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La Feliz Familia Weasley I

en Parodias

Hacía ya años que la segunda guerra mágica había acabado. Todos los hijos de la familia Weasley habían formado sus familias, ahora Molly se pasaba todo el día cocinando o cuidando de sus múltiples nietos. La vida de la familia pelirroja siempre había sido muy hogareña, pero a veces Arthur recordaba como era su vida antes.

El Señor Weasley se había criado en esa misma casa, pero desde pequeño su hermano Bilius se volvió loco al ver a un gran perro vagabundo y eso le hizo perder su magia. La casa en ese entonces era solo una cabaña y no estaba tan ampliada mágicamente como ahora. Su padre, Séptimus, le había dicho que la familia era de sangre pura pero que no debería de juntarse con personas como los Malfoy. Esas explicaciones, para él no tenían sentido, al fin y al cabo, su padre se casó con una Black.

El pequeño pelirrojo creció amando mucho a sus padres hasta que su madre lloro por llevarle a Hogwarts. Allí, le fue bien no sobresalía en nada y era mediocre en todo, pero con los años su cuerpo se fue volviendo más alto, más fuerte y su pelo se fue acortando. A pesar de carecer de belleza física, si es verdad que a los dieciséis algunas chicas de su edad le miraban con deseo. Con el tiempo, su madre le hablo de sexo y fue un tema que le apasiono también vio que los muggles estaban muy avanzados en el arte sexual y Arthur decidió imitarlos.

Una vez en su sexto año, conoció a la que sería su amor, la joven Molly Prewett, una estudiante de su misma casa, pero de un año menor que él. La joven llamaba la atención en el colegio no solo por sus dotes mágicos elevados sino por poseer una belleza envidiable.

La muchacha era de estatura mediana no, el pelo era rojizo opaco estilo cobre y lo llevaba normalmente en una coleta. Su cara era simpática y alegre, aunque tenía mal humor constante. A pesar de ser antipática con la mayoría, muchos hombres buscaron cortejarla, no por su magia. Sino por la combinación de unos muslos atléticos, unas labios rojos y carnosos, un culo que se podría definir como una pelota antiestrés gigante que podrías apretarlo y seguir siendo inmenso y unos pechos ocultos tras su túnica que ya comenzaban a asomarse. La mayoría de los chicos ni siquiera podía mirarle a los ojos castaños al verla.

El día que la conoció fue bastante bonito, él estaba sentado en un árbol, cerca del bosque cuando un hechizo rojizo le paso rozando e incendio un árbol cercano, raudamente se levantó y apago el incendio con un encantamiento. Fue a ver qué pasaba y pude ver como la joven pelirroja se batía a duelo con una mujer alta y castaña de séptimo. La lucha estaba desigualada pero la muchacha intentaba hacer todo lo posible. Un encantamiento cortante le desgarro la túnica y sus pechos saltaron del sujetador, la muchacha se rindió, pero los hombres que presenciaban la escena empezaron a piropearla de formas no muy sutiles, algunos incluso se pajearon viéndola. La chica no podía realizar el encantamiento reparador con todos esos sujetos alrededor. A sí que procedí a correr hacia ella, la cogí en hombros con sus pechos sobre mi brazo y la llevé a un aula vacía.

La pelirroja sollozo, creyendo que iba a ser víctima de una violación lo cual no sería de extrañar. Pero la descargue allí y repare su túnica. Iba a abandonar ese sitio cuando una voz se alzó sobre mi hombro.

 -¿Por qué me has ayudado?-dijo la joven entre sollozos.

Me giré y pude verla, con el escaso maquillaje corriendo por su bella cara, me dio pena, aunque seguía siendo una mujer preciosa.

-Te ayude a escapar, tu habrías echo lo mismo por otra persona-dije claramente-Ahora me podrías contar que te sucedió.

La joven asintió y luego conto su historia.

