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¿Que me ocurre?

en Confesiones

Un saludo lectores, disculpas por la tardanza en edita, pero es complicado sacar tiempo.

Quiero agradecer a aquella personas que me remiten correos contándome sus experiencias, fantasías y deseos, que en muchos casos son las bases de mis historias.

 

Ha contactado conmigo una persona que dice llamarse Juanjo, tiene 32 años. En Julio contrajo matrimonio con Mai, su esposa tiene 30 años y es muy atractiva, 1,70 de estatura, morena de pelo largo, ojos marrones, delgada y estilizada, usa una talla 100 de pecho, trabaja en una oficina sin ofrecer más detalles.

Este lector me cuenta que se encuentra muy confuso por una experiencia ocurrida durante su luna de miel, en Cancún.

En base a sus correos cuento su historia.

 

Mi esposa y yo nos encontrábamos en Cancún disfrutando de nuestra luna de miel, era nuestro último día de estancia en un resort de lujo disfrutando de las playas más paradisíacas que haya visto en mi vida.

Estábamos tumbados en unas hamacas cerca de la orilla del mar, mi esposa salió de las aguas del mar caribe, su belleza quedó resaltada por el moreno de su piel y el contraste de su bikini amarillo.

Mimosamente se acercó hasta mí, recogió su larga melena escurriendo el agua de su pelo sobre mi pecho.

 

-Eres tan hermosa mi querida Mai, piropeé a mi mujer.

 

Mai, con una risita de complicidad, se tumbó en su hamaca boca abajo. Contemple su proporcionado cuerpo mientras mi esposa se secaba bajo el sol caribeño.

Pasado un rato, mi mujer desató las cuerdas de la parte superior de su bikini, y con ese erotismo que sólo saben dar las mujeres, se lo quitó dejándolo a un lado encima de una pequeña mesita- Mai no quería que se notasen las marcas blanquecinas en su espalda.

 

Me recree viendo la playa, parejas de recién casados bañándose y jugando en el agua, altas palmeras, un lujoso crucero en el horizonte.

 

Mai cogió una toalla y se giró poniéndose boca arriba en su hamaca, la toalla cubrió sus hermosos pechos. Una idea surgió en mi cabeza,

-Cariño, ¿porqué no haces topless?, pregunté.

-¿Topless?, ¿quieres que la gente me vea las tetas?, exclamó sorprendida y algo indignada mi mujer.

-Bueno Mai, no es para ponerse así, hacer topless es algo natural, muchas mujeres lo hacen, estamos a más de 2000 kms de casa y nadie nos conoce.

 

Conociendo como conozco a mi mujer, y llevando el juego un poco más allá, le dije: no se para que te digo nada de todas formas eres tan recatada que no te atreverías a hacerlo.

Mai, herida en su orgullo, se incorporó retirando la toalla. Sus tetas quedaron a la vista de todo el mundo. Sus pezones y las areolas de un color marrón oscuro contrataban con la piel blanca de sus pechos. Me miró desafiante y se tumbó nuevamente.

Pasado un rato, mi esposa haciendo topless se dirigió a la orilla del mar metiendo los pies en las cálidas aguas.

 

-¿Disfrutando de las vistas?, oí una voz a mi espalda.

 

Me giré, era unos de los camareros del complejo, un joven mulato de unos 20 años, alto y fuerte. la camiseta del hotel ocultaba unos bíceps muy trabajados en el gimnasio.

 

-¿Desea Ud. algo?, me preguntó mirando fijamente a mi esposa.

 

Mai se giró y me saludó agitando la mano, sus pechos ante la mirada del camarero se movieron muy sensualmente. El camarero se recreó observando las tetas y el cuerpo de mi esposa. En ese momento me percaté que un enorme bulto se marcaba en el culote del mulato.

 

-¿Es su esposa?, preguntó

-Si, ...., si, se llama Mai, apenas pude balbucear de forma imbécil, viendo como el enorme bulto del chico crecía por momentos.

-Si me lo permite, menuda hembra ..... se jactó riéndose mientras el joven se acomodaba su enorme polla sin ningún pudor.

 

Mi esposa se acercó hasta nosotros y se tumbó en la hamaca. El mulato, deleitándose mientras miraba directamente y con descaro las tetas de mi mujer, le preguntó irónicamente -eso me pareció- si necesitaba algo,

Pedimos dos combinados y el camarero se fue.

 

Mai y yo no comentamos nada. De reojo pude comprobar que el joven no apartaba la vista de las tetas y el cuerpo de mi esposa mientras atendía a otros huéspedes y preparaba los combinados. No se porqué pero en vez de estar enfadado o celoso por la actitud del joven me encontraba muy excitado.

