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Mis fantasías sexuales (1) Inicio

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Abrí mis ojos. Estaba todo oscuro. Mi cabeza retumbaba al ritmo del pecho que se inflaba y se desinflaba. “Mis papás… mi familia…”, lloré.

-¿Qué pasa? –Se sobresaltó Rebecca al escuchar mi llanto. No respondí. Sentí sus manos cálidas pasar por todo mi cabello. –Descansa. –Me dio un beso en la frente.

Nuevamente me perdí en mis sueños.

La luz del sol me despertó seguido de unos gritos.

-Ya levántate, floja. –Me dijo Rebecca. –Ayer dormiste todo el día. Desde que llegué hasta ahorita. –La vi medio borrosa. Se miraba un ángel hermoso, con unas alas extendidas. Brillaba, de un color blanco y dorado. Se acercó a mí y se me dibujo una sonrisa de tanta paz y tranquilidad que me proporcionaba aquella persona. Sentí un golpe en mi cara, me había lanzado una almohada. –Te traje el desayuno. –Dijo.

Me levanté y me senté en la cama de un brinco por el susto que me dio cuando me golpeó. Se sentó a mi lado, en la cama.

-¿Qué hora es? ¿Cuánto dormí? –Pregunté. Me dio el plato de comida que incluía huevo, hot cakes y un vaso de jugo.

-Ayer que llegué estabas demasiado tomada. No sé cómo le hiciste para llegar por mí a la central de autobuses. Te quité el auto y llegamos a la casa. –Silencio. Bajó su cabeza. –Todo el tiempo estuviste llorando y diciendo que te peleaste con tus papás y que nunca más los ibas a ver.

Se hizo un silencio total. Me quedé viendo el plato de comida. Se veía delicioso, y a pesar de no haber comido nada todo un día, no traía hambre. El recuerdo y la tristeza me consumieron por completo.

Mi corazón se arrugó y me dieron unas ganas inmensas de llorar. “Tú eres fuerte. Estabas consiente de que esto iba a pasar tarde o temprano”, pensé. Mi pecho me apretó muy fuerte y sentía que el aire me faltaba. “Aguanta, es solo un tiempo. Luego te sentirás mejor”. Me quise doblegar pero no podía, ya era otra persona, una fuerte, con carácter y con muchas cosas por hacer.

-Se ven deliciosos los hot cakes. –Le dije. -¿Hay comida en la casa? –Le pregunté. Me vio fijamente a los ojos.

-Deja te pongo al tanto de todo lo que pasó ayer. –Dijo. –Habló una persona llamada Edith, le expliqué que no estabas en condiciones de atender. –Le di una mordida al hot cake, luego bebí jugo. –Dijo que en cuanto puedas, te comuniques con ella. Vino una muchacha llamada… -Se quedó pensando.

-Ana. –Dije. Agarré huevo y me lo metí a la boca. Comía con mucho esfuerzo. No traía hambre, pero no quería mostrar debilidad.

-Sí, ella.

-¿Qué quería?

-Vino a recoger su ropa y sus cosas. Dijo que te avisara que se iba a ir a la ciudad donde estabas. Que era urgente que te comunicaras con Edith. –Dijo.

-Serías una buena mano derecha en esta organización. –Le dije y le sonreí.

-Para nada. Estoy aterrada nada más estando aquí. –Dijo y sentí como le dio escalofríos. –Vine porque quería iniciar algo de cero, algo nuevo. Quizá me vaya mejor. Pero también vine por ti, me necesitas… -Sentenció.

-Eres una excelente amiga, la mejor que he tenido. –Le dije y recargué mi cabeza en su hombro. Nos quedamos en silencio un rato. Luego platicamos de cosas sin sentido, de personas normales.

Rebecca me daba de comer en la boca y yo me sentía un poco más animada.

Para medio día, estábamos saliendo las dos. Subimos al auto y arrancamos. Le hablé a Edith y quedamos en vernos en su casa. Llegamos y entramos. Le sorprendió ver a Rebecca.

-Ella, ¿Quién es? –Preguntó.

-Es mi amiga, Rebecca. –Las presenté. –Te pedí si me podías conseguir un trabajo, es para ella. –La vio de pies a cabeza. –Ella no está interesada en este asunto.

-Serías una buena opción para los hombres, ganarías mucho dinero. –Le dije.

-Gracias, pero no me interesa. –Dije con total seguridad mi amiga Rebecca.

-Bueno, hablé con un par de personas. Puedes trabajar de secretaria en un despacho. –Dijo.

-Ese despacho…

-Sí, es un abogado de nosotros. –Dijo Edith, interrumpiéndome. –La verdad es que te puedo ayudar ofreciéndote trabajo en nuestros puntos. No estarás mezclada en estos negocios ilícitos. Los licenciados, si bien trabajan para nosotros, ellos también llevan negocios buenos. –Agarró aire. –Aparte, estarías ganando buen dinero. Eso sí es parte de nosotros… -No abundó en el tema. Yo si entendí rápido a que se refería.

-Lo voy a pensar. –Dijo Rebecca un poco desanimada.

-Tienes de aquí a mañana antes de las 8am para decidir. Te presentarías en esta dirección. –Y terminamos esa plática. –Ahora sí, Ana ya se fue. Hablamos hace rato, ella estaría llegando en la noche de hoy.

-¿Qué necesitas de mí? –Pregunté.

-Saldré a tomar aire. –Dijo Rebecca y nos dejó solas.

-Primero, platícame todo lo que hiciste estando allá.

Y con un vaso de whisky en mano, le conté desde el día que llegué, con quienes hice negocio, los delitos que cometí y la razón y hasta con quien me había acostado.

Dieron las 4pm cuando terminé de contarle todo.

-Y me vine. Los militares me sacaron de la ciudad.

-De acuerdo. –Se quedó pensativa. –Cometiste varios errores, en esos puntos Ana va más adelantada que tú.

-¿Cuáles? –Le pregunté y me los hizo ver.

-Das las nalgas a cualquier persona pensando que obtendrás un beneficio. –Dijo.

-Recuerda que yo llegué aquí porque me gusta coger. Es mi único interés. Explorar todo el sexo y este negocio me da la oportunidad de hacerlo. –Dije.

-Entiendo. Pero a veces hay que darte a desear. –Bebió whisky. –En todo este tiempo, Ana solo cogió con dos personas: Con el gerente de tal empresa, y con su novio. Y se metió con el gerente cuando lo tenía amarrado. Por lo que me cuentas, los socios de esa empresa que me dijiste, te cogieron, te quitaron dinero y te hicieron firmar un papel que no tenía validez. Al final, no fuiste socia pero se aprovecharon de ti.

-La verdad si tienes razón, y lo he pensado. Pero no puedo evitarlo, el sexo me encanta. Y he trabajado en el control de mi calentura pero no puedo hacerlo. Me gana. –Edith me vio pensativa.

-Noté mucha violencia. Imagino que es parte del mismo problema que tienes. –No dije nada. –Formaste algo bien allá, Ana no tendrá problema para iniciar, solo que si necesito que te comuniques con alguien de la ciudad para que la reciba. Ella sabrá como iniciar.

-Tengo a la encargada de mi negocio de prostitución en la ciudad y a un abogado. Él era el encargado de lavar mi dinero. –Dije.

-Perfecto, por ahí podemos iniciar. –Dijo.

-¿Me lo tomarías a mal si ese abogado sea el que se encargue de mis finanzas aquí? –Pregunté.

-Para nada. –Sonrió.

Hablé con el abogado de la ciudad. Quedamos en que recibiría a Ana y la ayudaría. Luego Edith me llevó a dar una vuelta a sus negocios. Rebecca regresó a la casa.

Para las 9pm, llegamos a su negocio de prostitución. No disfruté bien porque sentía unos enormes mareos. “Pinche cruda”, y me fui a la casa. Nada más al llegar, me acosté a dormir.

VARIOS MESES DESPUÉS 2009

Pasaron algunos meses desde ese día. Me concentré al 100% en el negocio. Aprendí todo de la mano de Edith. A comparación de la ciudad donde estaba, esta ciudad fue fácil de manejar ya que Edith era la dueña y tenía todo bien controlado.

Los trabajadores rápido me empezaron a ver como su jefa. Movía a la gente de un lado a otro. Visitaba los puntos donde la mercancía se movía. Subí sueldos de trabajadores. Abrí varios negocios que me ayudaban con el lavado de dinero.

Y no solo tenía una inmensidad de dinero en mi cuenta de banco, sino también debajo de mi colchón (como se dice), tenía más dinero del que podría gastar en una vida.

