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Pau, excitante madura.

en Sexo con maduras

 

Tengo la teoría de que las personas atraemos situaciones, momentos o a otras personas con ciertas peculiaridades. Quien en su círculo no tiene algún conocido que siempre atrae las desgracias, bueno o su vida es vivir en la desgracia. O a esa otra persona que le suceden las cosas más raras del mundo, lo que de normal no le sucede a una persona salvo alguna rara vez. Es como si fuéramos imanes. Atraemos lo que proyectamos. Lo digo porque últimamente coincidía con muchas parejas con ciertas “inquietudes”, lo que no quería decir que con todas coincidiera, porque con la gran mayoría no me encontraba muy a gusto.

 

Me encontraba al ser vecinos muy a menudo con mis vecinos, Ricardo, Sonsoles, Clara. Tanto Sonsoles como Clara las notaba receptivas, aunque Clara delante de sus padres quería hacer ver que no era así, pero su mirada lo decía todo. Ricardo me empezaba a dar, no mala espina, más bien preocupación porque lo notaba desasosegado. Como lo apreciaba un día que iba con la familia e iban a entrar en el portal, le dije que si se venía a tomar una cerveza, que quería pedirle un favor. El de inmediato se vino conmigo.

 

- ¿Cuál es ese favor?

 

- Ninguno. No quiero ningún favor. Quería saber que te pasa, porque está claro que te pasa algo y si puedo echarte una mano. (Se sorprendió pero a la vez su cara se relajó, se le noto que respiraba más tranquilo)

 

- Eres el único que puedes. No sabía cómo hacer, pero ya que me lo has preguntado, me vine bien. El ultimo día que “estuvimos” los tres, lo que ocurrió no estaba preparado, aunque al final lo pase bien. Me da miedo que se nos vaya de las manos. Ha ido todo demasiado rápido.

 

- Espera, espera. Que no quiero que te agobies, que te entiendo. Te lo voy a poner más fácil. Quédate tranquilo, no voy a estar a solas con tu mujer, ni hare ni diré nada que pueda provocar situaciones, en la que tú te puedas sentir mal. Seremos buenos vecinos y ya está.

 

- No sabes cuánto te lo agradezco, me quitas un peso de encima. Se que lo tengo que pensar, digerir y cuando lo haga, seguro que no será nada.

 

- Mira Ricardo, esto es un juego para pasarlo bien y si alguien deja de pasárselo bien, deja de ser un juego. Te aseguro que no pasara nada más, salvo que seas tú el que lo proponga.

 

- Gracias de verdad, pero me queda un último favor.

 

- ¿Cuál?

 

- Si Sonsoles te pregunta, esta conversación no se ha producido.

 

- Sin problemas. No me acuerdo ya ni cómo te llamas. Jajajajaja.

 

Nos fuimos juntos, pero cada uno para su casa. Esto suponía que también me tenía que alejar de la hija. Aunque él no me había dicho nada, quería evitar un mal rollo innecesario. Vaya dos pinchazos con mis vecinos y con Pau, bueno aunque con Pau, más que un pinchazo fue otra cosa. No fue nada acordado de un principio, fue un “pronto”

 

Desde que estuve en casa de Ximo y Pau, el marido me llamó con bastante frecuencia. Pero eran llamadas cortas, preguntando por algo en concreto, siempre temas técnicos. Nunca note nada raro, ni en su voz ni en su tono y como Pau no me había dicho nada de que le hubiera contado lo que paso, entendí que no se lo había dicho. En una de esas llamadas, me insistió para que fuera el fin de semana a su casa. Como era algo que sabía que me podía decir, esquive la invitación como pude. Lo único que Ximo no se daba por vencido. Le puse todo tipo de excusas, pero es que me invitaba para un fin de semana, si no para el siguiente y si no para el otro, es que además quería que me quedara a dormir y todo. Porque así acabábamos todo de una vez. No le valía ninguna de las excusas, ni la más simple, que los fines de semana aprovechaba para despejarme de toda la semana de trabajo, que quedaba con los amigos.

 

El solo sabia decir, que por un fin de semana no pasaba nada y cedía como haciéndome un favor, que si prefería que durmiera en mi casa y volviera al día siguiente. A todos mis argumentos le puse otro, “Pero Ximo, además de todo lo que te he dicho, piensa también en Pau, en ti mismo. Pero sobre todo en Pau. A ella le gusta bañarse como Dios la trajo al mundo, estando yo le corto el rollo” y él decía que no era para tanto, pero como note cierta duda, fue al argumento que más me agarre. Pasaron más de dos horas cuando me llamo Pau. Lo primero que pensé al ver que era ella, es que ya se lo había contado a su marido.

 

- Hola ¿Qué tal? ¿Cómo vais?

 

- Pues ya sabes que bien. Déjate de tonterías, no te preocupes que estoy sola, Ximo no me puede oír.

 

- ¿Ya se los has contado?

 

- No. No he encontrado el momento adecuado. Pero no te llamaba por eso, te llamaba porque ya me ha dicho que te ha invitado y que te has puesto más que pesado, un poco desconsiderado, con tanto no.

 

- Es que tu marido es la leche. No entiende un no. Que es persistente. Ya me comprometí a no aceptar ninguna invitación. Que piense que soy lo que quiera.

 

- Me ha dicho que hablara yo contigo.

 

- Pues dile que he seguido con el no, que no has podido.

 

- A ver si aceptas mi propuesta, vienes un fin de semana, acabáis eso y ya está. Lo único que me tienes que jurar que no te pasaras, que te mantendrás respetuosamente y que no intentaras nada. ¿Aceptas? (Me quede pensativo, no mucho tiempo)

 

- Pues no, ni te juro nada y no voy.

 

- ¿Pero por qué no? (Extrañada)

 

- ¿Quieres que sea claro y sincero?

