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Dos amos y un esclavo

en Gays

David bajó del tren en medio de una estación abarrotada. Como siempre, el tren había llegado con retraso. No veía la hora de encontrarse con el AMO que le había citado dentro de un cuarto de hora para hacerle pasar una buena sesión de piel, humillación y vicio.

No quería llegar con retraso aunque sabia que eso le equivaldría a una ración extra de azotes con la fusta, que su AMO, con toda seguridad le proporcionaría.

Se dirigía hacia la salida, golpeándose con la gente que corría hacia el anden cuando vio, en lo alto de la escalera, un macho esplendido, como de un 1’90 de estatura, de tórax amplio y poderoso, enfundado en una cazadora y unos pantalones de cuero negro, calzando botas altas de montar que le ceñían las pantorrillas y con unas Ray Ban negras que ocultaban su mirada.

Erguido, con sus largas piernas abiertas y las enguantadas manos sujetas a su cinturón, parecía esperarlo solo a él.

David se detuvo al pie de la escalera, mirando fijamente aquel macho esplendido que le cerraba el paso y se apoderaba de su voluntad.

El AMO metió su mano enguantada en el bolsillo de sus ceñidos pantalones de piel, sacó un móvil y marcó un número.

En el bolsillo de David, empezó a sonar su teléfono móvil.

¿Qué inoportuno lo llamaba en este momento? ¿Seria quizás el macho de la escalera? Pero no lo conocía de nada y no podía tener su teléfono. ¿Era el AMO que lo esperaba, para anular la cita o para preguntarle por que se retrasaba?

Respondió nervioso a la llamada. Una voz seca y profunda le habló:

.- ¿No me ves? ¿A que esperas para venir corriendo hasta mis pies a lamerme las botas?

David se quedó paralizado por el pánico y la excitación que la voz le había provocado. ¡Le estaba exigiendo, ordenando que le lamiese las botas allí, en medio de toda aquella gente!

La idea le horrorizaba, pero a la vez le excitaba, le atraía. ¡Verse como un esclavo, sometido, delante de todos, por un AMO fuerte, macho, vicioso!

¡Eso era más de lo hubiese nunca imaginado!

No lo dudó ni un segundo. La cita con el otro AMO, la presencia de los usuarios del tren… todo se borró de su mente. Solo veía las largas piernas enfundadas en las altas botas de montar y los pantalones de piel le esperaban en lo alto de la escalera.

Empezó a subir los escalones con la mirada fija en la brillante piel de las botas. Sentía su boca seca, su polla dura y excitada, oprimida por los tejanos de llevaba.

Al llegar al rellano, casi sin darse cuenta, se arrodilló delante del AMO. Algunos transeúntes lo miraron de reojo pero nadie hizo ningún gesto ni movimiento extraño.

David acercó su mano a la pierna del AMO para acariciar los pantalones de piel negra, mientras su cuerpo se iba inclinando hacia las botas de montar, cuya piel brillante parecía hipnotizarlo.

Notó la mano enguantada que le cogia por los pelos y le levantaba la cabeza. Su mirada se dirigió temerosa de miedo y ansia, a la cara de su AMO.

.- ¡Levántate! ¡Vamos! Le dijo con voz seca y ronca. Y dando media vuelta se alejó por el pasillo del metro.

David se levantó inmediatamente y lo siguió. No podía perderlo de vista de ninguna manera. El AMO caminaba seguro, con largos y rítmicos pasos, repicando con los tacones en el pavimento.

Aquel sonido rítmico excitaba cada vez más a David, que lo seguía como un perro fiel, la mirada fija, ya en las botas, ya en el magnifico culo apretado por el pantalón de piel de aquel magnifico macho.

Salieron a la calle. El AMO, sin ni siquiera mirarlo, se acercó a una moto aparcada en la acera. Una Harley Davidson potente, de color negro y con los cromados brillantes como espejos. Abrió una de las bolsas laterales y sacó una gorra militar de cuero de negra visera acharolada y una cadena rodeando la copa.

David sintió un calambre de deseo y de excitación a la vista de aquel macho vestido de pies a cabeza de piel, que se había apoderado de él y de su voluntad.

