Hola.

Os presento una serie de 8 episodios de un relato que nos permitiran conocer a Ana y que conforman una pequeña semblanza de lo que ha sido su vida sexual. No son muy largos pero espero que os gusten.

Un saludo.

Madrid, hace un año.

- Quiero que lo hagas. Lo he estado pensando y creo que me gustaría.

- ¿Cómo dices?

- Lo que estuvimos hablando, ¿no te acuerdas? He leído alguno de tus relatos y experiencias en el foro y me gusta lo que cuentas y como lo cuentas. No me importaría ser la protagonista de una de tus historias. Estaría bien.

- Bueno pero en ese caso ya no sería una de mis historias, sería tu historia. ¿Estás Segura?

- Sí, tómate tu tiempo y cuando lo tengas hecho me la pasas antes, por si hay alguna cosa que yo no quiero que salga.

- Claro por supuesto, tú das el último visto bueno.

Ana estaba recostada en la cama mientras me hablaba, desnuda, con sus tetas desafiándome a mí y a la gravedad, como siempre. Su coño aún mojado por el último orgasmo experimentado. En sus muslos, todavía se podían apreciar las marcas de mis dedos, aferrados con ansia mientras descargaba toda mi leche en su interior. Aún me estaba recuperando cuando ella sacó la conversación.

Ana parecía encarnar el ideal antiguo de mujer que estimulaba y atraía a los pintores barrocos.

Caderas anchas y redondas, muslos potentes, grandes y exuberantes pechos con pezones erizados....

Todo un paradigma de deseo y fertilidad, premisas sobre las que nuestra especie ha prosperado...

Pero Ana es mucho más que un estereotipo que excita nuestros deseos más primarios. Mientras hablo con ella, no puedo evitar recorrer su cuerpo con la mirada. Me vuelvo a poner cachondo, no solo por lo que veo, no solo por el recuerdo fresco y reciente aún en mi olfato, en mi retina, en mi piel, de cómo me he perdido entre sus muslos y he descargado dos veces dentro de su cuerpo. La segunda vez, cuando ella con mi semen algún dentro, se levantaba para ir al baño a asearse, tras un rato abrazados y adormilados.

Le pedí que esperara.

- No te laves todavía.

- ¿Por qué?

- Porque quiero follarte otra vez.

Ella entornó los ojos a la vez que se le volvían acuosos, en un gesto que yo ya le conocía y que indicaba lujuria y deseo.

La había vuelto a sorprender. Y ella que lo agradecía volviéndose mimosa y complaciente, se abrió de nuevo de piernas para mí

- Métemela toda y vuelve a llenarme de tu leche caliente…continuó, susurrándome al oído guarradas, pero dichas en un tono como cariñoso, cómo se lo diría a su novio si fuésemos aun adolescentes.

Volví a penetrarla y me costó algo de trabajo, a pesar de la excitación, volver a correrme, lo que le vino muy bien a Ana, que pudo disfrutar de un orgasmo muy prolongado. Cuando me vacié de nuevo, uniendo y mezclando mi semen con la corrida anterior, ella me apretó fuerte como si quisiera que la traspasara con mi polla.

A esto me refería cuando decía que Ana era mucho más. Estaba del mismo lado que yo en el sexo. En el lado del morbo, de romper la barrera de hacer cosas diferentes, de buscar siempre más.

Se ve que llevaba un tiempo dándole vueltas al asunto, aunque no me había dicho nada. Lo cierto es que no se atrevía a dar el paso de poner fotos o vídeos nuestros en el foro, por muy editados que estuvieran. Pero cuando le propuse contar alguna de sus experiencias, ella sí que se quedó pensativa.

- Le doy una vuelta y ya te digo, me contestó. De alguna forma quería volver a ser el centro de atención, excitar a otros hombres, ser protagonista. Y esta era una buena oportunidad para buscar el morbo que cada vez le costaba más trabajo hallar.

- ¿Qué tendría que hacer? preguntó ella.

- Nada Ana, ya me has contado muchas cosas. Solo te pediré que añadas algún detalle que me facilite hacer el relato, y que me vuelvas a narrar algún episodio de nuevo.

- Muy bien y ¿por dónde vas a empezar?

- Pues creo que por el principio. Bueno por el principio no, comenté recordando que Ana había sido muy precoz, no quiero que nos censuren. Empezaremos si te parece, con tu primera infidelidad.

- Sí, ahí empieza lo interesante… comentó Ana con una sonrisa de picardía.

Ya se estaba poniendo en el papel y yo sabía que pronto se estaría relamiendo y excitando, sintiéndose provocadora y protagonista. Era como volver a su juventud.

- Bueno en esa época, estaba yo tremenda, a los tíos se os caía la baba solo de ver lo maciza que andaba.

Puedo confirmarlo. Ana tiene ahora un cuerpo que no parece de su edad, por lo cuidado de su piel y porque aún mantiene firmes sus pechos, muslos y nalgas. Algo más anchas y abundantes sin duda que de joven, pero si ahora está jamona y aun de muy buen ver, con 20 añitos es cierto que era la caña. Pude ver fotos suyas, y tanto vestida como en bikini, llamaba la atención. No quiero ni pensar en imaginar que le hubiese pillado esta época y verla en top-less o con un tanga en la playa. Pero hay más. Lo que se adivina. El vicio y la pasión por el sexo.

Ana es de las que te lo dice con la mirada, aunque de su boca salgan otras palabras. Posiblemente en ese tiempo, ni ella misma fuera consciente, pero provocaba a los hombres. No solo estaba muy buena, sino que te daba a entender, que sabía perfectamente el efecto que causaba en los tíos y le gustaría ir más allá. Claro está, con los que le gustaban. Aunque pareciera ofendida ante cualquier propuesta o piropo fuera de lugar, aquellos más listos y observadores, sabían captar las señales.

Yo creo que entre nosotros nos reconocemos. En cuanto la vi supe que le gustaba follar por encima de todo lo demás.

Era cuestión de tiempo que acabara poniendo los cuernos a su marido, porque es una adultera vocacional, le gusta demasiado el sexo para practicarlo con un solo hombre. Entre nosotros hay una gran confianza y yo sé que la pone muy cachonda que sigamos hablando de nuestras experiencias sexuales. Ella está muy al día de mis aventuras aunque por temas de distancia nos vemos muy de tarde en tarde.

Ana ha sido siempre muy activa sexualmente. Muy joven se echó novio, qué fue con el que finalmente se casó. Ella dice que el problema fue ese, que quizá si se hubiera hartado de follar con otros tíos antes, habría sido diferente, pero que como solo había conocido a su novio y tenía la sensación de que se perdía muchas otras pollas y otras cosas, fue esta curiosidad la que le dio impulso para ser infiel. Ella es muy parecida a mí, así que yo siempre le contestaba que no, que eso no era así.

Yo había tenido varias novias y había follado bastante antes de casarme y tarde o temprano, el gusanillo de probar otros coñitos acaba por apoderarse de ti.

A ella estoy convencido que le hubiera pasado igual de todas formas, porque es muy activa sexualmente y le gusta sentirse objeto de deseo. Es muy difícil que resistiera la tentación de poner calientes a otros tíos y de follárselos si le apetecía.

Bueno, hechas las presentaciones, sigamos con el relato.