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Mi esposo no quiere y quiere

en No Consentido

Gracias a los lectores que han dejado esos buenos comentarios a mi anterior cuento. Continuamos.

Todo comenzó como una simple conversación en la cama, luego de hacer el amor, estando ambos descansando y apoyados uno en el otro.

—Inés, quiero follarte entre dos.

—¿Qué significa eso?– Le pregunté, aunque había entendido muy bien lo que quería decirme

—Significa que te follemos dos al mismo tiempo. Uno por el coño, y otro por el culo.

—Sabes que soy toda tuya, como me lo pediste, y así lo hice, siempre voy a hacer lo que quieras, voy a ser la mejor hembra para ti, y si tengo que ser puta para ti, lo seré, sin reservas, siempre me voy a entregar toda para ti. Pero sabes que eso nunca lo he hecho, y no sé como resultará, que sentiremos.

—Quiero traer a otro, quiero follarte por el coño, tu encima de mí, y en ese mismo momento que otro te folle el culo, y quiero estar debajo, porque quiero mirarte, quiero ver como disfrutas, y como te corres.

—Siempre haré lo que tú quieras.

—¿Le pido a Luis que nos acompañe? ¿Que sea él quien te folle el culo?

—No. No me niego a hacer lo que tú quieres, pero si puedes, busca otro modelo, cualquier otro que tú elijas.

—¿Porqué no Luis? El ya te ha follado y lo conoces.

—Luis no ha sido delicado la última vez. No pidas que te detalle cómo han sido las folladas que Luis me ha dado, por favor, no me lo pidas.

—Bien, lo resolveré con otro modelo.

Pasaron los días, y aunque no me había olvidado de lo que me esperaba, de lo que me ocurriría, cuando mi marido trajera otro hombre a nuestra cama, y estaba entre excitada y curiosa, dejaba ir el día a día, sin preguntarle nada al respecto. Hasta que hoy a la tarde-noche, llegó desde su estudio acompañado de Miguel.

Miguel era otro modelo de fotos de mi esposo, hermoso, bien proporcionado y también al igual que Luis, unos diez años menor que yo.

—Hola Inés, Miguel me ha acompañado, y está feliz de haberlo elegido, también entusiasmado y con ganas de complacernos en lo que deseamos.

Me abrazó y me estampó dos besos, el último muy, muy cerca de la comisura de mis labios, lo que hizo que me arrebolara, me subieran los colores, y calores, y no por su cercanía o sus besos, sino porque todos los días anteriores, me imaginaba como me iban a follar, calentándome casi permanentemente, y ahora ya estaba aquí, ya estaba próximo a ocurrir.

Tomamos media copa cada uno, y no la terminamos.  «Creo que por la urgencia de pasar a otra cosa, así lo sentí, que no solo yo, sino todos deseábamos.» Parados junto a nuestra cama, me desnudaron entre los dos, mi esposo a mi frente me besaba, suave, con ternura, y Miguel detrás, me acariciaba, la espalda, me besaba la nuca, acariciaba mis nalgas, y me hacía sentir la dureza de su polla contra mi culo.

Como pude salí de ese encierro, me arrodillé, y metí la polla de mi marido en mi boca, con ella dentro, apreté con mi lengua su parte inferior y chupé mientras la retiraba. Mi esposo comenzó a gemir, la saqué de mi boca, e hice lo mismo con la de Miguel. Eran sabores diferentes, ésta última tenía sabor a limpio a recién lavada con jabón, en cambio la mi esposo tenía gusto a macho, a hombre. Así fui cambiando de polla, y cuando estaba saboreando la de Miguel, mi esposo se acostó boca arriba en nuestra cama. Indicaba que quería follar.

Me acomodé sobre mi esposo, bajé despacio y me clavé toda la polla, luego me acosté sobre él, y todo mi cuerpo quedó en tensión a la espera de lo que me había imaginado todos los días anteriores.

Sin embargo Miguel estaba untando sus dedos en un gel, que seguro iba a facilitar encularme. Metió primero despacio su dedo mayor, muy despacio, como esperando mi respuesta. Yo me movía también muy despacio sobre mi marido, lo sacó y metió dos, índice y mayor, creo que me gustó más, porque aquello se asemejaba más a lo que yo esperaba y quería.

—Por favor abre sus nalgas.