Sin una mirada ni una palabra, el AMO subió a la moto. Sólo entonces, girando la cabeza y mirando a David a través de sus Ray Ban oscuras le lanzó:

.- ¿Te apetece correr? Y sin añadir nada más, puso en marcha la moto y salió a la calzada. Lanzándole una muda orden con la mirada, arrancó no demasiado rápidamente, manteniéndose cerca de la acera.

David entendió claramente el mensaje y le siguió corriendo para poder mantenerse a su altura. No tenia ni idea de cómo y cuando acabaría la carrera siguiendo a su AMO, pero si sabia que no podía perderlo de vista. Y jadeando y acalorado, corría y corría, deseando que la carrera acabase pronto.

El AMO conducía su moto sin ni siquiera lanzarle una mirada, pero sabiendo, evidentemente que el esclavo lo seguía con la lengua fuera, tal como el perro que representaba para él.

Con todo, la carrera acabó pronto. Al volver una esquina, la moto se subió a la acera y el AMO la aparcó.

Con las llaves en la mano y marcando el paso a taconazos, se dirigió a un portal y entró, no sin lanzar una mirada de reojo a David, que se había parado en medio de la acera, cansado por la carrera.

La mirada del AMO le decidió y entró detrás de él. El AMO ya se había metido en el ascensor y subía sin esperarlo. David se dirigió a la escalera y subió corriendo para no perderle de vista.

Al llegar al tercer piso lo vio. Estaba abriendo la puerta de uno de los pisos. Entró sin ni mirarlo y dejó la puerta abierta.

Rápidamente, Carlos lo siguió. Entró en el piso y cerró la puerta detrás de él.

Estaba de pie en el recibidor. El AMO había desaparecido pasillo adelante. David, inmóvil, esperaba una orden de él. El silencio se hacia denso y agobiante.

La voz del AMO surgió, dura, del fondo del pasillo:

.- ¡Desnúdate, perro! ¡Y ven aquí!

David no se hizo repetir la orden. Nervioso y excitado empezó a desnudarse, dejando su ropa en el suelo y avanzo por el pasillo poco a poco.

.- ¡A cuatro patas, perro asqueroso! ¡No aparezcas delante de mi si no es arrastrándote por el suelo!

David, obediente y tembloroso se tiró al suelo y siguió avanzando por el pasillo. Al fondo, en el salón, lo esperaba el AMO.

Sentado en un butacón de piel negra, con sus largas piernas enfundadas en piel, las brillantes botas en primer termino, el AMO se había despojado de la cazadora y su pecho poderoso y peludo de macho lucia un arnés de cuero y tachuelas que ponía aun más en relieve sus pezones anillados, duros y gordos que parecían reclamar la boca de David para ser lamidos y chupados.

Los brazos fuertes y musculosos del AMO reposaban en los lados y sus manos, enfundadas en los guantes de piel negra, acariciaban y sobaban la abultada bragueta que marcaba el paquete de la polla y los cojones, oprimidos por la tensa piel de los pantalones.

La cara del AMO, con las Ray Ban oscuras que ocultaban su mirada y la gorra de piel con visera, quedaba medio en penumbra y solo se veían sus negros cabellos enmarcando una mandíbula dura y fuerte, sin afeitar, donde se dibujaba una boca amplia de labios carnosos y sensuales. Su voz, seca i dura sonó, dando a David una orden:

.- ¿Qué esperas, puto esclavo? ¿No ves mis botas? ¡Ya sabes tu obligación delante de MI, perro de mierda! ¡¡Lame!!

David avanzó a cuatro patas y agachó la cabeza sobre una de las botas. Inmediatamente, la otra pierna del AMO se puso encima de su cabeza y, con fuerza le obligó a bajarlo hasta que su boca tocó la piel brillante.

.- ¡Lame, perro vicioso! ¡Lame, esclavo!

Sin vacilar, David lamia y lamia la bota, dejando su saliva por la superficie de la bota. Sus manos acariciaban la alta caña de la bota y a duras penas podía moverse, oprimido como estaba por el pie del AMO. Su polla excitada por el deseo, se bamboleaba colgando y dejaba escapar el líquido preseminal que la próstata iba destilando.

Cuando ya hacia un buen rato que lamia, el AMO le ordenó de cambiar de bota. Y el ritual empezó de nuevo.