 

- Por supuesto.

 

- Te lo dije pero lo mismo no te enteraste. Desde chaval siempre has sido nuestra musa de todas nuestras fantasías. No se la cantidad de pajas que me hice pensando en ti. Estas buenísima, mucho más que antes y sé que sería demasiada tentación tenerte tan cerca. Como no quiero “cagarla” mejor que no vaya.

 

- No sé qué decir, aparte de que eres muy bruto, muy brusco diciendo las cosas. Que podías tener un poco más de tacto al decir ciertas cosas.

 

- Pero, ¿A que me has entendido sin tener dudas?

 

Hizo un ruido que me dio a entender que me entendía y acabamos la conversación. Me había puesto hasta nervioso, pero no de excitación, si no de incomodidad. Me fui con unos amigos a tomar algo. Estando con ellos, riéndonos, con una buena conversación, me sonó el móvil. Era Ximo, por la hora que era, no muy tarde, ya que eran las 10,10 de la noche, solo podía ser una cosa, Pau le había contado todo y llamaba a montar el belén. Dude en cogerlo, pero si tenía que decirme lo que fuera, para que esconderse. Conteste la llamada, apartándome de mis amigos.

 

No era Ximo, era Pau con su teléfono. Me dijo, “mira que lo he pensado, sé que te comportaras, porque yo no daré pie a nada, así que hazme el favor, ven y así terminas todo con Ximo y todos respiramos de una vez. Después ya le contare lo sucedido y ya no tendrás motivos de preocupación”. Al final acepte y en ese mismo momento me mentalice de no pasarme con ella. No forzaría ninguna situación incómoda.

 

A la mañana siguiente llame a Ximo, para decirle que aceptaba y que el sábado estaría allí. Ximo le dio una vuelta más a todo, porque me dijo que mejor el viernes, porque el sábado estarán también, Silvia y Alberto, así que aprovecharíamos más el viernes, porque luego Alberto también quería consultarme algunas cosas. Ya no me hizo tanta gracia, pero por lo menos me sería más fácil no meter la pata con Pau.

 

Viernes tarde llegue a el chalet de Pau y Ximo. Nuevamente fue Ximo quien me abrió. Vestía como la otra vez un bañador y una camiseta. Esperaba encontrarme a Pau en la piscina, pero no, apareció de pronto e iba vestida más discretamente que la otra vez. En comparación, ahora iba totalmente tapada, porque llevaba un vestido de verano, que le llegaba a los tobillos, no se le veía nada, su siempre habitual escote había desaparecido, porque aunque el vestido llevaba bastantes botones, los llevaba todos abrochados hasta arriba. Nos dimos dos besos en las mejillas a forma de saludo y esta vez los note muy fríos.

 

No quise perder el tiempo y nos metimos Ximo y yo a trabajar. Estuvimos casi tres horas sin parar. La verdad que había sido más fácil de lo que esperaba, porque había seguido mis indicaciones y lo tenían todo muy avanzado. Lo que quedaba prácticamente, eran documentos que tenía que realizar la semana siguiente, en la administración y bancos. Aunque también quedaban el escanear todos los documentos, facturas, etc., que eso era más coñazo y ya lo podía hacer el sin prisa en días sucesivos. Salimos a la terraza y Pau seguía sin bañarse, estaba leyendo unas revistas.

 

XIMO.- ¿Es que hoy no piensas bañarte? ¿Estás bien?

 

PAU.- Si estoy bien, lo que pasa que me he entretenido leyendo y no me he dado cuenta de la hora. (Note que mentía)

 

X.- Pues todavía es hora de darnos un buen baño, que aún hay sol. Vamos a darnos un baño todos.

 

YO.- Por mi sin problema, que hoy si me he traído bañador y de mi medida. Jajajajaja.

 

P.- Bueno, pero un baño corto. Me voy a poner el bañador.

 

X.- Que bañador ni que leches. No decís que os gusta bañaros desnudos, pues todos en pelotas. (Mire la cara de Pau, que no se creía lo que había dicho su marido)

 

P.- Ximo, que lo mismo le estas comprometiendo. (me sabe mal que se escuden en mí, para escabullirse)

 

Y.- Por mí no hay problema. Que no me da vergüenza.

 

X.- Lo ves. No busques excusas.

 

Y.- de todas maneras iré a la habitación a cambiarme y a por unas chancletas.

 

Me metí dentro de la casa y nada más hacerlo, vi que Pau ni se esperó, “Estas tonto o que. Como se te ocurre decir que todos desnudos. Se te ha ido la cabeza” Ximo muy serio la respondió “Que no es la primera vez que lo hacemos aquí en casa, que con algunos amigos ya lo hemos hecho. ¿Qué mosca te ha picado esta vez?” y Pau no se daba por vencida, “Puede ser nuestro hijo, es amigo de nuestros hijos. ¿Te parece poco?”

 

Ximo se reboto bastante diciéndole, “Joder, es que cualquier cosa que diga o haga, siempre está mal, siempre le tienes que sacar un pero. Seguro que si estuvieran Silvia y Alberto, no pondrían ninguna pega, pero eso sí tu siempre dando la nota, es que no te entiendo. Además ya lo dijo, que él es habitual de playas nudistas, ¿Crees que se va a asustar? Lo único que puede es empalmarse, porque estas muy buena”

 

Con voz de resignación y tratando de controlar y dominar la situación, Pau le dijo, “Es que me tenías que haber preguntado solo eso, porque me habría arreglado ya sabes, que estoy sin depilar, solo tengo depilada las ingles” entonces Ximo más relajado y con bastante guasa le respondió, “Si es por eso no te preocupes, ya sabes donde hay pelo hay alegría” y Pau le dijo “Como siempre tan burro, espero por lo menos que no empieces con tu cantinela y no seas guarro, ya me entiendes”

 

Como la discusión inicial parecía reconducida me fui rápido a mi habitación, me puse una camiseta, el bañador y baje. Ximo estaba solo, él ya tenía el bañador puesto. Al ver que tardaba Ximo dijo, que nos fuéramos bañando, sin esperar a saber qué opinaba yo, se quitó allí mismo el bañador, la camiseta y sin mirar atrás se fue al agua y se tiró de cabeza. Por lo que yo hice lo mismo. Vi que antes de tírame al agua Ximo me miraba, me tire y ya en el agua empezamos a hablar. Nos dábamos algún chapuzón, parábamos hablábamos, hasta que vimos llegar a Pau, que venía exactamente vestida a como estaba antes.

