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Juego en la playa (Parte 2)

en Sexo con maduras

Yo seguía escuchando todas las burradas que decían sobre mi, pensando que no les oía... hasta que decidí parar el masaje, quitarme de encima de ella y dejándola a mitad... me fui a mi toalla, tumbandome 20 minutos mas, y después cogí el bloc de notas para escribirles:

 

- Chicas, ¿Sabeis de algún hotel cerca por aquí para pasar el fin de semana?

 

Cuando leyeron la pregunta, Marta le dijo a Elena si me proponían pasar el fin de semana en su apartamento... total que nos va hacer un pobre chico que no puede hablar ni oír...a lo que Elena contestó con un SI rotundo. Cogieron el bloc y escribieron:

 

- ¿Quieres alojarte en nuestro apartamento? Tenemos una habitación libre, y con el masaje te has ganado la invitación.

 

- De verdad, muchas gracias, pasaremos un gran fin de semana.

 

El plan marchaba de maravilla, ya tenía el fin de semana deseado y aquellas mujeres a mi merced. Me quedé un rato tumbado en la toalla, con los ojos cerrados, y pensando en mi próximo movimiento dentro del apartamento. Al rato se levantaron las dos, con los ojos más brillosos que antes, se notaban la lujuria que llevaban dentro al saber que un chico joven pasaría el fin de semana en su casa. Me hicieron un gesto para marcharnos de la playa, recogí mis cosas y les seguí hasta la casa.

 

Por el camino, escuchaba sus conversaciones, no se cortaban porque pensaban que no las escuchaba, y una de las conversaciones se centraba en la invitación de alojarme en su casa. Marta le decía a Elena:

 

- Nena, ¿estaremos haciendo bien?

 

- Claro que si. Nuestros maridos serán los primeros que estarán en el pueblo haciendo de las suyas. Vamos a vivir nosotras un poco también.

 

- Tienes razón, a mi ver ese paquete debajo del bañador me ha puesto muy caliente.

 

- El chico no nos oye, vamos a divertirnos, a seducirle con nuestras armas pero sin hacer nada más.

 

- Elena tenemos que hacer un pacto, nada de entrar esta noche a su habitación y follarnoslo que te conozco. Juegos los que quieras pero no llegar a ese extremo.

 

- Vale Marta, no debemos parecer dos desesperadas, solo disfrutar del joven a nuestra manera, pero nada de follar y ser infieles.

 

Yo estaba escuchando todo, y aguantandome la risa, pero me encantaba que estuvieran poniendomelo difícil. Me gustaba ver el pacto que habían hecho, y tener el reto de hacerles incumplir las reglas.

 

Cuando entramos a la casa, Marta señaló una habitación, cogió la libreta y escribió:

 

- Este es tu cuarto, solo tiene una cama y un armario pero te apañarás bien.

 

Entré a la habitación, dejé mis cosas, y empecé a maquinar mi plan para ponerlas a prueba... Salí de la habitación y escribí en la libreta:

 

- Perdona Elena ¿Puedo usar el cuarto de baño? Quiero darme una ducha y quitarme la arena de la playa.

 

Elena me guió hasta el cuarto de baño y escribió:

 

- Esta es tu casa, puedes usar lo que quieras cariño (pegándose un repaso con los ojos a ese cuerpo delgado pero sexy)

 

Entré al aseo, cerré la puerta mientras ella se quedaba en el pasillo mirando, y pasé a la acción... Cogí todas las toallas que habían en el cuarto de baño y las tiré por la ventana al patio de luces. Me desnude complemante y me metí en la ducha quitándome toda la arena del cuerpo. Salí de la ducha chorreando y escribí en una hoja del bloc:

 

- No hay toallas en el aseo, ¿podéis entrarme una por favor?

 

Arranqué la hoja y la pasé por debajo de la puerta al pasillo. Me fui de nuevo a la ducha, corrí la cortina y esperé a que una de las dos entrara. No pasaron ni 3 minutos cuando escuché la puerta que se abría. Estaba intrigado de saber quien de las dos, si la rubia o la morena, era la primera en poner a prueba su pacto.

