miprimita.com

La Libertad II_06

en Lésbicos

LIBRO 2. PENETRACIÓN. CAPÍTULO III. INTERMEDIO

lorena

Evidentemente, después del encuentro con Sandra ya nada fue igual. Nada fue igual a cómo estaba siendo, nada fue igual a cómo podría haber sido. O, dicho de otra manera, al final sencillamente pasó lo que tenía que pasar. Lo que ya estaba pasando, lo que siempre estuvo ahí. Sandra tan solo reventó el cerrojo, descorchó la botella de champán, qué sé yo, acabó por quitarme del todo la tontería. También pasó diferente, cómo no pensaba que fuera a pasar, o qué sé yo también. Que en cierto modo dejé de pensar en ello, porque de repente yo tenía la cabeza en otro sitio. ¿Qué en dónde? Pues en el coño de Sandra, joder. Que hay que decirlo todo. Pero realmente. Quiero decir, no figurada ni metafóricamente, no. Tenía la cabeza físicamente allí metida.

Y es que sí, mis dos semanas siguientes al reencuentro con ella fueron básicamente Sandra, Sandra y más Sandra. Y algo de Mikel, quizás. Pero vamos, para rellenar(me el coño). Porque básicamente Sandra. A ver, si es que el domingo aquél después de salir de su casa me encerré en la mía. Una llamada rápida a mi madre para decirle que estaba cansada y liada y que no pasaría a comer con ellos, otra a mi tía para confirmar que todo estaba en orden (milagrosamente, y no me explicaba aún cómo era sí) en su casa y con sus hijos; mis primos. Llamadas rápidas, claro, tratando de evitar que el movimiento del vibrador pudiera delatarme mientras hablaba con ellas. Menuda catástrofe habría sido. Estuve con el huevito todo el día. Comí algo, bebí mucho. Corriéndome cada vez que aquél sádico cabrón lo decidía. Me encerré en mi habitación, las persianas echadas. Tratndo de dormir. Corriéndome en la duermevela, una y otra vez, perdiendo ya la noción de si realmente siempre se debía a su voluntad. Sabiendo que, cada vez, ella se corría también a mi lado. Agotada, pese a todo, entre orgasmo y orgasmo, dormí. Dormí y me corrí, me corrí y dormí, horas y horas.

Cuando me despertó el telefonillo, supe que era ella. Abrí y la esperé junto a la puerta a que subiera. Cuando tocó con los nudillos, abrí y la recibí tal cual, desnuda. Bueno, empezamos a besarnos y tocarnos allí mismo. En relidad, lo correco es decir que empezamos a follarnos allí mismo. No, yo ya no sé si a alguien le interesa que siga contando sin parar escenas de sexo una tras otras. Con ella allí lo hicimos todo, no hubo escena erótica que no interpretáramos. Tal cual. Pero es que tampoco viene al caso ahora contar todo eso. Fue demasiado sexo y demasiado intenso. Pero sintiendo las dos que nunca era demasiado. Sandra venía con su huevito en el chocho. No me quitó el mío tampoco. Sencillamente, me dijo que Mikel nos había devuelto el control, que cada una de nosotras podíamos accionarlo a voluntad. Lo hicimos, claro, hasta dejarlos sin batería. Follamos es noche y al día siguiente. Y luego seguimos follando. Día tras día hasta hacer pasar la semana y más. Nos vimos con Mikel algún día. Sandra se vio a solas con Mikel algún día. También yo volví a estar a solas con él. Pero Sandra, Sandra, Sandra…

Mi hiperestimulación sexual con mi deseada amiga, me llevó a no necesitar nada más de nadie en muchos días. Y a desentenderme de una vida que, pese a todo, seguía corriendo fuera de nuestras casas y de los lugares donde se sucedían nuestros encuentros. Sutilmente Mikel, más a las claras Sandra, trataron de averiguar cómo avanzaba el tema de mis primos. La cosa era fácil, no avanzaba. A mí tampoco me importaba, no me preocupaba lo más mínimo. Se podían ir a tomar por culo. Es más, entre ellos solitos si querían, así lo iban a tener más fácil. A mí solo me importaba Sandra. Joder, el sexo, la mejor medicina. Para todo, oye. Todas mis neuras curadas de golpe. Ni pensar en ellos. Ni por un segundo. De hecho, durante aquella primera semana, mi madre me comentó algo de que mi tía quería saber si podía contar conmigo otra vez, para el viernes de tres semanas después, ya que “todo había ido tan bien y había sido tan fácil”. Joder, en qué mundo vivían, me pregunté. Por supuesto, no tenía ni ganas de oír hablar de eso. Le dije que no, claro. Varias veces a mi madre, y también a mi tía cuando me llamó. Que si Pablito estaba muy pesado. Nos ha jodido mayo. El puto cerdo cabrón. ¿Pero qué coño quería mi tía? ¿Qué desvirgara a su niñito pequeño? Y su hermano, vaya a usted a saber dónde andaba. ¿Mis fotos? Pues vete a saber, debe ser que le resultaron normales. Debe ser que todas sus amiguitas le mandaban fotos recién folladas a lo bestia, al gigoló. Gilipollas.

Pero no, yo tenía a Sandra, para qué más. Sabía que me insisitían. Mi madre estaba muy pesada. Joder, parecía de repente que toda la familia estaba deseando que me tirara a mis primos. Yo no hacía más que repetir que era absurdo, que para qué querían que fuera yo a cuidarles, que ya eran mayorcitos. Sobre todo Carlos; en último caso él sí tenía edad suficiente de cuidar de su hermano. Bueno, de una manera o de  otra yo conseguí ir alargando la cosa sin que me pudieran sacar una respuesta afirmativa. Que se buscaran la vida. Yo quería follar, follar con Sandra. Aún así, aquel fin de semana tenía todavía más para seguir llamando a mi puerta. Lorena reclamaba lo suyo, claro. Que bien, Lorena. Pero joder, Sandra. Que poco me apetecía estar mareando la perdiz por ahí cuando con mi deseada rubia lo tenía todo tan fácil. Por fin, que ya me tocaba también. Pero claro, el trabajo. Y la promesa. Y que bueno, también al fin y al cabo Lorena pues era Lorena. Y que nadie me quitaba que, quisiera no no, algo más que follar iba a tener que hacer en mi vida. Total que a Lorena sí. Después de una semana entera dando la brasa, como desesperada por quedar conmigo, o meterme en su casa, en su cama, en sus piernas o en su puta vida, que ya ni sabía yo lo que quería ella ni me importaba, decidí decirle que sí para el sábado siguiente, y poder tener al menos unos días tranquila hasta entonces.

En ese plazo intermedio, mi situación, mi furor sexual, mi cuerpo, se fueron aplacando. También los de Sandra, diría yo. Bueno, imagino que después de nuestro parón y desencuentro, era normal también que hubiéramos pasado por todo aquel desenfreno. Pero ya, que tampoco nos íbamos a casar ni a ser pareja ni nada. Ella tenía que entretener también a su amito, claro. Y yo a otros temitas que iban resurgiendo de nuevo: Nuria, Mer… Dejamos de follar a todas horas, dejamos de follar a diario incluso. Pero bien, eso no quitaba que estuviéramos tremendamente bien igualmente. El caso es que en aquella situación me encontraba yo cuando, dos sábados después de mi “experiencia iniciática” con Lorena, me encuentro hablando con ella de nuevo por la mañana temprano. Que, si os tengo que ser sincera, yo me había olvidado de ella eh. Si le había dicho que sí a lo de quedar más que nada para quitármela de encima y que me dejara en paz. Pero que realmente mi plan era darle alguna excusa llegada el momento para poder tener libertad de… follar con Sandra, sí.

El caso es que, cuando llegó aquel sábado, pues yo justo venía de amanecer por fin en mi casa después de dos días de fiesta con Sandra, más concretamente uno completo con su noche encerrada con ella en su casa. Follada y bien follada, cansada y con ganas de recuperar. Y pocas ganas de sexo, para qué negarlo. Al fin, después de tanto tiempo. Me encontraba saciada. Por lo menos, saciada de Sandra, eso seguro. El atracón de su cuerpo que me acababa de dar me había dejado bien cubiertas mis necesidades. Y, si algo tenía claro, era que aquella noche de sábado me tocaba reposo. Y abstinencia. Que, además, al día siguiente tenía comia familiar en casa de mis padres, y bien sabía que me iba a tocar soportar otra intentona de mi tía, mi madre y mi primo Pablo, para que dijera que sí a lo de quedarme con ellos el sábado siguiente.

Bueno total, que cuando me llamó Lorena, no tenía ni excusa ni necesidad de excusarme. Pasar con ella la tarde podía ser un buen plan, tranquilo y bueno para reponer fuerzas. Claro, naturalmente yo ya no esperaba nada más de ello. A ver, aquella mañana tenía bien claro que, si había pasado algo entre nosotras, que en realidad no había llegado a pasar nada, ese beso de la despedida, lo de la tocada de teta… bueno, todo absurdo en realidad, y si acaso realmente había sido algo no obedecía más que a la brutal calentura que llevaba yo aquella tarde. Que ahora la situación era muy otra, oye. Que no voy a negar que Lore, pues me hacía gracia pero… joder, siempre tan seca, tan parada… Con quien quitarme las ganas ya tenía yo a gente, no necesitaba enredarme en nada raro con ella. Aquél sábado puede, pero al menos ya no era así. Que estaba yo follada y bin follada. Y que no se me iba a ocurrir ahora, ni mucho menos, hacer el gilipollas con Lorena. Con ella menos que nadie, precisamente. Reconozco que me sentía todavía sorprendia de lo que vi, toqué y sentí con ella aquel día, vale. Bueno, antes nunca había pensado en ella así, ni me había dado cuenta de que Lorena era… pues tanta Lorena. Pero vamos, de ahí a que llegáramos a hacer nada sin necesidad, pues… Además, era evidente que ni ella ni yo íbamos a ser jamás capaces de absolutamente nada, desde luego no si no mediaba una tensión sexual y un deseo acumulado, pesado e insoportable que nos pudiera forzar a actuar de una forma tan loca, ilógica y fuera de lugar en nuestro comportamiento habitual.

Así que sí, al final le dije que sí, claro. Yo no iba a hacer nada, y evidentemente ella nunca podía ser un peligro. Con la calma, eso sí, que ella venía como una moto, y yo estaba tan ricamente aprovechando aquella mañana de sábado para remolonear en mi casa. Lore poco menos que pretendía que fuera corriendo ya a su casa. Que tenemos que avanzar el trabajo y tal. Ya. No, yo quería aprovechar, descansar, estar tranquila a mi aire. Comer en casa. Y domir siesta, si se terciaba, que yo soy muy de eso. Y no tenía el día siquiera de siesta fiesta. Total, que solo después de una comida tempranera y ligera y, sí, mi siestecita, me di una buena ducha y me preparé para ir a casa de mi amiga. Ella me había escrito para avisar de que ella iba a ir empezando con el trabajo. Tanto mejor, menos que me quedaba a mí.