Me compré un par de autos, remodelé mi casa, me di muchos gustos personales.

En fin. Todo iba perfecto en el negocio. No tuve grandes preocupaciones.

El tener mucho dinero, no me quitaba de la cabeza los problemas de la gente que me rodeaba; mis papás, mis hermanos, Rafa, sus mujeres, todos ellos aparecían mi cabeza. Y quizá el dinero no fuera la felicidad, pero era la única ayuda que les podía ofrecer.

Le ayudé a mi papá con el negocio que iba abrir en la ciudad. Aceleré todos los trámites y mandé gente a trabajar en la infraestructura. Compré todo lo que hacía falta y en un mes, el negocio estaba listo para abrir.

A mi papá lo vi unas cuantas veces en esos meses. Me hablaba con la excusa de verme para saber de mí, porque estaban muy preocupados. Pero siempre terminábamos cogiendo en la casa de mi tía o en un motel. Cuando terminábamos de coger, la fantasía de coger con sus dos hijas seguía en pie, pero así como estaban las cosas, esa fantasía tendría que esperar.

A mi hermano lo miraba un poco más que a mi papá, pero nunca para coger. Le compré un auto, y le daba dinero para que no le faltara nada. Al inicio no me lo quería aceptar, pero al ver el poder que tiene el dinero, empezó a tomarlo.

En cambio, a Olga, mi hermana, le abrí una cuenta y todo el dinero de un par de negocios, caían ahí. Ella me lo agradeció mucho.

-Eres una buena tía. –Me dijo cuándo le di la noticia.

-A Luisito ya no le faltará nada en su vida. –Dije.

Y claro, no podía faltar Rafa. Lo primero que hice fue buscarlo. Pero nunca supo que yo lo veía.

Cuando lo vi, me sorprendí. Ya no era ese hombre que tanto me gustaba. Estaba demasiado flaco y demacrado aunque todavía tenía rasgos de su hermosura.

En ocasiones lo miraba cargando un bebé y con la niña de la secundaria. “Su mujer”, pensé. Una niña demasiado delgada pero con unas chichotas. Otras veces, estaba cargando un bebé pero con Andrea, mi mejor amiga. “¿Seguirá considerándome amiga?”. Luego del embarazo, las caderas de Andy se habían puesto más anchas, pero su cuerpazo no lo había perdido. Se miraba muy orgullosa a lado de mi novio. “Aun no ganas”, pensé.

Investigué y Rafa vivía en la misma casa con las tres mujeres. Lo primero que pensé fue que sin duda, se cogía a sus mujeres todos los días y que por eso estaba así. La verdad es que los problemas que tenía en su vida, lo estaban matando y no el sexo como yo pensaba.

Sin pensarlo, le mandé un maletín con mucho dinero y lo dejaron en su casa. Y durante esos meses, le mandaba dinero secretamente.

Noté que agarraba color y cuerpo e incluso su ánimo cambió.

En ese tiempo, recuperé a Victor, el ex novio de Marcela, mi ex amiga. Sin ser novios, teníamos una relación muy parecida; salíamos a comer o a cenar. Íbamos a bares a tomar y siempre que nos mirábamos, terminábamos en la cama.

Y por último y no menos importante, Edith me había inscrito en la universidad, asistí un par de veces. El director conocía mi situación, y sin duda, me ayudaría toda la carrera.

También me conseguí a un muchacho de la universidad, con el que se podría decir, tenía una relación. Yo no lo consideraba mi novio, pero me trataba bien, me daba regalos, salíamos. Era buen partido, pero no para mí. Yo tenía otras aspiraciones.

SEPTIEMBRE 2009

Era de noche, iba en el auto con mi novio de la universidad. Él iba manejando, yo iba a un lado maquillándome.

-Qué bueno que ya es viernes. –Me dijo.

-¿Por qué te quejas? –Le pregunté. –Apenas va iniciando el curso y tú hablas como si estuvieras cansado.

-Ya sabes cómo es uno.

-Es viernes en la noche, vamos a pasarla bien y a divertirnos. –Le dije. Cuando terminé de pintarme los labios le di un beso en su mejilla. – ¿Van a ir los amigos?

-Sí, tengo entendido que van a ir todos ya que le daremos la bienvenida al chavo que viene de San Luis. –Dijo.

Yo no me había presentado para nada en la universidad, pero mis compañeros sabían que así era yo, que faltaba mucho.

Llegamos al bar donde quedamos en vernos. Ellos no sabían, pero ese bar, que tanto les gustaba a los jóvenes, era mío. Mis trabajadores sabían que si yo no les hacía una seña, ellos me debían tratar como si no me conocieran.

Todos nos esperaban fuera.

-Hola. –Saludamos cuando llegamos con ellos.

-Hola. –Nos saludaron. En total eran 5 personas más nosotros dos: el muchacho de San Luis, un muchacho y una muchacha, solteros, una pareja y nosotros.

Los saludé. Los dos muchachos me saludaron muy efusivos. Con los dos ya había tenido sexo a escondidas.

-¿Somos todos? –Preguntó el chavo que tenía pareja.

-No. –Dije. –Vendrá una amiga mía. –Había contratado a una de mis muchachas para que le diera la bienvenida al muchacho de San Luis.

-El lugar está lleno. –Dijo el muchacho soltero.

-Hay mesas VIP, disponibles. –Dijo la muchacha que tenía pareja. –Pero son carísimas. –Y puso una cara de descontento.

-Vamos a esperar a mi amiga, mientras decidimos que hacer. Si nos vamos o nos quedamos. –Dije.

Pasaron 20 minutos. Llegó mi amiga, vestida muy provocativamente, como se lo había pedido.

Decidimos contratar una mesa VIP, pagando yo la mayoría del dinero. Pasamos por un pasillo y subimos al segundo piso del lugar.

Rápido nos atendieron. Pedimos dos botellas de tequila y 5 cubetas de cerveza.

Cada uno tomó una cerveza y un shot de tequila.

-Porque esta noche sea inolvidable. ¡Salud! –Dijo “mi novio”. Todos bebimos el tequila. Agarramos nuestra cerveza y empezamos a platicar al ritmo de la música.

Las 4 mujeres nos juntamos a platicar de cosas de mujeres. Los hombres en los suyos.

Pasada una hora, las parejas salimos a bailar: los novios, los dos solteros, mi trabajadora con el chavo de San Luis y yo con “mi novio”.

El alcohol ya hacía su efecto. Mi novio me tenía tomada de la cintura, juntando su sexo al mío. Nos movíamos al ritmo de la música electrónica. Subí mis manos a su cuello y nos besamos. Luego puse mi cabeza en su hombro y me dediqué a disfrutar de las caricias que me daba mi novio por toda mi espalda, cintura y caderas.

Me volteé y puse mis nalgas en su paquete, me tomó de la cintura pero sin moverme. Empecé a mover mis caderas de un lado para otro. En aquel mar de gente, nuestros movimientos, o faje, pasaba desapercibido.

Miré a mis compañeros. La pareja que no eran novios, bailaban muy normal, separados. Mi trabajadora le bailaba al muchacho de San Luis un poco más provocativa pero menos que yo. Y los novios, igual bailaban juntos.

Luego de un rato, me cansé y fui al baño con mis amigas. Estuvimos un rato ahí. Salimos y nuestros hombres nos esperaban en la mesa. Subimos y empezamos a beber y platicar, pero ahora más revueltos.

A mí se me acercó el muchacho soltero.

-Hola. –Me dijo con una sonrisa. -¿Cómo te la estás pasando? –Me preguntó.

-Muy bien. –Respondí y me moví al ritmo de la música con mi cerveza en la mano.

-Te ves muy bien como andas vestida. –Me dijo. Andaba con un vestido muy pegado que me llegaba a la mitad de las piernas. Todo el tiempo me lo tenía que estar bajando.

-Gracias. –Le dije. – ¿No crees que enseña mucho?

-Te ves buenísima, quisiera sacarte de aquí y llevarte a un motel para cogerte. –Me dijo. No respondí. -¿Se me hará esta noche? –Me preguntó.

-Se me hace que te la tendrás que jalar hoy. –Dije. –Llévate a la compañera. –Le dije. Volteamos a ver a la compañera que igual era soltera. Estaba media gordita. –De eso a nada, es mejor que la mano.

-Te me antojas tú. –Me dijo.

-Ando con mi novio. –Le dije.

-Mándalo a su casa y nos quedamos solos, tu y yo. –Dijo algo desesperado.

