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Desayuno entre semana

en Hetero: General

Llevo semanas pensando en sorprenderlo por la mañana. Alguna vez, mientras estaba de viaje, me envió un mensaje por celular en el que decía lo mucho que anhelaba una buena cogida por la mañana.

Cuando no viaja por cuestiones de trabajo, despierta a las 6 de la mañana. En cuanto se levanta, va directo a la ducha.

Aunque hoy es mi día de descanso, me levanto también y me dirijo a la cocina. Un par de tostadas con mermelada de manzana, café, un poco de fruta. Desayuno ligero.

Regreso al tocador para lavarme los dientes, recogerme el pelo en una coleta y quitarme la ropa interior. Me quedo vestida sólo con una camiseta XL negra. 

Carlos ya ha salido del baño y está alistándose en el vestidor. Alcanzo a verlo a lo lejos mientras se arregla.  Me encanta cuando viste de traje. Camisa color lila y pantalón negro. Se amarra las agujetas de los zapatos, se abrocha el cinturón.  Abre una puerta pequeña del armario y después se coloca frente al espejo para anudarse la corbata. Levanta el cuello de la camisa para poder colocarla alrededor. Dirige su vista al reflejo y sonríe en cuanto descubre que lo observo desde la puerta.

 

-“Qué haces despierta? Hoy es tu día libre. Aprovecha para dormir.”

 

Me da un beso en la frente y me deja de lado para dirigirse a la cocina. Yo voy detrás suyo por el pasillo.

Abre la puerta de la alacena y toma una taza para servirse café. Le da una mordida a la tostada que he dejado sobre el plato. Sigo observándolo sin decir nada, ahora sentada sobre la mesa de la cocina.

Carlos se pone nervioso. Frunce el ceño mientras pregunta extrañado:

 

-“Qué pasa? Todo bien? Hice algo?”

 

Me levanto para acomodarle el nudo de la corbata mientras le doy un beso en la boca. Otro beso más. Y otro. Y otro más.

Carlos deja la taza de café sobre la mesa y me abraza por la cintura para darme un beso lento, sin prisa. Yo meto mis manos para desabrochar su pantalón.

Intento bajar el cierre de la bragueta pero me detiene antes de lograrlo.

 

-“Nena... tengo que llegar a tiempo.”

 

Beso su cuello despacio mientras toco su pene por encima de la tela. Carlos se deja hacer, pero su respiración es más agitada que de costumbre. Intuyo que no sabe qué hacer: quedar mal en el trabajo o quedar mal conmigo.

Me acomodo de rodillas en el piso y desabrocho el cinturón con prisa. Apenas bajo un poco el pantalón hasta liberar su pene. Comienzo a chuparlo despacio. Le doy lengüetazos largos sin despegar mi mirada de la suya. Aún no está duro del todo.

Me lo meto a la boca, recorriéndolo con mis labios sin prisas, saboreando cada centímetro de su piel. Poco me importa el regaño de su jefe.

Siento cómo va creciendo poco a poco dentro de mi boca, el sabor de la humedad que va saliendo de su pene. Carlos comienza a empujar con su cadera para que yo lo trague todo y tira de la coleta para que lo mire de nuevo a los ojos.

Con mis manos lo masturbo sin dejar de chupar la punta. Él apenas se puede mover con los pantalones a medio culo.

Carlos decide dejarse llevar y me jala del pelo para ponerme de pie. Me coloca al filo de la mesa. Con sus manos busca por debajo de mi camiseta y se ríe cuando descubre que no traigo nada más de ropa.

 

-“Aaaaah! Pero si ya lo tenías planeado. Tanto es tu antojo por coger?”

 

Me dice mientras me besa el cuello desesperado y su pene se acerca a mi entrada. Carga mi pierna derecha colgándola en su brazo y se mete de golpe en mi interior.

Yo me vuelvo loca cuando siento su pene duro e hinchado acomodarse dentro de mí y llenándome toda. Cada  embestida me abre de nuevo, creando una presión deliciosa en la entrada de mi vagina.

Carlos hace a un lado la taza de café para recostarme sobre la mesa. Me abre las piernas con sus brazos y sus movimientos se vuelven más lentos. Su mirada está perdida observando cuando entra y sale, una y otra vez.

Yo comienzo a frotarme el clítoris para aumentar el morbo. Repito su nombre y le pido que mantenga el ritmo a punta de gemidos.

Mi espalda se arquea mientras mi cuerpo entero se funde en un orgasmo intenso aprisionando el pene de Carlos en mi interior. Él me coge más despacio para darme un respiro antes de continuar.

Después de unos segundos comienza a bombear más fuerte, dejando caer su peso sobre mí. Amasa mis senos por encima de la camiseta y los aprieta con fuerza en el momento en que se corre. Nos besamos y sus gemidos se ahogan en mis labios.

 

-“Eres una loca. Por eso te adoro.”

 

Alcanza una servilleta de papel. Con mucho cuidado sale de mí para que no se manche el pantalón. Se dirige al baño para serenarse y arreglarse de nuevo.

 

Horas más tarde recibo un mensaje por el móvil. Es Carlos:

 

-“Creo que mi jefe se dio cuenta. Llegué sonriendo y enseguida insinuó la causa de mi alegría... y la verdad es que sí. Qué rico.”