miprimita.com

Evento de Trabajo (5)

en Bisexuales

Le di otro beso y me levanté para ir a la ducha pero antes de entrar en el baño, le dije a  David:

  • Cielo, dos cositas. La primera es que procures no beber mucho hoy, anda… no te vaya a pasar lo de anoche. La segunda es que no te la casques, le dije riéndome y entrando en el baño

Bajé a desayunar con mi jefe. Los temas a tratar los despachamos en media hora o menos, así que me quedé en el restaurante tan tranquila leyendo noticias en el móvil hasta el comienzo de nuestra reunión a las 10.

Los vendedores por su parte, tenían también un pequeño curso de formación de 10 a 12. Luego comeríamos de buffet en el mismo hotel y para por la tarde había dos actividades organizadas. Un grupo, en el que se incluía David, se habían apuntado a una excursión para ver las zonas de rodaje de Juego de Tronos en la isla. El resto y eso nos incluía a Andrés y a mí, teníamos a nuestra disposición un par de yates que nos iban a llevar a una calita cercana para nadar, tomar el sol y por supuesto mojitos. Muchos mojitos.

Por la noche y con todo el equipo ya de vuelta, se había organizado una cena en un restaurante típico que cerraron para la empresa y que estaba al lado del hotel. Para rematar el evento, en la propia discoteca del hotel había barra libre hasta que el cuerpo aguantase. Al día siguiente, viernes, vuelta a casa.

Yo estuve en la reunión de managers hasta las 12, luego comí algo rápido en el buffet y me subí a la habitación. No tenía ninguna intención de irme con los de los barcos pero tampoco quería avisar, no fuera a ser que Andrés se rajase y me jodiera la tarde. Total para lo de la cala se habían apuntado más de cien personas y una más o menos no se iba a notar.

A la una, salían los autobuses hacia el puerto y Andrés empezó a guasapearme preguntando que dónde estaba. Esperé un rato hasta que desde el balcón vi salir los buses para responderle: “Tengo lío, me ha llamado Gloria y tenemos follón con los de la petrolera, iban a firmar la semana que viene y parece que se ha torcido”. Obviamente me inventé un problema con un cliente con el que él no trabajaba y con cuyo responsable de cuenta ni se hablaba, para que no pudiera sospechar.

Esperé media hora más en la habitación revisando cosas en mi portátil y enviando algunos correos a Gloria e inmediatamente salí a hacer una serie de compras de las cosas que iba a necesitar para esa noche. Lencería y condones como mínimo.

Regresé al hotel sobre la cinco o cinco y media de la tarde y no me había fijado antes pero el propio hotel tenía salón de belleza. Entré y pregunté si tenían hora. Hacía mucho desde la última vez, pero hoy me iba a depilar el chichi. No me lo iba a quitar todo, que nunca me ha gustado, pero sí que le iba a facilitar el trabajo a David … o a Andrés.

La cena era a las ocho, así que me puse el juego de suje y tanga que acababa de comprar y un vestidito veraniego, blanco, suelto, corto y con buen escote que había visto en una tienda de la zona. Mandé un whatsapp a Andrés y a David, para quedar en recepción. Quería ir con ellos hasta el restaurante y compartir mesa. David era un cielo y me fiaba de él sino al 100%, al menos al 80 pero más valía no correr riesgos, que se pasase con la bebida, que acabase poniéndose chulito y presumiendo de lo que estaba pasando entre él y yo. Con Andrés no había nada que temer. Si hubiésemos estado en España, con colegas españoles, con lo que sabía de mi y David y lo que se le soltaba la lengua con el alcohol hubiera sido un peligro pero aquí con su inglés y sin un público que le riera las gracias, difícilmente podría ocupar otra mesa que no fuera la nuestra o la de los portugueses.

En la mesa terminamos nosotros tres, un alemán con el que David había congeniado, una noruega muy mona a la que Andrés no quitaba ojo y una inglesa grandona y simpaticona pero que hablaba como una ametralladora. Cómo sabía que David, a pesar de no ser demasiado extrovertido, no tendría problemas con el idioma, yo me senté al lado de Andrés al que además, quería tener controlado.

