrenales.

Pero llegó el momento que aquello también fue insuficiente, pronto supimos que requeríamos algo más allá y atrevido que no dejamos de buscar desde el primer momento en que su mano se posó en mi verga para soliviantar mis enérgicas ganas de aliviar mis testículos de su presión seminal adolescente. Y así decidimos fijar nuestra mirada en aquello que aún no habíamos experimentado, aquello que por obvio habíamos olvidado en nuestra vorágine de sexo enfermizo y pervertido que nos henchía de gozo y placeres… “La familia”, nuestra familia la formamos ambos con mi padre. No hizo falta hacerlo verbo, pues un par de expresiones bastaron para comprender que nuestra alocada ruleta del sexo compulsivo iba a girarse en favor al patriarca, el cual hacía tiempo que no daba la talla que mi madre exigía en la cópula, así que nos propusimos rescatarlo y conseguir poseerlo para la causa dentro de la espiral de lujuria, abriendo así un nuevo mundo de posibilidades… La vida que viajaba en la maleta de mi padre estaba anquilosada, aburrida y envejeciendo. Debo recordar que mi padre es nueve años mayor que mamá y aunque a sus 46 años se mantiene ágil mentalmente como un chaval de 20 años, su cuerpo hace tiempo que llegó a la jubilación. Desde que comenzaron nuestros encuentros, desde que el coño de mi madre, y sobre todo su vagina más profunda se convirtió en el alojamiento habitual de mi polla y de mis más abundantes eyaculaciones, mi madre dejó de sentir la pasión de su marido sobre su cuerpo, dado que él dejó de montarla para ser ella quien tomase la iniciativa en cada polvo. Hacía meses que su lecho no era un lugar común sino dos partes diferenciadas, hacía meses que la soledad arropaban sus sueños, que las caricias habían terminado…jamás dijo nada, jamás dijo una sola palabra…

Papá guardó los recuerdos del buen y abundante sexo de antaño en la maleta donde guardaba la vida y se resignó a vivir sin ellos, dedicándose de pleno a su trabajo que le envolvía día y noche abandonando sus deberes conyugales más placenteros, solo atendidos por solicitación de mamá y de manera rápida con poco entusiasmo…cargado de egoísmo… El plan era tan sencillo como seguro. Mi padre se sentaría en el sillón para ver la televisión, como cada noche de los últimos dos siglos. Entonces mi madre aparecería en el salón con la luz tenue, comenzaría un striptease rescatado de sus años de vino y rosas, dejaría caer su camisón despojándose de toda tela menos de unas braguitas tanga, se arrodillaría ante él y devoraría su polla con una pasión que este era incapaz de recordar, aquello lo bloquearía en su pudor. Al cabo de unos minutos de ahí, aparecería yo ligero de ropa y me quedaría en observancia con la excusa de aprender de mis padres como parte de mi educación. Mi padre no tendría recursos para contrarrestar dicha obviedad cuando mamá le dijera que mejor en casa que por algún polígono infestado con cualquier puta barata.

Estaba masturbándome frente al cuerpo casi desnudo de mi madre… frente a mi padre detrás de la señora de la casa, viendo el panorama de su tremendo culo con todo el coño depilado a la vista de su salido hijo, aquel hilo de su tanga no ocultaba nada con lo que no me hubiera regocijado antes. No intervine en primera instancia, solo miraba a la pareja imbuidos en la extraordinaria felación de mamá, pero sobre todo a nuestra mujer, nuestro cuerpo del deseo, una hembra capaz de darnos placer a la vez y por tiempo indefinido… Me masturbaba frente a ellos impertérritos en su delectación…, el pobre lanzaba miradas enloquecidas de pasión a aquella mujer que se comía el badajo y los huevos sin recato alguno.

