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Me hicieron creer que era afeminado. (46)

en Amor filial

                                       Cerré la puerta de la habitación de invitados, no quería que  escucharan nada desde la habitación contigua donde dormían mi mujer y mi prima, las dos en el mismo estado de “buena esperanza” descansarían después de un día de mucho ajetreo.

                                      Al volverme hacia la cama vi un reguero de prendas femeninas que se esparcía por el suelo, al momento reconocí los zapatos, la falda, las braguitas de encaje y el sujetador bordado a juego de Julia, se notaba que estaba recién estrenado porque cayó y quedó con las copas huecas en el suelo.

                                      Sobre la inmensa cama estaba mi tía esperándome con los brazos y las piernas extendidas, quería que viera anticipadamente lo que iba a disfrutar, se había depilado completamente para mí el día anterior, no llevaba nada de vello en el cuerpo, naturalmente las axilas y el pubis aparecían lisos y brillantes pero no contenta con eso se giró de espaldas de lado y levantó una pierna hacia el techo, pude comprobar cómo el culo, las nalgas y los labios estaban tan limpios de vello como el resto, mientras me desvestía me miró con cara de deseo e hizo señas con los dedos de la mano que acudiera a ella.

                                      Estaba en el centro de la cama y me tumbé sobre ella, al momento fue como una explosión de lujuria lo que estalló en nuestra habitación, no hubo besos, ni caricias, ni miradas, sólo nos compenetramos en una follada salvaje donde lo más importante fue dar y recibir placer, las manos, las bocas, los sexos y toda la piel de los cuerpos fue campo de batalla, follamos en silencio, sin apenas gemir para no perder concentración, estábamos desatados, Julia demostró las ganas que tenía de mí, me ofrecía todo lo que sabía que me gustaba de ella, sus tetas cónicas y duras, su coño abierto de par en par y su clítoris hinchado y brillante.

                                                  Cuando se dio la vuelta hundiendo la cara en la sábana  levantando el culo me miró sonriente, sabía que se lo iba a llenar y suspiró cuando no la defraudé, la sábana se mojó con los líquidos que derrochábamos a raudales y cuando nuestros cuerpos pidieron una tregua quedamos mirando al techo con los corazones palpitando a marchas forzadas.

