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TÍTULO: LA CENA

Eran las ocho de la tarde y aún tenía que llegar a casa y prepararme.

Habíamos quedado a las diez, en ese restaurante italiano, que llevabámos tiempo queriendo conocer y poder degustar pasta y pizza de primerísima calidad.

Abrí la puerta, solté mi maletin de trabajo en la mesa. Fui al dormitorio y abrí la mesita de noche en busca de mi ropa interior, abrí el armario, y cogí el modelito elegido para la ocasión.

Me dirigí a la ducha y abrí el grifo, dejando caer el agua caliente sobre mi pelo, mientras enjabonaba todo a excepción de mis zonas erógenas.

David era una fetichista de los olores y quería que si surgía la ocasión pudiese respirar entre mis piernas bien excitado.

Me envolví en la toalla y peiné mis ondas ya pronunciadas por el efecto mojado. Me

puse mis braguitas más sexy y un corsé encima, de esos que tienen mil corchetes para desabrochar y se ciñe al cuerpo, mis medias a medio muslo que iban

unidas por las tiras al cojunto de lencería blanco. A continuación, me puse mi falda entubada ,negra, que marcaba mis nalgas, top blanco y blazer negra con un botón

debajo de mi pecho escotado. Me calcé los zapatos y me pinté los labios de color rojo. Ya estaba lista.

Me repasé en el espejo antes de salir de casa , con aire tímido, esperando estar a la

altura de sus expectativas.

Cuando estaba llegando a la altura del restaurante, lo ví en la puerta, de espaldas,

me encantaba su porte y como le sentaba la ropa, había escogido unos vaqueros no ceñidos, que dejaban libre mi imaginación para con su culo, una camisa y una chupa negra de esas que me ponen a mil.

-Buenas David, ¿Que tal?

-Hola Sandra

Nos besamos en las mejillas de una manera formal.

-He llegado primero.

Puse los ojos en blanco, con media sonrisa en mis labios.

-Ya veo, aunque no he llegado tarde, sino justo a tiempo. ¿ves? Las diez.

Puso cara de pícaro orgulloso y abrió la puerta de entrada para ir hacia la mesa que teníamos reservada.

David se sentó y yo me quité la blazer y la puse en la silla. Pude ver que me escaneaba con los ojos, con mirada tensa cómo cuando tragas saliva, y tienes que controlar tu impulso mas primitivo. Y él, no era el único que se sentía así, porque mis braguitas estaban ya humedecidas.

Una vez sentados, el camarero nos cogió nota de lo que íbamos a tomar, y rompimos el hielo hablando de nuestros trabajos, proyectos, próximas metas, de locuras de nuestra juventud, y de la situación política del país.

Entre charla llegaron los platos, que tenían una pinta de muerte, aunque no más que el cuerpo que tenía frente a mí. (aunque solo lo pensé).

David pidió pizza, una de esas de especialidad de la casa, y yo una pasta carbonara.

-Tienes salsa ahí- dijo señalando mi boca.

-¿Aquí?- pasé mi dedo por la comisura de mis labios y lo lleve a mi boca.

-Si, justo ahi- dijo sin poder parar de mirar como lo había saboreado.

-No te he dicho nada , pero vas guapa.

-Gracias, yo tampoco te lo he dicho pero estás cañon.

Soltó una carcajada.

- ¿Y los ligues como van? ¿muchos pretendientes?

-Nah, yo voy a lo mío y no me queda mucho tiempo de ligotear.

Lo miré pensando en como cada noche, mojaba mis muslos, como mis dedos acababan resbalando por mi coño y los fluidos acababan en mi ano. Me moria de ganas de decirle que ojalá fuera su polla la que me follase en cada una de mis sesiones en vez del dildo que habia comprado hace unos meses.