Mientras se ejecutaba la felación lasciva, decidíamos qué hacer a continuación, como continuar. Mi padre solo se dejaba hacer impasible y egoístamente, pero mi madre y yo pensábamos, dábamos vueltas a lo que deseábamos hacer con ese hombre al que habíamos robado la voluntad. Abandoné el sillón en el que estaba y me dirigí hacia mi madre, tras mirarla a los ojos entregué mis dedos índice y corazón a sus labios. Deseaba que los humedeciera, tal y como lo hizo aquella tarde en el cine, y como hice entonces se lo introduje lentamente entre sus piernas. Mi madre dejó que su lengua, la misma que durante tantas veces había recorrido mi cuerpo, mi polla y huevos inclusive el ano, mojará los dedos impregnándolos de saliva hasta los nudillos, y mientras mirábamos la expresión de mi padre como la puta de mi madre mama mis dedos libidinosamente. Comencé a metérselo lentamente, pero sin descanso. Entraron fáciles, y una vez dentro comencé a moverlo en círculos mientras el pulgar penetraba en su culo… no sé cuanto duró aquello, pero si se que duró más que ninguna otra vez porque mi padre deseó hacerlo también, y entablamos una furiosa competición que consistía en follar a la madre y esposa, con nuestros dedos estimulando su punto “G” en la zona superior interna de la vagina… competición que culminó con varios chorros de fluido que nos empapó y mojó la alfombra en una mancha excelsa. Mamá aun se hallaba incólume cuando decidió ofrecernos su coño y su boca para colaborar en lugar de competir, así que ambos machos nos repartimos su cuerpo en “fair play”.

Me posicioné por la espalda de mi madre colocada a cuatro patas como una perra que dominaría el cipote de su esposo con manos y boca… a su vez sería dominada por su hijo ensartándola desde su culo. Le quité las bragas ante la atenta mirada del padre de familia sin decir palabra, colocaría mis manos en el anchas nalgas de mi madre, y dejaría que mi verga se introdujera por la sabrosa raja de su coño, no lo dudé al enfilar mi orondo glande a su bocana y deslizándose adentro en solo dos golpes dada su fabulosa lubricación a esas alturas… meterla a fondo de una sola embestida más. Lo que ocurriría después era tan impredecible como arriesgado, pero sobre todo era… infinitamente morboso. Todo sucedía tal y como habíamos planeado. El sillón, la televisión, el striptease, los labios de mi madre mamando la polla de su esposo, y su follada perruna por el coño perforado como tantas otras veces por mi endurecida verga, sin que el viejo reclamase lo que era suyo por ley.

Su mundo debió de quebrarse para mi padre, lo percibí en su mirada mientras follaba a mi madre. Era la mirada vencida de un hombre que comprende que la vida le ha superado, que la razón y cordura que una vez soñó para su existencia jamás volvería. Pudo haber evitado aquel acto atroz tan avieso saturado de lujuria, hubiese bastado un simple “basta” y un portazo a su espalda para no ser partícipe de tal depravación… pero le ablandaba sublimando su deleite dándole vida a su anquilosada vida sexual al ver como su esposa se comportaba por primera vez como a él le gustaba… como una zorra aviesa, pese a que su retoño se beneficiara de la vagina materna acoplándose a ella en un apareamiento perverso…, solo pudo comprobar que había crecido convirtiéndose en un flamante semental con un órgano fálico portentoso superior al suyo propio, razón sin duda por lo que había logrado tomar la alternativa natural al padre…, cerró los ojos y suplicó más y más, los volvía abrir para contemplar como la hembra era tomada sin miramientos con contundentes empellones desde el capullo hasta hacer tope en los fastuosos huevos del primogénito, clavándole el falo filial una y otra vez haciendo templar las carnes generosas de la madre que le trajo al mundo y ahora le hace transportar a otro más etéreo… papá cerró su corazón al odio o los celos inútiles a sabiendas que su mujer ya no era tan suya y quisiera o no debía compartirla con el nuevo macho predominante, así solo le quedó una salida honrosa y abrió las puertas del sexo salvaje en aquella orgía donde la madre a cuatro patas completaba una felación entusiasta en los genitales de su esposo y el hijo la arremetía brutalmente con pollazos rotundos que le llegaban a los más hondo de su útero.