Mi marido obedeció de inmediato, y con ambas manos separó mis nalgas, a la espera de la llegada de esa otra polla, que yo nunca había sentido y pronto la tendría adentro de mi culo.

Miguel apoyó la punta de su polla en la entrada de mi culo, y empujó despacio, muy despacio, hasta que toda su cabeza pasó mi esfínter.

—Aaggg……—No pude, y tampoco quise evitar un gemido, porque me gustó mucho.

—Mírame Inés, mírame,  dime que ocurre, que sientes, háblame.

Abrí los ojos, miré a mi marido, vi el deseo en sus ojos, esperando mi respuesta.

—Metió la punta, ya la tengo adentro. Me gusta….., está dura….., me gusta sentir esa polla en mi culo. También te siento a ti dentro de mí.

Miguel empujó más para continuar enculándome, y avanzó, pero en ese mismo momento la presión hizo que la polla de mi marido saliera.

—No la saques…., me gusta sentirla en mi coño.

—No quise sacarla, ya la meto.

Volvió a meter su polla en mi coño, que la recibió con gusto, y sentí que aquel pedazo de polla que Miguel había metido en mi culo, casi salía. Miguel se apoyó en mi espalda, apoyó sus brazos en la cama, y empujó, y casi entró toda en mi culo, pero no toda, la polla de mi marido, presionaba contra esa angosta pared que separaba el coño del culo, y sentí las dos pollas rozándose, y tratando de ser cada una de ellas, la que más profundo penetrara en mí.

—Inés, Inés, se sale.

Nuevamente la polla de mi marido estaba saliendo de mi coño. Aquello no estaba funcionado como lo había imaginado. No existía un vaivén perfecto de dos pollas follándome y yo disfrutando y gozando mucho, tenía dos duras pollas tratando de hacerlo, pero cuando una ganaba y me penetraba profundo, la otra era expulsada.

—La quiero a las dos…., quiero gozar mucho….., quiero correrme toda.

Mi marido como pudo fue saliendo de debajo de mi cuerpo, hacia un lado de la cama.

—¿Qué haces? ¿Porque te vas? Quiero que me follen los dos como tú pediste.

—Tranquila Inés, te vamos a follar los dos, solo aflójate y disfruta, yo estoy aquí, contigo, a tu lado, deja que te follemos, deja que Miguel te folle el culo, que sé te gusta mucho que te la metan por atrás.

Y mientras me decía esto, colocaba un cojín debajo de mi pelvis, con el fin de levantarme más, y que Miguel dispusiera completamente de mi culo, y desde su posición a mi lado en la cama, hacía que girara mi cabeza y lo mirara, y acariciaba mi espalda y mi pelo y mi mejilla.

Miguel aprovechó y metió toda su dura y firme polla en mi culo.

—Aaggg…..

—Mírame Inés, dime que sientes, de nuevo háblame.

Esto iba a ser difícil, mi marido quería que le hablara, que contara lo que sentía, mientras me follaban a gusto por el culo, cosa que me encantaba y que disfrutaba más que nada.

—Me entró toda….., aagggg….., me gusta mucho, mucho….., ahora la está sacando.., está dura, durísima……..,aaaaaggggg……,  la metió de nuevo.., hasta el fondo… por dios, que gusto…., me gusta…., si sigue así me voy a correr.— Cerraba los ojos cada vez que me la metía, y trataba luego de abrirlos para cumplir con el pedido de mi marido y mirarlo, pero cada vez podía hacerlo menos, estaba gustándome mucho, me estaban follando el culo de la mejor manera, como me gusta, con una buena polla, bien dura.

—Eso quiero Inés, goza, disfruta, córrete mucho, no te aguantes, haz lo que sientas, larga todo lo que tengas, hazlo.

—Siiii…., dame más, dame fuerte, métela toda…..—Y Miguel cumplía y me clavaba a fondo toda su polla, sin misericordia, como yo le pedía.

—Por favor…., sigue, sigue….. me voy a correr……, ya viene, ya viene……, me corro….., me estoy corriendo toda….., toda.— Yo gritaba, me estaba corriendo muy pronto, toda la espera de la semana anterior, salía y explotaba en este momento, y mientras empujaba mi culo hacia atrás, buscando que entrara más y más hasta el fondo, no podía dejar de empujar mi culo contra la polla de Miguel, y éste con todo su impulso, me enculaba, y me clavaba su polla cuanto podía.

