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Soy Alejita, y de puta pasé a ser Esposota

en Confesiones

ALEJITA, DE PUTA A SER MI ESPOSOTA

Mi historia con mi adorada Esposota Alejita (Esposa + Puta)

Cuando una mañana mi habitual entregadora de putas complacientes me dijo que esa vez me mandaba a una hembra madura, apenas la vi cuando bajó, me gustó, y supe que me la iba a querer coger por su hermoso cuerpote carnudo de Mamita, que ella sería complaciente para lo que quisiera hacerle.  El instinto desarrollado por los centenares de putas que me había cojido, me dijo que esa hembra había tenido varios preñes y que iba a ser una tremenda y hermosa puta para mí.   Me gustó especialmente su abultado vientre carnudo que se veía sobresalir bajo la corta remerita: un vientrote de hembra que se había preñado varias veces.  La imaginé repreñada, y las hembras preñadas me paran la pija como un palo.  Y esa puta me la puso dura en instantes.

Mi nueva puta me dijo que se llamaba Alejandra, tenía el pelo ruludito y cobrizo, piel marrón, un cuerpo macizo, y le dije: “Vas a ser mi Marroncita, te gusta?”, y ella me contó que le decían “morocha”, pero yo le puse Alejita la Marroncita y lo aceptó así.  No medía más de metro cincuenta pero era elegante, con una sonrisa simpática, maciza de cuerpo, pelo cobrizo ruludito y piel marroncita.  Me la imaginé aplastada contra la cama gritando, porque sus abundantes carnes eran especiales para aplastarlas de frente sobre la cama y hacerla remierda sonando como un bombazo, así que me la llevé en seguida al hotel por una hora, que se transformó en más de cuatro, y desde entonces, fue mi hermosa puta Alejita.  Tenía entonces 36 años, y según me contó después, ya tenía dos hijitas preadolescentes, cada una de un macho distinto, y que a esos preñes se debía su hermoso vientrote carnudo, que me hizo desear hacerle las Aplastadas, que me excitan más que nada, y hacerle yo un tremendo preñe para cojérmela redonda y dura como una pelota.  Me la imaginaba toda desnuda con cuerpo caliente y con una tremenda pansota, aplastada contra la cama, sudando y gritando para mí.  Me deliran las putas gritonas.

Entramos al hotel, que desde ese día fue nuestro Nido de Bodas durante años, primero con ella como mi puta, luego como mi amante y más tarde con Alejita la Puta Hermosa como mi Esposota.  Alejita fue al baño con cara sonriente, en Patitas, siempre simpática y bien dispuesta, y a cada momento me gustaba más.  Una Esposa bien puta es lo más, con una así se le puede pedir y hacer de todo.  Adoro las Patitas Putas de mis hembras, y después de varias mañanas de cojidas, le enseñé a Alejita que me entregara sus divinas Patitas Putas al chupoteo.

Esa primera vez, cuando salió del baño, yo ya me había sacado la ropa y mi pija estaba tremendamente al palo y largando jugo pijal.  Siempre desde entonces, Alejita me paraba la pija apenas yo la veía o la escuchaba llamándome para que me la cojiera.  Esa mañana me la puso dura como nunca, al saber que en unos momentos más me la iba a coger.  Alejita salió del baño todavía con corpiño y tanga pero su hermosa pansota carnuda a la vista, me miró la pija y en la cara se le pintó el espanto.  Dijo: “Eso tenés, animal?  Es una pijotasa infernal!  Cuánto mide ese pedazote?  Seguro que más de 25 centímetros!  Te la aguantan las pendejitas que te manda la señora?  Habrás desfondado a varias!  Por eso hoy me mandó a mí?  Para que te la aguante?  Porque dicen todos que soy muy buena puta?  No me avisó que me iba a tener que ensartar en semejante cosote!  Pero… soy buena puta, así me dicen todos, así que, Alejita, a aguantártela!  Solamente una vez me cojió un pijudo como vos, no me cabía en la boca y lo tuve que pajiar!”