-Estaba estudiando herbología cuando un chico rubio se me acerco, él se sentó a mi lado y me enseño mucho sobre plantas medicinales al rato, me dijo que su conocimiento debería de ser recompensado y el se me abalanzo y empezó a sobarme mis pechos, los tocaba como si solo fueran balones, los estrujaba y llego a chupar un pezón cuando una chica rubia y delgada de tu curso se ensaño conmigo. Me dijo furcia y yo la convertí en un sapo, al rato una amiga suya vino, desconvirtió a su amiga y empecé con ella una pelea, me acuso de intentarle quitarle el novio a su amiga y yo la llame frígida- y así concluyo la historia.

-¿Sabes quién es esa joven con la que te batiste?- dije a lo cual me dijo que no- Era Bones, Amelia Bones.

La joven me miro con miedo en la cara. Amelia era muy hábil en todo como ella misma había comprobado, era rica y de buena familia. Su cuerpo aún no se había desarrollado demasiado, pero seguía estando muy buena. Molly parecía                                                                 meditar sus opciones y me vio y supo que hacer.

-Arthur me haces un favor-dijo la pelirroja poniéndole ojitos.

-Ya sabes. Tienes que pagar un precio por cada favor, usa tu valentía chica-dijo el chico alegre imaginándose.

-Yo había pensado en que seduzcas a Bones, con ella puedes practicar y luego ya conmigo sabes que hacer-dijo ella riéndose.

Pufs. Estaba poniéndome a punto, esa chica me ponía muy cachondo, pero decidí hacerle caso. Me pase varios días siguiendo a Bones y a Abbott hasta que un día la castaña me paro y me dijo que hacía siguiéndola. No pude contra su interrogatorio y confesé. La niña se asustó y me dijo que tendría a Molly a cuatro patas y con sus pechotes balanceándose delante del caldero en una clase de pociones. Todas las chicas conseguían ponerme cachondo eso me venía de familia seguro. Acorde un plan con Abbott y Bones y lo llevamos a cabo.

Después de una semana de mi encontronazo con Amelia, pude ver como ambas se peleaban otra vez con Molly y para reírse le hacían encantamientos agrandadores. Cuando estaba normal de nuevo, un certero hechizo impacto en sus tetas y estas al hincharse mágicamente rompieron la camiseta. Ambas muchachas se reían a carcajadas, pero Molly aun avergonzada envió el mismo hechizo a sus dos enemigas provocando el mismo efecto. Ahora las tres avergonzadas de enseñar carne, se fueron al baño del tercer piso donde habitaba el fantasma. Allí empezaron a vestirse y volverse a la normalidad. Yo estaba escondido en un baño y pude ver como Amelia y Abbott empezaban a besarse y a hacer cosas de índole homosexual mientras Molly se empezaba a tocar sus enormes tetas al verlas.

Ambas mujeres suspiraban de deseo al verse las unas y las otras, las otras dos chicas empezaron a besar a Prewett hasta que la acorralaron en un baño. Empezaron a amasarle los senos, a besarla a despeinarla hasta que fruto del placer las piernas de la pelirroja no resistieron el avance y se inclinó por su primer orgasmo. Rápidamente ambas chicas cerraron la puerta y la dejaron ahí encerrada, sin saber el destino que le deparaba.

La pelirroja una vez recuperada intento abrir la puerta, pero nada. Luego intento usar sus sentimientos como magia como había visto hacer a niños mayores, pero nada. Se sentó en el cuarto de baño y vio algo que no había visto ante ella. Su salvador ahora se encontraba semidesnudo en un ínfimo espacio y dispuesto a empalarla. Molly se fijo en lo que abultaba el bóxer negro del chico. Aun siendo inexperta podía percibir el tamaño de esa herramienta. Si bien no era muy larga parecía ser una zanahoria, pero con el ancho de una barra de pan. Giro la mirada al darse cuenta de que sus mofletes se habían teñido de carmesí y de que, aunque evitara mirar fijamente esa cosa, su mente la traicionaba.

Arthur no se levantó, sino que permaneció recostado en la pared del baño agarro su bóxer y se lo quito ante el horrorizado grito de la chica encerrada en el mismo sitio. Molly cerro los ojos evitando la tentación. Pero con voz autoritaria, ordeno.

-Abre los ojos, ves esto-dijo mientras meneaba su pene- esto te dará placer mujerzuela.

