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Historia de Mo III (comienza el juego)

en Grandes Series

El taxi dejó a Mo en la puerta de su casa y entró muy desconcertada. No era lo que tenía pensado y ni mucho menos, que tendría esa escena de sexo brutal con su superior.

 

No sabía cómo pero el despido de Adriana le había abierto los ojos. Estaba saturada. En todas las empresas donde había trabajado, se quedaba en el grupo de los "perdedores", por lo tanto alejada de ascensos, mejoras salariales y horarios flexibles y a la postre, era la primera en ser despedida cuando el mercado laboral así lo exigía.

 

Estaba harta de eso. Había visto donde estaba el bando ganador y aunque le jodiera y le repugnara… tenía que ser de la partida del sr. Cam.

La misma noche del despido de Adriana se conjuró para eso, dio un puñetazo en la mesa y se prometió que sería del equipo ganador, costase lo costase…

 

Los días que pasaron hasta la tarde de sexo con el sr. Cam cambiaron su actitud con su superior… siempre con la sonrisa en la boca delante de él, atenta a todo lo que le dijera, incluso vistiendo un poco mas provocativa para llamar su atención. Pero solo eso, solo quería engatusarlo para que viese que tenía ahí a una fiel trabajadora.

 

Lo que no esperaba era lo de esa tarde. Era verdad que el apoyo que le había dado para que siguiera en su departamento y no fuese trasladada, hizo que lo mirara con otros ojos. Era innegable que se trataba de una persona muy atractiva físicamente para la edad que tenía (justo la misma que ella).

 

Pero no esperaba acabar de esa forma: literalmente abordada y abusada (¿o se dejó hacer?) por el sr. Cam…

Esa misma noche después de la primera sesión de sexo con él, después de cenar, se fue directa a la cama pero no a dormir, estaba aún excitada. Así que empezó a masturbarse como una posesa mientras pensaba en escenas de dominación, sexo interracial… Era tal su ardor que tuvo que recurrir a geles porque la vibración de su dildo la estaba matando. Sobretodo después del tercer orgasmo casi seguido. "Dios que gusto y todo esto me lo ha provocado el cabrón de mi superior"

 

Cuando no pudo más, guardó su aparatito y se puso a pensar en como afrontaría los siguientes días. Tenía claro que esto había sido casualidad de un día y que no podía ir a más. El trabajo es el trabajo y no se puede mezclar con el sexo… aunque claro, eso implicaría dejar de ser del bando ganador. Así que, también podía guardar distancias y sólo en caso de necesidad, podría volver a pasar. Este pensamiento pasaba por su cabeza y no se lo creía… ¿estaba pensando realmente acostarse alguna otra vez con él… sólo por interés? Esto le hizo sentirse algo sucia… y le gustó.

 

COMIENZA EL JUEGO

 

Llegó el día siguiente y el principio de todo para Mo, lo primero fue un saludo un poco distante del sr. Cam; "tampoco esperaba que la abrazara, pero por lo menos una sonrisa no estaría mal", en fin, mejor para su salud mental.

Pasó la hora del almuerzo, de la comida… ni una palabra con el sr. Cam.

A media tarde el interfono sonó Era Cam. La llamaba para que acudiera a su despacho…

 

(Mo)_ Buenas tardes Sr. Cam ¿Qué desea?

(Cam)_ Vaya pregunta… la deseo a usted. Va a ser mía y dispondré de usted para hacer lo que yo quiera. Su mirada intensa, clavada en la de ella.

… perdonaaaa!!! ¿Pero este quien se ha creído que es? Una cosa es pegar un (muy buen) polvo y otra cosa es esta forma de tratarme.

 

Cam indicó a Mo que se sentara y escuchara atentamente lo que le iba a decir. Mo se debatía entre el nerviosismo y la curiosidad por saber…

 

(Cam)_ Desde el mismo momento que nos cruzamos en el ascensor noté algo diferente en usted. Me atrajo mucho y desde entonces me he centrado en el objetivo de que sea mía y sólo para mi. Ahora pone cara de estupefacta, pero sé como son las chicas como usted. Le detallo alguna de mis condiciones iniciales:

A partir de ahora quiero que venga todos los días a trabajar con falda corta, nada de pantalones. Si la falda sobrepasa la rodilla le aseguro que le pondré tal cantidad de trabajo que se arrepentirá.

Puede que le pida que venga a trabajar sin ropa interior. Otras veces le diré que se quite las bragas mientras trabaja. Según me dé, le pediré que se las quite delante de mi, en su mesa de trabajo con el peligro de que la vean sus compañeros o donde a mi me plazca.