“Tengo más de 25 centímetros de gruesa pija para darte, Alejita, es grande y lechuda, y bien gruesota, pero te la voy a clavar entera, AUNQUE GRITÉS Y ME PEGUÉS PATADAS, preparate para aguantártela toda adentro, Alejita, sos una diosa así, toda en bolas, te recomendó la señora, me dijo que sos una muy buena puta y le creo y no te voy a perdonar ni un centímetro de pija!”, le contesté.

Y Alejita, como buena puta que era, aunque asustada, aceptó que me la cojiera con mi tremenda pija como una estaca.  Se sacó el corpiño y le vi las tetotitas pezonudas, redondas y chicas como de pendejita, el vientre carnoso, la conchasota escondida entre sus gruesos muslotes, y la pija se me puso aún más dura y tremenda.  Alejita siempre me puso la pija al repalo, y durante los años que la tuve como mi Puta Hermosa, me la hizo crecer 2 o 3 centímetros más, creo que por las mamadas que me hacía durante horas.  Con ella, la pija al repalo me duraba horas, y eso la ponía orgullosa y me decía: “Yo te la pongo así, o las otras putitas también?”, y yo le decía: “No, ninguna como vos, diosa!”

Desde esa primera mañana en que me la cojí cinco veces, fui descubriendo en Alejita a la mejor puta de mi vida, ella no sabía casi coger, había sido una linda pendeja putona, los maridos se la habían cojido y se habían vaciado en ella para gozarla y la habían preñado, pero no le habían despertado el gusto por la perversión del sexo a lo bestia.  La habían cojido y preñado y nada más.  Alejita me contó que no se acababa cuando se la cojían y coger no la ponía puta.  Pero en los encuentros semanales que tuvimos, le fui haciendo saber lo que me gusta hacerles a mis putas, y Alejita, muy complaciente, fue muy buena alumna, aprendiendo y aceptando todo lo que fui haciéndole, y así fui poco a poco despertando en ella a la tremenda puta que tenía adentro y que ella no sabía.  Alejita nunca se negó a lo que le fui haciendo o enseñando, y le gustó que la hiciera mi Puta Amada.  En las mañanas de cojidas siempre en el mismo hotel, me contó cómo había sido su primera Noche de Bodas: el macho le arrancó las ropas y la tiró desnuda en medio de la cama, la amarró de pies y manos a la cama con los muslos abiertos, le tapó la boca con una toalla y se la cojió así seis veces hasta la mañana, luego la dio vuelta y le enterró sin piedad la gruesa pijota por culo cuatro veces.  Alejita, destruida, quedó de preñe ese mismo día, y del culo abierto como un tulipán le manaban los acabotes con que la inundó.  Alejita se aguantó esas cojidas infernales, cada vez más bestiales, con el vientrote creciéndole como una tremenda pelota, porque para eso estaba: ser la hembra de un pijudo.   Cuando Alejita parió a su primera pendejita, había aumentado 17 kilos y el macho la dejó porque tenía una pendejita de 14 años, estrecha de concha, y Alejita consiguió otro, un negro gigantesco que tenía una pija descomunal y se la cojía por los tres agujeros hasta reventarla.  Y por supuesto, la repreñó peor que el anterior, y pronto la reemplazó por dos pendejitas de 15 años que se turnaban para aguantarle la espantosa pijotasa, y ese también la abandonó.  Entonces Alejita, que con ese preñe había aumentado 23 kilos, se hizo puta, y fue cuando mi entregadora de pendejas complacientes me la mandó, me la cojí por primera vez y me enamoré de ella, porque fui descubriendo en ella a una hembra que había nacido con alma de puta sin saberlo, y yo le fui haciendo conocer la verdadera putez sin límites que me gusta en una hembra.

Alejita ya era puta y había alojado kilómetros de pijas, pero no sabía muchas cosas, sólo entregaba su carnuda concha, así así que empecé por hacerle la Aplastada en la segunda vez que la llevé al mismo hotel.  Cuando ella se acostó desnuda en la cama, antes le pregunté: “Alejita, conocés la Aplastada?”, y ella, esperándome tendida boca arriba en medio de la cama, con cara de inocente, me contestó: “No, qué es eso?”  Evidentemente, aunque era puta, no sabía mucho de cojidas descomunales.  Conmigo iba a aprenderlas todas.

