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Capitulo xvii yola super star

en Transexuales

El aire acondicionado del vagón hizo que un escalofrío me recorriera todo el cuerpo y que mis pechos se pusieran más duros que de costumbre. Me recosté en el asiento parando la música disco que salía de los walkmans y me eché el pelo rubio y ondulado hacía atrás con un gesto brusco de la cabeza. Estiré la camisa azul marino fuerte de manga corta que dejaba mi estomago completamente al aire mientras me levantaba. Llevaba un pantalón elástico vaquero desgastado bastante pegado a mi cuerpo y unas zapatillas de deporte blancas con una plataforma que me levantaba unos diez centímetros del suelo. Miré el reflejo que la ventanilla del vagón reflejaba y me subí el pantalón sin bolsillos por detrás. Estaba orgullosa de mi culo, y lo pavoneaba siempre que podía, tal y como solía aconsejarme mi hermana al principio. Sonreí al acordarme de aquello. Abrí la puerta del bar en el vagón de cola y me senté en uno de los taburetes pequeños delante de una televisión minúscula. Me encendí un cigarrillo y ante la atenta mirada del barman, solté el humo.

- ¿Qué va a tomar?

Me preguntó el hombre, un revisor de cuarenta años medio calvo con cara de salido que solo me miraba los pechos. Volví a acordarme de los tiempos en los que yo miraba a chicas como yo por la calle sentado con mis colegas en un banco del parque. Recordaba que las odiaba a muerte porque eran orgullosas, maleducadas y encima se creían más que cualquiera, como mi hermana Belén, con sus ropitas ajustadas y sus aires de niñas pijas… en resumen, unas putas. Recordaba también como entre las sábanas de mi cama escuchaba las risas de Belén con Sonia cuando ambas llegaban por la noche después de salir de marcha y cerrando los ojos me masturbaba sintiéndome una mujer diez. Había pasado mucho tiempo desde aquello, mucho más tiempo mental que real, porque no hacía ni dos años desde que mi hermana me pillara con sus pantalones puestos y yo ya había cambiado tanto que ni mi madre me reconocía. Entonces yo era una persona insegura, llena de fantasías que pensaba imposibles de cumplir y sobre todo un chico decente. El culo me dolía bastante todavía después de que Graciela, la negra de la noche anterior, me hiciera sentir más mujer y más puta que nunca nadie. Y es que me había penetrado de tal forma que no solo mi cuerpo se había abierto a todo ese placer. Me sentía diferente, como más segura, más echada para adelante… en resumidas cuentas: más puta.

Al pensar eso sonreí de oreja a oreja. Quien me hubiera dicho entonces metido entre sabanas escuchando a Belén contar a Sonia los chicos que se habían ligado aquella noche, que en dos años iba a ser el arquetipo de zorra que siempre había odiado…

- Ehh… un whisky con coca cola, por favor.

También me sorprendió las ganas de tomar algo de alcohol a esas horas de la tarde, claro que después de pasarnos en la playa dos semanas borrachas y puestas de coca hasta las cejas, era normal que mi cuerpo quisiera seguir aquel ritmo. Dos días separada de la influencia de mi hermana y notaba que me estaba desbocando, porque ella siempre era la que pisaba el acelerador o tiraba del freno de mano según la ocasión… Pero yo sola, era como bajar un puerto de montaña en punto muerto. Di una calada al cigarrillo y me rasqué la nariz. Tenía unas ganas tremendas de llegar a la costa y que Dani me llevara a mi nueva casa. Le di un sorbo grande al vaso pequeño y saboreé el humo del cigarro antes de soltarlo contra el cristal. El tren basculó de un lado a otro al pasar por un cambio de vías y puse mi mano encima del vaso para que no se vertiera por la encimera marrón del coche-bar. Mi hermana, Sonia, Teresa e Irene iban a quedarse definitivamente una semana más en la playa y Dani me había convencido para que me mudara a una casa cerca del estudio fotográfico que el tenía en el norte del país. Casi me sentía una estrella incluso antes de que me hiciera la primera foto y eso hacía que últimamente me comportara como una jilipollas. Porque Dani me dijo que si yo quería haría de mi una estrella, pero que para eso debía madurar un poco y dejar las inseguridades que arrastraba.