  • ¡Qué ganas tenía Carlos!, ha sido fantástico, ya no me acordaba lo que era sentirte adentro de mí, ni tu sabor ni tu tacto, gracias, me has hecho correr muchas veces, más de las que he podido contar.
  • El mérito es tuyo Julia, me hacía falta desfogarme y tú eres la mejor para eso, te adoro, me encanta la pasión que demuestras, noto cómo disfrutas follando.
  • Tienes razón Carlos, no sé qué me pasa pero contigo me pierdo, no me puedo controlar.
  • ¿Y con los otros, no te pasa lo mismo?
  • ¿Qué otros?  Ya quisiera yo pero no sería lo mismo.
  • Venga Julia no quieras engañarme, con lo que te gusta una buena polla dudo de que no te llenen más que la mía, estarías perdiendo un tiempo precioso.
  • Jajaja, está visto que no te puedo engañar, lo cierto es que no puedo esperar hasta que tú puedas follarme y me busco a algún hombre bien parecido que me suba al cielo pero si te soy sincera sólo me suben a las nubes, jajaja.
  • ¿Mi madre lo sabe?  Me preocupa que ella no tenga a nadie que le riegue el coño, es muy joven todavía y en ésta familia las mujeres se “jubilan” tarde, jajaja.
  • ¿Lo dices por mi madre?  Antonia, tu abuela apuró hasta el último día.
  • Es verdad, estaba a punto de marcharse y me pidió que se la metiera, murió con mi leche en el coño, toda una mujer.
  • Sniiff, si era toda una mujer, en todos los sentidos, tu madre está volcada con tu hijo, aunque muchas noches la oigo gemir a solas, creo que tiene un consolador porque no es normal que con los dedos tenga esos orgasmos.
  • Cuando pueda iré a casa y trataré de convencerla para que busque a alguien para mitigar la soledad y… que la folle bien, como debe ser, jajaja.
  • No sé si la podrás convencer, ya hace mucho que enviudó.
  • Probaré a decírselo cuando esté follando con ella.
  • ¡Nooo, así no, si lo haces cuando la tenga adentro no querrá otra, es mejor que se lo insinúes después, cuando se haya corrido, así como estamos tú y yo ahora, con calma, yo procuraré apoyarte, le diré que salgamos a bailar, de fiesta o con amigos, espero que encontremos a alguien que merezca la pena.
  • Seguro que sí, me preocupa que todas las mujeres estéis solas, bueno todas menos Cris que ya tiene a su novia…
  • ¿Ah, no te lo ha dicho?  Yo no sé nada oficialmente pero ya no están juntas.
  • ¿No?  No sabía nada, el caso es que me ha extrañado un poco que no viniera con vosotras, ¿qué pasó?
  • Lo que tenía que pasar, al ver que Cris esperaba un hijo se empeñó en que tú la preñaras a ella también, a tu prima le salió el instinto maternal y se negó, dijo que un hijo es una cosa muy seria para ir de semental por ahí, la chica se enfadó y se marchó prometiendo que tendría un hijo de cualquier forma.
  • ¡Qué obcecada!
  • Sí, la han visto con un chico… no está mal, es el hijo del médico que hay ahora, es guapo y con porvenir, está estudiando medicina también.
  • Pero a ella los chicos…
  • Eso tú lo sabrás mejor que nadie porque…
  • Es verdad, le gustan las pollas igual que los coños pero no sé si cuando tenga el hijo…
  • Eso es lo que dice Cris, que seguramente vuelva cuando tenga el bombo.
  • No me gusta el plan para Cris.
  • Ya se lo dije pero como es tan cabezota…
  • ¿Y mi prima pequeña?
  • Jajaja, ¿pequeña?  tu prima es y no está bien que yo lo diga, el mayor putón del pueblo, creo que se ha follado a todos los de su edad y a más de un casado, jajaja y cuando digo que se ha follado es literal, no deja que la monten ellos, es ella la que manda en su coño, la niña tiene carácter y como sabe follar tan bien, (ha tenido buen maestro) pues todos van detrás de ella babeando.
  • ¡Ojalá siente la cabeza!
  • Pues como no se vaya del pueblo o venga alguien forastero…
  • ¡Espera Julia!, ¿no te has fijado que no se oye nada al lado?
  • Normal, ¿las dos con sus bombos qué van a hacer?, dormir como lirones, mi hija no puede dormir más que de lado, si se pone boca arriba el vientre le aplasta y ni pensar en ponerse boca abajo…
  • A Rosa le ocurre lo mismo, vaya par de preñadas…
  • ¡Oye!  ¿No tienes curiosidad en ver cómo se las apañas para dormir las dos?
  • Claro que tengo pero no debemos despertarlas, a Rosa le cuesta conciliar el sueño, hasta que la niña no se acopla bien le da mucho la lata.
  • Pues yo no me quedo sin verlas, debe ser bonito.

                                      Julia no me esperó y saltó de la cama desnuda como iba, la alcancé en la puerta y los dos descalzos fuimos a la habitación de al lado, no se escuchaba nada aunque la puerta estaba entornada, Julia se apoyó en la puerta y yo pegado a ella, en la tenue luz de luna que entraba por la ventana vimos dos bultos, Julia me cogió de la mano y me pegó más detrás de ella emocionada.

                                      Cuando los ojos se adaptaron a la penumbra distinguimos los dos cuerpos, estaban juntos y no se movían, debían estar abrazadas (pensé). Julia era la que podía ver mejor y asomó un poco la cabeza, no dijo nada pero me cogió la polla y tiró de mí, la verga estaba lacia pero entre los dedos de Julia volvió a la vida, ella no decía nada pero el masaje que me estaba dando era colosal, ya tenía la polla dura como una estaca sobre sus nalgas y no dejaba de menearla.

                                      Por debajo de sus piernas la buscó y sin volverse la guió hacia su coño y la encaró en la vagina, tan lubricada estaba que no me costó ir a su encuentro aunque ella ya venía al mío, la estaca desapareció entre las nalgas de Julia y me clavó las uñas al llegar al fondo, tuve que cógeme a su cintura y sujetarla para que no cayera hacia adelante.  Se volvió y me dijo que guardara silencio y señaló hacia la cama.

                                      Los dos bultos seguían inmóviles o casi, al fijarme bien vi que se movían un poco, estaban de lado las dos encaradas pero la cabeza de Cris no se veía entre los muslos de Rosa y al revés, apenas se oía un rumor, no eran gemidos, simplemente jadeos y suspiros pero se estaban comiendo los coños una a la otra, entre ellas estaban acoplados perfectamente sus vientres y sus tetas, con una pierna levantada dejaban que las lenguas actuaran a placer y de vez en cuando paraban para coger aire.