Por qué decidí aquel día ponerme ese conjunto de lencería no podría decirlo. Me vais a decir que, ya, que menuda estoy hecha y que bien sabía a lo que iba. Pero de verdad, no tenía ganas y, mucho más que eso, consideraba a Lorena, la bella Lorena, por mucho que me hubiera gustado y nos hubiéramos deseado dos semanas atrás, la consideraba completamente inofensiva e incapaz de provocar nada. Bueno, supongo que no pude evitar recordar lo que hicimos… su extraño conjunto de pijama-lencería… No sé, no me salió ir de cualquier manera. Unas braguitas, de forma muy clásica, pero de encaje eso sí. Verde turquesa, con florecitas y mucho espacio abierto en el encaje. Bueno, Sandra se había empeñado en arreglarme el coño. Luego entendí que había sido una orden de Mikel, qué más daba. Yo me dejé hacer, me rasuró al completo los laterales, para evitar que se me saliera nada, también la parte de arriba y los labios de mi vulva para facilitar el sexo oral. Sí, claro, así tal cual me dijo, como si es que con ella eso de facilitar hiciera falta… Y todo lo que quedaba de pelo, recortado, claro. Pelo corto y durito. Bien, al final me lo había venido a dejar como lo llevaba yo normalmente en verano, hacía tiempo que no me rasuraba nunca completa, y tendía a dejarme el pubis cubierto cuanto menos de aquella manera. En fin, además de aquello… las bragas eran de tiras en la parte trasera. Completamente de tiras: entre las tiras que definían el triángulo del contorno, tres finas tiras paralelas en cada sentido, cruzadas. Eso era todo lo que cubría mi culo, que se me salía por todos lados. Vamos, que se me veía el culo perfectamente yendo en bragas. Me puse un sujetador de encaje a juego, bastante más tupido pero que, en realidad, dejaba ver muy bien mis pezones, y me cubrí con un vestido corto y ligero. Después de un par de semanas tranquilas, volvía a empezar el calor…

Que muchas veces soy imbécil es algo que tengo asumido. Pero lo mío de aquel día no tuvo nombre. De verdad, pensar que NADA había pasado con Lore dos semanas antes… Bueno, se me fue la pinza, claro. A mí, no a ella. Yo había pasado por una catarsis esos días. Ella no. Ella se había quedado con el tacto de mi boca en sus labios y de mi teta en la mano. Así, dos semanas, catorce días. Lorena seguía exactamente en el punto donde lo dejamos, pero con dos semanas acumulando tensión de por medio. Yo… ¿a quién quieres engañar, Laurita? Dónde te crees que ibas con esas bragas y ese sujetador aquél día, so zorrita…

Sí, bueno… todo pasó bastante rápido y directo la verdad. A mí se me quitó la tontería cuando Lorena me abrió la puerta. Creo que ahí le hice incluso una cobra, evitando un beso en la boca, o un pico, no tengo claro hasta dónde pretendía llegar ella. Joder, pero tampoco se espera una que una amiga suya le abra la puerta así, con una fina y mínima bata o mini kimono de seda, no sé, igual era algún tipo de vestido, pero muy raro… y demasiado abierto… que apenas ocultaba unas bragas y un sujetador de encaje blancos, casi tan “sugerentes” como los que llevaba yo misma. Pues hay que joderse, parecía que nos habíamos puesto de acuerdo. Todavía hicimos el paripé, no os creáis. Sentarnos a la mesa, con las cosas del trabajo y tal. Que si qué calor. Que sí. Que el kimono ese cada vez más abierto, hasta que se suelta del todo el cinturón (como si hubiera mucha diferencia, la verdad). Tan suave, el cinturón, de seda… nunca consigo que se quede en su lugar. Que si total, por qué no te lo quitas. Que para lo que te tapa. Que ya, pero bueno, cosa de pudor, que incluso contigo… me da algo de vergüenza… Que mira, si te sientes más cómoda puedo yo también quitarme el vestido (nooo, pero Laurita no quería follar, qué va). Jo Lauri sí, pero es que no sé por qué me ha dado hoy a mí por estrenar toda esta lencería que me he comprado… Uy lencería dice… ¿quieres que te ayude a quitarte ese falso pudor Lo? Pues mira, y Lauirta levantándose la faldita del vestido, Laurita levantándose y dándose la vuelta, Laurita con el culo en pompa al aire, dejando ver bien las cuatro tiras que se lo cubrían, que no se lo cubrían, Laurita enseñándole el culo a su amiga Lorena a dos palmos de su cara. Laurita quitándose el vestido, Lorena quitándose el kimono. Dos amigas en lencería y la temperatura subiendo…

Laurita que va a follar.

Con su amiga Lore va a follar.

Hay que joderse… el fin de semana de lo de mis primos azotándome de nuevo la cara a mano abierta. Una hostia brutal que no había visto venir, y me había cogido completamente desprevenida. Sentí que se me movía el suelo bajo los pies. De alguna manera, lo de Lorena era más que Lorena. Era más, y aquello iba a tener consecuencias… Pero ya la rueda había echado a rodar, y yo era incapaz por completo de pararla. Como siempre. Porque tampoco quería…

Ya no trabajamos más aquella noche. Quiero decir, que ya no seguimos fingiendo trabajar. Lorena había sacado lo de quedarme a dormir nada más llegar. Yo me había olvidado de aquello completamente, y no contaba con hacerlo tampoco, pero no tenía ningún motivo para decir que no, así que dije que sí. Total que ya habíamos dejado claro que nos íbamos a acostar juntas aquella noche, y nos habíamos quedado en ropa interior las dos… una ropa interior que estaba pidiendo sexo a gritos, y que total no tapaba nada, y lo que enseñaba, además lo enseñaba de una manera tan erótica y sugerente que se nos hacían los ojos chiribitas a las dos. Encaje blanco, de qué podía servir aquello para tapar su matojo recortado –triángulo de bikini, con labios limpios… joder con Lore- con pelo corto pero que trapasaba la tela, o la no tela, esa malla de agujeros tan blanca y traslúcida, esa incitación a que le comiera el coño ya de una puta vez. Y sus duros pezones oscuritos, pero ¿podéis acaso imaginar lo que era aquello detrás del encaje blanco de su lujurioso sujetador?

-       Joder Laurita, es verdad que tus bragas… huau… - creo que tampoco me sorprendió nada sentir su mano allí, acariciando la piel de mi culo, metiendo sus dedos bajo las tiras, tentando incluso mi raja por detrás…

-       A ver, que tú tampoco te quedas corta eh… y encima recibirme así… ¿qué qieres ponerme malita o qué?

-       Ay, es que… ¿sabes qué? Es la primera vez que me pongo algo así… llevo toda la semana mirando tiendas, buscando, eligiendo, probando… ufff… sin atreverme… pero al final… ufff ¿tú te acuerdas aquel sex-shop que estuvimos viendo una vez en plan de broma con Alicia y Cristina? Uffff… tienen mucha ropa interior ahora también y…

-       Te decidiste… - Lorena se había levantado y se había puesto detrás de mí, admirando mi culo, y llegando a tocarlo, primero con sus manos y… luego con su cuerpo… la aspereza de su vellos púbico recortado atravesando la inexistente tela de sus bragas me raspaba las nalgas. Sus pezones clavados en mi espalda. El calor. El sudor. La humedad en las piernas. El olor y la cabeza dando vueltas. Las manos subiendo. La derecha en mi pecho. Su palma apretando mi teta. Sintiendo mi pezón endurecido. Su cabeza removerse en mi melena. Sus labios en mi cuello. Susurros y besos.

-       …llevo dos semanas esperando esto Lauri… este momento…

Besos. Besos de Lorena. Nuestros cuerpos casi desnudos. El deseo.

Pero claro. Nos quedamos a medias. Joder, nos habíamos quedado a medias. Pero las dos queríamos… y claro, seguíamos queriendo. ¿Por qué había intentado la estupidez de negármelo? Si, al fin y al cabo, Lo era taaan deliciosa…

Mi cara girándose, buscándola a ella. Los labios juntarse. Lenguas, saliva, humedad. El pecho agarrado, Lorena buscando la entrada, intentando socavar aquel puto aro del sujetador demasiado apretado… ¿De verdad? ¿De verdad iba a pasar? ¿De verdad Lorena lo había tenido siempre tan claro? Todo tan… fácil, tan obvio. De repente quería follarla. Así de fácil y así de claro. Sí que quería sexo. Besarnos en aquella postura era difícil, casi imposible. Por eso más bien nos frotábamos y acariciábamos sin más. Su mano fracasó en el asalto a mis sujetador, perdió decisión. En cierto modo, se notaba que no sabía qué hacer… Yo era su primera mujer… Joder, si debía de ser casi su primer polvo. De pronto apenas me estaba abrazando y sujetando desde atrás, y yo apenas restregando mi culo desnudo contra su chocho casi desnudo. Un latigazo de deseo. El recuerdo de mi sexo encendido en aquella misma casa, tan solo dos semanas antes… Encendido por Lorena… y por Carlos. Por Pablo. No podía. No, no podía ser. No quería eso. Necesitaba frenar y ordenar. Ahora que Sandra… en fin…

-       Me acuerdo de aquel sex shop sí… - cerca de nuestras casas, me acuerdo de aquella tarde, bromeando con Alicia y Cristina. Lorena cohibida, casi molesta, pero mirándonos alucinada coger enormes pollas de plástico y consoladores de colores en nuestras manos… Lo que ella no sabía es que Alicia y yo practicábamos sexo con juguetes similares que habíamos comprado allí mismo.  - ¿Compraste…? ¿llegaste a comprar algo más ahí, Lore?

-       ¿Qué?

-       En el sex shop… ¿sabes? Yo ahí nunca he comprado lencería pero sí…

-       Lau… - Lorena se apretó contra mi cuerpo y amenazó una vez más con traspasar todas las fronteras. – Verás…

-       …juguetes… ¿sabes? Quiero decir… para… tu…

-       espera… sí… puedo enseñarte, si quieres… Lauri… ¿quieres que? Espera aquí – me pidió.

La separación de nuestros cuerpos sudorosos y calientes, por primera vez en un contacto tan íntimo, fu casi dolorosa. Ella salió del salón y la escuché perderse por la casa, sin duda por su habitación. Ya conocía lo suficiente aquel entorno como para saber que estaba abriendo las puertas y cajones del armario de su habitación. Piensa Laurita, piensa. Recapacita ¿es realemnte esto lo que quieres? Joder, pero… ¡qué problema puede haber! Estaba cachonda. Noté las braguitas pastosas, con la poca tele que tenían de refuerzo para tapar mi entrepierna mojada, encharcada, pegajosa… Mi cuerpo funcionaba solo… mis piernas me guiaron hasta el pequeño pasillo, la puerta de su dormitorio… su cama… Lorena rebuscando aún en el cajón… una enorme polla negra en la mano, un vibrador en la otra, un dildo morado chillón sobre la cama, junto a un par de juguetitos para el ano… y dos huevitos vibradores, exactamente iguales a los que Mikel había utilizado para jugar conmigo y con Sandra.