Durante la cena, no quise tontear con Andrés como había hecho el día anterior, porque no me fiaba de la posible reacción de David, pero cuando bastante pasadas las once, salimos del restaurante e íbamos andando hacia la discoteca del hotel y aprovechando que David iba por delante, hablando de trabajo con el alemán y la noruega me colgué del brazo de Andrés:

  • ¿Te ha gustado la cena? Le pregunté mientras me arrimaba a él

  • No ha estado mal, pero me he quedado con ganas de postre, me dijo mirando con cara de hacerse el interesante y haciendo amago de pasarme el brazo por la cintura, cosa que evité rápidamente con un manotazo para evitar que nadie nos viera.

  • A lo mejor luego te preparo uno. Soy buena repostera, le dije.

  • Ummmm, dijo entornando los ojos y relamiéndose los labios … ¿Te espero luego en mi habitación?

  • No. El postre lo tengo que preparar en la mía y te advierto que no va a ser un postre normal, le respondí riéndome. Estate atento al móvil, yo me subiré pronto pero para que nadie sospeche, tardaré en avisarte. Cuando te avise, vienes.

Se arrimó un poco más y me dio un beso en la mejilla, algo de lo que nadie que nos viera pudiera sospechar. Iba a tardar en avisarle. Iba a llegar cocido e íbamos a comprobar cómo de cierto era que el alcohol no le afectaba al rendimiento.

Al llegar a la discoteca y una vez que vi que Andrés ya se había acoplado, esta vez con mi colega italiana y antes de pedir nada en la barra busqué a David, me lo llevé a un rincón apartado donde Andrés no pudiera vernos:

  • Cariño, esta noche te quiero compensar por el calentón de esta mañana, pero no bebas por favor.

  • Esta noche no quiero beber, sólo quiero comerte, e hizo amago de plantarme un morreo pero me aparté por si alguien nos veía.

  • Esta noche tiene que ser especial, le dije. Me voy a tomar una con mi jefe y luego voy a subir a la habitación. Estate atento a cuando suba, pero espera diez minutos antes de subir tú y procura que no se note, que bastantes líos hemos tenido ya. Vete al servicio, que está en el pasillo de la entrada y al salir te subes directamente.

Me fui para la barra y me pedí un gintonic, me fijé en Andrés y como tenía la copa ya más que terciada, pedí otra para él. Se la llevé y según se la daba sin dar lugar a que me dijera nada, cogí mi móvil y se lo enseñé como diciéndole que estuviera atento al whatsapp. Sonrió y me miró con cara de viciosillo. Busqué a Gilles con la excusa de apartarme de Andrés pero cuando llegué a su corrillo estaba rodeado de otros colegas haciéndole la pelota y como ví que Andrés seguía de parloteo, ahora con los italianos, salí del local no sin antes asegurarme de que David me viera.

Subí a la habitación y me aseguré de que el servicio de habitaciones no había cambiado nada de lo que había dejado preparado durante la tarde. La tumbona de la terraza dentro de la habitación y las dos camas juntas haciendo una cama bastante ancha. Me lavé los dientes y dejé unos cuantos preservativos y lubricante en el cajón de la mesilla que ahora había quedado desplazada a un lado de la habitación al lado de la cama en lugar de su lugar original. Estaba revisando el resto cuando llamaron despacio a la puerta, era David.

Tal como entró, me abracé a él y medio trepando por su metro noventa le planté un beso que deseaba más que ninguna otra cosa en ese momento. Me estaba enganchando de David y eso era algo que no quería que sucediera, pero ahora no tenía tiempo para darle vueltas.

Mientras seguíamos morreándonos lo fui llevando hacia la tumbona que había metido desde la terraza a la habitación y que quedaba entre el baño y la puerta de entrada de forma que al entrar, no se veía. Con David pegado a mis labios, nos sentamos en la tumbona y él empezó a jugar con mis tetas mientras me besaba, bajó los tirantes del vestido y dejó a la vista mi sujetador recién comprado. Se rió.

  • ¿Qué te pasa payaso? ¿No te gusta? Me ha costado una pasta.

  • No cielo… me encanta, pero es que me hace gracia que después de todos estos días, nunca te había visto en suje.