Salí del bar con el vaso en la mano y me sent

é al lado de un chico bastante atractivo, de esos que tienen el pelo muy corto, la camiseta muy pegada al cuerpo y un culillo relleno y redondito. El me miró de arriba a abajo y siguió leyendo una revista de coches de carreras, aunque sabía que me miraba por el reflejo del cristal. Saqué un paquete de chicles.

- ¿Quieres?

El me miró con una expresión fría y negó con la cabeza. Me desabroché el primer botón de la camisa y me abaniqué la cabeza con la mano. ¿Qué cojones estaba haciendo?, me pregunté. Una cosa era que estuviera cumpliendo mi sueño de ser una mujer llena de curvas sensuales y otra que me convirtiera en una puta en mayúsculas. Me levanté nerviosa. Miré por la ventanilla y me volví a sentar. La estación estaba cerca ya, y deseé estar ya allí, porque tenía la libido por las nubes.

Por fin el tren se paró. La estación era enorme, llena de árboles y palmeras, de gente corriendo de un lado a otro con maletas y seis o siete trenes diferentes pitando en las vías. Busqué el cartel de Salida y con las dos maletas al hombro ande como pude sobre las plataformas hasta la puerta. La humedad se notaba en todos los rincones. El mar estaba a escasos metros de allí y no pude dejar de recordar la casa de Teresa y las fiestas nocturnas con ella. Las echaba de menos… Encendí un cigarro dejando las maletas en el suelo. Dani tenía que estar por allí…

Noté que alguien me cogía por el codo. Dani. Llevaba una camisa naranja apretada y un pantalón vaquero ancho con bolsillos a ambos lados de las piernas. Sonreí y le di un abrazo muy sentido. Su cuerpo estaba caliente comparado con el mío. Me miró con sus ojos grandes.

- Eh, tía, estas preciosa… menudo morenazo que pillaste en la playa…

Fui a darle un beso en la boca pero el puso la mejilla. Me quedé parada un segundo.

- Venga, que tengo prisa… ¿Solo llevas esto?

dijo señalando mis maletas. Yo asentí intentando no parecer insegura. Ya me lo había dicho muchas veces: Tenía que saber lo que valía. Le acompañe hasta un coche deportivo, un BMW descapotable de color ceniza. Él dejó las maletas detrás y me abrió la puerta. Hacía un día soleado y claro y cada vez que respiraba el sabor del mar se me metía hasta el cerebro.

- Bueno, bueno bueno… estás fantástica, tía, de verdad.

Me dijo mientras arrancaba el BMW haciendo un ruido atronador. Yo moví la cabeza ruborizada.

- ¿Donde esta la casa?

Pregunte tirando la colilla a la calle en un semáforo. Me bajé las gafas de sol alargadas y le sonreí.

Dani puso su mano en mi entrepierna apretando un poco. Sentí lo que siempre siento cuando alguien me toca allí. Unas ganas irrefrenables de follar. Por la mente se me paso un segundo el desabrocharle el pantalón y hacerle una mamada allí mismo, mientras conducía… como muchas veces había fantaseado. Era como si me viera en una película con la cámara fuera de mí. Mi mano fue hasta su pantalón y le desabroche el primer botón.

- Shh… estate quieta…

El me quitó la mano y cambió de marcha para arrancar de nuevo al ponerse el semáforo en verde.

- Tienes que estar tranquila, ¿de acuerdo?… quiero que esta tarde te maquilles y te pongas un vestidito que tengo para hacer unas pruebas… cuanto antes empieces a saber estar delante de una cámara, mejor.

Yo asentí mecánicamente cuando el paró el coche en una calle menos transitada. Un edificio marrón se alzaba enfrente. El salió del coche y cogiendo mis maletas entró en el edificio no sin antes apuntar con las llaves al BMW que emitió un sonoro pitido luciendo los focos varias veces. Le seguí agarrada a mi bolso rojo pequeño de plástico mientras movía mis caderas de un lado al otro debajo del pantalón vaquero desgastado. Dani parecía muy serio, y eso me ponía nerviosa, pero Belén iba a estar tan orgullosa de su hermanita… iba a dar lo mejor de mi. Entramos en una habitación espaciosa con varias puertas cerradas. Me llevó a través de un pasillo largo hasta una de ellas, la abrió y dejó mis maletas encima de una de las dos camas que ocupaban casi toda la habitación. El sol entraba por la ventana grande que había en el fondo.