-       Joder Lo…

-       Lauri… - Lorena lanzó el pene y el vibrador contra la cama, fuerte. El pene rebotó y cayó al suelo.

-       Menudo arsenal tía… - dije riendo… estaba flipando, pero flipando de verdad…

-       Lauri, yo… no… espera, te puedo…

-       Jajajajja ¡pero Lore! Jajajaj es… ¡es la leche tía! Si tienes casi lo mismo que yo… ¿todo esto te lo has comprado en una semana? Jajajja ¡pero si yo he tardado años en reunir una colección así! Ajajjaja

-       Ay Lauri…

-       Tranquila… si me encanta… - por fin una sonrisa… débil, tímida… pero el color volvía a la cara de Lore. – Dime, ¿qué es lo que más te ha gustado, de momento? Waw… tienes hasta para el culito… me encanta esos…

-       Jo Lauri… es que… - fui incapaz de entender lo que dijo.

-       ¿Es que…?

-       Que no sé… no sé usarlos Lauri… me da vergüenza preguntar en la tienda, no sé… estaba intentando ver por internet pero ¡joder! No sabes las barbaridades que hay ahí tía…

-       ¡Jajajjaja! Ay Lore… sí, sí que lo sé… ajajajja

-       Ay Lauri, no te rías por favor…

-       Perdona, perdona… lo siento… es cierto que es… pero joder, me has sorprendido tía… para bien ¡eh! ¿sabes? Para MUY bien… - una sonrisa abierta en su boca. Mi amiga recuperaba la confianza. La decisión…

-       Lauri, yo me preguntaba, si tú... si tú…

-       ¿Sí…?

-       Si tú podrías… quiero decir… ¿tú los conoces, no?

-       Eh… bueno, sí, yo…

-       Sabes usarlos… vamos que…

-       Los… los uso, sí…

-       Los usas.

-       Y quieres…

-       Quiero que… que tú…

-       Te enseñe. – Joder, qué difícil estaba siendo todo aquello.

-       Lauri… - Lo me sonreía, con enorme ternura. Joder, era tan lindaaa…

Me lancé sobre su cama y, avanzando sobre mis rodillas, alcancé el otro lado, juntando mi cuerpo al mío, tomando su carita entre mis manos, separando su melena negra y lisa, y besando dulcemente sus labios… muy dulcemente.

-       Mi amor, pero claro… claro… para eso estamos las amigas…

-       Lauri… yo, de verdad, ¡qué bien! – musitó ella esquivando como podía mi boca sobre la suya para poder hablar. – Tenía tantas ganas…

-       Sí Lo… yo también te tengo ganas – mis manos hacían un verdadero esfuerzo por tocar solamente las partes expuestas de su piel, evitando conscientemente aquello que quedaba oculto por su exigua vestimenta. – Lorena empezó a gemir… - tranquila, tranquila mi amor… vamos a ir poco a poco, ya verás…

-       Sí Lauri… como tú quieras… enséñame todo mi Lau… mi amor… - mis besos sobre mi amiga arreciaron convirtióndose en auténticos morreos. Sus labios estaban casi muertos, pero los míos los violentaban y los profanaban sin piedad, para facilitar que mi lengua violara su boca una y otra vez. No podía tener claro hasta dónde pretendía llegar ella, es de suponer que hasta el final pero… pero daba igual ya. Yo estaba encendida, y ella por lo menos estaba claro que no iba a parar nada que yo pudiera hacer.

-       Ven, ven, - dije tirando de ella – ven a la cama, túmbate… así, así mi vida – siempre sin dejar de besarla ni acariciarla dulcemente… de repente me daban ganas de cuidarla, de follarla despacio, de darle todo, poco a poco, como quien suministra una droga… para asegurarme que conseguía volverla adicta a aquello, adicta al sexo.. adicta a mí.

-       Lauri… Lau mi amor… me…

-       Lore, verás… todo esto… no es estrictamente necesario… pero… conviene… es mejor estar… excitada…

-       Sí…

-       ¿Te excita esto…? Mi amor…

-       Lauri me… me gusta… me gustas Laura… te quiero…

Tumbadas en la cama, yo tendida a medias encima y a medias junto a ella, empezamos a comernos la boca con pasión casi brutal. Lorena reaccinó, me abrazaba y yo a ella, nos hablábamos con ternura, en susurros, y nos comíamos la boca una y otra vez. Picos en los labios, mordiscos, largos morreos ejercitando labios y lenguas en profundidad, despacio, deleitándonos, disfrutando a fondo de nuestras bocas… a penas de nuestros cuerpos, aunque su calor, mi sudor, los olores… el coño de Lore, ese olor profundo, penetrante, tan deseable…mi mano resbaló por su vientre, ella también sudaba, su piel era suave y mojada como estaba era aún más fácil recorrerla… no quise tocarla todavía, no su piel, su pelo, su carne abierta, no, todavía no, poco a poco, antes tenía que… mi mano sobre sus braguitas… las bragas de Lore, su pubis… los laterales, sus ingles, ardiendo, mojadas, el tacto aspero de su pelo recortado bajo el encaje abierto de la tela… el calor… la humedad… llamando desde su centro, allí donde mis dedos caían rendidos dispuestos a enterrarse, sin poder evitar la tentación de tocarla, de sentirla allí al fin. Un hondo suspiro de ella entrando en mi boca, que en seguida se tornó en un jadeo que me obligó a parar a pesar de mi deseo. Lorena estaba húmeda, estaba caliente. Sin quitar mi mano de allí, seguí besándola largo rato, en morreos eternos y cada vez más húmedos. La mano del coño, de vez en cuando, palpitaba sobre su sexo haciéndola estremecerse. Cada vez más húmedo. Cada vez más…

Lorena se dejaba, se dejaba todo. Su cuerpo respondía muy levemente. Me besaba, me morreaba, joder, seguramente no había dado en mi vida morreos tan intensos a nadie. Desde luego, no tan largos. Ella me respondía, acumulaba mi experiencia y lo que aprendía de mí, y me lo devolvía sobre la marcha, con sus propias aportaciones, destellos de lucidez que, a pesar de su mojigatería, demostraban una cierta brillantez sexual innata. Hacía demasiado calor allí y estábamos las dos a cien. Pero yo no quería correr y Lorena no sabía más que estar abierta de piernas para mí y entregándome su boca completa, libre, abierta, mojada.Su coñito empezaba a soltar chorritos de flujo, los sentía a ratos empapando aún más sus braguitas y cayendo entre sus muslos para mojar su raja, su culo, su cama. También yo chorreaba ya. Mi lengua se hundía en su boca. Ella me acariciaba, la cara, los brazos.

Subí la mano de su coño hasta su cara. Empapada de ella, empecé a acariciarla yo igual. Su cara, su boca… mis dedos mijados de ella entrando entre nuestras bocas. Su sabor. Latigazo de placer. El cielo en mi boca. El coño de Lorena sabía a gloria. Qué caliente estaba, joder… Y ella más. Mi amiga me chupó los dedos, la mano entera, buscando su sabor… supuse que se había reconocido. Yo me chupé los dedos, la mano entera. Buscando su sabor. Buscando su lengua.

-       Estás muy mojada, cielo…  - debíamos llevar como tres cuartos de hora así – creo que ya estás lista…

-       ¿Lista?

-       Sí… tus juguetes… ¿recuerdas? – Lorena parecía olvidado cualquier cosa anterior al momento en que ella y yo nos abrazamos casi desnudas, besándonos sobre su cama. - ¿Todavía quieres que los probemos? O prefieres seg…

-       ¡Sí! Sí. Sí… si tu quieres, claro, Lauri… mi amor..

-       Sí, Lo, claro que quiero… te va a gustar, ya verás… si quieres podemos seguir así mientras, será bueno que sigas así de excitada, y esto se ve que te pone, podemos besarnos más si quieres, a mí también me gusta…

-       Sí Lauri… por favor, no pares…

-       Estás muy mojada…

-       No pares…

-       Muy mojada… Me gusta… me gustas mucho Lore…

Otro largo morreo interrumpió cualquier posible avance durante unos minutos más. Cuando el beso se rompió, por fin, le pedí que aguantara, tan solo un segundo…

-       Mira, como veo que has comprado dos vibradores de estos tipo huevito con mando a distancia…

-       Sí… es que…

-       No, no… si está guay… hay formas de usarlos los dos, claro… bueno, uno en cada… en fin, ya sabes, o los dos por delante pero… ¿te parece que usemos uno cada una ahora? Así puedo medir y controlar mejor lo que vas sintiendo… - Mi amiga temblaba como un flan, y de vez en cuando se lanzaba a por mi boca de nuevo. Yo, temblorosa también, temblaba intentando desmontar los malditos paquetes que envolvían los dos juguetitos de mi amiga… Dos huevitos, uno blanco, el otro rosa, con un pequeño cordón plástico. Los tomé en mis manos y la miré. Lorena había recogido sus piernas, que mantenía abiertas de par en par ante mí. Apreciaba la forma marcada de su vulva, sus labios, el la tela empapada de la entrepierna de sus bragas. Olía fuerte a coño. También yo. Conocía aquellos cacharros. Lavar bien y desinfectar antes de cada uso. A la mierda. – Tengo que meterte esto en el coño, mi cielo.

Lorena me miró alucinada, expectante. Aparentemente, trató de abrir todavía más sus piernas. Inútil, porque no las podía tener más abiertas. En silencio, mirándome fijamente, su mano derecha se metió entre sus piernas y, abriendo al máximo las patas, Lorena se apartó el encharcado refuerzo de tela del centro de sus braguitas. Dos labios alargados y gorditos salieron, blancos, brillantes de humedad, dejando caer un moco denso y transparente de su interior en gruesos goterones. La imagen no podía ser más excitante, su sumisión, su entrega, su deseo… me entraban unas ganas enormes de cuidarla, y decidí que iba a darle todo el placer que me estaba pidiendo…

-       Lore… voy…

Nuevamente avancé de rodillas hasta quedar colocada entre sus piernas. Ella tiró más de sus bragas y sus alargados labios cargaron entre sus piernas, saliendo por el amplio hueco que había formado ella tirando de sus bragas, y que me permitía hasta ver la mata de pelo recortada y rasurada en triángulo en el centro de su pubis. Un estremecimiento en el cuerpo de mi amiga la hizo abrirse todavía más, lanzándome una nueva bocanada de olor a su sexo. Pude ver el clítoris emerger allí donde se juntaban sus labios, al tiempo que entreveía el comienzo de sus labios menores, asomando duro y terso como la carne superior de una almeja. Mucho iba a tener que contenerme para no empezar a comerme ya mismo aquel manjar…

-       A ver… ahora vas a sentir… quieta…

Mis manos sujetaron el pequeño vibrador al tiempo que con dos dedos separaba los labios que cerraban su vulvita caliente, con la habilidad que marca la experiencia. Lorena gimió hondo y largo cerrando los ojos y mordiéndose los labios. Era la primera vez que mis manos le tocaba el coño de manera directa. Dudé por un momento, porque lo que de verdad me apetecía era enterrar allí mis dedos, meterlos dentro de aquella cueva tan húmeda y caliente y empezar a follar a mi amiga, a darle a Lore todo el placer que llevaba guardando para ella desde hacía ya demasiado tiempo… Aún así, sabía bien que seguir por el camino lento iba a ser mucho más sensato y fácil de asumir para Lorena (la pobre, si total ya estaba entregada, mojada y salidísima, se habría dejado hacer cualquier cosa por mí en ese momento ya, pero aún así no dejaba de pensar que seguramente para ella lo importante era el después, el cómo iba a asumir después todo aquello). Y, a su vez… el camino largo y lento iba a ser, a la larga, mucho más placentero para las dos… Y aquella primera vez con Lorena tenía que ser, sencillamente, inolvidable.