Nos animamos a pedir un postre, panacotta de chocolate blanco. Y fue inevitable, no ponernos a tono, imaginándo nuestras lenguas practicando sexo oral en el cuerpo del otro. Deseaba ser la cuchara de ese postre que se llevaba a la boca.

No podíamos dejar de mirarnos... Y dejándome llevar por la tensión sexual y mi pervertida cabeza...le dije

-Como sigas mirandome así, vas a carbonizar mis braguitas antes de olerlas.

-mmm quiero saber como hueles, que mezcla tendrás guardada entre tus piernas para mi.

Apreté mis muslos y pedí la cuenta.

- ¿Te parece si lo comprobamos?- dije con respiración agitada.

Salimos del restaurante como si el final del mundo estuviese a punto de llegar, cogí su mano y con paso agitado fuimos a mi piso. En el ascensor me avalancé a su boca en un beso profundo y saboreando sus labios, cogió mi cintura y abrí la puerta a duras penas.

El desenfreno se iba palpando en el ambiente, me llevó al dormitorio y caí en la cama, y vino en busca de mi cuerpo.

Levantó mi falda y pegó su nariz en mis braguitas recorriendolas de arriba a abajo.

-pff como te canta el coño guarra

Nos desvestimos mutuamente mientras nos dábamos besos fogosos llenos de pasión, quedandonos solo con la ropa interior. Ahora fuí yo quien deseosa de olerlo

deslicé mi nariz y le bajé los bóxers para poder oler todo bien de cerca. Lo tumbé y fui recorriendo su glande, tronco, testículos ,periné y ano y volví a subir a su glande, baje su piel y respiré y juro que me volvía loca la mezcla de sus olores, estaba intenso como a mí me gustaba, olía a pescado y orina , y estaba muy juguetona.

Mi vista comprobó que habia suciedades.

-Hoy estas de notable en smegma, no esta nada mal ,bonito.

Me mordí el labio y besé su polla antes de sacar mi ansiada lengua.

-¿Te gusta cerda?

-Me encanta, mmm y es del que esta bien pegadito. Parece que vas a necesitar una limpieza profunda para que quede impoluta.

-mmm chupamela

Lamí desde la zona menos concurrida a la mas sucia, mi lengua saboreaba en círculos, y cada vez se ponía más blanca. Mi boca y su polla emanaban calor, estaba muy húmeda de toda la saliva que mi lengua le proporcionaba. Me encantaba comérsela de manera lenta y profunda y acariciándola con mimo. Cuando la introducía en mi boca hasta el final, mi lengua jugaba a lamer su glande. A David le temblaban los muslos del placer y mi cuerpo se abría cada vez que sentía su sexo en mi garganta.

La saqué entera y lamí su glande y su agujerito moviendo la lengua hacia los lados y una meadita mojó mis labios mientras mi boca, se encargaba de recogerla para guardar su sabor.

Las manos de David se apoyaron en mi cabeza y empezó a mover su pelvis deseando más y más. Repetía movimientos con mi lengua y su glande, mientras su polla rellenaba mi boca.

-Para, Sandra, pff me la tienes durísima, quiero tenerte de cuclillas para mí.

Excitada lamí sus pezones y su cuello y le puse mi cuerpo en cuclillas a muy pocos centímetros de su cara. Pegó su nariz a mis bragas, y acarició por encima mi coño y mi ano, pasó su lengua por encima haciéndome vibrar de excitación. Apartó mis bragas y perdió su nariz y su lengua en mi coño, poniéndome super cachonda con cada lengüetazo que me propinaba.

-Lame mi coño sucio

-Quiero que seas mi cerda y te sientas como tal.

Me ponía tanto que me dijese cerdadas que mis caderas empezaron a moverse exponiéndole aún más mis dos orificios, cada vez más abierta y con mas ganas de sentirlo todo.