-Guarda silencio, ahí viene. –Le dije cuando vi que venía mi novio.

Se acercó, me tomó de la cintura y me dio un beso. Metió su lengua hasta mi garganta. Yo le respondí el beso. Se separó, volteamos y miramos que el amigo soltero se había ido.

-¿Qué te estaba diciendo? –Me preguntó rápido mi novio.

-Que le gustaba la soltera, y que pensaba que esta noche se le podía hacer. –Dije. –Que le ayudara.

-Bueno, recuerda que eres solo mía y ningún pendejo te alejará de mi lado.

-Cállate. –Le di un empujón. –No soy tuya ni de nadie. –Hablé con una voz autoritaria.

-Así me gustas. –Dijo.

Vi alejarse al soltero. Recordé nuestra primera vez, fue un día como cualquier otro. Ese día había decidido ir a la escuela y en una clase, el profesor había organizado exposiciones por parejas para el siguiente día. Las parejas y los equipos fueron al azar y a mí me tocó hacer equipo con el soltero y ser el primer equipo en exponer

El soltero casi me rogó porque hiciéramos el trabajo. Y lo hacía porque me conocía y sabía que faltaría a clases. Esa misma tarde fuimos a su casa. El día había transcurrido normal pero sentía el ambiente muy caliente, notaba que el muchacho me deseaba. Y pasadas unas horas, estaba montándolo en la silla, frente a su computadora. Y terminó dándome de perrito ahí mismo.

Luego de esa vez, esporádicamente nos mirábamos para coger.

Pasaron un par de horas más, bailando, bebiendo, platicando.

Mi trabajadora y el chavo de San Luis ya se comían a besos y todos aplaudíamos. También lo hacíamos las dos parejas. Quisimos que los dos solteros lo hicieran. La chava gordita quería, pero el muchacho no se animaba.

-Te ves buenísima. –Me dijo el chavo que tenía novia en un momento que tuvimos a solas. –Ahorita voy a dejar a mi novia, quiero coger contigo. –Me dijo.

El alcohol ya había hecho efecto en todos. Miré la hora y era más de la 1 de la mañana.

-Conmigo, hoy no se te hará. –Le dije. –Pero se ve que la gordita anda buscando verga.

-Por eso me encantas, porque no te da miedo hablar sin pelos en la lengua. –Me dijo. Volteó a ver a la gordita. –La semana pasada se me aventó. Me dijo que no le importaba que tuviera novia, que quería coger conmigo a escondidas.

-Cógetela.

-Está buena, tiene unas nalgotas pero no está muy bonita. –Dijo.

-Es mejor coger que jalártela, porque conmigo, hoy no vas a coger. –Le dije. Andaba demasiado caliente, necesitaba salir de ahí a coger con mi novio.

Ya habíamos tenido un par de fajes mi novio y yo, pero lejos de ayudar, solo me dejaban más caliente.

-Si lo vemos así, entonces dejando a mi novia, me la voy a llevar. –Dijo.

-La fiesta la vamos a seguir en la casa del de San Luis. –Dije. Nadie había hecho ese plan, pero entre tanta calentura, se me ocurrió. El chavo caminó hasta donde estaba la gordita y vi que hablaron.

El primer encuentro que tuve con él fue diferente al que tuve con el soltero. En una fiesta que organizaron los de mi salón, él y su novia se pelearon. Al andar tomados, el chavo se puso triste y entre varios lo consolamos. Avanzada la noche, decidió llevarle serenata. Lo acompañamos tres amigos, una amiga y yo.

Cuando llegamos, la novia no lo recibió. Me dio tristeza y me lo llevé a un motel para contentarlo. Los tres amigos y la amiga supieron de ese encuentro ya que ellos nos llevaron al motel. Y se regresaron a la fiesta. En ese entonces, yo ya andaba terminando con mi novio porque no regresé ni el novio.

Al final, le inventé que me había ido a la casa, y los amigos me ayudaron con la mentira. Luego de ese encuentro, había tenido más con él.

Unos minutos después, decidimos salir. Todos íbamos muy ebrios.

-La fiesta hay que seguirla. –Dije cuando estábamos en el estacionamiento. Mi novio me pegó contra su auto, puso su cuerpo encima del mío y nos besamos. –Hay que seguirla en la casa del de San Luis. –Le susurré.

-Pero quiero comerte toda, mami. –Me dijo en tono bajo.

-Y ¿Quién dijo que no me comerías? –Le dije y nuevamente nos dimos un beso. –Tenemos que ir a conocer la casa del de San Luis. –Les dije a todos.

-Conmigo no cuenten. –Dijo la compañera que tenía novio.

-Ustedes dos si van, ¿Verdad? –Les pregunté a los solteros.

-Solo un rato. –Dijo la gordita. –No puedo llegar después de las 3am.

-Yo sí. –Dijo el soltero.

-Esperen, yo aún no acepto. –Dijo con su acento el de San Luis.

-¿No te dejan? –Pregunté.

-La casa es muy chica, no creo que mis papás quieran o mis hermanos se unan a la fiesta. –Nos dijo. Se hizo el silencio.

Yo no podía poner mi casa ya que ellos no sabían que ahí vivía. Y en la casa de mi tía estaba Olga y Luisito y no podía llegar así nada más.

-¿Tú casa? Amor. –Le dije a mi novio.

-En las mismas condiciones. –Me respondió.

-Es una señal para que todos nos vayamos a dormir. –Dijo la novia.

-¿En serio? –Les dije. Para ese momento yo andaba ardiendo y no necesitaba un solo hombre para calmar mi calentura.

-Yo voy a dejar a mi novia y los alcanzo a donde vayan a ir. –Dijo el que tenía novia. –Me hablan para confirmar o para decirme que no harán nada.

-Amor. –Le dije a mi novio. –No quiero que la noche acabe aún.

-¿Yo que puedo hacer? –Me dijo encogiéndose de hombros.

-La verdad es que es mi noche de suerte y quisiera que me dejaran aprovecharla. –Dijo el de San Luis. Vi que se nos acercó.

-Entiende eso, amor. –Dijo mi novio. Se volteó con el de San Luis. –Tú no te preocupes, ve y aprovéchala. Luego nos cuentas como te fue. –Y se alejó.

-Vamos a la parcela y allá seguimos la fiesta. –Le dije a mi novio. –Somos nosotros cuatro y el que tiene novia.

-Vamos a decirles entonces. –Dijo. –Podemos ir un rato a la parcela. –Les dijo a todos. Los dos hombres y la muchacha soltera asintieron.

El que tenía novia arrancó su auto junto con su novia y quedó en vernos allá. Mi novio y yo arrancamos nuestro auto. Detrás, el chavo soltero nos siguió en su auto. La chava soltera hizo lo mismo.

Luego de dar un par de vueltas, llegamos a un lugar algo alejado de la carretera.

Pusimos los tres autos tapándonos. Bajamos las 4 personas.

Ese lugar era de nosotros. A veces lo visitábamos todos los amigos en la tarde, o en la noche, para una fiesta algo más privada. O yo lo visitaba con mi novio u otras personas para coger.

Había unos troncos de árbol acomodados alrededor. En medio, mi novio puso una hielera llena de cerveza.

Vi como el soltero tomó lugar en un tronco. La soltera también tomó su lugar pero en otro tronco. Mi novio se sentó en otro, y yo me puse en sus piernas. Cada uno traía una cerveza en la mano.

Levantamos la cerveza en señal de “Salud”.

-Y ¿Bien…? –Dije. El alcohol bloqueó mis pensamientos.

-Oye. –Me habló mi novio. Volteé y me plantó un beso. Nos empezamos a comer las bocas con deseo. Sus manos jugaban en mis piernas y despacio entraban en mi entrepierna. No llegó a mi cuevita pero sus dedos jugaban cerca. Yo estaba ardiendo y mi idea era tener una orgia con mis compañeros.

Sentí como la verga de mi novio golpeaba mis piernas.

-Oigan, no coman frente a los pobres. –Escuché al soltero. Nos separamos y sonreímos.

-Tienes hambre porque quieres. –Le dije. –Ahí está la soltera. –Me vio seria pero no para reclamarme. Su mirada mostraba deseo. -¿A poco no quieres? –Le dije. -¿No te gusta?

-De gustarme, me gusta. –Dijo. –Pero él no quiere.

Me levanté de un brinco.

-Ven. –Le dije ofreciéndole la mano a la soltera. Se levantó. La puse de espaldas. –Dime que no se te antojan estas nalgotas. –Le dije al soltero.

