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Librojuego - Melania - Capítulo 16

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Capítulo 16

Ya era hora tía —comento Melania. —Ya estaba aleccionando al perro de su nueva vida. Por ahora le toca el bautismo de fuego, o diciéndolo de otra manera el bautismo de agua. O algo parecido

¿De verdad me lo vas a ceder? —Pregunto con una cara la mar de expresiva.

Si, por supuesto. Pero con un par de condiciones.

Supongo que una será, la aceptación del perro este ¿No? —Sugirió con interés.

No, que va —dijo haciendo un ademan con la mano. —este ni pincha ni corta

Entonces… ¿Cuáles son?

A ver… —dijo enumerando. —Primero, si lo tengo yo, tú no puedes disponer de él. Segundo, cada vez que me metan una enculada, acto seguido tiene que venir a aliviarme, este donde este. Y tercer, en exámenes tenemos que hacer un planing, que me gusta que me entretengan mientras estudio.

Te lo cedo durante exámenes, enteramente a ti, pero yo también quiero la cláusula de la enculada —dijo Begoña alargando la mano para cerrar el trato.

Hay trato. —Dijo estrechando la mano— Pero los tratos con los perros no se hacen así. Tenemos que hacerles un bautismo de agua.

¿Y eso cómo se hace?

Espera y veras —dijo poniendo una sonrisa traviesa.

 

Melania tiró con un poco de esfuerzo de su falda ejecutiva hacía arriba dejando a la vista unos agradables muslos bien torneados y un poco más arriba una vulva hinchada que palpitaba terriblemente. Sin ni siquiera decir una palabra, el perro fue directo hacia el coño de su dueña, pero no fue directamente a meter la lengua en su interior sino que hizo un ademan como si fuera a beber de una fuente. Al momento un sonido siseante amortiguado por el ruido de la pista de baile indicó que Melania estaba evacuando sobre la boca del perro, que segundos más tarde empezó a tragar. Sin dejar escapar una gota, y cuando el proceso hubo finalizado, se dedicó durante unos minutos a dejar la rajita de su dueña bien limpia, ahora así introduciendo la lengua dentro de su cuerpo, a lo que Melania respondió sutilmente, separando las piernas ligeramente para que el acceso a su vulva fuera más intenso.

 

Cuando el jadeo de Melania se fue haciendo más intenso, decidió que no era su momento, con un tortazo retiro a su perro de esa posición de honor. Con una seña le indicó a Begoña que era su turno.

Te toca —dijo casi con un gruñido, mientras Begoña ocupaba su lugar. El ritual se produjo de nuevo, pero con alguna diferencia. En esta ocasión tenía un aire más salvaje, más pasional.

 

Begoña no espero a que el perro se acercara sino que más bien le agarro de los pelos colocándole la boca a la entrada del coño, y entonces sí que se oyó una sonora y abundante meada. Lejos del final y debido a la gran cantidad de orina, unas cuantas gotas empezaron a escaparse por la comisura de los labios, sin embargo, Begoña hizo caso omiso a éste y con brutalidad volvió a agarrarle de los pelos y comenzó literalmente a follarse la boca del perro. Restregó toda la vagina sobre su cara mientras él intentaba complacer con la lengua, lo cual se convirtió prácticamente en el juego de morder la manzana puesto que cuando pasaba el coño cerca de su boca, éste intentaba un movimiento casi desesperado por lamer su interior.

 

Ajena o no a esto, Melania apoyada contra una de las paredes del baño, había comenzado a masturbarse, lo que se convirtió en una pelea por quien de las dos tenía el orgasmo más sonoro. La batalla se prolongó durante varios minutos en los que Melania se profanaba el coñito con dos dedos muy húmedos que entraban y salían con rapidez de su hinchada vulva y Begoña se pasaba toda la cara de su perro por el coño, mientras este intentaba lamerla. La primera en estañar en su orgasmo fue Melania a la que casi le fallan las piernas al sentir ese placer tan inmenso que se prolongó durante más de medio minuto. Antes de que Melania hubiera acabado, le llegó el turno a su compañera que agarro con las dos manos a su perro para que no se escapara de la corrida que iba a recibir.

 

Después de la sacudida inicial Begoña también quedo exhausta, se limpió bien el coño con su perro y momentos después también lo hizo Melania

Pues… ha sido divertido —dijo Begoña componiendo una sonrisa —, pero si me das permiso, Melania, me gustaría disfrutar el resto de la noche con él.

Sin problemas tía — dijo —solo que mañana pásate por casa que organicemos los detalles del perro.

De acuerdo mañana te abro un what’s y quedamos.

 

Tras esta breve despedida Begoña le dio una torta a su perro que lo hizo reaccionar mientras salía delante de él. De refilón y sin que ninguna de las dos le viera, lanzo una mirada aprensiva a su anterior ama, fue solo un parpadeo, un relámpago porque acto seguido, salió por la puerta y se alejó de ella

 

Fin