 

Se acerco a la piscina y estaba esperando oír la disculpa que se había buscado para no bañarse. Al llegar casi al borde de la piscina, de forma ceremoniosa se desabrocho los botones de la parte superior, que llegaban hasta el borde inferior de sus pecho. Luego se bajó una parte del hombro derecho, luego el hombro izquierdo. Bajo lentamente su vestido, hasta que se empezaron a ver esas dos maravillosa tetas y el vestido ya cayo de golpe. Viéndose un triángulo de vello púbico, que seguía siendo abundante, pero esta vez estaba más arreglado, imagino que por eso había tardado más tiempo en bajar.

 

Ver como se desnudaba de esa manera provoco que mi rabo se pusiera a tope, por lo que me separe un poco de Ximo para que no pudiera verme. Se lanzó de cabeza al agua y casi se roza conmigo, si llevaba los ojos abiertos, seguro que vio perfectamente mi rabo. Estuvimos bañándonos y hablando los tres, pero, aunque Pau había bajado un poco la “tensión” que demostró conmigo, no era la del primer día. En algún momento pille a Ximo haciendo como muecas, me hice como si no las viera y también me di cuenta de la mala cara que ponía Pau. Decidimos salir los tres, deje que Pau saliera delante, la visión de su culo subiendo la escalera, era para comérselo todo. Planifiqué mi salida, ya que nada más salir y para que no se me notase el empalme, cogí la toalla y me la coloco como si me secara. Ellos se fueron directos para dentro de la casa a secarse y vestirse, fui prácticamente detrás de ellos. Una vez que se metieron en su habitación y cerraron la puerta oí una voz alta de Pau.

 

- ¡¿DE QUE VAS?! Es que eres tonto, por no decirte otra cosa. ¿Y si se llega a dar cuenta? ¡¿QUÉ?!

 

- Pues sí que te pones también tu buena. No se ha dado cuenta y si se hubiese dado cuanta, pues un gesto más, que se hace.

 

- Ximo, por Dios, que puede ser nuestro hijo.

 

- Si, si, lo que tú quieras, pero se emboba cuando te ve. Y has visto el pollón que se gasta, eso empalmado tiene que ser un obelisco, no me creo que no se lo miraras.

 

- Pues no, no se lo mire.

 

- Venga Pau, que no soy tonto. Si además la manera que has tenido d desnudarte ha sido la repera, hasta a mí me has hecho que me empalme. Pues fíjate a él, seguro que la tendrá dura todavía.

 

- Pero que guarro que eres, que mente más sucia. No te comprendo.

 

- No me comprendes porque no quieres. Podrías acabar con esa abstinencia forzosa y que es culpa mía.

 

- Vamos a ver si lo tienes claro, te lo repetiré por una millonésima vez. Nadie tiene la culpa de nada, la vida ha venido así y ya está. El matrimonio no es solo sexo, son muchas cosas más, amor, respeto, fidelidad.

 

- Todo eso es muy bonito. Pero es que en eso no hay falta de respeto ni de amor, tampoco falta de respeto.

 

- Lo que tu digas, pero no em vas a convencer. Y ahora termina de vestirte y sal, pero por favor ni señales, ni gestos y sobre todo, no hagas de las tuyas, por favor. ¿Me harás ese favor?

 

- Pero tú me tienes que hacer otro a cambio.

 

- Hecho.

 

- Ponte el vestido negro, el que me gusta a mí, pero con todo los “complementos” y así luego lo pasaremos bien tú y yo.

 

- ¡XIMO POR FAVOR! No me pidas eso. Con ese vestido parezco una puta. Sabes que estando solos no me importa.

 

- Siempre se hace lo que tú quieres. Pues haz una vez más lo que quieras y no te preocupes, que me comportare.

 

Ya no se oyó nada más y me fui a cambiar. No me pillaba de nuevas una situación así, por lo que oí, me parecía entender lo que pasaba y ya lo había vivido antes alguna vez. Coincidí al salir con Ximo, que me hizo una seña para irnos a su escondite, se iba a fumar un cigarro. Nada más encendérselo y dar una buena calada me pregunto sin esperármelo, “¿Nos has oído?” y haciendo el sorprendido le respondí, “¿Si he oído el que?” Ximo insistió, “La discusión con Pau” y con la misma cara de sorpresa conteste un lacónico, “Pues no, no sé de qué me hablas”, se quedó dudando el decirme algo más o algo que tenía en su cabeza, pero siguio fumando y cambio de conversación. Una vez que acabo de fumar y de tomar su caramelo de eucalipto, nos fuimos para la terraza, se estaba muy bien, empezaba a oscurecer.