                                      Vimos a la luz de la luna las bocas brillantes y los coños mojados, Julia seguía echada hacia atrás para que no le sacara la polla pero no se contentó con eso y cambió un poco más arriba, cogió el capullo y lo encaró a su culo, yo empujé nada más notarlo, todavía no estaba bien en su sitio y gritó un poco de dolor, las dos cabezas se separaron de las entrepiernas y miraron hacia nosotros, dieron la luz y nos encontraron a Julia agachada con las manos en las rodillas y a mí con las mías en sus caderas clavado en el culo de Julia.

                                      Las dos preñadas se miraron y echaron a reír a la vez, nosotros quedamos cortados descubiertos en nuestra falta de discreción, la polla se bajó y la vieron colgando como el cuello de un pollo muerto, la risa era ya de las tres al verme y mi mujer se echó a un lado y nos invitó a compartir la cama con ellas.

  • Lo siento, ha sido culpa mía, no podía resistir la curiosidad de ver a mi hija dormir contigo, las dos con los vientres gigantes y aunque la cama es grande pensaba que habría que hacer malabarismos.
  • Jajaja, pues es cierto, al principio no encontrábamos la postura pero al oíros a vosotros nos empeñamos en buscar la forma de llegar y ya veis, la hemos encontrado, jajaja.
  • Ya lo vemos, aunque no lo hubiera sospechado pero al no ver vuestras cabezas…
  • No os preocupéis, estaban donde debían y no lo hacían nada mal, ¿verdad Cris?
  • Nada mal Rosa, te puedo asegurar que mi novia no tiene nada que ver contigo.
  • Es la experiencia cariño, ¿verdad Carlos?
  • Verdad Rosa, no conozco a nadie que se haya quejado de la lengua de mi mujer.
  • ¿Quieres decir que es mejor que la tuya, sobrino?
  • Te lo puedo asegurar Julia, tu hija te lo puede contar.
  • Es cierto mamá, Rosa tiene algo… no sé, una sensibilidad especial, te come el coño con una delicadeza que te corres sin poder evitarlo.
  • Mmm, me lo estáis poniendo difícil, yo siempre me he servido con una lengua masculina, tu primo es mi modelo a seguir, no sé que opinar…
  • Créeme mamá, Carlos es especial, como debe ser un hombre, poderoso, fuerte, agresivo pero Rosa es lo contrario, besa como un ángel y lame como si fuera una pluma de ave exótica.
  • ¿Tú crees lo que dice Cris?  Te están menospreciando Carlos.
  • No lo pienses, lo que ocurre es que ella lo ha probado y puede comparar, yo soy lo que soy y doy lo máximo pero Rosa… es mujer, muy mujer y eso se nota, los hombre no podemos competir con una lengua de mujer.
  • Me estoy mojando y nunca pensé que me pasaría…
  • Lo mejor que puedes hacer es comprobarlo, ¿verdad Rosa?
  • Yo no entro en la discusión, no quiero presumir pero reconozco que me gusta y el coño y las tetas de Julia no deben ser nada despreciables, si son la mitad que las de su hija…
  • Anímate mamá, túmbate entre las dos, nosotras te haremos una demostración y seguro que Carlos también colaborará.
  • Sí es así…

                                      Las dos embarazadas le hicieron sitio a Julia entre ellas y yo quedé de rodillas a los pies de las tres, entre mi mujer y mi prima la fueron cubriendo de besos por todos lados, Julia al principio estaba un poco violenta, el que su hija le besara las tetas chupándole los pezones de aquella manera no lo habría pensado nunca.

                                      Rosa se ocupó de la boca de mi tía, en el momento en que la lengua de mi mujer intentó buscar la legua de Julia ésta se abrió y desde entonces todo fue rodado, una cascada de caricias se desencadenó, las cuatro manos de las dos recorrían el cuerpo de Julia que apenas se movía.

                                      Sólo se movió un poco cuando la boca de Cris le besó el ombligo  siguió hacia abajo, estaba pendiente de la lengua de su hija pero a la vez gemía ante las chupadas de Rosa a sus pezones, las tetas de Cris siendo incluso más gruesas ahora eran más tiernas pero la madurez de Julia ponía a Rosa muy caliente.  El sentir cómo iba perdiendo resistencia y se hacía más receptiva animaba a Rosa a seguir aventurándose más y más.