“Ahora vas a saber”, le dije. “Acostate boca abajo”.  Alejita se puso en el medio de la enorme cama, extendió los brazos como crucificada y yo me puse arriba de ella, sintiendo debajo de mí todo su cuerpote cálido, y mi pija se pegó a su cuerpo.  Me elevé con los brazos  y me le arrojé encima con todo mi peso desde más de un metro de altura y la reventé con todo mi cuerpo hundiéndola en el colchón.  Alejita, primero sorprendida, luego reventada y hundida en el colchón, sólo hizo AAFFFFFFF, de la boca le salió un chorro de saliva, y su cuerpote sonó como una bomba que explota, incrustada en el colchón.  En el mismo momento en que la conocí, su macizo cuerpote me hizo desear aplastarla así, a lo animal, como la había querido tener, y ese día se lo hice por primera vez.  Era la puta cuerpuda especial para el aplastazo que yo siempre había deseado.

Alejita rebotó en la cama con cara de espanto, manotiando desesperada en el aire, pero no pudo evitar que me le arrojara de nuevo desde más altura, una y otra y otra vez, estampándola a lo bestia.  A Alejita le crujían los huesos, se retorcía y se sacudía largando saliva espumuda por la boca, empapó las sábanas en un intento de gritarme algo.  Su hermoso cuerpote duro pero carnudo sonaba como estampidos, que hacían temblar las paredes, pero no pudo sacarme de encima ni reputiarme o pegarme como quería, y recién cuando, una hora más tarde, tras la más espantosa reventotiada que le he hecho a una puta, la dejé hecha mierda toda sudada y tendida en la cama, y recién pudo roncamente decirme: “Así que esa es la Aplastada?  Sos un animal, la reputa que te reparió, hijo de mil puta, casi me quebrás los huesos!  Te la aguantan las pendejitas que te manda la señora?  No me avisó que me ibas a hacer remierda así!  Pero me gustó, es algo nuevo, y yo que creía que me las sabía todas, después de años de trabajar de puta!  Me gozás así?  Quién te enseñó a hacer eso?  Te gusta tu nueva puta para aplastarla?”

Le conté entonces: “Una vez me mandaron a una putita como de 18 años, tetudita y carnosa, que había parido un nene hacía poco y tenía las redondas tetotasas llenas de leche, y cuando me la iba a coger de frente, ella me dijo que la aplastara refuerte de frente, porque así le salía la leche de las tremendas tetotas, y su pareja se lo hacía y le mamaba las tetas.  Me gustó y se lo hice, la pendejita era re aguantadora y se bancó mis aplastazos una hora y media, chorreando leche de sus pesones, y desde entonces a todas mis putas les hacía el Aplastazo Infernal, como lo llamaba la pendejita.  Lo llamo la Aplastada, o el Estampotazo, o la Reventada!  Te la bancás?”  Y Alejita, todavía no muy convencida, me dijo que sí.

Sudada y destruida, cuando la dejé ese día tras arreglar otro encuentro dos días después, la tuve que llevar medio arrastrándola para que se tomara un taxi, porque la había hecho mierda a aplastazos y casi no podía caminar, pero se había aguantado las estampotiadas como una diosa.  “Me mataste con esas aplastadas, hijo de remilputa!  Pero para otra vez me las voy a aguantar mejor!”, y desde ese día se ganó el nombre de mi Estampota.  Y a Alejita le gustó, me dijo: “Soy una puta especial, no?  A que ninguna otra te aguanta esas estampotiadas?  Yo sí, me las aguanto, y me las vas a hacer siempre?”, y cada vez que nos encontrábamos en el hotel, Alejita se ponía toda en bolas como su mamita la parió y la estampotiaba durante horas antes de enterrarle pija.  La segunda vez le dije: “Ponete boca arriba, Alejita, te las aguantás de frente esta vez?”, y ella, mirándome con miedo al ver la pijota que sabía que luego le iba a enterrar a matar, me contestó: “Sí, dame de frente, me las voy a aguantar!”