-Oye, espera. –Me dijo volteándose de golpe la soltera. Vi al soltero que no perdía detalles de mi juego. Volteé a ver a mi novio y estaba con la misma mirada, excitado.

-¿Qué te pasa? –Le dije divertida. –Así como a mí me ven las tetas, estas nalgas te las ven todos los hombres. No te debes avergonzar por eso. –Le dije. Se puso flojita y se dio nuevamente la vuelta. –Imagínate nada más. –Le dije al soltero cuando las nalgas de la soltera aparecieron de nuevo. –Los sentones que han de dar estas nalgas.

Sentí un golpe en el brazo.

-Cállate, tonta. –Me dijo en tono bajo la soltera. Se fue a su lugar.

-Amor, tráeme la cerveza. –Le dije a mi novio. Se levantó, me la dio y me abrazó por la espalda. –Yo traigo hambre y quiero comer…

-Entonces, no entiendo a que venimos. –Dijo el soltero interrumpiéndome y levantándose. Noté un poco de celos en su voz.

-Pendejo, es un lugar alejado, estamos en confianza. Tienes a una mujer ebria y caliente. ¿Me estás diciendo que es mejor ir a jalártela que cogértela? –Se hizo el silencio.

Todos estábamos muy ebrios, y las palabras que dije no se tomaron mal. Este comentario era muy directo, pero sin mentiras.

-Pero, ¿Si llega el que tiene novia? –Preguntó el soltero. “Ya caíste”, pensé.

-Pues se une a la fiesta con ustedes. –Les dije. –O a la de nosotros, ¿Verdad? Amor.

-Sí, claro. –Dijo mi novio. Sentí como la respiración de mi novio incrementaba. “Está excitado, pero dudo que desee verme con otros hombres”.

El alcohol y el momento, nos tenía encendidos a todos. Hablábamos sin tapujos y, sin pena, expresábamos nuestros más bajos instintos.

-¿Cada quien en su auto? –Preguntó el soltero. La soltera no hablaba para nada.

-Primero vamos a ver si quiere la soltera. –Dije. -¿Quieres?

-Sí, ¿Por qué no? –Respondió. Se hizo el silencio y bebimos.

-Ven y dale un beso. –Dije.

Sin dudarlo, la soltera se levantó y besó al soltero. Fue un beso simple.

-Listo.

-No, así no cuenta. –Les dije. –Mija, en un ratito más, este wey te la va a estar metiendo. Necesitas encender la mecha.

-Y ¿Ustedes qué? –Dijo la soltera.

-¿Nosotros? –Pregunté. –Nuestro fuego está más que encendido. Si supieras lo que siento abajo, atrás… -Solté un gemido.

Los dos solteros nos miraron con lujuria. La soltera, sin dudarlo, se lanzó contra el soltero. Se empezaron a comer. Los dos empezaron a tocarse. Las manos del soltero bajaron hasta sus nalgas que apretaron, luego subieron a su cintura y se pusieron en las tetas de la mujer. Esta, en cambio, sus manos estaban en la espalda del soltero. Sus bocas no se separaron ni un instante.

Yo no perdía detalle del faje. Estaba disfrutándolo. Mi panochita se humedeció. Lo que sentía era demasiado rico.

Con el tiempo, había aprendido a disfrutar de los momentos como estos. En otro tiempo, ya estuviera cogiendo pero ahorita, si bien necesitaba verga, me sentía demasiado bien por lo que pasaba.

El sonido de un motor nos despertó a todos. Las luces nos encandilaron. La pareja de solteros se separó y volteamos a ver el auto que había llegado. Se estacionó y bajó el chavo que tenía novia. Vimos cómo se acercó caminando a oscuras. Los solteros se fueron a sentar. Noté que ahora se sentaron juntos pero sin dar a entender otra cosa.

Mi novio y yo, regresamos a nuestro lugar y a la misma posición, yo en sus piernas. El que tenía novia se sentó en otro lugar, solo. Agarró una cerveza y nos ofreció a todos una más, que agarramos con gusto.

-¿Qué te dijo tu novia? –Pregunté. – ¿No se enojó porque venías con nosotros?

-Para nada. –Dijo a secas. Silencio. -¿De que hablaban? –Preguntó.

-Estábamos de curiosos. –Le dije. Con el pasó de los días, me di cuenta que me gustaba ser el centro de atención, acaparar las miradas. Y más en esos momentos lleno de sexo. Tenía la capacidad de encender a todo el mundo y me gustaba.

-¿Con que? –Preguntó el que tenía novia.

-Mira, tenemos un problema. Somos 2 mujeres y 3 hombres, y no podemos dividirnos de manera que todos salgamos ganando. –Les dije. A todos les apareció una flama en sus ojos.

-Por mí no hay problema si compartimos mujeres o auto. –Dijo el que tenía novia. Me sonrió.

-¿Tú qué opinas? –Le pregunté al soltero.

-Estaría bien experimentar algo diferente… -Dejó la frase en el aire. Ahora me tocó sonreír.

-¿Nunca han tenido un trío? –Les pregunté.

-No. –Respondieron todos.

-¿Tu si? –Preguntó el que tenía novia.

-Sí, varios. –Respondí.

-¿Con hombres o mixtos?

-Con dos hombres, con dos mujeres, mixtos… -Dije.

-¿Has tenido sexo lésbico? –Preguntó la soltera.

-Sí. –Dije excitada. Se hizo un silencio de asombro.

-Tengo que ir al baño, ¿Me acompañas? –Me preguntó la soltera.

-Sí, claro. –Le di un pico a mi novio y me levanté.

Nos metimos entre la hierba y los árboles. Avanzamos un poco hasta perder de vista el lugar donde estábamos. Nos acercamos a un árbol que habíamos bautizado como el baño. Se metió la soltera detrás y yo esperé.

-¿Cómo es? –Escuché a la soltera.

-¿Qué cosa? –Dije.

-Un trío. –Dijo.

-Es lo mejor del sexo. –Dije. –Nunca tendrás una experiencia similar en el sexo normal. El trío es increíble.

-Se ve que tienes experiencia en esto. –Dijo.

-Me gusta presumir orgullosa esto. –Dije. –En mi vida he estado con muchos hombres y mujeres y no me arrepiento. Puedo decir que he disfrutado del sexo como nadie. Se hizo el silencio. Vi como salió la soltera detrás del árbol. Caminó hasta mí. Yo la esquivé y tocó mi turno de ir al baño. Levanté mi vestido hasta mi cintura y quité mi ropa interior. Cuando terminé, salí acomodando mi vestido. Dejé mi ropa interior en la hierba. -¿Por qué las preguntas?

-Tengo tiempo sin sexo. –Dijo mientras se acomodaba su cabello. –Hace unos días me le aventé al chavo que tiene novia.

-¿Qué te dijo? –Pregunté.

-Que lo pensaría. –Dijo. –Hace rato, en el bar, me dijo que esa noche quería estar conmigo y que nada más dejando a su novia, pasaría por mí.

-Está bien eso. –Le dije acomodando mi vestido.

-Sí, pero…

-No hay ningún “pero”, aprovéchalo ahorita. –Le dije.

-Claro que hay un “pero”. No estoy dudando de tener sexo con él, sino que ahorita hay 3 hombres y uno es para ti, pero y ¿Los otros dos? –Me dijo.

-Si lo vemos de esa manera, dudo que mi novio quiera incluir al soltero en nuestro sexo. –Dije.

-Sí, eso pensé. –Me dijo. Se hizo el silencio. –Y ahí es donde tiene sentido mi pregunta. Quisiera experimentar un trío y quiero que me aconsejes.

-Te lo repito, es otro tipo de placer un trío y es mucho mejor con dos hombres. Por lo que veo, ellos están bien puestos para hacerlo contigo. –Le dije.

-Y ¿No crees que después todos nos vamos a ver diferentes? ¿Qué cambien las cosas? –Me preguntó.

-Entonces si estas dudando. –Le dije.

-No, para nada. Esto va a pasar. Míranos y míralos, todos estamos calientes. Yo tendré mi trío y tú estarás con tu novio. Estamos expuestos entre nosotros y nos vamos a ver, y vamos a escucharnos. Ahorita nuestras intimidades saldrán a la luz. –Dijo. –Y con tus confesiones, créeme que ahora estoy muy intrigada por ver lo que sabes hacer.

-Entonces, ¿Qué quieres? –Pregunté impaciente.

-Solo quiero saber que pasará mañana, porque de que va a pasar, va a pasar… -Dijo dejando la frase incompleta.