                                      Cris ya había llegado al pubis de su madre, ésta no se había percatado, porque estaba gozando de los mordiscos que le propinaba Rosa en un pezón con la boca llena de teta hasta más de la areola, que sus piernas se abrían lentamente ofreciéndole a su hija los labios todavía húmedos de la clavada detrás de la puerta.

                                      Cuando Rosa le besaba en el cuello Julia giraba la cabeza para ofrecerle el otro lado, le gustaba sobremanera que le mordisqueara los lóbulos de las orejas y se derretía de placer, Rosa se dio cuenta de la debilidad de Julia al ver cómo los pezones le salían todavía más que cuando los chupaba e insistió, la cabeza de Julia oscilaba dejando las orejas y el cuello a disposición de Rosa que inclinada sobre ella dejaba caer sus tetas sobre  las de Julia rozándose los cuatro pezones.

                                      Cris hacía lo que podía, no tenía mucha movilidad y apenas podía alcanzar su objetivo, me acerqué a ellas y cogí los tobillos de Julia y los separé elevando las piernas para que mi prima pudiera alcanzar los muslos abiertos.

                                      Mi prima me miró y me sonrió, como muestra de agradecimiento me cogió la polla y la desenfundó provocándome una erección instantánea, su boca se adentró entre los muslos de su madre y con la lengua afuera antes de llegar fue lamiendo la ingle, ésta levantó el culo ofreciéndolas para que hiciera con ella lo que quisiera.

                                      Las tetas de Cris colgaban con los pezones húmedos de leche y los sujeté para que no rozaran la sábana y se irritaran, al momento tenía los dedos mojados y pegajosos, lamí el dedo corazón y volví a mojarlo de leche dándoselo a mi prima en un respiro, ella me miró y me señaló su parte trasera, comprendí adonde quería mi dedo mojado y busqué entre sus nalgas.

                                      El agujero estaba distendido, me estaba esperando y no costó nada entrar, con el dedo metido hasta la palma de la mano movió el culo pidiéndome más, saqué el dedo y cuando volví a meterlo iba acompañado por el siguiente dedo.

                                      Para entonces había pasado de la ingle derecha a la izquierda y al rozar el clítoris de Julia se le escapó un gemido profundo, a éste siguió otro y otro, Cris se había centrado en chupar el botón aspirándolo y pulsándolo con la lengua pero tuvo que respirar y entonces el gemido que se escuchó fue el de ella.

                                      A mi ya se me habían acabado los dedos y pensé que seguía deseando más y sin apoyarme en ella sustituí los dedos por la polla, mi prima conocía muy bien mi verga y la recibió encantada, hasta mi tía notó que se la había metido pues empezó a mover las caderas, ésta buscó con su mano inactiva adonde yo estaba, encontró mis huevos y los amasó acompañándolos en su viaje hasta el culo de su hija. Yo no había visto su otra mano pero estaba entre los labios de Rosa, que con las piernas abiertas dejando caer entre ellas la panza disfrutaba con la mano inexperta en coños de Julia.

                                      Las invitadas eran Cristina y su madre y a ellas dedicamos nuestras atenciones, Rosa habría querido que le metiera mi polla también pero prefirió que follara a mi prima, al sacarla de su culo la acerqué a Julia, ésta la chupó ávidamente, Cris ya se había quedado seca de saliva y ahora lamía las tetas de su madre como si fueran las suyas.  Julia al soltar mi polla y dejarla brillante reclamó el coño de Cris, apenas se veía debajo de la barriga pero mi prima hizo todo lo necesario para ofrecérselo, la carne trémula y tierna de mi prima fue un manjar para su madre, aspiró el clítoris que parecía de mantequilla y con los dientes lo sostuvo al mismo tiempo que lamía con fuerza el botón dentro de su boca.

                                      Mi prima se derrumbó sobre su madre, dejó caer su vientre sobre las tetas de Julia que quedaron aplastadas asomando penosamente por los costados, las de Cris quedaron posadas sobre el vientre liso de Julia pero la cabeza de mi prima se incrustó entre sus piernas con espasmos incontrolados, el flujo que inundó la cara de Julia era espuma blanca como la nieve, Rosa asistía emocionada viendo a la madre e hija, esperaba de un momento a otro lo que ocurrió y Julia se corrió al pasar Bea las manos entre los muslos acariciando el pelo de Cristina que cubría el coño de su madre.