Me corrí muy bien, tuve un gran y hermoso orgasmo, como a mí me gustaba. Quedé quieta, boca abajo, despatarrada en la cama. Miguel también detuvo su follada, y no supe en ese momento si se había corrido o no. Sólo disfruté yo, sin preocuparme de mi ocasional amante.

Esta palabra me trajo a la realidad, mi amante no era Miguel, sino mi marido, que continuaba acostado a mi lado, mirándome con amor, con cariño. Lo miré y le dije:

—Tú me pediste otra cosa, querías follarme junto con otro, y sólo he follado yo, solo he disfrutado yo, y no debe ser así, yo soy tu hembra, y mi deber es hacerte gozar a ti, yo debo darme toda a ti, debo hacerte gozar a ti, quiero que sientas lo mismo que he sentido yo.

—Tranquila Inés, tu gozaste, y yo también, mirándote como te corrías.

—No, ven aquí. Y levantándome, hice que Miguel sacara totalmente su polla de mi culo, que ya estaba casi afuera.

—Acuéstate como estaba yo, boca abajo, con el cojín debajo. —Y mientras se lo decía, lo llevaba al lugar que yo ocupaba antes.

—¿Que vas a hacer Inés? ¿Qué quieres?

—Ahora vas a disfrutar como lo hice yo, y te vas a correr como lo he hecho yo.— Y diciéndole esto, abrí sus piernas, busqué su polla que estaba sobre el cojín, y entre sus piernas, pasé la lengua por toda su zona inferior, desde su glande, su frenillo y fui subiendo a sus testículos, pasé la lengua por ellos, y sentí que mi marido gemía, pero yo buscaba otra cosa, continué subiendo, y llegué al orificio de su culo, abrí con mis manos sus nalgas, para tener más espacio, y pasé toda mi lengua por él, y luego metí la punta de mi lengua en su culo. Sentí como gemía, pero también se tensaba.

—¿Inés que haces? Por favor detente….., para…., para…., tengo tu lengua dentro de mi culo. ¿Porqué? Agggg…. ¿Qué quieres hacer?

Como en ese momento estaba en cuatro patas, con la cabeza metida en el culo de mi marido, Miguel, que aún estaba detrás de mí,  pensó que debía nuevamente meterme su polla, y la sentí entre mi coño y mi culo. Pero sin volverme, y sin dejar de meter y sacar mi lengua del culo de mi marido, le hice señas con la mano que no. Lo entendió y se retiró, aunque sin quitar sus manos de mis nalgas.

Volví a mostrarle a Miguel mi mano, ahora con los dedos índice y mayor extendidos, pidiéndole el mismo gel que antes había puesto en mi culo. Al parecer lo entendió perfecto, porque sentí el frío gel derramarse en mis dedos.

—Tranquilo mi amor, quiero que disfrutes como lo hice yo, que sientas el mismo placer, estoy para ti aquí, hoy y siempre para hacerte gozar.

Pasé despacio mis dedos mojados en el gel por el hueco de su culo, y despacio fui metiendo mi dedo mayor, sintiendo como su esfínter lo apretaba, se estaba tensando.

—Ya, mi amor, tranquilo, aflójate, aflójate todo, descansa, levanta el culo y disfruta. Soy yo, tu mujer, soy yo quien te va a hacer gozar y correrte como nunca lo has hecho. Solo siente lo que te hago, solo siente como entro en tu culo. Disfruta.

A medida que le hablaba sentía como su culo aflojaba la tensión sobre mi dedo. Decidí acariciar su espalda y sus nalgas con mi otra mano, mientras introducía más mi dedo.

—Aaaaggg…..Inés. No, por favor no….., nunca sentí esto…., nunca lo hice….., detente Inés. Por favor, tengo miedo….

—No temas, estoy aquí, soy yo, disfruta, aprende a sentir esto que es nuevo para ti, pero te gustará mucho, lo disfrutarás, ya te gusta, yo sé que te gusta, no temas, afloja las nalgas y tu culo, y recibe lo que te doy, ahora, ahora.— Y ya estaba metiendo y sacando dos dedos, índice y mayor. Los sacaba y metía despacio, para que los sintiera, milímetro a milímetro, para que lo disfrutara, y cuando los sacaba, los abría, para distender su esfínter y agrandarlo, y pudiera recibir lo que yo tenía en mi cabeza que iba a hacer meter en ese culo.