.- ¡Ya está bien, esclavo! ¡Ahora lámeme la otra bota!

David, muerto de deseo, se aplica a repasar con su lengua viciosa, la bota derecha de su AMO.

El sonido de la puerta de la calle al abrirse, sorprendió a David y lo dejó inmovilizado por el pánico. ¿Quién llegaba y como tenia la llave de la puerta? El AMO no dio señal de sorpresa ninguna. Siguió sin inmutarse con su pie sobre la cabeza de David. Este interrumpió su lameteo e hizo acción de levantarse.

Una bofetada de la mano enguantada del AMO, cruzó su cara.

.- ¿Quién te dio permiso para moverte, esclavo de mierda? ¡Quieto aquí, y ni te muevas!

Un azote en su nalga, lo dejó inmóvil, sorprendido y dolorido. ¡El AMO tenia, pues, una fusta y pensaba utilizarla,…!

Oyó unos pasos que se acercaban por el pasillo, repicando los tacones. Era el mismo sonido excitante de las botas del AMO.

Alguien se detuvo en la puerta de la sala. El AMO, con una sonrisita irónica, se dirigió al desconocido:

.- ¡Aquí lo tienes! ¿Te lo esperabas?

.- ¡No, no crei que lo consiguieses, cabronazo! Es la primera vez que me birlan un esclavo delante de mis narices. ¡Y la primera vez que un esclavo de mierda me desobedece y me deja plantado! –respondió una voz en tono seco y un poco cabreado.

.- Ja, ja, ja,…La risa guasona del AMO resonó en la sala:

.- Ya te dije, querido- con gran ironía y choteo- que, si quería, te lo iba a joder. Que no hicieses apuestas conmigo, porque las ibas a perder. Pero ya ves, contigo, amor mío, no quiero ser tan cabrón. He pensado que nos lo podríamos pasar muy bien los dos. ¡Y de paso, tu podrás castigarlo todo lo que quieras, por desobediente y pervertido!

.- Muchas gracias. Será para mí un placer hacerle pagar esta desobediencia. ¿Puedo empezar?

David, boca abajo, había escuchado la conversación y lleno de pánico, había comprendido que el visitante era el AMO con el que había quedado citado y al que había dado plantón. Luego, la aparición del primer AMO en las escaleras del metro no había sido una casualidad. Formaba parte de una apuesta de la que él era la prenda en juego. Y ahora tenía dos AMOS morbosos y viciosos, dispuestos a humillarlo y usarlo como al más despreciable de los esclavos.

Una sensación de angustia, mezclada con excitación y deseo le llenó. Cerró los ojos esperando su destino. Oyó como se acercaban a él y noto que se colocaban delante de él.

Entreabrió los ojos. Su mirada se posó sobre un par de botas tejanas, colocadas ante su cara. No tuvo tiempo ni de levantar la vista. De repente empezó a notar como un líquido caliente caía encima de su cabeza y espalda. ¡Los dos AMOS se estaban meando encima de él!

.- ¡Date la vuelta, perrako!- le ordenó el AMO.

David no se hizo repetir la orden. Se dejo ir de lado y ofreció su cara, su pecho y su sexo a la caliente y olorosa meada de los dos machos.

.- ¡Abre la boca, jodido esclavo! – gritó el AMO 2. Ahora te demostraré que les pasa a los esclavos demasiado listos y desobedientes.

El segundo AMO era un macho alto y delgado aunque más fibrado que el AMO 1. Su cuerpo estaba depilado y se le veía trabajado por horas y horas de gimnasio, que lo habían dejado como esculpido bajo la piel brillante. Rapado al cero pero con una barba de tres días que le daba un aire cruel y sádico, y que sus ojos grises y fríos y la boca de labios finos pero llenos de morbo no hacían más que aumentar.

Vestía también de piel, pero con unos chaps con cordones de piel en los laterales, y un jockstraps de piel claveteada le cubría la polla y los cojones, marcando un voluminoso paquete.

También llevaba un arnés de cuero y tachuelas y los pezones anillados, muñequeras y correas de piel claveteada en brazos y puños. En sus manos, enguantadas con mitones de piel, que dejaban sus dedos al aire, David vio la fusta que momentos antes le había azotado el culo.