Molly se asustó al oír eso, el joven amable que ella conocía ya no estaba frente a ella. Este nuevo joven solo quería su cuerpo, era un lobo hambriento, solo carne solo su propio placer. Con temor, la pelirroja abrió los ojos y observo lo que había delante. La cabeza rechoncha la miraba con lujuria mientras de su único ojo salían lenta, pero de forma continua algunas gotas de un líquido que se iba extendiendo por toda su longitud. Ante esa vista noto como si su cuerpo reaccionara, un cosquilleo silencioso se extendió por todo el cuerpo, el vello se erizo y sus amplios pezones se oscurecieron y se empitonaron.

Arthur pudo ver como la simple visión de un falo ponía cachonda a la chica. Vanidoso todavía le pidió que la tocara. Molly acerco la mano por temor, pero tras tocar esa carne y notar las rugosidades de los vasos sanguíneos dilatados, la esponjosidad del glande y la facilidad con la que su mano movía la piel gracias a la humedad del lubricante natural empezó a notar que esos movimientos de vaivén parecían ser naturales en ella. Llena de emoción continuo con el masaje. El pelirrojo noto como la chica aumentaba la velocidad y la firmeza de su agarre eso le inspiro a pensar que la chica había descubierto algo nuevo en su propia calentura.

Buscando mofarse de ella, le retiro la mano bruscamente. Ella parecía atemorizada al ver que no le agrado su masaje. Arthur puso una falsa cara de dolor y la chica parecía avergonzada de haberle provocado dolor en una zona tan sensible. Buscando redimirse, la joven se empezó a desnudar. Primero mostro sus amplias nalgas y sus rechonchas tetas y permitió que vislumbrara la pequeña rendija de su vagina a través de su tanga.

El pelirrojo fingió sorprenderse ante la actitud de su chica. Poco después se oyó el sonido de una cremallera bajando y un suspiro de Arthur. No se podía ver qué hacía Molly desde esa posición, puesto que la túnica cubría su brazo, pero se podía intuir por sus movimientos rítmicos y por la expresión. Si todavía quedase alguna duda, se habría despejado cuando la pelirroja se dirigió hacia la entrepierna del chico con la boca abierta y comenzó a mover la cabeza adelante y atrás lentamente, mientras el pelirrojo le agarraba lo que podía de su larga cabellera cobriza. Arthur alucinaba ante la reacción de la que antes consideraba la chica más estrecha del colegio. La lujuria de ver un miembro y de poder domarlo era demasiado para ella y eso no podía ser desperdiciado por Arthur.

Si sigue así, puede llegar a ser una gran bruja, señorita, pero debe saber que lo que tiene entre manos no es una varita- dijo pomposamente Arthur imitando al prefecto de Slytherin y burlándose del tamaño de su miembro.

Se escuchó el sonido de la salida de la boca, y tras un pequeño sorbo, la pelirroja respondió.

Vaya, siento mucho la equivocación, profesor Weasley -dijo mirándolo con los ojos muy abiertos y con voz de inocencia exagerada-. ¿Debería dejar de chupársela entonces? - Esa actitud puso más caliente si es que se podía al chico, esa voz de típica niña estudiosa y de bien, pero semidesnuda y con ese par.

Toda la respuesta fue agarrarle suavemente la cabeza con una sonrisa y volver a dirigirla hacia el interior de la túnica. La muchacha no se resistió, y retomó el ritmo bajo el vientre de su amante.

Los minutos que siguieron estaban volviendo loco a Arthur. Se podían escuchar los gemidos de ambos y los sonidos del ir y venir de la polla del pelirrojo en la boca de la hembra. Le sorprendía que su amiga se desenvolviese tan bien en esa situación, y no pudo evitar preguntarse con quién había practicado.

Transcurrido un tiempo, la pareja decidió que necesitaban algo más fuerte. Mientras se besaban, le quitó la túnica y lo empujó para ponerlo de espaldas contra la pared. Levantó su falda el tiempo justo para agarrarle el pene de Arthur y dirigirlo a su interior.

Un segundo después disfrutó de la visión de Molly cabalgando a su compañero como jamás se habría imaginado. Su amiga no tenía en esos momentos ni un ápice de la timidez que se le atribuía. Montaba a su semental con una furia tremenda, con suaves movimientos de cadera seguidos de largas galopadas y gimiendo tan alto.

