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Adolescente zoo (2da parte)

en Zoofilia

ADOLESCENTE  ZOO (Parte 2)

Me desperté bastante temprano, por suerte hacia un hermoso día,  desayuné, y aproveche para llevarme algo de provisiones y una manta para disponer de mayor tiempo y comodidad. Recordé la vez que mi madre me untó con crema para el sol, así que le pedí a mi tía, con la excusa que mi piel era algo delicada, que necesitaba algún protector solar :

            “Si mi amor, toma este” me dice, entregándome un pote sin empezar.

Previamente lo olí y contenía un aroma dulzón, contenta por su ofrecimiento le di un beso y partimos con Lola,

Cerca de las 10 de la mañana llegamos al bosquecito, inquietas esperando la llegada de nuestros nuevos amiguitos. Como a la hora arribaron, se había acoplado un tercero, algo bastante grande, de pelo blanco con manchas negras, que realmente me producía algo de temor. Los llame, para que se aproximaran, y les di algo de comer de mi merienda, para ir conquistándolos, el nuevo algo receloso, se fue acercando lentamente.

No sabía si este haría lo mismo que el resto, pero tenía la esperanza que sí, me había puesto un vestido algo corto y zapatillas,  para que no fuese tan complicado si deseaba ser lamida, el hecho de pensarlo hacia que mi temperatura aumentase progresivamente, no puedo negar que estaba bastante alterada.

Como consecuencia del día anterior, me había impregnado de un olor no muy agradable de los perros, a lo que mi tía hizo cierta insinuación, y le comenté que aparecieron dos, y estuve jugando con ellos, por eso ese olor que tenia.

            “Ay esta  sobrina mía, siempre loca por los perros” me dice

            “Si, si tía es verdad”  le conteste con una sonrisa.

Previendo que no se reitere, intenté llevarlos al agua, que por suerte obedecieron, para regocijarnos jugando con Lola y los perros,   un buen rato, en arroyo.

Previo a eso me quité las zapatillas, y el vestido, permanecimos unos diez minutos, porque el agua estaba fría,  a pesar de estar la temperatura ambiente, bastante alta.

Me acosté sobre la manta al sol, para secarme, mientras los perros merodeaban alrededor de Lola, mas entusiasmado con ella por su celo que por mí, hasta que uno de ellos la montó, aprovechando para llamar a los otros, para que se acercasen.

 Apenas lo hicieron, comencé a acariciarlos, rascándole su cabeza, tocándole el lomo y la panza, prestándose muy dócilmente a mis mimos,  así un buen rato, hasta que el manchado fue entrando en confianza, olfateándome de  una manera precavida.

Recordé cuando tenía los doce años, que habría pasado con Jerry, si mi madre no lo habría impedido, o si ella habría tenido sexo con mi perro, no tengo dudas que me habría encantado verla apareada con él, y recuerdo haber visto humedecerse su coño, cuando mi mascota llego a acercarse a mi sexo.

Es como si se me han esclarecido ciertos momentos, o más bien comprendido,  también con mi padre, por haberse excitado, con su miembro casi erecto, cuando mi perro trataba de lamerme. No sé como actuaria, de suceder ahora, pero si sé que me atrae esa relación con los perros,  tocar su miembro y lamerlo, pero llegar a una copulación con uno de estos animales debe ser el sumun.

A lo mejor le comento algo de lo sucedido a mi madre y podría llegar a interesarle, por qué no, aun no tiene 40 y a pesar de estar algo gordita, tiene un lindo cuerpo..

Estaba algo expectante, a pesar de mis pensamientos, por lo que podría suceder, pero se me ocurrió orinar, me quité las bragas, colocándome en cuclillas, me sentía a gusto hacerlo delante de ellos, mientras lo hacia los llame, y se fueron acercando llevando la cabeza de uno de ellos a mi sexo, comenzando a olfatear, dándome una sensación extraña ese momento, cuando recordé, la crema.  Me excitaba desnudarme frente a ellos, era como entregarme libremente a esa mansa jauría.

Me quité el sostén, hasta quedar la totalidad de mi piel a la entera disposición de estos animales, algo turbador,  lleno de un erotismo  morboso y peculiar. Me fui untando esa crema por mis piernas, pies, pecho, y por cada lado de mi cuerpo que pudiese, hasta que quede bastante embardunada, volcándome sobre la manta a la espera de esas exóticas lenguas, sin dejar de hablarles  a los animales que me observaban, como si comprendiesen los que les decía.

Apenas golpee mis nalgas se acercaron, y con algo de recaudo, se me arrimaron,  lamiéndome las manos posteriormente los pies, para continuar de una manera desordenada y vehemente, en otra zonas de mi cuerpo, mientras uno lamia mi vagina, el otro lo hacía con mis tetas, rozando la punta de mis pezones, envistiéndolos de un extremo a otro, de una manera más que perturbador, hasta ponerlos tiesos por ese continuo hostigamiento.

