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Librojuego - Melania - Capítulo 18

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Capítulo 18

Sarah no supo ni siquiera dar su consentimiento hablado. Se limitó a asentir embobada y seguir la silueta de Melania mientras cogía su chaqueta, su bolso y salía de la discoteca. Por el camino se pararon un par de veces a darse el lote en esquinas poco iluminadas, pero cada uno de esos escarceos sólo servía para acrecentar el calentón de ambas y acelerar su paso hasta el portal. Subieron en ascensor los cinco pisos, tan metidas la una en la otra que casi no se dieron cuenta de que ya se había abierto la puerta.

 

Ya en casa, Melania condujo a su amiga hasta la cama, donde la empujó con ansia y casi con desprecio. Se agachó a abrir un cajón de su cómoda, de donde extrajo un objeto de cuero que Sarah se quedó mirando desconcertada. Parecía una especie de tanga de cuero negro con ribetes rojos, ajustable con correa y con un largo pene de silicona en la parte frontal. Se quedó mirando el extraño objeto que colgaba de la mano de Melania con los ojos abiertos como platos.

 

¿Qué pasa? ¿Nunca habías visto un strapon?

Un... no. Había oído hablar pero no sabía que eran así. ¿Tú ya sientes algo...?, Quiero decir… ¿Te da placer?

Tiene un estimulador de clítoris justo aquí, ¿ves? —dijo señalando una parte un poco abultada de la parte interior del strapon.

No sé, yo nunca he hecho...

No te preocupes, Sarah, yo te enseño —dijo Melania guiñándole un ojo.

 

Melania se desnudó, dejando al descubierto su cuerpo de diosa. La miró casi babeando, deleitándose en la curva perfecta de las caderas y sus pechos, firmes y moderadamente grandes. Se colocó el strapon, con el pene de silicona apuntando hacia su amiga. Sarah se desnudó también y miró dubitativa.

 

Túmbate en la cama.

 

La chica obedeció, invadida por una extraña y placentera sensación al obedecer tan inmediatamente las palabras de su amiga. Alzó la vista para ver cómo Melania escalaba con agilidad gatuna sobre el colchón y se abalanzaba sobre ella con una predatoria mirada felina. Las manos suaves y estilizadas comenzaron a masajear los discretos pechos de Sarah, y una leve y poderosa excitación comenzó a apoderarse de ella. Echó la cabeza hacia atrás, movida por la fuerza del placer y Melania le empezó a besar el cuello con voracidad.

 

No me dejes marcas —dijo Sarah con voz entrecortada. Pero no protestó cuando la chica le empezó a morder el cuello y un arrebatador cosquilleo anuló aún más su voluntad.

 

Cuando estaba todavía acostumbrándose al cuerpo y pechos desnudos de su amiga restregándose sobre su piel, sintió una súbita penetración atravesar con fuerza sus músculos vaginales. Tras el susto inicial, comprendió que Melania había decidido que era hora de hacer uso del strapon, y detectó el tacto del látex en la sensible y húmeda piel interna de sus partes íntimas.

 

Gimió con más y más fuerza mientras su amiga la cabalgaba cada vez con más ganas, más energía, haciendo gala de su gran forma física. Melania sujetó las piernas de Sarah hacia el techo y comenzó a penetrarla con más profundidad, aprovechando el nuevo ángulo. Sarah estaba en éxtasis, nunca en su vida había sentido un fuego tan poderoso y placentero en su interior.

 

Melania volvió a cambiar de posición, esta vez obligando a su amiga a ponerse bocabajo y penetrarla desde atrás, clavando las uñas en sus nalgas. Sarah, que había creído imposible sentir un éxtasis mayor, se sintió a punto de estallar de puro placer. Siguió así un rato, tratando de retener un poco sus músculos vaginales frente a las embestidas de Sarah para aguantar antes de la corrida, pero se le hacía cada vez más difícil. Mordió con fuerza la almohada, deseando que aquella sensación pudiera prolongarse durante toda la vida...

 

Y entonces, sintió el pene de silicona abandonar súbitamente su interior. Trató de retener el momento de placer pero se fue fugando irremisiblemente, como el agua por el desagüe.

 

Esto no funciona —dijo Melania.

¿Qué? —preguntó Sarah atontada y con una punzada de dolor en su pecho.

Tranquila, no has hecho nada mal. Soy yo.

A mí me estaba gustando...

Ya lo he notado —dijo Melania con sequedad.

 

Melania se levantó con brusquedad de la cama y se quedó plantada de pie, con el falso falo erecto, brillante por los fluidos producidos por su compañera

 

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