 

- Guapo te dejo la toalla aquí en el lavabo... vaya que tonta si no me escucha. ¿Como va a saber que he entrado y le he dejado la toalla?

 

Entonces cerró la puerta con pestillo, se acercó a la ducha, y metió el brazo con la toalla por un lado de la cortina. Aprovechando ese momento para ponerla a prueba, corrí la cortina entera, y allí estaba Marta con un vestido veraniego a flores, con un escote donde sobresalían sus grandes pechos, y con su melena negra abriendo los ojos como platos ante la sorpresa de verme desnudo completamente.

 

Se quedó inmóvil, con la toalla todavía en la mano esperando a que yo la cogiera, y yo sin coger nada, aguantando unos segundos para que ella pudiera deleitarse más con ese cuerpo joven que al parecer estaba deseando. Marta no quería romper el pacto, pero sus ojos estaban centrados en mi miembro, sin poder dejar de mirarlo. Ahora la que no podía hablar era ella...

 

Estaba sintiendo un calor por dentro, totalmente cachonda por las situación, y los segundos pasaban mientras ninguno de los dos nos movíamos.

 

Al final decidí hacer algo. Alargué el brazo pero lejos de coger la toalla, cogí su mano ante la sorpresa de ella, y poco a poco fuí tirando de ella haciéndola entrar en la ducha. Corrí la cortina de nuevo, y enchufe el grifo, empapándonos los dos mientras caía el agua caliente. Marta no daba crédito pensaba en el pacto y en su amiga, pero su vestido ya estaba totalmente chorreando, la silueta de sus grandes tetas se marcaban perfectamente mojadas en el vestido, y se lanzó a besarme sin pudor alguno. Nuestros cuerpos excitados se juntaron, provocándome una gran erección y quitándole el vestido en menos de un segundo, se quedaba completamente desnuda para mi.

 

Para la edad que tenía, ese cuerpo estaba muy bien cuidado. Su cintura de avispa, sus grandes pechos, su melena morena larga, y su culo algo caído por la edad pero bonito a la vez... yo agarraba todo de ella mientras nos besábamos. Ella intentaba hablar pero sabía que no la escuchaba.

 

Empezó a besarme el cuello, la boca, los pectorales, hasta que decidió bajar y meterse en la boca toda mi polla. Como estaba disfrutando de esa mamada de una mujer madura y fuera de sí. Me venia a la mente su amiga Elena y el pacto, mientras ella estaba en su habitación leyendo... Marta estaba incumpliendo las normas, follandose con la boca al joven sordomudo.

 

Cuando estaba a punto de correrme, saqué mi polla de su boca, y puse a Marta a cuatro patas en aquella bañera. No hacía falta lubricar su vagina ya que estaba chorreando antes de que la penetrara. Cogí su cintura y metí mi polla hasta el fondo, mientras ella soltaba un gemido que casi seguro escuchó su amiga desde la otra habitación. Mi cuerpo daba golpes contra su culo y no podía parar, una embestida tras otra, hasta que me corrí dentro de ella.

 

Marta soltó su último suspiro, muerta después de aquel meneo, y escuché como decía para ella:

 

- No me oyes muchacho, pero me has dejado extasiada. Que bueno joder.

 

Salí de la ducha, cogí la toalla y la libreta, y escribi:

 

- Me ha encantado, espero que no sea el último este fin de semana.

 

Ella salió también de la ducha pero sin ponerse ninguna toalla, desnuda completamente leyó mi nota, pensó en el pacto y escribió:

 

- Uno de los mejores polvos de mi vida, pero Elena no debe saber nada de esto.

 

Me dio un morreo y se fue a su habitación, esquivando a su amiga. El plan había salido perfecto, justo como yo quería, pero ahora faltaba follarme a la otra amiga.

 

¿Lo conseguiría? ¿Incumpliria ella las normas y el pacto? Continuará...