Así que estaba decidido. Mi mano acercó el vibrador hasta su entrada, que tenía descubierta con los dedos índice y pulgar de mi mano derecha, totalmente encharcada de sus fluidos de mujer, recién extraídos de su cuerpo para mí. Con su excitación y su lubricación, aquello entró solo. Fue sencillamente colocarlo en la abertura, mantener la presión, y parece que desapareció solito, tragado por el coño de mi amiga. El rabito quedó colgando fuera, atrapado por los labios de su sexo, empapados y brillantes. Lorena me miraba conteniendo el aliento y con los ojos muy abiertos, mientras mis dedos se demoraban en abandonar el contacto con su sexo. Estaba demasiado caliente… Aunque lo cierto era que yo, yo también ardía.

-       Ahora te toca a ti, Lo… - dije cogiendo el otro vibrador y pasándoselo a mi amiga. Aquello hizo más fácil dejar de tocar su coño.

-       Pero… ¿cómo… Lau?

-       Ahí Lore… ahí es donde tiene que ir – siempre arrastrándome con las rodillas,  había avanzado sobre su cuerpo tumbado, con una pierna a cada lado de su torso, hasta quedarme encima de sus cara.

Con actitud decidida, me aparté la bandita mojada que cubría la entrada de mi chochito, cogiéndola entre el índice y el pulgar de mi mano izquierda, mientras con l corazón y el anular, y los de la otra mano, me abría bien los labios mayores y recogía los menores que caían colgando, tratando de abrir al máximo mi coño y que Lorena pudiera ver bien la entrada de mi vagina. Dos largos goterones de flujo espeso se descolgaron al momento. Directos sobre su cara, fueron estirándose hasta establecer un contacto ininterrumpido entre su boca y mi coño. Insitintivamente, mi amiga se relamió los labios, recogiendo y tirando de aquella baba mucosa, mientras sus manos se deslizaban lentas y suaves por la cara interior de mis muslos hacia mi coño, haciéndome rugir el vientre de placer. Ahora era yo la que gemía con revueltos jadeos. Me sentía como una colegiala nerviosa en sus primeros juegos prohibidos. La cara de Lorena bañada en mi flujo, mi moco vaginal entrando en su boca, su cara de salida, de muerta de deseo al probar por fin el sabor del coño de su amiga, sus manos recorriendo mis piernas, tocándome, palpándome abiertamente antes de cogerme el chocho… Una violenta oleada de mi olor debió golpear su rostro a la vez que más flujo escupiá copioso sobre su cara.

Quizás asustada por la reacción de mi cuerpo, mi amiga me acercó el vibrador al coño, y empujó con fuerza en mi interior. Entró el cacharro, y entraron también dos largos dedos de Lorena en mi interior. Mi amiguita acababa de penetrarme. Sentir todo aquello abriendo de golpe mi sexo me hizo convulsionar de placer, tanto que casi pierdo el equilibrio y a punto estuve de terminar sobre ella.  Grité fuerte y me llevé una mano a las tetas y la otra al coño, aferrando su mano contra mi vulva, apretando mis músculos para cerrar fuerte tanto mi  vulva como mi esfínter. Jooodeeeerrr… ¿pero es que esta chica nunca se había hecho un dedo?

-       Joder Loooooo!!!! No tan de golpe… gmmmmpppfffff ahhhhhh!!! - Sin poder contenerme, vislumbrando un principio de orgasmo tomé su mano, con los dos dedos que sujetaban el huevito metidos en mi interior, y la agité violentamente dentro de mí, mientras me magraba las tetas sobre el sujetador. Me dolían los pezones de lo duros que se me habían puesto ya. Estremecida por un micro orgasmo, solté por fin su mano, farfullando y gimoteando mientras sus dedos abandonaban mi conejito. – uffff uff Lo, no puedes entrar así tan de golpe en el cuerpo de una mujer… ayyy mmmm… tranquila mi amor, tranquila – le dije mientras ella empezaba a apartar con sus manos el flujo que le seguía cayendo sobre la cara, lamiendo con naturalidad los restos de sus labios y de sus dedos – en realidad me has dado más gusto que otra cosas pero… tía es que no me lo esperaba tan rápido… sé que es un juego esto, pero… me tienes muy caliente Lo… - ¿un juego? Pero ¿qué estaba diciendo? ¿acaso trataba de calmar a mi amiga? …allí hacía un rato que ninguna de las dos estábamos calmadas…

-       ¿Qué hago entonces?

-       Tranquila.. el rabito tiene que quedar fuera… - me volví a abrir el coñño, retorciéndome de placer encima de ella. Lorena ya asumía con naturalidad estar allí tragando mi flujo, pero a mí aquello me ponía cerdísima. – sencillamente cógelo con los dedos, y tira un poco… despacio… - mi amiga fu súper cuidadosa pero, a esas alturas, cualquier contacto sobre mi sexo me volvía loca por completo – bien, bien mi amor… así….

Cuando por fin tuvimos las dos aquel aparato insertado en nuestro sexo, pasé una pierna sobre ella para quedar de nuevo a su lado, y me estiré para coger los mandos de los dos vibradores, al tiempo que recolocaba mis braguitas.

-       Colócate las braguitas, y ponte cómoda cielo… que ahora vamos a pasarlo bien. – Comprobé que los mandos del aparato eran como los que yo conocía, y lo encendí en opción automática e intensidad mínima. – vale Lo, pues ya está, ya sabes cómo tienes que meterlo… ya te digo que puedes meterte también los dos a la vez en el chochito si quieres darte más caña, o puedes hacer uno por delante y uno por detrás, eso ya irás probando… y luego el mando, pues puedes o ir manejando como quieras, que eso suele ser si manejas el de otra chica – sí mi Lore, pensé, el sexo lésbico es tu futuro… - o para ti lo puedes poner en automático, con varias intensidades, pero eso es súper intuitivo y ya lo irás viendo…

-       ¿Está en automático ahora?

-       Sí, al mínimo…

-       Pero… el mío no hace nada… no lo siento.

-       Espera, va dando pulsaciones cada cierto tiempo, luego ya verás que irá aumentando de intensidad y será cada vez más rápido y más fuerte, hasta que lo pares. – Sentí un pequeño estremecimiento, y ví como Lorena movía fuerte el culo de repente, para luego empezar a reírse a carcajdas. - ¿Ves? Ahí está… pues ahora – dije, tumbándome otra vez junto a ella – yo te propongo disfrutar las dos juntitas de estos juguetitos… si te gusta podemos darnos besitos como antes, y ya verás cómo se van mezclando unas sensaciones con otras, y qué gustito que da… - ahí estaba, me parecía un sueño aquello, pero estaba diciéndole a Lorena, con total naturalidad, que nos besáramos las dos… sabiendo, además, que aquellos besos mezclados con aquellos aparatos del demonio, iba a acabar irremediablemente desembocando en unos fuertes orgasmos que acabaría por llevarnos a quién sabe qué locura… bueno, quería llevarla ahí precisamente, hasta el final, así que…

-       Sí que quiero, besitos… - murmuró Lore, apretando los párpados cuando un nuevo espasmo sacudió su coñito apretado. Ya estaba deseando poder ser yo la que le provocara esas sacudidas con mi lengua…

Me volví a tumbar tendida a su costado, con el cuerpo parcialmente apoyado sobre el de ella. Noté su sudor caliente en mi piel desnuda, mezclándose también con el mío. Nos cogimos la carita la una a la otra, y empezamos a morrearnos directamente, ni bestitos ni leches. Evidentemente, nos teníamos muchísimas ganas y, en esos momentos en los que estaba claro que ya todo iba a pasar (que ya todo estaba pasando) el deseo mutuo era bestial. A pesar de ello, manteníamos todavía el juego de aquella supuestamente inocua “clase” de manejo de juegutes eróticos… Los espasmos del vibrador nos sorprendían periódicamente, haciendo estremecer nuestros cuerpos, pero eran todavía sumamente leves y espaciados, hasta para Lore. Sin embargo, la pasión nos quemaba a las dos de tal manera que parecía que nos quisiéramos meter a la otra por la boca. Jamás podía haber imaginado a Lorena besando así. Es que ni yo misma recordaba haberme besado de una forma parecida con mucha gente, tanto tiempo y, sobre todo, de una manera tan intensa.

En un momento dado, los besos y morreos empezaron a convertirse en algo más. Igual llevábamos una hora con ello, de todas formas, una hora en la que, al margen del momento de meternos los vibradores dentro, lo más fuerte que habíamos hecho realmente era comernos la boca. Sin embargo, de manera muy natural yo hubo un instante en que, con su carita preciosa cogida entre mis dos manos, empecé a repasar su boca con la lengua. Aquello abrió la veda para que las dos empezáramos a zorrear con nuestras lenguas, chupándonos y lamiéndonos primero las bocas y las lenguas, y luego toda la cara. Descubrimos un intenso placer en chuparnos y babearnos la cara, pronto teníamos las dos la cara llena de saliva, y nos frotábamos la una contra la otra para que esos líquidos de nuestros cuerpos se mezclaran entre sí. Cada vez que una sacaba la lengua para intentar chupar a la otra, recibía un ataque furibundo de la lengua y la boca de la otra, intentando comerse y meterse esa lengua en la boca, lamiéndonos y retorciendo nuestras lenguas juntas como si no hubiera un mañana. Aquello no eran besos ni morreos ya, era perreo puro, y nos atacábamos y nos chupábamos las dos como dos auténticas putitas en celo. Lorena… quién lo habría imaginado.