Sentí lastima por él, lastima por haberle involucrado en nuestra enfermiza sinrazón…y cerré los ojos mientras apreté mi polla dentro del acogedor coño de mi madre, empujando contra las nalgas voluptuosas de la señora inquisidora durante unos diez minutos más… Me jactaba de ser el que dominaba la situación observando mi polla entrar y salir entre la abertura de la raja de su culo coronado por el cerrado y estrellado ano que sodomizaba con mi pulgar hasta el nudillo. Mi verga se calaba chasqueante en la lubricada vagina materna, un chochito muy cálido ¡¿A acaso tú no has soñado con probar la calidez del coño de tu madre…?! Son los mejores coños que te puedes follar… acogedores, cariñosos, sumisos y tragones. Aunque estén en edad fértil no hay problema que la puedas preñar si se cuidan, por eso se dejan follar sin condón que es como mejor se siente en la sensitiva dermis del glande y de su boca vaginal… pones el ariete enfilado en su bocana y la clavas a pelo hasta llegar a su cérvix. Ya imaginas que la sensación es única cuando la estás follando porque percibes toda la calidez de su esponjosa y lubricada vagina en tu capullo… se te pone a reventar dentro de ella sabiendo que es el coño más prohibido que te debes follar en la vida. Y Para acabar no hay nada como una buena lechada allá adentro, en lo más hondo de su útero para que no se saga una sola gota de esperma...

No me importaba hasta qué punto los ojos del mundo juzgarían aquel acto primitivo, más propio de otras etapas de la evolución humana… solo puedo decir a mi juicio, que el civismo ostentado en la sociedad actual solo es una cortina de humo que intenta tapar la esencia misma del animal que llevamos genéticamente. En ese momento mi sangre circulaba por mis venas como lava que arrasa la falda de un volcán en plena erupción, firme, caliente y segura, invadiendo cada parte de mi cuerpo con pasión y deseo desmedido. Mis manos apenas eran capaces de controlar el movimiento insensato de sus dedos, y mis ojos, esos malditos ojos que tantas veces miraron pero no vieron… ahora se negaban a abrirse mientras yo recorría mi estoque rígido y venoso con desmesurada furia entre las paredes impresionables de la vagina interna de mi madre, que continuaba incansable mamando la verga de su marido, con la esperanza de lograr su recompensa en estado gelatinoso salido de los mismos cojones de donde provienen la mitad de mis genes… ella esperaba el regalo lechoso en su boca acuchillándose la garganta, con refriegas en su paladar y lengua.

Yo alternaba coño, culo y vientre con mi polla y mis dedos. Las manos de mi padre se alternaba en cabeza, tetas y espalda de mi madre, y las mías que a veces coincidía en aquellas ubres colganderas que bailaban a son de mis enviones… y entonces el deseo de algo más, el deseo de llevar a ese hombre aún más lejos no embarcó en dar un paso más allá. Mi madre me miró, y comenzó a introducir rápidamente su índice en el culo de mi padre, tal y como solía hacer cada día conmigo buscándome el punto “G” ubicado en la próstata, más fácil de llegar desde el ano. Me percaté entonces de que nadie había dicho nada aún, de que ni una sola palabra había abandonado nuestros labios, y de que tampoco había sido necesario para que mi padre consintiera abiertamente follarme a quien había sido su esposa durante 20 años y madre del usurpador, mientras ella se lo follaba analmente con un dedo y le mamaba con desazón al límite de la locura sintiéndome mi final cerca…

