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La mercancia ii

en Gays

“AVISO DE RECEPCIÓN DE MERCANCIA, MAÑANA,  26 JUNIO 2010, HORA: 14’20- Rogamos prioridad en la descarga”

Este mensaje, aparecido en el correo de Paco, entre varios otros comunicados, normas, avisos oficiales y correos varios,  lo dejó perplejo por unos instantes.

No era habitual que las descargas de mercancías en el Hospital se le avisaran de esta manera. Ni siquiera que se advirtiesen con anticipación.

La intriga le duró pocos minutos. Al abrir uno de los últimos correos, encontró la respuesta:

.- Espero que mañana tengas preparado y a punto el lugar de la “descarga”.

El recuerdo vivo de las escenas de una semana antes, con los tres mozos, “descargando” encima y dentro de él, volvió a su mente y su polla, hasta ahora tranquila, se levantó, dura y excitada como el mástil de una bandera.

Su ojete, siempre bien lubricado, por si acaso, también acusó la excitación, abriéndose y cerrándose tembloroso.

Mañana, pues, tendría otra vez la maravillosa ocasión de vérselas con aquellos tres machos viciosos y depravados que la convertirían de nuevo en su puta perra.

Pensó que la excitación de la espera podría con él. Todavía faltaban unas cuantas horas para poder salir e irse a su casa a ofrecerse una buena paja con su guarreo adicional.

Decidió ir preparándose. Se levantó y cerró la puerta de su despacho con llave. Luego fue hacia un archivador también cerrado. Abrió y extrajo un fichero, que puso encima de la mesa. De él, sacó un par de dildos de látex negro. Sopesó el tamaño y se decidió por el más grande. Lo lubricó con la crema de un tarro que había en el mismo fichero y procedió a desabrocharse los pantalones.

Unos minutos después, estaba sentado en su mesa, trabajando. Nada en el despacho indicaba ninguna de las maniobras que había efectuado, pero en su culo lubricado, se clavaba un duro y gordo dildo que le producía una enorme excitación y provocaba la sonrisa de satisfacción que aparecía en sus labios.

De vez en cuando, meneaba su culo sobre el asiento, para sentir bien el enorme dildo, y su cara expresaba el gran placer que experimentaba.

Su polla, dura y tiesa, que la mesa del despacho ocultaba, oprimía la bragueta de su pantalón y su mano se entretenía en manosearla.

Su pensamiento se regodeaba en la visión de toda una mañana con el culo lleno de aquel enorme dildo, hasta que el reloj marcase las 3 de la tarde y el pudiese salir pitando hacia su casa a meterse en la ducha, mearse encima de su barriga y seguir con una buena paja.

Llevaba ya dos horas en esta nube de placer, cuando alguien llamó a la puerta.

.- Adelante, pase.

.- Hola Paco, faltan gasas grandes en la planta 3. Ayer las pedimos, dijeron que las traerían y aún no han llegado. Ya casi no nos quedan.

Quien había entrado era un enfermero no muy alto, moreno y recio, con unos labios gruesos y sensuales, que el cabreo mantenía ahora fruncidos.

No era la primera vez que Pacose fijaba en él, ni tampoco la primera en que fantaseaba con estarle mamando su polla mientras se hacia una paja bajo la ducha.

Estaba seguro que Luis debía estar armado de una buena tranca, sus bíceps eran magníficos y, bajo la entreabierta chaqueta de enfermero, se adivinaba un pecho digno de ser lamido y unos pezones, que,…

Pacoapartó esos pensamientos, que aún le excitaban más. Meneo discretamente su culo en el asiento para sentir bien clavado el dildo en su ojete y miró fijamente al enfermero.

Este, abierto de piernas y con los brazos cruzados sobre el pecho, esperaba callado, una respuesta rápida de Pacoy no parecía estar de muy buen humor.

.- ¡Hijos de la gran puta! – casi gritó Paco, mientras descolgaba el teléfono y marcaba una extensión.

.- ¿Ernesto, eres tú? ¿Me quieres decir, so imbecil, porque no se llevaron ayer gasas a Curas de la 3ª planta?  ¡Cuando doy una orden, se cumple! ¡Y más, de esta índole, y más, si te digo que es urgente!

Las excusas del otro lado del teléfono, llegaban entrecortadas. Con un manotazo, Pacocolgó el auricular.

.- No padezcas, Luis. ¡Ahora mismo estarán llevándolas cagando leches! Lo siento.

.- No te preocupes, Paco. Es que llevo una mañanita fina. ¡Estoy ya reventado! ¡Y me quedan dos horas!

.- ¿Te hace un café helado? Ofreció Pacocon la mejor de sus sonrisas…

.- No, déjalo. No quiero salir al área de descanso. No es aun la hora del break.

.- No te preocupes. Tengo aquí- indicó con una sonrisa cómplice una pequeña nevera detrás de la fotocopiadora- lo necesario.

.- Si es así, de acuerdo. ¡Te lo agradezco mucho! Aunque no se si un café me conviene porque me excitará más de lo que ya estoy- y una risotada distendió sus labios carnosos  y mostró sus dientes blancos y perfectos.

.- ¿Quieres otra cosa? Preguntó Paco, levantándose de la mesa y acercándose a la nevera.

.- No, no. ¡Un café helado estará cojonudo! Y, en cualquier caso- añadió, cambiando el tono de voz- también te excitará a ti,… ¡más!