-No se diga más, ahorita que regresemos, yo me llevo a mi hombre y tú te quedas con los dos chavos. –Caminé.

-Espera. Necesito que me ayudes. –Me dijo jalándome del brazo. –Tú sabes mucho, yo no sé cómo seducirlos. Nada más llévamelos al auto, yo pondré todo de mi parte. Tú nada más guíame.

-De acuerdo. –Y me calenté muchísimo. Mi excitación había llegado al máximo y estaba lista para abrir mis piernas. –Por lo pronto, ahorita que lleguemos, siéntate en las piernas del soltero. –Asintió.

Regresamos a donde estaban los hombres. Caminé directo a mi hombre y me puse en sus piernas. Miré que la soltera ya estaba en las piernas del soltero. Rápido se comieron a besos.

-Me tocó estar solo. –Dijo el que tenía novia. –O ¿Cuál de las dos parejas me va a invitar a su fiesta? –Dijo.

-La soltera puede con los dos. –Le dije. -¿Verdad que sí? –Se separó de la boca del soltero y agarró aire. –Ve a demostrárselo. –La soltera se levantó y caminó hasta donde estaba el chavo con novio. Se acomodó en sus piernas y más suelta, se besaron. El chavo con novia empezó a agarrarle las tetas. La chava le rodeo el cuello con sus manos. Rápidamente, besé a mi novio. Jugamos un rato con nuestras lenguas.

Sus manos, despacio, subieron a mis enormes tetas. Las apretó riquísimo. Soltó mi boca y besó mi barbilla, subió a mi mejilla y bajó a mi cuello que besó tiernamente. Abrí mis ojos y vi que la pareja seguía en su faje. Volteé la cabeza hacia donde estaba el soltero que no perdía detalle de lo que hacíamos mi novio y yo.

Soltó mis tetas y bajó su mano a mis piernas. Con fuerza subió mi vestido dejando al descubierto mi pierna y parte de mi nalga.

-Ustedes casi cogiendo y yo nada más estoy mirando. –Dijo el soltero. Le sonreí y le guiñé el ojo. –Deberían invitarme. –Mi novio y yo no dijimos nada.

-El ambiente ya está en su punto. –Dije. –Como que ya es hora. –Noté que a la soltera, al soltero y al que tenía novia, les salieron flamas en sus ojos.

Para los 3 hombres yo era la mujer que querían cogerse en ese momento y de alguna manera, los dos que no podían tenerme esperaban un milagro para que esa noche fuera suya. Pero no pasaría eso.

-¿Por qué no los invitas al auto? –Le dije a la soltera. Me miró con cara de pidiendo ayuda. –Sí, levántate y te lo llevas de la mano y vas por el otro y te los llevas a los dos de la mano al auto.

Con un poco de duda, se levantó, tomó de la mano al que tenía novio, luego caminó hasta donde estaba el soltero, le pidió la mano, se levantó y caminaron al auto. La luz de auto se encendió cuando abrieron la puerta. Uno de los hombres se subió por una puerta y el otro por la otra puerta. La soltera quedó en medio de los dos. Cuando cerraron la puerta, la luz despacio empezó a apagarse y lo último que vi fue que el soltero la besaba y el que tenía novia le estaba levantando la blusa.

Mi entrepierna soltó un chorro al instante. Sin pensarlo me lancé a los labios de mi novio y con desesperación le desabroché su pantalón. Me levanté y mi novio se bajó hasta las rodillas su pantalón. Puse mis manos en sus hombros y él me tomó de la cintura. Me dejé caer despacio mientras mi novio me guiaba hasta su verga. Caí exactamente en el palo, entró con facilidad. Comencé a montar, arriba, abajo, rápido.

Mi novio se puso duro, agarrándose del tronco donde estábamos sentados.

Duramos un rato en esa posición, gimiendo los dos como locos. En mi mente solo estaban los tres muchachos dentro del auto cogiendo. Mi fantasía voló alto. A los 3 minutos, me llegó el primer orgasmo. Me detuve un rato a disfrutar de la sensación. Sonreí. Rápido me levanté, agarré de la mano a mi novio y caminamos al auto.

Me desnudé completamente y él hizo lo mismo.

-Acuéstate, para mamártela. –Le dije.

Se puso boca arriba y su palo, de tamaño normal, apuntó al techo del auto. Me subí y me empiné. La luz del auto nos alumbraba todo. Abrí mi boca y me la metí. Empecé rápido un mete y saca. Arriba, abajo. Se la llené de saliva toda. Luego bajé a sus bolas y jugué con ellas mientras lo masturbaba.

Mi novio empezó a gemir. “Chingada madre”, pensé. “Ya se va a venir”.

Sin dejar de mamar, recordé la primera vez que estuve con él; A la semana de entrar a la universidad, empecé hacer amigos. Y él, de entre todos, era el chavo más guapo, inteligente y decían que podía ser el más popular de la carrera de Ing. En sistemas. Me invitó a salir y acepté.

Yo, en ese entonces, tenía un amigo con derechos de otra carrera. Lo tenía muy bien escondido ya que él tenía novia. Pero me gustó por su cuerpo atlético y bien marcado. Nuestro trato era solo tener sexo. Y era excelente cogiendo.

Acepté la invitación de mi actual novio ya que quería tapar lo que en realidad era. Necesitaba fingir una vida normal. A las 2 semanas nos hicimos novios y al mes, estando en su casa, me encontraba mamándole la verga.

Cuál fue mi desilusión, que ese día, a los 20 segundos, me encontraba tragando su leche. Ni siquiera el faje había sido rico ya que me decía que estaba a punto de venirse. Y al siguiente día, estaba en su cama, abierta de piernas, mi novio apenas entró y se había vaciado.

Era un buen hombre, pero no buen amante. Los otros dos chavos, que estaban en el auto contiguo, me habían cogido bien. Y yo, por escoger a este por guapo, no disfrutaba del sexo. Aunque las últimas veces había mejorado, sin llegar a ser lo que yo necesitaba.

Y para colmo, me había alejado del muchacho de la otra carrera. Y él, enojado, casi no me respondía.

-Dame de perrito. –Le dije. Se salió del auto, y yo me metí empinada. Escuché como abrió un condón y se lo puso. Luego, la verga tocó mi cuevita. Despacio, me la metió.

Gemí y tuve un orgasmo al instante. Pero el orgasmo fue por lo que vi en el otro auto. Los dos chavos no perdían detalle de lo que mi novio mi hacía. Y yo no perdía detalle pero como una cabeza, debajo de ellos, subía y bajaba.

Aflojé mi cuerpo y me sostuve del vidrio de la otra puerta. Mi novio empezó a empujarme. No tardó en venirse.

Caímos los dos en el asiento. Nos acomodamos de cucharita. El alcohol y el cansancio, me cerraron los ojos.

“Es la mejor cogida que me ha dado. Pero no fue gracias a él, fue gracias a la soltera y a los dos hombres que tiene para ella sola”. Y con esto último, me dormí.

El sonido del teléfono me despertó. Era una llamada. Me moví y quise levantarme, pero el brazo de mi novio me impidió hacerlo.

-No te levantes. –Me dijo entre susurros.

-Tengo que contestar. –Le dije.

Las llamadas que recibía siempre eran importantes, ya sea que fueran buenas noticias o malas. Pero eran de mi negocio.

Aflojó su cuerpo y me levanté. Caminé fuera del auto, aún estaba oscuro. Llegué al tronco donde había estado con mi novio. Ahí estaba mi bolsa y dentro el teléfono sonaba. Lo saqué, junto con una bolsa de coca, Respondí.

-¿Qué pasó? –Dije y me alejé de los autos. Iba desnuda completamente. Esnifé cocaína.

-Algo, la necesitamos en la casa. –Dijo una voz de hombre. Si no me decían lo que pasó quería decir que algo grave había pasado.

-Voy para allá. –Dije. Colgué. -¿Qué hora es? –Miré el teléfono. Casi las 3 am. -¿Qué? O sea, hace 10 minutos, ¿Estaba cogiendo? –Y mi cuerpo se volvió a encender. -¿Seguirán cogiendo?

Caminé, casi corrí al auto donde estaba el trío. Escuché gemidos, luego unas voces.

-Dame más, dame más. –Dijo la soltera.

Estaba empinada, con la cabeza dentro del auto. El que tenía novia estaba acostado en el asiento, la soltera se la estaba mamando. Y el soltero, se la estaba cogiendo de perrito.

Me acerqué por atrás del soltero y lo abracé pegándole mis tetas. Puse mis manos en su pecho. Sentí como se asustó.