 

Nada más sentarnos, dijo que todavía tenía la cabeza un poco mojada, que nos metiéramos mejor dentro. Nos sentamos en la sala y oíamos a Pau trastear por la cocina y oímos que preguntaba en voz alta si nos apetecía tomar algo. Yo dije que una cerveza no estaba mal. Ximo en voz alta le dijo que un par de cervezas. Oímos que venía. Traía una bandeja con tres cervezas, una botella de casera y tres vasos. Pero lo mejor no era eso, es que traía un vestido negro, ajustadísimo, con un pequeño escote, que parecía imposible poder retener esas dos tetas. Corto no, lo siguiente a corto, cortísimo dos veces. Como haría para sentarse y que no se le viera todo, era mi gran pregunta. Los ojos de Ximo expresaban, maldad, perversión, excitación y lo míos no expresaban nada mejor.

 

Habían dos cervezas normales y una sin alcohol. Esa última era para ella y a Ximo le extraño. A él le puso cerveza con casera, aunque protesto muy suavemente. Cuando ella abrió su cerveza, Ximo en plan de “broma” dijo que nunca tomaba cerveza sin alcohol, que se la tomaba porque no se fiaba de nosotros y se echó a reír a carcajadas, sin lograr que Pau o yo nos riéramos. Cuando Pau se sentó se le vio todo, pero ella enseguida, se puso un cojín sobre sus piernas, logrando así, tapar lo que se pudiera ver. Iniciamos una conversación sobre una zona de nuestro pueblo, donde iban a construir uno chalets adosados. Lo típico, si la familia tal, se iba a hacer de oro, que si se habían puesto de acuerdo con X, para poder construir.

 

Quien más hablaba era Pau, que se sabía todo lo que pasaba por allí. Ximo trasteaba con su móvil, algo que siempre me parece de mal gusto, el estar hablando y la gente con los móviles. Pau empezó a hablar menos y la note como congestionada. Su cara cambia de aspecto y Ximo, debía de estar recibiendo unos whatsapp muy interesantes y por su cara algo “guarros” porque contenía una sonrisa libidinosa. Pau cogió una especie de cuaderno o agenda, para darse aire, se abanicaba con rapidez y tampoco hacia tanto calor, porque entraba una ligera brisa.

 

De forma inesperada y con un tono subido Pau dijo, “Ximo ya está bien de móvil, deja de jugar con él y haznos caso“ nos pidió un leve perdón, se puso a hablar y Pau se fue relajando, no duro mucho porque Ximo volvió a las andadas y Pau apretaba los labios y miraba a su marido, otra vez se abanicaba y su cara se congestionaba. Me di cuenta de que sus pezones cada vez se marcaban más y eso me ponía cachondo.

 

Las miradas perdonándole la vida a Ximo por parte de Pau, no eran fingidas, se palpaba la tensión. Había algo que se me escapaba y cuando se levantó Pau y al pasar junto a su marido, este aprovecho para darle una buena palmada en el culo y decir, “Tiene un culo soberbio, más de una de 20 años lo quisiera” la mirada que le echo su mujer fue de fusilarlo. El remate vino cuando el sin cortarse me pregunto, “¿No lo ves tu igual que yo? ¿A que tiene un culo envidiable?”, me encogí de hombros, aprete mis labios con cara de circunstancia y no salió de mi boca ni una palabra. Se calmo un poco la cosa y Ximo, saco el tema sobre una duda que le había quedado y me empezó a soltar cosas que no llegaba a entender, entonces dijo que mejor me lo explicaba enseñándomelo. Pau como aliviada dijo, “Si, iros a ver eso, que así me relajo un poco”.

 

Una vez encendió su ordenador busco una página de contactos y me sorprendió. Siguio tecleando y fueron saliendo imágenes de hombres, mujeres, parejas. Al final se dedicó más a las de mujeres. Aparecían para todos los gustos. Hasta que llegamos a una que como las demás, tenían la cara borrosa o pixelada, en este caso estaban pixeladas. No me hizo falta ser un lumbreras, para darme cuenta que era Pau o una muy parecida. Pero no pondría la mano en el fuego, porque no se veía bien. Me fije en el texto y ponía que quería charlas, intercambios de fotos y más adelante ya se vería.

 

Al final me confeso que era Pau, como quise hurgar un poco más le dije que no era posible. Él se ofusco un poco al dudar de él y redujo la pantalla, quedando el escritorio, se levantó, me hizo sentarme en su lugar y me indico que marcara la famosa carpeta que intente abrir sin conseguirlo, la que ponía “F_FACTURAS_P”, me hice el tonto cuando me pidió la clave y le me dijo lo que tenía que poner. Se abrió y menuda colección de fotos. Eran todas de Pau y no eran fotos paseando precisamente. Se la veía haciendo de todo, pero ella sola, ayudada de algún artilugio o con sus manos. En muchas de ellas llevaba una máscaras de tipo carnaval, que la cubrían prácticamente toda la cara y con el maquillaje costaba distinguirla.

 

- ¿Cómo la ves ahora? Este es mi secreto.

 

- Pues ver se la ve más que bien, pero no creo que le gustara saber que me las estas enseñando.

 

- Eso no te lo he preguntado. Es lo que me queda. Pero el siguiente paso no lo quiere dar. Admite todo, menos dar el “salto”

 

- Que quieres que diga, si ya sois mayores. No me entrometo en la vida de nadie.

 

- Jodidamente correcto como siempre, es que desde pequeño igual. COJONES, que te mojes de una puta vez y seas más directo, más incorrecto. ¿O es que no me entiendes? Porque la polla la tienes bien larga, pero tu mente es cortita.

 

- Vamos a ver Ximo, lo tengo muy claro o eso creo. No sé porque ni lo pregunto, que es cosa tuya y a mí me da igual. Te gusta exhibir a ese pedazo de mujer tan bonita que tienes, hasta ahí he llegado, lo que no tengo del todo claro, no es lo que quieres además, si no hasta donde quieres llegar y también tengo claro que tu mujer no quiere ni oír hablar de eso.