El AMO 2 apuntaba con su gruesa polla la boca abierta de David y la meada era lo suficientemente abundante como para que este no pudiese tragarla toda y le desbordase por la cara y el pecho.

El AMO 1 había ya acabado de mear y agachándose tomó con sus manos enguantadas el cabello de David y le obligó a levantarse. De pie, en medio de la sala, con la cabeza gacha, David era la imagen del esclavo humillado, juguete de sus AMOS.

Sin embargo, se adivinaba  que el gusto pervertido y la excitación le llenaban. ¡Era eso lo que estaba deseando! Uno o más AMOS que lo maltratasen, que le hiciesen sentir como una puta viciosa, arrastrada. Que dispusiesen de su cuerpo y de su persona como les diese la gana.

Y allí estaba, en manos de dos magníficos ejemplares de AMOS dispuestos a darle caña y vicio hasta quedar satisfechos.

Un azote en el culo lo sacó de sus ensoñaciones. El segundo AMO estaba dispuesto a hacerle pagar su desobediencia. Otros golpes de fusta fueron cayendo sobre sus nalgas cada vez más enrojecidas, calientes e irritadas.

.- ¡Quizás, mientras le trabajas en culo, le podríamos dar más trabajo a este perro vicioso!- sugirió el AMO 1.

.- ¡Tienes razón! Tiene una buena boca mamona que seguro ha mamado muchas pollas y ha tragado mucha lefa- respondió el AMO 2 sin dejar la fusta y los golpes.

Las manos del AMO 1, cociéndolo por el cuello, le obligaron a arrodillarse y David se encontró con la visión de la gorda y dura polla del AMO delante de sus ojos.

Antes de que las manos enguantadas le obligasen, el ya había abierto la boca y estaba amorrado a aquella maravilla.

No habían pasado ni diez segundos de maravillosa mamada, cuando David notó que los azotes paraban y que el AMO 2, con su larga polla en la mano, aparecía ante sus ojos.

¡Tenia, pues, que mamar las dos pollas a la vez!

Abrió su boca viciosa tanto como pudo y dejó que la segunda polla empezase también su follada.

Se ahogaba en su deseo de tenerlas las dos en su boca de cerdo y alternaba una y otra en su furiosa mamada. Los pelos del pubis de ambos machos se incrustaban en su nariz y David aspiraba con deleite los diferentes olores a macho que despedían. La saliva le resbalaba por la comisura de los labios.

Ambas pollas eran como dos poderosos émbolos  mecánicos que no cesaban en su rítmico movimiento de vaivén salvaje. Los gemidos de deseo de los dos AMOS resonaban en la habitación.

.- ¡Come, cerdo, come! ¡Mama, puta viciosa! Las manos de uno de ellos le obligaban a seguir mamando sin parar.

Sintió, de pronto, que los escupitajos que aquel par de cabrones caían sobre su espalda. Los aceptó como un bálsamo refrescante. Pero por desgracia, se cansaron pronto de aquel juego y David, levantando la mirada sin cesar en su mamada, vio cómo los dos AMOS se morreaban, llenos de vicio y de deseo. ¡Eso le puso aun más caliente y perrako!

Uno de sus dos AMOS retiró la polla de su boca. Se coloco detrás de David y le obligó a levantarse sin dejar de mamar. David se vio obligado a ofrecer su culo enrojecido a la vista del AMO que, seguía morreándose con su amigo.

Dos cachetes de una mano enguantada le avisaron de que se preparase y, casi inmediatamente, David notó que una lengua hábil cosquilleaba su ojete. David se creyó en la gloria. La viciosa lengua del AMO le producía un placer inmenso y la polla del otro, que seguía mamando, era como la culminación de este placer.

Este éxtasis se prolongó varios minutos. Luego, cuando su ojete estaba ya relajado, caliente y ansioso por ser violado, un dedo enguantado empezó a hurgar en él.

Removió las caderas para facilitarle la entrada y este movimiento provocó la risotada viciosa de su AMO:

.- ¡Mira la puta, como se menea! ¡Será cerda!

Otro dedo siguió al primero y se introdujo en el ojete de David. El dolor que le produjo, lejos de asustarlo, lo excitaba y le enviciaba aun más. ¡Se sentía una perra caliente!