Este trabajo genera mucho estrés y su compañía me vendrá bien para paliarlo. No le extrañe que follemos día si, día también. En principio hasta que comprenda la situación solo buscaré mi placer personal y si estoy de humor a lo mejor le concedo el beneplácito de tener un orgasmo.

A partir de ahora me pertenece tanto laboral como sexualmente.

Diga que si y se quedará en el grupo ganador. Diga que no y pronto solicitará el traslado a otro departamento.

Ahora para formalizar esta relación quiero que me haga una mamada. Es uno de mis grandes vicios y espero que tenga una buena técnica. Así que, por favor, arrodíllese, bájeme los pantalones y comience a comérmela.

 

Totalmente perpleja, la mente de Mo danzaba en círculos ¡Dios mío, Esto es increíble! ¿Qué se ha creído este… que soy una vulgar ramera? No tengo porque hacer nada… pero hay algo en mi interior que me lleva a decirle que si… ¿Qué me está pasando?

Mirándola fijamente exclamó "Haga el favor. No puedo esperar más. Tengo una reunión en breve con la junta".

 

Así que, sin ninguna dilación y atendiendo más a su excitación que a su mente, se arrodilló a los pies del Sr. Cam. Con delicadeza le desabrochó los pantalones, le bajó los calzoncillos y dejo el descubierto su miembro ya erecto, para descubrir que no estaba nada mal, además muy rasurado como a ella le gustaba.

Comenzó a masturbarlo con las manos. Al Sr. Cam no le hizo gracia y de mal talante le espetó "¡que no has entendido de hacerme una mamada, no quiero ver tus manos en mi polla!". Mas confusa que asustada, apartó las manos y se introdujo poco a poco el miembro en la boca. Sintió un gran alivio al comprobar que no desprendía "ese" olor característico de los penes… mini punto para el sr. Cam.

Nerviosa y con voluntad de hacerlo bien, pero con poca experiencia en ello, pasó su lengua rodeando el prepucio, lenta, húmeda. Notó que a él le gustaba. Recorrió su miembro de arriba abajo, de igual manera, recreándose. Así que empezó a practicarle la felación metiéndose lo que podía de aquel miembro en la boca.

Pero algo fallaba, porque el gesto del Sr. Cam era raro… "ya imaginaba que no eras buena en esto. Tendré que ayudarte porque no quiero llegar tarde a la reunión".

Le apartó las manos, dejándolas apoyadas sobre las piernas de él, dejándole únicamente la cabeza para mamársela. A Mo le costaba, por no controlar bien el movimiento sin la ayuda de las manos.

"Mo, ahora quiero que incrementes el ritmo y la engullas más adentro". Viendo que le costaba, las sostuvo por la cabeza, marcando el ritmo y forzando cada vez más la felación. Su miembro penetra cada vez mas dentro de la boca de Mo.

Ella notaba como los fluidos se mezclaban con su saliva. Su sexo reaccionó también. Comenzaba a destilar. Se notó húmeda. Sintió el esfuerzo en la mandíbula y pensó en el tiempo que pudiera tardar en correrse. Aunque no podía ver la escena, le pareció bestial. Prácticamente le estaba follando por la boca. Esto la excitaba aún más y la animaba a seguir a pesar del esfuerzo que conllevaba.

"Parece que se va a correr. Noto que está a punto, levanto la cabeza y acabo con la mano para que acabe de correrse. Chorretones de esperma llegan a mi cara y algunos se derraman por mi camisa. Bien, prueba superada… o no!

 

(Cam) ¿Pero de qué vas? ¿Tú te crees que esto es una mamada en condiciones? Que sea la última vez que me corro fuera de tu boca. Quiero que cada vez que me hagas una felación te tragues todo mi esperma y no dejes nada. ¿Lo has entendido? Y ahora mira como me he puesto, así que sigue agachada y límpiame toda mi polla con tu boca, no quiero que se quede nada.

 

A Mo aquella petición le pareció algo extrema. Nunca había tragado esperma de nadie. "No puedo no puedo" pensaba. Alzó la cabeza y lo vio con el rostro serio señalando lo que tenía que hacer. Asumió y dirigió de nuevo la boca a su miembro, que aún tenía restos de semen. A pesar de la corrida seguía semierecto. Comenzó a chupársela de nuevo tragándome su néctar. Al principio amargo, le costaba acostumbrarme a su sabor, pero no le desagradaba.