Miéntras lamía mi clítoris y penetraba mi coño, con su lengua, empecé a jugar con su culo, que era otra de mis debilidades. Agarré sus nalgas y lo olí, llevé mis dedos a mi boca y los chupé, luego los llevé a mi culo y los introduje para que lo viera, mientras comía mi coño pestoso. Jadeé y llevé mis dedos a su ano, y empecé a pajearlo y a acariciar sus paredes. Su ano apretaba contra mis dedos, y a la vez pedía a gritos que no parase.

Dios, mis ganas de pasar mi lengua por su raja y penetrarlo, hasta donde alcanzara ,iban

aumentando al igual que el orgasmo que se avecinaba por esa lengua de oro de la que era poseedor. Pensé que a esas alturas tendria la lengua igual de blanca que la mía, y me volvía loca al sentirme tan deseada carnalmente.

Me corrí en su boca y noté como su cara estaba empapada, sobretodo sus labios y su barbilla.

Nunca me había sentido como David me hacía sentir, me llevaba al clímax, me bajé y lo besé en la boca mientras nuestras lenguas, mezclaban smegma.

Mi boca lamió todo su cuerpo hasta llegar a su ano donde mis manos separaron sus nalgas y mi lengua abrió camino en su ano. Moví mi lengua, y notaba cómo iba perdiendo el poco control que quedaba en mí.

Me subí a horcajadas en su polla y empecé a cabalgarlo, metiendomela hasta el fondo. Bailaba con todo mi cuerpo para él , sintiendo llenos mis vacios. Acaricié sus hombros, su pecho, su cintura, y sus caderas.

David agarró mis caderas y ambos ejercimos movimientos para que nuestros cuerpos volvieran a estar pegados.

-follame guarra, muévete para mí.

Y eso hice

Después de follarnos salvajemente, acerqué mis labios a su oído.

-¿Te apetece follarme el culito?

Asintió

Me puso a cuatro patas y lamió mi ano.

-Me vuelve loco tu ano, empujame la lengua.

Empecé a pujar con mi culo. Sus dedos empezaron a masturbar mi ano, de olor intenso, algo abierto por sus dedos.

-Quiero que lo folles, quiero sentirlo abierto y que sientas como se abre a tu paso.

-mmm pidemelo de nuevo, pídeme que me folle tu culo.

-follámelo cerdo

Se pajeó mientras se lo pedía y sin pensarlo más ,puso su glande en el exterior de mi ano y fue metiendola despacio jadeando de placer.

Noté un ligero pinchazo, a la vez que placer y gemí cuando entró hasta el final. Cada vez que me penetraba, más loca me volvía, no queria parar de sentirlo dentro de mí.

Azotó mi culo y agarró mis nalgas y caderas sin parar de penetrarme. Sentía los latigazos de su polla en mis paredes prietas. Sus manos fueron a mi espalda y quitó mi corsé, liberando mis pechos y los acarició, y pellizcó mis pezones.

-Empuja Sandra, empuja para mí

-mmm asi?

-Vas hacer que me corra, tengo muchas ganas.

-pff llénalo de tu semen

Follamos sintiéndonos que nos íbamos ambos, que no tardaríamos mucho más en soltar más fluidos.

Y noté, noté como mi culo se llenaba de su semen. La sacó y cogí mis bragas y me dispuse a pajearme oliendolas para él , recordándole lo mucho que apestaban. Tenía muchas ganas de llenarlo de meadita y así lo hice mientras lo empapaba y David se tocaba. LLené su polla de mi corrida , abri mi boca, chupándola una vez más y subí a besar sus labios.

-pff pero mira que eres cerda

Fue una noche increible, por una vez fuimos los mas cerdos y guarros del universo y a la vez me lo hizo de la manera más tierna y dulce ...como jamás me habían tratado.

Nos entrelazamos en el sofá con nuestros cuerpos desnudos, con peli, manta y un pequeño picoteo para reponer energía.

Esa noche dormiríamos oliendo nuestros cuerpos porque sin duda, ambos deseabamos volver a reencontrarnos.