¡Estas son mis lecciones favoritas! ¡Ah! ¡Aahh! ¡Jamás pensé que el sexo fuera tan placentero! Soy una zorra

Jo-der... la-suerte que he tenido... -intentaba decir Arthur, apenas sin aliento-. Cómo la ch-chupa, cómo foohh..lla, y menudo par de...

Molly lo hizo callar con un beso con lengua, devorando la boca de Arthur. Cuando decidió que ya era suficiente y se levantó, paró de moverse.

Si quiere ver mis pechos va a tener que ponerme una buena nota, -dijo mientras los acariciaba sobre la ropa y daba una rápida cabalgada-. Si -cabalgada- se -cabalgada- porta -cabalgada- bien... -cabalgada-. Puedo llegar a ser muy puta -acabó, metiendo en su interior todo lo que pudo de Arthur-. ¡Oh, ohh! ¡Ooohhhh!

Molly se indignó mentalmente ante su poca sutileza y lo bien que se le daba el sexo. Era como una danza en el que ella sabía cuando hacer cada movimiento y su cuerpo desarrollado funcionaba a la perfección. Su cara de espanto se convirtió rápidamente en una expresión de lujuria. Sacó el miembro de Arthur de su interior, a pesar de sus quejas, y se dirigió a la punta del lavabo más cercana a donde estaban sus captoras riéndose, esa risa de esas tejonas todavía se escuchaba. Molly pensó, les voy a dar material para que se toquen las pedazo de zorras.

Me gustaría que me enseñase más. Ahora le toca a usted demostrarme de lo que es capaz un hombre con una gran varita -dijo, poniéndose de rodillas y apoyando las manos en el colchón.

La expresión de Arthur al ver cómo Molly le entregaba su trasero de esa manera no tenía precio. Se pudo ver su felicidad al levantar la falda y agarrar las caderas de la chica. La atrajo todo lo que pudo hacia así y no dudó ni un momento en meterla en ese agujero que a estas alturas debía estar empapado. Arthur pudo recordar momentos pasados al observar las dos montañas que Molly portaba en su pecho. El tamaño que se intuía a pesar de estar cubiertos por un sujetador, camisa y jersey era descomunal pero ahora al verlos al natural, desde luego era mucho más placentero. Sólo con ver lo bien que aguantaban sus prendas ante las embestidas ya habría valido para volver a tener una erección, pero cuando dejó de atender únicamente al escaso movimientos de los pechos y se fijó en la cara de Molly, se excitó todavía más que antes.

Estaba colorada por el esfuerzo, gemía y disfrutaba cada vez que Arthur se la metía hasta el fondo, pero no paraba de ver hacia el lugar donde estaban escondidas sus dos enemigas. Además, no sólo miraba hacia esa esquina, sino que parecía ver directamente a los ojos, con una expresión seria que parecía un reto, o quizá una burla por estar masturbándose de forma patética mientras su mejor amigo se follaba uno de los coños más preciados de Hogwarts y no era el suyo

Durante los quince minutos que siguieron, Molly sólo dejó de ver a los ojos para cerrar los suyos propios cada vez que se corría. Parecía disfrutar ante la idea de humillar a sus rivales, las cuales veían cómo Molly gemía cada vez más fuerte y se agarraba con una mano uno de sus enormes pechos y la mano de Arthur disfrutaba del otro a través de la ropa. Llegó un punto en el que todo parecía a punto de estallar, y Molly olvidó su rol de alumna para gritar, con Arthur dándole cada vez más duro a su espalda.

¡¿Esto es lo que querías?! ¡Ohh! ¡¿Es lo que llevabas esperando tanto tiempo?! ¡Mmm! ¡Ya lo tienes! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ahhh! -Molly no podía más, notaba las venas de la polla de su novio hinchándose.

Tras eso primera vez tan bella, siguieron otras muchas, ya no era el típico niño en el colegio que no se metía en líos. Sino que ahora era afortunado por tener de noviazgo a semejante bruja. Los chicos y chicas lo admiraban. Pero la admiración duro poco, a finales de su 2 año fuera del colegio, la dulce chica empezó a engendrar al primero de una larga estirpe. La chica que amaba, la tetona que consumía su deseo se convirtió en un conejo y después en una ama de casa.