 

- Pues no tienes la mente tan cortita. Pau ha llegado hasta lo de las fotos, siempre que no se le reconozca. Ha dejar que la vea hacerse cosas. A ponerse algún “aparatito” y yo con el móvil manejarlo.

 

- Ah, por eso su nerviosismo.

 

- Jajajajaja, si y como me ha puesto. Podías ayudarme, que sé que ella no es de piedra y le has gustado o por lo menos no le has disgustado.

 

- Ya me gustaría ayudarte, pero tiene que estar ella convencida. Se supone que eres tú quien más la conoces, sabrás como entrarla y como convencerla.

 

- Qué coño, que no, que es imposible. Si tenemos dos parejas amigas que son swinger y ellas han hablado con ella y nada, sigue cerrada.

 

- Has pensado que lo mismo no le gustaban los hombres de esas parejas, que también puede ser.

 

- Una de las parejas la conoces es Silvia y Alberto.

 

- Entonces lo certifico. Silvia esta de muy buen ver, pero salvo que Alberto haya dado un cambio espectacular estaba de pena. Que nunca se ha cuidado y no se puede ver ni el rabo.

 

- Sigue más “grandioso”

 

- Es muy simpático, pero eso de ser swinger, pocos intercambios habrán hecho.

 

- Si de eso se queja mucho, cuando van a un local de parejas, las otras parejas dicen que sí, pero con Silvia sola o se lo monta ella con algún chico solo y el mirando. Si le he llegado a decir a Pau que les acompañásemos alguna vez y lo más bonito que me dijo fue degenerado.

 

- Te contare también un “secreto” he estado con muchas parejas, pero siempre han estado los dos de acuerdo.

 

- Pues eso es lo que quiero, que hagas el amor con Pau.

 

- No te equivoques, yo con mujeres casadas o en pareja nunca hago el amor, simplemente me las follo. Para hacer el amor estáis vosotros, los maridos.

 

- Jajajajaja, vale, vale. Pues eso es lo que quiero. Podías echarme una mano.

 

No quise seguir con la conversación y mío le conteste, pero el rabo lo tenía al máximo. Ya había apagado el ordenador, estábamos de pie a punto de salir de la habitación, cuando me pregunto, “Por curiosidad y sin querer ofender, ¿Empalmado cuando te mide ese bicho?” no le quise contestar y moví la cabeza como diciéndole estás loco. Abrí la puerta y me agarro del brazo, me enseñó la aplicación conectada, diciéndome que podía usarlo, que le gustaría, iba a decir que no, pero el empalme que tenía, me hizo aceptar, fui a coger el móvil y me dijo que no, que mejor el mando a distancia, que desde mi bolsillo podría manejarlo.

 

Regresamos junto a su mujer. Que estaba leyendo un libro. Con las piernas sobre la chaiselonguechaise longue, se le veían unas piernas estupendas y eso sí, un cojín colocado estratégicamente para que no se le viera nada. Apenas se inmuto cuando llegamos. Ximo dijo que nosotros prepararíamos la cena y ella asintió con la cabeza. Tenía la cena medio preparada y me dijo que la había preparado el. No sabía yo que supiera cocinar. Mientras hacíamos todo, me dijo que probáramos el mando. Nos acercamos a la puerta para ver su reacción y use el mando. Dejo el libro sobre su regazo, echo la cabeza para atrás y cerró los ojos, luego cuando pare, movía la cabeza con disgusto. Otra vez hice lo mismo y cuando pare, cogió su móvil, se puso a escribir y le llego un whatsapp a Ximo.

 

“No seas así, para ya, que se va a dar cuenta y me moriré de vergüenza, porfi, luego cuando estemos solos, hago todo lo que tú quieras. Okis?” y Ximo con cara de satisfacción le respondió, “Yo me he comprometido a no provocar ninguna situación con él, pero a condición que serias mi puta como siempre. Así que nada de okis ni leches. Rompemos el acuerdo? No quieres ser mi puta como siempre?” Ximo me enseñó el whatsapp y estaba leyéndolo cuando llego la contestación, “Seguimos y sabes que soy tu puta solo tuya y que me encanta, pero no seas muy malo, por mi” y le mandaba iconos con muchos besos y un corazón rojo. Vi la sonrisa tan perversa que se le puso a Ximo y lo de perversa esta vez no lo he puesto entre comillas, porque solo le faltó babear, menudo cabronazo.

 

Con toda su cara me dijo al ver cómo le miraba. “Si lo hago por ella, quiero que disfrute teniendo a otro hombre, que sepa lo que es, que saquen de ella lo que yo no he podido sacar, ¿me entiendes?” y con bastante sorna, para que lo notara le respondí, “Si, claro que te entiendo, si te tenían que dar un premio al esposo abnegado que solo mira por su mujer. No jodas tío, tú quieres ver a tu mujer follando sobre todo, porque te pone cachondísimo pensarlo, que no digo que lo otro no sea cierto también, pero lo que es, es” me miro y no me dio la razón pero tampoco me la quito. Si esto seguía así, podía salir una noche muy buena o una muy desastrosa, lo que estaba claro, que no iba a ser una noche tranquila. Como también pensaba en lo que me había contado de Silvia y Alberto, que lo mismo fue el momento de calentura.

 

“Ximo, lo de Silvia y Alberto es verdad, ¿Por qué no los veo yo en esas situaciones”, ni los veía ni nos los veía era para provocar una respuesta clara y directa. De esa manera me llego la respuesta, “porque te crees que los invite a venir mañana, porque si tú y yo, hoy no tenemos cojones de lograrlo, mañana Silvia por follarte hará lo que sea. Que Silvia es mucha Silvia, es puro vicio, le sale por sus poros y Alberto es un voyeur muy experto” me quede flipado y le pregunte, “¿Pero a tu mujer le van las tías?” y con mucha naturalidad me contesto, “Yo que sepa no, pero a Silvia tampoco le gustaban cuando empezó y ahora no perdona ni a hombre ni a mujer” alucinaba. Quise hacerle ver la realidad. “Pero vamos a ver, tu pretendes que en una misma vez, tu mujer se folle a un tío y una tía, ¿Qué te has metido?” su respuesta fue reírse como si hubiera contado un chiste buenísimo.

