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Fiesta de pijamas

en Confesiones

Mi grupo de amigos está compuesto por unas ocho personas más o menos regulares. Hace un par de años, acercándose la primavera un día decidimos hacer una fiesta de pijamas en casa de María, ya que ella la que tenía la casa más grande. Su salón era enorme, dormíamos todos allí en colchones, normalmente de dos en dos después de haber hecho bastantes cosas en grupo. Ese día en concreto, decidimos jugar al yo nunca. Comenzó María por ser la anfitriona y ella es una de esas personas que adoran crear drama así que dijo "yo nunca me he sentido atraída por alguien de este grupo". La mitad bebimos,. yo incluida, porque hacía tiempo que me sentía atraída por Carlos. Era un chico bastante atractivo con un físico trabajado por lo que nunca esperé que llegara a fijarse en mí (yo era más bien bajita, rellenita, aunque si en algo destacaba era en mis grandes y maravillosos pechos), tal vez fueron mis pechos lo que le llevaron a él, a Carlos, a mirarme mientras bebía de su vaso de whisky. No pude quitarme de la cabeza aquella mirada durante el resto de la noche, ¿de verdad le atraería? ¿estaba jugando conmigo o que me mirase solo era una casualidad? No paraba de darle vueltas a la vez que me imaginaba cómo sería follar con él. Probablemente esos pensmientos más el alcohol fueron lo que me provocaron estar la mayoría de la noche con un gran calentón encima.

Después del yo nunca decidimos ver una peli, no entiendo muy bien por qué ya que la mayoría estaba ya muy borracha, pero pusieron una película de miedo. Carlos estaba en la otra punta de donde yo estaba, así que decidí hacer algo para cambiar eso porque necesitaba estar cerca de él y averiguar si él también quería algo conmigo. El resultado fue crear una excusa horrible pero nadie se percató de ella por la ebriedad.

-Voy a por un vaso de agua, ahora vuelvo.

Bueno, pues fui a por el vaso de agua y al volver en vez de sentarme en mi sitio me senté al lado de Carlos. Una muy buena jugada. Él me miró pero no dijo nada. Según iba avanzando la película, finjía asustarme para rozar mi pierna, que estaba desnuda porque llevaba un pijama corto de verano, con la suya que también se encontraba al descubierto. Poco a poco, me iba a acercando más a él y en uno de estos brincos que das del susto, le agarré la pierna con la mano, concretamnete el muslo. Carlos se sorprendió un poco de mi movimiento, pero no me quitó la mano. Yo la dejé ahí y la fui subiendo y bajando lentamnete, acariciándole con cuidado sin llegar a su miembro. Noté varios suspiros por su parte. 

La película acabó y yo retiré la mano. Todos decidieron ir a dormir porque casi habían caído la mayoría viendo la película, así que se fueron asignando parejas para dormir en los colchones. No sé si fue el destino, pero tuve la suerte de acabar con Carlos en uno de los colchones que se encontraban en medio. No creía que fuese a pasar nada porque estbámos en medio de todos nuestros amigos, pero al menos estaba feliz de sentir su cuerpo junto al mío. 

Todo el mundo se metió en las sábanas de su colchón y se apagaron las luces. Yo me quedé bocarriba pensando en lo ocurrido durante un rato, en el cual ya se escuchaban numerosos y profundos ronquidos. Carlos, que estaba acurrucado con su cabeza en mi dirección, respiraba profundamente, así que supuse que también se había dormido. Suspiré y decidí dormir yo también, total, ya no iba a pasar nada más.

Cerré los ojos e intenté relajarme cuando noté la mano de Carlos en mi vientre. Al principio me puse tensa y según empezó a acriciarme la tripa mi respiración se volvió irregular. Poco después noté su respiración en mi mejilla, que también se estaba acelerando con antelación. Sin poder evitarlo, lo besé y ahí estábamos: liándonos en medio del salón de nuestra amiga María con todos nuestros amigos roncando a nuestro alrededor. 

Los besos cada vez se tornaban más pasionales y su mano iba subiendo a mis pechos, que estaban libres ya que no soportaba dormir con sujetador. Atrapó mi pezón derecho con los dedos y no pude evitar soltar un pequeño gemido que me calló con un profundo y húmedo beso. Me dio uno más casto, me subió la camiseta del pijama por debajo de las sábanas y atacó mi pezón derecho con la boca mientras pasó al izquierdo con los dedos.

-Joder Carlos, ya estoy mojada- susurré.

Pude notar su sonrisa en mi pezón y continuó con su tarea pero con más intensidad. Succionaba mi pezón y le daba pequeños mordiscos y yo no podía estar más excitada. Quería provocarle lo mismo, así que busqué con mi mano su polla. Al encontrarla me sorprendí con su gran tamaño, pero eso solo me puso más cachonda. Cuando conseguí acariciarla bien, Carlos tuvo que ahogar un gemido y dejó mis pezones para volver a besarme. Volvió a acariciarme el vientre con su mano y fue bajándola hasta el inicio de mis bragas. Mientras yo metía mi mano dentro de sus calzoncillos y empezaba a hacerle una buena paja, despacio, par torturarle.

-Puf, Noelia, me vas a matar.

Entonces él también metió su mano en mis bragas y comenzó a arariciarme todo el coño de arriba abajo.

-Umm, sí que estás muy mojada.

Subió hasta el clítoris y comenzó a acariciarmelo, despacio como yo a él. Se mantuvo un tiempo cambiando de ritmo y luego bajó a la vagina para introducir primero un dedo, luego dos y más tarda tres. Yo estaba disfrutando tamto que no podía callarme los gemidos. Estaba desenado que mis amigos estuvieran tan profundamnete dormidos por el alcohol que no escuchasen nada. Carlos aumentó el ritmo de sus movimientos y yo no tardé mucho en llegar al orgasmo. Solté un gemido más alto que el resto pero prontó me besó para intentar disimularlo. Tras recuperarme un poco de tal orgasmo, seguí masturbándole hasta que él me susurró:

-Para que me voy a correr.

Yo me reí internamente, cómo si esa no fuese mi intención. Supuse que lo dijo por miedo a manchar las sábanas, así que las levante y metí mi cabeza debajo. No podía ver su pene por la oscuridad pero supe encontrarlo con la boca. Primero lamí lentamente la punta, intentando torturarle otra vez y después me la metí entera hasta al fondo y aguanté ahí durante un rato hasta que no pude aguantar la arcada. NO me demoré mucho y seguí lamiendolo de arriba abajo mientras le acariciaba los huevos. Podía ir sus gemidos, siendo incapaz de evitarlos. Volví a metermela entera y no tardó en correrse dentro de mi boca. Me lo tragué para no manchar y volví a salir de debajo de las sábanas. Carlos me besó con ansia y nos seguimos liando y acariciando hasta que los dos acabamos rendidos ante el cansancio, esperando no haber sido escuchados.