- Esta es tu habitación. Tu compa&n

tilde;era se llama Laura, que vendrá dentro de un rato.

- ¿Compañera?

Pregunté extrañada.

- Si, Laura… es preciosa… deben de estar en la playa ahora… hoy no tenían sesión de fotos y es mejor el bronceado natural que el de rayos…

Después me enseñó el baño, la sauna, otro cuarto lleno de maquinas de gimnasio y la cocina.

- Y este es el salón.

- ¿Cuanta gente vive aquí?

Pregunte. Todo parecía muy profesional. Los cuartos estaban muy limpios y todo estaba perfectamente ordenado. Era como una oficina.

- Pues estaréis Laura y tú en el cuarto del fondo, Sofía y Cristina en este de aquí y Gema en el otro.

Conté mentalmente según Dani iba diciendo los nombres. Cuatro y yo… una punzada de desilusión me recorrió el cuerpo. Creía que iba a ser la única a la que haría fotos. Saqué el paquete de tabaco y me encendí uno.

- Bueno, tienes algo de comida en la nevera y el teléfono está ahí, aunque te advierto que las facturas se pagan entre todas, así que cuidado con pasarse el día pegada al teléfono, que sois todas iguales…

Acompañe a Dani hasta la puerta. Estaba bastante confundida, además de caliente. Cogí a Dani del brazo y me agaché mordiéndole poco a poco la camisa. El me miraba desde arriba sonriendo.

- Hace calor aquí, ¿verdad?

Me preguntó mientras yo ya abría su entrepierna con mis uñas blancas de porcelana. Me cogió un rizo del pelo.

- Es precioso este pelo… una pena que no seas rubia natural… me hubiera gustado verte cuando aún eras un chico tímido…

Yo no podía contestar. Tenía su polla entre mis labios y comenzaba a succionar todo lo fuerte que podía, haciendo que sintiera mi piercing de la lengua mientras jugaba con su fresón. Era mas pequeña que la de Graciela, pero no podía contenerme. Le hice una mamada continua tocando con mis manos sus huevos, hasta que un chorro espeso y caliente cruzó mi garganta. Lo saboreé como si fuera agua fresca en un desierto. Me levanté roja e hinchada de placer.

- Yolanda, vas a ser una estrella, tía. Y vas a empezar esta misma tarde. Te llamaré a las siete.

Cerró la puerta dejándome con la espalda apoyada en la pared dándole la última calada al cigarro. ¿Que me estaba pasando?. Si mi hermana hubiera estado allí seguro que me decía lo pervertida que era y que tuviera cuidado, que las chicas fáciles no son tan morbosas. Me empujé con la espalda y fui recorriendo las habitaciones con el regustillo del semen de Dani en mi boca. Me acerqué a una de las ventanas del salón y vi como la playa kilométrica de la costa se alejaba hasta donde no podía ver. Parecía un hormiguero desde tan arriba. Me di la vuelta y fui hasta mi cuarto. Deshice la maleta poniendo toda mi ropa en las repisas libres de un armario blanco bastante austero. Respiré sentándome en la cama de la derecha. Iba a tener que vivir entre chicas, hacerme fotos… y por lo que parecía, hacer gimnasia. Escuché la puerta de la casa abriéndose y unas risas agudas se acercaron por el pasillo. Me levanté nerviosa.

Por la puerta aparecieron dos de las mujeres mas guapas que había visto nunca. Eran increíbles. Las dos eran morenas, una con el pelo liso y largo y la otra con el pelo rizado como el mío, aunque mucho más corto. Se quedaron mirándome.

- Tú eres Yolanda, ¿verdad?

Asentí sacando mis pechos. Los suyos eran mas… mas bonitos, mas redonditos que los míos, y sobre todo los suyos eran reales.

- Si… soy Yolanda… ¿vosotras sois?

- Ella es Cristina…

Me dijo la del pelo liso y los ojos verdes.

- Yo soy Laura.