Joder… este chaval me estaba derritiendo. Era y estaba para comérselo.

Con el vestido por la cintura, le fui desabotonando la camisa dejando al aire su pecho ligeramente velludo, bajé la mano y tanteé el paquete. Ya estaba duro. Le desabroché el pantalón para hacerme sitio y así poder tocarle sin tela de por medio. David hizo amago de bajárselo pero le paré mientras le mordisqueaba el cuello:

  • Espera, hoy tiene que ser especial

  • Marta, me matas, me decía mientras buscaba mi boca.

Yo estaba masturbándole muy despacito y aún con el pantalón puesto mientras nos morreábamos y empecé a moderle y chuparle la oreja. David empezó a jadear de gusto.

  • Cariño, hoy me tienes que hacer la mujer más feliz de la Tierra. Hoy quiero que hagas realidad mi fantasía

David se separó de mi. Me asusté. Por un segundo, pensé que mi plan se venía abajo antes de lo previsto, pero me miró con un sonrisa pícara y me dijo:

  • Eres una guarrilla, ¿eh? ¿Con quien te voy a compartir?

Le volví a besar, esta vez de forma más tierna y saqué mi mano de sus calzoncillos para acariciarle el pecho

  • Tu no me vas a compartir con nadie. Cuando volvamos a Madrid ya decidiremos, pero estos días soy tuya y tu eres mio ¿Me entiendes?, le dije mientras le continuaba acariciando. Pero quiero cumplir mi fantasía y si no es hoy, probablemente no pueda hacerla realidad nunca más. Quiero ver cómo otro tío y tú os dais placer mutuamente. Sé que a ti te gusta y a mi me pondrías muy, muy cachonda

  • Pero si ya lo estás, dijo sonriendo mientras acariciaba mis muslos acercando su mano por debajo del vestido hacia mi entrepierna que a estas alturas ya estaba bastante húmeda.

  • Tu aún no me conoces a mi cachonda de verdad, le solté mintiéndole descaradamente porque durante esos dos días David me había vuelto una adicta al sexo. Una adicta a él.

  • Venga vale, dijo David sin poner demasiada resistencia porque me temo que el tema le apetecía mucho más que a mi. ¿Pero quién es? ¿Lo conozco?

  • Es de la empresa, le dije, y casi seguro que le conoces. Estos días has estado con todos ellos.

Me levanté dejando caer el vestido quedándome en sujetador y tanga y le mandé un whatsapp a Andrés: “Te estoy esperando. 337”. Hacía casi una hora que me había subido a la habitación. Con un poco de suerte, Andrés se habría tomado otras dos copas más. Ahora el problema era que viese el mensaje.

Volví a sentarme en la tumbona abrazándome a David y buscando de nuevo su polla sin sacársela, tampoco era plan que entrara el baboso y lo viera con el rabo al aire. A los cinco minutos sonó la puerta.

Llegaba el momento crítico de mi plan. Con David lo tenía algo más fácil. Él sabía que iba a entrar otro tío pero me imagino que pensaría que iba a ser algún guiri al que como mucho conocería de vista. Con Andrés todo eran suposiciones. Toda la información que tenía era que le gustaba el porno gay y bisex y que aparentemente usaba los servicios de prostitución de locales especializados en travestis, chicos y parejas, pero no tenía ninguna certeza de que al encontrarse con David, un compañero de trabajo, en la misma habitación no fuese a salir pitando. A lo mejor los servicios del local que había descubierto Gloria eran para alguno de sus clientes. Quizá las pelis porno que vio en el hotel de Barcelona fueron simplemente producto de la curiosidad y nada más.

No había tiempo para cábalas. Besé tiernamente a David y soltando su polla que asomaba por encima del calzoncillo, me levanté a abrir.

Me importaba tres narices que hubiese alguien en el pasillo y abrí en sujetador y tanga. Allí estaba Andrés que se quedó blanco al verme medio desnuda. Le cogí del brazo y tiré de él hacia mi para meterlo en la habitación mientras le plantaba un morreo que le calentara lo más posible y le impidiese hablar.