—Dime si te gusta. Si no te gusta lo detengo, dime mi amor.

—Inés….., si, si…., me gusta, pero tengo miedo, tengo miedo que me guste, tengo miedo de lo que pase……, me gusta…., nunca había sentido esto…., me gusta que me metas tus dedos en mi culo, y mi polla también lo siente…… aagggg……

—De nuevo mi amor, no temas, no tengas miedo, solo abandónate y disfruta, siente por tu culo, siente todo lo que te meto, y goza, ya te correrás como yo.

Retiré mis dedos, me separé un poco, le hice señas a Miguel, y éste solícito, e imaginando lo que iba a ocurrir, ya se había puesto gel en su pene, y colocó rápidamente la punta de su polla en el culo de mi marido, lo que hizo que se sobresaltara e intentara levantarse.

—Nooooo. Inés no, no quiero que me follen…, nunca lo hice, por favor no quiero que me follen el culo, tengo miedo, no sé lo que  pasará.  Por favor Inés no hagas que me follen, por favor no dejes que me follen, por favor….

Lo contuve, me arrimé a su cara, acaricié su cabeza y su nuca, mientras le decía.

—Mi amor, vas a sentir algo que nunca has sentido, correrte por el culo, como yo lo hago cuando me follas, así, es hermoso, disfruta, disfruta mucho, aflójate, abre bien tu culo y recibe una polla, como yo lo hago, será precioso. —Le hice señas a Miguel, y éste empujó y metió la cabeza de su polla dentro del culo de mi marido.

—Ayyy…., no…., me duele…., que la saque…., por favor que la saque.

Apreté más mi mano en la espalda de mi marido, me arrimé mi cara a la suya y hablé.

—Mírame a mí, mi amor, mírame. Ya está, ya pasó la cabeza, la primera vez es así, pero enseguida te gustará, mírame, afloja, afloja tu culo, ahora, aflójalo, déjate follar, será lo más hermoso que has sentido, y yo estoy aquí, yo estoy haciendo que tengas este gusto, que te corras como nunca lo has hecho. Vamos afloja, abandónate para mí.— Sentía como mis palabras hacían efecto, y lentamente aflojaba los músculos de su espalda, y me imagino su culo también, porque Miguel separó la nalga derecha de mi marido, apretó sus duros y musculosos glúteos, y empujó y metió la mitad de su robusta polla dentro de mi marido.

—Ayyy…., aggg…., más no, por favor….., que no me la meta más…., por favor detenlo…..

—No mi amor, ahora viene lo bueno, espera.

Miguel retiró su polla despacio, para que mi marido la sintiera en el interior de su culo, y enseguida, también muy, muy despacio, la estaba metiendo nuevamente, y esta vez un poco más profundo, pero aún no toda. Estaba siendo delicado, estaba estrenando un culo que nunca había sido follado, y se estaba portando como un amante considerado.

—Aaaggg….., Inés la metió de nuevo….., me la metió de nuevo…., por favor detenlo, páralo…, haz que pare, por favor…..

Miguel continuaba metiendo y sacando despacio, siempre muy lento, y suave su polla dentro del culo de éste, mi hombre, que nunca había sido follado, y yo iba a lograr que lo gozara y se corriera.

—Ahora no, ya está casi toda. Solo dime que no te gusta y lo detendré. Dime, dime, que sientes, dime si te gusta o nó.

—Ahora nó…, Inés, no me hagas decirlo…., por favor…., Aaaggg….., dios me están clavando por el culo, no….., nunca lo imaginé……, es que ahora lo siento…., si, si…., me gusta. No me hagas decirlo, por favor.

—Dilo, dilo y goza, disfruta, abre bien tu culo, deja que te la clave toda, es una hermosa polla, te hará gozar, abandónate al disfrute, quiero que te corras como lo hago yo cuando me follas el culo, hazlo, hazlo, ahora, déjate, déjate hacer, déjate follar ese culo tuyo.

—Ay mi amor…., me gusta…, no imaginé que fuera así, nunca sentí esto, me gusta sentirla en mi culo, y quiero correrme por mi polla….., siento que mi polla se va a correr, pero quiero follar por el culo, ahora, quiero hacerlo.