Y esa vez la reventé a lo animal más de dos horas, tirándome por el aire sobre ella como en una zambullida, para chocar contra su cuerpote, y Alejita me las aguantó resoplando a cada aplastazo, salpicando salivota y rebotando en la cama, y desde ese día cada vez la estampaba de frente hasta destruirla, y a Alejita le gustaba y me lo pedía.  También le enseñé a que ella se me tirara encima con los 79 kilos de su duro cuerpote y me reventara a lo bestia.  Quedaba sin respiración y sudaba cuando levantaba sus carnes duras y se me tiraba encima con entusiasmo de puta salvaje.  Los estampidos hacían temblar las paredes, pero pronto en el hotel sabían que cuando iba Alejita, todos oían sus ruidos y la sabían muy buena puta.

Después de aplastarnos yo a ella y ella a mí durante horas, me la cojía a los alaridos llenándole las entrañotas con mi pija, pero no a pija pelada, y Alejita se las aguantaba con entusiasmo, resoplando y sudando como una yegua galopada.  Mi pija entraba en su conchasota carnuda hasta el fondo y Alejita aprendió a gozar pija como jamás había hecho.  Ya era mi Puta adorada, y nuestras cojidas se hicieron famosas en el hotel, las mucamas miraban a Alejita cuando salía, destruida, y comentaban: “Esa sí que es una tremenda puta, coje como una demonia, grita como animal degollado, hace temblar las paredes, qué le hará que suenan como estampidos?  Sale con cara de destruida!  Qué hermosa puta es!  Ojalá nosotras consiguiéramos un pijotudo así!”, escuchaban pegadas a la puerta los aullidos de Alejita cuando la empalaba a matar y las explosiones que hacía su duro cuerpote cuando la sometía a los estampotazos. 

Pero Alejita no me dejaba meterle pija pelada hasta el fondo de su carnuda conchota, y me decía: “No, amor mío, a pija pelada no me metás esa pijota, es muy lechuda y preñotiadora, y tus acabotes de caballo preñarían hasta a una estatua, y yo soy más fértil que una coneja puta, mis entrañas huelen una pija y se preñan!  Ya los dos preñes que me hicieron me dejaron cada vez la panza más tremenda, como un globote a punto de reventar, en el vecindario todos me miraban y algunos se agarraban la pija por la calle y me regalaban pajotas espantosas!  La médica me dijo que si me preñaba de nuevo, mi panzota iba a reventar!  Además, mis hijitas me van a decir que soy puta si me les aparezco otra vez con un globote panzal!  Eso es cierto, ahora soy reputa, pero si me hago fama de puta todos en el barrio me van a querer clavar pijas gratis!”  Así que Alejita no me dejaba incrustarle mi pija pelada.  Pero las mamadas de pija de Alejita eran espantosas, divinas, ella se me prendía de la pija con su bocucha y con ambas manos y las uñas me tironeaba los pezones cuando descubrió que eso me paraba más la pija, y me sacaba hasta cuatro acabadas en una hora mirándome con su peor cara de hembra puta cuando se tragaba mis pastudas acabadas.  A veces me arañaba con sus duras uñotas y me marcaba diciéndome: “Mi amor, vas a llevar las marcas de tu puta amada Alejita, para que si te cojés alguna pendejita, sepa que sos mío y tenés la marca de tu “Alejita”!”

Me enloquecía cada día más esa puta carnuda y complaciente, que a medida que la conocía se convertía en más puta, aprendía y no se me negaba a nada, y me la seguí cojendo dos o tres veces a la semana durante años.  Alejita me esperaba adentro del hotel en una salita, y me daba su boca salivuda diciéndome: “Cómo estás, mi Putazote?” (así me llamaba ella), y apenas entrábamos a la habitación, se me prendía en tremendos chupones dándome su lenguota salivuda y se ponía completamente en bolas apretándose contra mí, y parada en la cama, se lucía orgullosa de sus tetitas de pendeja y su vientrote carnudo de Mamita.  Y ahí yo me le tiraba encima y la hundía en la cama con Alejita haciendo OOOOFFFFFF!   Me la cojía tres, cuatro y hasta seis veces en una mañana, hasta que Alejita pedía piedad, destrozada por dentro, mordida y masticada en las tetitotas, empastada en acabotazos.  Cada cosa nueva que le hacía, le encantaba y me decía: “Soy buena puta, amor mío?”