Al cerrar la puerta de la habitación, Andrés quedó de espaldas a la tumbona de forma que no veía a David, pero este, aunque lo veía de espaldas supo quien era. Mientras besaba a Andrés abrí los ojos para fijarme en David. Estaba con la boca abierta, sorprendido y probablemente bloqueado, pero aparentemente no asustado. Primera prueba superada.

Sin dejar que Andrés se girase, eché mano a su paquete. Tenía serias dudas de que a su edad, después del vino de la cena y de las tres o cuatro copas (mínimo) que se habría tomado, aquello reaccionase, pero lo hizo. A ver… no tenía la consistencia de David pero allí había tema. Mientras le magreaba, le fui desabotonando el pantalón y metí la mano para cogerle el rabo directamente. 

Coño… si las pollas tuviesen tallaje como la ropa, Andrés gastaba como poco un par de tallas más que David. La tenía morcillona y por mucho que él presumiera, yo no descartaba que no llegase a ponérsele dura del todo pero el tío estaba cachondo. Se la saqué por la bragueta para meneársela por fuera mientras seguía morreándole. Él empezó a amasarme el culo con una mano y una teta con la otra. Sin dejar que se girase, dejé su boca y me fui a por su oreja para susurrarle:

  • Te dije que iba a ser especial ¿Verdad? Te he preparado un postre que me ha costado mucho tener listo.

Entonces llegó el momento de la verdad.

Hice que Andrés se girase lentamente, mientras seguía con su rabo en mi mano por fuera del pantalón y empecé a morderle en el cuello cuando vio que no estaba solo y que el que estaba en la tumbona era su compañero de trabajo, David, que a esas alturas se había sacado la polla y estaba masturbándose mientras nos miraba.

Andrés no dijo ni pío. Se quedó embobado mirándome, probablemente flipando de que su jefa fuera una viciosa, pero también, y eso a las tías no se nos escapa, mirando la polla erecta de David algo más pequeña que la suya por cierto, pero también mucho más dura.

Segunda prueba superada. Ahora solo había que dejar que fluyera el amor.

Me agaché delante de Andrés, le solté el cinturón y los pantalones cayeron solos. Los calzoncillos eran de marca, no me espera menos, y tiré de ellos hacia abajo. Acerque mi cara para posarla sobre el paquete mientras le levantaba la camisa. 

Lo de la marca de la ropa interior no me sorprendió pero que estuviese depilado si. A ver, no estaba afeitado pero tenía todo el vello púbico recortadito y esto era el mundo al revés: el jovenzuelo peludo y el maduro depilado.

Empecé a lamerle la polla y aprovechando que tenía los huevos sin pelos, a chupárselos también. Andrés empezó a respirar más fuerte y a quitarse la camisa. Su trasto empezó a levantarse y me lo metí en la boca. A este le costaba más ponerle a tono que al otro, pero hice lo que pude para darle una mamada que no olvidase. Miré para arriba buscando su mirada pero no la encontré: estaba embobado mirando cómo David se hacía una paja mirándonos.

Me la saqué de la boca cuando ya se le había puesto dura y aproveché que estaba de rodillas para quitarle los zapatos y los calcetines y arrastrar el pantalón hacia afuera. Andrés estaba completamente desnudo. Me levanté y de la mano lo llevé hasta la cama. Se sentó. Con la mano le indiqué a David que se nos uniera, lo que hizo a toda velocidad mientras se despojaba de toda la ropa y se sentaba al lado de Andrés también en pelotas. Yo estaba en frente de ellos, de pie. Me quité el sujetador y me acerque a ellos para que cada uno me chupase un pezón. Mientras con cada una de mis manos empecé a masturbarles a la vez.

Andrés aprovechaba para sobarme el culo buscando mi coño con la mano. Les solté las pollas a los dos y me quité el tanga. Vi que David se sorprendió al ver que el matojo había desaparecido y sólo me había dejado una tirita de vello muy corto en la parte de arriba, pero antes de que reaccionase me giré hacia Andrés, le cogí del cuello e hice que su cara se apretase contra mi entrepierna. Su lengua no tardó en salir buscando mi vagina.