Laura se acercó moviendo su cuerpo suavemente. Tenia unas caderas muy sensuales y me sorprendió que fuera tan alta. Me dio dos besos y comenzó a quitarse el bikini azul que llevaba. Me quedé embobada al ver que aquella mujer modelo tenía una polla entre sus piernas. La otra chica, Cristina, de ojos azules y pelo rizado hizo lo mismo con el mismo resultado.

- ¿No te quieres dar un baño antes de la sesión…?

Me dijo Cristina con una voz melodiosa un tanto pija.

- Ehh… si.. bueno…

Cristina se dio la vuelta y desapareció por la puerta.

- Sois… bueno… sois guapísimas…

Laura cogió una toalla y se la puso alrededor del cuello. Me sonrió.

- Oye, pues tu no estas nada mal… y ya veras dentro de un tiempo…

Me dejó sola riéndose por el pasillo.

Eran como yo, me dije un poco mas calmada. Eran guapísimas, muy pijas, y tenían un estilo que ya me gustaría a mi tener… y estaba allí con ellas. La cabeza me daba vueltas ante todo lo que me estaba pasando. Cuando se lo contara a mi hermana no se lo iba a creer…

Me desnudé y cogí mi toalla rosa. No sabía lo que Dani esperaba de mi, pero yo no era ni mucho menos como Laura y Cristina. Ellas tenían algo mas que yo: seguridad, feminidad… ¿Y si las fotos no eran como Dani esperaba?… ¿y si tenía que hacer cosas que yo no quería?. Cerré la mandíbula fuerte y di un paso para salir de la habitación. Si había llegado hasta ahí en solo dos años lucharía por llegar más lejos, como siempre me decía mi hermana, tía, que eres especial. Me miré al espejo del cuarto de Cristina de camino al baño y me sonrojé tapando mis pechos minúsculos con la toalla. A veces se me olvidaba que yo no había nacido mujer y que me quedaba mucho por hacer, o esconder. Las paredes blancas de casa me relajaban. Tenía todavía varias horas por delante para poder prepararme hasta las primeras fotos.

Entre en el baño. Lo primero que vi fue el pelo negro y liso de Laura colgando flácidamente del jacuzzi. Brillaba como si se lo acabaran de lavar a conciencia. Enfrente estaba Cristina bebiendo de una botella un liquido verde y con la frente llena de sudor.

- Eh, tía, hazle un sitio a Yola… venga, vente aquí con nosotras.

Laura volvió la cabeza y me miró con sus ojos verdes claros. Sonrió.

- Venga, tonta, que se está de miedo aquí dentro…

Metí primero una pierna dentro de aquel baño de burbujas y después dejé que mi cuerpo se introdujera hasta el fondo. Un pequeño asiento de plástico paró mi culo y no pude dejar escapar un ¡ay! de dolor.

- ¿Estas bien?

Me pregunto Cristina tocándose el pelo rizado.

- Si… no… no es nada…

Laura y Cristina se miraron subiendo las cejas y mostrando una media sonrisa en la cara. El agua estaba ardiendo y comencé a sudar casi de inmediato.

- Bueno, pues así que eres la nueva… vaya, vaya… ¿desde cuando eres…

Dejó la frase sin acabar.

- Dos años.

Laura abrió los ojos. Sus pechos estaban completamente mirando hacía arriba. Eran preciosos, redondos, brillantes, suaves… Deseé tener unos iguales y me tapé los míos con el brazo sin que se dieran cuenta.

- ¿Solo dos años?… joder… Pues eres muy guapa… y muy femenina… Tendrías que ver lo que pasa por aquí a veces… joder, aparece cada una que…

Dijo Cristina pronunciando muchísimo las "s" como la gente que ha vivido siempre en un barrio rico.

- ¿Y vosotras?

Pregunté sintiendo que mi polla bailaba debajo del agua al ritmo de las burbujas que salían disparadas a la superficie. Miré el fondo y vi que los miembros de Laura y Cristina también hacían lo mismo.

- Yo hace mas diez años… y Cristina cinco.

Las dos me sonrieron. Justo en ese momento un móvil de una de ellas comenzó a sonar muy alto. Laura lo cogió.

- Dime, Gema… si… no, ya esta aquí… vale.

Colgó y me miró.

- Es Gema, la otra chica que vive aquí. Que a las cinco nos espera abajo para tomar algo.

