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Librojuego - Melania - Capítulo 25

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Capítulo 25

«Sería una mejora considerable ir a hablar con ellos» pensó Melania «pero tendría que cortar a Bárbara, la cual estaba enfrascada en una diatriba personal»

 

Bárbara… —dijo aprovechando un momento en el que había parado para coger aire. — estoy sedienta y aquellos chicos han hecho señas para que nos acerquemos.

Mel, a veces parece que no te enteras —dijo arqueando las cejas. —no te estoy diciendo que Marcos y yo estamos inmersos en una crisis. No me puedo poner a tontear con el primero que pase.

No quiero que se estropeen las cosas entre vosotros por nada del mundo. Pero creo que uno de ellos es amigo de Paul, ya sabes, mi hermano — dijo intentando disimular un titubeo por la improvisación que estaba realizando. —creo que su padre es miembro de M&N asesores.

Guau — conteniendo un chillido de emoción. — es el mejor bufet penalista de la ciudad. ¿Crees que le importará si le abordamos y le pido una entrevista de trabajo?

No creo —dijo simulando una sonrisa y agarrando a la rubia por el brazo, —yo te los presento.

 

Cuando las chicas se presentaron, ellos apenas tuvieron tiempo de decir que se llamaban Israel que era el chico de las gafas y Héctor el chico de gimnasio. El resto de la conversación la llevo enteramente Bárbara que se dirigió seriamente hacia Israel para que supiera las intenciones de querer conocer a su padre, el supuesto dueño del bufet. Israel le siguió el juego perfectamente, porque entendió un mirada elocuente de Melania nada más llegar, la cual tras los dos besos de rigor y las cuatro palabras cordiales, pidió una copa y se puso a bailar con el otro chico, el cual tampoco parecía muy interesado ni en la conversación ni en escuchar a la rubia, pero si en restregarse suavemente contra el cuerpo de Melania, primero de una forma más inocente, pero con el paso de las canciones y de las copas fue calentándose la situación con algún beso robado, que no le importó demasiado a Melania.

 

Desde hacía un buena rato, Melania solo pensaba en su pareja de baile, que emanaba un olor muy agradable enmascarado por un perfume de Hugo Boss creía reconocer. Hace tiempo el monologo de Bárbara se había reducido en intensidad al ver que Israel no tenía realmente interés en presentarle a su padre, ya que ni siquiera le había mencionado que podría visitar el bufet cualquier día, así que la rubia había quedado en segundo plano y con la excusa de ir al baño se había quedado los dos chicos a solas con la joven. Melania ajena a esta situación se percató cuando el segundo chico se le acercó por detrás rozando su pantalón contra su culo, y besándole distraídamente el cuello.

 

Melania en un primer momento se sintió altamente invadida su intimidad, pero las copas y el hecho de que solo estaban bailando redujo el desasosiego que en ella se producía y siguió bailando con los dos chicos. Los tres se movían de manera asombrosamente coordinada, para ser la primera vez que bailaban juntos, las caricias, los susurros y los besos distraídos se fueron sucediendo durante un rato, aunque la noción del tiempo estaba perturbada por el alcohol y por la leve excitación que empezaba a producir los roces de los miembros de sus inusuales compañeros de baile con el cuerpo de la joven.

 

De repente empezó a notar unos dedos que rebuscaban entre su falda, poco a poco fueron subiendo, como el que escala un ocho mil, consciente de que a pocos centímetros de allí se encuentra la cumbre. Cuando los dedos alcanzaron la cumbre notaron el tanga de Melania suavemente mojado, pero no se detuvieron ahí, hábilmente retiraron el tanga con un dedo, y el con el otro se asomaron al profundo abismo de su cuerpo.

 

Melania comenzó a abandonarse al placer, separó con disimulo las piernas para dejar mejor acceso a los dedos que jugueteaban con ella, echó el cuello para atrás y comenzó a besar de un modo intenso al chico que en ese momento se encontraba a su espalda, Israel, que con bastante seguridad no era el que estaba metido entre sus piernas.

 

Estos escarceos se prolongaron durante unos cuantos minutos durante los cuales Melania comenzó a jadear de un modo ostensible.

 

En la salida de emergencias hay un callejón muy acogedor, en el que estaremos tú y yo solos, —susurró Héctor— o prefieres que vayamos los tres a tu casa.

 

Si quieres que Melania y sus amigos vayan a su casa ve al capítulo 3

Si quieres que se queden en el callejón ve al capítulo 20