A todo esto, el vibrador seguía haciendo su trabajo y, aunque con poca intensidad todavía, sus latigazos empezaban a notarse ya, y de vez en cuando nuestros cuerpos se arqueaban o encogían impulsivamente dando pequeños grititos. Pronto las manos empezaron a volar también, y cuando nos dimos cuenta nos estábamos tocando las peras con tal fuerza que ambas apuntábamos maneras de sadismo. Ya había contado bastante antes que Lorena tiene una tabla por pecho, con unas tetitas mínimas… mínimas pero muy, muy ricas… llevaba rato sobándoselas mientras seguíamos guarreando con las lenguas, y por fin me decidí a tocárselas de verdad, pasando la mano por debajo de su sujetador, para aferrar esos pezones preciosos que tiene, grandecitos, con una enorme areola y un pezoncito muy muy duro, todo de un brillante marrón oscuro que llevaba rato pudiendo ver perfectamente debajo del indiscreto encaje de su sostén. Poder tocar sus pequeñas tetitas, sus suaves y firmes pezones que ya me habían cautivado cuando los pude ver por primera vez dos semanas antes, fue para mí tan electrizante, que la lubricación de mi sexo alcanzó niveles máximos, provocando que cada sacudida del vibrador se viera amplificada y magnificada. Me resultaba lujuriosamente excitante estar tocando, palpando, estrujando por fin sus deseados pechos con mi mano, que había entrado fácilmente debajo de un sujetador nunca demasiado apretado, dado que, como he dicho Lorena tenía poco que sujetar…

Por su parte, Lo perdió totalmente la cabeza cuando yo empecé a tocarle las tetas. Aquel abierto paso por mi parte la hizo empezar a agitarse con fuerza, gimiendo ya en continuo mientras apretaba sus párpados y se mordía los labios y la mano… mientras que pude notar cómo se llevaba su otra manita al coño, para empezar a frotarse su vulvita sobre la tela. Mi amiguita se estaba masturbando para acompañar a mis tocamientos y a los impulsos del vibrador, ya fuertecitos aunque todavía espaciados. Me pareció que Lorena estaba empezando a correrse, cosa que creí confirmada cuando emitión un largo grito sostenido mientras se machacaba muy rápidamente el clítoris… Olí a la perfección el aroma de su coño mientras empezaba a repasar mis labios abiertos y mi lengua por sus tetas, aunque todavía cubiertas por su sujetador. Sin embargo, Lo podía sentir mi lengua húmeda y la abundante saliva de mi boca mojando directamente la caliente y tensa piel de sus pezones que asomaba directamente entre el calado del encaje de su sujetador. Su corrida fue rápida y suave, lo que me hizo dudar de si realmente se había corrido o aquello había sido más bien un simple aviso todavía…

En todo caso, cuando se repusos, Lore tiró de mi cara hacia arriba otra vez, obligándome a abandonar aquellas delicias que estaba empezando a comerme, para poder ocuparme otra vez de su boca y su lengua como ella estaba deseando, morreándonos con tanto vicio y lujuria como estábamos haciendo poco antes. El fuerte olor de sus dedos me hizo saber que la humedad que pringaba mi rostro no eran ya súnicamente sus babas, sino que llevaba encima por fin algo mucho más íntima de ella. Sin embargo, enseguida me di cuenta de que su verdadero objetivo no era retomar el contacto con mi boca, que también, sino explorar nuevas formas de mi anatomía. Sus tiernas caricias por la piel desnuda de mis brazos y espalda me hicieron estremecer, pero solo fueron el falso preludio a un asalto frenético a mis tetas por parte de sus ávidas manos. Pronto me iba a dar cuenta de la obsesión que mi amiga había desarrollado hacia mis peras. Me empezó a amasar y estrujar los senos con rudeza sobre el sujetador pero, desenfrenada, de inmediato empezó a tirar de la tela desesperada por sacármelas y tener al alcance por fin mis tetas al aire, a su entea disposición.

Mi delicado sujetador, se reveló sin embargo más difícil de dominar de lo que ella hubiese querido, y a duras penas consiguió dejarme fuera medio pecho, que quedó a medias aplastado por el sujetador retorcido, clavándome el aro en la carne mientras mi amiga me retorcía y estrujaba sádicamente el pezón. Recordé su forma de mirarme las tetas desnudas hacía dos semanas. Recordé también entonces, que ella me había quitado el sujetador para encerrarse con él en el baño y pajearse. ¿Lo habría vuelto a hacer durante aquellas dos semanas? Yo no había vuelto a pensar en ella, pero sin duda ella, Lorena, había tenido que seguir pensando en mis tetas… Seguí teniendo mi sujetador, pensé.Me las sobaba tan fuerte que me hacía auténtico daño, pero aquello no dejaba de estremecerme y, mezclado con los ya bastante frenéticos impulsos del vibrador, me hacía convulsionarme de manera incontrolada cuando menos me lo esperaba, dejando ya fluir mis gemidos y jadeos con total libertad, sin querer ocultarle a mi amiga todo el placer que me estaba dando.

De repente me resultó alucinante estar allí, así, con ella. Me resultó alucinante haber quedado con Lorena para follar, y aquel pensamiento me hizo sentirme cachondísima… deseé como nunca entregarme entera a ella e, incorporándome me peleé brevemente con el cierre del sujetador para poder quitármelo cuanto antes. Quería que Lorena me viera, y que tuviera acceso directo a mis tetas. Por primera vez me las veía después de nuestra primera experiencia dos semanas atrás, pero ahora las tenía muy cerca, y yo se las ofrecía abiertamente. Lorena me las miraba, babeando. Tenía los pezones muy de punta.

-       Lau… son preciosas Laura, son… perfectas… - dijo empezando a acariciar, a besar, a amasar… Me había parecido increíble su prematuro orgasmo cuando yo le toqué las tetas, y de repente me encontré a mí misma cabalagando hacia el orgasmo, mientras mi coño se revolvía entre frenéticos movimientos del vibrador y feroces retorcimientos de tetas con especial ensañamiento hacia mis pezones…

-       Diossss Lo… ¡¡¡qué bruta me pones!!!

No pude contener el impulso de entregarme por completo a ella. Me miraba babeando mientras me estrujaba las tetas, y el excitante recuerdo de su lengua y sus babas sobre mi rostro, resonando en mi mente mientras me corría sobre ella, me hizo desear de manera incontenible poder disfrutar de esa misma erótica sensación sobre mis pechos. Lentamente, fui bajando hacia su boca mi torso. Mi amiga entendió rápidamente lo que iba a pasar, y antes de que llegara a ella, su lengua ya estaba fuera estirándose para poder alcanzar mi pezón empalmado. Menudo atracón se dio la muy puta. ¿Dónde había quedado la mosquita muerta de mi amiga? De repente se había convertido en una aunténtica zorrilla comiéndome las tetas con cara de loca, mientras yo la miraba sin poder evitar ponerme cada vez más y más cachonda. Me las juntaba con sus manos para poder meterse de golpe los dos pezones, chupando fuerte como si fuera una auténtica muerta de hambre. Sus abundantes babas chorreaban a mares por toda mi piel, y al hacerlo yo no podía evitar gemir como una vaca pariendo.

Lo se dio cuenta lo mucho que me excitaba esa forma de guarrearme en las tetas, y directamente empezó a soltar baba de su boca sobre ellas, juntándola en mi canalillo apretado hasta que rebosaba y me resbalaba, acariciando mis pezones antes de derramarse sobre ella, sobre mí, sobre su cama. Metiendo su cara en el canalillo me rebozó con toda esa humedad, sin dejar ni un rincón por cubrir de besos y lametones, al tiempo que empezaba a ensayar los primeros mordiscos. Se estaba poniendo cada vez más agresiva, mas bruta, más salvaje, y yo sentía que enloquecía viendo su rostro, su gesto de salida, sus maneras de puta. Cada roce de sus dientes con mis pezones me hacía gritar, y cuando empezó a morderlos de verdad y tirar de ellos con brusquedad me hizo pegar unos gritos de placer que debieron de escuchar en todo el vecindario. Me moría de lo brutita que me había puesto mi amiga, hasta el punto que cualquier sensación, por dolorosa que fuera, me provocaba violentos espasmos de placer. El zumbido de los vibradores era ya casi continuo. En ese momento me di cuenta de que me estaba pajeando, metiendo un par de dedos por debajo de mis bragas. También Lorena estaba utilizando sus manos sobre su cuerpo, apretando y estrujando sus pequeñas peras mientras continuaba dándose un verdadero atracón con las mías, que me tenía ya tremendamente babositas.

Y entonces, lo hizo… ella misma se subió el sujetador… casi muero de emoción al verle las tetas… así tumbada eran puro pezón, pero ver esa montaña oscura, coronada por la bola hinchada por la excitación, brillantes de sudor y contrastando también con la blancura de su piel… ufffff aquello era demasiado… Sentí que me mareaba, no podía aguantar tanto placer, lo que me estaba haciendo aquella chica con la boca era digno de una experta… y eso que dudaba que hubiera chupado alguna vez ningún pezón, ni siquiera los suyos. Cuando me quise dar cuenta, era yo la que mamaba sus pechos como una demente. Lorena se retorcía de placer debajo de mí, que estaba desatada atacando aquellas dos pequeñas protuberancias que tenía por tetas. No puedo decir cómo había llegado allí, solo podía pensar que era el puro deseo lo que me había guiado. Pronto ella acertó a quitarse el sujetador también, y me apretaba fuerte contra sus senos. Parecía que quería, que necesitaba que la tratara con dureza, provocándole dolor si era necesario.

Pero mi comida de tetas había venido acompañada por el ataque definitivo, con mi mano bajando impertinente por su cuerpo, arrastrando sus bragas mojadas y olorosas, raspándose la palma en su triángulo de vello limpio, duro, espeso, para resbalar entre sus delicados y tiernos labios mayores y empaparse en la masa viscosa y babosa de los menores, antres de deslizarse como una anguila en su cueva caliente… ¡qué ganas tenía de follaaaaarlaaaaaa! Los vibradores empezaban a zumbar cada vez con más fuerza. El coño de mi amiga temblaba ya cuando mis dedos lo profanaron con ardiente deseo. Sentirla estremecerse por mi pajeo, escuchar sus gemiditos de niña asustada mezclados con hondos jadeos de placer, todo aquello me hacía sentir la necesidad fuerte de follarla ya, de tal forma que no me sorprendí cuando me descubrí resbalando por su cuerpo, arrastrando hacia abajo sus bragas.

Acababa de desnudar a Lorena.

Mi cara descendió milímetro a milímetro, saboreando a mi amiga por todo el camino, asalvajando con mis roces y tocamientos todavía más su cuerpo, sacudido por la ya casi continua estimulación del vibrador y de mis dedos masturbando el interior de su vagina y su clítoris. Cuando me quise dar cuenta estaba ya comiendo su pelo, recogiendo el intenso sudor que se le había acumulado allí, demorando insensatamente el encuentro de mi lengua con la gloria de su coño, machacando fuerte su sexo, haciéndola gritar y orgasmar ya antes de empezar a comerla, se estaba corriendo para cuando mi lengua alcanzó su clítoris, rodeándolo mientras ella gritaba mi nombre y se cagaba en mi madre, y en la puta, que debía de ser yo, y no sé ya cuantas cosas más, y empecé a succionar fuerte sin dejar de darle al coño con los dedos, y ella gritaba y saltaba, y yo temblaba con cada sacudida fuerte del vibrador, que estaba alcanzando intensidades sádicas ya. En fugaces vistazos podía ver su rostro desencajado y sudoroso, brillante de mi saliva, así como sus manos apretando, estrujando, golpeando con violencia sus tetas y sus pezones duros. Sobreexcitada como estaba, mi amiga necesitaba un grado mayor de intensidad en cada uno de sus estímulos. Bueno, si era eso lo que quería… había decidido regalarle la corrida de su vida.

