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La nueva perrita de mi suegro (3)

en Hetero: Infidelidad

Después de la cogida que me dió mi suegro, y del trato que me propuso, todo estuvo mejor para mí. Mi relación con él, dejó la tensión sexual que solía tener, y nos hizo ser más cercanos el uno con el otro. A mi novio, le pareció extraño que mi relación con su padre mejorara tanto de un día a otro, pero éste le dijo que habíamos conversado y que eso había ayudado. La semana siguiente, con mi suegro comenzamos a llevar a cabo nuestro trato. Al principio, sólo teníamos sexo cada cierto tiempo, a veces habían semanas en que no hacíamos nada, pero a medida que fuimos teniendo relaciones cada vez más, los días entre que nos juntabamos eran menos, después llegando a hacerlo mínimo 3 veces por semana. Después de la universidad, los días que salía temprano, me pasaba a su casa, a la hora de su almuerzo, comíamos algo y después teníamos sexo. Era maravilloso, a veces ni siquiera alcanzabamos a comer, porque nos ganaba la calentura y no pensábamos en nada más. Durante todo éste período, probé muchas cosas que nunca pensé probaría, posiciones, juegos, juguetes, y otras cosas más morbosas, como por ejemplo el sexo anal o tragarme su semen cuando se corría. Eso en especial me gustó mucho, antes me parecía algo asqueroso, pero en cuanto lo probé me enamoré del semen de mi suegro, me encantaba que me llenara la boca, con su líquido bastante espeso y delicioso.

Como debíamospasar desapercibidos, nos pusimos también, casi al empezar, unas cuantas reglas, algunas no vale la pena mencionarlas porque son cosas personales (y además algunas las encuentro hasta ridículas), pero había dos que eran muy importantes. La primera, no pasar a llevar nuestros horarios, es decir, hablarnos con anticipación si queríamos algo, o nuestra disponibilidad, para no tener problemas en mi universidad, o él en su trabajo. Y la segunda pero más importante, no hacer nada, absolutamente nada, ni siquiera miradas ni chistes de doble sentido entre nosotros, cuando mi novio estuviera presente. Ésta última era nuestra regla de oro. Las veces que me quedaba en casa de mi suegro con mi novio, podían pasar muchas cosas, hablábamos mucho, veíamos películas, comíamos cosas, pero jamás, hacíamos nada sexual. Ésto en parte era por dos motivos, una, no queríamos ser descubiertos, y dos, lo hacíamos por cierto respeto hacia él. Así que, teníamos todo el sexo que queríamos, con ciertas limitaciones, para poder pasarlo bien, sin necesidad de meternos en problemas. Sin embargo, creo que fueron esas mismas limitaciones, las que hicieron que pasáramos de tener relaciones, casi dos veces al mes, a tres veces por semana.

Pasaron cinco meses aproximadamente, desde que empecé ésta extraña relación con el padre de mi novio. Ya estábamos casi a fin de año, y tenía muchos trabajos y exámenes que rendir en la universidad, estaba tan ocupada, haciendo las cosas y estudiando, que no me alcanzaba el día para ir a ver a mi suegro. Ni siquiera podía ver a mi novio. Así que me estresé mucho. Estaba muy caliente, necesitaba ver a mi hombre pronto, necesitaba sentirme mujer nuevamente, sentirme llena y amada como corresponde. Cuando el año terminó, y por fin salí de vacaciones, mi novio me invitó a quedarme en su casa, igual que otras veces, pero ésta vez, las primeras semanas de las vacaciones. Yo acepté obviamente, sin darme cuenta lo que eso conllevaba. Debía estar ahí con mi suegro, durante las primeras semanas de vacaciones, ¡Sin poder hacer nada! Era todo una pesadilla, ya me había aguantado demasiado, se me había hecho costumbre hacerlo tres veces por semana, y ahora llevaba dos semanas y debería estar unas cuantas más sin hacer nada. Llegué a casa de mi suegro con mi novio, pasó lo que de costumbre, hicimos cosas, conversamos, a veces escuchábamos música y nos servíamos unas cervezas. A veces me daban ganas de emborrachar a mi novio, para que se quedara dormido y poder tener sexo con su padre, pero después pensaba en las malditas reglas, e intentaba autocontrolarme.