Alejita ya se había acostumbrado a mi tremenda pija, que le abría la conchasota como un tulipán y le entraba hasta el fondo, pero todavía cuando me la veía saltar chorreando jugo pijal, se asustaba, y me decía: “Nunca me imaginé que tu pijota me iba a caber, me estás estirando mis entrañotas cuando me empalás, pero ya te la puedo aguantar entera, mi amor!  Pero tu pija crece, amor mío, te la hice crecer yo?  La tenés espantosa!  Cada vez peor!”.  Y en verdad, las cojidas infernales con Alejita me hicieron crecer la pija varios centímetros y se me puso gruesa como un brazo de ella, que todavía me la miraba espantada cada vez que se la iba a enterrar al saber que se la aguantaba entera adentro.

Poco después, quise meterle pija a Alejita por culo.  Era mi puta y quería sodomizarla a fondo, aunque aullara.  “Alejita, dame tu carnudo y profundo culo y aguantame toda la pija adentro!”, le dije.  “Quiero entripotarte, puta mía!, y ella, con cara de inocente, contestó: “Pero tu pija es un pedazote, un taladro de piedra!  No me va a entrar!  He alojado pijas, pero como la tuya, nunca!  Y qué es eso de entripotarme?”

“Entrripotarte o Entriparte es clavarte mi pijota por culo a lo animal, enderezarte tus tripotas, romperte toda por dentro haciéndote bramar como una tigrota desfondada, destruirte a pijazos espantosos!  Hacerte del culo una flor y de las tripotas un caño!  Para eso yo te voy a ensartar pija por culo hasta abrirte tus tripotas como un tubo y te la vas a aguantar toda!”, contesté.  Y Alejita, siempre dispuesta a todo y complaciente, dijo con entusiasmo: “Bueno, dame!  Me pude aguantar pijotas por culo, pero una como la tuya, nunca!  Pero si soy buena puta, me la aguantaré entera, aunque voy a gritar como una cerda!”, y se acostó con su carnuda grupota para arriba y los muslotes abiertos.  Sabía que iba a ser inmolada, sacrificada como una ternera puta, pero quería que se lo hiciera.  Dijo: “Voy a ser tu puta entripotable a cualquier costo, así me querés tener siempre como tu Puta Adorada, no?”

Penetrarla fue una inmolación, una verdadera trepanación.  Alejita se agarró de las sábanas, preparándose para la intrusión tripotal, pero lo que se le vino adentro fue terriblemente más demoledor que lo que ella se había imaginado o aguantado desde que era puta.  Había alojado pijas por culo, pero nunca una como la mía.  Cuando mi pija comenzó a abrirle la tripota, Alejita sintió que  un fuego la quemaba por dentro: era mi gruesa pijota que la estaba casi partiendo en dos para clavársele adentro.   Gritó como una condenada a muerte, aulló como loba cojida y destruida, me pegó con furia, y cuando esos alaridos se fueron convirtiendo en roncos rugidos, mi tremenda pija ya la estaba llenando centímetro a centímetro para inundarla a acabotiadas.  Prendida de las sábanas con sus uñotas, las rajó aullando, pero finalmente fue buena puta enculable y se la enterré toda.  Sus alaridos empezaron cuando la tremenda y morada cabesota de mi pija como una piedra la abrieron con una embestida de rinoceronte, y la fueron llenando, adueñándose de Alejita mi Entripotota para siempre.  Después de esa inmolación animal, Alejita se aguantaría empijotazos durante horas cada vez que me la llevaba al hotel, donde sus alaridos y rugidos hicieron que llamaran a la policía, pero las mucamas, conocedoras de la infernal putez de mi hembra, les explicaron que ella era la mejor puta salvaje y aguantasota que hubieran alojado en el hotel.  Mis 25 centímetros de pija al repalo se le incrustaron a Alejita en las tripotas ensanchándolas como jamás ella se había imaginado.  La clavé sin piedad montándola como mi yegua puta y la sacudí galopándola como una bolsa mientras ella bramaba y pateaba, hasta que mi pija desapareció en sus tripotas.  Debía estar empalada de pija casi hasta debajo de las costillas, pero las entrañotas de mi puta parecían de goma, alojaron y soportaron esa intrusión infernal durante tres horas.  La acabotié cuatro veces esa mañana, dejándola destruida.  Mis acabadas a chorros la llenaron, la inundaron y la rebalsaron y le salían por el agujero cular a espesos chorros salpicando la cama.  Sudada, aplastada y desfondada, quedó largo rato despatarrada en la cama en un charco de lechotazos antes de poder hablar.  Cuando le salió la voz, me reputió largo rato: “No me avisaste que tu troncote me lo ibas a meter entero por culo, me ahuecaste las tripotas!  Debés habérmela metido hasta debajo de mis costillas, tremendo hijo de mil putas!”, me dijo.