Paco, sorprendido, giró la cabeza y miró a Luis. Desde su postura, agachado ante la nevera, lo veía de pie, con las piernas abiertas y un cierto aire provocador. Su mirada estaba fija en la entrepierna de Paco.

.- Parece que tu también estás bastante excitado ¿no?-  y señaló con un movimiento de su barbilla la mancha de “precum” que destacaba en la pernera del pantalón de Paco.

Llevando su mano a la bragueta e iniciando un suave masaje, Luis continuó:

.- Supongo que esa mancha no es un homenaje que me haces, ¿verdad?  Pero voy a aceptarlo como tal y así me pagaré todas las pajas que me he hecho pensando en que estaba follando tu culo.

La sorpresa de Paco no duró ni tres segundos. Levantándose y acercándose a Luis le respondió en voz baja, que la excitación y el deseo enronquecían:

.- Veo que te debo, entonces, muchas folladas. Tendré que hacer algo para pagártelas.

Y acercándose a la puerta, volvió, por segunda vez en aquella mañana, a cerrar con llave.

.- No supuse esta mañana, cuando me metí mi dildo, que pronto lo iba a poder cambiar por la polla de un hombre. ¡Por tu polla!

.- ¿Llevas siempre un dildo metido en tu ojete? – preguntó Luis, entre guasón y excitado.

.- Cuando voy caliente como una perra,… ¡que es casi siempre! – respondió Pacoechándose a reír.

.- Pues date prisa en bajarte los pantalones, que ha llegado el nuevo recluta y hay que cambiar la guardia en tu garita.

.- ¡A sus ordenes, mi general!

Y Paco empezó a desabrochar su cinturón y los botones de la bragueta para quedarse con el culo al aire frente al nuevo “recluta”

Se tumbó sobre la mesa del despacho y apretó el ojete para facilitar la salida del negro dildo.

Luis lo tomó entre sus dedos y suavemente, con pequeños movimientos de vaivén,  lo fue extrayendo.

.- Si, siii. Así, suavecito, ¡mi macho!,  exclamaba entre dientes Paco.

.- ¿Te gusta, mi zorra viciosa? Susurraba a su oído Luis. Y al oírse llamar así por primera vez, la excitación de Pacocreció aun más.

.- ¡Si, soy tu puta, tu esclava guarra! ¡Por fin tengo a mi macho que me va a hacer suya! ¡Que me va a follar como a una perra!

Y tumbado sobre la mesa, abría su ojete con las dos manos, dispuesto a ser ensartado por la tiesa verga de aquel macho moreno y vicioso.

Un escupitajo certero se estrelló en el ojete y tras el, la punta del grueso capullo se apoyó y empezó a hacer presión.

La lubricación y el grueso dildo habían hecho bien su labor y aquel ojete estaba debidamente dilatado. La polla se deslizó casi sin esfuerzo hasta lo más hondo.

Un gemido de placer de macho y puta dio la señal al inicio del bombeo que la pelvis de Luis empezó a ejecutar. Sus caderas se movían con la precisión y la cadencia de una maquina, incrustando el embolo de su polla en la funda del culo de Paco.

.- ¡Toma, toma polla, perra! ¡Voy a dejarte bien preñada, so puta! Te voy a dejar el ojete destrozado como nadie lo ha hecho!

.- ¡Si, macho mío! ¡Fóllame bien! ¡Lléname de tu leche! ¡Quiero sentirla en mi ojete y chorrear por mis muslos!

El ritmo de la follada no cesaba, las manos de Luis buscaron la boca de Pacoy metieron sus dedos en ella. Paco, ávido de deseo, chupaba cada dedo como si fuesen la polla de su macho, deleitándose en seguir su forma con la lengua.

Sudando y jadeante, Luis estaba llegando al clímax. Sus jadeos se fueron haciendo más sordos y seguidos. El movimiento de sus caderas se aceleró y en unos momentos, con un aullido apenas apagado, su polla empezó a soltar los chorros espasmódicos de lefa que Paco recibía extasiado en su culo.

.- ¡Toma, toma mi leche, puta mía, perra mía viciosa! ¡La leche de tu macho, de tu Amo!

El silencio se hizo en el pequeño despacho, solo roto por los jadeos de ambos. El sol, dando en los cristales, convertía la habitación en un horno.

Sin decir nada, Paco tendió unos pañuelos de celulosa a Luis, que se incorporó y rehizo su vestuario. Solo cuando ambos acabaron de ponerse en orden, se miraron de reojo, con una sonrisa satisfecha de complicidad.

.- No estuvo mal, ¿verdad?

.- No, nada mal. ¡No imaginé que fueses tan perra! Murmuró Luis entre dientes, divertido,…

.- Esto es lo que tiene no conocerse bien- ironizó Paco.

Y se dirigió a la puerta, abriéndola.

.- Ya sabes donde me tienes,…para futuras reclamaciones.

Luis se acerco a la puerta para salir. Desde el quicio, volviendo la cabeza, murmuró:

.- Ya me encargaré de encontrar muchos motivos para subir a reclamarte- y sonrió con cinismo.

Se alejaba pasillo adelante, cuando Paco, saliendo a la puerta le llamó:

.- ¡Luis! Acabo de recordar,…Mañana a las dos y veinte llega un pedido al almacén. Bájate y así podrás llevarte lo que te corresponde de la mercancía.

.- ¿Y no pueden subirlo luego los repartidores? Es casi mi hora de salida,…

.- Yo de ti bajaría…consejo de puta.

Y dando media vuelta, entró en el despacho, cerrando la puerta tras él.