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La playa

en Fantasías Eróticas

Era jueves y se despertó para ir al baño. Luego miró su reloj y pensó...ufff son solo las ocho. Qué temprano.

 

Estaba de vacaciones pero aunque lo intentó durante un rato, fue incapaz de dormirse.

 

Decidió saltar de la cama, desayunó su vaso de leche fresquita y su par de tostadas y pensó que sería buena idea bajarse a la playa.

 

Se puso un bikini, preparó la bolsa con todo lo necesario, cogió el libro que tenía a medio leer y cerró la puerta. 

 

De camino al coche se encontró con un desconocido que la miraba sin parpadear. Ella aún medio dormida, no supo reaccionar y siguió andando hacia el coche.

 

De camino a la playa se percató de como apretaba la calor de buena mañana. Mientras cantaba cada canción que iba sonando, llegó al aparcamiento. Bajó del coche, cogió la bolsa y se adentró en la playa.

 

Cuando encontró el lugar adecuado, justo cerca de la orilla, estiró la toalla, se quitó el bikini, se puso protector solar y se tumbó boca arriba.

 

Una de las ventajas de hacer nudismo era sentir como la brisa matutina le acariciaba la piel.

 

Pasado un rato se puso boca abajo y empezó a mirar si había mucha gente o no. 

 

Entonces vio que alguien se acercaba y se colocaba a pocos metros de ella. No le dio importancia alguna. Se fue al agua, nadó un ratito y volvió a la toalla. Entonces vio como aquel hombre la miraba descaradamente por debajo de sus gafas de sol. Ella pensó...viva el disimulo!!!! Tendría unos 45 o así, moreno, realmente era muy atractivo.

 

Ella volvió a ponerse boca arriba mientras su mente juguetona empezaba a imaginar situaciones. Imaginó que el hombre se acercaba y la empezaba a desear...

 

No le dio tiempo ni de llegar al primer pensamiento lujurioso cuando escuchó una voz muy varonil que le dio los buenos días.

 

Entonces ella se incorporó y dijo...buenos días.

 

Él le pidió permiso para sentarse a su lado. Empezó a hablarle y se ofreció para hacerle un masaje. Ella provocada por el morbo de la situación, aceptó. Se tumbó boca abajo y él comenzó a impregnar su piel con aceite. Aquellas manos grandes y suaves recorrían sus hombros, su nuca, su columna. Mientras ella disfrutaba del momento, se incomodó al sentir al hombre encima de su culito. Pero se dejó llevar hasta que en menos de un minuto notó una enorme erección rozando su espalda.

 

Le pidió que bajara y él le hizo caso.

 

Discúlpame pero...no soy de piedra, tu piel es suave y tu cuerpo incita al pecado. Ella se sonrojó mientras accedía a una nueva petición. 

 

Esta vez se puso boca arriba mientras él derramaba aceite por sus pechos y por su ombligo. La cosa se empezaba a encender. Un placentero masaje, susurros en sus oídos y entonces él despertó a la gata. Le mordió el labio inferior y ella no pudo contenerse. Empezaron a besarse con lujuria mientras las manos del hombre masajeaban sus pechos. Antes de terminar con el primer beso, un dedo recorría su estómago para scariciar su monte de venus. Ella estaba mojadísima y él, leyéndole el pensamiento se adentró en su coñito. Estaba tan empapado que eran infinitos los ruiditos que surgían del frotar y del descubrir su sexo.

 

Ella empezó a jadear mientras buscaba su erección. Enseguida empezó a masajearle su miembro con intensidad. Él entonces aceleró sus movimientos hasta que en pocos minutos ella se corrió. Estaba tan excitada que le propuso ir al agua. Una vez allí, él la cogió en brazos y la penetró. Ella sintió como su polla se adentraba con una profundidad inusual. El agua facilitaba aquel rico sexo que estaban manteniendo. 

 

Después de un buen rato de envestidas y alaridos de placer, le llegó el orgasmo a él. 

 

Decidieron salir fuera y seguir jugando, total estaban solos y aunque alguien los hubiera estado mirando, tampoco les habría molestado.

 

Esta vez ella se puso a cuatro patas, con sus manos abrió sus cachetes y él empezó a lamer su culito. Lo mojó bien hasta dilatarlo despacito. Ella se moría de ganas de sentir aquella polla en su culito. Con cuidado metió su puntita y una vez había entrado, siguió empujando lentamente hasta tenerla bien a dentro.

 

Qué culazo más rico tienes por favor....ella entonces le dijo...rómpemelo...y él empezó a enbestirla salvajemente. Con intensidad y pasión. Ella cada vez gritaba más. Cuando más rápido iba, más placer le proporcionaba. Pasado  un buen rato se corrieron juntos. 

 

Sin duda aquel día de playa fue uno de sus mejores momentos sexuales.