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Salvaje

en No Consentido

Ayer llegó mi primo a casa. Decidió a pasar las vacaciones con nosotros.

Mi primo nunca me ha caído bien, siempre se dedicaba a molestarme. Ésta tarde vendría mi mejor amigo a casa, por lo que podré pasar de él y estar distraída. 

Por las mañanas hasta las 7 de la tarde nos quedábamos ya que mi padre trabajaba. Yo salía o me encerraba en mi cuarto para evitarle. 

Hoy al despertarme me crucé con él en el pasillo y me hice la tonta.

-No te han enseñado a decir buenos días?

Le seguí ignorando. De repente sentí cómo me agarraba del pelo y me tiraba hacia él.

-Qué haces idiota?- Le contesté con mala cara.

-La próxima vez que te hable me respondes. 

- Vete a la mierda. 

Al decir ésto se empezó a reír mientras caminaba alejándose, y pude notar cómo me miraba el culo con descaro.

-Qué miras? 

- Tómate una tila, que estás muy alterada. 

Cabreada, me metí a la ducha y pegué un portazo, olvidándo de cerrar la puerta con pestillo. 

Cuando terminé de ducharme, abrí la puerta y me maldecí al darme cuenta de haberla dejado abierta. Ese loco es capaz de todo.

Y vaya si lo es. Cuando avancé a mi cuarto me lo encontré tumbado encima de mi cama, como si nada, encendiendo un porro y dando una calada mientras me miraba de arriba hacia abajo. 

-Chico qué haces fumando en mi cuarto? Fuera ahora mismo..

-Es la casa de mi tío y puedo hacer lo que me de la gana. 

-Menos en mi habitación. 

-Ah no? Y si no qué, a ver. Demuéstramelo bonita. - dijo mientras apagaba el cigarro en el cenicero.

Me acerqué enfadada rápido y le intenté agarrar del brazo para sacarlo. El maldito estaba muy fuerte y no podía agarrarlo. Entre forcejeos de los dos, me agarró de las muñecas, y me lanzó a la cama, y se puso encima mía.

-Y ahora qué jajaja.

-Suéltame ya o te vas a enterar!

-Uy qué miedo... y qué me vas a hacer?

Antes de dejarme decir nada, me besó, intentando meter la lengua, mientras me agarraba las muñecas, que me empezaban a doler de la presión.

Sentí cómo algo me rozaba el vientre, y me dí cuenta que era su miembro erecto. Yo no dejaba de moverme debajo de él, intentando que me soltara, pero todo fue en vano. 

Se acercó a mi oreja y me susurró: "Te voy a follar como nadie lo ha hecho"

Después comenzó a besar mi cuello, agarrando mis pechos y apretándolos tan fuerte que consiguió arrancarme un gemido. De repente pasó su mano por todo mi cuerpo, hasta llegar a mi clítoris. 

-Estás muy mojada, eso es que te está gustando...

-No... -dije con una voz frágil, al borde de empezar a llorar.

-Pues voy a hacer que te guste, zorra.

Se levantó, cerró la puerta con pestillo, y caminó hacia mí lentamente, mirándome fijamente a los ojos. Me intimidaba su cuerpo medio musculoso y su mirada salvaje. 

Se paró, se bajó los boxers y dejó a mi vista su grande miembro con la punta rosadita. No sabía por qué me estaba excitando tanto.

Se fue acercando, se subió a la cama mientras me abría las piernas y de un golpe me lo metió entero. Yo me estremecí dando un gemido que probablemente hayan escuchado los vecinos, mientras arqueaba la espalda. 

No paré de gemir mientras la metía y la sacaba, en un vaivén que se acompasaba con el ruido que hacía la cama al chocar contra la pared, de lo fuerte que me penetraba. 

Empecé a sentir cómo lo hacía más rápido, mientras con una mano me agarraba el cuello y con la otra me tocaba las tetas.

No tengo por qué mentir: me estaba gustando. Empecé a mover las caderas lentamente, mientras él me pegaba pequeñas cachetadas en la mejilla y en los pechos. Cambió de postura tumbandose completamente encima mía. Yo abrí más las piernas, Y arañaba su espalda mientras él me agarraba del pelo y me besaba el cuello. 

Estaba a punto de correrme. Empecé a temblar del placer que sentía teniendolo todo dentro mío. 

-Ahh, me corro- dijo mientras me miraba a los ojos. 

-No no, dentro no por favor. No lo hagas.

Pero era demasiado tarde. Sentí cómo su semen corría por dentro, mientras los dos gemíamos. Aún así él seguía penetrándome hasta que quedé casi inconsciente. Él se  salió de mí, se levantó, cogió su boxer y salió de mi habitación dejándome tirada en la cama, totalmente sin fuerzas. 

-No va a ser la última vez- le oí decir mientras se alejaba y yo me quedaba dormida. Todo se volvió negro.