Cristina se levantó. El agua resbalaba de sus pelos por todo su cuerpo. Parecía una atleta, marcando cada uno de los músculos del estómago. Nunca habría pensado que ella hubiera sido un chico antes. Se secó con la toalla las piernas y desapareció. Yo la seguí con la vista hasta que Laura me tocó el brazo.

- ¿Te gusta?

- Es preciosa…

- Si… pero, ¿te gustaría ser como ella o follartela?

Me quedé parada. No sabía que contestar.

- Las dos cosas, ¿verdad que si?… yo a veces la oigo gemir cuando se trae a alguien a su cuarto y me muero de envidia…

Laura había puesto una cara de viciosa que me divirtió. Doblaba el labio inferior, que a todo eso lo tenía demasiado gordo p

ara ser real, y cerraba los párpados un poco.

- Jajaja

Solté una risilla nerviosa. No estaba acostumbrada a hablar de aquello con otra gente que con mi hermana, Sonia o Teresa…

- Osea, que tú eres de las mías… ¿verdad?

Tampoco contesté. Se me hacía difícil hablar tan descaradamente. Laura se sentó junto a mí y su mano me agarró del pene. Automáticamente se me puso duro.

- Hmm… veo que si… menos mal, porque Cristina es de esas devotas… Solo se lo hace con tíos cachas…

Comenzó a subir y bajar su mano con mi pene dentro, y yo tuve que cerrar los ojos del gusto. El agua estaba muy caliente, las burbujas me hacían cosquillas, Laura era una belleza y joder, todo aquello era como un sueño. Mi polla se hizo mas grande y noté que un dedo que no era el mío se metía en mi boca. Instintivamente saqué mi lengua y jugué con él. Llevaba un anillo plateado que estaba frío en comparación con el resto. Su uña era muy larga y a veces me rascaba la punta de la lengua. Me dejé llevar. Abrí mis piernas y el agua a presión se introdujo por mi culo. Comencé a respirar muy fuerte. Laura paró un poco la velocidad de su mano y me soltó la polla que ahora apuntaba hacia el cielo. Se sentó encima mío con las rodillas a la altura de mi cara y con su mano volvió a coger mi polla, esta vez para introducírsela en el culo poco a poco. Abrí los párpados y sus ojos verdes me miraron con lujuria.

- Vamos, muévete un poquito, guapa…

Me dijo.

Yo apoyé mis manos en la barandilla metálica del jacuzzi y comencé a hacer flexiones con mi cuerpo. Sabía perfectamente lo que era que una polla te partiera por la mitad, y por ello sabía que hacer para que ella sintiera lo mismo que yo solía sentir. Ella cerró los ojos y bajó su cabeza. Su pelo negro se sumergió en el agua.

- Ah… ah…

Gimió varias veces, mientras mi polla salía y entraba de su agujero, bastante dilatado. Su polla chocaba contra mi estómago cada vez que ella salía del agua.

- Sigue, joder…

La escuché decir de forma violenta. Me mordió el cuello hasta que grité de dolor. En ese momento me corrí dentro de su cuerpo. Ella respiró hondo. Vi que por el agua flotaban unos hilos pastosos que se iban por el sumidero saltando entre las burbujas. Laura se sentó a mi lado de nuevo y echó la cabeza hacía atrás respirando fuerte todavía. Yo me sentía como si Sonia me hubiera violado. Estaba en la gloría.

- ¿Tienes tabaco?

Me preguntó Laura en un pequeño silbido.

- En… en el bolso…

La dije como pude. Ella se levantó lentamente y desapareció por la puerta. Andaba con clase, con sus hombros perfectamente balanceados y su culo se movía como gelatina encima de un camión. Cerré los ojos. Estaba exhausta de nuevo. Todavía no me creía que todo aquello me estuviera pasando. Tenía que hablar con mi hermana, porque si aquella iba a ser mi nueva vida podía acabar perdiéndome. Sentí el brazo de alguien en mi espalda. Era Laura. Me dio un cigarrillo encendido. Ella se sentó desnuda con otro expulsando el humo hacía un lado, con un carnet en la mano y el pelo recogido en una pequeña coleta. Su pene flácido reposaba en un escroto pequeño.

- Así que eras así de guapo…

Me dijo. Tenía mi DNI en la mano.