                                      Mi mujer se acercó a mí y me señaló a Julia, daba bocanadas de aire abriendo la boca, a Rosa le gustó la boca de mi tía, sabía besar como a ella le gustaba y le devolvió los besos con ardor, quizá por eso buscó mi polla y la lamió hasta ponerla dura como un palo y me envió a la boca de Julia, ésta al verla la abrió como un pajarillo de nido, con glotonería la tragó y no paró hasta que la leche se salía por la comisura de los labios.

                                      Rosa se dejó caer un poco sobre madre e hija pues seguía acariciando su clítoris y calladamente se corrió entre los dedos de Julia.

                                      La mañana nos encontró a los cuatro cruzados sobre la sábana arrugada, Rosa fue la primera que se despertó y no hizo ruido cuando se levantó, se duchó y preparó el desayuno, con el olor a café recién hecho y a tostadas fuimos reviviendo poco apoco y yendo hacia las duchas.

                                      Julia y Cris fueron a la habitación de invitados y se ducharon las dos a la vez, yo estuve sentado en el suelo recibiendo el agua tibia sobre el cuerpo hasta que me sentí con fuerzas para ir a la cocina, Rosa sonrió sin decir nada y sirvió café, me dio un beso en la boca y miró la polla que caída entre las piernas daba síntomas de desfallecimiento total, aún así sonrió incrédula.

                                      Cuando entraron Cris y Julia volvió a mirar y la polla ya estaba a media asta y sonrió satisfecha de tener razón.

                                      Las llevé a la estación haciéndoles prometer que no tardarían en volver, luego Rosa y yo fuimos a la tienda, a cien metros de la puerta vimos un gentío, un coche negro estaba aparcado en la puerta con el conductor de pie al lado del coche, nos miramos asustados, no era nada normal aquello y cuando entramos lo hicimos por la puerta del almacén, Bea nos vio y salió a recibirnos agitada.

  • ¿Qué pasa Bea, qué es ese tumulto?
  • No lo sé ha llegado un señor muy enfadado, parece ser una persona muy importante e influyente y por lo que veo muy conocido.
  • ¿Y qué quiere?
  • No ha dicho nada porque quiere hablar contigo personalmente.
  • Uf, me huele que algo no anda bien, veremos lo que quiere, tranquilas, no hay nada que temer.

                                      Cuando se presentó aquel señor me temblaron las piernas, con sólo la apariencia y la mala cara que traía y sobre todo la tarjeta de presentación que me largó ya tuve bastante, me taladraba con los ojos y sólo dijo unas pocas palabras.

  • Quiero hablar en privado con usted.
  • Lo que usted prefiera, si quiere acompáñeme al taller, allí estaremos tranquilos.
  • De acuerdo, lo sigo.

                                      Lo llevé al taller, Rosa miraba por la puerta disimulando y por la otra Bea controlaba también curiosa, invité a sentarse al caballero y puse la mesa por medio por si acaso sentándome en el otro lado.