Me subí en la cama y me tumbé boca arriba, abrí las piernas invitando a Andrés a que me lo comiera en condiciones y puse a David de rodillas a la altura de mi cabeza para poder chupársela mientras tanto. No perdía detalle de Andrés, que miraba constantemente como le comía la polla a David y en una cosa tenía razón: la experiencia es un grado. La comida que me estaba haciendo superaba con mucho las de David, que mira que eran buenas. Su lengua frotaba mi clítoris de arriba a abajo y a ratos paraba para lamerme los labios vaginales. Subía, succionaba el clítoris un momento y continuaba con el lengueteo. Aguanté muy poco, me saqué la polla de David de la boca y con la manos presioné la cabeza de Andrés contra mi coño mientras alcanzaba un orgasmo glorioso.

Andrés se subió a morrearme pero teníamos la polla de David a un palmo porque había estado chupándosela hasta hacía un momento así que después de besar a Andrés en plan guarro con mucha lengua, y sujetándole por la cintura para que no se me escapase, me puse en cuatro para seguir chupándosela a David. Andrés tenía su cara pegada a la mía mientras yo chupaba y no perdía detalle de la mamada, era el momento clave, me saqué la verga de David de la boca y con la mano se la ofrecí a Andrés. Ni me miró a la cara. Le cogió la polla a David con la mano y se la metió en la boca sin miramientos. Me erguí en la cama para besar a David mientras Andrés se la mamaba y le susurré al oído: “ni se te ocurra correrte aún”. Me puse detrás de Andrés para abrazarle y besarle por la espalda y con mi mano cogerle la polla y pajearle suavemente. Sin soltarle el rabo, continué besándole por la espalda bajando cada vez más hasta que llegué a su culo, que empecé a mordisquear en las nalgas. Le separé la piernas para poder acceder a su polla desde atrás y besarle los huevos que le balanceaban mientras él seguía mamando. 

Me armé de tripas corazón pero le iba a hacer algo que intuía me iba a dar mucho asco, pero en vista de lo placentero que fue cuando me lo hizo David a mi, decidí probar. Tenía que llegar hasta el final con Andrés.

Empecé a chuparle el ano intentando repetir lo mismo que David me había hecho a mi el día anterior y debí de hacerlo bien porque Andrés se sacó la polla de David de la boca y bufando dijo las primeras palabras desde que entró en la habitación: “¡¡Sigue así, zorra hija de puta!!”.

Vi que David ponía mala cara y le hice una mueca para que no dijera nada. Andrés se comportaba como en los burdeles que solía frecuentar y eso era lo que yo buscaba. Pero David se vengó, metiendole la polla hasta el fondo mientras le sujetaba la cabeza. Creo que la venganza le gustó a Andrés que seguía babeando y jadeando. Yo decidí ir un paso más allá y después de estar jugando con mi lengua intentando penetrar su culo, alargué el brazo hasta la mesilla para coger el lubricante. Le puse un buen chorro en el ojete y ataqué con mi dedo medio, Andrés hizo una mueca de dolor alzando la cabeza pero en ningún momento dijo que parase así que empecé a follarle con el dedo, y él siguió jadeando y volvió meterse la polla de David en la boca mientras yo hurgaba con mi dedo dentro de su culo y le seguía pajeando para que no perdiese el calentón.

Le hice una señal a David para intercambiar posiciones. Yo me abrí de piernas para que Andrés me chupase el coño de nuevo mientras David se puso a chuparle el ojete a Andrés. La lamida volvía a ser espectacular y me empecé a calentar de nuevo pero llegaba el momento, y mientras Andrés estaba concentrado en comerme el coño le hice una seña a David para que se la metiera.

David alargó el brazo para coger el lubricante y un preservativo, se enfundó la verga y le puso un buen chorro de lubricante tanto al culo de Andrés como a su polla. Andrés iba a tener suerte: en este caso, el tamaño sí importaba.

David empezó a metérsela a Andrés, que después del trabajo previo estaba más que preparado. Yo, temiéndome que Andrés se rebelase, me levanté y empecé a morrear a Andrés mientras David empezaba a metérsela y por cierto, sin ninguna queja por su parte. En ese punto me dí cuenta que no era la primera vez, ni mucho menos que Andrés hacía este tipo de cosas. Yo le daba lengua a Andrés mientras este bufaba con las embestidas de David. Me levanté a besar a David y a recordarle que no podía correrse. Volví a agacharme a morrear y a meneársela a Andrés que seguía gozando con la follada y que con mi cara a pocos centímetros de la suya me dijo:

  • Eres mucho más puta que las putas a las que pago. Ponte debajo que te voy a destrozar el coño con una polla de verdad no con la mierda que tiene este.