Luego de varios días, una noche, mi suegro propuso hacer noche de películas, así que compró bocadillos para picar, unos tragos, y nos sentamos a ver películas. Vimos una película de acción, que son las que más le gustan a mí novio y su padre. No era muy conocida, pero salía una chica muy sexy, de las típicas que ponen en las películas de acción como interés romántico del protagonista. Cuando la película estaba más o menos en la mitad, no sé si era algo mío, debido al estado de calentura crónica en la que me encontraba, pero sentía que cada vez más, la película mostraba escenas sexuales más explícitas, nunca mostraban nada concreto, como en toda película de acción, pero sentía que se hacían cada vez más fuertes las escenas. No pude evitar en una escena en que el protagonista y su sexy compañera, se besaban y comenzaban a quitarse la ropa, demasiado apasionadamente, en mirar a mí suegro, cuando lo hice me di cuenta que me estaba mirando también. Mis ojos bajaron por un momento a su entrepierna, su paquete estaba como nunca, parecía que iba a reventar en cualquier momento. Me mordí el labio involuntariamente, miré a mi novio, estaba como sumergido en la película. Yo estaba sentada en un sillón con mi novio al lado, y mi suegro estaba en el sillón del otro lado, así que cuando me miraba, pasaba más desaparecibido. Luego de un rato, ya ninguno estaba viendo la película, cuando salían escenas más explícitas, mi suegro me miraba con un muy gran libido, yo intentaba calmarme un poco, pero no había caso.

Cuando más necesitábamos un milagro, sucedió. Mi novio pidió pausar la película un momento, porque había bebido varias cervezas y necesitaba ir al baño. Yo también había bebido varias, pero más que darme ganas de ir al baño, me daban ganas de la gran polla de mi suegro. En el momento en que mi novio dejó la habitación, y sentimos sus pasos en la escalera, algo se apoderó de mí, me lancé de rodillas hacia el paquete de mi suegro, éste me miró y me dijo en voz muy baja.

–La regla... No olvides que está mi hijo–

–Tranquilo– comenté –No pasará a mayores, es sólo para quitarnos las ganas del momento–

Bajé el cierre de su pantalón muy rápido, mi novio recién había entrado al baño. No tuve la necesidad de sacar la polla de mi suegro, ésta salió sola de la erección que tenía, mi novio aún estaba en el baño. Miré a mi suegro a los ojos, mientras envolvía su gorda erección con mi boca y lengua, lo chupe como una desesperada, mientras con una mano lo masturbaba, mi novio aún seguía en el baño. Dejé de masturbarlo, quité mi mano, y me metí todo el pene de mi suegro en la boca, llegando a sus testículos, mi suegro dió un pequeño gemido, se escuchó el agua del baño, y la llave. Me puse de pie, me levanté la camiseta que llevaba puesta, me senté en sus piernas (aún con la erección ahí), y puse mis tetas en su cara, para que las pudiera mamar, él lo hizo como un desesperado también, se escuchó la puerta del baño, rápidamente me levanté, me senté dónde estaba antes, me bajé la camiseta, mi suegro metió su pene en el pantalón, se escuchó la escalera y mi novio apareció por la entrada del living. 

–Muy bien– dijo –Pongamos play a esa película, que las cervezas ya me están dando un poco de sueño–

Se sentó a mi lado otra vez, y me dió un beso en la boca, tal vez porque estaba medio pasado de cervezas, no fue nada muy grande, pero me miró extrañado.

–¿Qué extraño?, Tal vez sean las cervezas, pero tienes un olor muy raro en tu boca–

–Tal vez sea la mezcla entre los bocadillos y las cervezas, mi amor– mentí –Mejor veamos el final de la película–

Pasó el rato y yo me sentí un poco aliviada, sin embargo no duraría mucho.

Cuando la película terminó, mi novio y yo fuimos a acostarnos, mi suegro dijo que se quedaría viendo unas cosas abajo por mientras, así que se despidió de nosotros, y nos fuimos a acostar. Una vez en nuestra pieza, mi novio me dijo que estaba muy cansado, que las cervezas le habían dado sueño, y preguntó si a mí igual. Claro respondí, estoy muy cansada también. Le dije mientras pensaba en ser enculada por su padre. Después de un rato, bastante corto, se durmió, yo intenté quedarme ahí en la cama, después de todo, yo y mi suegro teníamos una regla, que ya habíamos pasado por el filo de la navaja, no podía seguir rompiendola. Miré el techo, me di muchas vueltas, intenté masturbarme pero no me causaba nada. Aún tenía el sabor a la polla enorme de mi hombre, aún tenía mis pechos sensibles por sus succiones. Me detesté mil veces por ésto, pero me levanté. Intenté no hacer ruido, y bajé, tal como me había acostado, con una camiseta muy ancha, y mis bragas.