  • Soy el padre de Cari y por consiguiente el marido de doña Alicia, voy a ser claro, disculpe si soy algo brusco pero estoy muy enfadado.
  • Usted dirá, no tengo idea de lo que quiere de mí.
  • Conozco a mi mujer desde hace muchos años, demasiados diría yo, siempre ha sido sumisa, muy tranquila y a su modo complaciente, eso quiere decir “nada”, ya me entiende… pero desde hace unos días he notado un cambio en mi casa, siempre me ha gustado la paz, el sosiego y el orden y todas las mujeres parece que se han vuelto locas o por lo menos han cambiado 180º, de mi hija no me extraña nada, está empeñada en amargarme la vida desde muy joven, le he dado estudios, los mejores, ha hecho y ha ido donde ha querido pero siempre desde mis directrices pero ahora se ha pasado de la raya, eso a mi… no me importa mucho, allá ella pero, mi mujer… confío en su discreción pero en todo el matrimonio no ha consentido… ya me entiende…
  • Pues no, lo siento pero no le entiendo.
  • Caray, no sé cómo explicarlo de una forma educada… no ha consentido el acto del  matrimonio más que lo imprescindible para cumplir su obligación y con la postura más clásica.
  • Perdone… ¡pero obligación… eso creo que se hace por devoción!
  • En mi caso no, se hace por que lo manda la religión.
  • ¿La religión manda follar?
  • Vaya, no quería decirlo así, sí, se puede follar pero sólo para procrear, ya sabe.
  • Uf, creí que eso ya se había superado.
  • Según en qué ambiente, lo cierto es que como le digo ahora está muy excitada, he pensado en llevarla a un psicólogo o un psiquiatra, no sé que será mejor.
  • ¿Está enferma?
  • No, está desatada, se ha comprado ropa nueva pero no ropa normal de calle, de cama diría yo y cada noche se pone cosas diferentes y cada vez más… picantes, ya lo he dicho, joder (perdón).
  • Eso no es malo querrá recuperar el tiempo perdido.
  • Eso pensé yo, que sería un capricho pasajero pero no, me hace que cohabitemos todas las noches y claro uno no está ya para…
  • Hágale comprender, hable con ella…
  • Sí ya hemos hablado y he transigido pero, uf ¿cuento con su discreción?
  • Claro, como si fuera un confesionario.
  • Pues resulta que si follo todos los días en casa, cuando llego al despacho…
  • Descansará, por supuesto.
  • Eso es lo malo, que hay una secretaria… o dos… que… vamos que no puedo decirles que no y voy agobiado, si las viera… aunque a usted no creo que le hagan efecto pero a mí que soy tan macho…
  • ¡Ah vamos! o sea que no puede cumplir con las dos porque en casa su mujer se lo hace todos los días. Jajaja, ¡oh perdón!
  • Eso es, ya le he dado vueltas a todo, he preguntado a personas muy informadas y nadie sabe que puedo hacer, por eso sólo me queda recurrir a usted, porque al ama de llaves también le pasa igual, está alborotada, ha cambiado radicalmente, se pasa todo el día cantando, vistiendo ropa inadecuada y riendo por cualquier cosa.
  • No tengo ni idea que puede ser la causa, pero me gustaría ayudarle señor…
  • Mejor no pronuncie mi nombre, soy muy conocido y si se oyera por ahí, casi mejor que sigamos esta conversación en mi despacho y le aseguro que le estaré muy agradecido por su ayuda.

                                      Las chicas no habían oído la conversación y nada más desaparecer el coche negro me asaltaron a preguntas, les conté mis miedos y mis sospechas pero ellas no tuvieron dudas, la madre, la hija y el ama de llaves habían conocido lo que era una buena follada y habían abierto los ojos al mundo, el problema era mío, a ver cómo se lo explicaba a aquel buen señor.

                                      El día de la cita lo hizo cuando ya casi no había funcionarios en la oficina, me presenté con mis mejores y extravagantes galas a la recepcionista que me atendió después de mirarme de arriba abajo.

                                      Durante el rato que estuve esperando porque estaba despachando en una reunión pude ver a la gente que trabajaba allí, todas las chicas y chicos eran jóvenes y bien vestidos, las secretarias perfectamente arregladas incluso la que tomaba los recados al teléfono con una blusa ceñida y una falda ancha.

                                      Seguramente estaba con ganas de irse y quiso divertirse a mi costa al verme así vestido y amanerado, debajo de la mesita que mantenía el teléfono y el ordenador se podían ver sus piernas calzadas con unos tacones bastante altos, tenía unas piernas finas y unos tobillos delicados, detrás del ordenador apenas le veía la frente y el pelo pelirrojo pero me fijaba sólo las piernas no paraban de moverse, las cruzaba y las volvía a cruzar y ese vaivén me llamó la atención, la falda cubría perfectamente todo y no había otro motivo que la frecuencia de movimientos, debía estar cansada de estar sentada.

                                      Al momento se levantó y son una sonrisa se fue, esperé pero al momento volvió con otra sonrisa, se la devolví ya impaciente por la demora de la entrevista.

                                      Las piernas de la chica no dejaban de moverse, era mi única distracción, durante el breve momento de la ausencia de la secretaria me había leído todo los carteles, diplomas y premios que habían en la antesala del despacho y ahora estaba mirando sin curiosidad el movimiento de las piernas de la pelirroja, sólo podía ver el revés del monitor y el flequillo de la chica y el resto eran sus piernas cubiertas por debajo de las rodillas por la ancha falda.