La mamada de clítoris que le estaba haciendo la tenía en un estado al borde de la explosión en todo momento. Su coño estaba completamente excitado con las brutales vibraciones del huevito, mi cabalgada salvaje en su interior y mis labios succionando aquella protuberancia que se le había hinchado increíblemente, estimulada hasta el escándalo por mis lametones, mordiscos y chupadas fuertes. Mis dedos empezaron a salir abundantemente cubiertos de una especie de densa crema blanquecina. Su cuerpo reaccionaba aumentando su lubricación en cantidad y calidad, lo que solo podía significar una cosa: su coño quería más. Su espeso flujo se mezcló con mis babas haciendo que todo se pusiera horriblemente húmedo y oloroso. El solo contacto con su coño había provocado que me empezara a recorrer un segundo orgasmo. Me deleité por momentos dejando que mi lengua resbalara golosamente sobre sus carnosos e hinchados labios menores, degustando igualmente el interior de su vagina. Joder, mi amiga estaba totalmente encharcada… pocas veces había probado un flujo tan pastoso y denso como aquél… mis dedos entraban y salían de ella con una facilidad pasmosa, y su chochito rico estaba tan caliente y excitado, que me parecía además que lo tenía más abierto de lo normal, lo que la hacía tremendamente follable de repente…

Toda aquella humedad, suya y mía, acabó chorreando por su raja, empapando su culo y sus sábanas. Mi lengua buscó instintivamente su entrada trasera, y empezó a jugar con su ano… Susupiros, gemidos, gruñidos, gritos, jadeos, hipidos, estertores, aullidos, mugidos, lloros, delirios… el repertorio sonoro de las reacciones de mi amiguita era insólito y variado como las oleadas de sensaciones que debían estar recorriendo su cuerpo en aquel momento. Un ronco gruñido y un ronroneo acompañaron la perforación de su ano por uno de mis dedos. Bien lubricada por mi mamada previa, mi amiga se dejó penetrar por el culo sin rechsitar y con sorprendente facilidad. Su ano tenía un sabor fuerte a mierda que no me resultó nada desagradable. Adoraba aquel coño, adoraba su culo, sus muslos, sus piernas. Me la habría comido entera.

Follarla a dos bandas mientras que aquel cacharro le removía las entrañas y mi boca se deleitaba con su clítoris, puso a la pobre Lore al borde de la explosión. Evidentemente, mi amiga no estaba acostumbrada a aquello, y su sexo nunca había recibido ni por asomo una estimulación mínimamente parecida a la de aquella tarde. Fui incrementando el ritmo, al darme cuenta de que todavía le quedaba algo de recorrido, aunque sabiendo que, en realidad, ya se encontraba envuelta en una especie de principio de corrida que no iba a hacer sino ir aumentando de manera sostenida lentamente hasta la explosión final. Y, queriendo que Lorena sintiera verdaderos fuegos artificiales en su coño, decidí tirar de artillería. Junto a su cuerpo, en la cama, estaban todavía los otros aparatos de su arsenal del sex shop, así que solo tuve que estirar la mano para conseguir uno de los juguetitos para llenar su ano…

-       Me alegro que te esté gustando tanto que te folle culito, Lo, mi amor… supongo que sabrás ya para qué se supone que sirven estos dos pequeñitos… -  así que cogiendo un pequeño aparato negro con forma de punta de lanza, muy redondeado y de tacto blando, me lo metí en la boca un par de veces para llenarlo bien de saliva, y lo apoyé en la entrada de su ano - ¿ves? Aquí es… aquí es dónde tiene que ir.

Solo me hizo falta empujar un poco. La boca de su culo se abrió, y aquel aparato avanzó como succionado desde su interior. Apoyando la mano en su interior, ayudé a su avance, acompañada de un hondo suspiro de mi amiga. Mis dedos trabajaban rápido en el coño y la boca volvió a ocuparse de su clítoris con desenfreno. Lorena inició ahora una repetida sucesión de hondos y fuertes jadeos. Diossss ¡me encantaba aquel sabor!

Lorena iba a explotar. Lo sentía ya. Su cuerpo era como una puta olla a presión.

Cogí el cipotón negro de plástico y se lo clavé en el coño. No me molesté en lubricarlo, no había necesidad de hacerlo. Lorena chorreaba, tenía el coño tan encharcado que aquello le entró de un solo golpe. Volví usar mi boca en el prominente botón de su clítoris. Lo rodeé bien con mis labios, y succioné fuerte como si me fuera la vida en ello.  

Lore directamente gritaba. A lo bestia. Suerte tendríamos si no acababa viniendo la policía. Agarré la polla de plástico. La saqué y se la volví a clavar con fuerza. El vibrador había alcanzado su máxima potencia, lo podía notar nítidamente destrozándome las entrañas y llevándome al límite de mi resistencia. Chupaba fuerte, muy fuerte. Otra vez ssaqué la polla y volví a clavarla. Otra vez. Otra. Chupaba. La polla. Una vez. Dos. Tres. Buuuum.

Lorena estalló. Pero digo estalló. El primer chorrazo me lo llevé en toda la cara. Me encanta eso, claro, pero… fue demasiado fuerte y copioso, me dejó cegada y momentáneamente fuera de combate. Ni hablar de conseguir recibirlo todo en la cara.

La corrida de Lore empezó a salpicar por todas partes. Los siguientes chorros impactaron en la mesa, la ventana, el suelo, mientras ella se revolvía, se giraba, gritaba, agitaba las piernas. La polla de plástico salió disparada con los chorros de la corrida de Lorena. Ella se echaba las manos al culo intentando sacarse de allí el otro aparato, mientras convulsionaba entre chorros y fuertes espasmos de su coño y toda la mitad inferior de su cuerpo, que yo controlaba machacando con saña su pobre clítoris. Se intentó incorporar un par de veces, pero no lo consiguió hasta que un violento espasmo me apartó de ella de una fuerte patada que casi me tumba, momento que ella aprovechó para tirar de su plug anal un poco. Su culo expulsó aquel trasto de golpe, escupiéndolo chorreando una baba pastosa y de color turbio y ensuciado. Lorena se seguía revolviendo, chorreando corrida por su coño mientras su culo todavía abierto por completo boqueaba, dejando ver el rosado interior de su ano. Deseé estar allí dentro de nuevo, pero yo tampoco aguantaba más y sentía que tenía que correrme. Mientras mi amiga gritaba y se golpeaba el coño, yo empecé a pajearme fuerte, incorporándome de nuevo dispuesta a avanzar hacia ella para poder terminar yo también.

Aún con el fuerte sabor a coño de Lorena en mi boca, contemplé cómo, haciendo evidentes esfuerzos, ella conseguía al fin arrancarse el pequeño vibrador de sus entrañas con un grito, al sentir el fuerte tirón que ella misma se había dado en el cordoncillo que le asomaba entre los pliegues arrugados e hinchados de sus labios, y que terminó por vaciar a su cuerpo de cuerpos extraños, de flujos de corrida, de sexo, de deseo, casi de vida. En un rápido movimiento, yo me había puesto de nuevo de rodillas sobre ella, con su cuerpo entre mis piernas, avanzando hasta quedar con el coño a la altura de su cara. Con cierta dificultad, ya que los espasmos que a mí también me provocaba el puto vibrador eran bastante considerbles, conseguí sacármelo del coño, y me lo introduje directo al culo. No me costó meterlo en mi ano, dado que salió bien pringado y lubricado de mi sexo, y además estaba realmente excitada.

Dispuesta a la traca final, sintiendo el dolor de la hiperexcitación de mis pezones, me empecé a abrir el coño con las manos y a resobar sus labios, pliegues y demás empapadas partes. Seguí soltando escupitajos de baba densa de mi vagina directos a la cara de Lore, que quedaba bañada en mí y se esforzaba por beber y lamer. Aún así, me resistía a masturbarme directamente la vagina con mis manos. No, a Lorena. La necesitaba a ella dentro. Por fin, sus manos, temblando, treparon por mis piernas. La delicadeza de sus caricias subiendo lentamente por la cara interior de mis muslos hacia mis ingles, casi me hace caer. Y el deseado contacto de sus manos sobre mi sexo primero me tensó, de forma tal que pensé que mi cuerpo se iba a partir, antes de acabar convertida en un pelele en manos de los hábiles e hipercuriosos dedos de mi amiga. Lore empezó a hurgar, a acariciar, a escarbar, apretar, frotar, penetrar… Yo gritaba y me estrujaba y azotaba las tetas sin dejar de convulsionar por la rapidez y potencia con que el vibrador me estaba follando el culo. Estaba a punto de entrar en órbita y con pocas ganas de medir… semanas de desesperación y ganas locas de follar, un fin de semana demencial con mis primos, la propia Lorena, la farmaceútica aquella… luego el desenfreno con Sandra y su Amo, Mikel… y ahora esto.

Cogí la mano derecha de Lo, que estaba rebañando y entrando en la boca de mi vagina, la estrujé y la empujé hondo en mi interior. Entró completa. Me sentí morir, de placer. Jadeé hondo y largo, y utilicé a mi amiga como si fuera un enorme consolador con vida propia para masturbarme muy fuertemente el coño, mientras ella usaba su mano libre para investigar y juguetear con mi clítoris. Sus deditos allí, rodeando, pulsando y rascando mi hinchada protuberancia, me sacaron los ojos de las órbitas y me hiceron gritar cuando, arrancando su otra mano de mi coño, me corrí de golpe eyaculando fuertes chorros directos a la cara de Lorena, salpicando nuestros cuerpos y empapando cama, sábanas, colchón… pensé que la habitación de mi amiga iba a oler ya por siempre a mi coño desatado. Me corrí como si llevara años sin hacerlo, me corrí con todo el deseo acumulado y concentrado de semanas, mientras aquel puto vibrador seguía pateando mi orto en medio de tan brutal caída, hasta hacerme perder las fuerzas, el equilibrio, casi la consiciencia, cayendo de golpe con el coño abierto y empapado sobre su boca. Acerté apenas a arrancarme el vibrador del culo, mientras llorando de placer me caía hacia delante, sujetándome como pude con los brazos, apalancando las manos en el colchón, y frotando fuerte toda mi entrepierna resbalosa y estremecidad todavía por los estertores de mi sexo, orgasmando sobre la cara y la boca abierta de la de, hasta hacía apenas un par de horas, virginal amiga Lorena.