Desde hacia años, Molly no quería sexo y el todavía seguía teniéndole ganas. Ahora era mas madura por supuesto pero el deseo de meter el miembro en caliente hizo que Arthur cometiera muchos errores. El primero de ellos fue pensar que hacerlo con otra mujer le saciaría lo suficiente, pero solo consiguió aumentar su propio vicio.

Con la edad, el pelirrojo había pasado de sexo duro con su tetona a machacársela a pajas pensando en las amigas de sus hijos, y ya finalmente en las novias de sus hijos. Pero lo peor todavía estaba por llegar.

2

Deshojando una flor

Con el tiempo Arthur se había olvidado del sexo, le importaba mas su trabajo al que por cortesía de que sus amigos de la orden ostentaban cargos superiores el ahora era mejor tratado, le pagaban mejor. Sin embargo, eso pronto hizo que el pelirrojo se volviera un poco mas egocéntrico. A ojos de la familia, por fin el talento de su padre era aprovechado para bien, pero para el padre, el único talento en el que sobresalía era el de usar su pene.

Las mujeres de su edad que trabajaban en el Ministerio en cargos altos, eran sometidas por él, cada semana. El era un mandado, si la jefa quiere un café pues un café. Si quiere sexo sexo. Primero fue Amelia Bones, la jefa de aurores con quien tenia cuentas que arreglar desde su incidente con Molly. Esa primera vez se sintió mal de ponerle los cuernos a su rechoncho flan, pero el cuerpo entrenado de la auror fue demasiado tentador para un hombre que estaba en la mitad de su vida. Primero fue Bones, luego Abbot y así poco a poco todas las mujeres de su generación fueron cayendo en sus garras.

El sexo con ellas era extraordinario y al contrario que su esposa, esas mujeres conservaban sus cuerpos en estado semiperfecto. No era que Molly no tuviera una figura envidiable, pero con la edad la pelirroja había engordado en cada embarazo, su culo seguía siendo firme, pero ahora era menos atlético y mas ancho y gordo, eso suponía que al montarla ese trasero ya no pareciese lo mismo que antes, ahora era una prolongación achatada de su abdomen. Pero sin duda su pecho se llevó la peor parte, lo que antaño fue redondo y estilizado, de pezón punzante ahora eran dos melones todavía mas grandes, al palparlos eran mas blandos y ya no le dolían al rebotar, pero su esplendor se vio mermado. Por el contrario, las mujeres que habían tenido un embarazo o ninguno eran impresionantes.

La madre de Hannah Abbot era una madura rubia de pecho plano y culo pequeño pero atlético, muy similar a su hija, pero sin su timidez. Esa mujer había compartido baño en plena madriguera en la boda de su hija. Fue paradójico, mientras su hija se casaba y se juraba amor eterno, su madre gozaba como una perra en celo apoyada contra el espejo, ese polvo fue estupendo y lo mejor vino después cuando decidieron hacerlo en el cuarto mientras Molly dormía. No se había enterado de nada, porque la rubia reprimía muy bien su placer, pero los chorros que manaban de su coño mancharon toda la ropa de la pelirroja e incluso llego a cambiarle su tanga mojado por el tanga mucho más ancho de Molly.

Las frases que se le venían a la cabeza fueron:

¡No te asfixias cuando te cabalga! O menudos pechos tiene la vaca.

Esas expresiones fueron repetidas por sus amantes cuando se referían a Molly, le dio asco que esas zorras criticaran a su esposa, pero eso le hizo recordar momentos pasados y eso le ponía mucho más cachondo.

Sin embargo, lo peor vino en el cumpleaños número quince de su nieta más querida. La niña de los Potter, la pequeña Lily ya no era una niña, era una mujer. Una mujer que había combinado la belleza de sus abuelas y de su madre. Era una mezcla explosiva y Arthur sabía que solo era cuestión de tiempo para que alguien fuera y disfrutara de ese cuerpazo. A veces pensaba en las tradiciones de los sangre pura, en como el miembro más antiguo de la familia debía desvirgar a las pequeñas.