                                      De momento descansó los dos pies en el suelo, ya era una novedad en la rutina pero cuando de pronto abrió y cerró las piernas como una exhalación llamó mi atención, fue un segundo pero pude ver algo más arriba de las rodillas y eso me motivó para seguir mirando, no confiaba que se repitiera pero ya se sabe, sin otra cosa que hacer…

                                      Y se repitió, las piernas se abrieron y cerraron dos veces seguidas y me incorporé en el sillón, a la tercera vez fue más lento el movimiento y mis ojos no se apartaron de la mesita, luego las piernas se tranquilizaron pero en cambio la falda subió hasta encima de las rodillas, ahora eran las pantorrillas lo que se veían

Y al cruzar las piernas algo de muslo también, la falda fue subiendo y subiendo pero con los rápidos cambios de postura no había manera, me sorprendí al estar tan obsesionado con aquellas piernas, me acordé de Rosa, de Bea o Elena incluso de Julia y Cristina que acababa de dejar bien folladas pero aquellas piernas de la pelirroja…

                                      El teléfono sonaba y tomaba recados y mientras tanto las piernas no paraban hasta que pasó, el lápiz de la chica se cayó al suelo entre la falda y ella echó la silla hacia atrás y separó las piernas para buscarlo, no lo encontró porque se había caído debajo de una pata de la mesa y levantó la falda para ver mejor.

                                      Quedé pasmado, debajo de aquella falda tan amplia y al fondo de los muslos pecosos de la pelirroja, vi el corte vertical de su coño rojizo, apenas tenía vello pero ensortijado como el de su frente.

                                      Separó más y más las piernas levantando la falda hasta la cintura, ya mostraba todo el pubis color azafrán, se le veía empeñada en encontrarlo y como un autómata me levanté, en principio con la buena intención de recoger el lápiz de donde se había escondido pero al arrodillarme para cogerlo el olor a coño caliente me pudo, de rodillas llegué a ella por debajo de la mesa, todavía estaba con la falda buscando y al ver asomar mi cabeza entre sus piernas, ella bajó la falda pero ya era tarde, mi boca se había pegado en sus labios verticales y la lengua había recorrido de sur a norte su piel cálida y húmeda.

                                      No pude controlar el tiempo que estuve lamiéndole el coño a la pelirroja pero cuando se corrió me mojó la cara con su orgasmo, al momento sonó el teléfono interior y le anunciaron que la reunión había terminado, dentro de unos minutos me podría recibir.

                                      No pude ver la cara de la pelirroja pues siguió detrás del monitor dejando las piernas separadas, cuando salió una secretaria del despacho y me invitó a entrar, el señor de la visita se levantó para saludarme e invitó a sentarme, le dio instrucciones a la secretaria y se arrellanó en su butaca de orejas, al momento volvió la secretaria con café, me sirvió en una taza de porcelana china y de paso me enseñó su escote redondo de su blusa de licra, también llevaba la falda ancha, perecía que era norma de la casa y cuando rodó la mesa de caoba del director le sirvió también a él otra taza.

                                      Él ni se movió, tuvo que ser ella la que se acercara a él para dejar la taza justo al alcance de su mano, noté cómo la chica hizo un pequeño gesto de sorpresa y sonrió, se agachó mucho más de lo necesario frente a mí pero me di cuenta que el brazo del director pasaba por detrás de ella, por debajo de la falda le estaba metiendo mano supuestamente en el culo o mejor aún en el coño.

                                      La secretaria prolongó el servicio del café al máximo, le puso un terrón de azúcar y con un sorbo con la cuchara lo probó y le echó otro, incluso removió lentamente el café para disolver el azúcar y aún así cuando terminó se apoyó con las dos manos sobre la mesa hasta que le temblaron las tetas debajo de la licra, al mismo tiempo arañó y estrujó un informe que tenía sobre la mesa, se había corrido en breves minutos.