 

La cena fue bastante bien, salvo que Ximo toqueteo con frecuencia su móvil, yo de momento no me atreví. El vino estaba bueno y las copas estuvieron siempre bien llenas, incluida la de Ximo, que por una vez hizo una excepción, pero recalcó que nadie se pasó en la bebida, teníamos un puntito agradable. Ximo empezó una conversación subida de tono. Y Pau esta vez, le miro, con mejor cara, pero dejando clara su postura, era como si le dijese, cállate y no vayas por ese camino, yo capte esa mirada a la primera y Ximo que estaba lanzado, le dijo, “No me mires así. Que estamos de dulce, que más se puede pedir, una buena cena, un buen vino, una mujer espectacular, hombre joven y muy dotado” y salto como un resorte, “Ximo, por favor, no bebas más”, el seguía a su bola, “Pelayo, ¿No estás de acuerdo en que Pau está muy bien?” quise ser corto en mi conversación, “Pues claro que está muy bien, eso se ve”, Pau se empezó a poner azorada y sus mejillas cogían un color rojo fuerte.

 

Me anime en vista de las circunstancias a usar el mando. Metí mi mano con mucho disimulo en mi bolsillo. Empecé a toquetear el mando y no sabía si lo estaba usando bien, porque la cara de Pau no me decía nada. Hasta que me di cuenta como apretaba su servilleta, los nudillos estaban blancos. Carraspeó, tosió y miro con cierta rabia a su marido, como pidiéndole clemencia. Cuando Ximo se dio cuenta, puso sus manos sobre la mesa de manera ostensible, ella cuando las vio, me miro a mi abriendo los ojos a tope. Era ahora o nunca. Tardó en reaccionar, pero su reacción, fue echar su silla de golpe hacia atrás mientras se ponía de pie, de tal forma que cayó al suelo, soltó de golpe la servilleta en la mesa, miro a su marido y le dijo, “ERES UN CERDO, ESTO NO TE LO PERDONARE EN LO QUE ME QUEDA DE VIDA, TIENES QUE IR A UN PSIQUIATRA Y QUE TE CURE ESA CABEZA SUCIA QUE TIENES, (mirándome a mi) Y TU, PARA YA JODER, QUE TODO TIENE UN LIMITE”

 

Se fue dando grandes zancadas, lo que provocó un movimiento de culo más potente. Ximo ni se inmuto, es más me miro y sonreía, fue detrás de ella y a la vez se oyó un fuerte portazo. Ya estaba pensando en marcharme, por lo que fui a recoger mis cosas para irme sin hacer ruido. Entonces pude oír como de forma muy seria y con mucha rabia Pau no paraba de lanzarle reproches a su marido, algún que otro insulto y Ximo, consternado le pedía una y otra vez perdón, pero ella no admitía perdones ni nada, hasta que varias veces le dijo que se fuera de casa. Ya me dirigía a la puerta de salida cuando oí que me chistaban, era Ximo y vi que no traía una cara de preocupación acorde con el perdón que le estuvo pidiendo a su mujer. “Espera, ¿A dónde vas?” y mi contestación fue la más lógica en esa situación, “Pues después de lo ocurrido, no pinto nada aquí” y el en voz suave me trataba de convencer de que no era para tanto, que se pasaría sin más y para que fuera a pedir disculpas a su mujer para rebajar la tensión. Yo no quería ni de coña, por lo menos en ese momento, si acaso para otro momento.

 

El caso que al final Ximo se quedó al principio del pasillo y yo me acerque hasta la puerta de su dormitorio. Di unos toques muy suaves a la puerta con las yemas de mis dedos. Con voz suave le decía, “¿Podemos hablar, Pau?” como no contestaba miraba a Ximo, que me hacía gestos de que abriera y entrara, pero eso sí que no. Volví a insistir, “Pau, es solo un momento, de verdad, solo quiero decirte una cosa y pedirte disculpas”, solo había silencio, insistí una vez más y viendo que el silencio continuaba me iba a marchar, cuando oí que me decía puedes pasar. Pase y me dijo que cerrara la puerta. Era una habitación grande. Estaba recostada sobre el cabecero de su cama, con una almohada sobre sus piernas, impidiendo que se le pudiera ver nada. Estaba claro que había llorado, porque aunque se había limpiado, tenía manchas de rímel. Vi el dichoso juguetito sobre un sillón que había en la habitación, pero quite rápidamente la vista. Fui a pedirle disculpas, pero se me adelanto ella.

 

- Me has defraudado, menudo cerdos sois los dos. Es vergonzoso.

 

- Entiendo que estés enfadada, pero también sé que cuando se te pase el cabreo, lo veras de otra manera, lo que no quiere decir que cambies de opinión, pero no lo veras igual que lo ves ahora.

 

- Según me estás diciendo, mañana cuando me despierte, pensare que ha sido un mal sueño, que mi marido no quiere ser un consentido, que quiere que otro hombre se acueste con su mujer, con un joven que puede ser mi hijo, que se ha criado con mi hijo, que lo conocemos de toda la vida, que lo hemos visto crecer. ¿Eso es lo que me estás diciendo?

 

- No, no es eso lo que te estoy diciendo. (Me acerque hasta sentarme en el costado de la cama, junto a ella y mirándola intensamente) Lo que te digo, que si te molestas en indagar, en buscar, veras que no es nada raro lo que Ximo pretendía. Lo que tendrías que buscar son sus motivaciones.