-Tranquilo, soy yo, bebé. –Le dije. Me miró y sonrió. Detuvo sus movimientos y nos besamos. Saqué la verga de la panocha de la soltera y empecé a masturbarlo.

A los segundos:

-¡Ey! –Dijo la soltera. Me separé del soltero y la vi. Volteó a verme. – ¡July! –Dijo asustada y apenada.

-No pasa nada. –Le dije. –Se ve que la pasan de maravilla. –Ninguno dijo nada. El que tenía novia se levantó a verme.

-Y ¿Tú novio? –Preguntó el que tenía novia.

-Lo dejé allá. Cayó rendido. –Dije.

-Sin duda le hiciste un excelente trabajo. Todo mundo cae muerto contigo. –Dijo el soltero.

-¿A poco ustedes…? –Preguntó la soltera.

-Con los dos. –Dije, orgullosa. –No en un trío como tú.

-Entonces vienes a quitármelos. –Dijo la soltera. –Con la cara que pusieron los dos, sin duda quieren irse contigo.

-Para nada, son tuyos. –Le dije. –Vengo a avisarles que me tengo que ir.

-¿Por qué? –Dijo el soltero. Se volteó y me abrazó. –Te deseo.

-Te dije que esta noche no se te iba hacer. –Le dije. –Salgo de urgencia. Sino, fácil me quedo. Aquel pendejo no me dejó con ganas.

-Mínimo unos 5 minutos. –Rogó.

-Mejor le daré una fantasía. –Agarré de la mano a la soltera que seguía empinada y la saqué del auto. La recargué en él y me le lancé a sus labios. Quitó su cabeza.

-¿Qué te pasa? No, no, no, no. –Me dijo.

-Escúchame. –Y mi rostro se transformó en una víbora. Empecé a hipnotizarla. –A ellos les excita ver a dos mujeres besarse. –Acerqué mis labios. –Te aseguro que luego de este beso, te darán la cogida de tu vida.

Toqué sus labios con los míos y nos besamos. Al inicio no abrió su boca, pero despacio, mi lengua encontró espacio para entrar. Mis tetas enormes tocaban sus tetas chicas. Nuestras manos estaban en nuestras cinturas. El beso fue tierno y hermoso. Al minuto me separé. Ella siguió mis labios con los suyos.

Le sonreí.

-Lo siento. Me gustó. –Dijo con pena.

-A ellos sin duda les encantó. –Los vimos. Tenían una cara de asombro enorme. –Me voy –Y nos dimos un pico.

Caminé hasta donde estaba mi ropa.

-Oye. –Llegó el soltero. Volteé. –No te vayas, ahorita podemos coger. –Me dijo.

-¡Ay Amor! –Le dije y le di un pico. Agarré el teléfono y mandé un mensaje. –Esta noche es de ella. Denle la mejor noche de su vida, luego los veo a ustedes dos.

-Pero, ¿Separados? –Dijo.

-Claro. –Volteamos a unas luces que aparecieron frente a nosotros. El soltero se tapó su desnudez.

Yo, de manera natural, empecé a vestirme. Tardé solo unos segundos.

-¿Quiénes son? –Preguntó.

-Son mi gente. –Dije.

-¿Qué gente? –Dijo.

-Es un secreto. –Dije guiñándole un ojo. Caminé hasta la camioneta que me esperaba. Bajó un tipo armado y con chaleco y me abrió la puerta. Subí.

-Señorita, debe dejar de jugar a la escuelita. –Dijo el que iba conduciendo. –Se arriesga mucho.

-Lo bueno es que tengo a mi gente lista para cualquier cosa. –Dije. Me vi en el espejo y empecé a arreglarme. Avanzamos unos 100mts de brecha y nos esperaba otra camioneta. –No me equivoco.

-Estamos detrás de usted todo el tiempo, cuidándola. –Dijo.

-¿Qué fue lo que pasó? –Pregunté.

-No estamos seguros pero creo que secuestraron al jefe, la contra. –Dijo.

-¿QUÉ? –Grité espantada. –Pero ¿Cómo fue posible eso? Las entradas están bien vigiladas.

-Se cree que hay gente dentro que trabaja para la contra. La señora Edith sospecha de unos y nos lo dijo. Sobre todo para que la protegiéramos a usted.

-¿Quiénes son?

-No nos lo dijo, porque no quería que las personas se alarmaran y se fueran. Ella quería estar segura primero.

-Pero, ¿Ella sabe? –Pregunté.

-Creemos que sí. –Se hizo el silencio. El director de la preparatoria, el jefe de la plaza, secuestrado. Se me puso la piel chinita.

Luego de un rato y mucha cocaína, llegamos a la casa de Edith.

La vi y estaba fuera, con mucha gente, demasiada. Bajé y corrí a verla.

-¿Quiénes fueron? –Pregunté nada más al llegar. No me respondió, hablaba por teléfono. Me sorprendió verla vestida muy descuidada, rara vez la miraba así. Encima de su ropa casual, llevaba un chaleco. Me acerqué a mi mano derecha y me puso mi chaleco. Me pesó, casi nunca lo usaba y no me acostumbraba a su peso.

Mi mano derecha me lo apretó. Luego me dio un arma, mi arma. Rodeó sus brazos por mi cintura y me puso un cinto. Ahí metí mi arma.

-Su arma larga está en la camioneta. –Asentí, distraída. Mi mente no dejaba de imaginar al director secuestrado, ni a Edith sufriendo por eso.

-Con este secuestro, ¿Ellos ganan? –Pregunté preocupada.

-No vamos a pensar lo peor. –Me dijo mi mano derecha. Edith caminaba de un lado a otro, desesperada. –Tenemos suficiente información como para dar con el jefe rápido y sobre todo dar con los que hicieron el secuestro.

-¿Cuál es esa información? –Pregunté. Miré a la gente.

-Desde hace días Edith informó que tenía sospechas de varias personas, específicamente de los guardias del jefe. –Me dijo mi mano derecha. –Se lo comentó a su marido pero él decía que confiaba en su gente. Que él personalmente escogió a su escolta.

-Y ¿Por qué no se me comentó eso? –Dije, molesta. –Y ¿Por qué Edith no hizo nada? –Pregunté.

-Aún no nos comenta nada, no ha hablado con nadie. Solo ha estado haciendo llamadas. –Dijo. La vimos en silencio.

-¿Qué debo hacer? –Pregunté. –Aconséjame.

-Solo esperar, Edith va a mover a toda la gente. Es su esposo, tú no puedes hacer nada más que esperar a recibir órdenes. –Miré alrededor. Todos estaban preparándose para luchar. Se ponían sus chalecos, sacaban sus armas, platicaban. Estaban concentrados.

Luego de 20 minutos, habló Edith.

-¡ESCUCHEN! –Gritó y todos nos acercamos. –Mi esposo fue secuestrado por nuestra misma gente. Tenemos chapulines en nuestra organización, gente en la que confiábamos. Según una fuente, mi marido no ha salido de la ciudad, tenemos todos los puntos cerrados. –Agarró aire. –Pero la ciudad es enorme, aparte de que estamos rodeados de parcelas, brechas, y puede estar en cualquier lugar, así que necesito que pongan puntos de control por todos lados. Hablé con el gobierno y nos darán oportunidad toda la noche siempre y cuando no nos metamos con la gente inocente, así que les voy a pedir que los respeten. –Y empezó a dividir a la gente junto a una persona que tenía también poder dentro de la organización, llamado Carlos.

La gente empezó a irse en sus camionetas. Me quedé con mi gente, con Edith y su gente.

-Platícame todo. –Le dije cuando nos quedamos solas. Caminamos y subimos a una camioneta y empezó a platicarme todo. –No puedo creerlo. –Le dije cuando terminó. Mi corazón se me hizo chiquito y quise llorar.

-Sí. –Asintió entre lágrimas. –A mi esposo hay que darlo por muerto. Para ellos, matarlo sería un enorme golpe. O sea, matar al jefe de la ciudad… –Nos abrazamos.

-Edith, lo vamos a recuperar y todo seguirá también como antes. –Le dije con poco convencimiento.

-July, ya estoy cansada de este trabajo. –Me dijo. –Creo que es hora de que dé un paso a un lado y tú tomes las riendas de esto. En estos meses me has demostrado que ya estas lista para ser la líder.

-No digas eso, mañana tú, el director y yo vamos a estar festejando en esta casa su regreso. –Le dije.

-Quisiera pensar eso. –Se hizo el silencio total.