Tras 3 minutos así, relamiendo su miembro y tragando todo su jugo, le preguntó si ya estaba bien: "Sí, ya te puedes levantar, aunque no estoy muy de acuerdo. Para que me hagan una mamada de quinceañera, mejor me voy a un burdel. Así que hasta que no aprendas a hacerlo bien, no vamos a hacer otra cosa. Esta será nuestra rutina sexual todos los días". Mo respondió con gesto de aceptación.

 

Los días siguientes fueron algo duros. No sabía cómo ni por qué, pero había conseguido que fuese suya. Entre el bienestar laboral y lo mucho que le ponía aquel tema nuevo de la dominación, no podía decirle que no.

 

Como prometió, pasó los siguientes días haciéndole mamadas en su despacho. Instintivamente cuando se iba a correr se sacaba el pene de su boca y eso le hacia enfurecer. Así que debía asumir las "tareas de limpieza" y repetir la felación por la tarde.

 

Sobre la quinta o sexta vez se concentró y dejó que se corriera en mi boca. Le costó contener todo ese corriente de semen y se atragantó un poco… pero cuando vio su cara de satisfacción, pensó que había merecido la pena.

 

A todo esto, seguían sin follar y Mo no paraba de masturbarse todas las noches imaginando como se la follaría él. "Dios, estoy cayendo en sus garras. Espero que a partir de hoy, ya se dedique algo a mi…" pero no! Le dijo que tenía que perfeccionar la técnica para poder pasar a otro nivel.

Mo navegó en infinitas páginas porno de internet para intentar aprender. Necesitaba pasar a otro nivel y moría de ganas por acostarme con él.

 

La rutina se alargó varios días más. A saber cuanta cantidad de semen llegó a entrar en su estómago durante esos días. El Sr. Cam era una máquina insaciable que necesitaba su dosis diaria.

 

Aunque se esforzaba por hacerlo bien, no lograba dar con la tecla. Hasta que una noche vio una escena donde la chica miraba con cara de lujuria al chico mientras se la está comía y decidió probarlo.

Lo hizo. A mitad mamada y con cuidado, levantó la mirada y sus ojos se cruzaron con los suyos, a pesar de la dificultad de la situación, la escena le puso mucho y la cara de vicio con la que Mo le miraba, lo puso tan cachondo que se corrió a los pocos segundos. Tragó eficientemente todo su néctar, lo degustó. Estaba cachondísima y ver lo mucho que había disfrutado él le puso mucho más.

 

"Por fin me has hecho una mamada en condiciones. Ya podemos pasar al siguiente nivel" le dijo mientras se abrochaba los pantalones.

 

Como prueba de agradecimiento, se arrodilló ante ella. Recorrió sus muslos lentamente con sus manos hasta llegar a las bragas, las bajó y comenzó a comerle el coño con una pasión inusitada. El muy cabrón sabía hacerlo bien. Mientras su lengua recorría el clítoris, introducía varios dedos en su vagina. Ver la situación desde ese puesto privilegiado le puso mas cachonda aún; ahora era ella quien dominaba la situación. Hasta se permitió la licencia de cogerle la cabeza para que forzara más en sus acometidas contra su sexo.

 

Se estremecía e iba a correrse en breve. Lo hizo con uno de los mejores orgasmos orales de su vida. A penas podía abrir los ojos del gusto. Tuvo que taparme la boca porque sus chillidos se iban a oír por toda la oficina. Sus piernas temblaban.

 

Cuando él se incorporó, le sujeto la cara y la besó profundamente en los labios, sin importarle que aún tuviera restos suyos… al igual que a ella le daba lo mismo que él tuviese los propios. Formaban un "yo" que emanaba placer sexual puro.

 

"Mo, ahora va a cambiar todo. Por favor en lo que queda de día no lleves bragas. Estas me las quedo como trofeo. Mañana ven sin ropa interior y con falda apretada. Me da igual que se note que no llevas bragas y me importaba un pepino lo que la gente pueda opinar si la ven así de guarra. No te preocupes de nada que a partir de ahora eres mi "protegida".

 

Sin saber muy bien por qué, Mo acababa accediendo a todos sus deseos y perversiones sexuales. No le había dicho que no a nada. Aun así se preguntaba hasta dónde podía llegar la perversión de aquel hombre. Que le podría esperar de seguir con él a este ritmo. Y lo más preocupante… cada vez veía que me gustaba más.

 

Esto es otra historia y ya la veremos en el siguiente capítulo…

 

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