 

- Las motivaciones las sé de sobra, aunque no las comparto, porque no las entiendo, como tampoco puedo entender, porque un chico, majo como tú, no se busca a una chica de su edad y no a una que ya no cumplirá los 40.

 

- No vas a decirme los gustos que yo debo de tener.

 

- Pero es que no entiendo lo que puedes ver en mí, de verdad y no lo digo para recibir ningún halago, no me entra en la cabeza y eso si cuidado con lo que dices, porque seguro que el CORNÚPETA está escuchando, ¡¿VERDAD?!” (No se oyó nada, aunque ella lo dijo bien alto)

 

Acaricie su cara para que se tranquilizara y no recibo rechazo por parte de ella, solo su mirada misteriosa, que no lograba descifrar. Mi otra mano mientras la hablaba explicándola lo que me gustaba de ella, acariciaba sus piernas y se metía por debajo de la almohada. Pau instintivamente cerro sus piernas. Pero eso no me iba a rendir. Me agache un poco y le dije a su oído, para que Ximo no pudiera oírlo, “Esta vez te voy a follar todo el tiempo que tú quieras y lo vamos a disfrutar más y mejor los dos, aunque Ximo seguro que también” luego me quite del oído pero muy poco, porque uní mi boca a la de ella, la bese y ella apretó sus labios sin quitarse. Insistí y cuando noto mi lengua, abrió un poco los labios, para que una vez que entro mi lengua un poco, ella abrió su boca y menudo morreo nos empezamos a dar.

 

Todo empezaba a llevar buen ritmo, porque sus piernas dejaron de hacer fuerza y permitieron a mi mano subir hasta su húmedo coño. Que cuando lo llegue a tocar, su morreo aumento en intensidad, no haya nada mejor que un morreo tan apasionado. Una vez que dos dedos entraron dentro de ella, dio un suspiro-gemido tremendo, como si se le escapara todo el aire de su cuerpo. Me ponía su respiración, el cimbreo de su cuerpo, pero ella no hacía nada, se dejaba hacer, que de momento era bastante. La notaba super excitada, pero de la misma manera que nerviosa e intranquila, yéndose su vista muchas veces hacia la zona de la puerta. Contenía su respiración, se notaba que no quería que se la oyera nada.

 

Me levante y parecía que se desconcertaba, lo que hice fue empezar a desnudarme, quería ponérselo fácil. Cuando empecé a desnudarme vi un atisbo en ella de decirme que no lo hiciera o algo así, pero no le salieron las palabras. No dejaba de mirar sus ojos, ya me quede desnudo y con una erección fenomenal. Me acerque a ella y me quede de pie pegado a la altura de su cabeza, sin decir nada, solo mirándola. Lo siguiente que hizo ella fue echarse más al centro de la cama y dejarme un espacio. Me tumbe a su lado y después de un impase, solo mirándonos intensamente, nos volvimos a dar un morreo espectacular. Ahora la metía mano con más libertad y fui bastante habilidoso, porque en menos de tres minutos estaba desnuda.

 

Como seguía bastante parada, en lo que se refiere a hacer algo, cogí una de sus manos y la lleve a mi rabo. Fue como si diera calambre, porque quito la mano de golpe. Insistí una vez más y esta vez dejo su mano y me dijo muy suavemente y como en secreto, “Por favor echa el seguro a la puerta” y con la misma tranquilidad y mientras mordisqueaba su oreja le dije, “Que más da. No creo que vaya a entrar si no se lo dices tú y si entra, pues que vea lo bien que lo pasas, ¿No te parece más morboso?” su reacción no fue decir nada, fue darnos un morreo mucho más salvaje. Ella ya se olvidó de todo, por lo menos de momento. Cada vez la notaba más suelta, como más liberada, aunque no del todo, porque me dijo, “Me gusta esa lengua que tienes, quiero probarla” hice que no la entendía, pero ella no quiso ser más explícita de palabra, se limitó a empujar mi cabeza hacia abajo.

 

Una vez que empecé a comer su coño se le escapo, “Guauuu, menuda lengua que tienes cab…” y se cortó ahí. Tenía que seguir y hacer que se soltase del todo. La hice girase sin dejar de comer su coño, para que quedara sobre mí y ella también lo entendió, porque se puso a hacerme una mamada, ya estábamos en el perfecto y salvaje 69. A pesar de lo cachondos que estábamos los dos, ella seguía reprimiendo sus gemidos, sus expresiones. Sentí algo de corriente, no mucho y oí unos pasos casi imperceptibles, lo que quería decir que Ximo estaba dentro aunque no le viera y por lo que intuí tampoco su mujer se enteró.

 

Por cómo se me pegaba en mi boca y como se retorcía sabía que pronto se correría en mi boca. Parecía que se quedaba como estática y se apretaba contra mi boca. Paro de mamarme mi rabo y empezó a correrse, apretaba sus labios, porque solo se oía un “Mmmmmmmm” potente y seguido, hasta que respiro con fuerza, con bocanadas potentes. Una vez termino de correrse, se quitó y me pidió disculpas, me decía que estaba muy sensible, que la diera unos minutos. Ahora si vi a su marido, sentado cómodamente en un sillón, sin decir nada. Pau siguio metiéndome mano, agarraba con fuerza mi rabo, ya no era como antes y después de darme un buen morreo, fue mordisqueando mis pezones y me tripa hasta llegar a mi rabo. Se sobresalto, acababa de ver a su marido, una vez que se sobrepuso del sobresalto, dudo y como me había soltado el rabo, volvió a cogerlo, Le pregunto a su marido, “¿Llevas mucho ahí?” el con voz suave, tranquila le contesto, “Lo suficiente, amor”, se quedó mirando a su marido y su mano se movía muy suavemente. Luego me miro a mí, vi que algo pensaba o tramaba.