Lily Potter era una adolescente con cara de niña pequeña, pelo pelirrojo con coleta al igual que todas sus primas, su cuerpo era delgado y con piernas atléticas como su madre, los pechos los había sacado de su abuela materna. La chica tenía unos pechos más grandes que los de su madre y eran demasiados firmes. La pequeña llevaba siendo famosa por sus pechos desde su segundo año en el colegio. La chica se reía de todos y además utilizaba sus pechitos para conseguir lo que quería con sus padres y sus hermanos. Era una mimada por sus padres y por su única abuela, a él le daba igual porque tenía muchas nietas atractivas y aunque la pequeña flor era una versión mas buena que todas las pelirrojas que había tenido en su vida. No iba a follarsela, ya tenía a Molly y a todas sus amantes.

Como ya hemos dicho, era el cumpleaños de la chica y todos los invitados iban llegando. Pero ese día llego una invitada que no debería estar aquí, la mujer mas poderosa que conocía, estaba allí acompañando a su sobrina Susan. Si, Amelia estaba en el cumpleaños de su nieta. Se sentó al lado de su hijo Percy y cerca de la pareja Weasley.

Mientras Amelia, hablaba con su hijo mas soso, ella posaba sutilmente la mano sobre la entrepierna del pelirrojo mas mayor, tras adueñarse de su falo y empezar a ponerlo tieso, la fémina le hablo al oído.

-Te gusta Arthur. Te gusta como mi mano se desliza sobre ese falo que tanto me gusta-dijo la mujer.

-Amelia, por favor esto está mal-dijo el pelirrojo intentando convencerla de que soltara su pene.

La mujer pareció entrar en razón y silenciosamente le pidió perdón, pero riéndose le saco el pene. Arthur procedió a encerrarlo en su celda, pero ya la madura pelirroja había vertido sobre su copa un profundo afrodisiaco. Todo trascurrió normal hasta que por la noche la presión de su pantalón empezó a hincharse sin una explicación normal y cada vez hacia mas calor. El calor fue sofocante cuando cada vez que intercambiaba palabras con una de sus familiares solo pensaba en quitarles los vestidos y follarlas contra la mesa. Era vergonzoso a sin que se retiró rápidamente a su cama. En ese momento de suma excitación y ver que no se le bajaba la erección pensó en llamar a Amelia, pero el orgullo le pudo más.

Estaba azufrado de calor cuando en la habitación de enfrente se escuchó un gemido, Arthur salió en calzones y con la verga enhiesta y pudo ver al frente como su pequeña sobrina se insertaba la varita en su pequeña vulva. La vagina carecía de vello, solo en algunos puntos se podían apreciar los pelos pelirrojos mas similares a los de un melocotón. Eso puso muy caliente a Arthur, pero se dio cuenta de que, aunque su nieta parecía no soportar el gozo el no escuchaba nada.

Su mente trabajo rápidamente. Un encantamiento silenciador. Debido a la edad de su nieta, debería de ser bastante flojo, así que se concentró en su poder mágico y logro escuchar los berreos de la joven. La pelirroja berrea como una cerda a punto de ser degollada, eso calentó a su abuelo que se sacó la verga y dejo que la naturaleza siguiera su curso.

Ante los berreos de la joven, poco a poco el pene empezó a hincharse y poco después el glande ya hinchado empezó a desprender las primeras gotas de lubricación. Arthur no podía pajearse en esa situación, tanto por convención moral como por miedo. Sin embargo, la situación cambio cuando la niña se puso a cuatro patas exhibiendo culo y hechizo un consolador para que entrara y saliera.

La simulación enfoco a Arthur lo suficiente como para que se situara lentamente enfrente de la escena y empezó a masturbarse rápidamente al ver como la enana vulva de su nieta se tragaba la verga de plástico. Pero, recordó misteriosamente cuando Ginny era pequeña y el estuvo a punto de follarsela, pero consiguió resistirlo. Esta vez no cometería el mismo error. Se saco la verga y se sentó justo enfrente de la polla que se metía y salía de su nieta. Esperaría la oportunidad hasta que, en medio de un gemido, uso su magia para anular la voluntad de su nieta y meterle su propia polla en el coño.