Ella se aferró a mis piernas y me metió la lengua dentro. Lorena me comió el coño como si realmente llevara toda la vida haciendo eso. Y yo, tan sencillo como eso, no podía dejar de correrme. Mi amiga Lorena. Joder, cómo pensarlo. Me estaba dando una ración de sexo como nadie me había dado en mucho tiempo. En qué momento acabé de nuevo enroscándome a ella, juntando nuestros cuerpos invertidos, sumergiendo profunda mi cabeza entre sus piernas, mientras ella hacía lo mismo entre las mías –en realidad, nunca había llegado a separar su lengua ni su boca de mi vaginita. Aquel primer 69 fue largo y delicioso, muy sabroso por nuestras fuertes corridas –desde luego, aquella fue la primerísima vez que mi amiga se corrió eyaculando de tal manera- y a la fuerza extenso ya que tuvimos que prolongar al máximo nuestra actividad sexual de aquella manera para conseguir bajarnos la una a la otra del cielo al que nos habíamos catapultado. Y lo hicimos a través de sucesivas oleadas de orgasmos repetidas con intensidad decreciente, hasta que por fin conseguimos empezar a calmarno ambas, dejar de actuar como animales y emepezar a parecer unas personas…

-       Laura…

-       Lore… jajajjaj – lo primero que estuvimos después de bastante más de dos horas de sexo inteso seguido fue empezar a reírnos a carcajadas durante un buen rato.  Después, tras demostrarnos nuestra mutua sorpresa y admiración, así como la desatada alegría de Lo al haber descubierto una nueva dimensión desconocida de su propia sexualidad y de las posibilidades orgásmicas de su propio cuerpo, acabamos irremediablemente juntando nuestras bocas con la misma fuerza y pasión que la primera ves.

Nuestros besos y morreos, con manoseos y tocamientos guarros de diverso tipo, siguieron ocupando sin freno los minutos siguientes, mientras la noche empezaba a caer en el exterior.

No quiero seguir demasiado con esto, porque las siguientes horas fueron implacablemente parecidas a lo que acabo de relatar. Cuando conseguimos separar por fin nuestras bocas y entablar algo parecido a una conversación civilizada, ella me expresó directamente su deseo de repetir de inmediato lo que acabábamos de hacer. Yo solo le pude pedir retrasar mínimamente aquello para poder comer algo antes, ya que me rugían las tripas de la intensa actividad física que nos había supuesto nuestro primer polvo juntas. Por lo demás, deseaba ardientemente juntarme a ella de nuevo, y no separarme nunca. Me sentía muy sudada y sucia (de hecho hacía tantísimo calor esa noche que ninguna de las dos podíamos parar de sudar, de la temperatura y de nuestra propia excitación, pero vernos chorreando por todos los poros del cuerpo, con hilos continuos cayendo de nuestros sobacos, nuestro cuello, la parte inferior de nuestros pechos, sobre todo los míos, o nuestras ingles, no hacía sino aumentar exponencialmente nuestra excitación), pero ni el sudor ni la suciedad eran una prioridad para mí… hidratarnos, reponer energías y vuelta a follar, follar y follar.

Ya solo escuchar la palabra “follar” de labios de Lore me resultaba tan lujuriosamente erótico que me ponía suficientemente cachonda como para desear volver a lanzarme sobre ella. Fue una noche larga, en resumen, donde volvimos a hacer que nuestros cuerpos se encontraran suficientes veces como para alcanzar un verdadero conocimiento profundo de nuestros físicos y nuestra sexualidad, la una de la otra. La mañana nos descubrió dormidas, abrazadas sobre una cama revuelta, con las sábanas arrancadas y restos pegajosos por todas partes de su habitación, que olía fuertemente a una mezcla ácida, degradada y pastosa de nuestros coños mezclados. Volvimos a follar, hasta que el hambre y el agotamiento nos hicieron frenar y comprender que, en algún momento, debíamos retornar del paraíso en el que nos habíamos encerrado aquella noche.

Durante el desayuno, Lo y yo nos contamos los lanes previstos para pasar aquél domingo. Yo tenía una ineludible comida familiar a la que no podía faltar, y debía pasar por casa porque no podía plantarme delante de toda mi familia vestida como una puta, tal como había aparecido en casa de Lo.Por su parte, ella había quedado a para ir a comer con su chico, Nacho, un joven normalito y de lo más formal (casi diría que más bien aburrido).

-       Joder… pobre Nacho… espero que pueda entrar por la puerta con la cornamenta que acaba,mos de plantarle en la cabeza jajajjajaja – me arrepentí enseguida de aquellas palabras que se me habían escapado de la boca sin pensar que Lorena, por su manera tan especial de ser, bien podía estar comiéndose ahora mucho la cabeza con las posibles consecuencias de lo que acabábamos de hacer. Evidentemente, mi amiga no tenía la frivolidad ni la ligereza que yo siempre había tenido de la manera más natural.

-       ¿Nacho? Pues mira, qué quieres que te diga… si fuera capaz de haberme hecho alguna vez la milésima parte de lo que me has hecho tu esta noche, Lauri, pues es que igual todo esto no hubiera pasado tía… joder, no pienso más que en poder repetirlo… ¿cuándo vamos a poder vernos otra vez para…?

-       ¿Para follar? Jajajjaja ¡me encantas Lo! Estás totalmente desatada… joder jamás habría podido imaginar todo el sexo que llevas dentro so putilla… yo también tengo muchas ganas de repetir contigo, sí…

-       Jajajja… joder Lau, que digas tú eso… si yo no he hecho más que seguirte en absolutamente todas las guarradas que me metías… si me has manejado como si fuese un jueguetito más del sex shop en tus manos tía… qué calaldito te tenías eso de ser una diosa del sexo…

-       Hala, Lore, por dios ajjajajja ¡una diosa!

-       ¿Sabes lo malo?

-       ¿Qué? – pregunté riendo todavía.

-       Tú no te acordarás pero… mañana me iba una semana de viaje con mi family… te lo he contado varias veces, pero tú nunca te acuerdas de esas cosas - ¿nunca me acuerdo de las cosas? A ver… quizás lo que pasaba con ella era sencillamente que nunca me había interesado realemnte, era una buena amiga, vale, pero nunca había sentido que tuviera demasiado en común con ella hasta que descubrí la mutua atracción sexual que sentíamos. Pero, fuera de aquello, nunca hasta entonces me había preocupado mucho de sus cosas, la verdad.

-       Ay, es cierto… bueno, pero era un viajecito muy guay ¿no? - Traté de salir del paso… - y ya verás cómo cuando vuelvas nos vamos a volver a ver para hacer cosas ricas –le dije cogiendo cariñosamente su mano, que no mucho antes había estado completamente enterrada en mi coño.

Pese a todo, para esas alturas yo ya tenía la cabeza en otro lado. El sexo con Lorena me había saciado mucho más de lo que pensaba, llevaba casi dos semans con Sandra y lo de aquella noche parecía en cierto modo poner fin a algo que había arrancado dos semanas atrás con la propia Lo. Sin embargo, la otra vertiente de aquella historia no se había cerrado en absoluto, y por mucho que yo la hubiera dado por zanjada y pretendido olvidarla durante aquellos días, mis primos seguían exisitiendo e iba a tener que verles en tan solo unas horas. Me revolví inquieta pensando la barbaridad de fotos que habían acabado en el teléfono de Carlos después de mi follada con Mikel el otro día. Inevitablemente, aquello tenía que tener alguna consecuencia, por más que a esas alturas yo todavía desconociera si se había producido ya o cuál podía ser. Evidentemente, Carlos tenía que haber guardado con discreción aquellas fotografías, porque de haberlas visto alguien más en su familia, la tormenta se habría tenido que desatar de manera inevitable. ¿Con qué finalidad las guardaba? ¿Tenía algo que ver aquello con la insistencia, extendida a toda mi familia, de que me quedara con mis primos el sábado de la siguiente semana? ¿Estaba Carlos detrás de aquello? O Pablo.

Lo pero en ese momento fue constatar que una fuerte punzada de deseo volvió a recorrer mi cuerpo al pensar en él. En ellos, en realidad. También en Pablo. Joder, el ciclo Lorena-Sandra-Lorena podía estar cerrado y aprobado con nota, sí… pero el ciclo con mis primos no solo estaba incompleto, sino que su desgarradora realidad me volvía a alcanzar de nuevo con fuerzo. ¿Pero acaso algo así era posible? Había vivido una noche de sexo absolutamente brutal con Lo y… ¿de verdad estaba sintiendo aquel repentino hambre de polla? Joder… no, no,no, ¡¡no!! No podía llegar y presentarme delante de mis primos con aquellas ganas que me estaban entrando de meterme un rabo entre las piernas… tenía que quitarm aquello de la cabeza. De repente Lorena pasó, no a un segundo, sino poco menos que a un último plano. Me despedí impulsivamente, recuperé mi vestido y me lo puse sin nada debajo. Tratando de compensar la brusquedad de mi huida, le ofrecí quedarse con mi ropa interior para “acordarse de mí”, al menos durante aquellos días que iban a pasar antes de vernos (desde luego que por nada del mundo pensaba perder aquel conjunto, porque me había salido caro y pensaba que me sentaba realmente bien… ¡y hasta aquel momento había triunfado con él cada vez que lo habías vestido!). Bueno, la excusa de que tenía que pasar por mi casa para ducharme y vestirme adecuadamente antes de irme, era por fortuna bastante fácil de creer, entre otras cosas porque era la pura verdad.

De manera que me despedí rápidamente de Lorena, dejándola casi con la palabra en la boca mientras bajaba a saltos la escalera, pensando en mi única salida viable: llamar y convencer a Mikel, el Amo de Sandra, de que me hiciera un favorcito rápido aquella mañana. Dudaba, naturalemnte, porque bien sabía que pedir un favor a un Dominante como él iba a tener un precio. Y sabía que con Mikel no iba ser barato.

Y, en esas estaba, cuando tuve la primera sorpresa del día.

Me choqué con él. Nacho, el novio de Lore, subía por la escalera a saltos tan imprudentes como los que yo misma daba para bajar. Que acabase aterrizada en el suelo no fue lo pero, fue una caída relativamente controlada y evité golpearme malamente o hacerme excesivo daño. Lo que no pude controlar fue el descoloque de mi vestido, corto y absolutamente inviable para cubrirme en una situación como aquella. Bueno, siempre me quedó el consuelo de que parte de la responsabilidad de todo la tuvo la propia Lorena: el haber querido quedarse con mi ropa interior fue uno de los motivos de que yo acabara  delante de su novio con el coño abierto al aire, y una teta fuera, a su alcance. Tampoco tengo claro qué fue lo que pasó cuando él se agachó, como intentando ayudar a levantarme, con la mano estirada. Una mano que iba dirigida a mi mano pero acabó sobre mi pecho desnudo. No sé, igual moví yo el cuerpo para poner ahí mi teta. O tiré de su mano hacia allí. También puede ser que el propio Nacho… yo estaba con el coño al aire. Abierto. Y olía mucho.