 

Volvió a mirar a su marido y giro un poco la cabeza, me miro y me dijo, “Discúlpame que te dé la espalda” y se quedó de costado, dándome la espalda, mirando a su marido y tuvo un cambio radical. Le dijo a Ximo, “Esto querías y espero que no te arrepientas, porque me has buscado al macho ideal para hacerte cornudo” y Ximo le dijo un escueto “Tu, disfruta, bueno disfrutar, solo quiero ver que seas tú, mi Pau de siempre”, empezó a lamerme mi rabo, no podía verla solo sentirla. Lo mejor vino segundos después, porque empezó a hacerme una mamada de primera categoría, su marido tenía una visión perfecta y yo no tenía la visión pero si el placer.

 

Mientras yo follaba su coño con mis dedos y con mi pulgar aprovechaba para meterlo en su culo, estaba tan cachonda, que coloco mejor su culo para facilitarme las cosas, menudo cambio que había dado. Quería follármela y se lo dije. Se coloco dos almohadas y se puso a cuatro mirando a su marido. Me dijo que la follara así, que necesitaba ver a Ximo. Su marido tenía desabrochado el pantalón y bajada la cremallera, pero se limitaba a tener la mano por encima de su ropa interior. Tal como estaba colocada se veía un culo de película, muy hermoso y era muy llamativo ver esas inmensas tetas colgando. Ella esperaba que le metiera el rabo ya. Pero quise “putearla” un poco.

 

Pasaba mi rabo a lo largo de todo su coño, pero sin metérselo, lo que si notaba era como me lo mojaba. El sentirla con esas ganas me ponía más cachondo. Se movía con ganas, hasta que con voz nada suave le decía a su marido, “Ximo, menudo cabronazo que es el nene, me está provocando, no me la mete, dile algo” y antes de que Ximo pudiera decir nada, le di un par de azotes, lo que provocó que además de quedarse muda, se quedase parada. No quise dejarla reaccionar, le di otros dos y le dije “El que manda ahora soy yo, así que a callar y mueve el culo zorra, no te quedes parada” y quiso quitarse, no sabía si estaba montando el numerito, pero la tenía bien agarrada por las caderas.

 

Entonces con tono de protesta le decía a Ximo, “Hasta aquí hemos llegado, nadie me llama zorra y encima me azota. ¿No vas a hacer nada?”, Ximo ni la contesto. Solo se tocaba el rabo que ya lo tenía fuera. Entonces no quise “cabrearla” ms y de una sola embestida le metí el rabo, soltando un sonoro grito-gemido muy potente, diciendo, “QUE BRUTO. XIIIIIMO ME MATA DE GUSTO” le iba contando a su marido lo que iba sintiendo. Mis embestidas fueron aumentando de tal manera, que se dejó caer sobre las dos almohadas y le decía a su marido, “Ximo, te quiero, te quiero, mi amor. Me está matando. Córrete, mi amor, quiero verlo. Que estoy a punto, quiero que nos corramos juntos” y Ximo empezó a menearse el rabo con más rapidez y Pau empezaba con los primeros gemidos, que avisaban de su muy cercana corrida.

 

Así fue empezó ella a correrse y Ximo empezó a soltar leche en abundancia. Los dos se decían que se querían. A Pau le volvió a suceder lo mismo que con la primera corrida, se quedó como muerta y no se la podía tocar. Me salí de ella y me quite el condón. Me coloque en una posición que dejaba claro lo que pretendía y ella lo entendió a la primera, como estaba de costado, Ximo podría ver cómo me hacia la mamada y yo también la vería, porque me ponía tan cachondo verla como sentirla. Como estaba demasiado caliente, sabía que no tardaría mucho en correrme y le pregunte donde me podía correr, ella me dijo que la avisara, que en la boca no.

 

Fue la primera vez que Ximo entro en baza y fue diciendo, “Córrete en su boca, que es muy puta y le encanta, que ahora se hace la modosa. No le hagas ni caso, llénala bien la boca”, Pau paro la mamada y le dijo a su marido que no se pasara. Lleve su cabeza de nuevo a mi rabo y continuo con la mamada. A pesar de lo que me dijo Ximo, la avisaría, no quería malos rollos. Así que cuando estaba más que a punto, se lo dije y quise quitarme, pero ella se engancho bien y menuda corrida que solté. Mis gritos y mis bufidos lo tuvieron que oír hasta los sordos.

 

Una vez que me quede relajado, me fui al baño. Mas que nada por dejarlos solos. Para que tuvieran un primer intercambio de impresiones, antes de continuar. Hablaban muy bajo pero mi oído funciona a la perfección. Ximo quiso darle un morreo por lo que oí y ella le decía que no, que era una cochinada, que me había corrido en mi boca. Pero el insistió y por el silencio supe que se lo estaban dando. Los volví a oír y ella le preguntaba que como le podía gustar besarla con la corrida de otro en su boca. Y el ante el alucine de su mujer le respondió, “La pena es que no me hubieses besado nada más correrse, o que se hubiera corrido dentro de ti y luego yo, comerte el coño, no sabes cómo me pongo solo de pensarlo, el corazón se me dispara” y ella le contesto, “Ojo con el corazón, que no se te dispare y eso que me has dicho me suena a guarrada. Busca la forma de decirle que se vaya, quiero que nos quedemos solos”

 

Salí del baño y Ximo me dijo de salir al salón a tomar algo. Le dije que sí, pero que me dejara vestirme antes. Me vestí como si fuera para no ir desnudo y en cuanto salimos de la habitación, le dije que no hacía falta tomar nada, que me marchaba, que me despidiera de Pau y que si quería ya me contaría. Ximo me dio la mano y quedamos que ya me diría algo. Recogí toda mi ropa y salí sin mayor problema.

 

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