  • Ejem… a lo que íbamos, como habrá visto no necesito que mi esposa cambie de conducta en casa, en la oficina ya tengo todo organizado con todo el protocolo preciso, esta señorita sólo se ocupa del café, como verá es muy escrupulosa en prepararlo, se lo digo en serio, puede resistir un buen rato removiéndolo, tanto como yo le agite el botón de su entrepierna, muchas veces le pido que prepare un café con leche y no hace falta que le diga de donde se provee, quizá usted no lo haya probado pero cuando llena la taza de café con mi leche desde la boca lo remueve y lo compartimos, es una delicia.
  • Admirable, no se me había ocurrido nunca pero en realidad, ¿cuál es el motivo de la charla?
  • Seamos claros… me ha dicho un pajarito… ya sabe, las noticias vuelan, que usted tiene una habilidad  (además de la de modisto) y quisiera que me ayudara.
  • Pues… usted dirá.
  • Es simple, parece ser que desde que fue a su taller es cuando le ocurre todo esto y no soy tonto, a Cecilia más o menos también fue por la misma fecha, en cambio a mi hija no le he notado nada, bueno lo único que parece que se ha convencido en casarse o por lo menos en hacerse el vestido, está impaciente en volver a probárselo y ver cómo luce.
  • Me halaga usted pero no sé a dónde quiere llegar.
  • Se lo voy a resumir, como verá el estatus en la empresa es muy agradable, luego se lo demostraré y por ningún concepto lo quiero cambiar, había pensado en que le debería hacer un regalo a mi señora, la semana que viene es su cumpleaños y lo que menos necesita son anillos o pulseras o collares, yo sé lo que necesita y usted… creo que también, le propongo hacerle un regalo que tarde en olvidar y si le soy sincero conseguir que se olvide de mí una temporada (en el tema sexual) le podríamos demostrar que las matemáticas funcionan, que una más una son dos o sea conmigo y con usted conocería los placeres de dos pollas y luego se buscaría a dos mancebos, posiblemente africanos que le calmaran las calenturas que la sofocan.
  • Pero usted, su cargo, su fama…
  • No se preocupe, todo eso está asegurado, ya me contó su fantasía y no lo despreciará, incluso me nombró a usted, al principio desconfié pero una mañana entré en la habitación de Cristina, estaba en la cama todavía y me quité el pijama y me colé debajo de la sábana con ella, la mujer cantó de plano mientras se corría, me dijo de “pe a pa” todo lo que les hizo a las tres y se me abrió el cielo, a Cristina la tengo controlada, de vez en cuando la cojo por detrás, es lo que más le gusta y a mí también, le lleno el culo de leche y se queda más mansa que un cordero, está de mi parte.
  • No sé qué decir, yo tengo familia, mujer, mis empleadas, una reputación…
  • Tranquilo en esta sociedad todo se sabe pero no se cuenta, no quiero decirle el auge que va a tomar su negocio, en mi círculo hay personas que ni se imagina, altas personalidades que sólo se ven en actos oficiales de nivel muy alto y están esperando una recomendación “fiable” para inclinarse por un lado u otro. ¿Qué le parece?
  • No lo sé, me deja descolocado.
  • No se preocupe, a mí me pasaría lo mismo, si le parece tomaremos otro café.

 

                                      Por el interfono llamó a la secretaria que acudió de inmediato, ya le pidió dos cafés más, advertí que le remarcó que iban a ser dos cafés y no me extrañó cuando entraron dos nuevas secretarias con sendos servicios de café.

                                      Una de ellas se acercó a mí, yo sentado en un silloncito cómodo frente al director y él en su sillón orejudo, las dos chicas apartaron los papeles de la mesa y dejaron las bandejas de café, se sentaron sobre la mesa una de espaldas  a la otra y pusieron los pies en los reposabrazos de mi sillón y del director, de sus faldas ancha subieron como telones de teatro hasta dejar al descubierto los muslos, la que tenía yo de frente era morena casi mulata, mientras que la otra era rubia casi albina.

                                      Por la luz que entraba hasta el fondo del despacho por la inmensa ventana pude ver la oscuridad del coño de mi chica, al separar del todo las piernas los labios se abrieron y dejaron una raja color fucsia, sólo interrumpida por el clítoris oscuro, se abrió la camisa blanca que trasparentaba los pezones como galletas oreo, deslizó el culo hacia mí y me sonrió.

                                      La cabeza de la rubia se apoyó en el hombro de la mulata y viceversa, las dos se volvieron y se dieron un beso, era la señal de salida, mi cabeza y la del director desaparecieron entre los muslos de las dos bellezas, comimos los coños con verdadera fruición a la vez que estrujábamos sus pezones, las chicas gemían, no fingían de ninguna manera, cuando nos incorporamos nos enfrentamos el director y yo, nuestras polla entraron en cada uno de los coños  que tenía delante y bombeamos al ritmo, nos dimos la mano y sellamos el acuerdo cuando se corrieron las dos beldades.

                                      A la vez que follaba a aquella Venus negra me acordé de la pelirroja que quedó con ganas en la puerta y me corrí en el coño de la negra, un chorro de flujo blanco junto a mi semen se espació por el tablero de caoba de la mesa hasta el suelo.

                                      Cuando nos volvimos a sentar las chicas nos sirvieron el café y mientras lo saboreábamos nos chuparon las pollas hasta dejarlas brillantes.

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.

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