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Fantasías de una sumisa

en Dominación

Le ordené a una sumisa que escribiera como se imaginaba nuestro próximo encuentro, aquí está el resultado:

 

Empezaba a anocher cuando llegue al bar. Me retrasaba 15 minutos de lo acordado. Él ya estaba allí, sentado en una mesa.

Maldita puntualidad.

Puse una de mis mejores sonrisas mientras me miraba con cara de enfado y señalando el reloj.

-Tampoco llego tan tarde -me excusé a modo de saludo.

-¿15 minutos te parece poco?

-Bueno Juan, venga anda, cuéntame qué tal tu verano, que no te he visto desde que terminamos el proyecto, deja de ser tan regañinas.

-Bastante tranquilo,no me puedo quejar. Mucha montaña, playa y familia.

Aquellas palabras dieron paso a una conversación trivial de trabajo, amigos y cosas sin importancia que habíamos hecho después de que nuestros caminos se separaran hacía 2 años.

Mientras Juan me contaba sobre el nuevo proyecto en el que estaba trabajando, mi mente empezó a divagar y a recordar trocitos de momentos que compartimos juntos mientras trabajamos juntos.

Apoyada en el lavabo de la oficina, con las piernas totalmente abiertas, mientras el hundía su cabeza en mi pubis y poco a poco empezaba a lamer, primero alrededor y luego en la vulva...

De espaldas agarrándome las nalgas y abriendomelas por completo mientras sentía su pene totalmente duro entrar y salir por mi culo mientras chorreaba de placer...

En su despacho, apoyada en sus piernas con el culo en pompa, mientras me azotaba las nalgas y me masturbaba....."¡Joder, cómo me encantaba eso!"

 

-Rebe, Rebe que no me escuchas...

-Si, si, lo de la financiación del proyecto -le dije con la voz entrecortada, puesto que el último recuerdo me había mojado las bragas.

 

"No puede volver a pasar" repeti en mi cabeza. "Fue divertido, se acabó cuando te fuiste de la empresa. Ahora estás con Raúl. Venga, no pienses en cosas guarras"

 

Varias cervezas y muchas risas después, sentía que debía irme a casa para no cometer ningún error. Mire el móvil. Las 2 de la mañana. 5 mensajes de Raúl.

-Juan, me tengo que ir, ya es tarde y estoy un poco borracha.

-Vamos a mi casa.

"No vayas, ni se te ocurra ir"

 

Atenuó las luces del salón nada mas llegar. Se sentó en el sofá y me atrajo hacia el, tirando de mi mano.

-Ya sabes como te tienes que poner.

Me quite el pantalón, dejando ver mis muslos y nalgas. Luego me acerqué a la pared y con los brazos en alto apoyé mi cabeza y abrí las piernas.

Cerré los ojos.

Escuché sus pasos acercándose.

Me estremecí. Sabía lo que venía a continuación.

Sentí una de sus manos acariciando mis nalgas, suavemente. Con la mano que tenia libre se quitó el cinturón. Luego, empezó a acariciarme con el poco a poco. Sentía el tacto del cuero rozando mi piel.

 

-¡AY!, Eso me ha dolido - me retorcí mientras decía esas palabras.

Sentí calor y dolor justo donde Juan me había azotado.

-Lo sé - Me dijo mientras lo volvía a hacer. Esta vez un poco más fuerte. Me mordí el labio para no gritar.

Me empapé. Sentía claramente como mi entrepierna se humedecía con cada nuevo azote.

1, 2, 3... Empecé a contar hasta llegar a 100.  Me empezaba a doler un poco, pero esa sensación me excitaba. No quería que parase.

Seguía apoyada a la pared, con la respiración entrecortada. Su cuerpo se pegó al mío. Metió su mano en mi entrepierna, por debajo de mi ropa interior y sintió lo exitada que estaba.

 

-Ya estás lista pequeña. Sacó sus dedos empados de mi interior.

 

Me llevó a la habitación. Me acosté en la cama.

-Ahora vamos a jugar un poco - Me dijo mientras me tapaba los ojos con un pañuelo.

Estaba a su merced.

 

Oía cajones abrirse y cerrarse, me puse tensa, no sabía lo que iba a pasar. Juan era un misterio.

Sus manos volvieron a mi cuerpo, acariciándome los pechos. Su lengua empezó a jugar son mis pezones.

 

Empezaba a gemir.

 

Me dio media vuelta y me abrió por completo las piernas, exponiendo mi vagina y mi culo para él.

 

Sentí algo muy duro que intentaba introducirse en mi culo.

-Me duele, dije entre gemidos

-Lo sé.

Siguió introduciéndome poco a poco el dildo, mientras que con su mano me masturbaba.

 

Entró por completo.

 

Dejo el dildo allí dentro y empezó a follarme. Su pene estaba muy duro. Eso me encantaba. Lo sentía claramente en mi interior. Cada embestida me acercaba más y más al orgasmo.

No paraba de gemir.

-Ahora vamos a probar tu culito

Su pene estaba empapado de mis fluidos. Me sacó el dildo e introdujo su pene en mi interior. Más dolor, más placer..

Me estremecía cada vez que entraba. Abrió mis nalgas y lo sentí más adentro.

Me iba a correr. No aguantaba más.

Tras dejarme totalmente abierta, empezó a alternar mi vagina mi mi culo.

Gemía cada vez más fuerte. No podía evitarlo.

No aguanté más, moría del placer. Me corrí.

 

-Ahora es mi turno

 

Me quitó la venda de los ojos. Era mi turno. Me acerqué, cogí su pene erecto con una mano y me lo metía a la boca. Empecé a chuparlo. Sabía a mi, a sexo...

Jugaba con mi lengua en su glande, lamiéndolo de arriba a abajo.

-Abre la boca

 

Sentí su semen caliente. Lo saboreé y me lo trague.

 

Después de una ducha salí de su casa. Miré el móvil, Raúl no había parado de escribir y llamar.  Ya lo llamaría cuando llegara a casa.

Ahora tendría que pensar en una buen historia para explicarle porqué tenía moratones en las nalgas...