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Librojuego - Melania - Capítulo 20

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Capítulo 20

Vamos al callejón —Fueron las únicas palabras que pudo mencionar Melania.

En ese momento un destello pasó por la cara de Israel, que se froto las manos e hizo un gesto de asentimiento a su amigo Héctor. A duras penas fue capaz de coger su bolso y moverse entre el gentío hacia la salida de emergencia, seguidos, sin que se diera cuenta por sus dos nuevos amigos. Cuando empujó la puerta de emergencia, en seguida le golpeó una racha de aire fresco en la cara. No es que las noches fueran frías, pero se notaba el contraste entre el calor interior y el fresco nocturno.

Nada más salir de la discoteca, Melania fue empujada casi violentamente contra la pared del callejón y sin que le diera tiempo a reaccionar le subieron la falda y de un tirón le bajaron el tanga. Melania intento revolverse, pero el bolso se le cayó al suelo y el ímpetu de la acometida la dejó sin saber cómo reaccionar.

¿Te vas a estar quietecita mientras te rompemos el culo? —comentó Héctor mientras apretaba con su antebrazo la cara de Melania contra la pared —. Es una suerte que no hayas querido ir hasta tu casa putita, esto simplifica las cosas

Melania se encontraba en estado de shock y no fue capaz de articular palabra mientras Israel se desabrochaba rápidamente el cinturón y se lo ataba alrededor del cuello. Un sonido entre una arcada y una bocanada para coger aire fue el indicativo de que el cinturón se encontraba apretado a tope.

He visto como me miraba con superioridad —dijo Israel con rabia en los ojos —. Lo he visto, no soy suficiente para ti. Tu solo querías acostarte con mi amigo, mi hermano — Carraspeó con impaciencia—. Sin embargo, todas las tías sois tan perras. ¿Qué esperabas? —preguntó—. Que después de todo lo cachondo que me has puesto, me fuera para casa sin nada.

Israel siguió con su monologo mientras a Melania le faltaba cada vez más el aire, ya apenas podía respirar.

Eso no iba a acabar así, has estado tonteando con los dos y llegado un momento te rajas ¿no?, pues vas a notar mi polla en tu culo y que aprendas lo que es un cipote de verdad. Ahora te vas a poner de rodillas y a comernos un rato el rabo.

Antes de que pudiera darse cuenta Israel se había puesto a su espalda, ya tenía la polla dura como una roca y empezó a restregarla por su coño y su culo. Melania empezó a gimotear y el gimoteo se hacía más intenso y arqueaba la espalda cuando se acercaba peligrosamente a sus orificios. Israel estuvo jugando durante un rato, haciendo que cuanto más arqueaba la espalda más se reía.

Después de ese tiempo, Héctor que era el que sujetaba la correa, visiblemente molesto carraspeó y miró con signos de enfado a su compañero.

Venga de rodillas —dijo Héctor dando un tirón hacia abajo.

Ni, siquiera ahora me dejas disfrutar —protestó Israel visiblemente enfadado.

No protestes que estamos así por ti, por tus putas ideas

Hey relaja, campeón —dijo haciendo un gesto de sosiego—. Eres tú el que quiere hacer medicina y el que no tiene la nota suficiente, así que el trato es conocido por los dos.

Héctor hizo un gesto de asentimiento y bajó la cabeza. Cuando hicieron que Melania diera la vuelta y se pusiera de rodillas, la imagen era dantesca, se le había corrido todo el rímel, babeaba y moqueaba abundantemente, además de todo el pelo alborotado. Pese a su imagen desvalida, en sus ojos se vislumbraba una furia oculta que sus captores no lograron entrever.

Dejar, por favor…. —carraspeando y musitando con fingida voz trémula—. Que coja un pañuelo del bolso. Estoy horrible y no voy a hacer nada raro, no puedo escapar, me tenéis bien sujeta. «tenéis que dejar que alcance el bolso» pensó «entonces cambiaran las tornas».

Venga Isra deja que se limpie, no querrás que te la chupe con esa facha.

El chico de gafas hizo un ademán de consentimiento, por lo que permitieron que la chica gateara hasta el bolso. Rebusco durante un momento en el bolso hasta que extrajo un revolver.

Vamos a ver gilipollas —comentó Melania —de rodillas. Y tu imbécil, no te guardes la cosa esa que te la arranco — dijo dirigiéndose a Israel—. Ni se os ocurra moveros, si os movéis a parte de llamar a la policía y denunciaros os meto un balazo en la rodilla que no vais a poder caminar en vuestra puta vida.

Las suplicas por parte de los dos chicos no se hicieron esperar, sollozaron y suplicaron, pero Melania se los retiro rápidamente con un ademan llevándose el dedo a los labios.

Que os calléis —dijo —no quiero excusas. Ni disculpas ni nada. Me habéis intentado violar y vais a pagar por ello. Tu —dijo dirigiéndose a Héctor, que se había tapado la cara con las manos —eres un imbécil, me habría acostado contigo, pero evidentemente ahora ya no, sin embargo soy compasiva y en lugar de llamar a la policía, te voy a dar la opción de perdonarte, solo si dejas que te rompa un brazo.

No por favor, te lo suplico no me hagas eso — dijo sollozando amargamente.

Eso o la policía tú eliges.

Para seguir ve al capítulo 26