-¿Qué haremos? –Pregunté.

-Vamos a dar una vuelta por la ciudad, no puedo estar aquí sin hacer nada. –Y en dos camionetas, con nuestros guardias, salimos a buscar al esposo del director.

Dimos un par de vueltas, pasamos puntos de control de nuestra gente. Pasaron horas, el sol empezó a salir. Miré con mucha tristeza a la gente que salía a trabajar, esperando un autobús, o caminando hacia su destino. Yo andaba trasnochada, drogada, con gente armada y yo armada.

Se me vino a la mente cuando conocí al director, el motivo por el que lo conocí y las cosas que hicimos. No podía creer que estuviera perdido.

De pronto escuchamos unas detonaciones a lo lejos. Nos detuvimos en seco.

-¿Qué fue eso? –Preguntó Edith.

-Al parecer hubo un enfrentamiento. –Dijo mi mano derecha. Escuchamos otro par de detonaciones y la camioneta salió rumbo a donde se escuchaban. En pocos segundos llegamos.

Una de nuestras camionetas estaba tapando la calle. Otra camioneta de nosotros estaba chocando a otra camioneta por atrás. Esa otra camioneta se había ido contra un poste y ahí se había quedado.

La camioneta tenía impactos de bala, nuestra gente rodeaba la camioneta y al parecer las personas que estaban dentro habían perdido la vida.

-¿Quiénes son? –Preguntó Edith bajando el vidrio de la camioneta cuando se acercó una persona de nosotros.

-No los conocemos. –Dijo la persona. –Cuando venían, se detuvieron y se dieron la vuelta rápido. Los seguimos, nos dispararon y tuvimos que responder la agresión. Y aquí terminamos.

-¿Alguna señal de mi marido? –Preguntó.

-Nada. –Respondió en seco. –Las personas no son de aquí, creemos que son la contra.

-¿Cómo pudieron entrar y que no se dieran cuenta? –Dijo Edith, molesta. Silencio. Timbró el celular de Edith. Respondió y luego de unos minutos colgó. –Tenemos que irnos. Ya no tarda en llegar el gobierno.

-¿Cuánto tiempo nos dan? –Pregunté.

-Una media hora. –Respondió.

Las 4 camionetas salimos zumbando. Edith dio la orden de que todo mundo se retirara. Llegamos a la casa y nos encerramos.

-Perdimos a 5 hombres. –Dijo Carlos. –El gobierno los encontró.

-Ni modo. –Dijo Edith. –Por pendejos.

La búsqueda continuó varios días. No hubo más enfrentamientos. No hubo más noticias. Las personas que lo habían secuestrado habían desaparecido. Entre la gente se rumoraba que ya habían matado al jefe de la plaza. Se notaban algo nerviosos y a la espera de lo que decidiera Edith.

Luego de dos semanas, Edith se resignó a dejar ir a su esposo.

-Julia. –Dijo en tono muy triste. –Tengo que irme, no puedo seguir aquí. Te voy a dejar este negocio. Tienes todo para seguirlo con tranquilidad. –No dije nada. La verdad es que no supe que decir. –Me voy a cambiar a otro país, y me voy a ir con Héctor.

-Este es tu negocio, has sufrido para construirlo y no puedes dejarlo así nada más. –Le dije.

-Merezco unas vacaciones. –Me dijo. –Dame un tiempo. Quiero superar esto sola, con mi hombre. –Me dijo. Asentí.

Y días después, Edith, junto a Héctor estaban saliendo de la ciudad. Y desde octubre, 2009 empecé a liderar a gente mala de tal ciudad.

Los días pasaron. Andaba sola, de un negocio a otro. No hubo ni un solo problema. Todo estaba tan tranquilo pero era muy pesado. Disfrutaba muy poco del dinero y del tiempo.

Un par de veces vi a mi papá, a Victor y a mi novio de la universidad. Solo con ellos tres me metía. No tenía tiempo para ver a más gente. La vida se me estaba haciendo muy aburrida. Sobre todo porque no tenía el amor de un hombre, que era lo que más deseaba.

Extrañaba y necesitaba a Rafa. Seguía sin poder presentarme con él. Pero lo miraba y estaba recuperado. Se veía tan hermoso como siempre.

DICIEMBRE 2009

Estaba empinada. Mi papá me tenía sujetada del cabello con una mano y con la otra me agarraba la cintura. Se movía increíble. Su verga entraba y salida sin problema por lo húmeda que estaba.

El orgasmo estaba a punto de llegarme.

-Dame, dame, dame, fuerte. –Le dije. –No te detengas. Me voy a venir. –Gemía y gritaba. Me soltó el cabello y me tomó de la cintura con las dos manos. Se movió más fuerte, golpeando sus piernas con mis nalgas. Y a los pocos segundos me llegó el orgasmo.

Mi papá siguió moviéndose hasta que se salió y llenó mi espalda de leche. Caímos los dos en la cama del cuarto de hotel. Me acomodó de espaldas y nos pusimos de cucharita. Para ese momento, el hombre que tenía ahí desnudo ya no lo veía como mi papá, sino que era un excelente amante. Y él me miraba como una mujer.

Empezó a besar mi mejilla, mi cuello, con una mano sobó mis tetas. Su verga se puso en medio y rozaba mis nalgas subiendo y bajando. Yo moví mis nalgas dándole a entender que entrara. Y sin pedirlo, abrió mis nalgas y la verga entró. Empezó a darme despacio, sus movimientos eran cansados. Varios minutos me dio hasta que su verga se puso flácida.

Me quedé dormida.

Abrí mis ojos y estaba sola. Me levanté y me arreglé. Vi una nota en el buró de mi lado.

“Te amo mucho, hija. Papá”. Decía la nota. La guardé y salí del hotel. Estaba oscuro. Pedí un taxi y fui a la casa de mi tía. Las luces de fuera estaban encendidas y todo dentro estaba apagado.

Nada más al entrar a casa, escuché unos gemidos. Instintivamente encendí la luz y vi, en uno de los sillones de la sala, a mi hermana desnuda, montando a un hombre que estaba sentado en el sillón.

-Disculpen. –Dije apenada. Apagué la luz y salí de la casa. Esperé fuera. A los pocos minutos salió el muchacho de la casa.

-Nos vemos mañana. –Le dijo el muchacho a Olga.

-Cuídate. –Se dieron un beso en la mejilla y se fue el muchacho sin decirme nada.

-No quería interrumpir. –Dije. –Lo siento.

-No te preocupes. –Me dijo. –Pasa. –Iba envuelta en una bata de baño. Entré y caminamos a la cocina.

-¿Quién es? –Pregunté.

-Un compañero de la escuela. –Me dijo. –Estoy saliendo con él desde hace dos semanas y hoy apenas lo invité a la casa.

-Y ¿Rafa? –Pregunté.

-Con él no tengo nada. –Me dijo. Sirvió dos vasos con agua. –Somos esposos pero desde que salí embarazada, ya no me he metido con él. Ni un beso. –Se hizo el silencio. –Por la cara que traes, imagino que vienes de estar con alguien.

-Sí, bueno… -Dije algo apenada.

-No te preocupes, ya somos personas diferentes y sé cómo eres. No debes sentir pena. Qué bueno que estés disfrutando. –Nuevamente silencio. –Hablé con Rafa y le dije que estabas aquí. Se alegró mucho.

-¿En serio? –Dije, feliz. –Lo amo.

-Y él te sigue amando. –Me dijo. –Estoy segura de eso.

-Es que, no sé cómo hablarle, como llegarle. –Le dije y comencé a llorar. –Le he fallado, me amaba y lo traicioné y no sé cómo llegar sin vergüenza.

-¿Le fallaste? ¿Lo traicionaste? –Rio sarcásticamente. –Hermana, Luisito está en el cuarto. ¿Sabes quién es Luisito? Es el hijo de Rafa, ese hombre que amas…

-Pero… -Interrumpí pero mi hermana no me dejó.

-Rafa vive con dos mujeres en su casa. –Agarró aire. –Andrea, tú mejor amiga tiene un hijo del amor de tu vida, de ese hombre que amas y aparte se robó a una menor de edad a la cual también le hizo un hijo. Dime, ¿En dónde le fallaste?

-Lo dejé solo. –Lloré. –Si hubiera estado con él, no hubiera pasado esto.

-Cállate. –Dijo con voz fuerte. –Él es un adulto, debió tomar responsabilidades a la hora de coger y de con quien coger. O ¿Crees que estuvo bien cogerse a una de sus alumnas? Y peor aún, siendo él el adulto, debió cuidarse para no embarazarla pero no lo hizo. Él ha cometido muchos errores en su vida, tú no.