  • Quiero gozar de tu pollón como debe de ser, no mientras te sodomizan, cerdo. Le dije

Ni en mi sueños más raros me hubiese imaginado a mi misma hablando así y mucho menos haciendo lo que estaba haciendo que por otra parte y sinceramente, no me estaba gustando demasiado, pero tenía que llegar hasta el final con Andrés.

Le hice una señal a David para que se saliese del culo de Andrés y le dí la vuelta para que quedase tumbado boca arriba. Me tiré a chuparle la polla y ponérsela bien dura, pero el alcohol hacía mella y aquello estaba a medio gas, en cualquier caso iba a intentarlo. Me levanté a por un preservativo y cuando volví, David estaba continuando con mi mamada.

Debe de ser verdad eso que dicen de que los tíos la maman mejor, porque sin llegar a dejar la polla de Andrés tiesa como un palo, para metérmela, con un poco de maña, estaba. Le enfundé el condón y me senté a horcajadas sobre Andrés. Yo estaba empapada y a pesar de que Andrés no la tenía dura del todo, con un poco de ayuda con la mano, me entró. Me puse a cabalgar sobre él apoyándome en su pecho. Me fijé que Andrés miraba alternativamente hacia su polla que entraba y salía de mi coño y hacia la polla de David que a esta alturas se estaba pajeando a nuestro lado.

Andrés empezó a jadear mucho más fuerte. Se iba a correr y ya no me corté, le dije a David que se corriese. El pobre llevaba aguantándose toda la noche y por la mañana le había dejado con todas las ganas, así que no tardó ni un minuto en empezar a soltar su ración habitual de lefa, incrementada si cabe por las circunstancias. La leche se derramó sobre el pecho y la cara de Andrés que no dudó ni un instante en relamer lo que podía mientras la cara se le desencajaba y él mismo empezaba a correrse dentro de mi. Con condón evidentemente.

Yo no me había corrido, ni falta que me hacía. Andrés estaba exhausto y ahora era más que evidente su estado de embriaguez y vi que David no sabía muy bien qué hacer, si quedarse conmigo, si marcharse o qué.

Me levanté, fui al baño a coger un albornoz para mi y una toalla que le arrojé a Andrés para que se limpiara los restos de semen que aún tenía en el pecho, el cuello y la cara. Les dije que se vistieran. Vi que David puso cara de circunstancias. Le hice una señal para que se fuera y que ya le llamaría. A Andrés ahora se le notaba mucho más el alcohol, se me acercó y me dijo balbuceando:

  • Me encanta tener de jefa a una puta de primera clase. Esto lo tenemos que repetir y con el chavalín si quieres, pero la próxima vez te voy a romper el culo, zorra.

  • Vístete. Ya hablaremos y vemos como y cuando lo repetimos le dije a la oreja

Andrés y David se vistieron y salieron de la habitación.

Según se cerró la puerta, salí corriendo a la terraza a retirar la cámara de video que había dejado grabando allí, no fuera a ser que David saliese antes y la viese desde su terraza. Cogí la cámara y vi que llevaba casi dos horas de grabación. Había funcionado. La apagué y busque las otras dos cámaras que había colocado esa tarde. Una en el armario y otra en una estantería detrás de una planta artificial que había en la habitación.

Las tres aparentemente, lo habían grabado todo.

Esa tarde además de comprar lencería, había ido a una tienda de electrónica de la zona y me había comprado tres cámaras deportivas de una conocida y reputada marca. El chico que me atendió me las dejo configuradas con tarjetas de memoria capaces de grabar varias horas en alta definición, los leds desactivados para que no se viesen parpadeos en la habitación y en el modo apropiado para grabar en interiores con poca luz. Me dejé casi dos mil euros en la tontería pero había valido la pena.

 

Continuará