“Amada puta mía, no serías buena puta si no entregás tus tripotas al Entripotazo!”, le respondí.  Y así empezó a ser también mi adorada Puta Entripotasa para siempre.  Aullaba cuando se la enterraba, pero se la aguantaba con su entusiasmo de puta.

Pronto le enseñé a Alejita a hacerme las mamadas de pija.  Ella se había comido centenares de metros de pijas cuando trabajaba de puta, pero yo sabía lo que era una Tragotiada Espantosa, y quería hacerla aprender a Alejita a atragantarse con mi pija enterrada y atravesada entera en su garganta y quizá hasta metérsela hasta el cuello: hacerle la Tragada Espantosa, que hasta ese momento sólo me había hecho la diminuta putita Fabiana, una negrita delgadita que se puso con la cabeza colgando en el borde de la cama y empezó a comerse mis 25 centímetros de pija hasta que la hizo desaparecer entera en su boca y en su cuello.  Y además, con los ojos como platos y sacudiéndose invadida de pija, Fabiana me hacía señas de que la acabara adentro porque se la aguantaba.  Fabiana me tragó tres descomunales acabadas antes de sacarse mi pijota de la garganta sin asfixiarse.  Y yo quería que Alejita aprendiera a hacerme lo mismo.

Le dije: “Alejita adorada mía, acostate arriba mío, quiero que me mamés la pija, me saqués una acabadota y te la tragués!”, y ella me dijo: “Amor, yo me he mamado pijas, pero ninguna como la tuya, la tenés tremenda, no me va a entrar en la boca!  Nunca me tragué una pijota así!  Además, tira acabotes de caballo, me vas a ahogar!  Pero voy a tratar!”  y me obedeció, como era siempre ella, con entusiasmo de puta depravada.

“Alejita, vos acostate encima de mí, así siento tu pesado cuerpote caliente, y con tu bocucha agarrame la pija sólo con tu bocucha, sin las manos, y andá comiéndomela, mordémela, hasta que te la atraviese en la garganta!  Agarrame de los pesones y tironiámelos como si te estuviera violando y te defendieras de mí arrancándomelos!”, y Alejita, obediente, se me prendía de mis tetas mirándome a los ojos para verme cómo me la gozaba.  Le encantaba saber que ella me ponía loco gozándomela de todas formas.  Era la tremenda puta que siempre había soñado.  Y Alejita, prendida con furia de mis pesones, comenzó a mamarme la pija.  “Más fuerte, Alejita, apretámela con tu bocotita, mordémela con esos dientitos afilados que tenés!  Y metétela toda, tragámelaaa!”, yo le decía., y Alejita, siempre complaciente y dispuesta, con entusiasmo de puta profesional, trató de comérmela más, pero se ahogó y me tiró encima una vomitotiada espesa, me pateó y casi me arrancó los pesones, desesperada.

Entonces yo la agarré de los pelos y le embocoté mi pija, obligándola a alojarla casi hasta la garganta. Pero Alejita, asustada al sentirse invadida espantosamente así, me vomitó encima otra vez, ahogándose.  “No importa, vomitotiame, Alejita reputa mía, ya vas a aprender a tragarte mi pijota, te la vas a comer hasta los huevos!  Y te voy a ahogar a acabadas bien adentro de tu gargantota de puta tragona y vas a ser mi Puta Tragasota!”

