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Librojuego - Melania - Capítulo 21

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Capítulo 21

¿Acaso una osa no quiere cagar en el bosque?

Como —Dijo Melania confundida

Que si tía, que si

 

Antes de que se hubieran acercado al perro, ya se había dado cuenta de que dos personas se estaban aproximando y su cara mudó de expresión. De una expresión socarrona que tenía, la cual parecía casi una mueca a una expresión mucho más acorde a su posición. Se le afligió el rostro y bajo la cara. Cuando estaban a dos palmos levanto un poco la cabeza mirando a Begoña y a Melania directamente a los ojos.

 

No te he dicho que no me mires a los ojos mongolo —Dijo Melania soltándole una torta que le alcanzo, el cuello, la oreja y parte de la cabeza

 

El perro resignado no dijo nada, movió los labios como murmurando algo, pero con el ruido de la música no se pudo apreciar.

 

Venga perro invítanos a unas copas que estamos sedientas —Dijo Melania alzando la voz por encima del estruendo

No, que copa ni que ocho cuartos —Dijo Begoña—. Yo he venido a que me coma el culo.

 

Acto seguido se levantó el vestido floreado y le acercó el culo a perro, el cuál miro directamente a los ojos a Melania. En aquel momento, la sombra de la duda cruzó por los ojos de Alfredo. Hacer lo que su ama decía una vez más sería perder todo el control de su vida, algo por lo que había luchado durante su corta existencia, sin embargo, obedecerla era todo lo que él quería, necesitaba que la necesitara, se sentía como una marioneta en sus manos, pero una marioneta a la que le dan chocolate y chuches después del espectáculo.

 

Alfredo había aceptado tan bien el rol, que su diosa le había propuesto que no había dudado ni por un momento que eso fuera lo que quisiera hacer, además había sido tan gradual que cuando había querido darse cuenta del control que ejercía ella sobre él, había sido tarde para cualquier reacción si quería seguir viendo a aquella mujer. Y la cosa es que la amaba por encima de todo, le gustaba su forma de caminar, su forma de hablar, de moverse, como se retiraba el pelo de la cara, como se levantaba la falda…

 

Sin embargo, lo que le pedía ahora extralimitaba los límites que él hubiera imaginado, aunque no se sentía incómodo por el hecho de chuparle el culo a otra mujer, aunque fuera gorda, el mero hecho de hacerlo para complacer a Melania le llenaba, sabía que todo aquello daba un giro de tuerca más a su vida

 

Que te tengo dicho —dijo arreándole dos bofetones más.

 

Con este último bofetón, el Alfredo decidió que no podía discutir ni siquiera con la mirada. Podía no ser lo que deseaba, pero si era con la persona que deseaba y hacerlo así era la única manera de hacerlo, así que se puso de rodillas en medio de la discoteca, retiro el tanga con la mano y se puso a lamer el culo obeso de Begoña en medio de la discoteca. La lamida era más profunda de lo que Begoña hubiera imaginado y enseguida y con la primera embestida de la lengua del perrito tuvo que arquear visiblemente la espalda y lanzar un gemido inaudible debido al ruido ambiente.

 

En pocos segundos la gente se empezó a arremolinar en torno al espectáculo que estaban dando así que Melania decidió que lo más fácil era acabar con aquello en algún lugar privado. Con un ágil movimiento levanto por la oreja al perrito, que enseguida entendió que el show se había acabado y Melania salió en dirección a los baños con el detrás. Begoña que se había quedado con el tanga descolocado, soltó un suspiro con resignación y decidió seguir ella también la dirección de los baños.

 

Abriéndose paso entre el gentío cuando llegó a la puerta de los baños le resulto aún más difícil convencer a las chicas que hacían cola que tenía que pasar y tras unas breves discusiones accedió al interior del baño y rápidamente al cubículo compartido por Melania y el perro.

 

Si quieres seguir ve al capítulo 16