En ese apasionado lengüeteo perruno, manoteaba sus bultos tratando de alterarlos, sentía que me salía de mis cabales, por ese acoso casi salvaje, donde los animales terminaban pisándome en su anhelo de degustar esa crema.

Mis piernas temblaban, al sentir su hocico, y su lengua tratar de saborear ese ungüento, adherido a mi sensible piel, buscando entre mis piernas, abriéndolas al máximo metiendo su órgano, bien adentro de mi vulva en busca de mas, turbándome su rugosidad y rapidez desplazarse por mis labios vagina, me llevaba las manos a mis pequeños senos, algo recargados por la fogosidad que me embargaba.

Decidí salir de la manta y acostarme en la hierba fresca, me parecía más natural ese contacto, no tardando en continuar aplacando ese apetito, diría sexual con mi cuerpo, cuando se me ocurrió orinar en la posición que me encontraba, cuando largue un chorro, que los perros trataron de tomar o lamer, no se pero sentí una libertad de hacer lo que me complacía.

Estaba sacada en ese momento, me tiré boca abajo sobre el verde follaje, para sentir sus lenguas mas intensamente, metiéndose por mi raya hasta rozar mi ano, esos órganos eran  más que alucinantes, inconscientemente levante mi traste para ofrecerlo totalmente y disfrutar generosamente, pero sucedió algo no previsto, uno de ellos me monto intentando meter su verga en mi virgen intimidad.

Me espanté bastante, así que le grite y se bajo de mí, que si bien estaba muy excitada no me hallaba preparada, sabiendo que indiscutible, estaba dispuesto a insertarme su falo, a lo que me  daba algo de miedo, ya que a excepción de apenas  mis dedos, otra cosa no había incursionado en mi interior.

Me atraía la idea de ser cogida por uno de esos perros, pero temía que me doliese, o tuviese algún problema, o me lastimase, me mantuve quieta, recapacitando qué decisión tomar. Volví a embardunarme, metiendo bastante en el interior de mi matriz, brindándome pasivamente a esos animales, donde nuevamente acometieron contra mi cuerpo, esta vez traté de tocar sus bultos mas puntualmente, me atraía el perro manchado, tomándolo como el líder de este grupo, mientras el que lamia mi vagina, me enloquecía tratando de introducirme su lengua en busca de esa crema tan atrayente,

Después de varios intentos logre colocarme bajo el perro  manchado, trate de untarme previamente e intentar que permaneciese quieto, toquetee su funda hasta lograr que fuese  surgiendo du miembro, que después de varias tentativas lo logre, hasta ver su verga colgar de una manera imponente.

Mi boca estaba a escasos centímetros de su aparato, y mi lengua intento devolverle la atención que tenia conmigo, aunque me dominaba esa  situación de estar desnuda frente a estos animales que me ofrecían un sexo oral indescriptible. Cuando comencé a lamerla lentamente, recorriendo su superficie rojiza, mientras el otro perro seguía lamiéndome, esa incontenible seducción, me fue llevando a un estado de total enajenación, deglutiendo con desesperación esa atrayente verga animal.

Me tocaba sintiendo las lamidas, sin dejar de ingerir ese pedazo de carne que contenía en mi pequeña boca, hasta que unos chorritos algo amargos pero excitantes, rociaron  mi cavidad bucal. Di unas últimas lamidas mientras tocaba mi  coño más que alterado, como consecuencia de ese encuentro tan promiscuo y morboso. Cuando vi la hora me di cuenta que el tiempo había transcurrido más que rápido. Me vestí, regresando a la finca con Lola y alguno de los animales, que a mitad de camino se regresaron.

Mientras volvía, mis pensamientos estaban enfocados en esos momentos llenos de sensualidad, donde estos animales me habían hecho disfrutar ampliamente.

A la tarde siguiente  regresé al lugar, lamentablemente ninguno de los animales llegó al bosque, decepcionada y malhumorada, retorné a la finca. Creo que eso me incitó a que me decidiese a experimentarlo, mis fantasías  que iban y venían de mi mente, creo que hasta tuve unas líneas de fiebre, pues cuando desperté por la mañana, mi cuerpo estaba empapado en sudor. Me duché y después de desayunar temprano enfilé con mi compañera hacia mi bosquecito.

.Acomodé la manta, y me senté en ella, a la espera de mi posible amador, estaba impaciente como si se tratase de mi primera cita con alguien, después de más de una hora, vi acercarse a dos de ellos, mi corazón comenzó a acelerar su ritmo. Como loca gritos y señas de aviso le hacía llegar, que no tardaron en avistar para iniciar una carrera frenética hacia donde estabamos. El nerviosismo me dominaba, temblaba, los atraje hacia mí, para juguetear con ellos, arrodillada  los abrace, lamiendo mi rostro en demostración de su afecto.

