miprimita.com

Mi prometida 11

en Sadomaso

Carlos y Manuel habían llegado a un par de conclusiones. En primer lugar querían a su propia cerda con ellos, para tratarla como les diera la gana. Sí, se suponía que eran los amos de Elena y de la profe, pero no se sentían los amos de una mierda.

La segunda conclusión a la que habían llegado es que en todo el pueblo no había más de cuatro sumisas y todas eran de Luis.

Tenían que quitarla una, y el objetivo estaba bastante claro. Poseían una foto de Laura con su cara embarrada de semen con la que pensaban chantajearla.

“O abandonas a Luis por nosotros o todo el pueblo se entera de esto”

Lo que no esperaban era la respuesta de Laura.

“Mi amo os ha dado permiso para hacer lo que os de la gana con ello”

-Y parecía la rebelde. Es tan esclava o más que Elena.

-¿Y ahora que hacemos?

-Lo que nos de la gana

-Sí, ¿Y qué es lo que queremos hacer?

-Enseñarla.

-No sé tío. ¿Recuerdas cuando nos ha dicho lo de resolver los problemas a hostias? Imagina que es tu hermana o la mía.

-No es nuestra hermana. Es solo una perra

-Ya, ya. ¿Pero tú no querrías partirle la cara al desgraciado que va por ahí enseñando esto a todo el mundo?

-Sí... - confesó su amigo.

-¿Y en clase de hombres nos convierte esto?

-No me jodas, tío. Si tienes una foto como esta, hay que enseñarla.

-Ya sé lo que vamos a hacer. Se la voy a enseñar a mi hermano y tú a tu hermana. Y viendo como reaccionan, así hacemos.

-A mi hermana le va a gustar. Siempre supo que Laura es una puta.

Tras separarse, cenar y bañarse, los dos amigos empezaron su plan.

-Quiero que me des tu opinión sobre algo.

-A ver, que tienes... Joder. ¿Es Laura?

-Sí.

-¿Y cómo es que tienes algo así?

-Me ha llegado – mintió.

-Siempre supe que era una puta – dijo su hermana.

-¿A ti nunca te han hecho algo así?

-Eso no se pregunta. - respondió su hermana indignada. - Y será mejor que lo borres.

-No quiero borrarlo, es mía.

-¿Cómo que es tuya?

-Que es mía. Ese semen que tiene en la cara es mío y de Carlos.

-Manuel, ¿Cómo es posible eso?

-Pues esto... Pagando, claro. Es una puta.

Su hermana pilló la mentira a kilómetros.

-¿Y os dejo hacer algo más con ella?

-No, solo esto.

-Esta bien. Te dejo conservarla, porque eres un adolescente y estás en la edad. No sé que le habrá pasado a esa chica por la cabeza para dejarse hacer una cosa así, pero no se la muestres a nadie. ¿Entendido?

-Su amo nos deja... - había metido la pata hasta el fondo.

-¿Su qué...?

-Su amo... Es la sumisa de Luis.

-¿De Luis? ¿Tu amigo? ¿Ese Luis?

-Sí. Y Elena y Susana. Y una profe nueva. Y me he meado dentro de ellas.

-¿Qué has hecho qué...?

-A ellas les gusta.

-¿Cómo le puede gustar eso a una mujer?

-Pues bien a gusto que se lo tragan.

-Manuel. Tienes que contarme todo lo que está pasando...

Y Manuel hablo con la sensación de que ahora sí que la estaba cagando de verdad.

Laura subió directamente a su habitación y no pudo parar de masturbarse. La situación, la escena, que esos dos mendrugos tuvieran su foto con su cara embarrada en semen y se la pudieran mostrar a culaquiera era demasiado estimulante para ella.

La encantaba de una forma obscena y salvaje, al mismo tiempo que entía repugnancia por lo que estaba haciendo.

Y mientras tanto no podía parar de frotarse.

Cuando le llegó el aviso de que los mendrugos pensaban de verdad enseñar la foto al resto de su clase, en lugar de responder que estaban muertos, escribió que tenían permiso de su amo para ello.

Ceder el control de esa manera la estaba volviendo loca.

Con los chicos todo era demasiado fácil, demasiado sencillo. No solo había salido con muchachos, también con mayores, y todos sin excepción, terminaban bailando en la palma de su mano.

Pero ahora no, ahora era ella la que estaba en la palma de la mano de otro... Y eso la volvía loca.

Susana había disparado las preguntas solo porque entendía que era la única manera de reconocer su mayor trauma. La cogida con el chucho aún la perseguía en sus sueños.