Arrecié el vaivén con firmeza metiendo y sacando el mástil desde el glande a mis pelotas que rebotaban en la ostentosa vulva de mi madre, los chasquidos de mi pubis contra el culo carnoso de la progenitora y los rumores de su boca chupando, envolvía todo el salón. Mi padre abría los ojos para observar cómo se follaban duro a su cónyuge, y los volvía a cerrar interiorizando el deleite suministrado por la lengua y boca de mamá. En cada incursión sentía la dureza de su fondo vaginal, al percibir como golpeaba mi bálano contra su pared una y otra vez, así que cada vez que el demente de su hijo la penetraba a fondo, de su boca surgía un gemido ahogado por tener llena la boca de dura verga paterna. Por entonces Yo, ya comenzaba a sentir las más apabullantes oleadas cálidas del orgasmo inédito por lo insólito en esa situación, donde el cornudo de mi padre había claudicado, dejando al nuevo macho alfa de la familia, la tarea de inseminar a la hembra.

La rigidez de mi falo era inusual y mis ganas de descargar la pesada carga seminal sobrepasaban las anteriores ocasiones, solo comparable a la primera vez que eyaculé dentro de mi madre y mucho más que cuando me estrené en el coñito de “la Jennifer”, cuando solo tenía 15 años y la putita 13. Un chispazo en mi cabeza recorrió todo el cuerpo, y se produjo la detonación de mi orgasmo, expeliendo el primer chorro de leche en el mismo útero de mi madre, la clavé gritando como un verraco folla a su cerda…, lo hice porque ansiaba demostrar a ese hombre la magnitud del error que acababa de cometer, al cederme el testigo del sometimiento sobre la hembra. Aquella decisión no tenía vuelta atrás… Me la follé a pelo inyectando todo mi esperma espeso en su vagina profunda, me lo follé sin piedad durante media hora, tal vez más, no permití que se librara de mí, pese a que se corrió varias veces siendo empotrada por mi rabo siempre en su coño sobre la alfombra y de rodillas a cuatro patas como una perra, mientras mi padre seguía despatarrado disfrutando de la mamada más prodigiosa que le vi dar a la puta de mi madre. Allí, dándome la espalda follándola desde su culo, la mataba a pollazos para emerger geiseres de lefa en fuertes y constantes chorros, que iban rellenando su cavidad vaginal, que aún siendo profunda, mi abundante cantidad de semen la rebosaba. Si bien los tres primeros chorros de leche fueron gruesos, los siguientes hasta cubrir el número de siente convulsiones eyaculando no eran menos, pese a que iban decayendo en intensidad y presión. Me sentía poderoso marcando a la hembra en presencia del anterior poseedor ¡Preñar a mi madre con consentimiento y presencia de mi padre era el sumun de la hombría!

A los 20 segundos de soltar el último lechazo lo más hondo posible, desencajé mi verga de su angosto estuche y tras mi glande se derramó un reguero de esperma mezclado con el flujo de sus corridas, en un engrudo gelatinoso cayendo entre los labios vaginales a la alfombra moteada y ahora esa zona rociada del producto de la locura y la lujuria incestuosa de mi familia. Mi madre continuó unos pocos segundos más sola con papá. Mi padre después de haber sido castigado severamente en su rabo por la boca, y sus testículos por la mano delicada y perentoria de mamá…, al ser consciente de mi corrida dentro de nuestra mujer, comenzó a correrse también. La hembra no dudó en tragarse todos y cada uno de los chorros de leche que surgían del orificio uretral de papá, cerrando herméticamente con sus labios el glande…lo engulló sin recato, acto seguido se puso en pie al tiempo que se engully aprovechando la dureza aún persistente de su falo, se lo empaló en su coño abriéndose de piernas frente a mí para que su hijo viese en primera línea como le entraba el cipote de su marido, en su ajada vagina partiendo la raja rezumante de semen filial en dos.