Mientras sus hocicos comenzaron a intentar de hurguetear bajo mi falda, sin esperar nada me quité mi calzón, dejando mi sexo liberado, mientras sus lenguas comenzaron a lamer mi órgano, mis flujos vaginales comenzaron a mezclarse con las babas de estos golosos caninos, sentía que me estaba entregando a una ceremonia canina donde  mi cuerpo era la ofrenda fundamental.

Termine quitándome la ropa, donde mi piel comenzó a frotarse contra los cuerpos peludos de los animales, tocando sus bultos, y hasta intentar besarlos, llegue a lamer sus lenguas, mientras ese febril contacto me estaba trasladando a un estado de total motivación.

Termine colocándome en cuatro, extasiada y dispuesta a lo que sea, me sentía su hembra, los deseaba, mientras sus lenguas continuaban lubricando mi sexo, y transportándome a un estado de total arrobamiento, preparándome para ese encuentro anhelado, en donde hasta Lola participaba en esa ceremonia previa, mientras mis aberturas intimas estaban cada vez mas bañadas por esa secreción perruna.

Después de varios minutos, el perro manchado pareció ser el determinado para esa comunión mujer-animal, para montarme después de un rato, sintiendo como su punta, golpeteaba en mis nalgas, en la búsqueda de mi orificio, manteniéndome inquieta y expectante,  levantando mi culito, a los efectos de facilitarle la entrada a ese órgano canino.

Mientras me contenía con sus patas delanteras, bombeando para meter su órgano, cuando de improviso un dolor intenso, sacudió mi cuerpo, estremeciéndome por el efecto que me produzco, mientras algo húmedo y pegajoso desfilaba en mi entrepierna, en la posición que estaba, observé que fuera sangre, por supuesto mi virginidad había sido profanada, sabía que eso sería inevitable

El miedo me invadió, así que intente suspender lo programado, mientras el animal incitado, trataba de continuar con su objetivo. Me giré y cerré mis piernas para dar por terminado, mientras mi mano pasaba por mi vagina manchada por la sangre emanada. Resumiendo, emprendí el regreso a la finca, algo asustada y con cierto resquemor por lo ocurrido. No podía comentar a mi tía lo sucedido, así que me lo tuve que sobrellevar sola.

Lo que no tenía dudas de que alguna manera, cumplimentando mis asignaturas pendientes, creo que cuando tenía los doce, si bien mi madre fue controlando los impulsos de Jerry en su momento, yo también me autocensuré, y hasta en el pensamiento, no ha pasado demasiado tiempo, apenas dos años desde aquellos días, y mi mente a creado situaciones más allá de la realidad.

Pasaron un par de días hasta que decidí regresar, mi curiosidad y el deseo me superaban, después de un buen rato de espera se fueron reuniendo los perros, espere a estar todos para comenzar a desnudarme, el calor era bastante sofocante, pero ya no tenía mucho tiempo para seguir esperando.

Había llegado un perro negro, con algunas cicatrices en su cuerpo, bastante grande e imponente, realmente me dio algo de temor, pero a su vez una atracción, aparentemente el jefe de esa jauría o por lo menos el que dominaba al resto, dado que se separan de mi, como ofreciéndome, me acerco, lo acaricie, aunque sentía cierto reparo en él, tenía un aspecto algo agresivo, pero a pesar de eso, me fui brindando, acariciando su cara y dejarlo pasar su lengua por mi rostro.

Estaba bastante transpirada, por el calor, pero a su vez por  la tensión que me embargaba, me coloque parada frente a su carota, y comenzó a lamerme, abriéndome de piernas para ofrecer mi vulva, para sentir sus lamidas, no haciéndose esperar,  una nueva lengua friccionaba mi vagina, que no tardo en cautivarme, además me llamo la atención porque el resto de los perros no se acercaron. Era el macho Alfa, si bien era una suposición, me atraía la idea de que fuese quien lo hiciese.

Mi cuerpo, al percibir su áspero contacto, se fue transportando, la excitación me dominaba, aunque el temor me paralizaba, cuando se acerco el segundo perro, mientras me aplicaban ese sexo oral perruno, al tenerlo a mi lado con algo de cautela, toqué se bulto, notando como su miembro intentaba brotar, me atraía esa situación, desnuda ante estos caninos, y excitada por uno de ellos, hasta que una convulsión me trajo a la realidad..

Pero de pronto vi, que a lo lejos venia alguien a caballo, así que traté de detener ese encuentro, me vestí alejándome con Lola del lugar. Cuando llegue a la casa, me bañé, cenamos y me acosté, estaba bastante cansada, pero sentía  como una seducción por parte del negro.

A mi tía le extrañaba, como me gustaba ir tanto a ese lugar, así que le decía que era muy tranquilo, que me bañaba en el arroyo, jugaba con Lola, y varias cosas más para tranquilizarla.