Había escogido psicología porque el estudio de la mente humana le resultaba fascinante, en particular las relaciones de dominio y sumisión. Por eso se dejó convencer por Laura para ir a visitar a Elena... En que hora. Y ahora estaba metida en algo de lo que no tenía ni idea de como escapar. Porque era algo que le estaba empezando a gustar.

Me obligaron a volver atada de manos, con una mordaza dental en la boca, desnuda, meada y con sus corridas

encima de mi cuerpo. Me dirigía con un collar de perro atado al cuello.

También iba con la entrepierna rezumando fluido.

Era la situación más degradante en la que me había visto en toda mi vida. Solo rezaba para que nadie nos viera. El único consuelo que tenía es que al menos no iba descalza.

Mi amo y yo nos habíamos quedado solos a la mitad del camino.

-Voy a llevarte a casa, para presentarte a mis padres. No te preocupes, ellos conocen lo mío.

¿Lo suyo? ¿Y qué era lo suyo? Era el hombre más dominante que había conocido en mi vida, y eso que había conocido a unos cuantos.

Pero antes de llegar a alguna parte se detuvo en mitad de un callejón, el mismo donde se acostó con Elena según supe más tarde.

-Mea.

Y yo obediente como la puta sumisa en la que me estaba convirtiendo, comencé a orinarme con gusto delante de él.

Ni si quiera lo había hecho antes delante de mi chico de la vergüenza que le daba y eso que hace años que vivíamos juntos.

-Te has portada muy bien, Kitty. - mencionó mientras me acriciaba el pelo.

Seguimos caminando. Por algún extraño motivo me sentía mucho más relajada. Ya no me importaba tanto si alguien nos viera o no...

La casa del amo era un chalet normal, con doble planta y jardín. Me dejó en la parte trasera, esperando ansiosa.

Al cabo de un rato se presentó con dos mujeres, Peggy y su madre...

-Hijo, ¿Pero qué voy a hacer contigo?

-Yo la dejaría aquí fuera toda la noche – mencionó sin dar importancia al comentario – pero mañana debe ir al instituto sin falta.

-Sí, hay que limpiarla y dejarla dormir en una cama... No.

-¿Qué?

-No vas a dormir con las dos.

-Venga, mamá, por fa, por fa por fa...

-No en la misma cama.

-No estaba pensando en la misma cama. Ella en un rincón y Elena conmigo.

-Bueno, está bien.

-¿Y a ella la pueden utilizar papá, mis hermanos y los perros?

-Ya sabes que no. Ni tu padre ni tus hermanos están hechos para esto.

-Pues se van a morir de la envidia.

Me lavaron con una esponja y agua caliente para no apestar el interior de la casa, y tal y como estaba me metieron dentro.

Había tres hombres más, sus hermanos y su padre. Que los trs desconocidos me vieran así, como realmente era, me puso a mil.

-Se mira pero no se toca.

-Hijo, eres el hijo puta con más suerte que conozco.

-Yo me forjo mi propia suerte, papá. Andando, perra.

Tras bañarme, arreglarme el pelo y cuidarme la piel, me vestí con el picardías rojo así como la ropa interior negra que habían dejado para mi.

Era consciente de que no iba a dormir con él, que lo haría relegada a una esquina de su habitación, y aún así estaba deseando hacerlo.

Elena y mi amo estaban follando como animales cuando entré. Ajenos a todo y a todos.

Ella se encontaba a cuatro patas mientras el amo la embestía salvajemente y la tiraba con fuerza de su cabello.

Sentí envidia de ella. Ningún hombre me había cogido nunca así.

También me fijé en que tenía dos pequeñas pesas atadas en sus pezones y que sus pechos se balanceaban fuertemente al ritmo que marcaba el amo.

Sentí una increíble envidía.

Acabado el polvo, Elena abrazó a su amo no como se abraza a un amante o a un novio. Esa mujer le adoraba.

-Has vuelto a venir vestida como ayer.

Que remedió, era la única ropa que tenía conmigo.

-Las mujeres tenemos derecho a ir como queramos. Y ni enseño nada ni voy provocando nada.

-Aquí las cosas se hacen como yo digo.

-Por cosas como estas las mujeres no avanzamos.

-Está bien, está bien – se rindió – haga lo que crea mejor. Ya se dará cuenta de su error.

Mi corazón latía con fuerza cuando entré en la clase donde estaban mis tres amos. Pensaba que iban a hacer algo conmigo delante de todos. Podía notar la mirda furiosa de las chicas y la mirada de deseo de los chicos.

-Creo que ayer no empezamos muy bien.

-Eso fue culpa de Luis.

-Yo no tengo la culpa de nada.