Se lo follaba haciendo sentadillas dándole el culo al padre y el coño al hijo… ¡No es demencial! Me puse frente a ella sabiendo lo que deseaba y necesitaba. Su boca cambió de dueño, de igual manera que el coño había dispuesto otro inquilino dentro de él, y así me generó una limpieza a fondo de todo mi tallo con los huevos aledaños incluidos. Mi padre, mi madre y yo no soltábamos una sola palabra, más bien era una coreografía afinada y estudiada para la ocasión…se intercambiaron los papales de los machos con la misma protagonista, su boca agasajaba a mi rabo y la verga de mi padre era demolida por el coño de mamá. Aquello después de los orgasmos de ambos hombres tenía tintes de durar mucho más de lo que ella pudiera resistir en la gimnástica posición abierta de piernas realizando sentadillas para follarse a su marido y mamarme la verga a mí sin poder respirar bien, solo por la nariz…iba a ser interminable, así que optó por sentarnos a los dos en el sofá y machacar nuestras pollas, una en cada mano.

Mamá quería algo más, como siempre, algo más para complacer a sus dos sementales, en agradecimiento a sus multiorgasmos. Y nos hizo reventar dentro de un vaso descargando todo lo que nos quedaba contenido en nuestros huevos, dejándolos secos…, dos pollas, semen a raudales mezclados de padre e hijo, y los labios de mi madre bebiendo de él… ¡Pasó a ser delirante! Con la boca llena fue dejándolo caer junto a su saliva en mi boca y en la de mi padre. Espeso, líquido, daba igual, era simplemente esperma que no fecundaría su vientre, pero que nos refundiría como una familia nueva envuelta en nuestro deseo morboso, y todos bebimos de él…todos compartimos la necesidad de sentirnos unidos…unidos por el líquido germen de la vida. La noche terminó y el día dio paso a un nuevo sol. Amanecimos desnudos, exhaustos y follados sobre la cama marital…y sin decir ni una sola palabra me desperecé camino de la cocina mientras el mundo aceptaba el nuevo “Status Quo”, yo me sentí feliz y coherente en mi vileza compartida con mis padres. Una certeza golpeó mi mente tal y como lo hizo la primera vez que poseí a mi madre. Pronto, aquello podría llegar a ser insuficiente…

Nunca sospeché que mis deseos se hicieran realidad, hasta anunciarnos que estaba preñada. Ipso facto supe que el padre era yo, aunque su esposo creyera ser valedor de dicho logro porque se habían incrementado los polvos completos dentro de la señora… si bien mi padre llenaba a mi madre dos veces por semana, su primogénito lo hacía de cinco a ocho veces, con cantidades ingentes de lefa y descarga más profunda, amén de la excepcional fertilidad a los 19 años de los espermatozoides y la sublime movilidad para fecundar la matriz de mamá, frente a los escasos y perezosos bichitos del destronado macho alfa padre de familia. Sin lugar a dudas La panza de mi madre llevaba al hijo de su hijo y el patriarca se encargaría de mantenerlo y educarlo, mientras yo disfrutaba holgazanamente de mi hermano-hijo cuando me apetecía, montaba a la hembra a mi antojo, con o sin la presencia del patriarca y seguimos siendo una familia extrañamente feliz, donde hay un lema que siempre se cumple… ¡El canalla se encarga de preñar a las hembras, y el formal se casa con ellas y las mantiene con sus hijos! Así que en los siguientes cuatro años en los que estuve en casa hasta mi emancipación, continué compartiendo a mi madre con su marido y antes de cumplir los 21 años, ya había preñado a mi madre dos veces. Siendo padre de dos hijos que mamá parió sanos y salvos en el regazo de mi familia, me marché en busca de mi futuro cuando supe la verdadera razón de toda aquella relación incestuosa, no porque me molestara haber sido manipulado como un objeto sexual por mis padres, sino porque necesitaba formar mi propio hogar con Natalia, una chica que no merecía vivir en la perversión y el influjo de mi inquisitorial madre o de mi cornudo consentido padre huevón.