Silencio.

Bebimos agua. Yo seguía llorando.

-¿Qué debo hacer? –Dije.

-Lo amas, recupéralo. Pero tienes que enfrentarlo. –Me dijo. Me dio escalofríos.

-Pero ¿Y sus familias? –Pregunté. –No puedo hacer que Rafa las deje por mí.

-Rafa y yo estamos casados, pero ni él quiere estar conmigo ni yo con él. Por mí no te preocupes, él es el papá de Luis y me apoyará siempre. La niña… he hablado con ella. –Dijo. –Su vida cambió totalmente ahora con el embarazo. Tampoco le agrada la idea de estar con Rafa y que él esté con Andrea y conmigo, lo ha dejado de querer pero tiene miedo, aquí no tiene a nadie y regresar con sus papás la aterra. Tú tienes dinero, dale dinero para que empiece una vida con el hijo de Rafa y no la dejamos sola.

-Parece buena idea. –Le dije, más tranquila.

-Lo es… -Me dijo.

-El problema sería Andrea, ¿Verdad? –Pregunté.

-Andrea vive con Rafa como si fueran pareja. –Los imaginé. –Tú hombre la quiere porque es el único apoyo que tiene ahorita, pero estoy segura que cuando tú aparezcas frente a Rafa, él se irá contigo.

-Necesito agarrar valor. –Dije al aire.

-Eres una mujer fuerte, me sorprende lo que has hecho y lo que haces actualmente. No conozco a nadie con tal carácter y fuerza como tú.

-Pero con Rafa es diferente, no puedo…

-Sí puedes, y yo te voy a ayudar. –Silencio. Nos vimos y sonreímos. –Y ¿Qué tal coge mi papá? –Volvimos a sonreír.

-Es un amante increíble. –Dije. –Si vieras su verga, es enorme, es hermosa, es rica. Tú te la comerías toda y con mucho gusto. –Le dije de la manera más natural. Luego reaccioné. –Disculpa.

-No te preocupes. Contigo he aprendido a hablar de estos temas con toda naturalidad. –Dijo. –Te escucho hablar como te coges a nuestro papá y no me asusta en lo más mínimo. En un tiempo pasado, yo te hubiera acompañado.

-Mi papá quiere…

-Ya me dijiste, pero no, ya no soy así. Mírame, tenía meses sin sexo y apenas hoy tuve un tiempo para un hombre. –Vi el sillón donde la encontré. –Si te acuerdas, ¿Verdad?

-Sí, ahí lo hicimos con Rafa. –Dije y me entró nostalgia.

-Todo eso que vivimos nos unió más. –Me dijo.

-Sí… -Dije y se quedó en el aire.

Seguimos la plática del sexo con mi papá y luego hablamos de ella. Pasaron un par de horas hasta que terminamos y dormimos juntas en la cama de mi tía, sin tener sexo. Hacía mucho tiempo que no dormía tan en paz.

En la mañana sentí que mi hermana se movió.

-Quédate acostada. –Me dijo. Seguí dormida.

Luego de un rato, sentí como alguien se sentó en la cama. Empezó a acariciar mi cabello. Sonreí. Abrí mis ojos, al instante se me salió el corazón el pecho, me levanté e instintivamente me alejé de la persona. Me vio con una cara de tristeza enorme. Yo estaba asustada.

-Hola, July. –Me dijo.

-Hola… Rafa. –Le dije tragando saliva. Mi corazón latía a millón, estaba asustada. –Tanto tiempo.

-Sí, tanto tiempo… -No sabía qué hacer, estaba congelada. Se hizo el silencio un rato.

Mi voz no se escuchaba, no podía hablar. Y la verdad es que yo no era una persona que hablaba con mi boca con Rafa, siempre le hablé con mi cuerpo. Y en ese momento mi cuerpo lo llamaba pero no sabía si él quería escuchar eso.

Agarrando todas las fuerzas que había obtenido en mis experiencias y viajes que había hecho, me le lancé a su cuerpo y sin pensarlo, le di un beso. Y para mi sorpresa, Rafa me lo respondió.

-Te extrañé tanto. –Le dije entre besos.

-Y yo a ti, mi amor. –Me dijo acariciando con sus manos todo mi cuerpo. Sentí una excitación y amor al mismo tiempo. Ni mi papá, ni Victor, ni mi novio de la universidad me hacían sentir eso, solo Rafa.

Me acosté y lo jalé para que se pusiera encima de mí. Se metió entre mis piernas y seguimos besándonos. Una de sus manos acarició mis tetas.

-Mis manos… -Le dije.

-Mis tetas… -Dijo.

Bajé mis manos a buscar su cinto. Lo quité y luego abrí su pantalón. Con poca habilidad, bajó su pantalón y ropa interior. Vi su verga, esa verga hermosa que tanto extrañaba. Aún seguía flácida. Yo llevé mis manos a mi pantalón y lo bajé.

Los dos teníamos nuestras ropas a las rodillas. Llevé mi mano a su verga, se la empecé a jalar. Él metió sus dedos a mi panocha. En menos de un minuto, su verga había tomado tamaño y mi panocha estaba húmeda.

Se agachó a besarme. Sentí su verga en la entrada de mi cuevita. Intenté abrir mis piernas sin éxito, el pantalón no me dejaba abrirme más. Reímos.

Como pudo, me la metió. Y mientras me daba, empezó a besarme.

-Te amo. Te amo. Te amo. –Nos decíamos al mismo tiempo mientras llegaron las embestidas. Te amo mi amor.

No pasó ni un minuto cuando mi sexo empezó a apretar su sexo, por el orgasmo que me había llegado y la verga de mi novio se hinchaba dentro de mí, dejándome toda la leche dentro.

-Te amo. –Dijimos una última vez.

Luego, cayó a mi lado. Estábamos agitados. Silencio. No nos dijimos nada. Luego reímos.

-Tonto. –Le dije.

-¿Por qué? –Preguntó.

-O sea, solo viniste a cogerme y te vas a ir.

-¿Eso me hace tonto?

-Claro que no, eres un tonto porque ya no te vas a ir. –Dije.

-Eso sí me hace un tonto. –Reímos. –Pero me vas a tener que aguantar con tres hijos.

-Claro que no. Ellos tienen a su madre. Y yo no tengo a mi hombre, necesito a mi hombre. –Silencio. No dijo nada. –Tengo suficiente dinero para arreglarles la vida.

-El dinero no lo es todo. –Me dijo.

-Cuando llegué, estabas demacrado. Hoy te veo, eres una persona diferente. No me digas que no lo es todo. –Le dije.

-Mis hijos necesitan a su padre.

-Y lo tendrán. No te estoy pidiendo que los dejes, te estoy pidiendo que ellas pueden seguir una vida sin ti con el dinero que les daré. A tus hijos no les faltará nada, ni papá.

-¿Ves lo mal que se escucha eso que me dices? –Dijo.

-¿Cuántas mujeres son madres solteras hoy en día? Muchas. –Le dije. –Y le sufren. Tus hijos no sufrirán nada. Lo tendrán todo. O dime que no has pensado en separarte de tus mujeres.

-La verdad es que sí. Mi niña de la secundaria no está a gusto pero no puedo dejarla sola.

-Y no lo estará, seguirá con nosotros pero con la oportunidad de seguir con su vida. –Le dije. –Olga y tú están por compromiso, pero yo sé que llevan vidas diferentes, tampoco habrá problema. Y con Andrea…

-Estamos a punto de separarnos. –Dijo.

-¿Entonces? Yo te ofrezco darles todo a tus hijos. –Se hizo el silencio.

-Te amo. –Me dijo. –Nunca he dejado de amarte.

-Y yo te amo a ti. –Le dije. –Siempre seré tuya. –Nos besamos. –Necesitas relajarte un tiempo, tomarte vacaciones.

-Eso necesito.

-Vámonos. –Le dije. –Vámonos de vacaciones solos tú y yo. Vámonos a conocer México y regresamos. Nos hará bien.

-No puedo…

-¡DEJA DE DECIR “NO PUEDO”! ¡VAMONOS YA!

-Me encantas. –Dijo.

-Lo sé. –Me levanté y subí mi ropa. –Levántate. –Le dije. Lo hizo y se subió la ropa. –Dame la mano y sígueme.

-¿A dónde?

-A ser felices.

Y sin decir nada más, salimos de la casa de mi tía a tomarnos unas vacaciones de todo.

Continuará.

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