-Fue al que castigaron – soltó una chica.

-Irme con ella yo no lo llamaría castigo, precisamente.

Era encanto y descaro puro. Estaba coqueteando y ligando conmigo delante de toda la clase sin vergüenza ninguna. Intenté recuperarme.

-Bien chicos, es sufiente. Vamos a empezar las clases y...

No hizo nada más y ni falta que le hacía.

Mis amos tampoco pudieron hacerme nada durante el recreo, pues tenía que atender mis obligaciones como profesora.

No fue hasta terminar las horas lectivas cuando uno de ellos contacto conmigo.

-Vamos, quiero que hagas algo para nosotros.

Ni si quiera pensé en rechistar. Me llevaron de nuevo a la clase. Allí estaban los dos amigos de mi amo. Pero no estaba él. Me sentí decepcionada.

-Ya sabemos que te mueres de ganas de follar con Luis, pero recuerda Kitty que nosotros también somos tus amos.

-Lo siento señores, no volverá a ocurrir – me disculpé sinceramente.

-Quítate la falda.

Una fantasía adolescente muy típica. Me bajé la cremallera de la falda y la arrojé a una esquina. No quería decepcionarlos más.

-Joder, si lo esta haciendo.

-Sois mis amos. - les dijé yo para darles confianza.

Los chicos tomaron fotos de mi.

Me puse en su lugar. Tener a la maciza de su profesora en tacones, medias y bragas con una camisa blanca en mitad de la clase debía de ser la leche para ellos.

-Y ahora quítatelas, vas a masturbarte para nosotros.

Tal y como hice con la falda, arrojé mis bragas lo más lejos posible. Me senté encima de la mesa de la profesora y me abrí bien de piernas para ellos.

Me iban a grabar como si de un vídeo porno casero se tratará. Más que estar aterrada, estaba excitadísima.

Comencé a frotarme el coño para ellos. Nunca había hecho antes nada parecido para nadie. La masturbación me parecía un acto privado, íntimo, y ahora estaba mostrando mis íntimidades delante de dos chicos.

Y me estaba encantando. No tarde mucho en correrme del gustazo.

-Abreté la camisa y túmbate.

Sabía lo que venía. Me iban a dar salami por delante y por detrás. Así que me tumbé en la mesa con la boca y las piernas abiertas.

Empezaron a darme duro mientras me grababan.

Con mi chico nunca me había grabado follando o haciendo el amor. Y ahora estaba siendo la protagonista de mi propia película porno.

Ese pensamiento me excitó aún más.

Los chicos se vieneron dentro de mi.

-Y ahora una sorpresita.

Sacaron un frasco de cristal con algo blanquecino entro. Mentalmente eché mis cuentas...

-Las corridas de los chicos de las tres clases pensando en ti.

Era una cantidad realmente importante, en mi vida había visto tanta lefa junta.

Pero hice de tripas corazón, agarré el frasco y comencé a tragármelo todo hasta la última gotita.

-Va a tener uno de estos todos los días.

-¿Lo saben? - pregunté aterrada.

-No, es un juego. Ellos lo llenan pensando que te lo vas a tragar. Pero no se pueden imaginar que lo estés haciendo de verdad.

-Puedes vestirte. Y una cosa más. Recuerda que si quieres acostarte con tu novio, debes pedir permiso.

-Lo recuerdó – confirmé sumisamente.

-Y si quieres masturbarte, también.

¿Iba a dejarlos controlar mi vida hasta ese punto?

-Está bien . - no podía creer lo que acaba de salir de mi boca.

-¿Ves? Ya te dije que lo haría.

Cuando me metí en el coche caí en la cuenta de que había algo que no cuadraba. ¿Cómo iban a lograr engañar a todos esos chicos para tener mi suministro diario de semen? Pues mostrándolos que de verdad me lo tragaba.

No sabía como iba a poder mirarlos a la cara a partir de entonces.

Intenté despejar la cabeza de esos pensamientos.

Cuando llegué a casa lo único que me apetecía era ducharme, comer algo y esperar de forma sexy a mi chico, al que hacía más de un día que no veía, comerle a besos, y acostarme con él.

Pero recordé que tenía que pedir permiso.

“NO”

“Por favor...”

“NO ES NO”

“Pero va a ser muy raro si no intimamos”

“NO”

Dejé de rogar, pues él se estaba divirtiendo a mi costa. Lo peor es que pensaba obedecer. No hacerlo era como serle infiel, y podía ser infiel a mi novio, al hombre del que estaba locamente enamorada, pero no a mi amo.

Me levanté del suelo y me tomé un copazo. Lo necesitaba más que nada en el mundo.