Hacía diez meses que María a sus más de 36 años sintió un deseo profundo de tener un nuevo hijo. Tras una serie de relaciones fallidas durante años con su marido sin dejarla preñada, tomó una decisión radical para cambiar su destino, se puso en total disponibilidad en buscar al futuro padre de su segundo hijo. Lo que encontró fue mucho más, y mejor de lo que esperaba. "Sexo seguro y sin protección para concebir un bebé", rezaba su nuevo lema que solo ella sabía, “engañando” a su esposo que tomaba sus correspondientes anticonceptivos. Para sus adentros veía con envidia como otras compañeras se felicitaban con los retoños que concebían y aquello le despertó la necesidad de volver a ser madre. "Tengo treinta y tantos años y ya me cansé de buscar en mi marido la pareja perfecta para engendrar sabiendo de su débil potencia espermática. Quiero un bebé".

El potencial padre debería tener más de 1,75 de estatura, menos de 40 años, y someterse a una prueba para comprobar que no padecía ninguna enfermedad de transmisión sexual. Sin embargo la vida le dio la mayor de las sorpresas el día que encontró a su hijo masturbándose en el lavabo un día que llegó con ganas de mear incontenibles, su pasividad siguiendo con su tarea mientras la madre que la trajo al mundo se aliviaba, y los tremendos genitales le indicó quien debía ser el semental que la haría madre de nuevo, y de esta forma encontró la pareja sexual ideal sin que lo supieran. Pero se topó con un problema, el tabú del incesto, si bien ella nunca lo consideró una decrepitud, la sociedad aún piensa que sí pese a que en España es uno de los pocos países del mundo, junto con Francia o Estados Unidos, que no ha establecido el incesto como delito en su código penal. Las relaciones sexuales de un adulto con las mujeres o los niños de la propia familia sólo son perseguibles si se consideran violación o, en el más improbable de los casos, abusos deshonestos. Pero ella no tenía intención de abusar de su hijo, solo disfrutar del sexo con él.  El tabú considerado más universalmente aceptado es en España despreciado cuando éste es entre iguales, es decir entre adultos y su hijo lo era ya a sus casi 19 años. Para María y otras muchas personas la imagen que tal palabra ofrece una mitificada y tentadora escena peliculera de hermanos, jóvenes y hermosos, en plenos escarceos sexuales o entre madre e hijo en la soledad de un paradisiaco lugar montañoso sin nadie más que ellos durante semanas o meses. ¿Con qué criterio se veía a sí misma como esos hombres que consienten con indiferencia, siendo padres, tíos o hermanos mayores, usen de su prepotencia familiar para satisfacer sus más oscuras tendencias animales para soliviantarse y mantener intacto el instinto de procreación con sus hijas y sobrinas o con sus propias madres, confiados a su educación y cuidado? Lo que le impulsó a someterse al hijo que hasta esa edad lo había tenido subordinado bajo un yugo de intolerancia, ahora veía en él la solución más plausible amparándose en la impunidad del acto incestuoso, aunque se tuviera que enfrentar a la incomprensión y a la vergüenza si se llegase a saber toda la verdad fuera de casa.

Al día siguiente de aquel acto impúdico de su hijo cascándosela ante ella en total confianza, buscó información y vio que en España y otros países, las relaciones sexuales consentidas entre hermanos adultos no constituyen delito, aunque no pueden casarse. En 2012 salieron a la luz dos casos similares en las que existía sexo consentido entre familiares con consecuencias jurídicas muy diferentes. En Alemania, un hombre que convivía desde hacía años con su hermana y tenía cuatro hijos con ella fue condenado a prisión. La sentencia se mantuvo pese a que el afectado recurrió a un tribunal europeo. En España dejó de ser delito en 1978, aunque se prohíbe el matrimonio…, en Suecia se permite casarse a los hermanastros de padre, en Francia está despenalizado desde Napoleón, y en algunos estados de EE. UU., las relaciones sexuales consanguíneas son legales con restricciones a la hora de contraer matrimonio. En cambio, los hermanos gallegos Daniel y Rosa Peña, con 35 años de relación "conyugal" a sus espaldas y dos descendientes en común completamente sanos, consiguieron legalizar su situación de incesto y la justicia les otorgó el libro de familia. Con ello, dejaron de figurar como tío y madre de sus hijos para convertirse, legalmente, en sus progenitores, pese a no poder casarse.