Miguel escuchó esto, y la clavó hasta el fondo, la sacó hasta la mitad, abrió más las nalgas de mi marido y volvió a meterla a fondo, y ahora sí, lo follaba con gusto, a fondo, sin descanso, le daba fuerte, sentía, golpear el cuerpo de Miguel contra las nalgas de mi marido, y sabía que la tenía enterrada hasta el fondo. Estos hombres se iban a correr los dos. Miguel se tensó, se quedó quieto mientras se apretaba fuerte contra el culo de mi marido, gimió fuerte. Se estaba corriendo.

Ahora mi marido gemía también, y cada vez más fuerte, y hacía lo mismo que yo, empujaba con su culo buscando la polla que tenía metida en su culo, la buscaba más y más, y gemía. Miguel comenzó a sacarla, y la vi fuera, vi que se había corrido. Pero no sabía si mi marido lo había hecho. Miguel se retiró, lo guié a la puerta del dormitorio para cerrarla, le dije que se lavara en el otro baño, y cuando volví a la cama, me asusté, allí estaba mi marido en posición casi fetal, temblaba y tenía espasmos en todo su cuerpo que no podía detenerse, y se abrazaba a sí mismo, tratando de contenerlos.

«¿Qué pasaba?» Me acosté a su espalda, lo abracé, y escuché un leve gemido, y entendí que ocurría. Mi marido se quejaba suave, mientras no podía parar de temblar, y repetía:  

—Más, por favor, quiero más….., por favor….

Mi marido no se había corrido, la primera vez nunca es fácil, Miguel la había sacado, y él había quedado vacío, su agujero estaba vacío, ya no tenía la polla que lo follaba, había quedado a mitad su corrida, sus espasmos y temblores continuaban, y gemía.

Lo abracé fuerte, y sin consideración metí mis dedos en su culo, lo más profundo que pude.

—Así, así…., si…, no los saques…., por favor no los saques…., mételos, fuerte, fuerte…..

Todo se aclaró. Yo era su puta, como él me lo había dicho, y las putas deben hacer lo que su macho quiera, tenía que hacerlo disfrutar, tenía que hacer que se corriera, tenía que lograr que sintiera, al igual que yo, lo que era correrse por el culo sin tener una polla dentro, ni una mano acariciando, pero sí correrse, solo sintiendo que le follaban el culo.

Comencé a sacar y meter mis dedos con pasión, casi con violencia, quería meterlos lo más profundo posible, quería entrar en él, quería que su culo se corriera, que todo él se corriera.

—Así, así….., aaaggggg……, más, más…., dame más….., dame más por favor…., no los saques…., quiero más…., quiero correrme….., me voy a correr…..,sigue, sigue…., no pares……, fuerte, fuerte….. más fuerte.

Y comenzó a correrse, sentí los espasmos de su culo, apretaba y soltaba mis dedos, y desde dentro sentí  también los espasmos de su polla, miré, y chorros de semen se derramaban sobre el cojín que tenía debajo. Y empujaba contra mí sus nalgas, al igual que lo hacía cuando Miguel lo follaba, quería sentir mis dedos más profundos, y continuó corriéndose, y fueron terminando sus temblores. Se corría solo con mis dedos dentro de su culo, pero estaba teniendo una hermosa corrida. Me dieron ganas de chupar su polla, pero no quería moverme, no quería dejar de abrazarlo y mantener mis dedos en lo más profundo en su culo.

Sus espasmos fueron dilatándose, se calmaba, se aflojaba.

—Aaagggg….., me corrí. Me corrí como nunca, me corrí todo, todo, me gusta, me gusta dentro del culo, me gusta. Gracias, gracias. Muchas gracias mi amor, te quiero, te amo, gracias por lo que me das, gracias por follarme el culo, gracias por todo. Te amo, te amo.

No quité mis dedos de su culo, y me mantuve quieta, abrazándolo, durante mucho, mucho tiempo. Cuando sentí que su respiración era tranquila, y que se dormía, quité despacio mis dedos, y salió, junto con ellos, gel y semen de Miguel.

Como amaba a mi marido, y que equivocados están aquellos hombres, que por una falsa hombría, no son capaces de entregar todo, de dejarse follar, y así poder para gozar ellos, y sus mujeres lo mismo, y más aún, unirse en un disfrute total. Tontos aquellos hombres que no se dejaban follar junto a sus mujeres.

Pero mi hombre, mi macho, mi marido, no era así. Me había demostrado que era capaz de entregarse todo y totalmente, y gozar y hacerme gozar, sin límites. Cada día amaba más a mi marido, nunca había amado a nadie.