Nacho acabó sobre mí. Nos besamos. Los tirantes de mi vestido cayeron, mis pechos quedaron a su alcance. Su boca limpiando allí los restos de babas y de corridas de su novia sin saberlo. Mi excitación desbocada pensando en hacerlo con él todavía sucio de ella. No me gustaba. Jamás había pensado en él de aquella manera. Pero quería que me follara. Le abrí el pantalón, le busqué la polla. Nos tocamos los sexos, lo tuve en mi boca. Se lo puse duro rápidamente, rápidamente le tumbé sobre el suelo y le monté, porque iba a ser yo al final la que le follara. No me podía arriesgar a perder aquella oportunidad. Tenía que correrme a gusto con él y quitarme el hambre de hombre que me había entrado de repente. El polvo fue rápido. Rápido pero intenso, pero también bastante bueno. Constatando que acababa de ponerle los cuernos a los dos novios por separado, levantándome y limpiándome el coño con las manos, recomponiéndome el vestido mientras lamía mi mano sucia de restos, continué mi carrera sin siquiera cruzar palabra con aquel chico. Quizás si Lore no había sacado gran cosa de él, había sido también por incapacidad de ella… El chico tenía material, no era ni bueno ni malo. Pero había de donde sacar. Sonriente, satisfecha, sin ser capaz de creer mi suerte, salí a la calle. El día brillaba con fuerza y apretaba el calor.

* * *

La tarde en casa de mis padres fue rara. El polvo con Nacho me había dejado relativamente agusto, casi tranquila, pero me sentía extraña por la infidelidad tan inmediata con Lorena. No es que me importara, claro, al fin y al cabo ella casi se había descojonado de su novio cuando yo le recordé que ella le acababa de poner los cuernos a él. Y el muy cabrón tampoo se cortó ni un pelo para follarme a mí. Que vale que quizás yo poco menos que le había violado al tío (sí, había sido yo la que le agarré la mano para ponerla en mi teta salida, qué pasa), pero tampoco me preocupaba nada algo que había sido tan pasajero y casual y que, oye, ya sabría la parejita como gestionar sus contradicciones también. Pero vamos, que había sido inesperado y extraño, y me había quitado el picor del coño y el hambre de polla ero en absoluto estaba tranquila.

La ofensiva de mis primos durante la comida fue bastante fuerte; la de Pablo en modo impertinente siempre. Y la del gilipollas de Carlos, como siempre en plan mudo, fue calalda y sibilina a través de su madre, sin atreverse a dar la cara. Yo estaba cansada, casi no había pegado ojo y físicamente la noche con Lore me había dejado arrasada. En algún momento la tensión empezó a ser masticable y, afortunadamente, mi mami consiguió cortar aquello dejando claro que yo no quería y que tendrían que buscar otra solución, ofreciéndose ella misma a ir a cuidar a mis primos. Habia que joderse, los dos hombrecitos, es que aquello no había por donde cogerlo la verdad. En fin, que la cosa al final estaba cogiendo pinta de que mis tíos iban a tener que joderse y abortar el plan, pero yo no estaba para bromas. Es que si ponía un pie en su casa, a solas con sus dos hijos… pues sinceramente, yo ya no respondía de nada.

Después de la comida la cosa no mejoró. Me fui a echar una siesta, que falta me hacía. Como hacía un calor insoportable, pasé de quedarme en el jardín, y me metí a la habitación de mis padres, que era la más oscura y fresca de mi casa. Decidí dormirme sin más en bikini, un bikini normalito que me había puesto nada más llegar para meterme en la piscina antes de comer, y que había mantenido durante toda la comida al aire libre. Pablo me había estado lanzando divertidas miradas juguetonas, mirándome con aire travieso, lo que unido a su actitud infantil… pues la verdad que me hizo bastante gracia. Si no se hubiera puesto tan pesado con lo de intentar convencerme, pues quizás hasta me habría gustado. Carlos, siempre callado, me miraba en cambio con una mirada turbia, desnudándome obscena y suciamente. Evidentemente, él tenía mis fotos y bien grabado en su mente mi cuerpo uy lo que podía hacer con él… Pero aquella mirada torva y desabrida me quemaba, me molestaba profundamente y me hacía sentir muy incómoda. ¿Cómo era capaz de mirarme así con lo que debía haber visto en aquellas fotos? En fin, Sandra me había enseñado alguna de ellas y no eran lo que se dice muy “edificantes”, la verdad.

Al poco de echarme en la cama, la puerta del dormitorio de mis padres se abrió. Pude descubrir en la penumbra al propio Pablo. Me entraron ganas de mandarle a la mierda, porque ya sabía a lo que venía, pero su cara de salidillo al mirarme seguía resultándome divertida y atractiva, así que me resigné a aguantarle por útima vez la cantinela. Él se sentó junto a mí. Venía en bañador también, con su juvenil y casi aniñado torso desnudo. Sus piernas desnudas quedaron en contacto con la piel de las mías al sentarse, y nuestras manos se enlazaron instintivamente. Al fin y al cabo, jugar con nuestras manos mientras hablábamos, era algo que llevábamos haciendo desde que él era muy pequeño. Su cansina y repetitiva insistencia me cargó enseguida, porque no aportaba ningún argumento nuevo, ni era capaza de asumir sencillamente mi negativa, y yo empezaba a no saber por dónde salir. Por otro lado, estaba absurdamente tranquila y confiada con él, con mi exiguo bikini conteniendo a duras penas mis formas, y las piernas impúdicamente abiertas, tal como me había colocado para poder sentir mejor el contacto con las suyas. No tengo claro en qué momento su mano empezó a deslicar por mi muslo, pero yo no le paré ni nada. Ni siquiera cuando se acercó a mi ingle. Era tan agradable… Realmente, solo que me empezara a decir que era un puta que estaba deseando follar con ellos y que por qué no dejaba ya de fingir y le decía que sí a su madre, fue lo que me sacó del ensimismamiento, cuando ya su mano estaba sobando soezmente mi coño abierto para él sobre la tela de la braguita de mi bikini. El primer manotazo se lo solté para sacar de allí su mano invasora, a lo que respondió con más insultos, y mucho zorra, puta, putazorra y otras variantes. Así que, el segundo manotazo, fue un sopapo a mano abierta que le solté en su cara bonita. Afortunadamente, más allá de alguna nueva lindeza que me soltó, aquello puso fin a la conversación sin necesidad de mayor explicación.

Lo que más me jodió del asunto fue que, cuando Pablo salió por la puerta, sentí el insoportable roce de mis pezones y mi clítoris empalmados, frotando contra la suave tela del bañador. Me metí la mano bajo las bragas y, apretándome las peras con cuidado, ya que todavía me dolían un poco de la noche con Lorena, pues ya me jode decir que me tuve que hacer un dedo para poder serenarme y quedarme dormida aquella tarde, aún a pesar del grado de agotamiento físico y mental que llevaba encima. 

Cuando desperté, Carlos se había vuelto a su casa junto a otros tíos míos, y Pablo estaba con su amigo Matías, el hijo de los vecinos de mis padres que era casi de su misma edad. Mi tía todavía hizo un último intento para la semana siguiente, antes de decirme que nada, que entendía que no quisiera y que no pasaba nada, que realmente lo podían dejar para otra ocasión. Me sentí mal, y ya me jodía, pero era lo que había. Estuve un rato hablando con otra de mis tías pero, amargada, me refugié en mi habitación porque me estaba costando mucho no ser capaz de explicar realmente que no es que no quisiera ayudar a mis tíos, sino… bueno, ¿pero cómo iba a poder explicar lo que pasaba realmente, que el motivo era que no me fiaba de ser capaz de evitar tener sexo con sus hijos?

Cogí el teléfono, deseando hablar con algún amigo o amiga, aunque fuera por mensajitos.

Y ahí vino la segunda sorpresa del día. Tenía un mensaje sin leer de Carlos, de apenas cinco minutos antes. Pulsé para abrirlo con el corazón en la boca:

            “Laura, quiero que vengas el sábado. Por favor”.

 

Me pasé más de veinte minutos mirando el teléfono sin ser capaz de reaccionar hasta que, de pronto, volvió a vibrar. Era una foto. De Carlos también. Por un momento, esperé aterrada que al abrir me iba a encontrar una de mis fotos recién follada, temiendo que el cerdo de mi primo estuviera intentando hacerme chantaje para follarme. Qué hijo puta, pensé. Pero no, al abrirlo, la sorpresa fue mayúscula: una foto de medio cuerpo de Carlos, desnudo frente al espejo. Su larga polla caía laxa entre sus piernas, medio ocultando unos cojonazos que quería pensar repletos de semen.

Joder.

¡Joder!

¿De qué coño iba aquello? ¿Me salía ahora con esas? Pero… ¿qué coño significaba?

“Laura, perdona por lo del otro día. No supe responder. Este sábado todo será distinto, ya verás.”

 

Valiente hijo de puta.

Pronto otro mensaje con otra foto: la misma postura, frente al espejo, mi primo empalmado.

No.

No, me dije. Me lo repetí las veces que hizo falta. Las veces que hizo falta, antes de sacarme las bragas y pajearme salvajemente en mi habitación mirando el pollón empalmado de Carlos. Estaba aterrada porque en cualquier momento podía entrar alguien, pero yo ya no odía parar. Harta, estaba harta, ya no aguantaba más. Le deseaba, joder. Y deseaba al puto salido de su hermano. ¿Cuánto se supone que debe aguantar una persona?

Todavía aturdida por la corrida, me fui al baño y me limpié en el bidé con agua bien fría, intentando insensibilizar mi clítoris para tratar de evitar que me entrara un nuevo calentón. Salí al vestidor rezando por que nadie me viera , ya que cualquierea que entrara a mi habitación o a la de mi hermana, gemela a la mía al otro lado del vestidor y el baño, podía pillarme sin mayor problema. Allí cogí unas braguitas y un pantaloncillo corto, y me los puse. Me quité la parte de arriba del bikini y, con el pantalón abierto y las braguitas bajadas para que se me viera el inicio del peluchito, me hice una foto con el móvil. Y así, terminando de vestirme con una camiseta ajustada, salí de mi habitación casi corriendo, como queriendo evitar darle más vueltas al tema que pudieran hacer que modificara la decisión que acababa de tomar.

Estaba justo enviando la foto que me acababa de sacar medio desnuda a Carlos, mientras hablaba con su madre para darle la grata sorpresa de mi cambi de decisión. Justo entonces, graznó la voz de su hijo pequeño a mis espaldas:

-       ¿De verdad prima? ¿Al final has cambiado de opinión? ¡Qué guay, duermes con nosotros el sábado! – “Hijoputa”, pensé…

-       ¿Has visto Pablo? – dijo mi tía - ¡al final hemos convencido a Laura! ¡ya tenemos plan perfecto todos para el próximo sábado! – exclamó mientras me abrazaba y me besaba…

¿Mi plan tía?

Mi plan era follarme a tus hijos.

Noté mi móvil vibrar en el bolsillo del pantalón. Supe que era Carlos, nuevamente. Supe que me escribía para agradecerme mi cambio de opinión, que tan nítidamente le acababa de transmitir con mi foto. Y supe también que iba a volver a mi habitació a hacerme una larga paja mirando lo que fuera que acababa de volver a regalarme. Se me hacía la boca agua de solo pensarlo…