Cuando llegué abajo, lo pensé mejor, no podía hacer ésto, mi novio podría despertarse y descubrirnos, y si eso pasaba... ¿Y si eso pasaba qué?... En ese momento me daba lo mismo ser terminada, o tener que aguantar una rabieta, estaba tan consumida por la calentura que todo me importaba un rábano. Mi suegro, mi hombre, estaba en la cocina, abrí la puerta y lo primero que vi, fue a él con su enorme polla entre sus manos, estaba masturbándose. Me vió, yo le sonreí, y dije:

–Sigue, todo lo que salga, será para mí–

–Pero nuestra regla– dijo

Le guiñé el ojo y le dije –A la mierda las reglas, quiero sentirme una mujer otra vez–

Me sonrió, siguió masturbándose, tomó unos cuantos bocadillos que sobraron, me dijo

–Son para ti–

Y cuando hubo acabado, los llenó de su rico semen. Yo los tomé, me puse frente a él, y empecé a comerlos, muy sensualmente, mirándolo a los ojos. Cuando acabé, me quité la camiseta, y le dije que continuara con lo que había dejado a medias. En ese momento, se volvió completamente loco, me mamó los pechos como un recién nacido hambriento, me tomó en brazos mientras seguía lamiendo mis pechos, y me llevó desde la cocina hasta su habitación. Se sentó en su cama y aún conmigo en brazos y chupando mis tetas, metió dos de sus dedos en mi húmeda vagina, y uno en mi hoyito. Yo estaba intentando aguantar los gemidos, la habitación mía y de mi novio estaba al otro extremo del segundo piso, pero aún así me daba un poco de cosa que escuchara, pero también me daba mucho morbo, él estaba durmiendo allá, y yo estaba siendo abusada por su padre acá. Cuando terminó de lamer mis pechos, se desnudó completamente, puso mis piernas en sus hombros, estando él de pie, y metió su polla dentro de mi rajita, la metió como nunca antes, estaba completamente demente, yo ya sin poder aguantar más, gemí. Gemí muy muy fuerte, así que mi suegro sacó su pene de mi, me arrojó sobre su cama, y metió su polla llena de mis fluidos vaginales en mi boca, me ordenó hacer silencio, y me dijo que respetaramos al cornudo de la otra habitación. Yo asentí, y entonces quitó su pene de mi boca y me empezó a dar por culo. Luego me volvió a cambiar, y luego otra vez, y así sucesivamente. Cada vez que estaba apunto de correrse, sacaba su polla de mí, y se corría en mi cara, o en mi boca, o en mis tetas. Estuvimos casi toda la noche teniendo sexo. Fue una maravilla, por fin me sentí mujer otra vez.

Al otro día, casi a las 6:00 o 7:00, me fui a mi pieza otra vez, me puse el pijama y me dormí, me había lavado la cara, pero mis pechos y mi boca seguían rebosantes del semen del padre de mi novio. Como a las 12:00 despertamos con mi suegro, mi novio había despertado antes y había preparado el desayuno. Mi suegro estaba de muy buen humor, y yo también. Cuando hubimos tomado el desayuno completo, mi suegro le dió las gracias a su hijo y le dijo

–Muchas gracias mi toro–

Mi novio lo tomó como un cumplido. Luego de decir eso mi suegro me miró y me guiñó el ojo, yo sonreí. A partir de ese día, las reglas comenzaron cada vez, a menguar, más, y más y más. Esas mismas semanas de vacaciones, comenzamos a tener cada vez más sexo mi suegro y yo, mientras mi novio dormía, luego, incluso cuando él estaba haciendo otras cosas. A veces, el tomaba alguna ciesta después de almuerzo, y con mi suegro nos dábamos duro. Sin embargo, jamás sospechó nada, hasta que terminaron las vacaciones. Hasta que un día, empezaron los problemas, que contaré, en el siguiente relato.