Pero esa vez se la tuve que sacar porque Alejita no podía respirar, me miró con los ojos llorosos  y cuando pudo hablar, me dijo, roncamente: “No puedo!  La tenés muy larga!  Soy tu puta, pero teneme piedad!”, pero era buena puta, y trató de nuevo de comérmela toda, y me volvió a vomitotiar encima.

“Alejita, por hoy no te la voy a meter otra vez porque estás hecha remierda, pero si querés ser mi Puta Perfecta, tenés que aprender a hacerme la Tragotiada Espantosa!”, le dije, y Alejita me prometió: “Mañana vengo en ayunas para comértela entera, te lo juro por mis pendejitas!”.

Y al día siguiente, Alejita me llamó y me dijo: “Mi amor, voy en ayunas, hoy quiero comerte TODA la pija!”

Y nos encontramos de nuevo en el hotel, y Alejita con cara de entusiasmo, me dijo: “Hoy sí que te la trago, vos metémela como sea, estoy dispuesta a ser Tragasota!”

Se me acostó encima y mirándome con tremenda cara de puta, empezó a meterse en su bocotita mi pija sin las manos, con las que se me prendió de los pesones con furia salvaje.  “Mordémela sin miedo, Alejita, que eso me la para infernalmente tremenda y dura, y hoy te la vas a tragar entera aunque te ahogués!”, le dije.  Alejita me dijo que sí con la cabeza y me la fue deglutiendo centímetro a centímetro, con entusiasmo increíble.  Alejita me había comido más de media pija, cuando se ahogó, le salió salivota burbujuda por las comisuras de la boca, salpicándome y empapándome, pero no se rindió y siguió tragando, sudando y retorciéndose como una víbora encima de mí.

Viéndola haciendo lo imposible para alojarse mi tremenda pija hasta la garganta, eso me puso loco y la aferré de la nuca tirándola de los ruluditos pelos cobrizos, obligándola a tragarse lo que le faltaba de mi pija.  Mi durísima pija le llenaba la boca, y al embestirla a fondo, sentí cómo le abría la estrecha garganta como desvirgándola bucalmente y la atravesaba.  Y Alejita, por fin, toda sudada y a los manotazos de ahogada, tuvo por primera vez TODA mi pija adentro, atravesada en la garganta.  Veinticinco centímetros de dura pija, y me los comió como la diosa que era.  La cara de Alejita era una mezcla de espanto y de entusiasmo, ME HABÍA TRAGADO TODA LA PIJA!  Y ESTABA CONTENTA A PESAR DE QUE CASI LA MATABA!  Después me dijo que estaba orgullosa de poder tragármela toda!

En ese momento, le grité: “ALEJITA, TE AMOOOO!!!  PUTA HERMOSA MÍÍÍIA!”, y de ser mi amada Puta Tragasota, la hice mi Esposota para siempre, y cuando horas después salí con ella medio desmayada del hotel, le compré un grueso Anillo de Bodas de oro y un piercingote conchal con dos rubíes para su clitorote carnudo como una dura pijotita..  Desde ese día, mi adorada Esposota Alejita tragaba pija como una diosa.  Apenas en bolas en el hotel, me decía: “PIJA; PIJOTA, mi amor!”, se arrancaba las ropas y se tirba en medio de la cama abiertos los hermosos y carnasudos muslotasos y me abría su divina puta bocota para tragar mi pijota.  Por fin la tenía completamente encuellotada de pija, mi Alejita adorada era la puta más espantosa del planeta que tuve.  La sacudí con furia cojiéndomela por la boca, la garganta y hasta el cuello le debía llegar mi pija de 25 centímetros.  La cara de Alejita se empezó a poner azul, no sabía que para no asfixiarse tragando pija, debía respirar por la nariz.  Después aprendió, pero esa vez ella quería morir si era necesario, pero me iba a tragar mi pija entera.