- Eh…

Dije con un toque de enfado estirando la mano para quitárselo. Ella se echó hacía atrás.

- Espera, espera… La verdad es que eras una tía, joder, lo debiste pasar mal.

Yo me levanté corriendo y se lo quité de las manos. No me gustaba que me cogieran mis cosas, ni mi hermana ni nadie.

- No vuelvas a hacerlo, ¿de acuerdo?

La dije. Estaba enfadada.

- Vale, tía… lo siento… pero es que la gente no suele tener fotos de antes del cambio…

Lo deje bocabajo al lado del jacuzzi y me levanté expulsando el humo. Laura se me acercó y me dio un beso en la mejilla.

- Lo siento… lo siento… ¿Vale?

Yo asentí. Sus pechos me fascinaban, y con mi mano izquierda se los toqué. Estaban duros.

- No… ojalá fueran de verdad… por muchas hormonas que me tomara jamás podría tener unos as&i

acute;… son regalo de Dani, bueno, pagué la operación con el dinero que me paga por las fotos.

Sonreí. Seguro que yo tendría unos así el mes que viene. Aunque aún no sabía lo que se cobraba por las fotos debía ser lo suficiente para poder vivir fenomenal. Incluso podría mandarle dinero a Sonia y a Belén.

- Son preciosas…

Laura anduvo hasta la puerta y antes de salir del baño me sonrió.

- Bueno, pues nada, Yolanda, es fantástico que hayas venido… vamos a cambiarnos y tomar algo, anda.

Y salió sin cerrar la puerta. La cabeza me dolía un poco, como siempre que me corría de verdad. Me agaché, cogí el DNI y fui hasta el cuarto.

De camino vi a Cristina prepararse un café en la cocina. Llevaba una falda muy corta y ajustada y la parte de arriba de un bikini verde que casi no cubría sus tetas. Estaba muy maquillada y sus ojos azulones me miraron. Era guapísima.

- Ten cuidado con Laura…

Me dijo sonriendo. Yo la sonreí y seguí andando por el pasillo hasta mi nuevo cuarto. Allí estaba Laura. Se estaba poniendo un pantalón rojo muy chillón y estaba escondiendo su polla entre las piernas. Tenía una camiseta negra de tirantes muy pequeña y sus pechos parecían no querer quedarse dentro.

- Venga, rápido, tía…

Me dijo sin mirarme.

La verdad es que Laura me recordaba a mi hermana. Parecía muy segura de si misma, y era igual de viciosa que ella. Pero mi hermana era especial. ¿Donde estaría ahora?. Me senté en la cama y comencé a ponerme una falda blanca ajustada con una abertura muy grande en un lado. Después me puse un top minúsculo rojo y me metí el relleno. Laura me miró.

- Joder, recuerdo cuando tenía que estar con esos rellenos… menudo coñazo…

Me dijo dándose la vuelta para maquillarse.

- Si…

Respondí dándoles forma. Cogí mis sandalias negras de plataforma de corcho y me puse junto a ella a maquillarme. Era preciosa. Mucho mas guapa que nadie que hubiera visto… y encima maquillada, parecía una modelo de Internet.

- Oye… una pregunta…

La dije.

- Pero que no sea muy indecente, ¿vale?

- Eh… las fotos… es que no he visto ninguna todavía… Dani me dijo que se vendían a unas revistas, pero no se cuales.

Mientras ella se perfilaba los párpados, me miró.

- Dani es muy buen fotógrafo… es uno de los mejores… ¿Donde lo conociste?

- En una disco… de la playa.

- Ya… pues en serio, tu deja que él te diga lo que tienes que hacer… y nunca, nunca le lleves la contraría ¿vale?

Yo asentí poniéndome un poco de negro debajo de mis párpados.

- Bueno, venga, vamos abajo a tomar algo que Gema nos está esperando.

Laura se fue haciendo ruido con unos tacones de punta altísimos. Iba a ser divertido todo aquello, divertido y excitante… porque quería verme en las fotos, quería ser como Laura, tener sus pechos, tener su seguridad… y sobre todo llamar a Sonia y mi hermana para que vinieran a verme, pero no antes de haberme puesto los pechos y tener la ropa que tenían ellas. Iba a ser una gran estrella, seguro.

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