La joven sintió algo rara, esta verga era mas esponjosa, mas ancha y, a su parecer mucho mas sabrosa. La hacia gozar mas y lo expreso a chillidos. Le encantaba gozar de esa manera. La joven en un intento de recolocarse el falo giro la cabeza y pudo ver como su abuelo tenía su rabo dentro suya, eso la aterrorizo por un momento, pero viendo el sentimiento que estaba y lo bien que su abuelo la había hecho gozar pensó que se merecía eso y más. Se acerco a su abuelo rápidamente y comenzó a trabajar usando su mejor arma y no era una varita.

Ahora entendía Arthur por qué las mujeres Weasley heredaban dones tan diversos y desde luego chupar una polla era uno de ellos. Parecían hechos específicamente para dar placer a un hombre. Lo que no cabe heredar es la técnica. A pesar de su vejez, se podía notar perfectamente la diferencia. Lily le ponía muchas ganas y le hizo disfrutar, pero no estaba cómoda con lo que hacía y demostraba ser una novata. La señora Weasley, no obstante, trabajaba con su boca como la mejor de las profesionales. Eso sólo lo daban las ganas de chupar y los miles de mamadas que había hecho en su vida, y él se encargaría de que su nieta igualara en arte a su madre e hija

 

El pelirrojo estaba disfrutando de una de las experiencias de su vida. Veía hacia el suelo y no se lo podía creer. Podía ver perfectamente la lujuria en los ojos de su nieta más pequeña mientras recorría una y otra vez su miembro, y todo ello justo encima de sus tetas.

 

Los labios de la chica seguían recorriendo todo su falo, alternándose con la lengua, cada vez a mayor ritmo. Tras dar por imposible la idea de meterse todo el rabo en la boca, había agarrado la base del pene con una mano cálida y pajeaba a buen ritmo a Arthur a la vez que chupaba una y otra vez todo lo que no cubrían sus dedos. El mago estaba en el cielo, ya no le importaba nada más que eso. Agarró su cabeza con una mano, preparándola para recibir toda la leche que se merecía por su trabajo. La idea de correrse en la boca de su nieta lo excito aún mas.

 

¡Uf! Cómo la chupas. Eres una auténtica puta -Arthur ya no se podía controlar-. Prepárese para su recompensa.

 

 

Arthur estaba a punto de eyacular cuando sacó la polla de Arthur de su boca y, con hilos de saliva todavía conectándolas, dijo: Oh, no, Yo estaba pensando en otra cosa, no me ibas a dejar ardiendo, verdad -dijo, a la vez que le obligaba a tumbarse en el suelo.

 

La mujer pelirroja se puso encima y agarró el miembro de Arthur, duro como el acero. Lo dirigió a su entrepierna rápidamente. Lily era virgen, pero estaba tan caliente que no le importaba que esa fuera su primera vez. Apartó la tela de su tanga para dejar entrar el rabo de Arthur, que dirigía con la otra mano. Un instante después, Arthur sintió como su glande hacía contacto con los labios vaginales y se abría paso a través de ellos para adentrarse en su coño caliente y húmedo. A pesar de los años de experiencia del hombre, la polla de Arthur era tan gorda que el camino parecía muy estrecho.

 

La Weasley dejó entrar muy despacio a Arthur en su interior, disfrutando del rabo más grande que jamás había probado, hasta que notó cómo sus nalgas se apoyaban en las piernas de su abuela. Deseó con todas sus fuerzas que los aparatos de sus compañeros de clase tuvieran ese tamaño.

 

Estaban en el momento ideal, unidos completamente y con cada centímetro de esa polla tan grande en su interior. Antes de empezar a botar, Lily subió la mirada al techo por instinto, y cuando empezó a bajarla vio que su abuela miraba desde fuera y estaba viéndola, mientras hablaba con otra mujer madura.

 

Al ver la cara de susto de la joven, Arthur giró la cabeza y lo comprendió todo. Intentó levantarse, pero Lily lo detuvo y le obligó a tumbarse sobre la cama que antaño permanecía a su madre. El mago entendía nada

 

Rápido, lo necesito -dijo apurada Lily-. Tenemos tiempo.