Empezó a pegarme trompadas en la cara y en todo mi cuerpo, porque la estaba matando, pero no podía desclavarse mi pija del cuello, que pulsaba, engrosado e invadido por mi pija de más de 8 centímetros de gruesa.

Alejita estaba azul, me pegaba como bestia, pero ya la tenía encuellotada y no la iba a soltar.  Mi adorada puta me había cumplido el deseo de encuellotarla completamente.  La agarré de las orejas, la apreté contra mí, y en una última embestida infernal, le metí toda mi pija en el cuello.  No sabía si una pija se podía meter en el cuello, y con Alejita descubrí que a ella sí se la podía ensartar por el cuello.  Y Alejita resistió.

Ya la tenía.  Pero ella me había puesto la pija como nunca, y le iba a dar bien adentro la espantosa acabada que mis huevotes le estaban preparando y que me iba a salir a chorros, y quería hacérsela tragar aunque la ahogara.  Me llegó el acabotaso más tremendo, y Alejita, medio muerta, se lo tragó, desbordándole mi lechotazo de la boca y empastándole y chorreándole toda la cara.  Alejita estaba entregada a lo que yo quisiera hacerle, ya era mi amada Puta Depravada Completa y se la aguantó mirándome con cara de espanto.  Y de amor.

No traté de desenterrarle mi pija del cuello, porque ya se me venía otra acabotiada de caballo y aunque la ahogara, se la iba a dar bien adentro.

Con un rugido descomunal, me vacié en ella por segunda vez.  Alejita se sacudía en la cama pero aguantaba.  Mi Tragasota Alejita, mi amada Puta Hermosa Alejita!

La inundé por dentro con una catarata de acabote, sacudiéndola como una bolsa, y Alejita, dócil, ensartada hasta lo increíble, resistió una tercera acabotiada en los minutos siguientes de mis cojidas cuellotales.

Quedé cojiéndomela por el cuello varios minutos, hasta que se me ablandara un poco mi pija, e intenté desenterrársela, pero todavía la tenía dura como una estaca, y la tenía tan incrustada en su cuello que a duras penas pude sacársela.

Cuando pude desclavársela, Alejita estaba medio muerta, pero en su cara empastada de mis acabotazos, vi el orgullo y el gozo de ser encuellotada.  Me la saqué de encima, la tumbé en medio de la cama encharcada por mis lechotazos, y lentamente, Alejita revivió.

Abrió sus ojos con amor y me miró, agradecida, y cuando pudo emitir palabra, me dijo, ronca, con la garganta raspada y el cuello ensanchado para siempre: “Mi amooor!   Soy tu Encuellotota!  Me has cumplido mi deseo que no sabía que tenía desde que mi mamita me parió: ser una terrible puta y además, Encuellotota!”

Esa mañana la tuve que dejar horas tirada en la cama, gruñendo porque tenía la garganta y el cuello hechos remierda, y cada tanto ella me decía: “Soy tu tremenda putasota, amor mío!  No sabía que podía hacerte gozarme así!  Soy feliz de ser TAN reputa!”

Volvió al hotel unos días después, ya repuesta y queriendo probar de nuevo que era capaz de encuellotarse mi pija espantosa otra vez.  Apenas entró a la habitación, se puso totalmente en bolas y se me subió, aplastándome con los 75 kilotes de su amado cuerpote pesado, caliente y carnudo, y me dijo: “Hoy me la trago durante horas, mi amor!  Dámela!”

Y la sometí tres horas y la acabotié cinco veces bien adentro del cuello, hasta que se desmayó, feliz.  No puedo entender cómo Alejita se aloja mis 25 cm de gruesa pija atravesándosela en la garganta hasta recibirla en el cuello, mi pija es larga, gruesa, dura y no sé cómo le endereza el cuello hasta devorarla entera!  Mi puta divina!

Desde esa vez, Alejita comió pija cada mañana en el hotel como la diosa que era, llegó a aguantarse encuellotazos durante cinco horas, vaciándome los huevos adentro de ella, hasta que decidimos probar otras cojidas infernales, con Alejita siempre dispuesta a aguantarse todo.