.- ¡Amo, follame, follame ya! ¡Méteme tu pollón rico y hazme tuyo! ¡Quiero sentirlo dentro de mí, y notar como te corres y me llenas de leche!

El otro AMO, estaba ya a punto de correrse, pero queriendo esperar a su amigo, había sacado la polla de la boca de David y azotaba con ella su cara extasiada

.- ¡Si, si, AMO, dame polla! ¡Quiero sentir como me azotas con tu polla buena y larga!

El AMO 2 no se hacia de rogar y con la dura verga en la mano, golpeaba a David que no podía tampoco aguantar la excitación de su propia polla, sin osar tocársela.

Como si hubiese adivinado su pensamiento, el AMO 1 le ordenó:

.- ¡Estás caliente! ¿verdad, cerdo? ¡No creas que podrás tocarte ni darte el gusto de correrte  hasta que yo no te lo ordene! ¡Estas aquí para nuestro propio placer!

Le soltó un par de bofetadas que hicieron que David apretase el culo del dolor y la sorpresa.

.- ¡Hostia, que bueno!- exclamó el AMO 2- ¡Arréale unas cuantos bofetones más! ¡Cada vez que recibe uno, aprieta el culo y no sabes el gusto que me da! ¡Es cojonudo!

¡Y allí fueron una sarta de bofetones que David recibía babeando de gusto!

El AMO 1 aceleró el ritmo de sus enculada y sus gemidos se hicieron cada vez más animales.

.- ¡Me corro, me voy a correr!

.- ¡No cabronazo, hagámoslo los dos a la vez encima suyo! ¡Este cerdo seguro que nos lo agradecerá!

.- ¡Túmbate en el suelo, perro vicioso!

Inmediatamente, David se tiró al suelo, encima de las meadas que aquellos dos AMOS cabrones y pervertidos le habían derramado por encima.

Su polla tiesa, dura y excitada, apuntaba orgullosa al aire y los ojos de David pedían permiso a su AMO para poder hacerse una buena paja que liberase la leche oprimida en sus cojones.

Los dos AMOS, abiertos de piernas y colocados cara a cara encima del esclavo, se cogian la polla el uno al otro dispuestos a pajearse. Sus bocas, chorreando saliva, estaban unidas en una morreada que enlazaba sus lenguas viciosas.

.- ¡¡Ahora quiero que te hagas un buen pajote, cerdo perrako!! - le ordenó el AMO 1- ¡Quiero que tu leche se mezcle con la de tus AMOS y quedes bien remojado de lefa!

Por unos momentos, solo se oyó el frenético rumor de las manos manejando las tres pollas y los gemidos de deseo animal de los tres machos.

Con un prolongado aullido, uno de los AMOS, empezó a eyacular con fuerza, e inmediatamente, los otros dos machos le secundaron. Tres géiseres de esperma vomitaron su carga sobre el cuerpo de David, tendido en el suelo.

La habitación se llenó de gemidos, de olor a meadas, sudor y esperma de macho. Los dos AMOS, arrodillados sobre el esclavo lleno de lefa, seguían aun morreándose llenos de deseo del uno por el otro.

El AMO 1, al arrodillarse, se había sentado sobre el rostro de David, y este, aprovechaba la postura para hurgar con su lengua en su ojete.

Pasaron unos minutos. Los dos AMOS, dejándose caer a un lado, estaban tirados en el suelo, los ojos cerrados y casi sin ánimo para moverse. David también estaba felizmente exhausto por la maravillosa eyaculación.

El silencio de la tarde se apoderaba de la sala y solo lo rompía la respiración agitada de los tres machos que se iba  calmando poco a poco.

Una voz tranquila, con una nota de ironía, se dejó oír. Era la voz de David:

.- AMOS, ¿pensabais dejarme ir sin haberos comido vuestros preciosos culos?

Se escucharon dos risitas apagadas. Luego, sin levantarse, mirándolo de reojo y con una sonrisa cómplice, a la vez tierna y viciosa, el AMO 1 alargó su mano enguantada y acarició los cabellos y la cara de David, y acabó metiéndole un dedo en la boca. Luego, acercando su boca al oído de David, le susurró:

.- ¡Noooo!