 

¡Pero jovencita, soy tu abuelo...! -se detuvo para evitar un gemido. La pelirroja había empezado a follárselo sin pedir permiso, con una furia desmedida.

 

Arthur había perdido todo el control. La pelirroja le había tapado la boca con una mano mientras subía y bajaba a un ritmo endiablado, mordiéndose el labio y con los ojos cerrados. Podía ver perfectamente lo cachonda que estaba la niña por su cara, pero sin duda era lo empapado que estaba su coño lo que lo aseguraba. No podía pensar mucho más allá de lo placentero que era sentir el paso de esa niña una y otra vez por su rabo.

 

Cuando subió el ritmo lo único que se le ocurrió fue agarrarse a algún sitio. Por suerte, en la pequeña niña tenía una buena solución, así que no dudó en aferrar cada una de sus manos al pecho correspondiente. A pesar de que todavía no había desarrollada unos pechos prominentes, Arthur pudo disfrutar de esos enanos pechos. Sus manos se hundieron, eran muy blandos. No había sentido tal placer en su vida. La niña sin duda parecía haber superado a las mujeres con las que había follado, pensó en que quizás si consiguiera excitar a Molly lo suficiente ella seria como su nieta, esa niña follaba como una posesa y lo estaba llevando al límite, con su culo chocando contra las piernas del mago cada vez más veces por minuto. Arthur estaba intentando no irse en ese mismo instante, con la niña botando sobre él y con las manos ocupadas trasladándose por sus tetitas cuando escuchó abrirse la puerta y entrar en ella una mujer madura que la pequeña Lily no reconocía.

 

¿Hola? -preguntó la mujer.

 

Ho-hola que quieres -respondió Lily entrecortadamente.

 

Arthur ya había soltado las tetas de la niña, pero para su sorpresa, ésta no parecía tener intención de parar el tren. Siguió follándose a Arthur mientras hablaba con la mujer, que estaba ya a punto de ver como los pechos de la niña tenían marcas de besos y de agarrones.

 

¿Qué tal ha ido en el trabajo Amelia? -preguntó la niña mientras botaba una y otra vez sobre Arthur.

 

Bueno, le puedes a tu abuelo que lo quiero mañana en mi mansión lo más pronto posible, sino queréis que vuestro acto familiar salga a la luz.

 

Arthur no entendía cómo Amelia no se enteraba de nada, pero al oír eso le asusto para luego concentrarse en el placer. Tenía las nalgas de su nieta bien agarradas y ahora él acompañaba con sus embestidas el movimiento de la mujer. Arthur no podía pensar con claridad con todo el morbo que le estaba dando la situación, al ver la cara de Lily intentando disimular.

 

Sabes niña, yo conocí a tu abuelo en el colegio. Era un chico atractivo como tus tíos y con una gran varita, pero a el estaba enamorado de tu abuela. Pero un día yo conseguí seducir a Molly para que hiciera un trio conmigo y con April Abbot. Voy para abajo y te voy a contar muchas cosas de los vicios de tu abuela.

 

-Bien, bien. Espérame abajo. Mmm -dijo Lily aumentando el ritmo de sus caderas-. Voy en un rato, cuando acabe de tomar la leche, que va a salir muy calentita.

 

Tenía razón. Tan pronto lo dijo, la polla de Arthur engordó todavía más y cedió ante la última incursión en el coño de la pelirroja, que se despedía de Amelia. No podía más, tan pronto se marchó, Arthur murmuró el hechizo insonorizador con un hilo de voz, dejando en silencio el cuarto. Un segundo después se desahogaba, dejando salir a través de sus gritos el gran orgasmo que la situación le había provocado. Siguió casi un minuto hasta que sus gritos fueron bajando de intensidad, y se dejó caer sobre Arthur.

 

Arthur la vio levantarse, sacando su rabo ya flácido de su interior. El semen del mago le corría por las piernas cuando se puso en pie y se recolocó la ropa.

 

Hablaremos de esto mañana, Lily-dijo el Señor Weasley- has hecho algo muy feo.

-Que te diviertas mañana con Amelia abuelo-dijo la niña mientras se limpiaba los restos de semen.