Las relaciones madre e hijo continuaron con una intensidad frenética casi todos los días a la llegada de María a casa, su hijo la esperaba blandiendo su verga en ristre dispuesto a copular con su madre hasta la saciedad, así que de esta manera era casi seguro que conseguiría su objetivo de quedarse preñada. Aquellos devaneos se prodigaron durante semanas y meses con el conocimiento y consentimiento explícito de su marido. Formaban un buen trío incestuoso, fornicaban juntos o por separado teniendo a la madre como centro de sus delirios sexuales, y en quien volcaban sus incontenibles derrames de semen. Si bien ambos machos no sabía el plan oculto de María, creían a pies juntillas en el buen juicio de cuidarse con anticonceptivos, para que ellos pudieran inseminarla cada vez que la follaban a pelo llenándola sin contemplaciones. Pero aquel día de San José fue bastante especial cuando en plena celebración del santo del patriarca, María anunció a su marido con el hijo en común presente, que se hallaba preñada de cinco semanas. La sonrisa del chico no pasó desapercibida para la madre, pero el padre quedó perplejo, porque ambos había discutido severamente sobre la escollo que suponía aumentar la familia… él se negaba con rotundidad sin cortase de eyacular dentro de ella. Pero los hechos no tenía enmienda y en menos de 30 semanas un nuevo retoño se uniría a la familia.

No tuvo más remedio que aceptar las consecuencias de follarse a su esposa sin condón, aunque no quiso aceptar lo más mínimo, que las posibilidades de ser él el progenitor eran más bien escasas por pura vanidad y orgullo maculino, su hombría se vería mucho más mermada si no reconocía haberla preñado, así que se tragó la verdad y se hizo cargo de las consecuencias perder el trono donde su hijo se había erigido el nuevo macho alfa y semental de la hembra. Los informes médicos dictaron baja movilidad y necropermia aguda cuando hace unos años deseaban darle a su primogénito otro hermanito, pero ello no impidió intentarlo solo de manera natural, porque la mentalidad de su esposo no le permitía la inseminación in-vitro. Era evidente que tras cinco años inseminando sin éxito a su esposa sin condón, renunciaron a un segundo hijo, así que ella comenzó a tomar anticonceptivos hasta, que por muto propio dejó de hacerlo ante la llamada de la maternidad. Ahora la Madre pasea radiante con su vientre lleno…

Pronto será una panza enorme que su propio hijo le ha regalado… aun estando preñada continuan fornicando indiscretamente en la habitación del chico, la cocina o el salón... incluso estando presente el marido en casa, no hay cortedad, ni pudor ni tabues que impidan con la saga de nuevos herederos sigan siendo engendrados por la incombustible Madonna y el insaciable semental de su primogénito, porque se han prometido no quedarse ahí y tienen planeado continuar follando, copulando o apareandose como animales hasta conseguir que la vuelva a PREÑAR su hijo antes de cumplir 40 años, una o dos veces más.

                                                                                      FIN

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Alicia y el abuelito. (Parte 2)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 5)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 1)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 4)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 3)

La ardiente hija de un camionero. (Parte 2)

De cómo me preñaron de mis dos hijos. (Parte 3)

De cómo me preñaron de mis dos hijos. (Parte 2)

La prima de riesgo. (Parte 2)

De cómo me preñaron de mis dos hijos. (Parte 1)

La prima de riesgo. (Parte 4)

La prima de riesgo. (Parte 1)

La prima de riesgo. (Parte 3)

Todo queda en casa

Volviendo a sus orígenes. Parte 5

Volviendo a sus orígenes. Parte 2

Volviendo a sus orígenes. Parte 3

Volviendo a sus orígenes. Parte 4

Volviendo a los orígenes. Parte 1