En un momento dado, mi esposa me pidió que le echase crema bronceadora por todo el cuerpo. La esparcí por sus muslos, por la espalda, de forma muy lenta.

Miré al mulato, éste guiñó un ojo, se relamió y me saludó con la mano riéndose. Todavía no se porqué lo hice, recogí la parte inferior de su bikini en forma de tanga dejando las nalgas de mi esposa a la plena visión del camarero.

Los ojos del joven se abrieron como platos, esparcí la crema solar sobre las blanquecinas nalgas de mi esposa sin retirar la mirada al camarero. El mulato introdujo su mano debajo del culote y se empezó a acariciar.

Mai se giró sin apreciar lo duro que estaba mi polla.

-Por el resto del cuerpo ya me doy yo la crema, cariño esto de hacer topless me gusta y excita creo que luego tendré que compensarte de alguna manera, dijo mi esposa.

 

Así pasamos el resto del día, yo más pendiente del camarero mientras revoloteaba a nuestro alrededor disfrutando de la visión del cuerpo de mi esposa, que de mi propia mujer.

Al llegar a nuestra habitación, Mai se dio cuenta que se había olvidado en los vestuarios la parte inferior de su bikini. Tuve que bajar nuevamente a los vestuarios de la playa mientras élla se duchaba.

 

Afortunadamente, en las duchas del vestuario de mujeres no había nadie. Entré pero no encontré la braguita del bikini.

De la ducha del vestuario de hombres me pareció escuchar gemidos. Discretamente, me asomé y me quedé impactado.

 

Bajo la ducha se encontraba de espaldas el mulato, el agua mojaba su anchas espaldas y sus firmes nalgas. Se giró y me oculté para que no me viese. Su polla era enorme, más de quince centímetros en reposo, nada que ver con la mía mucho más pequeña, me sorprendió que era tremendamente gruesa. Estaba totalmente depilado y sus testículos eran grandes.

Cerró el agua, se inclinó y cogió algo del suelo. Era la braguita del bikini de mi mujer. Con la prenda íntima de Mai cubrió su tremendo pollón y empezó a masturbarse. Su verga creció por momentos, más de veinte centímetros totalmente dura y ligeramente curvada hacia arriba. Se la machacaba con muchísima rapidez mientras su líquido preseminal manchaba la prenda íntima de mi mujer.

 

Mi polla se puso dura, muy dura, más dura de lo que haya estado en toda mi vida contemplando como ese macho alfa se masturbaba.

 

-Menudas tetas de zorra y como te gusta enseñarlas maldita blanca de mierda, ....que culo tienes cabrona, ..... como me gustaría ser el hijo puta de tu marido para reventarlo, ......., te voy a llenar de leche perra asquerosa, voy a preñarte hija de puta, ......., voy hacerte un hijo bastardo y cornudo al cerdo de tu marido, gritaba el mulato.

 

Acaricié mi pollita por debajo de mi bermuda mirando el enorme pollón del joven mulato escuchando las obscenidades que dedicaba a Mai.

Pasados más de diez minutos, el camarero rugió de placer, cinco o seis lechazos de semen caliente mancharon la braguita del bikini amarillo de mi esposa. Tras la tremenda corrida el camarero se limpio su enorme verga con la prenda íntima de mi esposa.

Me escondí en el urinario muy excitado, tiré mi bermuda al suelo,me senté en el váter, cerré los ojos y abriendo totalmente mis piernas empecé a masturbarme como un cerdo recreando la escena que había visto.

Oí una fuerte carcajada, la puerta se abrió de repente. Intenté cubrirme pero fue demasiado tarde, el mulato me tiró la braguita del bikini sobre mi cara. La leche caliente del macho manchó mi cara.

 

-Mastúrbate miserable medio hombre, tu esposa es demasiada mujer para tí, dijo mientras me humillaba.

 

El camarero se alejó entre risas, cerré la puerta del urinario y contemplé la braguita del bikini de Mai, el contraste del amarillo de la prenda con la humedad y leche caliente del mulato hizo que me excitase de nuevo.

Lamí la leche del camarero y envolviendo mi pollita con la prenda íntima de mi esposa me pajee como un mono, restregué la braguita de Mai por mi ano manchándome con la leche del mulato, al momento me corrí como un cerdo, manchándome con el semen de otro hombre.

 

Al día siguiente regresamos a España, nunca le he contado lo sucedido a Mai, pero desde esta experiencia no hago más que fantasear con que otro hombre, el jefe de mi mujer, compañeros de oficina o mi mejor amigo se follen a Mai.

 

¿QUE PUEDO HACER?